Partida Rol por web

La máscara de la Muerte Roja

1. Sala Blanca - 2ª parte.

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13/07/2013, 00:04
Chiara

Mientras algunos de los hombres hacen planes para salir de allí y al menos conseguir comida para todos, Chiara siente un poco más apaciguado su espíritu. Al menos parece que pronto se empezará a solucionar la situación y seguro que el Príncipe se encargará de que todos tengan lo que necesiten mientras tanto.

Su mirada se cruza entonces con la de Martina, a la sombra de su padre, y la joven decide acercarse a ella tras echar una mirada tímida hacia Giuseppe. 

Coge la mano de su amiga y la aprieta suavemente mientras intenta sonreír sin mucho éxito. — ¿Cómo estáis, querida? ¿Habéis podido dormir algo?

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13/07/2013, 01:18
Martina

-He podido dormir... Pero no demasiado bien. Contesto la joven Martina a su amiga Chiara mientras le agradecía el gesto de soportar su débil pulso.

-Y ¿Vos que tal habéis dormido? La pregunta era un poco inútil, en esa situación solo había cabida para una respuesta. La mirada de la chica se centro en la de su amiga mientras esperaba la respuesta, una sonrisa tímida afloro en su rostro mientras intentaba permanecer calmada y ignorar la presencia de su padre.

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13/07/2013, 03:48
Chiara

— Oh... A ratos, pero no he tenido muy buenos sueños. — Confiesa a su amiga intentando devolverle la sonrisa. — Debemos confiar en los caballeros que nos acompañan, seguro que pronto nos sacarán de aquí. — La joven intenta que su tono resulte firme y confiado para reconfortar a Martina, mas su voz es un poco más temblorosa de lo que le gustaría y se puede intuir en ella el temor que aún siente por lo sucedido la noche anterior.

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13/07/2013, 07:19
Giuseppe

Giuseppe miró a las dos jovenes y en sus labios se esbozó una tímida sonrisa. Él sabía que el asunto era, cuanto menos delicado, pero tenía que dar esperanzas a las damas.

Chiara, Martina, no debéis preocuparos en exceso. Nicola es un aguerrido soldado y Lautone es un hombre de gran valor. Cierto que ese aliado de Satanás sembró el caos en la fiesta pero no me cabe duda de que aquello que tenemos a Dios en nuestro corazón saldremos indemnes y recordaremos esto como un mal sueño....

Ni el propio Giuseppe podía creerse sus palabras... No obstante, esperaba que la juventud de Martina y Chiara obrase el milagro de la inocencia en ellas..

No obstante es una pena que no contemos con un siervo de Dios entre nosotros. Sin duda un sacerdote nos proporcionaría el consuelo y las palabras de aliento que ahora mismo necesitamos.

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13/07/2013, 13:42
Enzo

Enzo decidió permanecer en silencio hasta que Prospero no volviera a pronunciarse. El era un bastardo dentro de la corte del principe y al fin y al cabo era lógico que sus palabras y sus actos fueran ignorados, prefirió por tanto no enojarse y tratar de lo justo para importunar a ninguno de los presentes, ya que de por sí la situación era complicada.

Lo que no pudo evitar fue escuchar con suma atención la historia de Fausto, aquello resumió a la perfección la situación tan complicada en la que se encontraban. Pero de momento sería mejor esperar a que los animos se calmaran un poco, se tomó unos segundos para mirarlos a todos, no conocía muy bien a la mayoría y el caracter de Enzo era introvertido y distante, lo que impedía encontrar las palabras adecuadas para un momento como aquel.

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13/07/2013, 18:58
Salvatore

"¿Fausto intenta causar pánico en todos las presentes?" Pensé mientras miraba en su dirección. Consideraba a Fausto era un hombre inteligente sin duda, y si contaba aquella historia sería probablemente por alguna razón.

-Fausto quizá no fue la historia más acertada, estoy seguro que conocéis un relato en el que nadie muera o sea devorado por un pulpo.

De vez en cuando echaba alguna mirada furtiva al resto de invitados por si tramaban algo, en aquel lugar cerrado y viéndose que estábamos con el agua hasta el cuello... no era descabellado pensar que alguien intentaría alguna locura para salvar la vida.

