Partida Rol por web

El viejo camino Svalich discurre por el interior de los bosques con el mismo nombre. A pesar de lo encapotado del cielo, que parece prometer tormenta en unas horas, y de la niebla, que se mete hacia el interior del bosque y que no permite ver el camino a larga distancia, se intuye, en ocasiones ,la forma del valle entre montañas y completamente cubierto de bosque y más allá, altas cordilleras con picos desnudos de roca y cumbres nevadas, entre la que destaca el Monte Ghakis, tal y como os señala Tadiel.

El camino se encuentra en malas condiciones. Esto y la niebla hace que tengan que ir despacio. Poco a poco el bosque a sus lados se va despejando, dejando claros cada vez más grandes, a medida que se aproximan al pueblo de Barovia, al cual deberían llegar en unas pocas horas, mientras el día, poco a poco se oscurece.

El opresivo ambiente infecta cualquier ánimo que pudierais haber traído con vosotros…

Augusto, que normalmente amenizaría un viaje como este con alguna canción y raspando su guitarra, se mantiene en silencio, apenas rumiando palabras en su idioma para sí. En cuanto a Johann, el flamante paladín de Pelethor, no ha abierto la boca desde que atravesasteis las Puertas y lleva la capucha echada, ocultando su rostro.

En cuanto a Tadiel, parece que el ambiente no desentona para nada con el sempiterno halo sombrío que lleva el elfo sobre sus hombros. De hecho, a medida que seguís el camino, responde a vuestras preguntas, más hablador de lo que acostumbra.

Vera… me preguntaste por cómo podía sobrevivir este Valle si estaba aislado del mundo exterior… y efectivamente lo está. Las nieblas son responsables de ello. Las nieblas rodean al Valle y hacen que los viajeros que traten de atravesarlas se pierdan en el camino. Aunque en ocasiones es posible encontrar un paso libre, como el que nosotros hemos atravesado. Hay quienes dicen que las nieblas y el mismo Strahd son lo mismo, pero sólo se trata de rumores sin confirmar…

Sí, es un valle aislado, y el clima no ayuda a los agricultores, pero quizás sepas que no todos los cultivos necesitan de plena luz del sol para crecer, tales como zanahorias, nabos, remolacha, patatas, rábanos, repollos, coles, coliflores… y por otro lado los lugareños pueden mantener ganado, aunque sean las pocas cabezas que pueda mantener cada familia. Eso sin contar la caza en estos bosques y la pesca en los ríos que bajan desde las montañas al interior del valle.

Pero tienes razón en algo que dijiste, ¿no hay comerciantes que entren y salgan de Barovia y que provean de lo que el valle no puede ofrecer?

Los hay, se trata de los gitanos Vistani, un pueblo nómada que mantiene algunos asentamientos en el Valle y que, a diferencia de los habitantes de Barovia sí que pueden atravesar las nieblas y llegar al mundo exterior, y viceversa.

Se dice que existe un antiguo pacto entre el pueblo Vistani y el Conde Strahd, un pacto por el cual el antiguo vampiro les permite recorrer estas tierras libremente y sin temor a los terrores que este lugar encierra…

El caballero meneó la cabeza.

-Si hacen tratos con el conde significa que no son trigo limpio. Quienes trabajan para el conde por su propia voluntad son tan culpables como él-aseveró el paladín- si nos cruzamos con esos Vistani manteneos alerta y no os fieis de lo que digan...-dijo a sus compañeros.

Al cruzar las puertas Vera se paró durante un momento, inspirando con fuerza y mirando hacia la tierra sin ocultar una sonrisa. Había Poder en el valle, eso estaba claro, lo cual podía confirmar que estaba más cerca de su objetivo de lo que había estado desde que inició su pacto.

Se quedó un poco retrasada hasta que Tadiel llegó a su lado. Por algún motivo el elfo también había tardado más de lo esperado en cruzar las puertas. Al mirar hacia él se fijó en las huellas que salían hacia la puerta. Huellas que no habían continuado al otro lado. Eso sólo reforzaba su idea sobre este lugar, al igual que la respuesta (y su ausencia) que el elfo dio a las preguntas que había formulado antes de llegar.

