Partida Rol por web

Un nuevo día comienza desterrando los terrores nocturnos. Los nervios de los últimos momentos parecen desvanecerse al igual que las sombras ante la luz del nuevo día. Las ventanas cerradas durante la noche para protegerse se abren dando paso a la esplendorosa luz de un nuevo amanecer. En los corazones de los protagonistas de nuestra historia las confusiones y tensiones de la noche anterior quedan en el pasado, desterradas por la certeza de que será un día maravilloso en todos los sentidos.

Lentamente se desperto luego de aquella noche, aparentemente la habia pasado tranquilamente, hasta habia logrado e la conseguir un sueño profundo.Se levanto de la cama y comenzo a arreglarse, trataba de no recordar demasiado ni de pensar en lo que pasaria hoy, si embargo sabia que nada habia acabo si no que solo era el comienzo.Luego de arreglarse tendria que salir de su habitacion, sentia la necesidad de tomar un buen te tranquilamente.

Vivían consiguió por fin abrir los ojos. Con gran esfuerzo alargó el brazo hasta la mesilla y cogió el reloj. Eran las nueve de la mañana. Por la ventana entraban los primeros rayos de sol. En la otra cama se encontraba la baronesa. Seguía durmiendo, esperaba que ella hubiese dormido mejor pues ella no había descansado nada bien.

Lo mas seguro que los sucesos del día anterior la hubiesen afectado tanto que su mente estuvo activa toda la noche imposibilitándola el descanso. Intentó levantarse pero cuando estuvo sentada sobre la cama empezó a marearse. La extrañaba su cansancio físico ya que todas las mañanas se levantaba temprano y corría 10 km. Esto que la estaba sucediendo no era normal. 

Se recostó en la cama y mientras pensaba en todo lo acontecido sus ojos se cerraron.

Al profesor Klassen le habría gustado una noche de descanso tranquila, pero en vista de la situación, se había contentado con una noche de sueño intermitente. Despertándose al menor ruido y pasando largos ratos en vela, agradeció la salida del sol y abrió bien la ventana dejando que este lo bañase con su luz, lo que le resulto grato y revigorizante.
Tras prepararse y asearse bajó al comedor preparado para un buen desayuno y una generosa taza de café para terminar de desterrar el cansancio

El primer pensamiento del Dr. Moore al despertar, fue una mezcal de cosas. En efecto, jirones de sueños escapaban rapidamente de su corteza cerebral para perderse en el reservorio eterno del inconciente para quedar oculto en sus sombras. El segundo pensamiento corrio hacia el cochero agredido y su delicado estado de salud, luego, cada dato de la vispera fue tomando su lugar junto a las primeras imagenes de aquella habitacion extraña.

Se levanto y realizo las abluciones matinales aseando su cuerpo y se cambio las ropas, sacando una muda limpia de su valija.

Sin darse cuenta, su mente comenzo a repasar los hechos ominosos del dia anterior y a lo que habian desembocado. Suspiro y de pronto se dio cuenta que tenia hambre.

Salio de su habitacion, exactamente 28 minutos despues de que habia despertado, completamente despejado y correctamente vestido para enfrentar los hechos que traeria ese nuevo dia y bajo las escaleras, rumbo al comedor de la mansion.

Abandonó la habitación casi a hurtadillas para no despertar a Vivian, el reloj pasaba de las diez treinta, bastante tarde en realidad sobre todo para una mujer acostumbrada a abandonar el lecho con los primeros rayos del alba, pero había sido una noche intensa y su cuerpo, su mente, acusaba un cansancio muy poco habitual.

Las horas de descanso no habían sido suficientes, de otro modo no estaría experimentado aquella sensación de agotamiento. Sospechaba que había sufrido pesadillas o algún sueño que perturbara su descanso, pero no conseguía recordar en qué habían consistido éstos, hecho que le resultaba, cuando menos, inquietante.

A medida que sus pasos la acercaban al comedor de la mansión, las voces provenientes de éste iban resultando más claras y reconocibles. 

-Bueno, al menos no parezco ser la única a la que le ha costado abandonar la cama -pensó poco antes de aparecer bajo el umbral de la puerta, aunque de seguro sus pasos y el sonar del bastón ya habían puesto sobre aviso a quienes se encontraban en el comedor.

Vuelvo a despertar. Sigo igual de cansada pero este sueño si ha sido reparador. La baronesa ha debido de levantarse pues ya no se encuentra en su cama. Me levanto a asearme y noto que flojeo. Cuando termino bajo al comedor a desayunar, a ver si comiendo cojo fuerzas.

Poco a poco los invitados de la casa se fueron despertando y dirigiéndose a desayunar. La noche anterior había terminado con una sensación de frustración al ver que las cintas del fonógrafo habían sido robadas y que el autor había escapado.

Sin embargo estos problemas se habían apartado. El café y el té recién hechos fueron servidos en el salón interior.

Los primeros en bajar fueron el Doctor Moore y Lady Lilian que fueron atendidos con presteza por el servicio. Poco después llegó el doctor Klassen, con algunas ojeras.

Un rato después el bastón de la baronesa marcó su entrada en el comedor. Eran casi las once cuando apareció, por lo visto su sueño no había sido el mejor posible.

El Almirante y Lord Winston llegaron poco después. Finalmente sobre las once y cuarto bajó la señorita Atwater, pálida y cansada y con aire somnoliento y por lo visto con ganas de recuperar fuerzas con el desayuno.

