Partida Rol por web

- De acuerdo, para solo ver el martillo deben rellenar una solicitud y hacérnosla llegar por correo ordinario. Cuando nos llegue tramitaremos la solicitud y en un período no inferior a dos semanas, les daremos una cita para la contemplación de la atracción -añadió Caralimón.

Ante la ruidosa interrupción, a Greg se le encendió una vela.

Niñito... estoy seguro que nuestro grandote amigo te daría encantado ese osito (que no se de donde ha salido) a cambio de... mmm... eso, tu sitio en la cola. - le dio su mejor sonrisa inspiradora de confianza en borrachos grogadictos - ¿Verdad que si, Yimbo?

A Yimbo le daba mucha pena prescindir de aquel osito. Sólo llevaban juntos unos días, desde que lo encontró en el barco que les trajo a Monkey Island, pero el muchacho sentía que entre ellos podía nacer una gran amistad.

Sobreponiéndose a sus sentimientos, lo sacó de su hatillo e, intentando que no le temblara el pulso, se lo brindó al chiquillo.

- Eso é'; yo te lo doy a ti, si tú me deja' a mí el sitio en la cola -le confirmó, intentando disimular la lagrimita que empezaba a asomar en uno de sus grandes ojos.

Wash miró al niño, luego miró a grogman y otra vez al niño y después a Yimbo. -Naaah. No va a funcionar-. Finalmente se acercó al grupo de indígenas. -Señores, mi nombre es Marcius Mathias. Diseñador de atracciones y cuatro veces galardonado con el triple looping a la mejor atracción. Permítanme decirles que me maravilla no sólo su atracción sino la explotación comercial de la misma, que es todo un éxito por lo que veo.- hizo un gesto hacia la cola interminable.

Se rasco la cabeza con la cola y miró a la atracción -Peeeero, he de decir que tiene un único punto debil. Le sobra el martillo.- se acercó más al grupito para poder hablar en "petit comité" -El martillo está muy visto y le da al conjunto un punto algo rural. Cosa que deberían evitar. Creo que deberían sustituirlo pooooor ...- se quedó pensativo mientras miraba a su alrededor - ... un jugoso niño.- Se acercó al pequeño que charlaba con Yimbo y Greg. -Con este cabezón, ¿a que es perfecto para relanzar la atracción?- sonrió forzado esperando la reacción de los "caníbales que no tienen mono en su dieta".

Contra todo pronóstico, el trato de Yimbo con el niño surtió efecto, el niño tomó el osito de peluche y le cedió el sitio a Yimbo en la cola. Solo tenía tres personas delante y se le veía radiante.

Al cabo de un par de minutos, le llegó el turno al muchacho, que con cierta timidez se adelantó y agarró la enorme maza que tenía delante...

- Señor Marcius, sus reflexiones me parecen muy interesantes. Por ese motivo le insto a pasarse por aquí al anochecer, cuando cierre la atracción para realizar diferentes comparativas de marketing y reflexionar sobre las tendencias en el negocio de las atracciones. Le anticipo que soy partidario de fomentar ese énfasis rural, pues es un claro punto diferenciador en la coyuntura del mundo de la atracción.

... y la alzó sobre sobre su cabeza. Los brazos le temblaban, no por el esfuerzo de levantar aquella pesada maza que para Yimbo resultaba ligera, no por que no se sintiese capaz de hacer que la pieza metálica subiese disparada hasta reventar la campanilla; no, por nada de eso. Al muchacho le temblaban los brazos y las piernas por lo que iba a hacer a continuación. Tragó saliva, y lo soltó lo más rápido que pudo:

- ¡Miratú,detr'ádeti! ¡¡¡¡Unmonodetre'cabeza'!!!!

No sabía mentir y se puso colorado como un tomate cuando lo decía. De la propia emoción, descargó un golpe con todas sus fuerzas y los instantes en que la pieza subía a estrellarse contra la campana y en los que se vería si la treta había surtido efecto, se le hicieron eternos.

- ¡¿Qué?! -exclamó Caralimón dejando constancia de que no había entendido una sola palabra de lo que Yimbo acababa de decir.

El martillo golpeó con dureza la base de la máquina proyectando la marca hacia arriba por el carril. La campana sonó con un gran estruendo y la campana se salió del sitio. Esta salió disparada y fue a parar a la cabeza del cítrico caníbal que quedó visiblemente conmocionado. Se giró hacia Wash mareado y dijo:

- ¡Vaya! Un mono con dos cabezas...