— Los Vistani. Supongo que tendremos que tratar con ellos si es que alguna vez vamos a salir de este Valle, ¿no es así? — Comentó despreocupadamente, respondiendo también a Halleth. No tenía muy claro si todos sus compañeros entendían dónde se estaban metiendo, pero ella sí parecía saberlo y había razones poderosas que la habían traído hasta aquí, más allá de la de enfrentarse al señor de estas tierras, al que ni conocía ni le había hecho nada. — O tal vez las nieblas se disipen cuando haya caído el Conde — añadió, preguntándose dónde acabarían llegado el caso.

Pero no preguntó nada más al elfo. En vez de eso, cabalgó a su lado, esperando que respondiera las preguntas de Kiepja.

Transcurrido algo de camino, el elfo aconseja al paladín que apague su antorcha. El día es sombrío, sí, y la visibilidad no es buena debido a la niebla, pero la luminosidad del día es más que suficiente para poder ver, además, la antorcha…

Puede hacer que nos divisen desde la distancia y, créeme Halleth, de momento no nos conviene revelar nuestra presencia en el Valle…

Además, me preguntas qué criaturas podemos encontrarnos… Pues bien, se dice que el Señor de Barovia tiene control sobre las alimañas de este Valle, sobre todo me refiero a las manadas de lobos salvajes que infestan los bosques Svalich y que no dudan en atacar a desprevenidos viajeros como nosotros si osan entrar en su territorio.

Pero lo que me preocupa no son los vivos. Son los muertos. Se dice que las almas no tienen reposo aquí, que los que fallecen no reposan en paz y que la Tierra los hace levantarse de nuevo. Los muertos siguen a Strahd, se habla de retornados al mundo en forma de cadáveres putrefactos, espectros, ánimas, e incluso engendros vampíricos, seres semejantes a Strahd en lo tocante al ansia por la sangre de los vivos…

Tadiel se acerca con su montura a la que comparten el paladín y la pícara, y ahora es a ella a quien se dirige.

Por cierto Isopel, deberías saber que los pelirrojos se consideran un mal augurio entre las gentes de esta tierra. Ten cuidado ante quién te dejas ver…

Dicho esto se adelanta con su montura, dejando a la pícara sorprendida (de hecho ahora mismo tiene la boca abierta y los ojos como platos) porque este maldito elfo no le hubiese dicho nada de todo esto hasta este preciso instante…

La montura de Tadiel se pone pareja a Nickful y el elfo se gira ligeramente para responder al bárbaro del norte, pero en voz suficientemente alta como para que todos podáis escucharle.

Aquél al que buscamos derrotar es un antiguo demonio retornado a la vida desde la muerte y que mantiene su inmortalidad bebiendo la sangre caliente de otros seres. Tienen muchos nombres, ya que cada cultura los denomina de una manera, ya sea Aptrgangr en la tradición de tu tribu, Vampiro en la mayoría de los reinos de los humanos, Nosferatu entre el pueblo elfo o Strigoi para los Vistani…

Son enemigos peligrosos, Kiepja, ya que matar a aquello que ya está muerto no es tarea fácil…

En ese momento, la niebla se despeja por un momento y tenéis la oportunidad de contemplar, por primera vez, una panorámica del valle en toda su plenitud. El bosque se ha despejado, el camino desciende y más adelante podéis atisbar el pueblo de Barovia, vuestro destino. Y sobre el pueblo, en un risco de roca que se alza más de mil pies, la estructura que lo corona, la amenazante silueta del Castillo Ravenloft, hogar del Conde Strahd von Zarovich…

Kiepja no se planteo meditar las palabras que el Alfar le había brindado, y por ello, fiel a las formas de comunicación de su gente, volvió a preguntar nuevamente sin ningún formalismo o convención social.

