Partida Rol por web

La máscara de la Muerte Roja

3. Sala Púrpura

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23/07/2013, 02:36
Director

Temerosos, deshechos algunos tras los acontecimientos y el recuerdo de las muertes pasadas, los invitados de Próspero huyen de la sala azul, llegando a una exactamente igual que la anterior, excepto por el color. En esta ocasión, en las paredes y los adornos dominaba el púrpura, y la luz que se filtraba por las vidrieras daba a todo aquel que se topase con ella un aspecto pesaroso y triste.

La comida en aquella sala era algo más escasa. El pan estaba duro, y el vino algo agriado, aunque aún podía resultar atractivo a la hora de procurar evadir pensamientos funestos. Nadie quiso comprobar las puertas o las ventanas, pues quizá toparse de nuevo con la desesperanza que suponía no poder salir de la ratonera en la que se había convertido el castillo de Próspero era algo que a duras penas podía soportarse dados los acontecimientos.

La puerta que daba hacia la sala azul, permanecía abierta, ofreciendo una posibilidad engañosa que la mayoría encontraba ya inalcanzable, permitiendo a los que aún permanecían en pie observar el macabro escenario que dejaba la estela de la Muerte tras de si.

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23/07/2013, 08:22
Fabiano

Esta vez, a diferencia del resto, Fabiano llega a paso más lento a la nueva sala, nada más llegar se dirige a la mesa del servicio y da un trago al agrio vino.
Una vez termina de tragar, ira al conde y a su hija menor, dudando si decir algo. Termina encogiéndose de hombros.
Piensa en la antigua compañera del príncipe, a fin de cuentas ya había compartido mucho con ella, y ahora, no está.
- Sigo estando a su disposición al igual que el resto del servicio. ¿Quieren algo de beber? El vino está agrio, pero sigue quitando la sed si se toma el suficiente.

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23/07/2013, 10:15
Lucrezia

Lucrezia entró con menos energía en esta sala que en las anteriores, y con la cara surcada por las lágrimas. No sólo había perdido a una de sus amigas en la corte de una forma cruel y sangrienta; sino que sentía que perdía a su hija, lo único que le quedaba de su familia; y sabía que con cada sala en la que se adentraban se alejaban más de la salvación. Aquel palacio no era más que una lujosa ratonera.

La imagen de la cabeza de Juliana rodando por el suelo no hacía más que repetirse ante sus ojos, y cuando su mirada se cruzaba con siquiera el atisbo del azul de la anterior sala, un escalofrío la recorría por entero. Se agarraba a sí misma, con el abanico aferrado entre sus manos entrelazadas y éstas apoyadas junto a su corazón. Además, la muerte de Giuseppe le recordaba lo que les esperaba. 

- Ay, pobre Juliana... pobre don Giuseppe... - Murmuraba, intentando mantener la mirada fija en la nada. Tras hacerse de nuevo aquel silencio sepulcral que había justo tras la muerte, aquel corto velatorio antes de las discusiones, y antes de que aquel maldito reloj volviera a sonar; buscó a su hija y fue hacia ella. Empezó a acercarse a pasos cortos, pero fue acelerándose, y en su rostro anegado por las lágrimas empezó a verse una mueca de horror y enfado. La viuda tensó una mano, parecía a punto de abofetearla, pero se contuvo. Y parecía que el dolor de sobreponerse a aquella tormenta de decepción y tristeza se unía al de obligar a su cuerpo a contenerse. Miró en silencio a Elisabetta durante varios segundos, llorando en silencio con el ceño fruncido. - Por tu hermano, Elisabetta, por tu padre, que el Señor los tenga en la gloria, jamás vuelvas a hacer lo que has hecho en esa sala. ¿Votarte a ti misma? ¿Sabes el horroroso pecado que estás cometiendo, y más estando encinta como lo estás? ¡Estás rechazando la vida que Dios Nuestro Señor te ha dado, a ti y a tu... a tu hijo! Si estás desesperada, como todos nosotros, ven y reza conmigo por nuestra salvación... - Dudó si continuar, y aunque la razón le decía que no lo hiciera, no se pudo aguantar y añadió algo entre dientes. - Y si esto es solo otra manera de hacerme saber lo mucho que me odias, es muy cruel, demasiado cruel.

