Partida Rol por web

La máscara de la Muerte Roja

1. Sala Blanca

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10/07/2013, 10:31
Lautone

Lautone, que le importaba poco aquella fingida falsedad de los nobles que se negaban a aceptar un hecho irrefutable fue a ayudar a guardias y a algunos hombres a bloquear la puerta... lo cierto era que el bloqueo le pareció una mierda, pero por falta de materiales no se podía ni apuntalar como debía hacerse... pero estaba convencido de que aquello no serviría de nada... si la muerte tenía que llegar, llegaría.

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10/07/2013, 11:32
Fabiano
Sólo para el director

Notas de juego

¿Cuantos sirvientes hay ahora mismo a mi disposición? ¿puedo darles órdenes sin problemas? ¿puedo conseguir comida y bebida?

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10/07/2013, 11:42
Roderigo

No, no, ¡NO! Dejar a mi esposa no es una opción, pero me veo arrastrado por el pánico y la huída de todos los presentes hasta llegar a un nuevo lugar, a salvo de ese ser.
Unas pocas lágrimas comienzan a brotar y resbalan por mis mejillas humedeciendo mi barba, al tiempo que me mantengo cerca de mis hijas. Mis pequeñas, han visto morir a su madre...

- Fionna, yo... No sé qué decirte, pero vuestra madre no merecía tal destino. El que lo ha hecho tendrá su justo castigo. - Afirmo con rabia contenida mientras aprieto los dientes. El comentario de Lautone me saca de mi forzada tranquilidad, pero no tengo ninguna palabra que ofrecer a ese hombre.

Mientras tengo a mis hijas rodeadas por mis brazos apoyo sus cabezas en mis hombros y le profiero rápidas y sin voz casi palabras de consuelo.

- Todo saldrá bien, nunca dejaré que os pase nada... - Las palabras de apoyo de Lucrezia me llegan sacándome de este trance en el que me veo atrapado. Sonrío tristemente hacia la mujer. - Gra-gracias, ahora todo auxilio es bien recibido, yo no sé qué debo hacer...

Mi Camelia... ¿Por qué esto? ¿Por qué?

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10/07/2013, 16:45
Fausto

-Santa Madre de Dios.- Los acontecimientos fluían con la velocidad de un río embravecido que obstruye el paso de un ejército. Lo primero que ven mis ojos es la suerte de una pobre desdichada que no ha cometido más delito que el tratar de huir de la horrible peste. Aunque su valiente osadía no ha terminado en el puerto que ella misma pensara, ya que después de todas las penurias por las que ha debido pasar. Su recompensa no es otra que el filo del acero sobre su delicada y sucia piel. Huyó de la muerte por la peste roja, solo para encontrarse con el sabor de su propia sangre mientras muere desangrada.

 

Si bien me encoge el corazón el acto tan atroz que acabo de presenciar, mi mente solo puede concatenar el reciente y funesto evento en la historia que se forma en mi mente para la próxima obra a presentar a Prospero y la corte.

 

Tomo un trago de vino y doy por vez primera en lo corrido de la noche un vistazo de los demás asistentes. En lo lejos puedo ver a Juliana si bien muestra una sonrisa ante la decapitación de la niña, creo poder pensar que es una máscara mas no su resolución normal. Me encojo de hombros. Aunque bueno, al final es noble  puede ser que veo lo que alma quiere ver y no lo que realmente hay que ver.

 

Necesito caminar. Me levanto de mi asiento para pasear un poco por el lugar y poder darle algo de paz a mi turbulenta imaginación. Cuando llega el actor menos esperado de la noche. Como si de una de mis obras se tratase ingresa un hombre disfrazado con máscara y desafía el poder de nuestro príncipe y lo hace con una calma pasmosa. me entretiene ver la confianza que emana de si mismo. Pero me molesta el hecho de saber que los soldados de próspero le cortaran la cabeza y su voz se unirá a la de la niña en la borrasca nebulosa de mi imaginación donde pasan a conformar parte de los actores en el reparto de la obra en proceso de escritura.

 

Sin embargo, lo que pasa a continuación ni siquiera la más fuerte embriaguez  que haya podido acosarme me hubiese servido para describir lo que mis ojos registran. El hombre no era un hombre en realidad. Un ser salido de los abismos del infierno es lo que se había presentado ante nosotros. Y de una forma tan mortal como eficiente la señora Camelia pasó a mejor vida. ¿Pero en el nombre de la cordura qué es lo que está pasando? Un tropel de nobles como creo nunca haber visto sale de la estancia y se meten en la siguiente sala. Una blanca, sin puertas y falta de esperanza. Nos habíamos metido en una tumba... una muy sencilla y fría tumba.