Caralimón se tambaleó peligrosamente hasta caer sentado. Las personas que esperaban en la fila rompieron en un estruendoso aplauso. Los otros dos caníbales que se habían alejado del lugar miraron hacia su compañero y se acercaban a paso rápido. Si Yimbo, Nerea, Wash, Greg, Bookan y Pircam querían escapar, aquel era el momento...

¡Oh, creo que me llama mi mamá! - tras la vulgar excusa, Greg salió raudo de la zona de los hechos. Desde fuera de pantalla añadió - Creo que nos llama a todos...

-Si, yo también la oigo. Mejor que acudamos antes de que se cabree.- Y puso pies en polvorosa antes de la llegada de los caníbales.

- ¿Un mono de do' cabeza??? ¿dónde? - Yimbo miró hacia todos los lados, buscando ansiosamente ese raro animal hasta que cayó en la cuenta de que el plan había funcionado. De una forma rara, pero lo había hecho.

-¡E'peradme! -les gritó a los otros cuando marchaban- ¡Que a mí también me llama tu mamá!!!

Nerea, que estaba admirada de lo espabilado que estaba resultando el grumete, y que había estado todo el tiempo muy callada, observando las distintas estrategias que los demás habían intentado para conseguir la maza, se dió cuenta de que tenían que salir de allí cuando antes si la treta de robar el martillo por la cara funcionaba.

Cuando Yimbo dejó caer el martillo y la campana golpeó a Caralimón y lo dejó medio tonto, Nerea se giró y empezó a correr, de forma que cuando los otros reaccionaron, ella ya les llevaba una cierta ventaja.

El grupo de piratas y casi-piratas salió disparado del poblado de los cabeza-frutas a la velocidad que sus pixeladas piernas les permitieron. Su destino: el Monkey Khan.

Alcanzaron la atracción y comprobaron que junto a ella, esperaba el "hombre con pinta de vivir bien". Se acercaron a él con gesto sonriente.

Ansioso por "arreglar" la atracción, Greg coje el martillo y el clavo y se dispone a hacer su cometido.

- ¡Greg Gregburgson a su servicio, señor! - Exclama quitandose la chaqueta y dejando su torso al descubierto. Martillo al hombro, posa un segundo imaginandose un cartel publicitario, con la mirada perdida hacia el sol poniente.

- Mmmm... el señor importante y trajeado al fondo, aprovechandose de mi trabajo le da cierto toque... tal vez falte una hoz por aquí...-

Como para representar en un anuncio a un duro trabajador de la construcción del ferrocarril, Greg lanza un martillazo al clavo en cuestión.

- ¡Proletarios de todos los países, uníos! - un segundo después, se recompone y mira a ambos lados. - Uuuh... no se muy bien por qué he dicho eso...

Como si se tratara de un curtido trabajador digno de un cartel con tonos rojizos, Greg alzó el martillo y golpeó con fuerza...

Nerea, admirando el torso del presuntuoso Bobinson (que no por ser capitana pirata iba a estar ciega a los encantos masculinos), se quedó impresionada cuando Greg alzó el martillo y...

Haciendo gala de su inmensa capacidad de autosugestión, Greg se convenció de que era un trabajador de la industria europea aún antes de saber lo que eso significa, no obsante, logra clavar con éxito el clavo parecido al Ginsent del 3 ante la porcina sonrisa del "hombre con pinta de vivir bien". Este le hace entrega de una invitación para el Monkey Khan.

Inmediatamente, una interminable fila de personas de todos los tipos, razas, religiones y planetas se forma junto a la entrada del Monkey Khan. La atracción se pone en marcha y el grupo abandona el lugar con disimulo esperando oír un accidente múltiple en cualquier momento.

Greg tenía dos hilos de pensamiento. Uno le decía que el clavo no era seguro y que la atracción podía venirse abajo en cualquier momento. El otro sólo susurraba dos palabras: "Monkey Khan".
Una vocecilla hablaba de responsabilidad, de un seguro de vida dejado para más adelante, de terribles accidentes y de horribles secuelas.
Pero entonces el segundo hilo encontró un razonamiento lógico.

Greg se encogió de hombros con una sonrisa. - Gracias al gran barman del cielo, esta es una aventura para todos los públicos, grog yeah!