Rompió a llorar y se dio la vuelta. Abrió el abanico, comenzó a agitarlo y fue hacia una silla apartada para coger aire y poder llorar sin molestar a nadie. Por el camino se cruzó con la hija del mercader.

- Mi joven señora. Disculpadme. - Hizo una reverencia ante Martina y se acercó para cogerle brevemente la mano. - Siento muchísimo vuestra pérdida. Vuestro padre ha demostrado ser siempre un hombre temeroso de Dios y muy serio. Estoy seguro de que Nuestro Señor le guarda un lugar en Su gloria.

Se mordió el labio, compungida por su propio dolor y volvió a bajar la cabeza ante la muchacha antes de seguir hacia la silla.

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23/07/2013, 11:33
Nicola

La macabra danza seguía su curso. No tenían modo alguno de saber si Juliana era una de las portadoras, pero el pobre Giuseppe había fallecido, de una manera tan horrible como Lautone, Próspero, la esposa del conde... Y dejaba, tras de sí, otra hija destrozada, igual que con Fiona y Patricia. 

Nicola se acercó a consolarla, aunque lo cierto es que se encontraba algo confuso. Jamás habría pensado que Giuseppe iba a morir... Pero los caminos del Señor son inescrutables, y no podía impedirse su obra, como el viejo mercader había señalado antes de morir. 

-Martina... Lamento sinceramente vuestra pérdida. 

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23/07/2013, 12:16
Cecile

Al llegar el momento, los temblores de Cecile fueron en aumento. Permaneció al lado de Attilio, temiendo que se lo pudieran arrebatar. Sabía que no estaba sola, que había quien la apoyaba a pesar de no ser familia, pero con él compartía algo especial y no podría soportar perderle.

La pobre Juliana fue la escogida finalmente. Todavía en su mente resonaban los gritos de la mujer y el sonido de la espada atravesando su cuello. Se tapó los ojos para no ver la horrible escena y cuando el reloj volvió a sonar, corrió tras del bardo hasta llegar a la sala púrpura.

No se había dado cuenta hasta que todos llegaron a la nueva sala y se cerraron las puertas, de que el padre de Martina no se encontraba entre ellos. Pero sí se había dado cuenta, incluso antes de que Alfredo iniciara las votaciones, de que el hombre no parecía encontrarse bien. Finalmente, las palabras de Nicola acabaron por confirmarlo.

Se acercó a la joven con tristeza y a pesar de guardar algo de rencor al caballero por haber señalado a su Attilio, le tranquilizó ver que atendía a Martina, ahora que más lo necesitaba. - Cuánto lo siento, Martina... - Tomó una de sus manos, todavía temblorosa, para acariciarla. - Tranquila... No está sola... - Le apoyó, mirando a Nicola al pronunciar las últimas palabras, guardando y apartando el rencor por el momento.

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23/07/2013, 15:34
Attilio

Attilio suspiró algo aliviado, pero miro al mercader con desdén e hizo el gesto de no con la cabeza se acercó a Cecile cuándo fué a la sala púrpura, agarró algo de pan y agua lo cual mojó y hizo una pequeña pasta parecída al pan fresco le puso lo primero que encontró en buen estado encima, y se lo ofrecío a comer.Pobre Juliana, no se merecía esto....

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23/07/2013, 16:29
Enzo

Enzo entró en la nueva sala junto a los demás, al otro lado se vislumbraba la luz azulada de la sala que habían dejado atrás, el bastardo no quiso mirar hacia aquella sala, todo había pasado muy deprisa.

Entonces buscó con la mirada a Chiara y se acercó a ella con timidez, como pidiendo disculpas, la posibilidad de morir aquella misma noche le dieron las hagallas necesarias para acercarse a la dama.

- ¿Se encuentra bien mi señora?-le dijo con un ligero rubor de mejillas-Hemos asistido a un espectáculo muy desagradable, ojala pudiera evitarselo...- Enzo, quiso añadir algo más, pero su timidez y su miedo al rechazo lo impidieron.

