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La Maldición de Strahd

Primera Parte - Capítulo Uno: Bienvenidos a Barovia

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13/10/2020, 17:19
Director

 

CAPÍTULO UNO: BIENVENIDOS A BAROVIA

 

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13/10/2020, 17:20
Director

 

Cuando despertaron, las Puertas estaban allí…

 

No os percatasteis de su presencia cuando acampasteis la noche anterior, a pesar de que las Puertas se encuentran a menos de un kilómetro de distancia hacia el oeste. Una formidable barrera que separa estas tierras de lo que hay más allá: el Valle de Barovia.

Dos meses de expedición concluyen aquí, o quizás podría decirse que empiezan, ya que ese es el tiempo que lleváis siguiendo a aquél que os ha reunido a todos vosotros hasta conduciros a este lugar del que sólo se habla entre susurros, del que muchos piensan que no se trata más que de una leyenda, un cuento para asustar a los niños… pero los imponentes contrafuertes de piedra gris de las Puertas, que se alzan por encima de las copas de los altos árboles os parecen bastante reales. Incluso desde esta distancia se distinguen las dos gigantescas estatuas que flanquean la enorme entrada, dos gigantes decapitados, quizá por la acción del tiempo, quizá por voluntad de alguien que trataba de lanzar una advertencia al mundo exterior. ¿Qué advertencia? Eso es imposible saberlo.

Cuando montasteis el campamento ayer ya había anochecido. Esa fue la razón de no daros cuenta de la presencia de la imponente edificación. ¿Verdad? Las miradas que compartís entre vosotros intentan reforzar esa creencia… porque la alternativa es algo en lo que es mejor no pensar. Que las Puertas no estuvieran allí ayer y que hoy por la mañana hayan aparecido es algo impensable, algo imposible…

 

Hoy el cielo ha amanecido gris, encapotado. Ni siquiera se distingue el sol en lo alto. Posiblemente antes de que vuelva a caer la noche tengáis que soportar algo de lluvia. Aun así, la temperatura no es muy baja, a pesar de lo temprano que es. Nos encontramos en el décimo mes y el otoño no está resultando muy adverso para viajeros como vosotros. Aunque nadie diría que nos encontramos en esta estación, ya que el valle en el que os habéis comenzado a adentrar está inundado del tipo de árboles de hoja que no amarillea al llegar el frío. Hasta donde podéis ver, sólo el verde oscuro del extenso bosque llena vuestra mirada, por lo menos hasta la estructura gris de lo que llaman las Puertas de Barovia. Sin embargo, en las altas colinas, a vuestros lados, sobre el verde de los árboles una densa bruma ha aparecido y, como si se tratase de un alud que se moviese a cámara lenta, parece que desciende por las mismas, convirtiendo el verde oscuro primero en verde claro y luego desdibujándolo en un gris claro. Parece ser que en cuestión de un par de horas como mucho, la niebla anegará vuestra posición. Será mejor encontrarse frente a las Puertas antes que eso suceda, y por lo tanto comenzáis a levantar el campamento.

 

Unos metros apartado de la hoguera del campamento, Johann, el joven paladín, concluye sus oraciones diarias. La costumbre, que siempre realiza todas las mañanas al despertar, implica la preparación de un pequeño altar y varios minutos de rezos. Si está nervioso porque os encontréis tan cerca de un momento crucial en vuestro viaje, no lo demuestra. Ahora mismo se encuentra recogiendo sus instrumentos religiosos con una delicadeza más propia de un párroco en el altar de su iglesia que la de un hombre de armas.

Cerca suyo, Scarlett, la Clériga de la Luz, ensilla a su caballo, le acaricia la crin y le da de comer una manzana, mientras sonríe. A la rubia muchacha ni el clima gris ni los avatares del camino son capaces de ensombrecer su ánimo, que se ha mantenido alto durante todo el viaje, e incluso ahora, cuando parece que llegáis por fin a vuestro destino, no sólo no parece preocupada, sino todo lo contrario, lo cual hace mucho por levantar la moral de todos vosotros.

Frente a la hoguera, Augusto apaga con el café que ha sobrado las brasas que quedan. El bardo limpia con un trapo su cafetera y la guarda en las alforjas, junto con el resto del equipo. Canturrea en voz baja una de esas tonadas típicas de su tierra, acompañándola por unas ligeras palmas, con intención de levantarse el ánimo a sí mismo y a todos los demás, a unas horas tan tempranas, pero su mirada se desvía continuamente, sin que pueda evitarlo, hacia las enormes Puertas que os están esperando.

