Partida Rol por web

- Que cada cual ocupe su puesto donde crea que puede ser más útil -el caballero señaló una línea de árboles a su espalda y dijo -yo me ocultaré tras esos árboles con mi caballo y cuando crucen cargaré contra ellos con mi querida lanza -fue hasta el lugar que había indicado y tras haber desmontado se arrodilló dejando a su caballo pacer ahí al lado y comenzó a rezar a la Dama -da fuerzas a este fiel servidor de la Justicia y defensor de los más débiles, que el Santo Grial que llenaste con tu pureza me dé fuerzas para la contienda que se avecina -tras haber orado volvió a montar y esperó pacientemente.

Me bajo de la roca al oír los tambores enanos, está apunto de empezar el combate y el corazón se me acelera sin quererlo. Es propio de la batalla, el nerviosismo se instala en el estómago. Lo que he comido ya está hecho, no me entrará nada más hasta que todo esto acabe.

Me acerco hasta el río y bebo un poco de agua de cuclillas. Hago cuenco con las manos y me mojo el pelo y la cara también. En breve el río se llenará de sangre. Bebo un poco más y luego me apoyo en la roca que hay en la orilla. Dejo mi ballesta sobre el peñasco. Me cojo un trozo de cuerda fina de la muñeca y empiezo a aplastarme el pelo para hacerme una coleta bien apretada.

Parecía que no quedaba mucho más por hablar. Ése era el plan que tenían. Era una mierda de plan, pero era el suyo, y tendrían que intentar ejecutarlo.

-En fin, de algo hay que morir, ¿no?-dijo el mercenario, mientras se acercaba al borde del río con la ballesta preparada. El alboroto que causaba lo que sólo podía ser un contingente de enanos acercándose consiguió alegrarle en parte, aunque sabía de sobra que aún tardarían en llegar... Al fin y al cabo, no eran una raza conocida por su velocidad y sus largas piernas...

Busco el grupo de arboles mas cercano para protegerme de los proyectiles y encontrar una buena posición para cargar en cuanto esten a mi alcance  .Respiro lentamente como si  hacerlo de manera normal pudiese delatarme mientras agarro el mango de la alabarda con tanta fuerza que los nudillos se me quedan blancos . 

Trojan se acercó al muró de piedra que le ofrecería algo de protección cuando los orcos en retirada se les echaran encima. Dejó su fiel hacha y preparó el arco y las flechas, había practicado con él y era hora de probar si el norsca sabía atravesar corazones, además de cercenar cabezas. Vio cómo sus compañeros se iban repartiendo según creyeran conveniente. Vio cóo muchos buscaban esconderse, no por cobardía (eso esperaba) sino para poder sorprender al enemigo, mientras Kurt avanzaba como un valiente. Cuando oyó lo que Sir Hugo pretendía se sintió con la necesidad de replicar.

Un caballerro como tú deberría saberr que no se puede lucharr en este terreno montado. El caballo meterrá la pata en una rrama o rresbalarrá con los guijarros y tú acabarrás en el suelo.

La formación en la que estaban, realmente era un callejón sin salida. Los estandartes por un lado tendentes a conducir a los orcos hacia aquella zona y la amenaza real de los tambores enanos convertían aquél lugar en un todo o nada para ellos que ocupaban esa posición. O mataban a todos los orcos que accedían al lugar o morían. 

Por fortuna, el paraje presentaba dos parapetos al final, lugares en los que podrían emplear una defensa similar a la empleada en el paso, puntos en los que las paredes rocosas les permitían tener una superioridad numérica clara frente a posibles atacantes, gracias a las armas a distancia y a las alabardas que portaban alguno de sus compañeros, y así lo indicó para el caso de tener que organizarse en retirada. La mitad del grupo debería ir para un sitio y la otra mitad para el otro.

