Partida Rol por web

La Sociedad Fénix

La joya de la corona (Capítulo 5)

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08/09/2012, 16:21
Capitán Gogunov

Se giró a Polenin, cuando este le seguía mirando, con un revólver nagant en la mano. Su rostro irradiaba preocupación, pero también confianza.

-¡Atención timonel, siga exactamente mis indicaciones! ¡Seis puntos a babor durante 40 segundos a toda máquina! ¡Reduzcan luego un cuarto de potencia y giren todo a estribor, tenemos un acorazado en la popa!

El operador de radio anunció algo.

-¡Señor, pasaremos justo en la trayectoria de un submarino!

El marino ruso sacó un cigarrillo de su pitillera mientras los golpes a la puerta se sucedían. Todos miraban allí ocasionalmente, y Adrienne estaba preparada para disparar contra lo que consiguera pasar.

-Pues les saludaremos con unas cargas de profundidad.

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08/09/2012, 16:26
Ideyoshi Nagata

El contraalmirante Nagata cabalgaba sobre las olas a bordo de lo que quedaba del Kirishima. Buscaba a su enemigo, practicamente sin cañones, a ciegas, sufriendo impactos de algunas minas submarinas. El caos a bordo del buque era tremendo, y los presentes supieron que estaban marchando hacia la muerte.

Pero con aquella mentalidad propia de los samurais, aquellos hombres habían decidido pelear hasta el final. Los infantes de marina se aprestaron con sus fusiles y las cinchas llenas de granadas, tiznados de pólvora, pero con las bayonetas relucientes. Los marineros se habían armado con fusiles y sables de abordaje, mientras los oficiales llevaban katanas al cinto.

El teniente Sato se acercó a él, extendiéndole la espada regalo del divino emperador Meiji. Nagata la ciñó a su cinto, y miró a los hombres que estaban en cubierta, tras las ruinas del humeante castillo de popa.

-Será un honor morir a su lado, señores.

Se quitó la gorra, inclinando el torso, y alzó los brazos con los puntos cerrados.

-¡Banzai!

Los japoneses alzaron sus brazos casi al unísono, repitiendo con él tres veces.

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08/09/2012, 16:34
Director

Los piquetes de abordaje quedaron descolgados de posibles refuerzos cuando el Suvorov avanzó zigzageando sobre la niebla. Artemis se dirigió hacia proa, mientras Rosseau lo hacía a popa. La keniata disparó a varios japoneses con los que se topó, algunos de los cuales estaban rematando salvajemente a los marineros rusos, a bayonetazos. Rosseau se ocultó tras un panel, viendo como un nutrido grupo de japoneses pasaba practicamente a su lado, entre la niebla. Luego escuchó ruido de ametralladora y disparos. Un brutal combate se estaba desarrollando. Cuando llegó allí, dos de los servidores de ametralladora estaban muertos, y un anónimo marinero se había hecho cargo del arma, herido pero sonriente. El pasillo estaba lleno de cadáveres.

El buque viró entonces unos grados a babor, y uno de los vigías les avisó:

-¡Acorazado por la popa!

Poco después, sintieron sus cañonazos, casi a quemarropa. Cañonazos que mataron a propios y extraños. Artemis salió volando varios metros, y se agarró a una barandilla para no caer por la borda. Luego, el buque giró bruscamente a estribor, casi virando por redondo.

Un joven guardiamarina esquivó a unos japoneses, llegando hasta la popa justo para entregar el mensaje de la sala de radio. Una bayoneta se clavó en su estómago, y los marineros debieron rechazar a los japoneses a golpe de mazo y llave inglesa. El oficial de guardia miró al jóven, que se tocaba la herida, apoyado junto a un lanzatorpedos.

-¡Cargas de profundidad, profundidad de rango 200-300 metros! ¡Saturemos esa zona!

El oficial disparó a un japonés con el revólver, mientras los rusos comenzaban a lanzar las bombas al agua. Cientos de metros más abajo, las cargas explotaron, acercándose progresivamente al submarino alemán. Una de ellas, se apoyó literalmente sobre su casco, y partió en dos a la máquina, que se fue a pique, siendo engullida por las profundidades abisales.

Al oficial ruso se le habían terminado las balas del revólver e iba a echar mano a la insignificante daga que llevaba al cinto. Fue entonces cuando las minas explotaron sobre el casco del acorazado, una tras otra, y el buque estalló como si fuera un petardo de feria. La honda expansiva les tiró por el suelo a él y a su enemigo.