 

No puedo soportarlo más y me dedico a dar un paseo por el lugar, cuando hablan de ayudar a bloquear la entrada tomo un par de sillas y las llevo al lugar. Luego veo a Juliana hablar con el chamberlan y entonces me dirijo a ella.

-Mi señora. Alabo vuestra tranquilidad. Casi podría afirmar que los nervios están de punta para todos nosotros pero vos, os mostráis tan tranquila como un lago en primavera. Lo que ayuda a calmar mis propios nervios- Una sonrisa se asoma en mi rostro. De entre todos los nobles en definitiva me siento mucho más cercano a Juliana. Entre todos estos estirados que piensan más en sus apellidos y títulos que en lo que realmente pueden aportar en una conversación es ella con quien mejor he podido departir de un poco de charla. La verdad la mayoría de ellos son actores de reparto descartables en mis obras. No obstante, a Juliana la considero una buena amiga. Debo guardar la compostura de su rango pero aun así creo que puedo contar con ella. En este momento en que mi mente está a punto de estallar en una vorágine de ideas para mi nueva obra. La que por cierto aún no sé si yo mismo viviré para escribirla.

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10/07/2013, 18:26
Salvatore

Al comprobar que Lucrezia y el resto de personas se encontraban en buen estado, fui hasta la improvisada barricada para ayudar en todo aquello que pudiera, y aunque no estaba del todo convencido que aquello fuese a detener al enmascarado, no había ninguna otra cosa más que pudiese hacerse.

-Esto no aguantará, no, de ninguna de las maneras. Esa criatura ha matado a varios guardias de un plumazo, tenemos que pensar en una mejor estrategia. ¿Qué o a quien podría estar buscando para cometer semejante masacre? Quizá podamos negociar nuestra salvación de alguna forma.

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10/07/2013, 19:28
Juliana

Juliana se sintió halagada ante las palabras de Fausto. Hizo un gesto de aprobación con la cabeza, mientras una parte de su expresión se volvía sincera. Aún no podía olvidar lo que había visto, pero las palabras de un amigo siempre ayudaban.

- Si nos dejamos llevar, querido, cundirá el pánico y nos mataremos entre nosotros. Ya me cuesta creer que todos los hombres presentes se hayan contenido hace un momento. - dice, recordando lo dicho por Lautone. Si ella hubiera estado en la posición de Roderigo, probablemente las cosas ahora serían muy distintas - Debemos mantener la calma. Mostrarnos débiles y asustados sólo empeorará la situación. Sobreponernos es lo que nos diferencia de los animales - explica con voz tranquila, impulsada por la fuerza que le habían dado las palabras de su amigo, y durante un momento fija su mirada en Chiara - y de los niños.

Después escucha las palabras de Salvatore, y no puede evitar un pensamiento fugaz. ¿Pregunta quién querría masacrarnos? ¿A toda la corte del Príncipe? Algunos de los ejemplos que se me ocurren tienen que ver usted, Salvatore...

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10/07/2013, 19:58
Cecile

La voz de Attilio consiguió apaciguar un poco los nervios de Cecile. Aún y así, los mismos habían hecho que sintiera unos sofocos que todavía iban y venían. Asintió al joven bardo, que tras contestar a las violentas palabras de Lautone se sentó a su lado.

Se agacho cogiéndose los bajos de su vestido y una vez a su altura, alzó la barbilla de Attilio suavemente.
Lo miró a los ojos que todavía expresaban un poco de miedo y, sin decir nada, le sonrió y acarició su mejilla para intentar animarle.

Seguidamente, al escuchar cómo Juliana pedía vino fresco, la mujer se levantó y se acercó, colocándose de nuevo el vestido. Caminó mientras se llevaba las manos al cuello. Sentía la garganta muy seca, como si hubiera pasado mucho tiempo desde el último trago, aunque no era el caso.

En cuanto llegó a su lado, se detuvo y le hizo una pequeña reverencia. Debía mantener su cordialidad, aunque no dijo nada. No quería cortar la conversación que estaba teniendo con Fausto. Entonces se puso de puntillas, mirando a su alrededor y esperando a que Fabiano encargara a las sirvientas que les proporcionaran algo de vino. A mí también me sentaría bien beber algo de vino... - Susurró para si misma con la voz resquebrajada y tosiendo sutil y educadamente, llevándose el dorso de su mano cerca de sus labios.