Ahí fue donde dejó atado su caballo (AN 3) con casi la totalidad de su equipo de campaña y con un carcaj de flechas. La elfa buscó un punto intermedio algo elevado desde el que disparar sus flechas mitras los pieles verdes trataban de cruzar el río y ahí se colocó (AJ 7), asegurándose de que tenía un acceso fácil al punto de retirada.

No obstante antes de situarse explicó a sus compañeros las que creía las posiciones más adecuadas* en caso de tener que retirarse, ya que como afirmaba Domochievski lo más seguro es que tuvieran que replegarse.

- En cada grupo deben ir varios armados con proyectiles, varias personas para el combate a cuerpo a cuerpo y varias personas con alabardas que puedan atacar desde una segunda fila.- comentó. - Los puntos adecuados para colocar la primera línea de defensa son este* y este** y detrás de esa posición iríamos los demás. Esas posiciones permiten además dar relevo a los defensores heridos o cansados, permitiéndonos soportar un largo asedio, mientras esperamos la llegada de refuerzos. - 

La llegada de los orcos era inminente y con ellos, la batalla y la muerte....para nosotros con mayor posibilidad si no nos coordinábamos adecuadamente o nuestros refuerzos no llegaban a tiempo. Mientras que mis compañeros y las nuevas incorporaciones empezaban a moverse yo esperaba.....muchas cosas podían salir mal si nadie tomaba la iniciativa. Necesitábamos una estrategia no ir cada uno por su lado.

- Lorantha tiene razón, hay posiciones mas defendibles y vamos a necesitarlas. Visto que los refuerzos llegarán cuando lleguen....mejor sería que la escucháramos. Puede que aun así palmemos, pero al menos nos llevaremos a unos cuantos orcos con nosotros. ¿Con cuantos alabarderos contamos?, ¿Cuantos arcos o ballestas....hondas también valen?, ¿Cuantas armas de mano?.

-No!- grito Domochievski ante lo expuesto por Lorantha -refugiarnos tan atrás solo hará que el enemigo se de cuenta pronto de que los estandartes son solo un señuelo y pasen de largo, mejor sería huir en todo caso. Y no nos confundamos, son estúpidos, pero no tanto; seguramente se reagruparan tras cruzar el río y si deciden atacarnos seguramente saltaran por las rocas nos rodearan en grandes números; nada los obligará a atacarnos tal como esperas Lorantha, esto no es como en la fortaleza de aquellos locos donde había un único camino-.

El Kislevita avanzando hacia el río notó como los primeros pieles verdes empezaban a retroceder tras el avance de las fuerzas del imperio y la llegada de los enanos de Barak Varr. -Tenemos que empujarlos de vuelta al río, si lo hacemos bien conseguiremos que los pieles verdes acaben en el río acorralados por enemigos a ambos lados. Necesitamos hombres al frente, Grunt y Valdia conmigo; Nathan y Grim, vayan a la derecha; Kurt, tu estás al mando en ese flanco. Trojan, preparate para mojarte un poco. Sir Hugo, en cuanto los orcos crucen, carga contra ellos barriendo los flancos. Lorantha, quizá no te guste la idea, pero prefiero que tú y Jaime se coloquen en esa plataforma (en torno a V22), al menos durante el inicio de la batalla-.

Del otro lado del río el sonido del metal contra el metal se escuchaba con ferocidad; los gritos de dolor de los soldados imperiales y los gritos de guerra de los pieles verdes inundaban la zona. Y mientras la batalla se desarrollaba, las primeras lineas de enanos se lanzaban en carga con fiereza. Al sur de la batalla cada vez mas pieles verdes iban retrocediendo hacia el río, era solo cuestión de tiempo para que varios de ellos optasen por cruzar a través de los bajos.

-Vamos Domo!- dijo el mediano en tono bromista a sabiendas de que al Kislevita no le gustaba que le llamasen así -Lorantha tiene razón, se que tienes razón y esas bestias acabarán pasando de largo, pero eso no es problema nuestro, los puros estandartes que hemos puesto ya le da tiempo al capitán y sus hombres para que acaben con la mayoría de los pieles verdes; si somos inteligentes podemos emboscar a algunos pocos y causarles confusión-. No obstante su opinión, el mediano ya avanzaba hacia el norte, quiza solo por quedar bien con el kislevita.