Entonces, si este ser gobierna por sobre todas estas tierras, sus criaturas y sus gentes, incluidas las no vivas, quizás no estemos a la altura del desafío Alfar, opinó mientras lanzaba una mirada hacia el enorme castillo, y aunque te seguiré hasta que la muerte me lo impida puesto que así lo he prometido, bueno sería saber más de este asunto.

Por ejemplo, dijo mirando a los ojos a Tadiel, ¿Por qué quieres tu acabar con el Aptrgangr?

Sé que estaréis a la altura Kiepja. Tú y todos vosotros. Responde Tadiel volviendo a mirar hacia el frente. No será fácil, por supuesto. Tendréis que encontrar aliados en este empeño... El primero de ellos aquí mismo, en el pueblo de Barovia, y esa es la razón por la que nos dirigimos allí en primer lugar.

Cuando el bárbaro le pregunta por sus razones para acabar con el Aptrgangr, el elfo alza una de sus manos, formando un puño y le muestra a Kiepja el anillo que lleva, con la forma de la cabeza de un halcón.

Este sello perteneció a mi padre. Él… se enfrentó a Strahd, hace tiempo. Y estuvo a punto de derrotarlo, pero no lo consiguió. Ese fracaso le acompañó durante el resto de su vida, y también al resto de nuestro Clan. Yo, como heredero, juré que terminaría su trabajo…

Tadiel mira entonces a los ojos claros del bárbaro.

Aunque qué te voy a contar a ti sobre llevar sobre los hombros la carga de tus antecesores, ¿verdad Kiepja?

Durante un corto trayecto Isopel solo se limitó a escuchar la conversación como si estuviera analizando cada palabra dicha, ya que en un Pueblo donde todo está acordado habla más de la gente que del mismo Strahd. Puede ser sometimiento, o quizás algo más perturbador que de alguna manera mantenga este tipo de vida a costa de un precio realmente caro para ellos. Pero como la pícara no quiere juzgar de buenas a primeras, prefiere hacerse una imagen con hechos que lo certifiquen. 

Aún así cuando es Tadiel quien le habla directamente, más aún cuando hace referencia a su cabello un suspiro se escapa de aquellos labios y rápidamente se pone la capucha para esconder su apariencia. Es algo a tener en cuenta si no quiere que le caigan muchas encima, porque a fines prácticos este lugar está muy maldito mire por donde se lo mire. 

—Está bien. ¿Por qué no lo has mencionado antes?

Quizás es lo menos importante de toda la conversación que está presente, debido al hecho de saber que los muertos recuperan su no-vida o que existen en este lugar criaturas de todo tipo muy peligrosas. No obstante para la pelirroja si que lo era porque podría haberse evitado de alguna manera. 

Las respuestas llegan sin más, cuando no han salido de sus labios y mientras guarda silencio Isopel divisa el camino, pensativa y algo ajena. 

- No te preocupes por el pelo, no creo que ninguno de nosotros, ya sea por el color del pelo, de la piel o por su raza, sea bienvenido en estas tierras-Dijo el caballero tras Isopel- me cuesta creer que alguien lo sea en estas tierras malditas...

El caballero seguía incómodo y descubrir que la persona que los había llevado no les había contado todo lo que sabía no le ayudaba q confiar más. Por suerte parecía que todos ellos estaban igual de comprometidos con aquella empresa, cada uno con sus motivos. Quiso preguntarle al elfo si ese sello y su familia tenían algo que ver con la orden, pero decidió hablarlo en otro momento cuando no tuviera que hablarlo a voces.

- ¿Y quién es ese contacto? ¿Podemos fiarnos de él?-preguntó.

El mismo Burgomaestre de la villa, Kolyan Indirovich. Responde el elfo ante la pregunta del paladín.

Pero estad preparados - advierte - ya que probablemente no lleguemos a hacer noche en el pueblo de Barovia, ya que está demasiado cerca de Ravenloft, lo cual supone peligro para todos nosotros...

