Partida Rol por web

La máscara de la Muerte Roja

2. Sala Azul - 2ª parte.

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19/07/2013, 19:52
Lucrezia

- ¿Votar? - Preguntó en alto, sorprendida. Escuchó las diversas opiniones mientras se situaba de nuevo junto a Juliana, y lo cierto fue que la argumentación de Fausto la ofendió. Guardó su abanico y lo miró fijamente.

- Mi señor Fausto, con todo lo que os he respetado siempre, me duele que hagáis ese comentario. He visto a todos los nobles hombres y mujeres de esta corte trataros con una deferencia que en otras cortes no se darían para con alguien de vuestra extracción. Me incluyo, de hecho, entre aquellas personas que por su admiración a vuestro ingenio y vuestra gracia no han podido evitar pasar por alto tales consideraciones sociales. - Dijo, gesticulando. - Y creedme que me he considerado siempre una mujer recta, a la que le enseñaron que el Señor nos pone en nuestro lugar, separados del resto, por una razón; que los hay destinados a mandar y los destinados a servir. Y sin embargo, conviviendo con personas como vos en esta corte he ido aprendiendo a suavizar tales opiniones. ¿Y ahora acusáis sin preguntar? Qué decepción, mi querido Fausto, me duele en el alma que desconfiéis, precisamente, de la nobleza de los que nos hemos comportado tan generosamente con vos y ahora compartimos esta horrorosa experiencia. 

Se sentó de nuevo en la silla adyacente a la de Juliana.

- He visto morir a mi hijo y a mi marido. - Susurraba con amargura.Y he visto cómo lo que tanto envidian tantos de la nobleza ha desaparecido ante mis ojos. He luchado por mantenerme siempre donde mi marido nos colocó, en defender la sangre noble que he heredado de mis ancestros. Pero cuando la muerte viene, no pregunta. Devora... - Aquella última palabra la pronunció con bastante más dolor y la mirada perdida. Cerró los ojos y se llevó una mano a la zona del estómago, como si la tristeza estuviera apretando sus entrañas. Sin poder soportarlo más, volvió a levantarse y a caminar, respirando profundamente. Se quedó parada junto a la mesa y observó a Fionna.

- Fionna, querida. Lo siento muchísimo. Debéis estar sufriendo doblemente... Haremos lo posible porque vuestra madre encuentre la paz. 

Se giró entonces hacia Alfredo.

- Temo que vuestra idea solo cause más discordias, mi señor Alfredo, si me lo permitís. Ya veis cómo vuestras palabras han sembrado el terror alrededor. Aún así... - Bajó la cabeza. - No sé qué podemos hacer para descubrir a los aliados de la Muerte Roja e impedir además que sigan actuando... - Suspiró, derrotada. Tenía tantas dudas, que no sabía qué sería lo más correcto. Se abanicó, y en las facciones suaves de su rostro pálido como el alabastro y en sus ojos, además de lágrimas, se atisbó un brillo de duda. No sabía qué decir exactamente, ni cómo decirlo. - Todos tenéis razón. No podemos dejar que esto se extienda, pero votar no debe hacerse por envidias ni suposiciones vagas... 

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19/07/2013, 19:57
Giuseppe

Giuseppe seguía en el suelo, con las manos sobre su cara mientras escuchaba las conversaciones. Tras un buen rato así forzó a apartar de sí la desidia y el astío y se levanto...

Estamos siguiendo el camino de Satanás a la perfección... No sólo ha conseguido que ahora mismo estemos divididos sino que además está germinando en nuestro corazón el rencor, el odio y el egoismo...

Querido Roderigo, usted piensa en sus hijas, yo pienso en la mía y, al fin y al cabo... todos pensamos en algo... básicamente en salvar nuestra propia vida.

¿Queréis votar? Votemos.... seguiremos los designios del diablo pues... Sólo le pido a Dios que ilumine nuestra razón para estar atinados en nuestras votaciones...