 

Y adelantado al resto de vosotros, preparado desde hace unos minutos y con su caballo al lado, Tadiel os da la espalda. Su mirada está fija en las Puertas. Si parece sorprendido de haberlas encontrado no lo parece. El taciturno elfo parece hoy más sombrío de lo normal, pero eso no es una novedad, no para vosotros que lo conocéis, aunque sea desde hace poco tiempo. No es que os hayáis encontrado con muchos más de los de su raza, pero ¿no se decía que estos seres eran todo luz y amor por la vida y la naturaleza? Pues Tadiel no es nada de eso, más bien es como si llevase a cuestas una pesada carga que sólo él fuera capaz de ver. Pero tampoco os ha reprochado nada, y es que en las últimas dos semanas de viaje, habíais comenzado a dudar de si el elfo podría encontrar el Valle al que os conducía, e incluso a dudar si ese Valle realmente existía o todo estaba en su imaginación y estabais siguiendo a un loco.

 

Nadie diría que se trata de un noble, que pertenece a un próspero Clan de los llamados Altos Elfos, no por su indumentaria. Ropas de viaje modestas, casi austeras, botas gastadas, capa manchada por el barro, con la capucha casi siempre echada. Sólo dos detalles pueden dar cuenta de sus ricos orígenes. El primero, el sello que porta en el dedo anular de su mano izquierda, de oro, y con el emblema del halcón, que lo identifica como heredero del Clan. El segundo, la empuñadura del espadón que lleva enfundado a su espalda, realizada en platino.

Sin embargo, Tadiel dista mucho de parecer un guerrero, sino más bien parece un erudito. Su equipaje está lleno de libros, notas, legajos y mapas que consulta continuamente, como si se tratase de un ratón de biblioteca. Ahora mismo mantiene abierto uno de sus cuadernos y está concentrado en dibujar un boceto de las Puertas de Barovia vistas desde la distancia. El elfo tiene talento para el dibujo, algo que habéis constatado durante el viaje, y tiene la manía de guardar registro de todo lo que le parece mínimamente importante, sea por medio de notas, sea por medio de plasmarlo en dibujo.

 

Termináis de levantar el campamento, preparáis a vuestras monturas. Las Puertas aguardan, la entrada al Valle de Barovia está a vuestro alcance.

El verdadero viaje de vuestras vidas está a punto de comenzar…

 

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13/10/2020, 17:27
Halleth Silversun

El paladin de piel oscura se levantó tras terminar las breves plegarias que recitaba cada día. Su compañero Johann era mucho más estricto y dedicaba sus oraciones a su dios. Halleth solo rezaba por el bien, por tener una oportunidad de ayudar al desvalido, por tener fuerza para vencer a la oscuridad. Y si había algún dios bueno allí donde fuera que habitasen los dioses le concederían su poder para lograrlo. Pero Halleth tenía los pies en la tierra, quizás mucho más de lo que le gustaría.

Se ciñó su dao a la cintura, un sable curvo enorme, del tamaño de un gran espadón. El sable, un arma muy rara que solo usaban en algunos reinos lejanos, junto a su piel hacía que llamase la atención en la mayoría de pueblos por los que habían pasado. Pero eso era algo que no le preocupaba y a lo que apenas dedicaba algún pensamiento. 

Miró a sus compañeros esbozando una leve sonrisa como si quisiera aparentar buen ánimo. Lo cierto es que a Halleth le gustaba la lluvia. Disfrutaba de los días nublados, del frio y el tacto de las gotas de agua en su rostro sin embargo aquel ambiente neblinoso e irreal le hacía estar alerta e incómodo. Montó en su caballo y se arrebujó en la capa de color gris, escondiendo su armadura metálica del húmedo ambiente.

-Esas puertas... ¿Son la entrada a Barovia, no?-preguntó a Tadiel mientras se pasaba los dedos por la barbilla notando su rostro recién afeitado como si tratase de buscar alguna irregularidad pues había tenido que afeitarse deprisa y corriendo antes de recoger el campamento.

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13/10/2020, 18:14

Un viaje más para Isopel sobre sus hombros, lleno de sorpresas y obstáculos junto a un grupo que no ha llegado a conocer en demasía pese a sus constantes miradas analíticas y pensativas. Siempre ha trabajado con alguien, así que no le supone un problema en verdad que sea un grupo, aunque claro las personas que han caminado junto a ella eran sus amigos, su pareja, y no unos desconocidos. Hay un poco de incertidumbre en su mirada de color verde profundo, pero es consciente de que en todos los aspectos siempre la unión hizo a la fuerza

Además ella cree que se encuentra en la búsqueda de un mito, de una leyenda que significa un imposible. Está en deuda eterna con Tadiel por aquel enorme favor que hizo y en verdad cree que esto puede ser una aventura detrás de algo irreal. Pero como todo el mismo destino le ofrece aquella dosis de credibilidad, cuando las puertas de aquel lugar se encuentran delante de sus ojos. Imponentes, misteriosas e inquietantes. Posiblemente el Alto Elfo no estaba equivocado, aún así es hora de levantar este campamento y centrarse en lo que viene ahora. 

