Partida Rol por web

Dobby parecía algo intranquilo, iba de un lado a otro, como si buscara algo o estuviera nervioso por todo el ajetreo de la noche. Olisqueaba todo y de vez en cuando lanzaba un lento ladrido hacia el exterior. Luego de enterarte de la suerte de Swacht, no pudiste menos que recordar las palabras que intercambiaste con Anna, quien se mostraba esperanzada pero realista sobre la suerte de Harold. Seguramente no seria la única novedad ese día, así que te dispusiste a ir al hospital.

El exterior era un verdadero caos, así que al ver ese árbol allí tirado provocó que el profesionalismo surgiera de tu interior. El árbol era bastante frondoso, por lo que a caer, afectó a dos casas. La primera tenia medio porche destrozado y su dueño miraba el árbol con una mezcla de impotencia y rabia. Te miró algo confundido, como sorprendido de haber sido sacado de su mudo odio hacia la naturaleza.

-Todos bien. Ninguno herido- señaló el árbol con ambas manos-. Pero esto no lo sacaré con mi vieja hacha- siguiendo la línea de caída, tu corazón latió con fuerza al comprobar que la copa había dado de lleno en la casa de Elizabeth.

La casa de tu amiga tenia al puerta abierta de par en par, una de las ventanas rotas y el interior era un revoltijo de papeles, hojas y algunos discos de pasta. El agua había entrado por todos lados, arruinando muebles y libros, incluyendo la pequeña colección de discos de Elizabeth. No se veía a la joven por ningún lado. Pero su sombrero, ese que sabias que fue un regalo de cierto chico que conocía en la ciudad, no estaba. Quizás ya se había marchado.

El destrozo en la calle era evidente, aunque lo que más me impactó ver el estado del Gran Árbol central de la plaza. No es que sintiera especial devoción por la naturaleza, pero aquel Árbol representaba algo para el pueblo. Era algún tipo de símbolo para todos y algo de lo que, por algún motivo, nos sentíamos orgullosos. Ahora yacía partido en dos, como si un gigante le hubiera propinado un hachazo lo suficientemente potente para partirlo por la mitad, pero sin poder rematarlo. De alguna manera parecía decirnos que, aun en aquella situación desesperada, se mantendría fuerte, en pie. 

Ese pensamiento me ayudó a aunar energías, e hizo que mi evidente malhumor se suavizara levemente. Miré a la alcaldía y me mordí el labio, esperando encontrarme con un panorama similar en la comisaria. Entré, desesperanzado, pero la situación era bastante mejor de lo esperado. Conforme entraba me encontré con Lee y le saludé con un gruñido y un asentimiento, mientras le señalaba el agua que bañaba el suelo. Sentía que si le hablaba lo haría de una forma mucho más brusca de la que se merecía, y no quería empezar el día desahogándome con mi ayudante, el cual no tenía culpa de nada. 

En pocos minutos arreglamos los desperfectos y dejamos la comisaría en un estado lo suficientemente decente como para poder trabajar. 

-Los destrozos de esta noche han dejado el pueblo patas arriba, pero hay algo que me preocupa más -empecé a decir de repente-. En el pueblo hay gente mayor, embarazadas y gente con problemas motrices. Eso sin hablar de que contamos con un desaparecido que, por lo que sabemos, ha pasado la noche en la calle. Lo primero que debemos comprobar son los daños humanos.

Miré el escritorio de Ellie y una punzada de preocupación me recorrió.

-Tenemos que calcular los daños que han sido causados por la tormenta y quién está en condiciones de ayudar. Llegado el caso puede que tengamos que pedir ayuda incluso a algún pueblo cercano. Lee, llama al hospital, pregunta si hay mucha gente enferma o herida y en qué condiciones han quedado las instalaciones. Pregúntales también si necesitan ayuda de algún tipo que les podamos proporcionar, como rescate o transporte de heridos y cosas similares. Voy a llamar a Karl, estoy preocupado por ellos. Ellie está en un estado muy delicado ahora mismo. Después caminaré a la alcaldía, a ver si puedo contactar con Batterman para que haga un registro oficial de daños y desperfectos. Moverse con rapidez en estos casos es clave, así que no perdamos más tiempo.

Cogí el teléfono y Geli se asomó por la puerta mientras llamaba a casa de Karl. Le hice un ademán para que entrase, mientras el teléfono daba la llamada.

-¿Qué tal está la iglesia, Padre?