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19/07/2013, 23:46
Patricia

La revelación de mi hermana me trae de nuevo al camino de la confusión. "¿Tan cerca de la Muerte Roja ha estado?... ¿y sigue entre nosotros?", pienso mientras un sudor frío recorre mi piel. "¿Pero qué estoy imaginando? Sálvame Señor de tales pensamientos....".

Instintivamente, cojo de la mano a mi hermana con fuerza, haciéndole sentir que no va a estar sola pase lo que pase. Y de manera inevitable, la proposición provoca voces más altas de tono y discusiones.

- ¿No se dan cuenta? Está consiguiendo dividirnos, ya sea remarcando nuestra clase como nuestra forma de pensar. Los hay que son más tajantes y los hay que pensamos en otras salidas. Nunca vamos a llegar a un punto en común a no ser que nos escuchemos los unos a los otros. Estamos en peligro, sí, pero no me imagino a ninguno de ustedes usando artes satánicas entre todos nosotros. Quizás si pensamos en quiénes han fallecido y vemos qué relación tienen, en qué se asemejan, quizás y solo quizás lleguemos al origen del Mal.

Nunca he sido demasiado practicante y los rezos siempre han sido "porque tocaba", pero en este momento le suplico a Nuestro Señor que se apiade de nuestras pobres almas y que nos de fuerzas para afrontar una nueva tanda de campanadas malditas...

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20/07/2013, 00:30
Enzo

Enzo había permanecido en silencio escuchando a Fausto, Chiara, Giusseppe, Patricia y Lucrezia, su mirada se cruzó unos instantes con los ojos de Chiara, de todos los presentes era la que más simpatías le despertaba, pero no era digno de su amistad, así que desvió la mirada y la dirigió a Fausto.

- Señor, es indudable que poseéis un gran intelecto, coincido en varios puntos con usted, pero me temo que las señoras tienen razón. La situación es extremadamente compleja y la única escapatoria posible, radica en encontrar las malas hierbas y erradicarlas, la propia muerte roja lo ha dicho. La mera idea de votar a alguna de vuestras mercedes se me hace tremendamente dolorosa, a simple vista todos parecemos sanos, pero no hay duda de que no es así... ¿Cómo establecer quien está sano y quién no? no lo se, pero debemos pensar en algo o moriremos todos-Sus palabras habían sido duras, especialmente para las doncellas, pero Enzo no podía evitar hablar de aquella manera, sus modales se habían refinado, pero quizá no lo suficiente.

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20/07/2013, 09:26
Juliana

Juliana había visto la reacción de Chiara ante Fausto y, aún en su situación, estuvo a punto de sacarle una sonrisa. Sin embargo era consciente de que eso sería lo menos apropiado.

Después, las palabras de Lucrezia la hicieron reflexionar.

- Quizá deberíamos someternos todos a algún tipo de examen. - dijo hacia toda la sala - Supongo que ninguno de los presentes tiene conocimientos de medicina, pero si pudiéramos reconocer en alguien alguno de los síntomas...

- Desde luego me duele muchísimo la propuesta de Alfredo, pero parece necesaria. No me gusta pensar que tendré que votar a amigos, llevándolos así a la tumba. Puede sonar egoísta, pero mientras no haya visto ningún síntoma en nadie ni ninguno pueda demostrar nada yo me decantaré por aquellos con quien menos relación tengo, y cuya pérdida sea menor. En mi voto os descarto a vos, por ejemplo, - dice dirigiéndose al Conde Roderigo - pues vuestras hijas ya han sufrido bastante.

Recorre entonces a todos los presentes con la mirada, pasando por los guardias de Próspero. ¿Y si era alguno de ellos? De muchos no sabía ni sus nombres, ni siquiera reconocería sus caras... para al final pararse en Rosella, el ama de llaves.

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20/07/2013, 10:15
Cecile

Las palabras de Attilio hicieron que Cecile todavía se sintiera más deprimida. Ella también había sufrido, pero estaba claro que no había vivido tan intensamente las situaciones que describía el bardo. Aunque hacía años que se encontraba envuelta de nobles, tejiendo relaciones hasta el punto de conseguir incuso buenas amistades e incluso amantes en la Corte, ella no pertenecía estrictamente a la nobleza.

