Partida Rol por web

No te creas que yo lo sé exactamente. Sin embargo imagínate una bomba como de hinchar bicicletas, algo más grande y con un depósito para la sangre, probablemente de cristal.

De ella salen dos tubos que acaban en agujas para colocar en la flexura del codo. La persona que realice la trasfusión debe operar el émbolo manualmente como cuando hinchas una rueda, pero sin hacer el bestia para no reventar la vena del receptor. Lo ideal es que esto lo hagas tú.

En el depósito de la sangre se coloca el anticoagulante y poco a poco la sangre va pasando de uno a otro.

Tambien puedes optar por no conectar el tubo al receptor hasta tener lleno el receptáculo de la sangre. Esto te permite controlar la cantidad de sangre donada pero te obliga a poner algo más de anticoagulante.

Perfecto master, esta tarde cuando llegue a casa lo narro. Gracias.

Elizabeth despertó finalmente. El atribulado día anterior le había dejado tensa y cansada pero las extrañas revelaciones que el Dr. Seward había dejado en los rollos, su desaparición posterior... todo había sido extremadamente confuso.

El sueño le había rehuido y había tardado en dormirse. Además lo había hecho de modo intermitente, plagado de temores extraños. Al final, casi con la llegada del sol, había podido dormir y reposar por fin.

Algo había pasado, se oía trasiego al final en el pasillo...

EL Dr.Moore, sale del cuarto de Seward, munido con varios instrumentos. Su paso es apresurado y vivo y su destino, la habitacion del desdichado cochero...

Dios, espero no sea tarde y podamos salvar a ese pobre hombre

... mientras en su mente repasaba lo poco que sabia sobre el novedoso metodo de la trasfunsion de sangre...

Bueno, se como funciona el cuerpo, la sangre y demas y los quimicos, no deberia haber problemas

... sin embarho no se sentia tan seguro como ante una histerica o frente a una trepanacion de craneo.

Sumido en esos pensamientos, llego a la habitacion del convaleciente y prestamente dispuso todo para la trasfusion. Se saco el saco y arremando resueltamente la manga de su camisa en el brazo izquierdo, eso le dejaria su mano habil libre para manipular. Luego, destapo el vaso receptor y puso un anticuagulante, eso evitaria que la sangre se pusiera espesa e inutil para sus propositos. Debia calcular bien la dosis de anticuagulantes pues de fallar podria dificultar la cicatrizacion del paciente.

Luego penetro con una de las agujetas en su vena y comenzo a bombear con la pera de goma hasta que su sangre comenzo a caer gorgoteante en el frasco.

Por suerte aun no he desayunado. Podre reponer fuerzas desayunando despues de esto.

Una vez lograda la cantidad de sangre en el recipiente, el doctor saco la aguja de su brazo y repitio el procedimiento en el brazo del receptor. Pronto su sangre circulaba por el torrente sanguineo menguado del paciente...

Ahora es cuestion de esperar...

... y se sento sintiendose un tanto mareado y debil.

:D

-Pues parece que no se equivocaba, si habia una de esas cosas alli.- Siguiendo al doctor, observo como tomaba los instrumentos y volvia con el cochero para realizar la transfusion de sangre -Dios, no creo que sea tan buena idea que el mismo sea el donante tambien, quiza yo debi decirle que me ofrecia.- Se sentia un poco mal, pero ya la transfusion estaba en marcha, asi que deseo que funcionara y que nada le pasara a ninguno de los dos. -Se encuentra bien doctor?.-

Ilse tardó en reaccionar. Necesitó afirmarse en el marco de la puerta pues sentía que de un momento a otro se desvanecería. Parpadeó, Vivian estaba de pie, frente a ella, la oía hablar, pero su voz le sonaba tan lejana que con mucho esfuerzo fue capaz de captar apenas la mitad.

Alzó la mano, pidiéndole mediante este gesto que por favor guardara silencio y le diera un respiro. Se llevó la misma mano a la frente, cerró los ojos y respiró profundo, sintió que le faltaba el aire y lo cierto es que el cansancio que no había dejado de sentir desde el momento que despertó tampoco ayudaba mucho.

-Miss Atwater... él... eso estuvo anoche aquí -le reveló en tono confidente-. Este cansancio que sentimos no es natural, demasiadas similitudes con el relato de la cocinera. ¿Lo recuerda? Tuve mis sospechas e intenté confirmarlas... he sentido su presencia, noté su rastro tal y como lo hice anoche en el porche... estamos en peligro... todos lo estamos... Seward mencionó el ajo, quizás... no... sí... deberíamos probar, quizás aún estamos a tiempo de evitar que el cochero se convierta en uno de ellos.

Lo que decía la Baronesa explicaba su cansancio, ella también lo acusaba. Debió de aparacer por la noche, mientras ellas dormian, pero no recordana nada. - ¿Me está usted diciendo que podemos acabar con el cochero con un simple ajo? o ¿con el ajo esa criatura no se puede acercar a nosotros?. Preguntó a la Baronesa. No la había entendido bien. El cansancio la afectaba tanto que sus frases eran entrecortadas.

La sangre goteaba en el depósito de vidrio procedente de las venas del doctor. En la sala todo el mundo contenía la respiración.

El Dr. Moore, contaba en voz baja para mantener el ritmo de la transfusión. Era importante no acelerar demasiado para no dañar las venas y no demorarse tanto que la aguja comenzase a tener coágulos.

un .. dos .. tres

El doctor volvió a presionar el émbolo.

un .. dos .. tres

Sólo se oía la voz del doctor y la respiración irregular del cochero que parecía encontrarse más en otro mundo que en este. La palidez de su rostro era sobrecogedora.