Regresé junto a Lucrezia y permanecí a su lado para apoyarle en todo aquello que hiciera falta. -El enmascarado no entrará por esa puerta, podéis estar segura. -confié en la robusteza de la improvisada barricada.

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14/07/2013, 01:04
Roderigo

Mi pequeña Fionna, intentando animarme. Fuerzo mi expresión hasta dibujar una sonrisa en mi rostro.

- Vuestra hermana tiene razón, Fionna, sabiendo que estáis bien yo podré seguir adelante. - Trato de mentir a mis hijas, pues la marcha de mi esposa es un duro, durísimo golpe tanto para mí como para ellas. La abrazo con delicadeza. - Saldremos de esta en una brevedad sorprendente, seguro, y entonces correrán tiempos más felices. - Suelto a mi hija pequeña y con delicadeza la aparto. - Disculpadme, mis señoritas.

Entonces me dirijo hacia los hombres que discutían sobre qué hacer sobre la barricada y el asesino de mi amada Camelia.

- Mis señores, sé que no soy un hombre de armas y quizás no un apoyo muy valioso, pero pueden contar con mis dos manos y mi cólera por la pérdida de mi querida esposa... - Aprieto un puño a la altura de la cadera. - Ayudaré en cuanto sea necesario.

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14/07/2013, 13:55
Juliana

La nueva historia de Fausto hace que Juliana asienta levemente con la cabeza. No desea darle la razón a los cuatro vientos hasta que el Príncipe se pronuncie, claro, pero es cierto que no pueden seguir allí por mucho tiempo.

Observa como dos hombres se ofrecen a atravesar la puerta. Puede que los comentarios de Lautone no fueran los adecuados, pero parecía que sí lo era su valor. Hizo un gesto de ánimo a él y al antiguo caballero, Nicola.

- Conde Roderigo. - dice entonces, en el mismo tono que utiliza cuando pide permiso - No dudo que el peligro ya ha pasado. Pero por si no fuera así, creo que usted es uno de los que debería permanecer a este lado de la puerta. Comprendo la rabia por lo sucedido, pero lo que menos necesitan sus hijas es perder también a su padre en un plazo tan corto.

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14/07/2013, 15:49
Lucrezia

Asintió tranquila. Las palabras de Salvatore la reconfortaban. El movimiento de su abanico, hasta entonces aún nervioso y casi compulsivo, fue descendiendo, haciéndose más tranquilo. Lo ató con unas pequeñas cintas cosidas a tal efecto en su vestido que, mientras no eran utilizadas, se disimulaban bien entre los pliegues de la tela y una vez hecho eso, cruzó sus manos ante su regazo y examinó la barricada. Negó con la cabeza y suspiró.

- ¿No hay otra forma? -

Miró hacia Elisabetta, pensando en lo que podía pasarle si la enfermedad se hacía con ella. ¿Perdería al hijo que esperaba? ¿Moriría ella?

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14/07/2013, 16:47
Chiara

Chiara escucha las palabras de consuelo que Giuseppe les dirige a Martina y ella y su ánimo se siente reconfortado. Aprieta de nuevo la mano de su amiga y dedica una sonrisa tímida a su padre mientras su mirada nerviosa se posa sobre él.

 Muchas gracias, caballero. Espero que sea como decís. Estoy segura de que los valientes caballeros que nos acompañan conseguirán sacarnos de aquí. Y aunque no tengamos el honor de contar con la presencia de un sacerdote... Podemos rezar nosotros mismos. Seguro que el Señor nos escuchará y se apiadará de nosotros.

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14/07/2013, 17:11
Giuseppe

Querida Chiara, has tenido una excelente idea... Martina hija, arrodillate junto a mi y tu amiga y recemos una plegaria.

Giuseppe se colocó de rodillas y apretó la mano de su hija mientras sus ojos se dirigían al cielo.

Padre nuestro, que estás en los cielos...

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14/07/2013, 18:02
Martina

Martina hizo un gesto de asentimiento ante el comentario de su padre y soltando la mano de su amiga Chiara se arrodillo al lado de Giuseppe.