Pero al fin y al cabo, el tiempo y las personas se encargaron de acomodarla en el estamento, convirtiéndose a parte de su labor, en una persona de confianza para muchos.

Sumergida en sus preocupaciones, Cecile escuchó la conversación iniciada por Fionna, quien aseguraba haber estado en un lugar igual al que se encontraban, donde permanecía solitaria su difunta madre. ¿Seguro que no se trata de una alucinación...? 

Seguidamente, el discurso de Fausto acabó de rematar las pocas esperanzas con las que contaba Cecile. Le habían tratado tan bien desde que se encontraba entre ellos... En un principio no le preocupaba en exceso, pero finalmente, no pudo evitar temer que, por mucho que los demás le contestaran haciéndole ver que era un plan descabellado, acabaran aceptando su propuesta.

No obstante, las palabras de Lucrezia relajaron en parte a la mujer. Le tenía gran estima por cómo la trataba y, haciendo una búsqueda rápida en sus recuerdos, pensó que podría contar con su apoyo.

Cecile observó a Attilio, quien se había apartado de todos. Dejó que tuviera unos minutos de soledad para pensar, pudo ver en su expresión que los necesitaba.

Miró a su alrededor y empezó a darle vueltas a todo. ¿Qué... Qué puedo hacer? Cómo voy a votar a alguien de los presentes, si gran parte de ellos han cuidado de mí desde el primer día... Además, tampoco puedo escoger a quienes no me respetaron nunca, porque podría herir a otros...

No sabía qué decir. No sabía qué hacer. Juliana comentó algo muy acertado, a lo que asintió. - Es cierto... Si pudiéramos encontrar la forma de ver los síntomas de los afectados reflejados en alguno de los presentes... - Obvió lo segundo que comentó, pues aunque Cecile también empezaba a pensar de esa forma, no quiso revelarlo.

Prefería estar callada, todo lo estaban organizando los demás y a ella no se le ocurría otra forma más acertada para salir de este problema. Se dirigió finalmente al bardo y posó ambas manos en su espalda, siguiendo sin decir nada.

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20/07/2013, 12:34
Giuseppe

Giuseppe sabía que estaban perdidos.... Satanás ya había ganado la primera batalla...

¿Examinarnos? Ninguno de los presentes somos médicos, creo... y salvo nuestra experiencia de hoy creo que nadie ha estado cerca de la muerte roja ni ha presenciado cómo se enferma o cuales son los síntomas...

En esta sala empieza a hacer calor, todos sudamos y todos estamos nerviosos... ¿Vamos a martar a alguien solo porque tenga un momento de debilidad y se maree?

¿Que tenemos que hacer ahora? ¿Juzgar y sentenciar a Fionna porque tiene una herida en el brazo y ha perdido la consciencia?

Señores, Damas.... Satanás quiere jugar con nosotros y me temo que da igual cómo lo hagamos y el pretexto que tengamos... quiere que votemos...

Salgamos de esta farsa ya Senéscal... articule un procedimiento de votos y llevemos a la tumba al primer inocente... Me temo que en el día de hoy no será el único inocente que muera...

La pena y la desazón se instalarón en la cara de Giuseppe mientras con sus brazos rodeaba a su querida hija Martina...

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20/07/2013, 13:12
Lucrezia

- Mucho me temo, Juliana, que don Giuseppe tenga razón. - Se encogió de hombros. - Solo quienes han sido tocados por la ososa mano de ese espíritu voraz saben exactamente qué es lo que les ha entregado. ¿Son portadores de la plaga? Probablemente. Pero que sea visible a nuestros ojos, temo mucho que no sea así. Eso sería el señuelo perfecto para que nosotros masacrásemos indiscriminadamente a nuestros enemigos primero, nuestros amigos después y finalmente traicionar nuestros propios lazos de amor y sangre... Temo que quienes muestren muestras muy claras de la enfermedad sean solo las víctimas de quienes han sido engatusadas por ese diablo. Ya se sabe lo que se dice. El diablo cuida de los suyos...