Mientras caminaba hacia la comisaría observé los muchos desperfectos que aquí y allí había dejado la fatídica tormenta. Por suerte, parecía que la comisaría había aguantado bien el trance. La sencillez de ser un edificio práctico, más que bello, parecía haberle hecho un favor. Asomé la cabeza por la puerta, buscando la mirada de Félix. Cuando me vio, me invitó a pasar. En un día menos caótico ya hubiera estado bromeando sobre mi indumentaria: en vez de la sotana que llevaba perennemente, me había puesto un pantalón negro y una camisa negra, que solo usaba cuando sabía que iba a tener que "remangarme". Félix solía decirle a esa ropa "el chándal de cura".

- Sheriff, Sr. Lee- dije saludando a ambos-La iglesia está perfectamente, hasta donde mi vista da para evaluar los daños. Es una construcción humilde pero robusta. Y menos mal, porque vaya nochecita. ¡Que se lo pregunten al árbol! ¿Sabéis si está todo el mundo bien? Solo quería deciros que estoy disponible para lo que necesitéis. Pensaba ir al hospital a ver cómo evolucionaba el Sr. Swacht, pero creo que puedo hacer mucho más por otras personas en estos momentos y seguro que él está siendo bien cuidado.

Ver al dueño de la casa la relajó un mínimo, bajando los hombros tensos mientras paseaba la mirada por el caótico escenario de tejas y madera que, día atrás, era una casa. Por costumbre profesional echó un rápido vistazo a su vecino, comprobando si tenía alguna herida visible que tuviera que tratar en esos momentos, cogiendo después el teléfono aunque sin llegar a marcar.

- Llame a los bomberos, se encargarán del árbol.- O eso esperaba, aunque imaginaba que esa casa no sería la única destrozada y estarían hasta arriba de trabajo.- Si encuentra a alguien que necesita ayuda llévelo inmediatamente al hospital, o llame a emergencias.- A su lado podía ver la casa Eli, acercándose unos pasos para comprobar si todavía había alguien que respondiera a su llamada. No sabía si alegrarse o preocuparse al no encontrar a su amiga, ahora desaparecida tras un accidente. ¿Habrá ido andando al hospital? Intranquila ante las numerosas posibilidades, marcó su número y esperó al tono para intentar hablar con ella mientras colocaba una mano sobre el hombro del dueño de la casa y una medio sonrisa educada.- Cualquier cosa hágamelo saber.

Se dispuso a continuar el camino hacia el hospital, mirando el reloj de su muñeca para comprobar la hora y cuánto se había retrasado mientras tenía el teléfono pegado a la oreja, esperando que contestara Eli.

 Wilson escucha el relato de Lulu, creando una mueca preocupada mientras más se adentraba en los sucesos. El extraño comportamiento de su madre se estaba volviendo cada vez más cotidiano; su salud mental requeriría ser tratada de una manera más profesional en el futuro. Los datos que seguían no le provocaban tanto impacto como el de su madre: una sección inundada, algunos animales muertos, trabajadores malheridos... mentiría si dijera que no lo esperaba; y también mentiría si dijera que Lulu no hizo todo lo que pudo para evitar mayores perdidas. La única razón por la que siguió con su carrera política es que sabe que hay gente capacitada para cuidar la Estancia Batterman.

 Retomando la llamada, aclaro su garganta y se dirigió a la ama de llaves con un tono más relajado.

- Hiciste lo correcto, Lulu... habla con Ricky* y dile que confeccione una lista de los animales muertos y trabajadores heridos. Ponte en contacto con la aseguradora y llámame ante la más mínima cosa que le pase a mi madre. Yo intentare ir hoy a la tarde... luego de ocuparme de algunas cosas...

 Saludo y corto la llamada cordialmente. Sería egoísta de parte de un alcalde irse a su estancia cuando el pueblo acababa de ser golpeado por una tormenta de ese calibre. Sale de su oficina y se dirige al centro de la alcaldía, con la esperanza de encontrar a Judith y a alguna persona de carne y hueso... no estaba acostumbrado a esa clase de noches solitarias y cansadoras.

Lo único que Lara podía hacer era levantarse un día más. Se supone que se había mudado a este apartado pueblo para intentar acabar su vida de la mejor manera posible, pero no se lo estaban poniendo nada fácil. Decidió que lo peor que podía pasarle ya le había pasado, así que eso era simplemente otro bache más en su vida.

