Partida Rol por web

Pese a que no habían seguido su sugerencia, caballero seguía pensando que el carro hubiera sido una mejor opción para poder retirarse rápidamente, Rudolph se mantuvo en guardia. Con su espada desenvainada y su escudo brillante en ristre dio la espalda a la curadora y a su paciente y se mantuvo atento a lo que pudiera surgir de los alrededores. Sus ojos y su cuerpo, giraron una u otra vez, mientras se aseguraba que nada ni nadie se aproximara a la novicia

- Eso a sido... especial - atinó a decir sin dejar de montar guardia - la sangre de una santa que cura la tierra - insistió sorprendido - Con razón el Obispo pensaba que estaba tocada por nuestro salvador -

- Supongo que necesita descansar y el lugar, ahora, parece seguro. Aunque deberiamos asegurarnos que esa humareda... - apuntó con la espada a las tumbas cerradas - ... no sean el principio de un problema. NO corresponde desenterrar a los muertos, pero no pienso sacarle un ojo de encima a esas tumbas - se explicó

- Si nos quedamos - hizo especial énfasis en el "SI" - quienes estén de guardia deben prestar especial atención a ese sitio -

Sin embargo, antes de pensar en guardias y seguridad, correspondía esperar que el lider de la caravaa diera su opinión, por lo que el joven caballero se mantuvo atento a su opinión, sin dejar ni por un momento de permanecer atento a los alrededores

Ulrich mantenía entre sus brazos a la joven novicia hasta que la misma cayó desmayada sobre los mismos. El caballero se preocupó sobremanera y la estrechó pensando que la joven podía haber perdido la vida. Sin embargo los ojos del caballero pudieron ver como poco a poco la oscuridad y negrura daban paso al fruto de la vida allí dónde la sangre de la novicia alcanzaba a llegar. Algo que nunca en su vida había observado. La vida parecía florecer de nuevo allí dónde el aliento de la mujer había llegado. La mente del caballero no daba crédito a lo sucedido. ¿Cómo era aquello posible? ¿Acaso estaban ante una santa con la gracia de Dios tal y como el obispo comentaba? Ulrich comenzó a pensar que quizá las intenciones y voluntades del obispo pudiesen ser ciertas y no simplemente egoístas. Había dudado realmente que Denia fuese una Santa tal y como el obispo le relató. Pero ahora los hechos hablaban por si solos y él mismo había presenciado aquel milagro.

¿Sería Denia la nueva Santa Clara de Montfalco o San Francisco de Asis? Ulrich miró a la chica desmayada y de nuevo volvió a mirar el bosque que ahora relucía verde y vivo. De nuevo miró a la joven sorprendido. En el fondo de su corazón sólo rezaba al Señor porque la chica no se hubiese debilitado lo suficiente para haber agotado sus días en este mundo.

Oía a sus compañeros hablar, pero era incapaz de escuchar, pues su mente se encontraba en otro lugar y en otros pensamientos. No fue hasta que le ayudaban a mover a la mujer cuando el caballero reaccionó. Mirando todavía sorprendido hacia aquel rostro afable y lleno de paz, movía el cuerpo de la muchacha hacía dónde le indicaban.

Con sumo cuidado la dejaron sobre el árbol y mientras la elfa canturreaba y bailaba buscando hierbas y emplastes y se los aplicaba a Denia, el caballero permanecía arrodillado a su lado, apoyado sobre su espada, con los ojos cerrados y rezando a Dios, su Señor, porque escuchase sus súplicas y no permitiese que la joven se reuniese tan pronto con él en los cielos. Ulrich rezó con ardor y firmeza hasta que la elfa les comentó que se encontraba bien y que sólo necesitaba descansar. Aliviado y santiguándose se levantó dando gracias al Señor.

Miró a sus compañeros y examinó el lugar:

-Nos quedaremos aquí hasta que la hermana Denia recupere la consciencia. El Señor quiera en su misericordia infinita que su debilidad sea breve. Realizaremos las guardias que sean oportunas. No quisiera reemprender el viaje y que sea causa de una lenta recuperación.

-Levantemos el campamento. Edgar. Cuidad de la hermana Denia. Si algo pasase quiero ser informado inmediatamente. Si Rudolph, Doña Navief, Lirio, hemos de levantar las tiendas, buscar algo de leña y asegurar el perímetro.

- Yo seguiré cuidándola por la noche, si no os parece mal, con mis cuidados se recuperará algo más rápido. No le ha pasado nada, solo ha perdido sangre, pero su cuerpo ya está trabajando para generar sangre nueva, es joven y saludable, estará recuperada muy pronto. Necesitará comer carne y beber mucha agua en cuanto despierte. Deberíamos permitirle que siga su instinto, no debemos ser cadenas a su santidad, dentro de varios siglos se hablará de los milagros de Santa Denia en su camino por los bosques.