Se quedó dudosa y apretó los labios. En Lucrezia, incluso así, tal que se arrugaban sus facciones, su señorial hermosura salía a relucir. Se encontraba indefensa, y sus ojos aún enrojecidos por el llanto lo gritaban aunque su discreción hacía que sus palabras fueran tranquilas.

- O quizás reclame sus almas por el camino... Tan solo para generar más dudas. Como una peste, se podría ir extendiendo por todos nosotros, dejando atrás los cadáveres de quienes hayan aceptado sus oscuras promesas y los que estas personas hayan decidido matar por consumar sus envidias y sus odios, o los pensamientos impuros que meta la Muerte Roja en su razón. Y ahora somos llamados a añadir un cadáver más a esa asquerosa estela... - Se llevó las manos al corazón, y miró a Giuseppe. - Pidamos todos perdón al Cielo por nuestros pecados. Pidamos todos perdón por los que estamos a punto de cometer. Y pidamos el perdón para quienes no saben lo que hacen...

 

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20/07/2013, 18:07
Chiara

Chiara se esfuerza por responder con una sonrisa al gesto de Fausto. — Oh, pero claro que mi disculpa es necesaria, caballero, de verdad lamento haberle hablado así. — Después, avergonzada, aparta la mirada y se limita a escuchar las propuestas de unos y otros, sin volver a intervenir.

Cuando Patricia habla sobre quién sería capaz de usar artes satánicas, los ojos de la joven se dirigen temerosos, hacia Juliana. — Pero ella no usaría sus artes contra Próspero... ¿no? — Se queda pensando en lo que dice la muchacha rubia, buscando alguna relación entre Camelia, Próspero y Lautone sin resultado. No encuentra nada en común a los tres.

Enzo desvía la mirada de la suya rápidamente y Chiara frunce ligeramente el ceño al verlo. Sacude levemente la cabeza después, para continuar escuchando las conversaciones. Todos parecen de acuerdo en que lo mejor sería encontrar los síntomas de la enfermedad antes de acusar a nadie, pero no resulta una tarea sencilla sin ningún médico en la sala.

La joven permanece en silencio, observando detenidamente a los que la rodean, buscando alguna señal en ellos que pueda llamar su atención.

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20/07/2013, 19:34
Martina

Martina se apego aun mas a su padre, con cada segundo que pasaba en ese lugar se acercaba mas a el.

Las palabras apenas salían de su boca. Ahora todos hablaban de matarse entre ellos mientras un siervo del mismísimo diablo andaba suelto asestando puñaladas. ¿Por que tiene que ser así?... No lo entiendo.

Martina no conocía de nada a los presentes y no disponía de motivos para sospechar de ellos, cuando las acusaciones empezaron a volar intento mantener la calma y mantenerse al margen. Pasados unos minutos se acerco a Giussepe dejandose rodear por sus brazos.

-¿Os encontráis bien padre?

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20/07/2013, 22:07
Giuseppe

Giuseppe miró a su hija... quizá, su único consuelo en este encierro de locos.... Se aferró a ella con fuerza y habló en voz baja, casi en un susurro...

Si querida Martina, estoy bien, quizá algo acalorado y sudoroso por la cantidad de lenguas serpentinas que nos rodean...

Hija, no te separes de mi... a cada segundo que pasamos encerrados más locura invadirá nuestros cuerpos... y la gente buscará la sangre de los demás con cualquier pretexto... con tal de salvar su propia vida...

Satanás ha ganado la guerra y sólo nos queda esperar a que Dios todo poderoso interceda por nosotros y salve nuestra alma y nuestros cuerpos... El problema será saber cuanta sangre será necesaria para que Dios repare en nosotros...

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21/07/2013, 00:51
Salvatore

Trataba de permanecer callado ante la idea de que hicieran votarnos unos a otros para acabar con la posibilidad de que la muerte hubiera enviado algún secuaz al interior de la sala, pero finalmente no pude evitar posicionarme en contra.

