Partida Rol por web

El mediano miró al elfo sin tener en claro si estaba de acuerdo con sus planes, o en contra de ellos. Despues de todo, su "me apunto" daba a entender una cosa, mientras que su frase anterior daba a entender lo contrario.

Sin embargo, poco dado a los análisis sintactico-psicologicos, no estaba preparado para entender la dicotomía de sus frases - Pues... aprovechemos que no parece haber guardias a la vista. Solo es cuestión de ser rápidos -

Robin se preparó para cargar en cuanto lo ordenara el baj... mediano. ¡Se llamaban medianos, por Random! Robín tenía que aprender a ser más tolerante no solamente de obra, sino también de pensamiento: después de todo, nadie podía saber de qué lado iba a caer la moneda, ni cuánto medirá la criatura que algún día puede salvarte el trasero.

Quizás usando una pequeña treta la cosa funcione mejor. Una chica en principio frágil pide ayuda a los guardias al verse en un apuro, y cuando van les caemos encima al haber caído en nuestra emboscada.

Si hacemos un ataque directo y fallamos pueden avisar al resto de la guardia, y eso nos traería graves problemas. – Miro a sus compañeros, luego sospeso sus armas, con cariño, suavemente, como si ya estuviera imaginando la lucha que en breve podía tener lugar

- Pero... esos guardias no parece que vayan a avisar a nadie... ni a preocuparse por una dama en apuros - contradijo el mediano al enano - No creo que hagan nada más que defender ese acceso - añadió señalándolos - No parecen muy "vivos" que digamos -

La semielfa miró desde la distancia a sus compañeros y movió las manos con las palmas hacia abajo indicando calma. Se sacó del escote el colgante que había pertenecido a Aldara y ahora colgaba de su pecho. Se acercó sin mirar atrás hacia la vieja academia militar y se colocó a una distancia que ella calculó la más prudente y no menos necesaria para que el efecto del hechizo surgiera efecto. Acarició el colgante con el dedo anular en círculos concéntricos hasta que éste comenzó a brillar con una luz mortecina.

Comandare morts mira voluntat tua
es ahora mía

Recitó esto en dos ocasiones mirando primero a una de las figuras y luego a la otra. Cuando terminó de decir las dos frases, les gritó desde la distancia :"¡quedaos quietos!".

El mediano miró a la maga y espero sus instrucciones. Las extrañas palabras y los gestos de sus manos daban cuenta que sabía lo que estaba haciendo. Solo esperaba que realmente fuera así

Sin embargo, asomado a la ventana, aún montado en su perro, no aflojó la tensión de sus dedos sobre su honda. Las siluetas resultaban demasiado amenazadoras como para relajarse.

El enano se quedó contemplando las evoluciones de La echicera, no comprendía lo  que decía ni los gestos que estaba haciendo. Observo el colgante sin saber que iba  a hacer con el, observando algo que su mente jamás sería capaz de comprender, su mente estaba forjada por el secreto del acero, y el lo dominaba y confiaba en el …

Mama Briggite levantó su medallón y se concentró. Sintió como la energía arcana del mismo recorría primero sus manos y luego el espacio que la separaban de los dos soldados. Efectivamente eran muertos vivientes, aunque con aquella armadura la nigromante no tenía muy claro de que tipo. Notó como uno de ellos caía bajo su influjo. Por desgracia el otro permanecía ajeno a su poder. Mama intentó enlazar su psique con el que había controlado: no era un muerto viviente menor... De hecho notaba cierta inteligencia en él: muy ruda, pero superior a la de un zombi... Se dio cuenta entonces de que el otro 'caballero' alzaba su espada y comenzaba a descender los escalones de la entrada...

"Esto no me gusta", dijo Arthedain. "Uno de esos monillos va para donde está Mama. Eso, o yo soy un semiorco", ironizó el alto elfo mientras sacaba la espada.

"Vamos, se ha acabado el tiempo del disimulo," dijo mientras salía a la calle en dirección a su compañera.

 a Bhain no le hizo falta oir nada mas, debía acercarse a mama, estaba sola, y desarmada, y  aunque sabía del poder de su magia, el solo confiaba en sus armas, ellas nunca fallaban.

Silvania puso la flecha en su cuerda, pero esperaba no tener que soltarla, no les interesaba una confrontación en plena calle y a plena luz del día.

Eran imaginaciones suyas, o uno de los no-muertos acababa de lanzar un gemido airado? ¿Era posible que una de aquellas criaturas hubiera logrado romper las mágicas ataduras de la necromaga?

Por si acaso la mujer tenía problemas, Robin se acercó corriendo hacia allí.

"Quizás se me escapen las sutiles artes necesarias para controlar a estas criaturas abominables, pero que me levante con el pie izquierdo si no soy capaz de reducirlas a un montón de cenizas humeantes".