Partida Rol por web

¿Saben algo más sobre ellos o sus líderes?

Poco sabemos de ellos. Sabemos que capturan a los pequeños, pero no los matan. Creemos que tiene alto que ver con el ogro de olor extraño que apareció en el pico hace una luna de plata

¿Cuántos son o qué habilidades tienen?

Solo un ogro de olor extraño, pero muchos de su colmena. La mayoría de la colmena de los ogros se encuentran en la entrada, cerca de la superficie, poco cerca del foso donde guardan a los pequeños, muy por debajo de nosotros, cerca de donde los soldados de la dragona han construido su colonia. Muy pocos de la raza de los soldados dragón, puede que dos o diez. Ellos no se dejan ver.

¿Podrían hablarnos de qué tipo de relación tienen con ellos?

Por supuesto reina de pequeña colmena. Ellos compiten por nuestro territorio. Nos matan si nos ven solas. Son malos. Solo matan por matar, no por alimentarse o proteger su territorio.

Oír hablar a Kairi daba cuenta de que mi decisión de guardar silencio ante la reina de la colonia había sido lo más acertado. Las palabras que habrían salido de mi boca no habrían sido tan acertadas, educadas, ni desde luego habrían estado acompañadas del tono dulce y amigable que la sacerdotisa de Mishakal acostumbraba.

La respuesta de la reina resultó, por otro lado, alentadora. La colonia era consciente de parte de las actividades de los hombres dragón, que capturaban con vida a los kender con oscuros propósitos. Los ogros se mantenían cerca de la entrada, lo bastante lejos como para no suponer un peligro inmediato, pero a la reina y su compañero los guardaban los hombres dragón, cuyo número no quedaba claro. ¿Dos o diez? ¿Las hormigas tenían claro el concepto de número, como para especular entre dos cantidades tan dispares?

Las dos colmenas estaban enfrentadas, lo que no solamente era buena señal. Había otra señal en las palabras de la reina hormiga. La colmena dragón mataba por matar, dijo, no por territorio o alimento. Territorio o alimento. Resultaba un concepto, una idea de la vida, tan sumamente natural, que me era inevitable contemplar a las hormigas como otra cosa que hijas de Chislev, seres de la naturaleza, y por lo tanto aliadas.

Permanecí en silencio, aguardando a que Kairi prosiguiera, puesto que ya sabía lo que yo opinaba al respecto. Mientras tanto, una tenue sonrisa afloró a mis labios contemplando a la majestuosa reina.

La hormiga reina continuó mostrándose colaboradora, ofreciéndonos importante información. No pude disimular la alegría que me procuró el saber que los kender seguían con vida, aunque pronto se difuminó cualquier gesto que demostrara esta, continuando concentrada en lo que nos contaba el gran insecto.

Supuse que los ogros de los que nos hablaba sería aquellos que habíamos tratado de evitar, no pareciendo que estos fueran a ser un peligro al encontrarse lejos del foso y la colonia de los hombres dragón, aunque quien sabía si tenían algún modo de comunicarse con estos.

Lamenté que la hormiga reina no pudiera darnos un dato más exacto sobre el número de hombres dragón a los que probablemente tendríamos que hacer frente, y es que de dos a diez había una diferencia abismal. Aquellos seres no se dejaban ver, algo a tener bastante en cuenta cuando nos aproximáramos a la zona que ocupaban.

La hormiga reina tampoco puso objeciones a la hora de hablarnos de la relación que mantenían con esa colonia, confirmando nuestras sospechas. Los hombres dragón no sólo competían con ellas por aquel territorio, si no que además mataban sin buscar con ello la supervivencia, algo que al parecer la hormiga reina hubiera respetado.

- En ese caso, entiendo que les convendría que esa colonia de hombres dragón dejara de campar a sus anchas por este lugar... ¿Significa eso que nos ayudarían? - retomé la palabra, tratando de mantenerme tranquila, aunque no pude evitar dejar escapar cierto tono de necesidad al formular aquella pregunta; sin duda con la ayuda de las hormigas todo sería más sencillo, empezando por que ellas conocían aquel territorio. - Perseguimos un objetivo no del todo esclarecido, pero este requiere que lleguemos hasta los líderes de la colonia, y también deseamos liberar a las personas que permanecen retenidas. Cuando cumplamos nuestra misión abandonaremos este lugar, no tenemos ningún interés en reclamar este territorio.