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23/07/2013, 17:55
Fionna

Fionna sale huyendo del lugar después de la escena y al recuperar la compostura, se encuentran en una nueva habitación, tal vez tan terrible como las anteriores aunque el color era más de su agrado. Mira a Martina y le hace un gesto triste aunque no puede articular palabra.

Se abraza a su hermana y con lágrimas en los ojos, le dice - Gracias por creer en mí - luego corre hacia su padre y lo abraza fuertemente, le sonríe y hace un gesto a su familia. Debía cumplir una promesa antes de que algo terrible sucediera.

Se acerca lentamente a Elissabeta y mira a Lucrezia para buscar su aprobación. Le toma las manos y le dice - Mi señora, el señor Lautone le dice que espera que esté bien y que sea fuerte. Que no piense en sacrificarse para ir allí. Está muy triste de saber que usted se ha votado a usted misma - la mira con una sonrisa y añade - Por favor, no se rinda -.

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23/07/2013, 18:22
Martina

Martina permaneció agarrada al cuerpo de su padre hasta que la obligaron a salir de la sala y dirigirse rápidamente a la otra. Una vez allí simplemente se sentó apartada, alejada de todos los demás mientras su mente le abandonaba poco a poco.

¿Por que a mi?... Primero madre y ahora esto... ¿Que voy a hacer yo ahora?

Unas pocas de lagrimas escaparon de sus ojos y recorrieron sus mejillas, la chica había olvidado que se encontraba en compañia de un gentío tan grande pero aun en la soledad que estaba creando era incapaz de llorar. La situación le sobrepasaba de tal manera que estaba bloqueada, apenas podía moverse. Todo su mundo se desmoronaba a una velocidad insoportable para la chica.

Cuando Nicola, Cecile y Lucrezia le dan el pésame al fin Martina estalla en llanto comprendiendo que su padre no esta y probablemente no volverá nunca.

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23/07/2013, 18:30
Salvatore

"Juliana..." -lamentó las manera como había acabado aquella mujer, antaño la admiraba, pero desde que Chiara era la nueva preferida de próspero había cambiado para mal y se había vuelto fría y terrible. -¿No habría bastado con arrojarla fuera de la habitación? -musitó mientras miraba con cierto desprecio y disimulo a Alfredo.

Me acerqué hasta Lucrezia y dejé estar todos los protocolos, en una situación como aquella poco o nada me importaba el chismorreo de la corte (si es que sobrevivía alguien para poder chismorrear). La abracé desde la espalda y le demostré mi afecto. -Mi señora, siento la pérdida de vuestra amiga, de verdad que lo siento. Me separé de ella con suavidad tratando de recuperar la postura y continué. -Vuestra hija acaba de perder a su amado, lo veo en su mirada... Elisabetta, no debéis martirizaros por su pérdida, no es lo que él habría querido. -miré con tristeza su torso. -¿Se trata de su hijo? Tenéis que sobrevivir por él, por vuestra madre.

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23/07/2013, 19:09
Elisabetta

El niño que crecía en su vientre era la esperanza... gracias a las palabras de Giussepe, Fausto, Chiara y Fionna, ahora lo comprendía.

Una vida. Ella cargaba con una nueva oportunidad.

Juliana era amiga de su madre, aunque a ella nunca le había caído especialmente bien. Entendía su reacción ante su perdida. Aunque no había comprendido bien su sacrificio. No te odio madre. Nunca lo he hecho -intento explicar -Sólo... tan sólo quería vivir mi vida, junto al hombre que amo. Lejos de esto. Al confirmar Fionna que hay un más allá... ¡Dios! ¡No puede ser pecado desear algo mejor para mi pequeño!

Me equivoqué madre... ahora lo se. Perdóname. Prometo no volver a hacerlo. Y acompaño mis palabras de un fuerte abrazo. Me enjugo las lágrimas y se me escapa una sonrisa al ver a Salvatore abrazar a mi madre. Sin duda estará tensa pensando en el qué dirán. Mi madre es así. Es tarde para cambiar eso. 