Por esa razón ayudó a juntar las cosas junto al Bardo, incluso se dispuso a enjuagar las tazas mientras el día se muestra bastante nublado. La niebla que se divisa avanza radicalmente y no habrá mayor visibilidad en unas horas, cuestión que para una criminal como ella, le favorece. Aún así es un lugar desconocido y el riesgo es mayor. Una vez terminó de juntar las cosas, rápidamente acomodó su ballesta y la espada, su querida veneno. El atuendo de Isopel es oscuro, ajustado y cómodo. Destaca sus virtudes, esas líneas bonitas de su cuerpo y su cabellera roja también es otro punto llamativo, sólo que con la capucha y el pelo recogido, puede simular más. 

Imagino que golpear las puertas no será un vía posible... ¿Buscaremos alguna entrada secundaria? ¿Rodeamos la fortaleza?—pregunta y desvía la mirada a Tadiel—. Puedo echar un ojo por si las dudas. 

Luego es la voz de Halleth quien llega a los oídos de la pícara. 

Eso parece.  

Y mientras aguardo por la respuesta, preparo mi precioso caballo negro. 

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13/10/2020, 19:43
Kiepja

El tiempo que todos habían pasado juntos quizás les hubiera enseñado, Kiepja no era la persona mas conversadora del mundo, pero tampoco era un ser agrio.  Ellos no lo sabían, - aún -, pero entre los Dewak la palabra era un asunto importante, se debía hablar solo si era necesario, si con ello podía contribuirse a la sabiduría colectiva, si de esta manera, se ayudaba al otro en su necesidad.

Los dones que los Viejos Dioses habían dado a sus hijos eran muchos en verdad, pero no debía abusarse del favor de los divinos y por ello, robar el aire del mundo hablando sin un verdadero motivo era cosa mal vista por aquellos que hacían de las viejas tradiciones su norte, su senda y su moral.

Mirar a la cara de aquel joven hombre era como mirar un libro, uno que hablaba de violencias y duras pruebas no siempre exitosas, dos horribles cicatrices le cruzaban el rostro como crueles testigos de una terrible herida que se había cobrado incluso la vista de su ojo derecho.

Llevaba el pelo cortado al ras en las sienes y largo por encima tan largo que le llegaba a la cintura. Aquel cabello era abundante y negro como las alas de un cuervo, brillante como chispas de sol atrapadas en el reflejo del agua y olía con el perfume de la vida misma, a tierra fresca y fértil.

Notorios eran los tatuajes que podían apreciarse en sus sienes, intrincados glifos y marcas de un color oscuro que muy probablemente significaran algo entre su pueblo pero que, al menos de momento, Kiepja no había explicado.

De sus ropas poco destacable podría decirse puesto que vestía atuendos muy rústicos en color marrón y pieles superpuestas unas sobre otras, atadas todas con tiras de cuero y formando capas tras capas como si de una cebolla se tratase. Tanto su ropaje como su simple calzado hablaba de poco aprecio por los excesivos lujos, todo estaba remendado, rasgado o era muy viejo. Incluso sus armas, de hojas melladas y opacas, con los mangos de madera repletos de profundas grietas y aunque otrora finamente repujados y bellos, ahora victimas del inclemente paso del tiempo. Tan solo herramientas, útiles para un muy puntual fin.

Sin embargo, cierto es que verle por vez primera quizás pudiera provocar recelo hacia su estampa pues Kiepja lleva consigo tres objetos que son claramente atípicos. El primero de estos, un casco cerrado hecho de hierro frío y coronado con unos inmensos cuernos de ciervo que dotan su persona de un halo misterioso y oscuro algo, por completo opuesto a su personalidad real. Lo segundo, su pesada capa de viaje, hecha con el cuero de alguna desconocida bestia cubierta tanto de pequeñas escamas como de gruesos pelos blancos como la nieve que siempre va cubierta de escarcha y es muy fría al tacto, ¡tanto!, que a veces despide pequeñas volutas de vaho. Finalmente, y quizás esto sea lo más insólito y desconcertante en su persona, tiene como origen y dueño a Nyckfull, su equina montura de pelaje blanco y negro, cuerpo robusto y rechoncho, dotada de una gran astucia para la picardía, adicta a la cerveza y de un carácter tempestuoso sobre todo con su dueño y amo.