Tras aquellas últimas palabras, miré brevemente a mis compañeros, preguntándome qué pensaban de todo aquello.

La reina se queda cayada durante unos instantes mientras sus antenas y mandíbulas no paran de moverse. No sois una amenaza para nosotras, y ayudaros solo nos proporcionara beneficios. OS mostraremos el túnel que os llevará con los pequeños. Podréis liberar a los pequeños y ver a la reina de las hormigas dragón.

Nuestros túneles fueron construidos para uso propio, pero creo que vosotros seréis capaces de moveros por ellos con facilidad. El primer túnel os llevará directamente a los pequeños. No cojáis ninguna desviación u os perderéis. Cuando tengáis a los pequeños, volved por el túnel hasta encontrar el segundo túnel a la derecha. Ese os llevará hasta la superficie, cerca de la ciudad de los pequeños.

Mientras la reina habla, veis que parte del suelo empieza a hincharse. Las hormigas están modificando su estructura subiendo unas encima de las otras para revelar una multitud de túneles bajo ellas. Parece que las hormigas han estado muy ocupadas construyendo sus túneles.

Uno de los escoltas de la reina se dirige hacia una de las entradas mientras la reina vuelve a hablaros.

Seguiréis a mi obrera. Ella os guiará hasta donde tenéis que ir. Que vuestra caza sea provechosa.

Después la reina se inclina, desplegando un par de alas delicadas y empezando a moverlas, y se levanta del suelo. La escolta corre de vuelta hacia la guarida de la reina mientras el majestuoso insecto se aleja volando.

Una de las pequeñas hormigas obreras se os acerca avanzando en silencio.

¿Estáis listos?

 Miré a mis compañeros, indicando con un gesto de cabeza que yo, por mi parte, estaba preparado para ponerme en camino para hacer frente a lo que nos estuviera esperando. La verdad es que las hormigas habían sido muy amables y confiaba en poder devolverles algún día el favor que nos habían hecho. Ojalá encontrásemos a gente tan amable y dispuesta a ayudar como ellas lo habían estado dispuestas a hacer, pese a ser tan diferentes a nosotros.

Atento a la muy diplomática nueva intervención de la sacerdotisa de Mishakal, observé el inexpresivo rostro de la reina hormiga, aquel insecto de descomunal tamaño que permaneció en silencio un tiempo que se me antojó eterno. Daba la impresión de necesitar meditar aquella propuesta detenidamente. 

Finalmente, la reina aceptó que una colaboración con nuestra empresa le resultaba beneficiosa, aunque la forma en que accedió a ayudarnos resultó, a mi modo de ver, decepcionante. Viendo el gran número de ejemplares que poseía aquella colonia, había supuesto como factible un pequeño ejército de hormigas a nuestro lado, dispuestos todos a combatir a la colonia dragón. Sin embargo, y eso podía comprenderlo, la reina no parecía por la labor de enviar a los suyos a una muerte más que posible. De modo que su oferta consistía en guiarnos hasta nuestro objetivo y permitirnos circular por sus túneles. 

Menos daba una piedra, como solían decir, pero parecía que habríamos de enfrentarnos a nuestros enemigos en solitario. 

Me incliné en gesto de agradecimiento a la reina, antes de que se alejase volando, con una mano en mi pecho como era costumbre entre mi pueblo. Y entonces me fijé en la hormiga que debía servirnos de guía. Por un instante, me sentí tentado de tratar de adoptar la forma de aquel insecto gigante, pero de un modo casi instintivo determiné que aquella forma no reunía las condiciones para que el favor de Chislev me permitiera convertir mi cuerpo en el suyo. No era, estrictamente hablando, un depredador al uso. De modo que cambié nuevamente a la forma de una pantera, negra como la noche, como la caverna, y como la hormiga a la que debíamos seguir, y me dispuse a seguir sus pasos. 