Tras eso, me acerco a Martina para consolarla. Sin duda Chiara era su mejor amiga en la corte. Y por ende Martina se convirtió en su segunda mejor amiga. Ahora, la sobreprotegida muchacha se encontraba indefensa y sola. No, sola no.

Siento tu perdida. Pero no estarás sola. Chiara y yo estaremos siempre a tu lado.

Más tarde agradecería a Fausto sus palabras de ánimo y consuelo. Ahora debía permanecer con sus amigas.

Notas de juego

Editado: Faltaban unas negritas. Sorry

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23/07/2013, 19:48
Chiara

Chiara observa horrorizada el destino de Juliana. Sus ojos se abren como platos cuando los guardias aplastan a la mujer contra el suelo, y no puede apartar la mirada de la de la otra mujer, que intenta liberarse aterrada. Cuando la espada desciende sobre el cuello de la que fue en cierta forma su rival, Chiara por fin cierra los ojos, llevando una mano a su rostro para protegerse. Sin embargo, el húmedo sonido se le clava en lo más profundo de la mente.

La puerta se abre y todos comienzan a huir a toda velocidad. La joven agarra la mano de su amiga Martina y la arrastra hacia la nueva sala, obligándola a abandonar el cuerpo de su padre. 

Una vez en la Sala Púrpura, Chiara parpadea rápidamente, intentando asimilar todo lo sucedido, todo el horror de las votaciones que, a pesar de que las considera necesarias, han resultado mucho más duras de lo que su joven mente podía imaginar. A pesar del miedo que le provocaba la antigua amante del príncipe, a pesar de haber bromeado con sus amigas sobre lo feliz que sería si desapareciese... Ahora, después de la imagen vivida en la sala anterior, no puede evitar arrepentirse y sentir su muerte.

Durante un segundo, sus ojos se posan en Lucrezia y fugazmente se plantea preguntarle el por qué de su voto hacia ella. Sacude la cabeza, centrándose. Era de esperar. Después de pasar junto a Próspero sus últimos momentos lo extraño es que sólo haya sido uno.

Chiara se muerde el labio y se gira hacia su amiga, que comienza a llorar, en silencio la abraza. Sabe que no hay palabras que puedan consolarla, trata simplemente de hacerle saber que está ahí para ella, que no está sola. Después de que su padre se erigiera para ella como todo su mundo, quedarse sin él debe ser terrible para Martina.

Percibe a Enzo acercarse a ella y escucha sus palabras, pero le dedica una mirada, señalando a su amiga con la cabeza, esperando que él entienda que ahora debe estar con ella, que hablarán después.

Cuando Elisabetta se acerca, Chiara le coge la mano con suavidad y le habla en un susurro. — No vuelvas a hacer algo así. Tu bebé te necesita, todos te necesitamos. 

Después se mantiene junto a Martina y trata de llevarla hasta una silla donde pueda tomar asiento y recomponerse de su pérdida. Por el camino, busca a Fabiano con la mirada. — Por favor, Fabiano, traedle un vaso de agua.

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23/07/2013, 23:00
Lucrezia

Cuando notó los brazos de Salvatore, su cuerpo se tensó, pero no hizo ningún movimiento brusco. Simplemente giró levemente la cara.

- Señor... Temo que hayáis confundido nuestros respectivos lugares en esta corte. Aún en estos momentos de desesperación, temo que propasáis los límites del decoro. No somos siquiera familia... - Dijo, mientras su cuerpo hacía algo de fuerza suave para zafarse de aquel abrazo que le sabía amargo. Cuando estuvo suelta, recibió de buena gana el abrazo de su hija, emocionada, y sonrió después de mucho. - Hija mía... me has asustado mucho. - Acarició su cara. - Ese lugar del que habla Fionna no parece ser el mejor para tener un hijo. Y... y bien sabes que te amo, hija mía, con todo mi corazón, y que solo quiero lo mejor para ti. Me duele verte tan triste... - Suspiró. - Todos en esta corte te aprecian. Y todos rezamos porque la Muerte Roja no te dañe... Ojalá esto termine. No creo que Juliana haya sido culpable de nada, pero imagino que lo veremos cuando pase el día...