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10/07/2013, 20:40
Elisabetta

La muerte roja se encontraba entre ellos. había entrado en palacio. ya nadie estaba a salvo. Más les valdría a todos salir corriendo del lugar. Huir bien lejos. Lejos de la mezquindad de la corte y leos de la plaga que no reconocería clases sociales a la hora de acabar con todos ellos.

Sonrió bajo la mascara. Y dió gracias a Dios por que nadie pudiera ver el gesto. A fin de cuentas puede que por fin, en la muerte, fuese libre de todos esos nobles estirados y sus prejuicios sociales.

Sólo hacía falta escuchar como juzgaban a Lautone, cuando lo único que había hecho era ser sincero y directo. Abordar el problema de frente... como los héroes de las historias... como mi padre y mi hermano.

De pronto sintió la mano de su amiga Chiara, iba con Martina. Les dedico una de mis mejores sonrisas. Ellas sabían ver por encima de las estúpidas "reglas" de la nobleza.

Al darse cuenta de que con la mascara no verían la sonrisa, asintió a su contacto y acarició sus manos. Gracias chicas.

Tras eso su caballero andante, su apuesto pirata, Lautone se alejó junto con otros hombres para construir una barricada en la entrada y evitar que la muerte les llegase. Pobres ilusos, si la muerte roja ha entrado en palacio... podemos darnos todos por muertos -susurro a mis amigas, pero la acustica de la sala hace que mis palabras lleguen hasta el último rincón.

Bueno -miro desafiante a mi madre. Es lo que pienso. Aunque tengo claro que a ella no le gusta que piense.

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10/07/2013, 21:28
Fausto

Al escuchar las palabras de Salvatore y comprobar la mirada de Julliana a este. No tuve más opción que intervenir y hablar un poco.

-Que idea tan encantadora. Aunque en lugar de lanzar a uno de los nuestros en manos de ese Luzbel con máscara, porque no mejor me dejan relatárles una vieja historia- Me levanto para llamar la atención de los presentes o al menos de los que están más próximos a mi.

-Hace algún tiempo escribí una obra. Que se interpretó para la corte como de costumbre y fue todo un éxito debo admitir. Aunque entiendo perfectamente que el ser modesto es una cualidad divina… Yo solo soy un hombre.- Sonrío mientras me encojo de hombros.

-Se llamaba El valiente Dantes.-

-Era una historia conmovedora en un inicio, por supuesto que no perdía su toque humorístico. Ya saben como es la comedia.- Sonrío a mi público. -Nuestro héroe luchaba en el oriente en las tierras de los infieles otomanos. Diestro en la espada.- Movía mi mano como si blandiera una. -Gallardo sin igual, ingenioso como pocos y conquistador de bellas doncellas como ninguno.-

Hablaba mientras miraba a todos los presentes. -Pero las historias felices no suelen ser plasmadas en papel. Nuestro héroe sufrió una derrota atroz. Despuntando el alba y luego de toda una noche de infructuoso asedio. Nuestro hombre yacía solo en el suelo en medio de un charco de sangre. Nadaba en un cenagal de su propio humor.-

Paro mi relato por un momento para darle teatralidad al mismo, luego continuo. –Por supuesto Dantes no murió en esa ocasión. Fue rescato y curado por el mismo regente al que infructuosamente asedio. Y desde entonces se hizo un miembro inestimable de los calabozos. La hija del califa. Pues así es como se llama el título de este hombre. Se enamoró de nuestro Dantes y pidió por su vida ante su padre. Este conmovido le removió de los calabozos y le dejo deambular por el palacio a sus anchas. Después de todo. Parecía bastante próximo su conversión tanto de fe como de lealtad.- Miro a mi amiga Juliana y le sonrío. Repaso la mirada por todos los presentes y me topo con la mirada de Lucrecia ante lo cual le guiño un ojo.

-Con el paso del tiempo se programó el matrimonio entre Dantes y la hija del Califa. Después de tanto luchar y tanto sufrir. Parecía que la vida se le componía a nuestro héroe. Pero la vida es caprichosa y el destino no sabe de ironías. Un ejército cruzado arribo al amanecer después de su noche de bodas. Devastaron con las defensas del palacio y en poco tiempo  ingresaron a las mismísimas habitaciones del califa.- Paro un momento para tomar un trago de vino y sonreírle a la coqueta de Cecile. –No tardaron mucho para tener contra la pared al bueno de Dantes y justo cuando los cruzados estaban a punto de empalarlo contra la misma. Nuestro héroe recordó lo mucho que le gustaba permanecer con vida y no dudo en entregar a su nuevo suegro y su recién estrenada esposa. Con lo que salvo el cuello. Después de todo el nunca perteneció a esa gente. ¿Verdad?-´

Termino mi relato tomando otro trago de vino.