La respuesta de la hormiga reina se hizo esperar unos pocos segundos, durante los cuales no pude evitar ponerme algo nerviosa, pero finalmente se pronunció; pareciendo tener muy claro cuál era su papel en todo aquello.

Continué prácticamente impasible hasta que terminó con sus primeras explicaciones, sonriendo con cierta relajación cuando terminó. Tendríamos acceso al túnel que nos guiaría hasta los kender, un túnel por el que al parecer no era difícil desenvolverse, y podríamos emplear otro de estos para volver a la superficie cuando termináramos lo que tuviéramos que hacer allí.

Mientras el majestuoso insecto nos hablaba, algunas de las hormigas presentes habían comenzado a movilizarse, aunque no pude apreciar por entero qué era exactamente lo que hacían. La hormiga reina no parecía haber terminado de hablar, y así fue, volviendo a pronunciarse para indicarnos cómo proceder y despedirse.

- Muchísimas gracias, majestad. - le dije tratando de ser breve, pues se mostraba ya dispuesta a irse, casi al mismo tiempo que Lobo Blanco también agradecía la ayuda.

La gran hormiga terminó por retirarse volando, y una de las hormigas presentes nos preguntó si estábamos listos, ante lo que Anubis no tardó en hacernos un gesto con el que parecía indicarnos que así era en su caso. El druida también parecía listo, pudiendo ver cómo se convertía en pantera, supuse que por desplazarse mejor por aquel lugar. Tras observar brevemente al resto, volví mi mirada hacia la hormiga.

- Estamos listos. - afirme con determinación, asintiendo con la cabeza.

Después de una cantidad indeterminada de tiempo viajando por el túnel de las hormigas, la obrera vuelve a hablar.

Ya hemos llegado.

Al mirar a vuestro alrededor no veis nada fuera de lo normal, parece como cualquier otro trecho de pasadizo por los que habéis pasado.

Entonces la obrera toca la pared derecha del túnel con sus antenas.

A través de esta pared encontraréis a los pequeños.

Es una pared débil y deberíais ser capaces de atravesarla con facilidad.

La obrera se aparta de la pared y se vuelve hacia vosotros.

Debo volver con la colonia y la reina. Que vuestra caza sea provechosa.

Tras decir esto, la hormiga parece inclinar la cabeza ligeramente antes de volver por donde habéis venido y dejaros solos en la oscuridad del extraño túnel.

Cuando la pared se derrumba ante vosotros veis que el túnel se abre a una pequeña cueva.

En el centro de la cueva se ha excavado un gran foso y cubierto con una reja de hierro. El hedor a cuerpos sin lavar llena vuestras narices. Solo una puerta de madera entreabierta da a la habitación.

Oko levanta la reja con delicadeza para no hacer mucho ruido y comienza a ayudar a salir a los kender. Cuando el último kender sale del foso y pone los pies en el suelo os mira y sonría de manera sorprendentemente alegre, a pesar de su mugrienta apariencia.

Vaya, ¡debo decir es uno de los lugares más aburridos en los que he estado nunca! Una vez estuve atrapada con el pie dentro de una madriguera de conejo y no me podía mover, pero al menos allí podía mirar a mi alrededor y ver algo. Aquí todo lo que había era un puñado de kender, también atrapados, ¡y la mayoría no quería hablar! ¡Podéis imaginároslo! Después se inclina hacia delante, susurrando conspirativamente. Me juego algo a que son de esos kender afectados de los que habla la gente. Dice, reprimiendo un escalofrío casi placentero de horror y mirando hacia los kender amontonados junto al agujero de la pared.

De repente, el kender se incorpora con rubor en las mejillas visible bajo la suciedad al girarse hacia vosotros.