La sangre fluía lentamente...

El Dr. seguía introduciendo su sangre en las venas del cochero. Muy poco a poco, levemente al principio y algo más después la cenicienta cara del cochero fue cogiendo algo de color. Un ligero arrebol se asentó en sus mejillas.

Había pasado media hora desde que inició la operación...

Todo el mundo parecía muy aliviado y sin embargo... algo terrible sucedía. No se le oía respirar.

La baronesa dudaba.

El ajo tiene cierto poder. Le ahuyenta, le niega...

La baronesa parecía no poder expresarse con corrección. Había recibido una fuerte impresión.

Los cuatro hombres y Lady Lilian se movían de un lado a otro del pasillo haciendo ruido. Parecían agitados mientras se dirigían hacia el cuarto del cochero.

Ahora no... no le creerían y el agente no nos dejaría hacer nada apropiado con el cochero. Debe aprender algo.

La baronesa miró al cuarto una vez más.

Es tan poderoso...

La baronesa hizo entrar a Vivian al cuarto y cerró la puerta.

Hay algo que debe aprender y hacerlo deprisa.

Durante media hora Vivian recibió un acelerado curso sobre " mirar del modo apropiado. "

Vivian escuchó atentamente todo lo que la baronesa le explicaba con sumo cuidado. - Gracias Baronesa pero...¿qué hacemos con el cohero?. El Dr. Moore le va a hacer una transfusión con su sangre y creo que no es lo más adecuado. Además por mucho que le digamos o contemos es un escéptico con todos estos temas. Todo lo que le digamos tendrá una fuerte oposición por su parte. Dijo preocupada Vivian. Al querer tomar un vaso de agua, vio que le temblaban los dedos.

Cansado, debil y mareado, el Dr. Moore ve con desazon como la vida se escapa de aquel pobre infeliz a quien le diera su sangre. Aun con las mangas subidas, el medico nego con la cabeza como tratando de espantar el dolor de la perdida. Ya habia experimentado en el quirofano y en su practica cotidiana la misma sensacion de vacio en el estomago cuando una muerte coronaba el fracazo de la medicina ante lo inevitable, pero no podia sino ofrecer una sumisa resignacion a esos momentos que siempre e inevitablemente eran acompañados por un luctuso silencio.

Luego, unos minutos despues, se levanto de su silla y tapo el rostro del cadaver con la sabana que le cubria el cuerpo... miro a aquellos que le acompañaba y musito un bajo...

Lo siento

... luego bajo la cabeza sintiendo como la muerte invadia la habitacion y su animo.

El profesor había permanecido callado todo la operación, mirándolo todo como hipnotizado. Era la primera vez que veía  una operación de este estilo, y le resultaba fascinante lo mucho que había avanzado la medicina pese a que no siempre consiguiese salvar una vida.  

Cuando el doctor terminó, el profesor se acercó, coloco su mano en el hombro del abatido medico y dando un firme apretón le dijo- Haz hecho todo cuanto has podido compañero, hasta el punto de sangrar por él. Nadie podrá decirte que no lo has intentado- acto seguido ofreció su brazo al doctor para apoyo para caminar -deberías tomar algo- le dijo mientras llamaba a algún sirviente para que le trajesen una bebida caliente y algo de comida para que repusiera fuerzas

Fue bien entrada la mañana cuando Elizabeth consiguió deshacerse de las tenazas del sueño. El día anterior le había dejado agotada; pero las mismas preocupaciones que hacían tan apetecible el descanso, no le permitieron caer dormida hasta llegado el amanecer.

Había más en la nota de Seward de lo que los demás, tan preocupados con las absurdas supersticiones del doctor, habían sabido ver. Lucy querida, ¿qué pintabas en todo esto? ¿sabía Arthur los sentimientos que por ti albergaba el doctor? ¿podría haber sido todo un extraño y enrevesado crimen pasional? Pero no, tantas muertes, tantos años… y esa extraña enfermedad que acabó contigo. ¿Veneno, tal vez? O… ¿supersticiones?

De hecho, la mansión tenía un aura extraña. No sabía si achacarlo a eso, o a la tensión y el cansancio acumulados, pero desde que llegó no se había sentido sí misma. La llegada del detective no había hecho más que empeorar las cosas. La presencia de los apuestos y entregados chicos del Yard, justo lo que esta fiesta necesitaba. Afortunadamente, los pobres no saben resistirse a los sollozos de una pobre y débil dama, sniff sniff.

Perdida en estos pensamientos estaba, cuando a sus oídos llegaron, desde el pasillo, voces cargadas de agitación y urgencia. ¿Una nueva tragedia? se cuestionó azorada. Tras comprobar su aspecto en el espejo de la habitación (lo primero es lo primero), salió apresurada a encontrarse con sus compañeros de infortunio.

—Buenos días caballeros. ¿Me he perdido algo? —dijo, poniendo su mejor sonrisa.

-Elizabeth, me temo que llegas en mal momento, el cochero ah fallecido hace pocos segundos.- Suspiro, tambien trato de darle animos al doctor -Es una pena doctor, usted es un hombre digno de admirar, hizo todo lo posible.La vida es muy injusta a veces, todo esto no tendria que estar pasando, parece una horrible pesadilla.- Sin duda alguna no se imaginaba que asi seria la forma en la que viviria lo que supuestamente iba a ser un reencuentro con su querido amigo despues de tanto tiempo.Tantas muertes, tantas malas noticias, tantas cosas extrañas en tan poco tiempo.La situacion, no mejoraba en ningun sentido.