“Maldito canalla...” -pensó mientras lanzaba una furiosa mirada a Alfredo. -¿De verdad consideraréis la propuesta de Alfredo? ¡Es una locura!

Durante un rato pensé en la idea, pero de ninguna manera me convencía.

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21/07/2013, 04:20
Fionna

Fionna se encuentra distraida, algo desolada. Su madre no le hablaba y los difuntos estaban tan desconcertados como los vivos. Fionna mira a todos los nobles mientras se peleaban por participar, por no participar, por seguir los designios de Satanás o por no seguirlos.

Ella conocía la agonía de los caídos y no podía más que apiadarse de ellos, pero aquellos en la corte no entendían eso. Estaban tan centrados en discutir que olvidaban las advertencias de la muerte. Mira a su hermana y a Salvatore confusa, pues ella consideraba realmente la posibilidad de votar, pues había visto las artimañas de la muerte y había padecido de ellas. Las palabras de Salvatore le taladran el corazón y tomando fuerzas, dice - Mis señores, mi madre no desea hablarme pero el señor Lautone parece estar convencido de que ha sido la muerte roja quien le ha matado. Ellos se encuentran tan desconcertados como vosotros - su tono era triste y asustado. La hora de votar se iba acercando y ella no tenía total certeza de qué hacer: Si seguir la petición de Alfredo, o las protestas de ciertos nobles que la reprochaban.

Todo esto, siendo tan joven...

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21/07/2013, 12:38
Roderigo

Una feble y sincera sonrisa se dibuja en mi rostro ante el comentario de Juliana.

- Mi señora, debo agradecer su comprensión por lo que está sufriendo mi familia... - Miro alrededor y pienso en los otros caídos, como Lautone o el Príncipe. - Sólo suplico, de todo corazón, que nadie condene a mis hijas, pues yo como su padre prefiero ser foco de sus votos a que ellas estén en peligro de muerte.

Aprieto un poco más fuerte a mi hija en mis brazos y respiro hondo en su pelo.

- Dile a tu madre que estaremos bien, y que no la olvidamos ni por un instante.

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21/07/2013, 19:34
Juliana

Juliana asiente a las palabras de su amiga Lucrezia, pero sin embargo luego se dirige con sinceridad a Roderigo.

- Mi buen Conde. - le dice - No deseo ser yo quien os diga esto, pero creo que deberíais temer por vuestra hija. Yo no votaré por ella por deferencia a vos, pero estamos hablando de buscar síntomas de enfermedad. Ella se ha cortado, desmayado y ahora delira creyendo que habla con los muertos.

Después toma aire y espera unos segundos antes de continuar, dudando sobre cómo sería la mejor manera de seguir. Es consciente de que está tratando un tema delicado, pero de no hacerlo la culpa que arrastraría después sería enorme.

- Disculpadme si soy muy brusca, pero creo que debéis estar preparado para lo peor. No creo que sea algo que haya pasado desapercibido, y quizá queráis tener unos momentos con ella antes de que llegue el mediodía.

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21/07/2013, 21:21
Fionna

Fionna mira a Juliana con clara indignación en su rostro. Su padre iba a dar su vida en su lugar, de ella ser elegida y esa mujer osaba decir tal barbaridad.

Fionna aprieta sus manos de ira y mira a su padre, aquel hombre noble que siempre había cuidado de ellas, que había sido más que sólo su progenitor. Él estaba sufriendo por la pérdida de su esposa y ahora, querían alejarlo de ella. Era inaudito.

Fionna se para con la molestia en su rostro y se dirige a la antigua amante del príncipe - Mi señora, no sé qué habré hecho yo para ofender vuestra existencia, pero si hemos de hablar de situaciones como ésta, ¿Qué hay de usted? Nuestro señor el príncipe, escupió sobre usted en su lecho de muerte, manifestado claros síntomas de la muerte roja. ¿Y así cuenta usted con la culpabilidad de una joven como yo que ha contado lo que ha visto? ¿Ve en mí alguna señal de empeoramiento? No lo creo. En cambio usted, usted ha estado en contacto directo con la enfermedad. Creo que una persona poco adecuada para acusarme de alucinar, es usted - pocas normas de etiqueta había aplicado allí, pero era su padre el que había sido mofado y era su honra la que estaba en juego. Todo dicho con un tono fuerte pero sin pasar a los gritos. Sus ojos se encharcan de lágrimas y mira a su padre, a su hermana y a Salvatore. ¿Será que ellos creían lo mismo de ella? ¿Será que todos creían que estaba loca?

