Partida Rol por web

La revelación de la Dríada me acompañó todo el trayecto hasta aquella fuente seca. Liberar al valle de la maldición que la aquejaba, limpiar el lugar de espíritus que lo atormentasen, podía devolver la calma y la cordura a aquel espíritu del bosque. Pero ¿cómo lograrlo?

También había una pregunta que rondaba mi mente, aunque era algo superficial, superfluo, carente de importancia. Era algo que había dicho Mortaja, acerca de aquella calavera con la que hablaba. Había dicho que había nombres que definían cosas, y eso me llevaba a preguntarme algo, que no pude evitar terminar por pedirle que me explicase.

Mortaja… ¿Puedo preguntarte algo? Esa calavera que portas… Prisas, ¿el nombre se lo has puesto tú? ¿Por qué motivo?

No obstante, llegar a aquella fuente me arrebató toda gana de hablar. El nivel del agua había descendido, dejando al descubierto los cadáveres que parecían formar toda una fosa común. Ver cuerpos muertos no me causaba demasiada impresión, normalmente. La muerte formaba parte de la vida, era un paso más en el gran ciclo, un acto de renovación. El cuerpo sin vida se descomponía y ofrecía alimento para el mundo animal y abono para el vegetal. La tierra se alimentaba, la naturaleza seguía su curso. Pero allí, al ver aquellos huesos, sólo podía pensar en los fantasmas de aquellos muertos, acosados por la maldición y morando aquella tierra como seres desdichados.

Entonces, una voz gutural nos llegó de ninguna parte, arrojando una enigmática pregunta. Buscamos la fuente de aquella voz, pero no dimos con ella y volvió a resonar en el lugar un tiempo después. Imaginé que la voz provendría del mundo de los muertos, pero de algún modo algo en ellas me resultaba familiar.

El tiempo suficiente… -Repetí en voz alta, frunciendo el ceño, tratando de desentrañar si aquello que creía atisbar tenía algún sentido- ¿No dijo la dama Shaylin algo acerca de “las arenas del tiempo”? También sobre liberar nuestro espíritu… “Pedir su libertad al alba”… ¿Podría tener relación?

Las explicaciones de la Dríada aumentaron en mi la esperanza de devolver la paz a aquel lugar. Aún no sabía cómo lo haríamos, pero estaba convencida de que podríamos encontrar el modo de deshacernos de aquella maldición.

Cuando Mortaja me respondió, fruncí el ceño, confusa.

- ¿Por qué Prisas no te ha permitido visitar aún la fuente? ¿Cómo es eso posible? - le pregunté a la kender.

Esta termino poniendo rumbo a la fuente con gran entusiasmo, sin siquiera esperarnos, y provocando que me avergonzara cuando mencionó que yo quería bañarme en aquella fuente.

- ¡E-eso no es lo que he dicho! - repliqué con el rostro completamente sonrojado, girándome hacia la Dríada para despedirme de ella con un leve inclinamiento de cabeza y una sonrisa, para después acelerar mi paso tratando de alcanzar a Mortaja.

Todos parecíamos de acuerdo en dirigirnos a la fuente, y así lo hicimos, abandonando la ahora sosegada arboleda para sumergirnos nuevamente en aquel terreno hostil.

Caminamos atravesando aquel bajo manto de niebla, pasando cerca de la rampa que daba a la meseta en la que se encontraba el templo. Aquello me hizo pensar en lo que sabíamos sobre este y la misión que nos habían encomendado, enigmáticas palabras a las que esperaba que pronto fuéramos encontrándoles algún sentido.

Con la voz de la kender de fondo, que no paraba de hablar, llegamos a aquella fuente; donde un intenso malestar me invadió por completo al darme cuenta de que lo que parecían piedras afiladas eran restos de cadáveres. El dolor y la agonía allí vividas debieron ser inmensas.

No tardamos en escuchar una especie de burla, pero por más que buscamos en aquella fuente no dábamos con el origen de aquella voz. Finalmente esta volvió a pronunciarse, dándonos el mismo mensaje, ante el que Lobo Blanco preguntó si este podría tener relación con el que nos dio Shalyn.