Se puso lo poco que pudo quedarle decente en casa y llamó al seguro de su hogar para ver si podían hacer algo. Nada de eso le impediría ayudar a otras personas, y al parecer, si a alguien más le había pasado como a ella, iban a necesitarla tanto en el pueblo como en el hospital. Fue saludando y asegurándose de que todos con los que se encontraban estuviesen bien. Dejó pendiente averiguar qué le había ocurrido Swacht.

-¡Ah! ¡Hola, Elizabeth! -exclamé, sorprendido de que la joven locutora hubiera respondido al otro lado de la línea.

Me sorprendió escuchar que, debido a la tormenta, se había visto obligada a quedarse a dormir en la radio. Solo esperaba que no se debiera a que se había quedado haciendo horas extra por la desaparición de Adam Kuchen, lo cual me habría hecho sentir un tanto culpable.

-Vaya, siento oír eso... -admití, carraspeando-. En mi casa, no fue mucho mejor. Creo que voy a tener que hacer algunas chapuzas en el tejado... Justo ahora iba a salir de casa. ¿Qué tal se presenta el día?

-La verdad que no he salido- dijo con cautela-. Me despertaste, pues no pude dormir casi nada. El viento hacia un ruido muy raro, como gemidos o gritos. Horrible. Y pensé que se llevaría toda la radio por cómo vibraba- otro de sus característicos suspiros ahogó todo otro sonido-. Me llamaron para decir tonterías, me invitaban a salir niños y algún que otro adulto, nada sobre el muchacho Adam- se distrajo con algo, pues dejó de hablar de repente-. Tengo otra llamada, si sé de algo te aviso… ¿Luana y tu vendrán? Quiero dormir en mi cama- un teléfono empezó a sonar en la habitación-. Uhh es Eve, nos vemos- y te cortó sin más sin darte tiempo a responder sus propias preguntas.

Ahora podías ir hacia donde quisieras, tenías mucho sitio a donde ir, pues la tormenta había sido mucho más grave de lo que cualquiera quisiera admitir. Si tu casa estaba en ese estado, las demás podrían estar igual o peor. Con suerte Strarrosa y Batterman tendrían algún plan de contingencia para situaciones así… aunque nunca ocurrió algo así en ese pacifico pueblo.  

-¿Bomberos? Seria genial si los tuviéramos- dijo el hombre con una sonrisa caminando hacia el interior de su casa. Seguramente buscaría su hacha y comenzaría a trocear el árbol. Era lo que tenía ese pueblo, la gente se tomaba las cosas con calma y las hacia uno mismo. El pueblo con contaba con cuerpo de bomberos, siendo los propios vecinos los que se encargaban de los pocos incendios que habría.

Llamaste a Elizabeth, contestándote casi al instante y con la misma intensidad de siempre.

-Eveeeeee- casi te rompe el tímpano, pero estabas acostumbrada a su efusividad-. Maldita tormenta de mierda, no me pude ir de la radio, fue horrible. El viento hacia ruidos raros y pensé que se llevaría toda la radio a dar un paseo. Terminaría como Dorothy solo que sin el perrito- se escuchó un pitido, como el que hacían las viejas contestadoras automáticas, en la radio tenían de esas, las que iban con casetes. Una voz masculina, que reconociste al instante como la de Lee, comenzó a sonar:

Hola. Buenos días. Soy Harry Lee, el ayudante del Sheriff. Quisiera preguntar si ¿han recibido alguna noticia del desaparecido de ayer? 

Gracias

-Claro, y ayer dijiste que no era buena idea, pero ahora me pides ayuda- obviamente la grabación no iba a responderle, pero el acto ayudaba a descargar la tensión de esa noche-. ¿Y tú como la has pasado? ¿Mucha agua? ¿Dormiste sola? – Casi podías ver la sonrisa pícara en su rostro-. ¡Oh dios! Luego te contaré… pero conocí al chico más apuesto y gentil del mundo. Apareció en mi puerta y… ufff.

Era difícil seguir el ritmo de Elizabeth, quien apenas respiraba cuando hablaba, saltando de un tema al otro con pasmosa velocidad. Era fascinante ver como una chica así podía haber nacido en un pueblo tan sobrio como Sonnenlich, siendo el mejor ejemplo de que el progreso avanzaba, al menos en algunos.