Agarro a su padre de la mano y la otra la dejo con el puño cerrado encima de sus piernas mientras cerraba los ojos y bajaba la cabeza para rezar en silencio.

Espero que dios pueda sacarnos de este lugar... Aun que algunos de aquí ya perdieron su fe en él...

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14/07/2013, 18:17
Chiara

Chiara se arrodilla junto a Martina y Giuseppe y posa las manos sobre las rodillas, cerrando los ojos e inclinando la cabeza hacia abajo. Inspira profundamente, preguntándose si Dios la considerará lo suficientemente digna como para escuchar sus plegarias. 

Se deja llevar por la letanía de la oración de Giuseppe, que relaja su espíritu y le da esperanza. Si hay un Dios, seguro que no dejará que la Muerte Roja los alcance mientras están encerrados como ratas en esta sala.

 

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14/07/2013, 18:56
Cecile

Lucrezia abanicaba con la suficiente fuerza para que Cecile recibiera parte del aire que removía. Esto agradaba a la mujer, quien aún sentía el calor de los nervios y el agobio. Por muy majestuosa que fuera la sala, el hecho de no saber cuándo podrían salir de ella le agobiaba.

Al ver cómo Salvatore animaba a Lucrezia, Cecile se sintió más tranquila por la bella mujer, siempre tan agradable. Visualizó desde el mismo lugar todo lo que sucedía a su alrededor hasta encontrarse con Chiara, Giuseppe y su hija Martina, quienes estaban rezando. Se giró para sonreír amablemente a Lucrezia mientras dejaba su mano con delicadeza para pasear por la sala, acercándose a la zona donde se había fijado anteriormente.

Martina parecía muy unida a su padre, pero en ocasiones, su expresión revelaba que no le hacía mucha gracia no tener nunca la libertad de poder hacer algo sin que su padre fuera tras ella. Pobre... ¡Ay...! Qué hubiera sido de mí si no me hubiera escapado, si hubiera dejado que mis padres tomaran por mí todas las decisiones de mi vida...

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15/07/2013, 01:24
Príncipe Próspero

Mientras algunos rezan, Próspero medita la propuesta de Nicola y Lautone. Observa su alrededor, fijándose en los rostros de cada uno de los presentes y asiente.

— Guardias, despejad la puerta y escoltad a los caballeros que se han ofrecido voluntarios hasta la sala del baile. 

Ante su orden, los caballeros que aún quedaban en pie, comenzaron a retirar los muebles y tablas que habían servido para instaurar la improvisada barricada, notablemente agotados tras haber pasado la noche en un duermevela continuo. 

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15/07/2013, 01:38
Director

Una vez liberada la entrada a la sala del baile, los guardias tomaron posición a un lado y a otro de Lautone y Nicola, y emprendieron la marcha. Sin embargo, en cuanto llegaron al dintel de la puerta, temblores incontrolables comenzaron a recorrerles el cuerpo. Varios de los hombres retrocedieron asustados, y otros simplemente quedaron inmóviles, incapaces de dar ni un solo paso.

Ninguno de los guardias fue capaz de atravesar la puerta, y sin embargo, los caballeros a los que escoltaban avanzaron sin demora, Nicola ayudado por su muleta y Lautone con un paso más ligero. Alentados al observarles, algunos de los invitados de Próspero intentaron proceder de la misma manera, pero sufrieron el mismo destino que los guardias.

Mientras tanto, en la sala del baile no había rastro del espectro y los dos hombres que habían logrado entrar forcejeaban con las puertas, que no parecían ceder ante sus intentos. Las ventanas tampoco presentaban mayor facilidad para abrirse o romperse. La sala seguía exactamente en las mismas condiciones en las que fue abandonada.

Tras varios infructuosos intentos, los hombres se dieron por vencido a la hora de encontrar una salida, e hicieron acopio de hogazas de pan, y varias frascas de vino, encaminándose, nuevamente, hacia la sala blanca.

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15/07/2013, 09:39
Roderigo

Debido al fracaso de nuestra empresa por volver a entrar a la anterior sala cojo un buen frasco de vino. Hay que humedecer las penas en este dulce caldo.