Luego miro a Salvatore –Pero claro eso es solo una historia antigua que este viejo dramaturgo escribió, no tiene nada que ver con los actos o personas de esta sala.-  Hago una venia a los presentes. -Mis señores, mis señoras.  Espero haberlos divertido un poco con mi vieja historia.- Tomo mi copa y la levanto. –Salud, si este ha de ser el fin, mi garganta no estará reseca.-   

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10/07/2013, 22:55
Attilio

Fausto esa historia la conozco y quizás más que contar historias podríais hacer una barricada, ahora mismo a mi no se me ocurre cantar ninguna sátira, quizás sería mucho más útil ayudar para poder inténtar vivír que distraer, y os lo dice alguien que ama distraer y se gana su vida con ello... O quizás¿alguien que inténta ser productivo? Yo os puedo cantar muuuuchas historias sobre enfermedades, guerras y muertes pero quizás no quiero ser el protagonista de ninguna de ellas.-Atillio habla sonriendo todo el rato, mira a Cecile cerciorándose de que está bien.

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10/07/2013, 23:22
Director

Descontándote a ti y a Rosella, sólo eres capaz de contar una decena de sirvientes. Aquellos que justamente antes de que se cerrasen las puertas aún permanecían en el salón. No conoces el paradero exacto de los demás, que son aproximadamente el doble de los que permanecen vivos, pero dadas las circunstancias lo más probable es que estén muertos. 

En cuanto a la comida y a la bebida, dispones de todo aquello que parezca lógico en un banquete. La sala en la que te encuentras es idéntica a la anterior en todo. Incluso en esos detalles. 

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11/07/2013, 00:08
Fausto

-Pero claro Attilio mi buen amigo. Esa historia no solo tú la conoces bien si no todos los presentes con excepción del señor Salvatore y algún otro. Después de todo no solo la escribí sino que la actuaron en esta corte hace algún tiempo ya.- Me siento divertido, las charlas banales y buenas historias son definitivamente mi hogar.

-Me pides que pare y dedique mis energías a tapiar la puerta. Pero no notas que ya lo he hecho. Sillas que estaban destinadas a sostener nuestras almas he llevado para que fuesen apiladas en esa puerta cual tabiques sin sentido.-
Correspondo a la sonrisa del bardo mientras mantengo mi copa en alto. -Como veis ya he puesto de mi parte. Y como puedes observar soy un hombre de cierta edad, no querrás que mi maltratada espalada sea puesta más en tención de lo que ya ha estado. En especial habiendo tantos caballeros jóvenes y llenos de brío entre esta corte. ¿No es verdad?... Además no me puedes pedir que pare la gracia de mi lengua, menos aun cuando el dulce néctar del vino deshace sus ataduras cual cortejador quitando los broches del vestido de su amada.-

Permanecía en mi lugar con una enorme sonrisa, que sin dudarlo ni un instante la compartí con Juliana. -Parece ser que encontré la forma de estar tranquilo como mi señora mi aconsejo.- Le decía a ella.

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11/07/2013, 00:12
Juliana

Juliana escuchó el relato de Fausto, encantada. Era una gran admiradora suya y, aunque esa no era su representación favorita, había sido sin duda una gran historia.

Al escuchar el intercambio dialéctico entre uno y otro no puedo sino ponerse en pie con la copa de vino en la mano.

- Caballeros. - dijo mirando a toda la sala - No dudo que todos nos encontramos en una incómoda situación, pero todos nos encontramos en el mismo bando. - después se dirigió a la familia de la difunta - Conde Roderigo, Patricia, Fionna, deseo dar mi más sincero pésame. Si algo que pueda hacer para aliviar esta sin duda difícil situación espero que no haya dudas a la hora de pedírmelo. Todos hemos pasado en el pasado momentos difíciles. No dejéis que la vergüenza o el protocolo os frenen a la hora de hablarme.

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11/07/2013, 02:15
Giuseppe

Giuseppe terminó, junto con varios de los hombres, de fabricar una improvisada barricada.

Esto nos dará algo de tiempo... para pensar... pensó Giuseppe. Sin embargo cuando se dio la vuelta y vio la escena sus esperanzas se deslizaron de su alma como pequeños trozos de papel que se lleva la ligera brisa de las mañanas.