- Podría tener relación. No sé cómo podría encajar lo de las arenas del tiempo, pero si “pedir su libertad al alba” está relacionado con liberar nuestro espíritu... Eso significa que somos los cobardes que deben flotar. - respondí con cierta preocupación. - Aunque la fuente está seca... ¿No se referirá simplemente a quienes se ahogaron aquí? - terminé por añadir, recordando algo. - El anciano de la taberna, cuando todo esto comenzó, nos advirtió de que tuviéramos cuidado con los designios invisibles, aunque no estoy segura de que esto pueda ser calificado como tal...

La presunta fuente no era tal, solo un trozo más de desierto y restos de cadáveres que crujían a nuestro paso convirtiéndose en parte del desierto en el que se encontraban sin tumba alguna en aquella fuente sin agua. Una voz recorre el paraje dirigiendose inequívocamente, a nosotros, una voz que provoca un escalofrío en Anna.... No le gustaban los espíritus ni la magia, y estaba recibiendo bastante dosis de ambas en una sola travesía.... debería haber seguido su propio camino cuando cumplió su cometido de guiarles hasta el valle en lugar de meterse en este lugar maldito siguiendo profecías y magos. Al menos, lo que había visto hasta ahora ya era suficiente para inspirar un buen relato que contar con una lira entre sus manos.

Rememoraba las palabras de Lobo Blanco, de la vieja y arrugada mikku del campamento, y oteaba entre los cuerpos muertos en busca de algún lugar hacia el que dirigirse o del que pudiera provenir la voz. Se dirigió al resto susurrando, para no ser ella quien se elevara por encima de la voz que tronaba por el lugar -  Yo... recuerdo algo de los constructores de la naturaleza... y una voz que es una por encima de muchas...

¿Hay que devolver vida al suelo? ¿Regamos?

Era un inmenso galimatías el que se planteaba ante nosotros, demasiadas palabras que podían parecer conectadas entre sí por algo más que la mera imaginación o la simple coincidencia. Sin embargo, todo parecía un gran laberinto en que íbamos a oscuras, tanteando los muros en busca de alguna indicación.

Al menos hasta que Anna dijo algo que llamó mi atención.

¿Regar? -Aquella palabra hizo que me girase bruscamente en dirección a la fuente seca, aquel suelo reseco y agrietado sobre cuya superficie sobresalían los restos de los fallecidos- Constructores de la naturaleza... Flotar... ¿Por qué no hay agua? -Pregunté finalmente, frunciendo el ceño- Ésto era una fuente, ¿no? El agua vendría de alguna parte, pero ahora está seca... ¿Y si hay que devolver el agua al lugar? Hacer que los cuerpos floten... ¿Tendría algún sentido?

- " Hummm, ¿ entonces tenemos que buscar lo que hace que no corra el agua ? " - digo sin saber que hacer ante tanta conversación. Pensar nunca ha sido mi mejor aptitud, yo soy más de golpear y luego pensar.

Se llama así porque cuando lo encontré empezó a rodar por una cuesta abajo, como si tuviera prisa. Contesto la kender con naturalidad, como si recoger cráneos de muertos y hablar con ellos fuera lo más natural del mundo.

Decididos a volver a hacer fluir el agua en la fuente, el grupo siguió el curso de esta hasta una zona taponada con rocas. Tras un arduo trabajo de varias horas removiendo piedras, el agua volvió a fruir llenando la fuente. Pero habría que esperar hasta la noche para que la fuente volviera a estar llena.

Tocó mover piedras y Anna demostró tener tanta maña como fuerza pudiera tener cualquiera de sus compañeros, cuando el agua empezó a fluir Anna esperaba que el inmediato contacto del agua con la superficie de la tierra desembocara la aparición de los espíritus pero no sucedió así. Sentada a un lado del fluir del agua Anna sacó el diario del guardián de la torre, el que relataba la traición a los sacerdotes del Valle y continuó leyéndolo mientras la luz del sol alargaba las sombras del valle

Estoy pensando... los cobardes flotarán el tiempo suficiente para pedir su libertad al alba... ¿Creeis que pasaremos toda la noche luchando contra fantasmas? 