- Teníais razón, Juliana. - Admito a la mujer que ya ante me aconsejó. - Quizás me dejé llevar por sentimientos que en cuestión de sobrevivir y ayudar a mi familia no son muy acertados. - Sonrío tristemente a Juliana mientras bebo el vino con ganas. Me falta a mi lado la voz de mi señora, sus palabras que me ayudan a acertar.

Ahora dejo el recipiente y me acerco hasta mis hijas.

- No volveré actuar de una manera tan osada. - Les digo en un tono que suena mitad derrota y mitad alivio. - Ahora que no está vuestra madre... Tenéis que proporcionarme palabras sabias, como hizo Juliana, cuando veáis que vuestro padre va a hacer una tontería.

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15/07/2013, 14:53
Lautone

Repartamos el pan... - le comentó a Nicola un cansado Lautone; tenía la frente algo sudorosa y se le veía azorado; la situación le estaba resultando agobiante, morir era una cosa soportable, el mismo aceptó el inevitable final de la mortalidad de la carne años atrás, pero aquello era diferente... encerrados, a la espera de algo que no sabía cuando y como vendría... demasiadas sombras en su haber que ni con miles de antorchas lograría evitar.

Lautone fue repartiendo el pan de la manera más equitativa que pudo y unicamente le dedicó una ligera sonrisa a Elisabetta antes de sentarse donde pudo y comer un poco... ya luego bebería algo de vino, aunque se notaba con la garganta reseca no tenía ganas de beber.

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15/07/2013, 15:01
Elisabetta

Estaba francamente asustada. Tanto por las muertes, como por la enfermedad misma. No se le ocurría peor forma de morir. Si enfermaba pediría a Lautone que la degollara. Algo rápido... indoloro.

Acarició su hinchado vientre. Debía proteger al niño que crecía en sus entrañas. Era la deshonra de la familia, pero en la actual situación, también era el futuro de la misma. Salvo que su madre engendrara un bastardo con Salvatore. ¿Un bastardo?¿La siempre respetable Lucrezia? Sería irónico...

Escuchó horrorizada como Lautone se ofrecía para ir al otro lado. Quiso impedirlo, cogerlo del brazo. Pero sabía bien de la valentía del Conde y de su férrea voluntad. Nada de lo que ella dijese podría conmoverlo para evitar que fuese. Así pues, decidió callar y aguardar.

Sintió la necesidad de acercarse a su amiga Chiara y a Martina, que estaban junto a Giussepe. Pero mientras se acercaba al lugar, observó como estas se arrodillaban y entonaban una plegaria. Sin saber por qué se detuvo en el acto y tragó saliva. Volvió a acariciar su vientre. Un hijo ilegítimo, un hijo fruto del pecado. ¿Se tomaría Dios su acto de orar una broma de mal gusto hacia él? Lo cierto es que no había orado desde que ocurriese el desgraciado acontecimiento. Dios había creido conveniente castigarla por su falta y ella respondió con su silencio.

Quizás en otro momento se acercaría a sus amigas. Quizás...

La historia de Fausto era previsible y sólo confirmaba sus sospechas de que la enfermedad había entrado en el castillo. Aunque lo gráfico de la misma haría que calase en mentes menos abiertas como la de su madre.

Necesitaba hablar con alguien.

Attilio por favor, contadnos algo divertido. Algo que por un momento nos aleje de este condenado lugar.

Cuando Nicola y Lautone aparecieron su mundo volvió a estar completo y ante la sonrisa del Conde no pudo evitar abrazarlo con fuerza. Estaba cansada de no poder expresar sus sentimientos. 

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15/07/2013, 15:07
Nicola

Nicola también se movió con su muleta entre los presentes, molesto por no haber podido encontrar nada, mientras repartía los alimentos que encontraron.

-No hay ni rastro de nada, pero tampoco hemos encontrado ninguna salida. Quizás deberíamos hacer más salidas en un futuro, si a vos le parece bien, príncipe Próspero...

Una vez terminó, volvió a ocupar la esquina que había hecho suya, y se sentó allí, empezando a dar buena cuenta de una de las frascas de vino que había obtenido de la otra sala. 

"Al menos, ésto nunca decepciona..." pensó, mientras los caldos de las bodegas del príncipe se deslizaban por su garganta.