Aquella mañana Kiepja miraba hacia las inmensas puertas como muchos de sus compañeros actuales. No se había tomado mucho tiempo para desayunar magramente con su kuksa de madera rústicamente tallada, sin embargo, y le debía aquello a Augusto, el joven Kiepja había aprendido a adorar el café, esa bebida fuerte, amarga y oscura que tanto parecía revitalizar su cuerpo cansado. A menudo le pedía al hombre un poco de aquella bebida, pagando su regalo con alguna ofrenda de amistad hecha o cazada con sus propias manos.

Sin dudas habría cruzado alguna ocasional palabra con el resto, en mayor o menor medida y respondiendo con su voz profunda y serena a casi cualquier pregunta hecha a su persona. Pero, no se explayaba mucho en sus asuntos personales y aunque no lo dijese abiertamente, estaba claro que no le gustaba hablar de los motivos que le habían traído allí junto al resto.

Una clara excepción, notoria incluso hasta para el mas despistado entre los presentes, eran las largas miradas que el joven bárbaro lanzaba para con la hermosa pelirroja Isopel cuando tenia tiempo para ello. Aunque claro quedaba que esta aparente fijación de Kiepja por la joven, poco tenían que ver con el deseo carnal. Sus ojos hablaban de asombro y emoción, de lo maravilloso que era el ver por vez primera a alguien besada por el fuego.


De camino hacia las puertas, y tras la usual pelea con su corcel, - mordida de por medio entre ambos -, Kiepja quiso honrar a sus ancestros cantando para ellos, pero también para sus nuevos compañeros a los cuales, poco a poco, comenzaba a conocer y, quizás, valorar.

 

Sal din hug og lat den ri og renna

Med blinde augo vil du vegen finna

Djupt du dreg anden inn – let tankar svinna

Langsamt slepp anden fri – i vinden rida

 

Spinn spindel – tvinn i tankar, kverv i syn

Seidsongen, lint den lokkar hug or ham

Fram gjøno døri, gjøno kongro-sløri

Fram, ber med bare føt, den tunge børi

 

Ut in ditt indre ventar bratt ein sti

Høgt der på Lyvjarnut stend møyar ni

 

Ved fyrste stad der stiar krossar, biar du

legg frå deg kleda, alt du eige med

Der du er på veg, er dei til ingen nytte

Børa letnar, framom ventar tyngre veg

 

Ved andre stad der stiar krossar, biar du

legg frå deg tida, tunge tankar med

Der du er på veg, er dei til ingen nytte

Børa letnar, framom ventar tyngre veg

 

Ved tridje stad der stiar krossar, biar du

Legg frå deg reidsle, legg di maske ned

Der du er på veg, er dei til ingen nytte

Børa letnar, framom kjem dei tyngste steg

 

Nakjen der på nuten, kjenner berget deg

Nordre slær si ørnevengje, vinden dreg

Kring deg fær kvendeskuggar dansande

Ramme runar, mæl og manar, yve deg

 

Sott og sår

or marg og bein

or kjøt og blod

or hold og skinn

i vær og vind

ut du svinn

eg manar deg inn i berget blå

der korkje sol ell måne skin deg på

eg maner til skogen der ingen bur

og til den sjø som ingen ror

djupt under jordfast stein

til ingens mein

gjønom elva renna

havet venda

 

I vær og vind ut du svinn

Korkje sol ell måne skin deg på

Synk i den sjø som ingen ror

I elva renna,

i havet venda

 

Lyvjaberg hev alltid stende

til trøyst for sjuk og såra

Kvar og ein som berget kliv

Lækjast for livslang sott

 

Legg den att på Lyvjaberget

Hødgi der åar alle,

buktar støtt seg nord og nedan

Bergar den som berget maktar (1)

Notas de juego

0 - Perdón por lo extenso, prometo no molestar más con narraciones tan largas pero quería presentar de forma completa el pj y comenzar a relacionarlo con sus compañeros.

1 - A quien le guste curiosear le invito a visitar la traducción de la canción y el video que no tienen desperdicio.

Canción     Traducción

Gracias a todos por leerme. 

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13/10/2020, 20:34

Como cada mañana, Vera se había mantenido alejada de los paladines mientras realizaban sus rezos. Al principio de su viaje se había mostrado bastante desconfiada con el resto de miembros de su pequeño grupo, pero poco a poco en estos dos meses había superado su reticencia natural a tratar con la gente y, aunque no podía considerarles amigos, especialmente a Johann, demasiado devoto y recto para hacer migas con ellas, al menos ya no se mantenía constantemente apartada del resto.

Miró las puertas con interés mientras recogía sus escasas pertenencias, guardándolas en las alforjas de su caballo. Barovia al fin estaba a su alcance y, sólo de pensarlo, su corazón empezó a latir un poco más deprisa, imaginando todos los secretos que podría descubrir en el Valle, todo el poder que allí aguardaba.