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08/09/2012, 16:53
Director

En el puente de mando, la explosión de aquel acorazado y el haber eliminado al submarino fueron motivos de júbilo. Sin embargo, poco duró el júbilo. Los japoneses tiraron unas granadas junto a la puerta, y esta se deformó increiblemente, hasta el punto que su estructura debilitadaba iba a ceder de un momento a otro a los empujones.

Alrededor, en la niebla, podían oir cañonazos y disparos. El resto de la flota estaba combatiendo encarnizadamente. Fue cuando Artemis se levantó cuando vió al monstruo que salió de la niebla, justo por la banda de través. Gogunov ordenó virar para que no les embistiera en el costado, y Tupolev salió de su trance cuando ambos buques chocaron, rozándose con un horrible sonido metálico.

Cuando se recuperaron de semejante golpe, sintieron las voces de cientos de gargantas que saltaban sobre el Suvorov, abordándolo. Parecía un combate digno de otra época, a no ser por el ruido de las ametralladoras.

-¡Ordenen por megafonía que todos los marineros se armen y repelan el abordaje! -ordenó.

Un segundo después, la puerta del camarote cedió, y una granada cayó dentro. El joven teniente Polenin no lo dudó, y saltó sobre ella, sacrificándose. Una masa de bayonetas se agolpaba para entrar por la puerta.

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08/09/2012, 17:09
Director

Alrededor, en la niebla, podían oir cañonazos y disparos. El resto de la flota estaba combatiendo encarnizadamente. Fue cuando Artemis se levantó cuando vió al monstruo que salió de la niebla, justo por la banda de través. Gogunov ordenó virar para que no les embistiera en el costado, y ambos buques chocaron, rozándose con un horrible sonido metálico.

Cuando se recuperaron de semejante golpe, sintieron las voces de cientos de gargantas que saltaban sobre el Suvorov, abordándolo. Parecía un combate digno de otra época, a no ser por el ruido de las ametralladoras.

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08/09/2012, 17:11
Director

Los japoneses avanzaban como una marea, y los rusos retrocedieron. Algunos marineros ni siquiera estaban armados, y corrieron a esconderse en las cubieras inferiores. Sonó una voz por megafonía, ordenando armarse y repeler el abordaje. Artemis derribó de un tiro a un japonés que pretendía saltar sobre ella desde un cañón, y se reunió finalmente con un grupo de infantes de marina que estaba intentando desencasquillar una ametralladora, mientras compañeros suyos les cubrían con fusiles. Sin embargo, eran demasiados.

-¡Granada! -avisó uno.

Artemis la lanzó por la borda de una patada. La puerta de acceso a unas escaleras que bajaban se cerró tras ella. Los marineros estaban asutados. Si aquello seguía así, el abordaje sería un éxito. Y no para ellos. Los rusos la miraron como si no supieran muy bien que hacer. Estaban justo en la propa del barco, y de momento, parecía que se habían olvidado un poco de ellos.

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08/09/2012, 17:16
Director

Unos infantes de marina llegaron hasta donde estaba el marinero, y le reemplazaron en el uso de la ametralladora. Sin embargo, Durand ordenó que se guarecieran en un lugar menos expuesto, como un recodo de un pasillo principal, y dispararan a todo lo que se moviera.

El marinero que había estado en la ametralladora pasó a su lado, y le señaló el castillo de mesana, donde estaba el puente de mando.

-¡Mire! -dijo en un mal francés.

Vió como la puerta del puente de mando reventaba, y un infante de marina nipón lanzaba una granada dentro. Al menos seis japoneses se agolparon para entrar por aquella puerta. Pensó inmediatamente en Adrienne, y corrió hacia allí. Quiso la fortuna que se topara de bruces con unos soldados japoneses, entre los que había un oficial de alta graduación. Descargó su revólver sobre uno de los soldados, y esquivó luego un golpe de katana al ser desenvainada. Le pegaron tres tiros, y perdió la pistola. Aquellos hombres se quedaron estupefactos al ver que no moría, y fueron a rematarle a la bayoneta.

Sin embargo, el oficial los detuvo con una voz, y le apuntó con su katana, mirando al sable que llevaba al cinto. Aquello era una invitación.

