Partida Rol por web

En la estancia, a la derecha, hay un par de puertas cerradas, que parecen dar a una habitación. Seguido a esto se encuentran unas escaleras que llevan a la planta superior y recostado junto a éstas hay un guarda con armadura de cuero y un pañuelo rojo cubriéndole la cara. Ahora se encuentra inconsciente (6 turnos quedan).

En la siguiente sala se ven unas puertas abiertas, tras las que se oculta Rekbran y en el Noroeste se ven unas barricas. Una en vertical y otras dos tumbadas.

Reckbran miró a Belain, y trató de llamar la atención de Kromm y Karkass.

Levantó su mano derecha, señaló la habitación que había explorado, señaló sus ojos y levantó cuatro dedos.

Luego hizo una pantomima de que estaba bebiendo, se tambaleó como un borracho, señaló a los enanos, movió las manos indicando que se acercaran y emuló el movimiento de atacar con un arma de mano. 

Pero después se lo pensó mejor y negó con las manos.

Se señaló a sí mismo, señaló la habitación, y simuló que insultaba a alguien. Después movió sus dedos como su su mano estuviera corriendo. Volvió a señalar a los enanos y emuló el movimiento de golpear con un arma.

Luego miró, esperando una respuesta.

Belain sacó de su bolsillo el pañuelo rojo que encontraron en la casa de Gundren. Con la mano mágica, lo sujetó y se lo acercó volando a Rekbran.

Le hizo un gesto de atárselo alrededor de la cara.

Karkass se acercó a sus compañeros para susurrarles:

—¿Por qué no simplemente atrancar esta puerta y dejarlos encerrados? Aquí no está el objetivo que buscamos. Con lo borrachos que están tardarán un rato en darse cuenta de que están encerrados y si ponemos algo pesado delante de la puerta todavía más en salir. Prefiero guardar energías por si encontramos un enemigo realmente peligroso.

Kromm se mantenía a la espectativa, podía acompañarlo y cargar contra los bandidos o esperar a que los trajese.

Por dentro se reía de las señas de Rek, las entendía o almenos eso creía, pero no dejaban de darle risa.

- Mejor que vengan y aquí los esperamos...

Kromm hablaba bajo, no quería despertar al que dormía, aunque probablemente estaría KO.

- Quédate con ese, si despierta elimínalo.

Igual le indico en voz baja a Karkass, a este era más fácil ya que estaba más cerca.

El hacha estaba ya lista en su mano

Reckbran suspiró. Se puso el pañuelo que le pasó Belain y entró en la habitación.

- ¡Hey! hay unos turistas con mucho dinero y cara de perdidos, podemos hacernos unas monedas fáciles, ¡vengan! -

Y corrió a esconderse en los barriles.

Alrik embrazó su escudo y afianzó su martillo en la diestra.

Al pasar por la puerta, toca el hombro de Pirlo - Que los dioses te sean propicios - una tenue luz brilla por un momento en la palma del enano, que prosigue su camino.

Finalmente se colocó al lado de Karkass, la cecina del mediano le había sentado especialmente bien, y se sentía recuperado, no así su fuente de energía espiritual, la cual se encontraba prácticamente agotada tras tratar de ayudar a todos a salir de la trampa mortal que supuso el almacén.

Mientras que Belain acerca un pañuelo rojo a Rekbran, Alrik aprovecha a entrar bendiciendo a Pirlo en el proceso. Se sitúa junto a Karkass, ambos representan el muro del grupo y no dudan en hacerse fuerte entre ellos.

Pirlo y Kromm se quedan estáticos, observando lo que sucede... aunque uno más ansioso que otro.

Tras estos instantes, Rekbran, sin pensárselo dos veces da el aviso... parece ser que hay unos viajeros desprevenidos en las inmediaciones del almacén. Por suerte para Rekbran (y el resto) lo dice con suficiente voz como para que solo le escuchen en las inmediaciones de la zona.