Entre las viandas que se podían elegir había café y té de varios tipos y zumo de naranja y pomelo, huevos y bacon fritos, tostadas que se podían combinar con mermelada casera y mantequilla e incluso algunas buenas salchichas para juntarlo todo como se debía. La receta ideal para recuperar fuerzas y afrontar un nuevo e interesante día.

Saludo a todos nuevamente, con educacion -Buenos dias.- Le llamo la atencion el estado en que se encontraba la señorita Atwater, sin embargo penso que habria sido producto de algun mal sueño, que no era de extrañarse con los sucesos que habian ocurrido hace tan poco tiempo.El servicio de la casa era sumamente agradable, no habian tardado nada en preparar todo para los invitados, por lo tanto se dedico a tomar un buen te con limon acompañado de algunas tostadas con mermelada de fresas -Parece que el dia sera largo, donde estara el detective?.- Penso en voz alta.

Soy de los últimos en llegar, la noche ha sido lo suficiente excitante en sus inicios para que cayera dormido cual oso a principios de Octubre. Tengo puesto mi batín de seda rojo con ribetes dorados y mi inseparable pipa ya humea en mi boca, mientras dedico a la féminas con una inclinación de cabeza, seca y cortés.

- Buenos dias, caballeros- tomo asiento y me dirigo al servicio- té por favor, con dos tostadas, aceite y sal, muchas gracias.

Tengo la deferencia por no crear mal ambiente, y para evitarme miradas hoscas, abro un poco la ventana y dejo mi pipa allí, sobre un pequeño reborde.

Buenos dias tengais todos sorbiendo mi tasa de te y luego dejandola en la mesilla Buena pregunta mi Lady, aunque yo estaria mas preocupado por el cochero. Lo que el nos pueda decir es de mas valor que lo que el detective. De hecho, no espero de el mas que engorrosas preguntas mirando su reloj de cadena, el doctor mira hacia la puerta de la sala comedor Aunque me temo que no tardara en obsequiarnos con su presencia. Por cierto, ¿alguna novedad en la noche?

Vivian observó como todos los invitados se encontraban ya desayunando. Había dormido demasiado pero se sentía tan cansada que no pudo levantarse más temprano. - Buenos días tengan ustedes. Dijo lo más amistisamente que pudo ya que no le apetecía hablar con nadie pues estaba totalmente agotada. Pidió una taza de café con un zumo de naranja y para comer los huevos fritos y el bacon. Haber si con el desayuno reponía fuerzas.

Cuando el profesor bajó al desayuno estaba ojeroso y se le veía claramente cansado, con su aspecto difícilmente uno podría pensar que realmente había dormido algo. Evitando mirar a nadie se dejó caer pesadamente en una de las mullidas sillas y pidió huevos revueltos panceta crujiente pan mantequilla y café. Se forzó a tragar el desayuno pese a que tenía el estomago encogido y un mal sabor de boca. Debía coger fuerzas, seguro que las necesitaría. 

Al escuchar la pregunta del dr Moore,  -La señorita Atwater y yo intentamos seguirle la pista al ladrón, pero no vimos rastro alguno en los alrededores, parece como si se hubiera desvanecido, ni una sola huella- dijo con voz cansada -¿como se encuentra el cochero?

Casi todo el mundo había terminado de desayunar o estaba a punto de hacerlo. El desayuno había sido delicioso y ayudaba a recuperar fuerzas. Las preocupaciones de la noche estaban quedando en un segundo plano, por lo menos por el momento.

Dawes el mayordomo, con presteza, apareció junto con el servicio que se dedicó a recoger las tazas y platos del desayuno, sin embargo no le ayudaba. Habló en voz alta pero se dirigió sobre todo al Doctor Moore.

Señor, el agente Lowell quiere que se dirija al cuarto donde guarda el cochero. Parece ser que hay algún cambio en el cochero y quiere que acuda.

Era curioso que hace apenas unos minutos se hubiesen preguntado por su salud.

Espero equivocarme, pero nada bueno espero de esta llamada

El Dr. Moore, da un ultimo sorbo a su te y luego haciendo una leve inclinacion de cabeza hacia las damas y el caballero...

Con su permiso Señoras, caballero...

Luego se levanta alisando las arrugas temporales de su traje, se dirige con paso tranquilo pero firme hacia el destino marcado por el Sr. Dawes

- ¿Qué tal profesor?. Dijo diriguiéndose al Dr. Klassen. Se secó unas gotitas de sudor por encima del labio superior, con un gran pañuelo esmeradamente doblado. Lo guardó en el bolsillo y prosiguió. - Veo por sus ojeras que usted tampoco a podido dormir bien esta noche.

El Almirante bajó a reunirse con los demás el último. Era obvio por la expresión de su rostro y las ojeras que no había pasado una buena noche. Saludó a todos en voz baja antes de servirse un buen café cargado y tomar algo de alimento. Apenas se percató de que Dawes había solicitado al doctor que le acompañara. Todavía le estaba dando vueltas a lo ocurrido la noche anterior.

Dawes te acompaña hasta el cuarto donde habían acomodado al cochero. El agente Lowell, con ojos somnolientos te saluda y se aparta para que puedas examinar al cochero.

No sé muy bien que ha pasado. He echado una cabezada sin darme cuenta y al despertarme estaba así.

En la mesita se ve un café que le ha debido traer el servicio junto con algunas galletas.

El cochero está muy pálido, con una frecuencia respiratoria muy disminuida y con una gran bradicardia. La temperatura corporal ha bajado hasta los 35,5 º C.