Cuando la última luz del ocaso hizo ademán de apagarse, Anna encendió su lámpara y desenvainó su nueva espada que aportaba su propia luz azulada, refulgiendo por sí misma y borrando la silueta de la muchacha embutida en armadura metálica que trataba de reflejarse en las aguas más asentadas de la fuente.

El nombre de aquella calavera no guardaba ningún secreto trascendente, como cabía esperar. Valía la pena intentarlo, pero resultaba haber poco más que inocencia en aquella kender y todo lo que la rodeaba. Más fructífero resultó ser la búsqueda del origen del agua que debía llegar a la fuente. El curso de un acuífero que debía derivar en aquel lugar estaba taponado con rocas, formando una especie de presa, aunque no me quedé del todo convencido de si había sido un accidente natural o la obra deliberada del hombre.

Fue largo y costoso, el trabajo que supuso retirar todas aquellas rocas para dejar que el agua fluyera de nuevo libremente. Sin embargo, al ver que el líquido de la vida se abría camino y avanzaba hacia la fuente para devolverle su antiguo esplendor, me sentí embargado por una inmensa satisfacción. La del trabajo bien hecho. Por ello, me desprendí de las pieles que me cubrían, así como de la camisola con que tapaba mi torso, y me arrodillé al borde de aquel curso de agua, elevando una muda plegaria a Chislev, sumergiendo mis manos en el agua y levando el agua, primero a mi rostro, posteriormente a mi cabello, luego a mi pecho, y finalmente a mis labios para dar un largo trago.

La noche se acercaba ya cuando Anna comentó una ocurrencia que le había venido. Una nueva interpretación de las palabras, en aquella ocasión temiendo tener que combatir espíritus en aquel lugar hasta que el alba nos alcanzase.

Espero que no, pero… Será lo que tenga que ser. –Respondí, poniéndome alerta, listo para adoptar mi forma de depredador al menor contratiempo.

 Me dispuse a descansar y preparar conjuros para lo que podía venir, mientras os demás vigilaban y escuchaban la curiosa historia de la kender. Esperaba que la espera y lo que pudiera venir con ella fuera algo relativamente sencillo y pudiéramos ayudar a nuestra nueva amiga...

El agua iba rellenando poco a poco la fuente. Al principio, la tierra estaba tan seca que absorbía toda el agua de la fuente. Pero tras unos minutos el agua comenzó a formar pequeños charcos que cubrían los huesos de los muertos.

Al llegar la tarde, el sol se ocultó tras las montañas y la niebla comenzó a subir hasta cubrirlo todo. Solamente se podría ver a un metro de distancia, mientras el incasable murmullo del agua continuaba llenando la fuente y a intervalos irregulares se escuchaba la voz  gutural y ruda. ¿Los cobardes pueden flotar durante el tiempo suficiente para pedir su libertad al alba?

Al llegar la noche todo continuaba igual. Salvo por dos puntos ojos rojos flotaban en mitad del lago. Los puntos comenzaron a acercase y entono a ellos comenzasteis a distinguir una forma humanoide de oscuridad. Los puntos rojos eran sus ojos, llenos de ira y desesperación. La sombra, sin mediar palabra, se lanza al ataque.

Los cuentos y leyendas que Anna había escuchado en sus viajes por los desiertos de Khur estaban llenas de una sabiduría que no se aprendía en los libros, cuando en la oscuridad la voz de la criatura se repitió mostró esta vez una imagen que al igual que los espíritus de la muerte parecía fundirse con la prospia oscuridad. Anna se apremió de valor y se llenó el pecho de aire y tuvo la confianza de que la coraza de metal le protegería de tal impía criatura - Elo aquí - Anna no tenía palabras para el espíritu, y aunque dudaba si Kairi o Lobo Blanco querrían entablar conversación con el monstruo, el avance terriblemente amenazador de éste hizo que desestimara la idea.

Espada en mano y con la linterna alumbrando directamente a la silueta de la criatura Anna avanzó frente a sus compañeros, la linterna le estorbaba para el estilo de combate al que estaba acostumbrada, pero haría lo que pudiera por tal de que todos pudieran ver a la criatura y tratar de derrotarla, pues alguien iba a salir gravemente herido de este ser malvado.

Cuando la sombra estuvo al alcance de su espada, se lanzó hacia adelante lanzando una estocada que ante el movimiento de la criatura apenas pasó cerca suya.