Sus compañeros de "encierro" trataban de burlar a la muerte con vino e historias teatrales.... Buscó a su hija con la mirada y la vio a salvo con su amiga. La verdad, tampoco tenía donde ir y se la veía seriamente conmocionada... Evidentemente su único objetivo era ponerla a salvo... pero... ¿como? El resto de personas seguían conmocionadas a su manera, eso era patente... Tenía que empezar a dominar la situación de alguna forma así que alzó la voz, todo lo que pudo, para hacerse notar entre los presentes...

Para todos aquellos que aun no lo sepan o simplemente estén conmocionados he de decir algo que por ser obvio no deja de ser necesario recordar....

Ahí fuera se encuentra un ser o un humano aliado de Satanás y que tengo la impresión de que no se contentará con haber sesgado la vida de unas pocas personas, más bien creo que su señor oscuro le exige la muerte de todos los presentes...

En este punto creo que ni el vino ni las historias nos van a aportar ningún sabio consejo, más bien al contrario, el vino nublará nuestro juicio y las historias nos darán falsas esperanzas...

Será mejor que tratemos de averiguar cómo salir de esta habitación y no precisamente por la puerta que hemos intentado tapiar.

Su mirada se dirigió al Príncipe Próspero...

Amado Príncipe... Sin duda estoy convencido que tanto usted como su personal de confianza disponen de algún túnel que nos pueda sacar de esta fortaleza así como de varios pasadizos secretos a lo largo de la construcción. Evidentemente, entiendo, que destinados a la realeza pero... ante esta extrema necesidad, sería conveniente que nos lleve hasta los mismos y salgamos de este encierro a la mayor brevedad posible

La muerte nos acecha y creo que al servidor de Satanás le dará igual si somos de la realeza, nobles o meros plebeyos ya que la muerte acecha en la oscuridad, a todos por igual....

Cuanto más tiempo pasemos parados, más fácil será que la muerte nos azote de nuevo....

Dicho esto se apartó de la puerta, no sin antes observar el estado de su "construcción" para dirigirse, de forma inmediata, al lugar de la sala donde Martina se encontraba...

Martina, mi vida, ¿cómo estas? Pase lo que pase, a partir de ahora no quiero que te separes de mi, ¿entendido?

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11/07/2013, 12:58
Martina

Martina miro a Chiara y le dedico una sonrisa.

-Nos veremos mas tarde...

Dejo caer la afirmación casi sin la esperanza de poder cumplirla mientras se acomodaba de nuevo todas las ropas y se colocaba bien la mascara.

Se levanto del suelo donde se encontraba un poco agazapada y se puso al lado de su padre.

-Si padre, no me separare de usted.

Martina miro con un tono sarcástico a los guardias del lugar pensando en la función que acababan de desempeñar hace escasos segundos con la pobre chica que se había colado en palacio, luego miro a su padre y pensando en la función que desempeñaría este si ella intentase escapar de su lado.

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11/07/2013, 13:07
Nicola

"Atrapados como ratas..." pensó Nicola, mientras daba un buen trago al pellejo de vino que llevaba colgado. Quizás no habría podido salvar del abandono a ninguna de las frascas y botellas que se encontraban en el anterior salón, pero al menos, seguía teniendo su reserva personal. 

"No me sorprendería que ése ser apareciera en medio de la sala, sin atravesar la puerta... De todos modos, algo tendremos que hacer..."

Y algo hizo. Dio otro trago a su pellejo, mientras pensaba como podrían salir de allí. 

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11/07/2013, 14:16
Attilio

-Pues quizás deberíais ahorrar energías Fausto, sé que ya teneis una edad pero deberíais hacer algo más útil que contar historias que todos sabemos.Yo mismo sé distraer pero no lo uso ahora mismo.

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11/07/2013, 14:33
Lucrezia

Lucrezia se quedó completamente atónita al ver que su hija la ignoraba con la única indulgencia de darle una mirada cargada de resentimiento. 

- Hija mía... - Balbuceó, mientras la veía acercarse a hablar con las otras jovencitas. -  ¿Qué... qué te pasa? - Se llevó las manos a la cara y volvió a sollozar, entre dolida y ofendida. No entendía por qué su hija la trataba así, y encima delante de todos. Pero no tenía energías para disciplinarla y decirle cómo debía comportarse. Se abanicó de nuevo y cogió aire para tranquilizarse. No paraba de imaginarse a su hija, a sí misma, muertas a manos de aquel fantasmagórico ser infernal, y parecía querer olvidársele el protocolo. Cuando se hubo tranquilizado un poco, escuchando las historias de Fausto y viendo cómo se encargaban de cerrar las puertas, se aclaró la garganta, que se le había quedado encogida por el miedo.