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08/09/2012, 17:22
Ideyoshi Nagata

El contraalmirante habría deseado terminar con Tupolev con sus propias manos, pero parecía que sus hombres se estaban encargando. Aquel occidental sería en quien se desquitara. Si llevaba una espada, tal vez supiera usarla.

-Vamos... juguemos -le dijo en japonés.

Se formó un corro alrededor. Entonces comprendió que se trataba de alguien importante. Y pensó que, ganara o perdiera, iba a morir de todos modos. Más valía hacerlo con una espada en la mano.

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08/09/2012, 17:44
Durand Rosseau

Tras ver como la puerta de mando reventaba, Durand corrió hacia allí, y mas teniendo en cuenta que seis de sus enemigos intentaban entrar por la misma. Quizás era una acción algo precipitada, mas tenía que ayudar a Adrienne y los que se encontraban dentro. Sin embargo, llegar hasta allí no iba a ser fácil. 

En su corto recorrido, se topó de bruces con varios soldados japoneses liderados por un oficial. Actuó por instinto: disparó a uno, esquivó el golpe de otro y recibió con estoicismo las tres balas que le dispararon. Desgraciadamente, eso le provoco que perdiese su revólver. Agarró con celeridad el mango de su sable para defenderse de la acometida de los soldados cuando de repente el oficial hablo, deteniéndoles.

Durand se fijó finamente en él, y no pudo por menos sorprenderte del porte tranquilo y la mirada orgullosa del oficial. Le apuntó con su katana en un señal claro de desafío. Poco podía hacer Durand salvo aceptar el mismo. En cualquier caso, Adrienne sabría cuidar de si misma

Encantado- le contesto en japonés, mientras desenvainaba su espada, sin quitar los ojos de su rival. Debía andarse con cuidado. Sabía por experiencia propia el magnífico dominio (rayando en algunos casos en el arte) de la katana en muchos oficiales y de mas alto rango del ejército japonés. No debía subestimar a su enemigo- en garde.

Sin más preámbulos, lanza un par de rápidos golpes contra el oficial. El primero de ellos apunta directamente a la cabeza de su objetivo, con el objeto de dejarle bien malherido en el primero. Sin embargo, no se detiene ahí: lanza un segundo tajo hacia el pecho del oficial. 

- Tiradas (6)

Notas de juego

Iniciativa: 19 (por si acaso la he tirado)

Acción encadenada: 2 ataques.

Gasto un PA para realizar un touche, para el primer ataque.
1 ataque: 30 / daño: 10 (7 + 3 touché)
2 ataque: 27 / daño: 7

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08/09/2012, 18:07
Candance Urquart

Para su desgracia los hechos se precipitaban cada vez mas sindarles lugar a tregua.

De no ser por el balsamo que supuso el trance estaria paralizada de dolor, aun asi la cabeza le dolia tanto que queria llorar.
Si queria recuperarse medianamente bien debia prolongar ese estado un buen rato.

Ponerse en la piel de Tupolev fue como sumergirse en el mar profundo, grueso terciopelo azul oscuro.
Si antes sentia un enorme respeto por aquel hombre desde ese momento su admiracion y reverencia hacia el serian inquebrantables y le querría como al hermano mayor que le hubiera gustado tener.

El choque desentrelazo sus manos y la saco violentamente de la escritura automatica.

Parpadeo, con los ojos de nuevo azules, justo para recuperar el control sobre si misma y ver a Polenin sacrificarse en un acto de heroismo, al lanzarse sobre la granada.
La detonacion contribuyo a la confusion general pero Candance, en esa pausa de microsegundos de sordera, se puso en pie mirando a la puerta fijamente. Lo ultimo que hicieron los soldados japoneses q estaban a punto de invadir la sala fue verla suspirar, acto seguido se desplomaron rezumando por nariz y oidos una pasta grumosa que antes fuera su cerebro mezclada con su oscura sangre.

Aun estaba debil como para despertar a Inanna, podia costarle la vida, pero si habia dentro de ella la rabia suficiente para barrer un ejercito.

En otra vida Japon fue su hogar. Ahora se encontraba con que los que una vez fueron sus protegidos se habian convertido en titeres del caos...

- Tiradas (1)
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08/09/2012, 18:14
Ideyoshi Nagata

El occidental era bueno, y sus ataques lo demostraban: firme, rápido y certero. Paró el primero, quedando casi abrazos, y luego desvió con cierta dificultad el segundo. Recordó las instrucciones de su sensei en la academia en la flota, y realizó primero una kata consistente en un amago de ataque con la punta seguido de un rápido corte con la mano.