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23/07/2013, 23:09
Enzo

Enzo ante la mirada de Chiara decidió guardar silencio y apartarse un poco, había sido un estúpido una dama como aquella jamás se fijaría en alguien como él. Seguramente habría pensado que el bastardo de la corte era un insensible y que todo le daba igual, pero él estaba tan nervioso como los demás y ella era delos pocos invitados que le hacían caso.

Con un suspiro se alejó hacia la mesa donde estaba la comida y se sirvió u n poco de vino.

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24/07/2013, 00:59
Fausto

Contemplaba con horror como esta corte dictamina sentencia de muerte en mi amiga. En juliana. Es decir la señora Juliana y yo somos lo cercano que nuestra posición permite, aun así con todo el molesto protocolo que hay que mantener en este lugar. Ella la consideraba una amiga a la cual confiar y una conversadora divertida sin lugar a dudas.

Tapo mi rostro con el brazo izquierdo cuando veo el inevitable final. El momento en que el acero reclama la sangre de su víctima y cercena la piel con la mortal eficiencia para la que fue creada.

El sonido sordo y pesado del golpe es precedido por el espeso de la sangre. Una lágrima sincera se hace camino por mi rostro mojando mi barba. No merecía este final.

De repente las cosas suceden de nuevo y las puertas se abren para pasar a otra sala. El tumulto me advierte del peligro para mi propia vida. Corro hasta su cuerpo inerte y tomo su pañuelo con apenas unas gotas de sangre. Lo aprieto en mi puño y corro como niña para llegar a la nueva sala.

Al llegar y recuperar el aliento, observo el pañuelo lo acerco a mi rostro y aspiro su aroma. Aún mantiene el olor de Juliana. Es curioso como adquieren valor estos simples artículos por el hecho de ser su dueña una difunta. De hecho comenzaba a entender la manía de los caballeros por tener el pañuelo de una dama. Es una forma efectiva de recordarla.

Casi no prestaba atención a los acontecimientos de la sala. Más allá que las mujeres siguen profesándose amistad eterna mientras se señalan en las votaciones unas a otras. Hilarante. Aunque lo que realmente me arrancó una sonrisa fue la forma como Salvatore abrazo a Lucrezia.

Estoy por hacer un comentario ácido de la situación cuando noto la incomodidad en la cara de Lucrezia y sus esfuerzos por zafarse. Decido asesinar mi intención, no estaba de humor para hacer sentir mal a una mujer.

Me acerco hasta Fioona. -Mi señora, ¿podéis llevarle razón a Juliana como hacéis con Elizabetta? Decidle por favor a mi señora Juliana que me he tomado el atrevimiento de robar su pañuelo. Y que lamento lo que ha pasado. Su ausencia me duele enormemente. Si es muy atrevido de mi parte por tomar su pañuelo lo abandonare en el acto.- Esperaba una respuesta de la muchacha. –Todavía me quedan muchas historias que ella no ha escuchado. Me halagaría que les hicieras saber de ellas cuando las cuente.- Me encogí de hombros. –Si no es mucha molestia claro esta mi señora Fioona.-

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24/07/2013, 06:25
Fionna

Fionna mira el gesto de Salvatore con Lucrezia con algo de sorpresa y voltea la cara con tristeza en el rostro. Se aleja despacio para no ocasionar escándalos y se dirige a Martina con delicadeza. La mira y con tono suave le dice - Su padre quiere que le diga que velará para que no le pase nada malo y que hará todo lo que está en sus manos para salvar vuestra alma - se aleja con suavidad. Al parecer, algunos comenzaban a creer en su palabra y eso la aliviaba pero aquello...

Fionna escucha a continuación lo que dice Fausto y le sonríe devolviendo el pequeño voto de confianza. Puede que no fuera mucho pero acababa de salvarse de la muerte porque hubo quienes creyeron en que decía la verdad, así que eso la reconfortaba. Con una sonrisa le dice - Por supuesto, será un honor darle vuestro mensaje - le hace una reverencia y recuerda que hubo algo que no hizo.

Se acerca de nuevo a Salvatore y esta vez no lo abraza pero con una sonrisa tímida y la mirada baja, le dice después de una reverencia - Mi señor, gracias por hablar a mi favor. No le había agradecido anteriormente -.

