Partida Rol por web

Pirlo tuvo que estirarse y elevar el cuello para alcanzar los ojos brillantes de aquel ser. Sus lecturas no le habían preparado para enfrentarse a un dracónido real. Sin embargo, no estaba asustado, solo embelesado ante la criatura, a la que observaba con curiosidad y atención. Su voz le resultaba tremendamente atrayente. Pirlo se sumergió en sus seseos, estudiando sus entonaciones y giros, en parte porque le encantaban aquellos sonidos arrastrados, en parte también por si descubría algo que resultara útil para sus compañeros.

Karkass guardó silencio, mientras miraba con desconfianza al dracónido. Sus compañeros habían hecho las preguntas adecuadas y él no tenía nada más que añadir. Aunque era valiente como el que más sospechaba que el hechicero reptiliano estaba más allá de sus capacidades, aunque el semielfo no lo pensara igual. 

Alrik, apenas recuperado gracias a Pirlo, contempló la escena tal y como estaba, tumbado boca arriba. La aparición del dracónido ya era perturbadora de por sí, pero verla al revés resutó un espectáculo de una esoteria muy particular.

No creía estar en condiciones de luchar ¡pero por Odín que lo haría si fuese necesario! mientras el extraño hablaba, trató de discernir la verdad en sus palabras, o alguna pista oculta en ellas. Era muy sospechoso que les estuviera dando la información que precisamente necesitaban.

Ninguno veis nada más allá de lo que os he relatado anteriormente. No sois capaces de ver si os está engañando o sencillamente es sincero... realmente os da la impresión de que es cierto lo que os está contando.

El dracónido cerró el puño, y con un pequeño estallido de luz azul, desapareció toda la niebla. Después miró a Belain.

- Creo que no essscuchasss. Al sssur... y no podréisss esstamparme contra nada, deberiasss de aprender de essse - señaló a Rekbran que acababa de hablar. - Sssssolo osss digo que llevéisss lo que nosss debe, ssssoissss sssussss amigosss, sssabréissss lo que esss. Bussscad en ssu casssa, nosssotrosss no lo encontramosss. - la voz sibilante se iba apagando, como si se estuviera cansando.

Se dio una vuelta por la sala observando al resto del grupo.

- Yo he de irme.

Metió su mano entre sus vestiduras y con un movimiento rápido tiró algo al suelo. La sala se llenó de polvo de oscuridad, con el que durante unos instantes no sois capaces de ver nada. Instantes después comienza a disiparse, para poder ver que el dracónido ya no estaba allí.

- Bueno, así son los magos - dijo Rekbran suspirando - hablan en enigmas y desaparecen de golpe. Tal vez tendríamos que volver a la casa de Gundren a ver si encontramos algo -

Luego se inclinó sobre los bandidos derrotados.

- Y veamos qué tiene que decir el desmayado de abajo - dijo mientras revisaba los cuerpos buscando monedas.

Con un largo y profundo suspiro de frustración, Belain bajó las escaleras con largas zancadas para encontrarse con el bandido que custodiaba Kromm.

 - ¿Ha dicho algo interesante? -le preguntó a Kromm- arriba hemos tenido fiesta pero al parecer llegamos tarde...

Por encima del hombro del enano observó que ya no estaba el soldado. Asintió ante la explicación del guerrero, y suspiró aún más frustrado.

 - Cuatro, diez, cien pasos por detrás todo el rato.. aaarrrrgggghh me va a explotar la cabeza. A ver si encontramos algo en la casa, pero es un problema no saber qué buscar. 

Karkass asintió:

—Pues no perdamos tiempo. ¡Vayamos a la casa y luego al encuentro de esos individuos! 

Tenía la corazonada de que no encontrarían nada en la casa pero no perdían nada por intentarlo. Aquel lío estaba escalando demasiado rápido. ¿Quién pagaría las facturas del rescate? La mentalidad de mercader de Karkass chocaba con su espíritu de aventurero. ¡Un rescate! ¡Magos! ¡Nigromantes! De aquello saldría una buena canción de taberna.

Vayaaamos pues - declaró Alrik mientras bajaba, ligeramente dolorido las escaleras - no me sorprendería que tuviera algo que ver con la mercancía que debíamos transportar, pero tampoco tengo idea de qué pueda ser.

Tras la desaparición del dracónido, aún pasaron unos segundos en los que Pirlo seguía en su trance sonoro, balanceándose rítmicamente sobre sus pies. De pronto abrió los ojos y volvió en sí. Sea lo que sea lo que quiere esa criatura, parece que lo encontraremos en casa del enano. Veré si están todavía los caballos. Y se marchó con paso ligero hacia la plaza. Antes de cruzar la puerta de salida, se asomó para comprobar que no hubiera bandidos cerca.

Cuando el elfo bajaba Kromm iba de subida y tras sus preguntas pudo darse cuenta de que no había nadie tras Kromm, ni vivo ni muerto.