Mientras caminabas rumbo al hospital, viste a varias personas que se dirigían hacia allí. Una rápida mirada te permitió advertir algún pañuelo rojizo sobre la cabeza, otros que mantenían un brazo bien apretado contra el pecho o simples rasguños en el rostro. Por experiencia sabias que no había ambulancias en ese pueblo, por lo que si necesitaban trasladar a alguien, tendrían que improvisar.

Mientras caminabas rumbo al hospital, viste a varias personas que se dirigían hacia allí. Una rápida mirada te permitió advertir algún pañuelo rojizo sobre la cabeza, otros que mantenían un brazo bien apretado contra el pecho o simples rasguños en el rostro. Por experiencia sabias que no había ambulancias en ese pueblo, por lo que si necesitaban trasladar a alguien, tendrían que improvisar.

Ambas se encontraron en la entrada del hospital, luciendo bastante diferentes a la noche anterior. Lara parecía que no había dormido bien, tenía el rostro muy cansado y ojeroso, también su ropa era algo diferente a lo usual, como si se hubiera puesto lo primero que encontró. Evelyn estaba un poco más coqueta, una falda por encima de las rodillas de tubo negra con una blusa blanca, el cabello suelto y ligeramente arreglado.

El interior del hospital aún no estaba lleno, pero ya había cinco personas esperando. La mayoría tenia cortes producidos por cristales o ramas y una niña lloraba sosteniéndose el brazo mientras su madre intentaba calmarla. Lo raro era que no estaban ni Olivia ni Timothy por allí.

No tardaron mucho en encontrarlos, pues parecía que discutían acaloradamente.

-Tienes que decirle al Sheriff, que ellos se ocupen del asunto. Tenemos cosas mas urgentes que atender- Olivia tenia una voz acerada y filosa, totalmente exasperada-. No fue tu culpa..

-Pero yo lo llevé abajo- dijo Korper quien parecía estar al borde del llanto-... Y ahora no esta... Pero... es imposible. Solo se puede abrir con la llave o desde adentro.

Lee llamó al hospital, pero el teléfono sonó varias veces sin que nadie le atendiera. ¿Estarian tan ocupados como para atender? Luego intentó llamar al pueblo más cercano, el cual se encontraba a más de cien kilómetros, pero era con el que más relación tenían. Solo le llegó el exasperante sonido de la línea ocupada. Obviamente no era su día para hacer llamadas.

Strarrosa llamó a Karl, pero le daba siempre ocupado. Cuando ya creyó que tendría que ir en persona a buscar a su ayudante, este y su esposa ingresaron a la comisaria.

-Lo siento jefe- dijo a modo de saludo con el rostro serio-. Sufrimos algunos percances en la casa. Tuve que tapiar la puerta para que esta no se rompiera.

-Y luego no podíamos destrabarla- terminó la frase Ellie con una dulce sonrisa mientras dejaba descansar una mano en su abultado vientre-. Por suerte no pasó nada más y la casa está bien. Oh, lo siento. Buen día. O lo será. Estoy segura.

​La joven sonrió otra vez, caminando a paso rápido hacia su escritorio, lista para comenzar con ese día de arduo trabajo. Ya estaba en los ocho meses de embarazo, pero no había dejado el trabajo ni un solo dia. Karl se acercó hacia el sheriff y Lee, esperando indicaciones o noticias.

-Ya lo hizo- dijo la mujer reprimiendo una pequeña risa-. Salió a primera mañana y cargó a todo herido en la camioneta para llevarlos al hospital- era gruñón y a veces estricto, pero cuidaba a sus muchachos-. Seguramente luego me pasará las pérdidas de los animales- se quedó unos segundos en silencio antes de agregar-. Si Grethel despierta y se siente mejor, le avisaré.

Arreglado en parte este asunto, saliste de tu oficina, para ver si tu eficiente secretaria había llegado. Y así era. La encontraste en el recibidor, mirando todo con ojos muy abiertos y aun sosteniendo su cartera. Parecía intentar decidir qué hacer primero, pues todo estaba lleno de mugre y mojado. Pero al verte, pareció reaccionar.

-Espero que haya dormido, pues este día no va a mejorar- sacó una libreta y la ojeó antes de  mirarte medio segundo y comenzar a hablar-. Me contactó Dukovich, el encargado de la represa, al parecer no está todo muy bien por allí y quiere hablar con usted- ladeó la cabeza-. Imagino porque es. Viniendo hacia aquí pasé por el rio… ahora parecen rápidos furiosos y temibles, derribaron el puente…- apretó los labios--. Estamos aislados hasta que no lo reparemos, lo que se hará cuando el rio se calme.