Luego, lanzó un corte diagonal buscando inutilizar su brazo, o cercenárselo, mientras gritaba para marcar el golpe. El clásico error de alguien acostumbrado a entrenar con un shinai. Pero antes debía demostrarle su error, parando su ataque... Los presentes comenzaron a vitorear a su oficial.

- Tiradas (6)

Notas de juego

P.A: Esfuerzo supremo para la parada 2.

P.A: Calmado bajo presión para ataque 1 = 22.

Puedes tirar como él, primero dos defensas con las dificultades 22 y 27. Luego dos ataques y sus daños.

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08/09/2012, 18:54
Durand Rosseau

Como sospechaba su rival era bueno. Logró bloquear sus dos golpes y contraatacó con celeridad: logro para el primero, no así el segundo. El golpe diagonal alcanzó su brazo y le realizó un doloroso corte, el cual comenzó a sangrar. Una mueca de dolor surgió en la cara de Durand, pero no se amilanó ante las circunstancias. Todo lo contrario. 

Concéntrate- se dijo asi mismo mientras retrocedía un par de pasos para observar a su rival. Caminaba en círculos sobre él, y en un abrir y cerrar de ojos ataco: un rápido golpe hacia su pierna para luego lanzar un tajo en diagonal sobre su enemigo.

- Tiradas (7)

Notas de juego

Vaya tiradas... gasto un PA para la primera tirada (Calmado bajo presión). El segundo golpe me lo como con patatas.

Ataque: 27 y 20.

Una pregunta, el PA anterior del touché, ¿lo he gastado finalmente? al no impactar...

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08/09/2012, 19:45
Ideyoshi Nagata

El nipón se vió sorprendido de que le contestara en su idioma, pero luego atacó. El primer golpe fue detenido, pero el segundo dió en el blanco. No obstante, había algo duro sobre su piel, y la hoja apenas hendió en carne.

El francés acometió nuevamente, pero el contraalmirante nipón le desarmó con una maniobra perfecta, que le sorprendió hasta a él. Durante un momento, pensó en rematarle o devolverle la espada. Finalmente, la tiró a sus pies. Parecía que tenía algo del viejo honor de los samurai.

Poco respiro le dió a Durand, pues se lanzó al ataque inmediatamente.

- Tiradas (6)

Notas de juego

El Punto de Acción te lo guardas, claro. Como el del segundo ataque ahora. Al final tu daño se queda en herida leve, esta es la cuenta:

  • 7 PV
    • -1 reducción de daño.
    • -2 dureza.
    • 4: BF+CON+1 (antes de rango de heridas BF+CON+5). Malherido.
    • Reducción de daño de un nivel de heridas por corsé antitrauma.
  • Total: Herida leve.

Te sugiero igual ese 31 o usar heroicidad o esfuerzo supremo si las tienes. O te pega una buena wasca en el segundo ataque.

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08/09/2012, 20:54
Durand Rosseau

La herida hace mella en su brazo, y tras una parada perfecta del oficial este logra desarmarle. Sorprendido ante la acción, Durand retrocede vigilante y esperando un posible ataque que de por finalizado el combate... ataque que no llega. Observa como oficial le devuelve el arma. Realiza una ligera inclinación de respeto -al fin y al cabo, pocos hoy día realizarían tal acción- y recoge su arma. Había tenido suerte: en los tiempos que corrían pocos hombres eran ya honorables. Aunque bien era cierto que la sociedad nipona se caracterizaba con otros valores diferentes a la occidental. Y en muchos de ellos eran superiores a los suyos.

Pero en la mente de Durand no puede tener cabida ahora esos pensamientos, habida cuenta que el contrataque del oficial surge nada mas recoger él el arma. No logra apartarse a tiempo y recibe de nuevo otro golpe, lo cual le hace trastabillar. Su rival, viendo un hueco en su inexistente defensa" lanza un fuerte golpe hacia el pecho para acabar con el combate. No obstante, Durand, por puro instinto se tira hacia un lado y logra esquivar (con mas suerte que habilidad) el golpe mortal que se le avecinaba. Rueda por el suelo y se coloca a un costado de su enemigo.

Vaya combate estoy haciendo- piensa. Ni que decir que su contendiente era bueno, pero él estaba cometiendo demasiados fallos, y eso iba a serle mortal de necesidad si continuaba así.

