Partida Rol por web

El señor Goldan asiente y se toma unos segundos para recomponerse... Aunque, de alguna manera, parece algo menos imponente después de lo sucedido. Os conduce por la salida este de los bastidores, por lo que acabáis en el corredor trasero del Kursaal, ancho y ominoso, pues, en algún lugar, una corriente de aire hace llegar un susurro incomprensible hasta vosotros...

Si no estuvieseis seguros de que no es posible, pensaríais que la luz de las bombillas incandescentes se atenúan paulatinamente.

—Vamos a ver en la sala de descanso, tal vez estos estén por allí, haraganeando... —El señor Goldan toma la delantera, pero su voz ha perdido algo de fuerza.

—Sí, vamos —Masculla Samiel, que echa breves miradas a su espalda cada pocos pasos—. Quiero hablar con esa rata de Newman... Él siempre ha tenido envidia del viejo...

En fila de a dos, con Seamus y Travis llevando la delantera, os acercáis hasta la puerta de la sala de descanso, unos metros más allá, en la pared frontal. El director de escena la abre sin ceremonia alguna.

La sala de descanso es amplia, y decorada al estilo barroco, en armonía con el resto del estilo interior del Kursaal. Dispone de un par de mesas, sofás en los que echar una cabezada de vez en cuando o, simplemente, descansar, y un par de muebles bares llenos de lo que probablemente sean botellas de alcohol ilegal... O al menos lo estaban.

Las habituales conversaciones animadas entre los miembros de la compañía y los tramoyistas han sido sustituidos por un silencio sepulcral. La escena en el interior es dantesca y está teñida de sangre.

Alrededor de seis cuerpo, contados a ojo, descansan muertos en esta sala, y el regusto metálico de la sangre fresca inunda vuestras fosas nasales. Dos mujeres yacen aplastadas bajo el peso de los enormes muebles bares volcados, probablemente también tengan cristales clavados en todo su cuerpo, puesto que los charcos de sangre son extensos. Las exquisitas cortinas que cubren las ventanas parecen telones en miniatura, una de las barras de las mismas se ha descolgado por un lado y ha ensartado a un hombre justo por debajo de las costillas. Ha muerto de pie. La mitad superior del cuerpo de otro hombre desparrama sus intestinos sobre el suelo de parqué con una expresión de horror que deforma sus facciones.

Finalmente, el hombre que visteis dirigiendo la orquesta durante los ensayos (O, al menos es su traje), se encuentra a vuestra derecha su cabeza, machacada hasta convertirse en pulpa sanguinolenta, parece haber sido golpeada una y otra vez con una trampilla en el suelo.

El señor Goldan, con la boca abierta, deja escapar un grito mudo, que no se llega a formar del todo, y que suena como un gruñido tumulario perdido en su cavernosa garganta.

- Esto no es un asesinato ... es una maldita masacre. ¡Por amor de Dios!

Deberiamos salir de este teatro de muerte.

Seamus saca el arma y apunta nerviosamente a todas partes, mientra palidece.

- ¡¡Que cojones...!!- Exclmó el detective sin poder acabar la frase al ver el nauseabundo espectáculo que era aquella habitación.

Copiando a su socio, Lew sacó su arma y miró por la habitación por si lo que hubiera hecho eso se encontrara por allí.

- Esto no es normal- dijo más para sí que para los demás-. No nos podemos separar, por lo menos sabemos que nosotros no somos los causantes de esto. Tenemos que encontrar a los demás y ya...

Entonces Lew se dio cuenta de que la cabeza, hecha pulpa, se encontraba en una espacie de trampilla. Lew apuntó con su arma a la misma y miró a Séamus. Se acercó a la misma sin dejar de apuntar. Al llegar miró nuevamente a Seámus y luego la abrió apuntando al interior por si algo saliera de allí.

Te acercas a la trampilla, con cuidado. Un paso, otro paso...

Un pie delante de otro...

La madera bajo tus pies cruje, pero ese es el único sonido que llegáis a escuchar en la habitación, más allá de vuestra propia respiración. Alcanzas a ver un par de escalones que descienden bajo la trampilla, pero, además de eso, sólo hallas oscuridad. Aguantas el aliento un par de segundos, pero no ocurre nada. Aunque está claro que las muertes son muy recientes.

La sinfonía de los adioses sigue sonando, y los músicos empiezan a retirarse en silencio del escenario.

—Dios... —Musita el señor Goldan, tragando saliva y con los ojos clavados en el director de orquesta— ¿Quién... Quién ha podido...?

Al ver como Lew se acerca a la trampilla, se dirige a él en voz queda.

—Esa... Esa trampilla lleva hasta el sótano...

Samiel, con los ojos desorbitados, sufre tres arcadas intensas, pero ya vació su estómago con la anterior escena del crimen, y sólo un par de hilos de jugos gástricos escapan de las comisuras de los labios.

—Me cago... En la puta... —Maldice entre arcada y arcada, aferrándose el estómago con ambas manos— No voy a diñar en este agujero... ¡Me voy de aquí, joder!