Dio un par de pasos algo perdida en el salón, entre las conversaciones. Todos decían cosas sobre la certeza de la muerte. Y eso solo le recordaba a su difunto esposo y, sobre todo, a su hijo...

- Hijo mío. ¿Te veré pronto? - Se dijo, y cerró los ojos para mirar al cielo. Se encontró solo con el mortecino blanco perlado de aquel salón y se sintió en una mortaja.

- No. - Dijo entonces, en alto, sin mirar a nadie primero, y luego girándose hacia el príncipe. - Nuestro amado príncipe ha dicho que estamos seguros. Dejad de decir cosas como las que decís, pues. - No estaba convencida en lo más mínimo, pero al menos eso podría aliviar un poco aquella sensación de amenaza, y quizás tranquilizar a los más jóvenes. - La Muerte Roja no... no volverá. - En sus últimas palabras se intuía un tono interrogativo y miraba alrededor, hasta fijarse en el reloj. En sus ojos, una súplica.

- No suenes otra vez, si traes a la Muerte contigo. Me lo quitaste todo. ¿Aún tienes hambre de mi vida? ¿De la de mi hija? ¿De la de un niño por nacer? -

Suspiró hondamente y buscó con la mirada a Salvatore, al que se acercó.

- Mi señor. Nuestro príncipe tiene muchos enemigos... - Lo miró con rostro algo compungido, y continuó hablando con un tono propio del consejo amable de una amiga. - Quizás no es momento de pensar en el quién, o si no no solo crecerá el terror, sino también la discordia. Es mejor centrarnos en evitar que sigan haciéndonos daño.

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11/07/2013, 20:08
Fabiano

En cuanto el príncipe Próspero da la orden, el chambelán se dispone a cumplir las órdenes de su señor. Dirige la mirada rápidamente al servicio, comenzaría a dar órdenes en voz alta, pero prefiere acercarse para no hacer cundir el pánico.

-Tú- dice una vez está junto a uno de ellos  - Echa hojas de té en agua y prepara una infusión.

-Vosotros tres, repartiros para llevar vasos de agua a todos los presentes y vino para quienes lo pidan.

Después mira a los siete restantes.

-Atiende personalmente toda petición de la joven Elisabeta y de su padre Lucrezia, tú las de Juliana, tú Juliana, tú te ocupas de Martina, tú las de las hermanas Fiona y Patricia, tú la de Cecile y tú - Dice al restante - A los caballeros. Quiero que se atienda cualquiera de sus peticiones al instante.- Se vuelve hacia la otra encargada - Rosella, por favor, ocúpese de Chiara.

Una vez están dadas las órdenes, coge una copa de vino y se acerca a Cecile con el rostro preocupado y nervioso.

-Tenga su cola, mi señora - Le dice con cordialidad, va a agregar más, pero Giuseppe comienza a hablar y Fabiano se ve obligado a lanzarle una mirada desaprobadora, justo lo contrario que a Lucrezia.

-Gracias, mi señora - Le dice a esta última - Por confiar en el príncipe y en que todas sus necesidades serán atendidas como corresponde, no volverá a ocurrir algo así mientras nuestro señor Próspero y los valientes hombres que empuñan su espadas por él sigan guardando esta sala.

Para Cecile, que está cerca, es probablemente bastante evidente que Fabiano está diciendo esas palabras exclusívamente para intentar calmar los ánimos.

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11/07/2013, 20:26
Salvatore

Salvatore dedicó una triste mirada a Fausto mientras narraba la historia de "El valiente Dantes", aquella historia le había provocado un fuerte sentimiento de melancolía sobre el pasado y las cosas que sucedieron tiempo atrás.

-Es una bonita historia Fausto. -asentí. -Pero del todo inexacta, es una verdadera pena que no sepáis cual es la verdadera historia de El valiente Dantes, os sorprendería. "Sobran las sutilezas" -Si logramos salir de aquí no me importaría explicárosla con todo lujo de detalles. -comenté mientras desplazaba otra silla hasta la improvisada barrera.

-Tenéis razón Lucrezia, como siempre. -le tomé la mano y la sostuve ligeramente en alto. -No permitiré que nadie os haga daño.