El saber de Lirio estaba mucho más allá de sus capacidades, que además estaban basadas en dichos, tradiciones e historias. Pero sí pudo observar que su habilidad era increíble no sabía cómo pero sus hierbas parecían recién cortadas, salvo las que debía estar secas que parecían alcanzar el punto exacto al sacarlas de la bolsa. No había visto jamás una herbolista la mitad de buena que ella.

No tardaron en levantar el campamento, aunque aún no era media mañana. Denia no tardó más de media hora en abrir los ojos de nuevo, aunque estaba pálida y débil. A los caballeros les recordaba a tantos y tantos compañeros a los que habían visto heridos en batalla, con brazos o piernas cercenados; pocas veces despertaban y con frecuencia la gangrena se los llevaba a los pocos días. Pero la novicia no tenía heridas, así que cabía suponer que mejoraría; los cuidados de Lirio parecían haberle devuelto un poco de color y suficiente fuerza para sentarse y hablar.

Sir Rudolph sentía inquietud por las tumbas y con razón. No era la primera vez que veía a un esqueleto o zombi estallar en pedazos al recibir la caricia de la energía de Dios. ¿Era eso lo que había ocurrido en aquellas tumbas? No lo sabía, sinceramente... pero no podía dejar de pensarlo. El clérigo se le acercó y le puso una mano en el hombro.

-"Yo también creo que ahí había no muertos esperando algo a salir, tal vez la vida pasando lo bastante cerca para sentirla. Era lo que temía, que los muertos siguieran alzándose. Espero que el sacrificio de Santa Denia haya borrado el mal del claro, tal vez no había más tumbas afectadas, pero con el donativo del señor Edgar, en unos minutos prepararé el ritual y sacralizaré el resto de tumbas, sin el origen del mal, espero que nada pueda resistir mi moderada gloria celestial."

- Esperemos que así sea - Sir Rudolph asiente a las palabras del clérigo antes de rebuscar en su mochila y sacar un vial de agua bendita - Quizás esto os sirva para reforzar vuestro ritual. Si debemos quedarnos hasta que nuestra protegida se recupere, mejor asegurarnos que no surjan sorpresas de las tumbas a nuestro alrededor - comenta mientras le obsequia el vial

- Es temprano, yo me ocupo de buscar leña para armar una fogata - se ofrece antes de observar a la elfa - Os agradezco vuestra ayuda. Está claro que sabeis lo que haceis. Quizás, hace un rato, fuimos demasiado precavidos - reconoce antes de rebuscar en "Precavido", su caballo de carga y sacar los enseres de campamento.

Con movimientos mecánicos, el del escudo brillante apoya su escudo contra el mismo árbol donde apoyó su lanza y se ocupa de sacarle la armadura a su corcel para que pastoree sin peso sobre su lomo.

Sus manos se movieron y abrió los ojos poco a poco. No recordaba muy bien que había pasado, había estado consciente mientras el estigma, pero no se acordaba de detalles, seguramente su mente decidió borrarlo.

Permaneció aun tumbada, se seguía sintiendo débil, aunque algo más fuerte que cuando cayo en los brazos del caballero.

Sonrió al ver que todos estaban bien y que al parecer el lugar ya era seguro, pues acamparían allí por el  movimiento que veía de los demás.

Navief había concentrado todos sus esfuerzos en acondicionar el terreno y levantar las tiendas. Además había liberado a sus animales de sus cargas para que pastaran libremente, mientras hacía provisión para que tuviesen un almuerzo ameno, aunque no demasiado excesivo. Ahora que entendía mejor la situación y que tenían nueva compañía, había optado por racionar un poco las porciones para cada miembro, para asegurarse de que no fuese a faltarles nada durante el viaje. En eso estaba cuando se percató de que la doncella abría los ojos. Sonrió para sí misma de ver que la joven retornara a la conciencia. Sirvió un poco de agua fresca en uno de los cuencos que llevaba consigo y lo llevó para ofrecerlo.

- ¡Bien hallada sea, hermana Denia! Me alegra que despertéis de vuestro sueño, sin embargo os informo que podéis descansar tranquilamente, pues acamparemos en estas tierras que vuestro espíritu ha purificado.

Puso el cuenco a su alcance, y luego regresó a sus labores.

Sonrió a Navief a modo de agradecimiento por el cuenco de agua, que bien le vino -Entonces finalmente esta tierra esta limpia, no sabia si podría hacerlo- dijo algo cansada.

Se volvió a recostar una vez hubo bebido y miro a los demás.

Los dedos de Edgar seguían extrayendo suaves melodías del viejo laúd. Absorto en ello, no se percató de que el sueño de su compañera había terminado hasta que la guía le dirigió la palabra.

¡Denia! Habéis despertado, qué alegría. -dijo sonriendo- ¿Os encontráis más recuperada?