Los bandidos, que están enjarrillados y exaltados, salen como pueden de la mesa, tropezándose unos con otros e intentando llegar a la puerta.

- ¡Ueee pillaje! - gritó uno.

- ¿Preeesssa fáasil eh oído? - dijo otro mientras tropezaba con las sillas.

Todos salieron corriendo en dirección a la puerta sin prestar la mínima atención a qué hacían allí esos personajes que se encontraban en la entrada.

Con la bendición de Alrik, las pulsaciones de Pirlo se aceleraron. Su mirada se llenó de reflejos rojizos y sintió hervir su sangre. La prudencia le empujaba a saltar a un rincón oscuro y ocultarse de lo que fuera que se acercaba con gritos y sonoras pisadas. Pero desenvainó su daga y se adelantó unos pasos para formar un frente con sus compañeros enanos, hombro con hombro con Kromm y Alrik. Se giró hacia este último y susurró Donde las dan, las toman, compañero Alrik, mientras la voz del mediano parecía sostenerse sobre una alegre melodía de ocarina.

Cuando el primer bandido pasó cerca de él, Belain hizo un giro rápido y retrocedió colocándose tras los enanos.

 - Disculpen, ¿es aquí el Casino? -dijo con acento extranjero y levantando las manos con cara inocente.

Reckbran dejó pasar a sus "compañeros" dando cortos, pero concisos, pasos hacia las barricas. Puso su mano en el mango del estoque y esperó que lo dejaran atrás.

—¡Maldición! ¡Huelen a vino! ¡Esperaba encontrar cerveza!

Karkass intentó atinar a uno de los bandidos pero la confusión era tal que el pillastre se le escabulló sin recibir golpe alguno.

Karkass había iniciado la trifulca y Reckbran se sumó con celeridad. La sorpresa era su principal ventaja y no podía perderla. Sacó su estoque y atravesó la rodilla del bandido. No tenía intenciones de matarlo y quería evitarlo de ser posible.

Kromm avanzó hasta plantarse frente al más avanzado de ellos bandidos (3) , levantó su hacha enorme,sabía que tenían la ventaja. Con su habitual sutileza dejó caer el hacha sobre el bandido.

Sangre, sangre salpicando por todos lados con ese horrible tajo del hacha del enano. Si ver a un enano cargar contra ti, con un hacha más grande que el y la cabeza del hacha más grande que sus espaldas, una cresta naranja, ojos inyectados en sangre y un torso desnudo dejando ver músculos, grasa y cicatrices no eran suficiente para intimidarte, ahora ver esa misma imagen pero bañada en sangre después de descargar el mortal golpe si debían hacerlo.

- A los que se arrodille quizás podemos dejarlos vivos...

lo más probable es que ninguno lo haría...

El ímpetu belicoso de Pirlo se apagó en cuanto quedó empapado de la sangre de uno de los bandidos. El hacha de Kromm Ironfirst sajó la carne y el hueso del que corría más adelantado. Una parte de su cuerpo, Pirlo no supo cuál, le golpeó el hombro y el mediano, horrorizado, miró su ropa ensangrentada sin poder desviar la atención. Un alarido le devolvió a la pelea un instante antes de que un bandido se abalanzara sobre él. Con un movimiento reflejo, mezcla de miedo e instinto, lanzó un tajo al aire mientras cerraba los ojos. Sintió que su espada atravesaba la carne del enemigo. Abrió los ojos, apretó los dientes y dio un paso atrás para ver qué había provocado con su filo.

Rekbran aprovechó la confusión y el ofrecimiento de Belain hasta el punto de que provocó a los bandidos borrachos para que saliesen en tropel de su cena de confort.

Tal y como esperó el joven enano, habían caído todos en su trampa y se procuró esconder tras la puerta dejando así pasar a los bandidos en dirección a la puerta. Unos se chocaban con el mobiliario, mientras que otros se tropezaban.