Tambaleándose, avanza a paso rápido pasillo abajo, dirección sur, hacia la salida trasera, perdiéndose entre la oscuridad de un recodo.

Seamus vomita asqueado, incapaz de detener a Samiel mientras una pequeña tiritona lo sacude.

Un sudor frío acompañó a Lew hasta llegar a la trampilla. Las arcadas se sucedían y un temblor le recorrió todo su cuerpo mientras avanzaba entre los cadáveres sanguinolentos. El detective miró dentro de la trampilla y no vio nada más que negrura.

Sin dejar de apuntar a la nada que había allí abajo, Lew vio como Samiel juraba y salía corriendo intentando escapar de ese teatro. Lew habría hecho lo mismo, pero por las palabras del extraño que encontraron en las alturas, sabía que el teatro estaba cerrado a cal y canto. Sería su tumba si no encontraban al asesino.

- ¡Dios!, ¡no veis que no debemos separarnos!- grito mientras Samiel salía de la habitación.

- Debemos encontrar a los demás y prevenirles de loq ue está sucediendo...y, sobre todo, no separanos- dijo con un dolor de cabeza que se intensificaba por momentos.

El señor Goldan sacude la cabeza, como librándose de un mal sueño. Tiene los ojos inyectados en sangre. 

—Samiel tiene razón. Yo no me quiero quedar un segundo más en este edificio. Puede que las puertas estén cerradas, pero, coño, son detectives ¿No tienen una pistola o algo? la puerta principal es cristalera, y les aseguro que no es a prueba de balas.

Retrocede unos pasos para salir de la sala, respirando pesadamente, hasta situarse junto a Seamus, que vacía el contenido de su estómago. 

—Lo realmente jodido es que aparte de ellos seis, no haya nadie más aquí ¿Dónde mierdas se ha metido todo el mundo?

Seamus termina de vomitar.

- Lo siento ... no podemos irnos sin los demas. Busquemosles y salgamos todos de aqui. Una puerta no va a detenernos, con o sin pistolas.

¿No tienen una pistola o algo? la puerta principal es cristalera, y les aseguro que no es a prueba de balas.

- ...y una silla también puede servir de proyectil- dijo sin pensar el detective que estaba en otros asuntos y no en escapar.

- Estoy con Seamus. Necesitamos encontrar a los demás y a quien ha hecho todo esto....Quien lo haya hecho sabe que lo hemos visto y...y segurmente no quiera que lo contemos. Necesitamos averiguar quién y porqué...supongo que uno llevará a lo otro y lo otro a lo uno...

Lew divagaba en sus ideas según iban saliendo por su boca. No tenía nada claro y cada vez que lo pensaba estaba.

- No sé por dónde empezar...tanto a buscar a la gente como a buscar pistas para encontrar al asesino...

Lew miró a su socio. Su mirado lo decía todo pero aun así lo vervalizó.

- ¿Bajamos?

No era una pregunta y en la locución se entreveía las pocas ganas que tenía el detective de meterse en ese lío. Pero estaba claro que habían dejado la trampilla de esa forma para que lo encontraran.

- Quizás haya otra forma de llegar a ese sótano...lo mejor será cegaresta entrada y entrar de forma más correcta. Pongamos peso encima y vayamos a buscar la otra entrada. 

- Goldan ¿sabes de otra forma de ir al sótano y que conecte con esta trampilla?- le preguntó el detective mientras arrastraba con ayuda de Seamus* una pesada cómoda, colocándola encima de la trampilla y la cargaban de objetos a fin de que nadie pudiera volver a salir por la misma.

Ante las contestaciones recibidas, el señor Goldan realiza un gesto de consternación llevándose sus dedos índice y pulgar a los supraorbitales y masajeando su piel. Casi podríais jurar que le tiembla el labio inferior, aunque no es posible decir si el tic proviene de la rabia o del miedo... O de ambos.

—De acuerdo ¿Quieren jugar a ser la policía? De momento les acompañaré... Al fin y al cabo, creo que permanecer con ustedes es lo más seguro, por ahora —Se toma una pausa para rumiar sus propias palabras y pensar la contestación a la pregunta de Seamus— Pues no, que yo sepa, la única trampilla al sótano es... Oh, esperen, sí... Rara vez se utiliza, pero hay otro pasaje que conecta con los bastidores, por si hay que sacar algo rápidamente para usarlo en un ensayo... Aunque hace bastante tiempo que las cosas útiles no se guardan en el sótano, así que no tengo ni idea del estado en el que se encontrará.

Al hacerse eco de vuestras intenciones, Travis se apresura a retirar el cadáver de la trampilla. De todos modos, dejarlo ahí era una crueldad, para que podáis colocar encima la cómoda. Aunque, por sus gestos, está claro que no está nada seguro de la efectividad de esa medida.