¡Lo siento, qué modales! ¡Me llamo Parrick! ¡ Parrick Andachiflando de Hylo. Gracias por rescatarnos. Temía que todos íbamos a acabar amontonados y desangrados hasta la última gota de sangre para ese ritual del que les he oído hablar. ¡Me gustaría que lo hubierais podido ver! Hablaban sobre ese gran conjuro mágico que iban a lanzar, diciendo que cogían la sangre de los kender afectados porque estaban llenos de la magia de Malys o algo así. También dijeron algo sobre pervertir una vieja gran magia que encontraron en la guarida de Malys... pervertir... ¿creéis que van a espiarse los unos a los otros en ropa interior?

Parrick arruga la nariz y hace una pausa para tomar aire y pensar en las acciones "perversas" de esas personas misteriosas sobre las que divaga. Finalmente chasquea la lengua y niega con la cabeza.

Mecachis... uno sabe que alguien es una manzana podrida cuando empieza a pervertir, ¿sabéis? Mi mamá siempre me decía que...  Parrick vuelve a avergonzarse, se aclara la garganta y os ofrece una pequeña sonrisa. Mi mamá siempre me decía que podía hacer aburrir a un gnomo con mi cháchara. Lo siento, no debería haber divagado así. Oh, ¿esto que se ha caído es vuestro?

Estuvimos largo rato siguiendo a la hormiga por interminables corredores subterráneos. Yo me empeciné en encabezar el grupo caminando como una pantera de negro pelaje justo detrás de aquella hormiga que nos hacía de guía, deteniéndome cada poco para asegurarme de que todo el grupo seguía el paso y que nadie se quedaba atrás, corriendo el riesgo de perderse en alguna intersección. Sin embargo, llegó un punto en que nuestra guía se detuvo y marcó la pared tras la que estaba nuestro destino, antes de despedirse y alejarse por el túnel. 

Adopté de nuevo mi forma de hombre, palpando aquel muro de roca, que por el sonido que emitía al ser golpeado no aparentaba ser demasiado grueso. No costó demasiado decidir que fuera Okodar quien se encargase de echar la pared abajo, no sólo por su fuerza natural sino también porque su martillo era la herramienta más adecuada para ello. Los demás, mientras tanto, nos mantuvimos alerta por si al caer el muro nos aguardaba alguna desagradable sorpresa al otro lado. 

Y en efecto, desagradable era lo que nos aguardaba, pero de diferente naturaleza. En aquella cueva no había ogros, ni hombres dragón, sino un foso cubierto por una reja, que ocultaba a los pequeños prisioneros en insalubres condiciones. Al asomar por la reja, hice un gesto a los prisioneros llevándome un dedo a los labios, solicitando su silencio, antes de que Okodar alzase la reja con cuidado. Entonces comenzamos a ayudarles a salir, señalando la apertura en la pared por la que habíamos accedido, y que sería la ruta de escape. 

Sin embargo, evidentemente, la voz de uno de aquellos kender no tardó en comenzar a parlotear sin medida. Se trataba de un tal Parrick Andachiflando. ¿De qué me sonaba aquel apellido? ¿No era el de aquella kender pelirroja? Aquel, sin duda, debía tratarse de su hermano. 

Parrick, te ruego que hables más bajo. -Le pedí en susurros con menos paciencia de la que me hubiera gustado, arrojando un rápido vistazo a la puerta de aquella caverna- No queremos que los guardias se percaten de nuestra presencia aquí. ¿Eres el hermano de Kerra? Ella nos informó de lo que estaba pasando, y por eso hemos venido a liberaros, además de a atender nuestros propios asuntos. ¿Dices que emplean la sangre de los kender afectados por el mal que generó la caída de Kendermore para un ritual impío? ¿Y su objetivo es pervertir una gran magia que hallaron aquí? -Quise confirmar, lanzando una mirada preocupada a mis compañeros. ¿Buscaban acaso corromper el poder divino del objeto que buscábamos?- Cuéntanos qué más sabes. ¿Tienes idea de cuantos hombres dragón moran estas cuevas? ¿O cómo llegar hasta su reina? Cualquier detalle que puedas conocer nos sería de ayuda...