— No te preocupes — le dijo a Isopel cuando se ofreció a investigar las puertas — yo enviaré mis ojos.

Un aleteo sonó a pocos metros del lugar donde habían acampado y un pájaro negro se elevó en el cielo. En más de una ocasión en el tiempo que habían viajado juntos habían visto al cuervo posarse sobre la grupa del caballo de Vera mientras avanzaban, y a la hechicera dándole algo de comer. Tampoco era la primera vez en todo este tiempo que utilizaba al animal para explorar los alrededores.

La joven se concentró un momento y, cerrando los ojos, pasó a ver el paisaje desde los ojos del cuervo. La niebla se extendía a su alrededor, así que envió al animal una orden mental para que ascendiese hasta el límite de altura que permitía su conexión telepática. Con suerte, sería suficiente como para elevarse por encima de la bruma y ver todo el camino hasta las puertas e incluso parte del valle.

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13/10/2020, 21:03
Halleth Silversun

Halleth señalo al cuervo de Vera con la barbilla. Podía notar como la bruja le evitaba y podía imaginar por qué pero el paladín no tenía ningún problema con ella ni con la deidad o lo que fuera que le concediera sus poderes.

- Es mejor eso a tratar de escalar estos gigantescos muros-le dijo a Isopel con una sonrisa- no se que clase de demonios podemos esperar ahí dentro pero quizás deberíamos intentar abrir la puerta. No creo que haya muchas más formas de entrar en Barovia-dijo haciendo avanzar a su caballo lentamente hacia delante. El ambiente le daba pocas ganas de continuar aunque la canción de Kiepja le había mejorado el ánimo. Llevaban días de viaje pero aquello acababa de comenzar en ese momento.

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13/10/2020, 21:14

Las miradas del grandote despiertan cierta curiosidad en Isopel, sólo que no ha visto momento oportuno para preguntar aquello a solas sin exponerlo en medio. Por esa razón prefiere que durante esos lapsus de miradas furtivas, ella corresponde con alguna sonrisa que refleja al menos en apariencia que todo está bien. No obstante casi una carcajada surge de sus labios cuando es partícipe del enfrentamiento de Kiepja con su caballo, pero por respeto y más aún para que no parezca una burla descarada, prefiere dejarlo estar pese a que le resulta muy curiosa esa relación. 

Ella con su querido Sombra se lleva genial y juntos vienen recorriendo un montón de senderos que sin dudas traen experiencias buenas y otras no tanto. Finalmente cuando hay que decidir sobre los movimientos a realizar, la sugerencia de la pelirroja es interceptada por la mujer, una bruja llamada Vera. Lo cual desvía sus preciosos ojos verdes hacia los de la morena mientras asiente conforme. 

Confío en ti, así que está bien. 

No hay mucho para decir por parte de la pícara cuando gracias a su cuervo puede ver con mayor amplitud desde el cielo y darse una idea sobre la fortaleza que tienen delante. Escalar esas alturas puede ser peligroso desde la mirada de Isopel, así que prefiere aquel método de momento. Fiable lo es seguro, al menos en estos meses lo ha comprobado. 

Tienes toda la razón, compañero. Es que sino deberás dejar esa bonita armadura a un costado si tenemos que escalar—responde en un tono jocoso, sonriendo—. Confío que algún pasadizo secreto debe tener, incluso alguna salida de agua, siempre están. 

Son años robando y metiéndose en donde no la llaman, está claro que prefiere usar esos conocimientos ahora para hacer el bien. 

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13/10/2020, 21:53
Halleth Silversun

El caballero se rio ante las palabras de Isopel.

- Tienes mucha razón y la verdad, no me apetece mucho entrar en el valle desnudo-le dijo sin mencionar que en realidad no le importaría demasiado, pero no quiso faltarle el respeto a su compañera- ¿Cuántos reinos has asaltado?-le preguntó- si encontramos el castillo de ese maldito vampiro espero que tenga algún hueco por donde podamos colarnos... aunque no me fio nada de lo que vayamos a ver ahí dentro. ¡A saber si quiera si bebe agua!

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13/10/2020, 22:54
Tadiel

Tadiel se encuentra tan ensimismado en su boceto que apenas es consciente de la presencia de Halleth e Isopel, que acaban de llegar a su altura junto con sus monturas, hasta que se dirigen a él.

Esas puertas... ¿Son la entrada a Barovia, no? Pregunta el paladín levantando la mirada hacia la estructura que se ve allá lejos, ante ellos.

O la salida… depende a quién preguntes… Responde con rapidez el elfo, lo que demuestra que no estaba tan perdido en sus pensamientos como parecía. Pero sí, para nosotros, aquí y ahora, representan una oportunidad de llegar al Valle…

La joven pelirroja interviene entonces, lanzando unos vistazos interesados tanto hacia las Puertas como al dibujo que está terminando Tadiel, y constatando que el elfo es un retratista de paisajes consumado.