Órdenes son órdenes .Salgo de mi posición y me encamino a toda velocidad hacia el mediano.Si no te importa me pondré contigo , no entiendo muy bien el plan de batalla pero mejor tener  cerca alguien que te cubra las espaldas .

-Hay que frenarlos aquí. El río juega a nuestro favor, podría jugarme un par de chelines a que no son tan rápidos intentando vadear esto como cargando sobre terreno firme. Los pies pueden fallarles, seguro que hay corrientes traicioneras. Y éso, sin contar nuestros proyectiles, claro-dijo el mercenario con convencimiento, quizás más del que sentía, tras asentir a Domochievsky por haberle otorgado el liderazgo de aquel flanco... Aunque no estaba del todo seguro de que aquello fuera bueno. 

El aire distante y taciturno que había dominado el ánimo del enano durante los últimos días no se había disipado tras alejarse del contingente principal del Ejército Imperiales. Y, con ello, resultaba ya claro que no era la presencia intimidante de aquellos humanos lo que ensombrecía los pensamientos del viejo Grunt.

Quizás fuera por los funestos sucesos acaecidos en la fortaleza de los Mercaderes de Sangre. O tal vez por la inminente batalla que se aproximaba, algo a lo que el pacífico personaje evidentemente nunca terminaría de acostumbrarse. Pero lo cierto era que algo oprimía el corazón del enano, y ninguno de sus camaradas, ni los más viejos, ni mucho menos los recién llegados, alcanzaban a vislumbrar sus motivos.

Por supuesto, el férreo mutismo que se había autoimpuesto Grunt tampoco ayudaba demasiado a ventilar sus emociones. Pero sus compañeros no parecían del todo incómodos con aquello. Después de todo, había cuestiones más urgentes que atender que los berrinches del viejo camarada.

En cualquier caso, por algunos breves instantes, un atisbo de aquel espíritu vivaz y chispeante de otros días pareció resurgir de repente en el rostro de Grunt en cuanto el grupo alcanzó su nueva posición junto al vado del río.

Sin preocuparse siquiera por explorar los alrededores o buscar una posición más ventajosa, el decidido enano se dirigió directamente y sin dudarlo a la desmoronada tarima de piedra que presidía el camino del vado.

Una vez allí, se puso de inmediato a estudiar concienzudamente su superficie, palpando y observando muy de cerca cada palmo de aquellas desgastadas piedras, agachándose incluso y arrastrándose por el barro de sus inmediaciones. Por algún tiempo, fue y vino por entre las anónimas ruinas con la vitalidad de un joven colibrí, deteniéndose aquí y allá para satisfacer su curiosidad.

Finalmente, antes de que pudiera culminar con sus pesquisas, y sin haberse interesado siquiera un instante en la discusión planteada entre sus camaradas sobre los preparativos de la defensa, los tambores enanos irrumpieron en la tensa atmósfera.

Al oírlos, Grunt se apartó refunfuñando y con evidentes signos de desgano del objeto de sus investigaciones y tomó posición junto a DOMOCHIEVSKI.

- Si dejamos que se reagrupen de este lado del río… - comentó por lo bajo y casi con resignación al kislevita que permanecía a su lado - … estamos muertos…

Las cosas se nos venían encima tan rápido que ni siquiera tuvimos tiempo de asimilarlo, al parecer todo el tiempo que nos tomamos para debatir el plan y ver nuestras opciones solo sirvió para darle una oportunidad a esos pieles verdes de abrirse paso hacia donde estábamos, ya casi sobre nosotros era nuestro turno de actuar. -Demonios, no pensé que esas escorias estaría por encima de nosotros en tan poco tiempo.- Maldigo para mi mismo mientras pienso que hacer, saco mi hacha de combate lo mas rápido que puedo mientras escucho los planes tanto de Lorantha como de Domochievsky, por el momento el plan del caballero se me hace una mejor idea, por lo que me situó en el sitio en donde me asigna, a la derecha del mocos Nathan, solo espero que nuestras diferencias no sean un impedimento para poder sobrevivir a esto. -De nuevo juntos chico, creo que otra vez tendré que salvarte el pellejo-, le digo a Nathan en lo que esperamos el inminente ataque.