Resultó muy sencillo llegar hasta donde se encontraban los kender gracias a la ayuda de aquella hormiga obrera, quien terminó por irse al dejarnos frente al muro que Okodar tuvo que derribar. Este también se encargaría de levantar la reja bajo la que hallamos el foso repleto de kenders, a quienes pedimos silencio y comenzamos a ayudar a salir, mostrándoles la vía por la que abandonaríamos aquel lugar.

Sin embargo, el último en salir empezó en seguida a hablar, un kender pelirrojo que en cuanto pronunció su nombre imaginé que debía tratarse del hermano de Kerra. Traté de hacerle callar sin alzar la voz, aunque al escuchar que contaba cosas que eran de nuestro interés simplemente intenté que bajara el tono, aunque mis intentos resultaron igualmente inútiles.

Cuando volvió a hablar sin decir nada de interés, Lobo Blanco terminó tomando la palabra para encauzar la situación, algo que agradecí y que tendría que haber hecho yo misma de lo contrario. Además de pedirle al kender que fuera más discreto y contarle qué hacíamos allí, le solicitó información sobre diversas cuestiones, entre las que se encontraban los pormenores sobre el peligro al que deberíamos enfrentarnos.

La intervención de Lobo Blanco había sido más que acertada, con lo que iba a limitarme a aguardar la respuesta de Parrick, pero finalmente me decidí a añadir una última cosa.

- Algunos dioses, Mishakal entre ellos, nos han enviado hasta aquí. - le hice saber al kender, mientras le mostraba mi medallón, recordando su deseo de ser clérigo de la Sanadora; pues quizás ello pudiera ayudar a que colaborara y tratara de centrarse en las preguntas que le habíamos hecho, sin dispersar tanto su discurso. - Necesitamos que nos ayudes. Sé claro y conciso, por favor.

Anna y Oko se acercaron a la puerta entreabierta. Oko se dispuso con su gran martillo a vigilar, Anna preparo Fragmento de luz y con sumo cuidado asomo poco a poco al pasillo. La exploradora asintió con la cabeza, dando a entender que el pasillo estaba libre y se podía seguir hablando sin dificultad.

Si, si, hablare más más bajo. Dijo mientras bajaba su tono de voz especialmente agudo, y a la vez, se agachaba un poco. Como si el hecho de agacharse ayudara a ser más sigiloso a la hora de hablar.

¿Eres el hermano de Kerra?

Si, soy el orgulloso hermano de esa salta charco y cabalga ranas pelirroja teñida. Dijo con orgullo. ¿Sabéis donde esta? Hace tiempo que no la veo, desde que me raptaron. Si, puede que sea ese el problema. Desde que estoy en este pozo aburrido no la he visto. ¿Está bien?

Al ver el medallón de Kairi, Parrick saco uno igual pero tallado toscamente en madera. ¡Si, yo también sigo a la dama azul! Dijo con orgullo con voz demasiado alta. Rápidamente se dio cuenta de su error. Los siento. No debí gritar. Aunque los guardias no se acercan, están acostumbrados a los gritos.

¿Dices que emplean la sangre de los kender afectados por el mal que generó la caída de Kendermore para un ritual impío? ¿Y su objetivo es pervertir una gran magia que hallaron aquí?

Si, si, si, si… pero eso es todo lo que he oído. Esos maleducados no cuentan nada. ¿Podéis creerlo? Te encierran y encima no te cuentan nada. Te tratan como a un enano gully.

¿Tienes idea de cuantos hombres dragón moran estas cuevas?

Una es una mujer que da susto, con la piel roja y escamosa, y alas de murciélago, y pelo largo y negro... me pregunto si yo podría tener escamas, aunque el azul es mucho más bonito que el rojo, ¿no creéis? Creo que es un draco o algo así... ¡quizá sea un demonio! ¿Creéis que podría ser un demonio? Yo nunca he visto un demonio de verdad, pero mi amigo el Tío Saltatrampas lo hizo una vez... oh, y el tipo... es grande y muy, muy feo. ¡Tan feo como para hacer que un enano gully parezca un elfo vestido de gala y todo arreglado! Dice que ha "caído" en desgracia, que antes era un "capitán” o algo así... ¡pero es feo incluso para ser ogro!

¿O cómo llegar hasta su reina?