Imagino que golpear las puertas no será un vía posible... ¿Buscaremos alguna entrada secundaria? ¿Rodeamos la fortaleza?

Sin dejar que su carboncillo deje de dibujar ni un instante, Tadiel le responde con tranquilidad. Esperaremos a llegar junto a las Puertas, Isopel, y una vez allí podrás valorar mejor la situación.

El elfo detiene el movimiento de su instrumento de dibujo y lo mira con aprobación. A su lado, Isopel y Halleth pueden ver un calco perfecto de lo que ven en la distancia, con todo lujo de detalles. El dedo de Tadiel entonces señala un punto en el dibujo, que en la realidad se corresponde con un escudo de armas grabado en piedra negra en el muro gris de las Puertas, en lo más alto, por encima de las estatuas de los guardianes. El emblema representa un cuervo coronado con las alas desplegadas. Por encima del mismo están grabadas las palabras “Yo soy en Antiguo” y por debajo la inscripción reza “Yo soy la Tierra”.

El escudo de armas de los von Zarovich. Les explica el elfo. El lema son palabras de Strahd. Cierra con cuidado el cuaderno de bocetos. Yo soy el Antiguo” se refiere a sí mismo, y es que se dice que él gobierna en Barovia desde hace más de cinco siglos… Guarda entonces el cuaderno en una de las alforjas y monta en su corcel, un brioso  caballo castaño, de pequeño tamaño, pero que responde a sus órdenes como si entendiese lo que dice. En cuanto a “Yo soy la Tierra”… Tadiel hace un gesto extraño, un amago de sonrisa, cosa inusual en él. Eso… está abierto a muchas interpretaciones…

 

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13/10/2020, 22:55
Johann

La conversación es interrumpida cuando pasa por delante de ellos el paladín de Lathander a lomos de su yegua blanca.

Estamos perdiendo un tiempo precioso Tadiel. Dice Johann con tono algo tajante y sin volver la mirada mientras pasa a su lado y al de Halleth e Isopel. Vayamos ya hasta esa entrada al valle.

Pero el paladín es superado por Kiepja, que toma la delantera a lomos de Nyckfull y, para sorpresa de todos empieza a entonar con su voz grave una canción en el extraño idioma de su fría tierra natal, allá en el lejano norte, y de esa manera, el grupo se pone en marcha hacia las Puertas de Barovia.

 

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13/10/2020, 22:56
Augusto

Eso no es una canción ni es nada… rezonga en voz baja el bardo ante el alarde que realiza el bárbaro del norte. ¡Si ni siquiera rima!

Sólo lo escucha Vera, que mantiene su montura a su lado, y que oculta una sonrisa con el dorso de la mano. Todavía recuerda la otra vez que Kiepja cantó para ellos y cómo Augusto intentó acompañarle con su guitarra con unos acordes. El bárbaro le enseñó entonces de cerca a Gungir, su puñal de guerra, y el bardo captó el mensaje enseguida.

Augusto mantiene una mueca de fastidio pero calla y sigue a los demás a lomos de su caballo.

 

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13/10/2020, 22:57
Director

No te preocupes. Responde Vera a Isopel cuando se ofrece a investigar las puertas. Yo enviaré mis ojos.

Un cuervo negro se eleva en el cielo ante los deseos de la Bruja, que cierra los ojos y queda en una especie de trance. Augusto, a su lado, coge las riendas para que la montura no se desvíe mientras el grupo trota por el sendero de tierra que discurre entre las rocas y los altos árboles.

Todos podéis ver cómo el ave gana gran altura y se convierte casi en un punto en el cielo gris mientras toma la delantera y llega hasta las Puertas.

Y entonces, el grito, el grito ahogado que sale de la garganta de Vera, que hace incluso que hasta Keipja interrumpa su cántico.

Cuando os volvéis hacia ella, la bruja se aferra con dedos crispados como garras al lomo de su caballo, su rostro está desencajado y su boca abierta en un grito sordo. Sus ojos están abiertos, de par en par.

Son ojos negros. Completamente negros. Ojos de cuervo.

 

 

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13/10/2020, 23:55
Halleth Silversun

-Estoy de acuerdo con Johann, cuanto antes vayamos a las puertas antes entraremos-dijo el paladin. Entonces, al cabo de un rato tras enviar al cuervo, escuchó el grito de la bruja.

-¿Que ocurre Vera? ¿Que ven tus ojos?-preguntó alarmado aunque no asustado. Sabía, por experiencia, como funcionaban los hechizos de las brujas y lo terrible que llegaban a ser. Aunque nunca había tenido una como compañera.