Vera había escuchado con atención la conversación, tratando de no interrumpir. Ahora que todos parecían más pensativos, miró un momento en sus alforjas, buscando los instrumentos para disfraces que había aprendido a usar en su vida en las calles, antes de que un hechicero terminase con su banda y que ella hiciese un pacto para obtener su magia.

— Tengo algo de tinte, si quieres ocultar el color de tu pelo — le dijo finalmente a Isopel. Ella era morena, pero el color que llevaba le permitía oscurecer sus cabellos aún más.*

Luego se volvió hacia el elfo una vez más.

— ¿Qué debemos saber para enfrentarnos a ese Strahd? En algunos sitios dicen que los vampiros no soportan la luz del sol — hace un gesto resignado a su alrededor — pero no sé si esta niebla le servirá para ocultarse de ella... También me gustaría tener algo más de información sobre la gente de este valle. Has comentado algo sobre los Vistani, pero ¿todos aquí pertenecen a esa etnia? ¿Qué hay del resto de habitantes de Barovia? ¿Qué relación tienen con su señor?

No imaginaba cómo podía ser vivir bajo el yugo de un vampiro, pues para ella ya era suficientemente intolerable la opresión que imponían los simples gobernadores de su ciudad. Si más gente por aquí se sentía igual con respecto a su señor, igual no estarían solos en la lucha contra Strahd.

Una sonrisa se dibuja en el rostro de Isopel cuando las palabras de Halleth llegan a sus oídos y en un gesto puro de gratitud, acaricia la mano de aquel hombre que se posa en sus caderas mientras responde. 

—Gracias por estas palabras, aún así es vital no provocar en demasía.

Tras reflejar su agrado por aquel comentario continúan el camino mientras surgen más preguntas y más información se cuela en sus oídos para analizar y tener en cuenta. Además pensar que con todo este arduo viaje, cada vez están más cerca del peligro, termina por provocar una tensión muy notable en el cuerpo de Isopel. Al fin de cuentas no tiene idea de lo que les espera. 

—Lo usaré, prefiero evitar mayores problemas—respondo a Vera y sigo su conversación—. Tengo la sensación de que esta niebla es parte de él y ya debe estar muy al tanto de nuestra presencia. 

Sabes bien, Vera, que la luz directa del Sol puede causar la muerte definitiva de estos seres no-muertos. Responde el elfo a la bruja mientras se echa la capucha sobre el rostro, en un gesto que oculta sus características orejas puntiagudas ante cualquier testigo. Pero como puedes comprobar con tan sólo mirar al cielo, Barovia no es un lugar donde el astro rey nos brinde su presencia, ya que se dice que las nieblas y las tormentas sirven a Strahd e impiden que los rayos solares toquen esta tierra… y así es como aquí las criaturas de la noche pueden prosperar, incluso durante el día…

El camino que seguís ya está completamente abierto a ambos lados, sin bosque, sólo arbustos, y despejado por lo menos hasta lo que os permite ver la niebla. El día cada vez es más oscuro, más parece ser por la tarde que al mediodía, aunque no hará más de cinco horas que levantasteis el campamento esta mañana, y esto resulta extraño para vosotros. No os faltará mucho para llegar al pueblo, aunque es difícil de decir, al no poder otear en la distancia.

En el silencio general, sólo se oye la voz de Tadiel, que continúa hablando:

Los gitanos Vistani son una cultura itinerante, y viven apartados del resto de los humanos del Valle, que no tendrá una población superior a las tres mil almas.

Tened en cuenta que las gentes de Barovia viven en un entorno cerrado, llevan vidas modestas, apegados a sus costumbres y tradiciones, y recelosos ante los extranjeros y sus costumbres extrañas. Tampoco podemos ponerlos a todos en el mismo saco, por supuesto. Así por ejemplo, mientras que los que viven en el pueblo de Barovia están bajo el yugo de Strahd, las gentes de la ciudad de Vallaki o de la aldea de Krezk, mantienen su independencia y tratan de resistirse al poder del Lord Vampiro.

