Partida Rol por web

Observo todo en la lejanía.

- Veamos que pasa. - murmullo aliviado cuando veo que les permiten pasar con las armas. Una mujer de armas tomar.

Os conducen por los jardines hasta la puerta de la mansión sin poner más pegas. Allí os recibe un tipo negro vestido con un uniforme de seguridad más elaborado, con chaleco antibalas y mejor armado que el resto de los guardias. Se intuye que es el jefe

- Bienvenidos a la residencia del señor Gunnar Fronson; soy el señor Archer, encargado de garantizar la seguridad del señor Fronson. Les está esperando, pero me temo que ha exigido verlos a todos, incluído a su compañero que está apostado en la colina. ¿Podrían indicarle que bajara? No nos gustaría tener que subir a por él. Les garantizo que el señor Fronson no desea ningún conflicto con ustedes, y menos aún que haya que llegar a la... confrontación física.

Hagger emite un gruñido, pero no dice nada. No le gusta nada el aspecto que están tomando las cosas, pero tampoco parece adecuado ponerse a repartir mandobles.

Me vuelvo hacia James y le hago un gesto para que se incorpore al grupo. Saben que está ahí, así que no tiene sentido que trate de mantener la posición. Lo que me sorprende es que no se haya dado por aludido cuando debería habernos escuchado con sus sentidos agudizados.

- Está bien... - les digo mientras a los guardias. - Mi colega está de camino... Así que Fronson nos estaba esperando, ¿no? - Es una pregunta retórica, obviamente. Tal vez Ian podría sacarles algo de información sobre cómo se ha enterado de que veníamos, pero la persuasión, al menos en estas condiciones, no es mi especialidad.

Al ver la señal de Hilda me levanto y echo el Subfusil a la espalda mientras desenrosco la mirilla y la instalo en la pistola guardándola en su funda pero sin poner el seguro de la misma.

Cojo el maletín en la mano izquierda y apoyo la derecha en la culata de la pistola para evitar movimientos no deseados de la misma.

Al llegar a la carretera guardo el maletín en el coche y sigo andando como antes, con el Subfusil a la espalda y la mano apoyada en la Pistola paa evitar que se mueva.

Al llegar a la puerta sólo separo la mano ligeramente del arma y paso junto al guardia sin detenerme en dirección a donde están mis compañeros.

- Bueno, ya estoy aquí. - digo. No hagamos esperar más a nuestro anfitrión. - añado con una sonrisa.

Se encogió de hombros:

- Nadie desea un conflicto, la cosa es que no lo provoquen las circunstancias... Pero descuida, si lo que os preocupa es que empecemos a disparar sin motivo, no pensamos hacerlo. Personalmente creo que esto puede arreglarse con un trato.

Archer sonríe y os conduce al interior de la mansión

- Muy bien; me alegra que hayan accedido voluntariamente. Como ya les he dicho, el señor Fronson no quiere enfrentamientos.

El guardia os conduce por los corredores de la amplia mansión. Se trata de una construcción enorme, edificada al estilo de las salas comunales nórdicas, pero mucho más elegante y ostentosa. Los corredores y salas están llenos de adornos de estilo nórdico, como escudos y pieles de lobo y oso. Podéis ver alguna que otra vitrina que contiene lo que parecen antigüedades nórdicas; yelmos, utensilios, armas, joyas... Ha debido costarle una buena fortuna aquella residencia.

Archer os deja en la puerta de un inmenso salón; en un extremo podéis ver un gran equipo de televisión y de música, delante de unos sofás de cuero enormes con aspecto de ser más caros que cómodos. Pero lo que más llama la atención es la mesa del comedor; está llena de viandas y bebida. Carne y pescado asados, sopa de vegetales, estofado, bizcocho de calabaza, vino, hidromiel... Un auténtico banquete. Hay cinco sillas grandes y ostentosas dispuestas alrededor de la mesa, y al frente de la misma, sentado en un butacón que casi parece un pequeño trono, hay un hombretón inmenso, de pelo castaño y penetrantes ojos azules. Lleva barba arreglada, y el pelo largo y bien cuidado, peinado hacia atrás. Viste un caro traje a rayas, hecho a medida, y una copa de vino descansa en una de sus grandes manos. En la otra sostiene un puro. Cuando os ve aparecer, apaga el puro en un cenicero y sonríe afablemente, mostrando unos dientes blancos y perfectos. Normalmente los gigantes de hielo parecen trogloditas de piel azulada, pero Gunnar Fronson es bastante bien parecido, y solo su inusual tamaño haría sospechar que es algo más que humano.