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14/10/2020, 04:10

—Sin dudas, desapercibido no pasas—responde como si fuera una más, en ese tono jocoso—. Buena pregunta... Muchas. 

Aquello último es susurrado desde la cercanía, considerando que ya están con sus respectivos caballos y es momento de iniciar la marcha hacia esas puertas que por ahora resultan ser un misterio. No obstante Tadiel es quien toma la palabra, haciendo que Isopel desvíe su atención hacia el Elfo con tal de escuchar la respuesta a su pregunta mientras se deleita con el arte que refleja aquel boceto. Tan perfecto, tan igual al real. 

—Está bien. 

Luego señala las puertas del dibujo mientras explica un punto interesante, está claro que el misterio se convierte en realidad y la pelirroja solo asiente sin dejar de memorizar aquellos detalles que le servirán más temprano que tarde. La segunda frase que deja en el aire, aún permanece en la mente de Isopel mientras se sube a su querido corcel para iniciar aquel corto viaje hacia las puertas. Por su parte, a la espera de una respuesta de la bruja, inicia el galope suave por el camino. 

Solo que de repente, cuando el bárbaro había tomado la delantera, los gritos de Vera advierten una prematura interrupción, lo cual regresa con Sombra hacia el punto en dónde se encuentra la mujer mientras el paladín le pregunta y Augusto la asiste con el caballo. 

Pronto nos dirá, está en medio de ello. 

Le explica a Halleth. 

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14/10/2020, 21:12

Vera se encogió de golpe y por un momento estuvo a punto de caer del caballo, aunque se agarró en el último instante para mantenerse en la silla. Tardó un momento en recuperarse y, en cuanto lo hubo hecho, alzó la mirada en busca del cuervo. La niebla dificultó que pudiera ver al ave, pero finalmente la distinguió, alejándose.

Inspiró con fuerza, como recuperándose de algo y negó con la cabeza en respuesta a Isopel.

— No, Helleth tenía razón. Esto no ha sido algo habitual. Sólo podía ver niebla desde allí, como si se alzase impidiendo observar el interior del Valle.

Algo más tranquila, se acercó al elfo y recordando sus mapas y dibujos. — ¿Qué son esas dos estatuas? — Le preguntó. — Parecen algo más que decorativas.

Pero no sólo pensaba en las estatuas, sino también en el motto del escudo de armas de Strahd. "Yo soy el Antiguo. Yo soy la Tierra". ¿Qué poder tendría realmente ese vampiro sobre el propio valle? Y, lo que para ella era más importante, ¿qué relación con sus propios motivos para venir aquí?

 

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14/10/2020, 21:13
Director

Vuestro camino os lleva hasta las proximidades de las Puertas de Barovia, donde, sobresaliendo del impenetrable bosque a ambos lados del camino aparecen los altos contrafuertes de piedra gris de lo que en un principio pareciera una muralla, pero pronto descubrís que se trata en realidad de una gigantesca entrada. Unas enormes puertas enrejadas de hierro cierran el paso. El rocío se aferra con fría tenacidad a las barras oxidadas. Dos estatuas decapitadas de guardianes armados flanquean la puerta, sus cabezas ahora yacen entre las malas hierbas, a sus pies. Os saludan solamente con silencio...

Esta imponente estructura, este enorme muro que marca la entrada al Valle y que corta el sendero, las colinas y el bosque a lo largo de su extensión tiene sin duda lo menos siglos de antigüedad, y desde luego, permanece abandonado desde hace mucho, mucho tiempo. No solamente el hecho de que las enormes estatuas hayan perdido sus testas, sino que la naturaleza ha reclamado su espacio y la estructura está cubierta en muchos puntos por plantas trepadoras, arbustos, moho y líquenes, e incluso pequeños árboles que crecen en las superficies verticales de piedra. También ha secciones de muro bastante dañadas, donde la mampostería se ha venido abajo, y grandes grietas que recorren partes de la muralla.

En cuanto a las grandes puertas enrejadas, aunque siguen siendo imponentes, sus gruesas barras se encuentran oxidadas debido al paso del tiempo. Se encuentran cerradas a vuestro paso, pero no por una cerradura sino bloqueadas por una larga cadena de gruesos eslabones que se encuentra enrollada alrededor de la base, manteniendo unidas las dos partes de las grandes puertas dobles enrejadas. La cadena, de gran longitud, ha sido enrollada una y otra vez alrededor de la puerta, en una especie de nudo gigantesco e imposible de desenredar, no sólo porque la cadena se ha oxidado sobremanera, sino también porque la misma parece, de alguna manera, soldada en sí misma y los barrotes…

Ante vosotros, la puerta bloqueada es lo único que os impide el paso al Valle de Barovia. Mientras tanto la niebla que antes cubría las cimas de las laderas boscosas se desborda por el fondo del valle, amenazando con tragarse todo. Entre estas brumas y el cielo, cada vez más encapotado, la luminosidad del día se atenúa, como si en lugar de ser temprano por la mañana estuviese atardeciendo. En unas pocas horas teméis que la niebla inunde el camino y la visibilidad se haga todavía peor.