Creo que he escuchado a la mujer que da susto hablar a veces al final del pasillo. Pero no se más…. Sabéis, desde que me metieron en el pozo no me dejaron pasear por los pasillos. Son unos maleducados.

Mientras los kender aquejados se acurrucaban en las paredes de la habitación, gimiendo y llorando. Patric los mira con lastima. Creo que estos pobres necesitan un guía que los saque de aquí. La dama azul siempre dice que hay que ayudar al…. al… malhecho… no, no… al desgraciado, no, no… era al malentendido…

 Me alegraba comprobar que el tiempo en cautiverio no había afectado, según parecía, al alegre carácter de los kenders. Había que ser muy ruin y malvado para querer encerrar y esclavizar a unas criaturas tan asombrosas... Aunque en honor a la verdad, lo hay que ser todavía más para encerrar a cualquier miembro de otra raza con ellos, dada la particularidad de su forma de ser, que solía sacar de quicio a cualquiera que no estuviera acostumbrado a sus particularidades.

 - Tu hermana se encuentra bien, la rescatamos hace un rato. Ella y otros prisioneros liberados son acompañados por un amigo nuestro a un lugar seguro. - Tranquilicé a Parrick.

El kender no tardó en confirmar que, en efecto, se trataba del hermano de Kerra, a quien colgó diferentes motes a los que no presté demasiada atención. Preguntó por ella, por supuesto, y antes de que abriera mis labios para confirmarle que se encontraba bien fue el mago quien se adelantó. Sin embargo, miré de medio lado a Anubis completamente extrañado por sus palabras, las cuales tuve que corregir. 

Ayer, más bien. -Indiqué, siempre en tono bajo, preguntándome qué habría llevado a Anubis a contraer el tiempo de aquella forma. No había sido apenas un rato antes, precisamente.

El tal Parrick, que resultó ser seguidor de la diosa Mishakal a la que servía Kairi, nos habló de la reina dragón, a quien describió con todo lujo de detalles, concluyendo que podía tratarse de un draco. También albergaba la sospecha de que podía estar, o al menos frecuentar, la estancia al fondo de aquel pasillo. Eso nos situaba relativamente cerca de ella y de su compañero ogro. Teníamos su rastro, y la caza daba comienzo. 

Guíalos, Parrick. -Indiqué al kender, con solemnidad, poniendo una mano sobre uno de sus hombros- Seguid el túnel por el que hemos venido hasta encontrar el segundo túnel a la derecha. Según nos han dicho, os llevará a la superficie y cerca de Kendermore. Podéis aguardar allí a nuestro regreso. Cuando el águila chille en el cielo, sabréis que estamos de regreso.

El grito del águila en las alturas sería la señal de que habíamos triunfado, y esa era la esperanza y convicción con que me alcé para encarar aquella puerta. También podíamos perder, caer derrotados por el enorme poder de la reina y su lacayo salvaje, y por la llegada de sus esbirros soldados dragón. Muchas cosas podían salir mal. Sin embargo, ante la cercanía de la caza, sentía que Chislev estaba con nosotros, y que guiaría nuestras fauces en la lucha. Prevaleceríamos, en aquel instante estaba convencido de ello. 

Parrick trataba de ser más discreto, pero su naturaleza parecía complicarle el cumplir con tan simple petición. No tardó en comenzar a responder a las preguntas de Lobo Blanco, pero como era natural, quiso saber cómo estaba su hermana antes de seguir avanzando con aquella conversación; ocupándose Anubis de ello. Algo llamó mi atención en las palabras del mago a parte de lo concerniente a la matización que hizo el druida. Un lugar seguro... ¿Realmente lo sería? Esperaba que sí.

- Van hacia el oasis, Kerra nos dijo que te dijéramos que te esperaría allí. - añadí en voz baja, sonriendo de manera tenue al ver el medallón de madera que Parrick nos mostró.

Continué escuchando al kender con atención, ofreciéndonos este algo de información sobre sus captores, una información que esperaba que nos resultara de utilidad; y es que al menos parecía claro por dónde debía continuar nuestro camino.