Halleth se giró hacia el elfo desde donde estaba tratando de poder observarle directamente desde la grupa del caballo de Isopel

- Dices que quedarnos en Barovia donde está tu contacto es peligroso. Me cuesta imaginar que sea más peligroso que dormir a la intemperie a merced de los monstruos que habitan estas tierras-dijo, esperando que alguno de sus compañeros opinase como él- Si tan peligroso es, tras hablar con tu contacto quizás deberíamos dirigirnos a alguna de las poblaciones que tratan de resistir contra el vampiro quizás allí encontremos aliados o cualquier clase de ayuda que nos sirva para acabar con él... y con sus súbditos...

No caigas en el error de pensar que en este lugar hay emplazamientos más seguros que otros, mi buen paladín. Replica Tadiel. La sombra de Ravenloft cubre todo el Valle y lo más conveniente es no bajar la guardia en ningún momento.

Visitaremos más lugares, por supuesto, y como te digo, lo más probable es que no hagamos noche en el pueblo de Barovia, pero nuestro camino hacia el oeste nos lleva a pasar por allí de todas maneras. Y además… no tengo noticias de Kolyan desde hace más de un año…

El elfo alza un poco la cabeza mirando al cielo. Finas gotas comienzan a caer a vuestro alrededor, dispersas.

Yo… le prometí que traería ayuda para su pueblo. Tadiel respira hondamente, casi suspirando. Se lo prometí. Y él lleva mucho tiempo esperando. Se lo debo…

En ese momento, entre la niebla, delante de vosotros comienzan a verse sombras oscuras, que poco a poco resultan ser estructuras, edificios de diversos tipos.

Estáis en los límites del pueblo de Barovia.

Antes de llegar al pueblo en sí, os cruzáis con lo que parecen algunas casas, o quizá en su tiempo fueran granjas, situadas en las afueras del mismo, aunque ahora mismo son ruinas que no conservan ni las paredes.

Las estructuras que se vislumbran entre la densa niebla toman por fin las formas de edificaciones. La tierra enfangada del camino da paso a un liso y húmedo adoquinado de la que parece una de las calles principales que atraviesan el pueblo. Ningún sonido altera el silencio hasta que de pronto, un graznido os sobresalta.

Sobre un poste, el primero en recibiros en Barovia es un cuervo negro, que os contempla con sus ojos negros, para después graznar nuevamente y levantar el vuelo, desapareciendo en el cielo oscuro y gris.

Aunque no lo creáis, los cuervos se consideran aves de fortuna aquí en Barovia. Comenta Tadiel. Espero que esto sea un buen augurio.

Según Tadiel, el pueblo de Barovia aloja a medio millar de almas. Es un pueblo con la mayoría de edificios de una planta, pero a medida que se llega al centro del mismo cada vez hay más edificios de dos y hasta tres plantas. Las calles principales están empedradas,  pero las anexas  son en su mayor parte barrizales.

Se ven muchas casas abandonadas, prácticamente en ruinas, con sus paredes desplomadas y los techos caídos, pero otras sólo están clausuradas, con tablones clavados en sus entradas. Sin embargo, hay otras que están claramente habitadas, con chimeneas en funcionamiento y cierta iluminación interior que se adivina a través de las ventanas.

A medida que avanzáis hacia el interior se dibuja ocasionalmente, en lo alto, a través de la niebla, la mole de roca que sostiene al Castillo Ravenloft y que domina de forma ominosa la aldea. Aunque no se vea claramente, sí que se intuye su sombra. La luminosidad del día disminuye gradualmente, como si estuviera anocheciendo, y os hace preguntaros si esto es algún tipo de fenómeno extraño, ya que es imposible que sea tan tarde, a no ser que hayáis perdido la noción del tiempo durante vuestro tránsito hasta aquí.

Mientras, la lluvia, muy ligera, sigue cayendo casi sin apenas hacer ruido y poco a poco va empapando vuestras capas.