Echando un vistazo a través de las puertas enrejadas, el otro lado todavía parece más inundado por las brumas, ya que sólo se divisa algo del camino de tierra y barro al otro lado, e inmediatamente después todo el paisaje se lo traga la niebla, impidiendo ver más allá…

 

Notas de juego

La imagen de las Puertas en la escena “El Valle de Barovia” creo que muestra bastante bien este lugar, para que os podáis hacer una idea.

Por lo demás, os dejo a vosotros plantear opciones sobre cómo superar este obstáculo.

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14/10/2020, 22:21
Halleth Silversun

-Supongo que si hubiera vigías ya nos habrían visto-dijo el caballero bajando de su caballo y acercandose hacia la puerta. Miró hacia arriba, las gigantescas estatuas y el alto muro. Escalar era una opción pero tendrían que subir las armaduras y las armas y mochilas con una cuerda y era peligroso. La roca húmeda, aunque tenía muchas grietas, no era fiable y una caida desde aquella altura podía ser fatal. El paladín se giró hacia sus compañeros- Podríamos escalar, pero tendríamos que subir las cosas con una cuerda desde arriba y tendríamos que dejar a los caballos... no me gusta -dijo dirigiéndose hacia las enormes puertas de Barovia para observar la cadena y ver si había alguna posibilidad de partirla haciendo palanca con su sable o alguna otra arma de metal aunque parecía imposible.

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14/10/2020, 23:42

Las palabras de Vera resuenan en la mente de Isopel mientras avanzan a tranco ligero por aquel camino sinuoso, si bien como buena observadora innata es capaz de encontrar hasta el más  pequeño detalle y ahora mismo algo en su interior la mantiene en alerta. Por esa razón una vez llegan a la puerta, la pícara revisa con la mirada todo lo que tiene a su alcance, incluso se baja de su caballo para confirmar su sospecha. 

—Nadie ha ingresado por aquí en años, no hay huellas—dice en un tono suave—. No solo eso, la cadena que está puesta tiene su tiempo también. Esto me da a entender que nadie ha cruzado este lugar, por alguna extraña razón y no me da buena espina. 

Luego de aquellas observaciones, desvía la mirada hacia Halleth mientras se queda un breve instante pensativa. Escalar puede ser peligroso, demasiado para los que estamos aquí. 

—Por cierto, esas estatuas fueron "decapitadas" adrede. ¿Algún tipo de mensaje indirecto a los curiosos?—pregunta mirando a Tadiel y continúa—. No es conveniente mi querido caballero, sugiero dar un rodeo a la fortaleza y ver si hay una entrada alterna a este lugar. Es evidente que nadie entró por ahí hace tiempo, no seremos la excepción me temo. 

Y se vuelve al principio, dar ese rodeo es una buena opción. 

—Si quieren, lo hago sola. Eso no es problema. 

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15/10/2020, 05:37
Director

Notas de juego

Respondiendo al post de Halleth:

-Supongo que si hubiera vigías ya nos habrían visto-dijo el caballero bajando de su caballo y acercandose hacia la puerta.

Efectivamente, pero como menciona después Isopel, este lugar parece abandonado desde hace siglos.

Podríamos escalar, pero tendríamos que subir las cosas con una cuerda desde arriba y tendríamos que dejar a los caballos... no me gusta 

Escalar es una opción y no tan complicada como parece, subiendo un par de personajes, anclando cuerdas y ayudando al resto a llegar a lo alto y luego descender con cuerdas, pero tendréis que dejar a las monturas atrás.

dirigiéndose hacia las enormes puertas de Barovia para observar la cadena y ver si había alguna posibilidad de partirla haciendo palanca con su sable o alguna otra arma de metal aunque parecía imposible.

La cadena se ha convertido en una maraña gruesa de metal, soldada entre sí en muchos puntos lo que hace imposible haciendo palanca. Romperla a pura fuerza implica el uso de un arma contundente pesada, durante mucho tiempo y dedicando mucho esfuerzo. Usar un arma de filo, como el Dao de Halleth podría ser una opción ya que al ser un arma mágica, su filo no se mellaría, pero también podría llevar muchas horas de trabajo continuo. De hecho, parece más sencillo centrarse en destrozar/romper algunos de los barrotes para abrir paso por el que pueda pasar una persona, pero esto implica también dejar las monturas atrás…