Asintió, y sonrió a Edgar -¡¡Me alegro de verte!! tu melodia a ayudado a recuperarme como siempre, me alegra- dijo más animada al ver que su amigo/hermano estaba a su lado, como siempre, cuidandola.

Ulrich se había alejado en búsqueda de algo de leña para el campamento, a su vuelta pudo ver a Denia despierta. Dejando la leña sobre el carro del bardo se acercó hacia la Santa y agachándose para quedar a su altura comentó:

-¿Cómo os encontráis? Quiera Dios que os recuperéis tras vuestro esfuerzo. Mi mente no negará lo que mis ojos han visto. Las palabras del obispo se han hecho verdad. Mucho os agradezco lo que habéis hecho, demostrando vuestra grandeza. Sin embargo he de advertiros que no volváis a hacer algo similar. Vuestro bienestar es nuestra preocupación. No deberíais exponeros de esta forma. Nos habéis asustado realmente. Descansad y recuperaos. Nosotros atenderemos de los alrededores.

- Esa generosidad no debe ser reprimida, además, ahora tendrá una sanadora particular... Bebed mi querida Denia, y comed, mañana estaréis mucho mejor. Además, es probable que ella misma tenga la capacidad para curarse si fuese necesario.

Y como si de una madre cuidando a su hija, se reclinó hacia ella y le dio un beso en la mejilla.

Cuando Lirio se inclinó para besar en la mejilla a la muchacha, susurró unas palabras.

- No digáis nada, se alarmarán. Pero este roble no era solo un roble, un ser de los bosques vive en él, un ser bueno y generoso. Os ha visto crecer y os quiere, y ahora le habéis salvado la vida, y esa fue la razón por la que insistí tanto en venir, por él. Antes cantó para vos, aunque no pudísteis oírlo. No digáis nada a los demás, ellos no comprenden que en el bosque haya otras vidas.

-Fácil es lanzar la lengua al aire cuando no es propia la vida que en peligro se expone. Comentó el guerrero a la intervención de la elfa. Siempre era fácil hablar cuando el sacrificio lo ofrecía un tercero. Lo había visto en todos lados y siempre perecía al que más había que agradecer por seguir los dictámenes del que menos debería hablar.

-¿Qué os hace afirmar tal cosa? Preguntó Ulrich molesto cuando Lirio insinuó la capacidad de sanación de Denia. No os atreváis a restarle importancia a su seguridad por vuestro beneficio en base a supuestos desconocidos, os lo advierto. Aunque para vos no sea más que un fruto cuyo jugo se ha de exprimir, he de recordaos que ha de llegar en perfecto estado de salud a nuestro destino. Y eso es lo que prima, su salvaguarda. Espero que haya quedado perfectamente claro.

Lirio no se inmutó ante la reprimenda. Si acaso una chispa de humor muy en el fondo de sus ojos que pasó inadvertida para todos.

- Por supuesto mi señor, en modo alguno quise insinuar nada remotamente contrario. He debido explicarme mal, supongo que por no dominar bien el idioma de los hombres.

Al escuchar el intercambio entre Ulrich y la elfa, Rudolph sonrió para sus adentros. Si la tal Lirio pretendía continuar viaje con ellos debería aprender a controlar sus palabras

- Lo importante es que ya parece mejor - aseguró acercándose e interponiéndose entre ambos - y tambien la tierra está recuperándose. Está claro que ha sido obra del señor... a través del sacrificio de la hermana Denia. Solo que... - el joven caballero dudó un momento, tratando de seleccionar con cuidado sus palabras - Os solicitaria que mientras viajeis con nosotros no hagáis esfuerzos tan grandes - Por su tono, si el del escudo brillante hubiera portado un sombrero lo estaría retorciendo - Somos responsables de vuestra seguridad y... como decirlo, como podemos protegeros de vuestros propios impulsos bienechores - trató de explicarse

- No dudo de que habéis hecho lo correcto, pero... y si no hubieramos podido despertaros? Como le hubiesemos explicado al Obispo que fue lo que pasó. Lo cierto es que no se que es lo que pasó, aunque haya visto el resultado. Solo que... tratad de ser más... eh... responsable con vuestra propia salud - terminó sus palabras algo avergonzado de haberlas pronunciado.

Miro seria a Ulrich y Lirio -Por favor caballero, lo menos que necesito ahora es que discutáis nuevamente, pido algo de tranquilidad, pues aun me siento débil- lo miro, esperando que parasen, luego volvió su mirada a Rudolph -Aprecio mucho que os preocupéis por mi salud, pero si a costa de mi salud puedo ayudar, así lo haré, y si muero no tenéis más que explicarle al obispo porque fue, y estará complacido de quitarse una "bruja" de encima- dijo algo más ruda de lo normal, aunque con tono amable.