- el hijo de puta estaba aterrado, tanto que cuando le quite el pie de encima corrió como alma que lleva el diablo... La única opción era asesinarlo, pero una cosa es enfrentarme a tipos armados y otra matar a un cobarde desarmado que hasta mojo sus calzones.

- cómo fue la cosa arriba, encontraron al Rockseeker?... Ya saben que hay tras la puerta falsa?

Durante la transición de lo pasado algunos comenzaban a bajar las escaleras mientras que Kromm seguía allí abajo por si pasaba algo ante aquella misteriosa puerta.

Entre discusiones de qué hacer, por fin os juntasteis todos abajo y pusisteis rumbo a la casa de Rockseeker.

La oscuridad de la noche os arropa mientras avanzáis por las calles y... aunque está todo en silencio avanzáis teniendo una sensación extraña.

Alguien os sigue.

A tres calles de llegar a la casa del enano, os encontráis con el que reconocéis como el mayordomo de la casa de Rockseeker. Viste ropa ensangrentada y avanza con dificultad, se ve que ha sido víctima de una paliza.

- Aaa....amigos... - consiguió decir mientras se sentaba en el empedrado de la calle y se apoyaba en una fachada - La guardia roja... está en un almacén... en el astillero. Tenemos que rescatarlo...

El mayordomo se quedó ahí exhausto... no sabéis cuánto tiempo habrá tardado en recorrer aquella pequeña distancia, pero la tenacidad de éste le impedía quedarse ahí quieto, sin hacer nada.

- Seguro que... que buscan esto.

Sacó de entre la gabardina una pequeña caja. La abrió, y dentro de ésta apareció una especie de piedra con forma de huevo. Dentro de ésta algo rezumaba. Podíais ver como tenía un núcleo que iluminaba la oscuridad de la calle y se movía dentro de ésta.

- No sé lo que es... pero sé que quieren esto... vayamos a dárselo.

En la oscuridad de la noche no ves nada extraño. Si hubiera quedado alguno de los bandidos de la Guardia Roja te habías dado cuenta, pero no es así. Todo está en calma.

También observas cómo el cuervo que os siguió está ahí, en el tejado de una de los edificios... por lo menos piensas que es el mismo.

 - Hemos llegado tarde, Alfred -respondió con voz disgustada- al parecer se lo llevan al Sur. Nos han alentado a darles eso que Gundren les debe, según ellos; e imagino que es esto...

Al mirar el objeto que muestra el mayordomo, Belain acercó mucho la cara y sin tocarlo colocó la mano cerca para intentar percibir aquello que daba luz en su interior.

 - ¿Qué se supone que es esa cosa? -preguntó al aire. 

- ¿Realmente tenemos que entregarla? es hermosa... -

Rekbran parecía hipnotizado por la joya, pero aunque lo hubiese querido sabía que no podía quedársela.

- Oh bueno, qué remedio - concluyó resignado.

El mediano corrió a socorrer al mayordomo. Con mucho esfuerzo, le ayudó a reclinarse en un murete de una fuente. Quédese ahí y descanse un momento. ¿No sabe nada de esta piedra? ¿Por qué la tenía su señor, cómo la consiguió? Mientras escuchaba la respuesta, Pirlo se aproximó a Belain y, muy discretamente, le susurró: Creo que nos observan. Hay un cuervo sobre nosotros que ya he visto antes. Quizá hace unos minutos ese cuervo tuviera escamas y garras. Cuidado.

Notas que esa cosa refulge vida y tiene algo latente dentro de ella.

No sabes nada mas sobre esta cosa... solo que es demasiado exótica como para que la tenga un enano y demasiado extraña para que se encuentre en la Costa de la Espada.

 - No tengo muy claro que sea una ''piedra'' -respondió haciendo énfasis- sea lo que sea, es muy extraño para estar aquí -miró con seriedad al mayordomo- Alfred tápalo con algo, no hay que llamar la atención en mitad de la calle...

Se agachó un poco para escuchar al mediano y dibujó una expresión preocupada, frotando nervioso las manos. - Ya has visto el cuervo dices... aunque parezca raro lo que voy a decir, me quedaría más tranquilo si de verdad fuese ese dracónido.

Al terminar la conversación con el mayordomo, miró a sus compañeros y añadió sin elevar la voz:

 - La mansión está cerca, sería mejor ir allí y planear tranquilamente lejos de miradas ajenas.

Y con gesto asustado alzó la mirada en busca del cuervo que mencionaba Pirlo. 

Pobre hombre, ¡le han dado la del calamar! - Alrik ayudó a introducir al valiente mayordomo de nuevo en la casa, pretendía sanar sus heridas por medios más tradicionales, pues la fuente de su poder parecía agotada en aquellos momentos - Vayamos dentro, nos conviene charlar sobre todo esto.

Rekbran asintió. 

—No me ha quedado claro si el dracónido quiere jugar con nosotros... ¿era el jefe de los ladrones? ¿o sólo estaba allí para observar la situación?

Mientras hablaba siguió a sus compañeros al interior de la casa, ayudando a Alrik a llevar al pobre mayordomo.