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24/07/2013, 08:43
Fabiano

El chambelán asiente con la cabeza y acude rápidamente a la mesa para rellenar un vaso de agua y regresar junto a la joven y cederle el agua.
- Tenga, mi señora, le sentará bien. - Dice mientras espera que lo beba.

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24/07/2013, 09:44
Patricia

No me lo podía creer. No sabía que el castigo sería decapitarla delante de todos nosotros como si ella fuese una campesina cualquiera. La voté pensando que la exiliarían de la "seguridad" de nuestro refugio y resulta que... que todos vamos a conocer el mismo final que ella. La impresión de la situación me impide apartar la mirada de su injusta ejecución, observándola boquiabierta esa imagen que mi cansada mente le cuesta de comprender. "¿Por qué?... ¿Por qué han tenido que decapitarla? No somos animales de corral para que nos tengan que sacrificar así", destrozada, ahora entiendo más que nunca que las votaciones serán determinantes para nuestras vidas. Aunque tarde o temprano... Estamos condenados.

Como si no tuviéramos suficiente, Giuseppe parece enfermar súbitamente pero presentando los mismos síntomas que los tocados por la Muerte Roja. La multitud se prende en caos, habiendo estados empapados del temor y dolor de la ejecución, y nuevamente una estampida de gente que trata de huir de la Muerte Roja emprende camino hasta la nueva relativa salida. Esta vez, la sala es Púrpura. Cada vez los colores son menos alegres, cada vez son más irreales, más oníricos... "¿Es probable que ya estemos todos muertos y éste sea nuestro infierno? ¿Condenados a sufrir eternamente el miedo de ver acabar nuestras vidas de una manera tan terrible?"

Me despierta de mis funestos y deprimentes pensamientos el abrazo de mi hermana. Le respondo con una sincera sonrisa. "¿Cómo no iba a creer en ella?" La observo alejarse y mi fugaz sonrisa se torna en una expresión de dolor y arrepentimiento; estamos obligados a jugar a un juego cruel. Injusto y muy cruel. Tomo asiento junto a la mesa y mi mirada se pierde en la nada, recordando el dolor de la pérdida de mi madre al escuchar las palabras de consuelo que profesan a la hija del mercader.

- Hemos perdido el Norte... -murmuro entristecida por los acontecimientos a nadie en particular. Estamos definitivamente condenados.

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24/07/2013, 12:04
Roderigo

Tras haber mostrado mis respetos por los caídos ante los familiares, como ellos hicieron conmigo cuando mi amada Camelia murió, acudo al lado de Patricia.

- Hija mía, estamos perdidos, sí... - Intento recomponerla con un pequeño apretón, que sienta que su padre está aquí. - Pero debemos seguir adelante, juntos, y aprender de los errores.

Ahora dedico una mirada avergonzada al chambelán, objetivo de mi voto.

- Fabiano, le debo una disculpa por haberle votado cuando no tengo más motivos para desconfiar de usted que de otro de los aquí afectados. - Le digo muy serio con una inclinación de cabeza.

Aunque no me fuese a creer, yo conozco mis intenciones y sé cuándo uno debe echarse atrás. Cuando la muerte ronda todos somos iguales.
 

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24/07/2013, 12:31
Martina

Martina acepto de buen grado la ayuda que le prestaban y bebió apremiante el agua que le ofrecieron para calmar su garganta.

-Muchas gracias mi señor.

Después de un rato con la mirada gacha y la mente ausente la chica empezó a dar señales de vida y recomponerse poco a poco, cuando Fionna le hablo sobre su padre una pequeña lagrima se escapo de las mejillas de Martina mientras se aclaraba la garganta.

-De...decirle... -La voz de Martina sonaba rasgada y una mezcla de escepticismo y miedo se denotaba en ella- que espero que su alma se encuentre a buen recaudo... Que espero que se encuentre con madre y cuide de ella de nuevo...

Después de decir eso Martina aparto de nuevo la mirada del grupo y se sumió otra vez en su mente, ajena a lo que pasaba en la sala.