- Bienvenidos a mi hogar, amigos. Por favor, siéntense y coman algo. Es más agradable discutir asuntos delicados tras una buena comida

Miro al gigante con semblante serio, sin poder reprimir el gesto de desprecio que me producen los de su especie, por muy educados que parezcan. Pensar que ese sentimiento lo he heredado de mis genes paternos me hace recordar que estamos en un mundo donde las leyendas caminan entre los hombres.

No puedo evitar recordar las historias que me leía mi madre de pequeña. Entonces no les daba importancia, pero ahora pienso que de alguna forma pretendía prepararme para el encuentro con mi padre, para lo que estaba por llegar y que ella creía que podía ser mi destino. No se equivocaba.

Gunnar nos invita a comer de su mesa, lo cual me recuerda a la sagrada tradición de la hospitalidad en el mundo nórdico. Incluso Thor contuvo su martillo mientras se encontraba invitado en el castillo de los gigantes. Sin embargo, no hemos venido aquí en son de paz y, aunque una tregua parece una opción razonable (siempre podríamos volver más tarde a enfrentarnos al que ahora se ofrece a hacer de anfitrión) tal vez sea una treta para ganar tiempo. Al fin y al cabo, por lo que hemos visto en el viaje, todo indica que el Largo Invierno está cada vez más cerca.

Me acerco a la mesa y cojo un pedazo de pan y una copa con vino. Sin pensarlo más tiempo, me lo llevo a los labios y como y bebo a la salud del gigante. Parece ser la única forma de seguir avanzando sin empezar una masacre en la casa. Por un instante me planteo si la comida puede estar envenenada, pero confío en mi resistencia sobrenatural para sobreponerme a cualquier veneno y en la ira de los dioses (y de sus hijos) si Gunnar rompe las reglas de la hospitalidad.

- Me temo que no tenemos tiempo para una copiosa comida, señor Fronson - digo dejando la copa sobre la mesa y reprimiendo el impulso de disparar directamente al gigante. - Estoy segura de que sabe a qué hemos venido, así que espero que podamos llegar a un rápido trato y no tengamos que volver a encontrarnos en circunstancias menos... amistosas.

Hagger se sienta en una de las sillas, coge una jarra de hidromiel y un buen pedazo de carne; él si parece dispuesto a comer algo contundente. Asiente a las palabras de Hilda y hace un gesto ostentoso para dejar su mandoble al lado de su silla, como queriendo confirmar que no le importaría encontrarse en esas circunstancias poco amistosas.

- ¿Amigos? - pienso al escuchar hablar al Gigante. ¿Desde cuando somos amigos?

Eso es como decir que Thor y los Gigantes de Hielo o que Loki y Heimdall son amigos. Menuda cantidad de estupideces pueden decir los Gigantes en un momento.

Miro a Gunnar sin articular palabra. Ni siquiera me siento en la mesa.

- Gracias. - le digo. En estos momentos no tengo hambre. Acabo de comer bien antes de venir.

Realmente no era cierto pero no considero protocolario decirle abiertamente que no me fío de la comida que tenemos delante.

Además, prefería estar al 100% de mis capacidades por si la cosa se complicaba. La mano izquierda sujeta la muñeca derecha por delante a la altura de la tripa a un palmo de la Cartuchera abierta.

Eligiendo el asiento, la copa y la bebida, me siento para disfrutar de los manjares. La magia era muy común, como para no usarla para el agasajo, es por eso que la ilusión es la ilusión y por mas que las copas estuvieran llenas de agua y el anfitrión no muestre su verdadera forma, el agasajo es para sentirlo...
Y si no fuera una ilucion, para que desaprovechar?