En éste momento, Karkass aprovechó para darle un mazazo al bandido que estaba inconsciente junto a él. Estaba agachado y no pudo hacer demasiada fuerza para descargar un buen golpe... pero por lo menos algo pudo hacer.

Rápidamente entre todo este barullo, Rekbran lanzó una estocada desde detrás de la puerta que con una precisión inigualable le perforó la arteria femoral haciendo que se desangrase en cuestión de segundos. En ese momento, parecía que ya no salían más bandidos y aprovechó a escabullirse. Rekbran quiso ponerse a cubierto, o aventajar la posición, pero lo que descubrió fue a dos más de los bandidos, y estos no parecía que hubiesen bebido.

Kromm al fondo pudo observar como la puñalada de Rekbran fue efectiva a si que cargó contra el primer enemigo que aparecía por la puerta, cruzándose con Belain y pudiendo escuchar unas palabras raras... en otro idioma. "Quizás está conjurando algo" seguro que fue eso lo que pensó Kromm mientras descargaba el hacha sobre el bandido más cercano y prácticamente partiéndolo a la mitad.

Pirlo, que estaba en el alféizar de la puerta, entonó una canción mientras que avanzaba para apoyar a Kromm. No hizo falta, el enano de forma salvaje ya había destrozado a ese desgraciado.

Los bandidos seguían avanzando, y ahora el sonido de la pelea podría atraer a otros de la zona, pues el entrechocar del acero y los gritos serían suficientes en la tranquilidad de la noche para que fuesen escuchados en los alrededores.

El bandido que aún quedaba dentro de la sala, se topó de frente con Rekbran, a si que desde su inconsciencia fue directo a por él. Lanzó un ataque hacia éste y no erró en el blanco. La espada se le clavó en el antebrazo... ese pequeño descuido podría haberle salido caro.

Mientras, ante la caída del bandido que abría paso hacia la puerta, el segundo decide atacar rápidamente a Kromm pero fallando en el blanco.

Kromm esperaba que los bandidos se lo pensaran, no solo cuando cargo hacia ellos,si no cuando vieron picar al primero a la mitad... Pero no fue así y el que estaba atras avanzó hasta encararlo.

El hacha ensangrentada de kromm ahora se descargó en un tajo lateral que casi parte al bandido a la mitad... Los ojos de Kromm comenzaban a enrojecer mientras la sangre se derramaba. En su mente estaba proteger a Rek quien sabía que estaba adentro solo...

Lo siguiente era avanzar hasta apoyar a su barbilampiño compañero.

Belain observó curioso la facilidad con la que ese enano partía pechos con su hacha, mejor no ponerse en su camino. Olvidándose del teatrillo, ahora inútil, se encaminó con varias zancadas hacia la sala tras los pasos de Kromm.

Pasó junto a Pirlo y le dio una palmada en el hombro.

 - Tranquilo compañero, intenta mantener los ojos abiertos para evitar sustos -dijo telepáticamente al mediano.

Con un movimiento ascendente de su mano, apuntó con los dedos extendidos al bandido que encaraba a Rekbran.

 - Spreadhadh os-nàdar... -bramó el semielfo y un rayo de energía oscura se formó en su mano. Pero en el último momento vio cómo el enano de la cresta naranja se posicionaba entre Belain y su objetivo- ...rach!! -y con un resoplido pudo desviar el conjuro para no impactarle a él.

Astillas y polvo es lo único que quedó del barril en el que había impactado el rayo oscuro.

Sería buena idea atar al humanucho este - comenta Alrik mientras se dirige a una de las puertas contiguas a la escalera - puede que tenga que responder algunas preguntas cuando todo esto acabe.

Sin mucha ceremonia, y con la poca movilidad que el escudo le permitía, abrió la puerta como buenamente pudo, acompañando su apertura de una pequeña patada, por si hubiera alguien husmeando al otro lado.

Reckbran había eliminado a uno por sorpresa, pero en el cuerpo a cuerpo no gozaba de mucha ventaja, así que se enfocó en defenderse.