El día anterior y la noche pasada me habían dejado completamente extenuada. Chasqueé la lengua sabiendo que era hora de despertar y me levanté de mala gana para ver cual era la situación de mi casa. El paisaje de la calle era bastante desalentador, pero al menos la casa no estaba tan jodida como podría haber imaginado.

Me pasé la mano por la cara, molesta por lo que vendría ahora y calculando cuanto saldría reparar la dichosa ventana y la verja. Tomé mi móvil y marqué el número de Eric. Esperaba que la noche para el hubiera sido algo mejor.

 Sabía que no iban a venir buenas noticias de toda esta tormenta, pero que el dique se quebrara y destruyera el único paso hacia el exterior del pueblo era el colmo de los males. Realmente se iba a desatar un catástrofe si ese tema no era tratado rápidamente. Wilson empieza salir de la Alcaldía a paso apresurado, esperando que su secretaria lo siguiese por detrás.

- Tengo que dirigirme al dique cuanto antes. Judith, quiero que investigues sobre la situación de toda la gente que trabaja en los puertos y negocios alrededor del río. Asegúrate de que no haya ninguna fatalidad y comunícate con el sheriff para que este atento a toda la situación. Intentare volver cuanto antes... ten cuidado.

 Rápidamente Wilson se subió a su auto, bajando la ventana para intercambiar unas últimas palabras con Judith, como si la situación lo hubiera agarrado tan de imprevisto que creyera que no se iban a ver más. Algo avergonzado por su dramático comportamiento, se aclara la garganta antes de hablarle.

- Y... luego de todo esto... quisiera saber si el pronóstico del Sr. Swacht sigue... reservado...

No era muy agradable saber que la búsqueda del tal Adam Kuchen aún no había ofrecido resultados, aunque por otra parte todavía era muy pronto. Solo esperaba que, habiéndose desatado aquella tormenta sobre Sonnenlicht, el pobre hombre desaparecido hubiera encontrado un refugio en el que esconderse.

El pueblo había quedado en bastante mal estado tal la diluvial tormenta y, en cierto modo, tenía la sensación de que tal vez yo hubiera tenido suerte. Con intención de echar una mano al sheriff y al alcalde con su posible plan de contingencia y de paso enterarme de nuevas novedades sobre Kuchen, decidí dirigirme hacia la comisaría.

Llevaba puestas unas botas negras, resistentes a la lluvia, y en la mano derecha un paraguas verde oscuro, aunque por supuesto, colgada del cuello con una cinta llevaba a mi eterna compañera de trabajo: mi inseparable cámara de fotos.

Comenzaste a caminar, observando los alrededores y encontrándote con los habitantes que habían salido a ver que tanto sufrieron sus casas. Muchos salieron con sus hachas, comenzando a despedazar algunos arboles caídos o despejando las calles de ramas y diferentes escombros. También notaste algunos que iban en tu misma dirección, con diferentes heridas, ninguna de consideración. Seguramente el hospital era su destino y, viendo la cantidad de gente que se dirigía hacia allí, debía estar bastante lleno.

Tu teléfono comenzó a sonar y viste que era Luana quien te estaba llamando.

Judy te siguió hasta el auto, el cual tenia sus años, pero estaba bastante bien cuidado. Antiguamente contaba con chofer, pero como era un lujo totalmente innecesario para un pueblo tan pequeño, fue desechado hacia años. Tu secretaria te miró mientras asentía a tus indicaciones

-Averiguaré todo lo que pueda y le llamaré- sacó su celular, lista para comenzar con su labor-. Contactaré con Strarrosa, el hospital, el aserradero, pues vamos a necesitar motosierras y hachas para quitar la mayoría de los arboles caídos, y a cualquiera que se ofrezca de voluntario.

​Te dedicó una sonrisa, la cual parecía tener un implícito "Todo va a estar bien". Ella se mostraba tranquila, pero se notaba que algo le preocupaba, como si toda la situación presente fuera demasiado para ese pequeño pueblo.

 Wilson devuelve la sonrisa, tal vez un poco menos cálida y amigable que la de su secretaria, pero sincera. Sube la ventanilla y, sin mayores retrasos, se dirige hacía el dique de Sonnenlicht.