-Debo reconocerle que es grandioso, Sr. Gunnar lo que ha hecho con este lugar- Digo con sincera admiración

Sonrió y declinó la oferta de modo tranquilo:

- Se lo agradezco, pero en este momento no tengo hambre... Al fin y al cabo aún no he hecho ejercicio hoy, asi que nada de comida. - Se sentó.- Gracias por la hospitalidad Señor Fronson, eso le honra, pero hemos venido buscando algo urgentemente y obra en su poder, asi que si fuera tan amable de ir al grano, cierta persona se lo agradecería.

- Le agradezco el cumplido, señor Nikols. Sé que habitualmente se piensa que los gigantes somos... estúpidos y groseros, pero yo intento marcar la diferencia

Gunnar no hace ademán de tener ninguna prisa por comer; se sirve tranquilamente un abundante plato de sopa, carne y pescado, y una gran copa de vino. Come despacio, disfrutando de la comida, y le importa poco que los demás tengan prisa. Se limpia los labios con una servilleta y responde.

- Si, sé lo que están buscando. El Corazón del Invierno, ¿verdad?. Bueno, el caso es que ya no me sirve para nada. Ya ha sido utilizado para su propósito, y aunque sería un añadido valioso para mi colección de reliquias y antigüedades, estaría dispuesto a cederlo. Sé que lo quieren para algo más, y dado que no podría dar marcha atrás a lo que va a suceder aunque quisiera, no veo razón para no dárselo y que nos tengamos que pelear por un trozo de roca. Pero nada es gratis en esta vida, ¿verdad?

El gigante confirma lo que venía temiendo desde que empezamos el viaje: el Corazón del Invierno ya ha sido utilizado para invocar el Fimbulvert y, con él, el Ragnarök. De alguna forma, es posible que hayamos fracasado en la misión que nos encomendaron los mensajeros de Odín.

- ¿Cuál es el precio? - pregunto secamente mientras Gunnar come, acompañado únicamente por Ian y Hagger.

Tal vez no podamos evitar el fin del mundo, pero al menos tendremos que conseguir el artefacto para salvar a Cybil. Tal vez ella pueda profetizar algo que nos ayude a salir de esta.

- Pero dilo pronto, gigante, y procura no excederte, porque por mucho que ahora seas el anfitrión para algunos de nosotros, siempre es posible que volvamos a cogerlo por las malas. - Un destello de odio se refleja en mi mirada, y recuerdo que ya hemos acabado con otro Fronson hace a penas unos días. Matamos a su hermano y su banda. ¿Qué está planeando este tipo? Me pregunto sin fiarme lo más mínimo del gigante.

A Gunnar no parece gustarle que Hilda le llame "gigante" en ese tono

- Si van a dirigirse a mi en genérico, preferiría la palabra "jotun". Sobre cogerlo por las malas... sean razonables. Sabía que venían, y les he dejado entrar aquí, armados y todo. ¿Creen que haría tal cosa si no estuviera completamente convencido de que podría salir bien parado de un enfrentamiento?

- Los necios también crees ser capaces de abarcar más de lo que realmente pueden. - digo con una sonrisa. Y eso suele costarles la vida.

- Ahora, si no te importa, habla rápido antes de que se nos acabe la paciencia. - le digo al Gigante sin moverme lo más mínimo.

- Señor O'Shean, si se cree que con su actitud de policía matón me intimida, se equivoca. He tenido que lidiar con brutos mucho más peligrosos que usted allá abajo, en Jotunheim. Pero como veo que se le acaba la paciencia, virtud que por otra parte no parece haber heredado de su ilustre padre, ire directo al grano. Si quieren que les entregue el Corazón del Invierno, tendrán que superar unas sencillas pruebas. El propio Thor aceptó hacerlo hace mucho tiempo; no creo que ustedes vayan a dejar el nombre de los Aesir más bajo, ¿no?

- No me refería a mi precisamente. - le respondo. No obstante. Di de una vez lo que quieres.