Aunque permitir que los sucios orcos ganaran terreno y entraran desde el río hasta nuestras posiciones me parecía una mejor idea, el plan de Domochievski no tenía nada de parecido. Tendríamos que formar un frente unido para repeler a los pieles verdes, lo que significaba luchar formando una barrera tras el río.....somos demasiado pocos como para que esto funcione......

- Como esos bichos vengan con ganas de gresca,....mal lo vamos a pasar.

Empiezo a cojear para llegar a ocupar mi puesto en la formación que parece que mis compañeros han ido formando.

La elfa accedió a las palabras del kislevita y se colocó al lado de Jaime*. Desde esa posición podía disparar casi a cualquiera incluso aunque estuviera en la otra orilla. - Me he debido explicar mal Domochievski, las posiciones que he comentado son solo para el caso de que tengamos que replegarnos. - comentó.

Luego preparó sus flechas para tenerlas a mano y esperó paciente para empezar a descargarlas sobre el enemigo.

Una vez terminada mi coleta y tengo todo correcto, veo como el Kislevita le dice a todos los pantalones cagados estos, que avancen hasta la orilla del río. Menos mal que alguien tiene sentido común. La elfa, con pocas tetas, viene diciendo que la posición, en la que ya estaba, era para replegarse. Claro.

Sonrío para mí cuando recojo la ballesta que tengo apoyada sobre la roca y colocándome sobre la plataforma de al lado me siento mirando hacia el río, con el caso al lado mío y la ballesta en mi regazo. No me han dicho que me coloque en ningún lado está claro que ya estaba bien posicionada.

-Quejas, quejas, quejas- hablo conmigo misma y pongo los ojos en blanco mientras jugueteo con un virote.

-Con gusto apostaría incluso mas chelines- dijo el mediano en respuesta a la propuesta de Kurt, -aunque lamentablemente pienso igual que tú-. El mediano parecía sudarle profusamente la frente, si estaba nervioso, lo ocultaba bien. Ahora llevaba un duro casco de hierro, probablemente debido a las malas experiencias con las flechas que se habían incrustado en su casco de cuero en las ultimas batallas. El enemigo en aquellas batallas, probablemente apuntaba al pecho de un humano, pero lamentablemente el mediano era muy pequeño.

Las conversaciones hubieran continuado de no ser por que Justin, uno de los mercenarios proporcionados por el capitán Hansel llamó la atención de todos mientras subido a un relieve rocoso oteaba el camino.

-Aquí vienen- gritó al tiempo que preparaba su ballesta. En pocos segundos todos los combatientes allí reunidos observaron las malas noticias; ante la llegada masiva del ejercito enano, toda la retaguardia de los pieles verdes que no había entrado aun en combate, se había desbandado, y desde la distancia parecían mas de cincuenta. Mas que nunca era importante repelerlos, hacerles creer que era mejor replantearse la idea de escapar a través del río.

El enemigo, adentrándose en los bajos del río, no tardó demasiado en llegar a cruzar casi la mitad del río. Avanzaban con dificultad debido a la corriente y la profundidad, tal como esperaba Kurt, no obstante eran demasiados. Ya a aquella distancia se podían ver sus feos rostros y cuerpos que claramente se dirigían a la otra orilla.

-Que nadie retroceda- gritó Domochievski desde su posición, -todos los que tengan armas a distancia, que empiecen a disparar a los mas cercanos, hay que pararlos en seco-.