- Si realmente le parece descabellado que le diga que he podido llegar a conocer un lugar así de terrible y abandonado por la gracia de nuestra fe, le recomiendo que evalúe una vez más las atrocidades que hemos visto y si esas atrocidades son a su juicio, un acto visto diariamente. Si así considera que lo sobrenatural cobra sentido, adelante - su voz temblaba de ira pues no quería morir, no quería ir allí. Ella ya lo había visto...

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21/07/2013, 21:37
Salvatore

Las palabras de Juliana me provocaban acidez, ni siquiera quería escuchar el resto de sus palabras pero no tenía por donde escapar así que decidí hacer frente a la mujer y dejar claro mi enfado. ¿Que pretendía con aquellas palabras sobre Fionna?

-¿Intentáis plantar la semilla de la duda sobre Fionna? -espeté cerca de ella, señalándola con el dedo índice de manera acusadora. -La joven Fionna ha sufrido un traspiés durante el escape ¿Y ya queréis aprovechar la situación para votarla? -la ira de Salvatore iba en aumento. -Y encima tenéis la desfachatez de decir que no la votaréis por deferencia el conde. ¡VERGÜEEEENZAAAAA!

Con mis palabras me acerco a la familia del conde.

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21/07/2013, 21:55
Juliana

El rostro de Juliana permanece inquebrantable ante la comprensible respuesta de Fionna. Sin embargo, cuando habla Salvatore, una mirada de incredulidad se escapa de sus ojos. ¿Dónde se habrá creído que se encuentra?

Se dirige a la chica con tono tranquilo para responder.

- No habéis hecho nada para ofenderme, querida, ni yo pretendía hacerlo para ofenderos a vos. La semilla de la duda está plantada en todos nosotros, pero observad cómo os miran los demás. No soy la única que lo he pensado, ni mucho menos. Si vuestro padre se ha ofrecido a morir en vuestro lugar es porque él también se ha dado cuenta.... Sólo he tratado de aconsejar a vuestro padre que tuviera unos minutos con vos, por si acaso. Ya ha perdido a su esposa sin poder despedirse. Se trataba únicamente de un consejo.

- No la toméis conmigo, yo ni siquiera voy a votaros. Tanto Chiara como yo recibimos en nuestros vestidos la sangre de nuestro Príncipe, sí, pero lo hemos solucionado a tiempo. Hemos ajado nuestros vestidos, y no creo que ella se encuentre peor de lo que yo me encuentro. En cambio, vos habéis sido tocada por la mismísima muerte. - en ese momento se toma un segundo para evaluar a la joven - No veo ninguna señal de empeoramiento, es cierto, pero tampoco nuestro amado Príncipe o el Conde Lautone las mostraron antes de que fuera tarde.

Después, tras tomar aire, se dirige a Salvatore.

- ¿Aprovechar la situación para votarla? Vos mismo os contradecís al reconocer que no lo haré. Sólo he tratado de dar un consejo a un amigo. ¿Qué os sucede, señor, para reaccionar de esa manera?

Por último, pregunta a Chiara.

- ¿Vos os encontráis bien, querida?

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21/07/2013, 22:10
Salvatore

-No me contradigo de ninguna de las maneras, he dicho que vos decís que no la votaréis, no pongáis palabras de más en mi boca.

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21/07/2013, 22:14
Juliana

El rostro de Juliana permanece inmutable ante el comentario de Salvatore, aunque asiente con la cabeza.

- Entonces es a mí a quién llamáis embustera a la cara. - dice seriamente - Muy bien. Los actos hablarán por sí solos. Y no creáis que olvidaré esto.