Los peores presagios, convertidos en palabras por nuestra guía, parecieron hacerse realidad una vez el ocaso nos dio alcance. Si aquel brillo que se atisbaba en las aguas pudo en algún instante interpretarse como un rayo de esperanza, de que devolver las aguas a su lugar nos ofreciera una respuesta, pronto quedó descartado. Aquel brillo eran dos ascuas, ojos de un ser de sombra que acudía a nuestro encuentro con no buenas intenciones.

Éramos presas, y él nuestro depredador.

Me apresuré a levantarme del suelo, donde me encontraba sentado, pero no me puse en pie. Tan sólo clavé una rodilla en el suelo y posé una mano en mi pecho, pronunciando unas palabras en el antiguo idioma de los druidas. Entonces me dejé caer hacia delante y mis patas se posaron en el suelo, convertido casi instantáneamente en un vigoroso ejemplar de lobo.

Por Chislev, la gran bestia, ¿ es que nunca se van a acabar los muertos de este lugar ? - " Atentos, mi arma poco puede hacer a esta criatura pero aun así intentaré llamar su atención " - y descargo a Klad sobre los ojos rojos que se acercan hacia nosotros. Mi arma hace un rápido sesgo a dos manos cortando el aire en dirección a la oscura criatura.

Finalmente decidimos lograr que aquella fuente dejara de estar seca, y así lo hicimos, aunque no sin que nos supusiera un duro y largo trabajo. Aun así, no pude más que sonreír cuando conseguimos retirar todas las piedras y el agua recuperó el que era su cauce, comenzando poco a poco a llenar la fuente.

Con mi frente perlada en sudor, me senté cerca de Anna a esperar que el agua conquistara el que era su lugar. Sentí deseos de bañarme en aquel agua, pero aquello no podía ser, y mientras me recostaba hacia atrás con mis manos apoyadas en el suelo, cerré mis ojos un instante, dejando que mis ensoñaciones se apoderaran de mi ser durante unos instantes. Recuerdos pasados paseaban por mi mente, momentos felices en un río, cuando tan sólo era una infante.

La inquietante reflexión de la montaraz me devolvió de sopetón a la realidad, haciendo que me incorporara de inmediato, casi de forma brusca; para acto seguido verme obligada a apartar mi mirada con rapidez, habiendo apreciado que Lobo Blanco se había desnudado de cintura para arriba.

Tras la respuesta del druida a las palabras de nuestra guía, no vi nada más que añadir, así que me puse en pie dispuesta a prepararme para la que podía llegar a ser una larga noche. Me retiré lo suficiente como para no entorpecer a los demás y contar con algo de intimidad, aunque no tanto como para que me perdieran de vista. Arrodillada en el suelo, me sujeté las manos dejando que estas reposaran sobre mis piernas y cerré los ojos bajando ligeramente la cabeza, orando a Mishakal para que me confiriera una vez más su fuerza y sabiduría.

El sol terminó ocultándose y la niebla reinó en el lugar, habiendo regresado junto a mis compañeros para entonces. Pudimos volver a oír aquella extraña e inquietante frase varias veces más, aunque más escalofriantes terminaron siendo los dos ojos rojos que al caer la noche aparecieron en el lago, momento en el que tomé mi escudo. Aquellos puntos rojos comenzaron a acercarse a nosotros, dejándose entrever una figura humanoide. La sombra, cuya mirada transmitía ira y desesperación, se lanzó al ataque de inmediato; resultando ser mucho más rápida que yo.

La sombra se lanzó directamente contra Okodar. El motivo del ataque al semiogro podía ser debido a que era el rival más grande y por lo tanto el más fuerte, o puede que la sombra fuera uno de los espíritus resentidos con el ataque al templo por los ogros y viera en Okodar la encarnación de los seres que le hicieron sufrir. Fuera cual fuera el motivo de su ataque, el ser fallo por poco. Aunque el paso de sus largos e incorpóreos brazos dejo en el ambiente una gélida brisa.

 Alarmado por la seguridad de Okodar, trato de ayudarlo, lanzando a su atacante un conjuro ofensivo, espernando que este pueda hacerle algún daño que, al menos, le frene...