Tras el macabro descubrimiento en la Sala de descanso, Lew y Seamus escuchan pasos que se acercan desde las tinieblas. Parece un grupo de personas nutrido, por lo que una tensión inicial se cierne sobre el ambiente. 

Pronto, la luz tenue deja entrever figuras conocidas. El grupo formado por Harold y Richard, junto a Dorothy, Agatha y William, se acerca hacia ellos con expresión consternada.

 —Oh...— Deja escapar Agatha, por una fina abertura entre sus labios, al ver al otro grupo— Lo siento, hemos pasado por el baño antes y pensábamos revisar la Sala de descanso... Parece que ustedes se nos han adelantado. Hemos visto a Samiel correr hacia la salida de emergencia trasera... Pensábamos que les había pasado algo ¿Todo bien?

A pesar de que el lenguaje corporal de la malograda pianista demuestra preocupación, su tono de voz cansado y monocorde casi convierte a la pregunta en una broma.

—Mejor no entres... Entren en la Sala de descanso— Dice el señor Goldan, negando con la cabeza—. No les va a gustar un pelo. Hay una masacre ahí dentro... Lo menos cinco o seis cadáveres, y ni siquiera hemos escuchado nada. Es horrible. No tienen por qué verlo.

 Ante la noticia, Dorothy y Agatha ladean las cabezas y abren mucho los ojos, mirándose la una a la otra, consternadas. Sus piernas comienzan a temblar. William, por su parte, traga saliva y aprieta los puños.

—Pero ¿qué coño está pasando aquí? ¿Cinco o seis dices? ¡Joder Travis como sea una broma, no tiene ni puta gracia.

- Aqui estan pasando cosas antinaturales ... no se que lugar podemos considerar seguro o si podremos salir de aquí.

- No entren, el señor Goldan lesvha dicho la verdad, dentro hay una masacre- corroboró el detective.

- Como dice mi socio, aquí están pasando cosas que están fuera de lo normal. A partir de ahora, bajo ningún concepto o excusa debemos separarnos...ni siquiera para ir al baño, pues el precio a pagar es...es la vida.

- En el teatro hay alguien ... o algo que atenta contra nuestras vidas... aunque no estoy seguro de que solo haya uno, si no que puede haber varios seres que no tienen porque estar de acuerdo- comentó Lew al recordar el encuentro con aquel ser en las tramoyas del teatro.

- Busquemos a Samiel. Estará intentando salir del teatro, pero si el... el ser que encontramos en las alturas del teatro tiene rrazón,  ninguno podrá salir de aquí.  Reunamonos y debatamos sobre esto. Debemos llegar a una conclusión y cuantos más seamos más soluciones encontraremos.

Caminando lentamente, dobláis el recodo del pasillo que momentos antes recorrió Samiel, apresurado. Las luces en el pasillo trasero han terminado de fundirse, y las miradas vacías de querubines en bajorrelieve parecen seguiros en la penumbra. Allá, en el fondo, escucháis como alguien golpea algo metálico con todas sus fuerzas, gritando de rabia. Es la voz de aquel que vais a buscar.

—¡Ábrete, joder, ábrete de una puta vez!

Lo siguen los disparos. Tres disparos que se pierden en el artesonado del techo y quedan como ecos en las tinieblas.

Cuando llegáis, el revólver del joven aún humea. Jadeante y sudoroso, se yergue derrotado ante la salida de emergencia, una puerta de metal pintada de verde al final de un estrecho pasillo sin ventanas.

Aunque parece haber notado vuestra presencia, Samiel aún tarda unos segundos en girarse. Su rostro muestra una expresión de angustia y resignación aterradoras. Detiene su mirada en Dorothy y aprieta los dientes, tras lo cual propina un último golpe a la puerta, que responde con un sordo sonido metálico.

—Es inútil... No se abre... No sé qué cojones le pasa... No es que esté cerrada ni atrancada, es que la manija no se mueve una pulgada —Dice, mientras señala un tirador de color rojo—. Es como si... Como si... Joder, como si fuera parte de un decorado... Es inútil...

Samiel se lleva las manos a la cabeza, se quita su sombrero y comienza a revolverse el pelo, susurrando palabras ininteligibles para sí mismo.

- Tranquilicese Samiel. Guarde las balas. La abran atrancado por el otro lado. Probemos a bajar al sotano. Prefiero actuar a quedarme aqui y jueguen a asustarme.

Seamus intentaba recuperar la clama, pero se le veia claramente nervioso.

Lew no tenía tan claro que hubieran cerrado por el otro lado. En eseteatro estaban pasando cosas raras, muy raras como para poder creer en lo sobrenatural.

El detective negó con la cabeza para alejar esos pensamientos de su mente y se adelantó. 

- Bajemos al sótano y veamos si encontramos a...a quien quiera que haya podido hacer esto.  Pero debemos reunirnos e intentar dar una explicación a todo esto...y si la encontramos, darle una solución. 

Se notaba que Lew estaba tenso, nervioso por todo lo que estaba pasando, pero eso le hacía estar más alerta por lo que pudiera pasar.