- ¿Al necesitado? Creo que es esa la palabra que buscas. - le dije a Parrick con una amable sonrisa cuando se mostró dispuesto a ayudar, justo antes de que Lobo Blanco tomara nuevamente la palabra.

El druida adoptó entonces un actitud solmene con la que dio instrucciones al kender, solicitándole que pusiera a salvo a aquellos otros kender que tan afectados se mostraban.

- Confiamos en ti, Parrick. - añadí con cierta alegría en mi rostro, quedando ya muy poco para que aquellas personas fueran libres de nuevo.

Sera un honor guiar a mis hermanos y ser un servidor de la dama blanca. Dijo apretando con fuerza el medallón de madera con el símbolo del infinito pitando en azul. Sera igual que cuando el tío Tash participo en la guerra de la lanza, un gran honor, poder salvar al mundo, ser UN VERDADERO HÉROE. A cada palabra el tono estridente y agudo de Parrick iba en aumento. Huy, lo siento, no debería de gritar, pero me he emocionado.

Gracias nombres compañeros nos veremos en el oasis tras el canto del águila. Parrick ya había comenzado a entrar en el túnel, tras convencer a todos los kender de que le siguieran, una tarea ardua, se giro y pregunto. ¿Cómo distinguiere el chillido de un agila de la de un agila calva o de un….? Entonces la pregunta quedo interrumpida por el empujón de un kender que estaba deseosos de entrar en el túnel.

Anna había desaparecido durante la charla con el Parrick, según Oko “ir delante a buscar malo”. A los poco minutos Anna regreso con una mueca de felicidad y miedo. Felicidad porque había encontrado algo interesantes y miedo por lo que había descubierto. Anna se negó a describir lo que había visto, dijo que era mejor verlo en persona.  

Avanzáis lentamente por el pasadizo, manteniéndoos atentos a cualquier señal de peligro por delante o por detrás.

Aunque parezca extraño, las paredes parecen obra humana, no del calor ni la presión. El suelo es de losas desiguales cubiertas con una fina capa de polvo y suciedad que revela el paso de muchos pies.

Seguís esas pisadas hasta que el pasadizo gira abruptamente hacia la derecha, siguiendo unos cuarenta pies antes de abrirse a una gran cueva de obsidiana pulida.

Incluso desde el pasadizo, la sala que tenéis delante da la clara impresión de que se ha apartado de todo por algún propósito oscuro. En el suelo hay un gran pentagrama de plata, creando puentes sobre un gran estanque de líquido viscoso y oscuro. En la punta de cada brazo del pentagrama hay una calavera de dragón encarada hacia el centro, donde se levanta un gran altar de huesos amarillentos. Sobre cada una de las aberturas de los brazos del pentagrama cuelgan un par de grilletes vacíos. Al otro lado de la habitación podéis ver otro pasadizo que se adentra aún más en la montaña.

Toda la escena lúgubre está iluminada por una luz enfermiza que despiden varias esferas que bailotean cerca del techo pulido. La misma luz enfermiza parece reflejarse en las órbitas vacías de los cráneos de dragón, ya que en su interior parpadean pequeñas llamas.

Dejar atrás a Patrick y el resto de los kender para que buscasen por sí mismos la salida nos dejó con la única encomienda de avanzar en busca de nuestra presa, la reina dragón. Concentrado en ello, avancé por el corredor que Anna ya había inspeccionado, dedicando ya a tal tarea toda mi atención.

Aún así, descubrir aquella amplia estancia dentro de la cueva me causó un escalofrío. El pentagrama de plata, el líquido oscuro y repulsivo, las calaveras, el altar de hueso... todo ello iluminado por aquellas mortecinas luces, creaban un escenario siniestro y de oscuros propósitos.

¿Qué impíos fines tendrá este lugar? -Pregunté en voz baja a mis compañeros, a pesar de que creía intuir la respuesta. Era un altar de ceremonias, donde celebrar rituales corruptos, seguramente donde sacrificar a los kender para corromper ese poder que habían hallado- ¿Las calaveras serán de dragones auténticos, o de hombres dragón?