- Tiradas (7)

Notas de juego

Joder... me como el primer daño y para el segundo gasto un PA: esfuerzo supremo (2 PA que llevo ya gastados). Vaya tiradas de defensa que estoy haciendo.

Omite el daño de 1d4 que me he confundido.

Ataques: 31 y 20. Daño: 14 y 12 respectivamente.

Por otro lado, una pregunta, tengo la habilidad de trance, que me permite curarme durante el combate. En la explicación de la misma dice "no eres herido ni tu estado se altera, pero no podrás hacer nada durante ese asalto y el siguiente", eso lo entiendo, pero sigo recibiendo ataques de mi enemigo normalmente ¿verdad?

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08/09/2012, 21:40
Ideyoshi Nagata

La katana rasgó parte del corsé, y volvió a hacer una nueva herida. Esta vez, era más profunda. Se zafó de su hoja con aquel salto, mientras sentía como le dolía el costado.

Se miraron durante un momento interminable, y se pusieron en guardia, preparando su ataque. Lo haría al estilo japonés. Nagata se concentró en su rival, mirándole a los ojos, y el maestro de esgrima hizo lo propio. Sus hombres estaban en silencio. Se iban a dar los golpes definitivos.

Rosseau pensó en lo que había dicho tantas y tantas veces a sus alumnos en clase. La distancia más corta entre dos puntos, era la línea recta. Y ante un arma de corte tan afilada como aquella, quizá lanzarse a fondo era una temeridad. Pero debía hacerlo. Recordó las lecciones que había aprendido desde pequeño, y los cientos, miles de fondos que había tenido que ejecutar. Recordó a su antiguo maestro golpeándole en la rodilla con el florete, quejándose de que adquiriera malas posturas.

Por eso, decidió el ataque que iba a ejecutar: una estocada. Y la ejecutó conforme su rival se preparaba para descargar un tajo sobre su brazo. Fue más rápido que un gato, y se asemejó a un muelle que elegante y rápidamente se extendía. La punta del sable entró por la boca abierta del japonés, y se clavó hacia arriba, en su cerebro. Sus manos se quedaron quietas, y él trastabilló un instante.

Sus hombres se acercaron un poco, preocupados. Nagata cayó al suelo, moribundo, en sus últimos estertores. Los japoneses lo miraron en silencio, quitándose la gorra en señal de respeto. Durand sostuvo su sable, mirándoles con desconfianza. Uno de los sargentos, furibundo, gritó lleno de rabia, y decenas de bayonetas se abatieron apuntándole. "Aquí termina tu historia", pensó Rosseau, que sin embargo alzó el sable poniéndose en guardia. "Muramos con dignidad". Los hombres se abalanzaron sobre él.

- Tiradas (3)

Notas de juego

Si entras en trance es para curarte durante el combate, pero debes estar apartado de la acción, ya que caes como en una especie de catatonia y no te puedes defender. De todos modos no te hace falta ahora.

Tienes dos niveles de heridas 1, herida leve, así que ya estás malherido, y si no bajas un rango de daño haciéndote una cura, tendrás un -4 a las acciones. De todos modos metes el primer ataque y eso si que es mortal de necesidad xD.

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08/09/2012, 22:12
Teniente Sato

-¡Alto! -gritó.

Las bayonetas se detuvieron a escasos centímetros de su cuerpo, mientras el oficial del uniforme blanco que se había agachado junto a Nagata, miraba en su dirección. El contraalmirante había muerto, y él estaba al mando del Kirishima. Miró alrededor, mientras los hombres luchaban a muerte a disparos de fusil y golpes de machete.

Entonces, tomó la katana del emperador, y la envainó en su funda de bambú, oro y lacados. Acercándose a Durand, que sostenía todavía su sable, se la ofreció con las dos manos, inclinándose con respeto.

-Ha vencido honorablemente, y a usted le corresponde portar ahora este arma. Cuidela, se lo ruego. Pertenecía al divino emperador Meiji.

Una vez la hubo recogido, se hirguió de nuevo para mirarle. Sus hombres esperaban la señal para descuartizarle.

-Usted, señor, es ahora mi prisionero. Envaine su espada, y acompañe a mis hombres. Será retenido en el Akagi, pero su vida será respetada.

No parecía que existieran muchas alternativas al respecto.

Notas de juego

Demos un poco de tiempo a tus compañeros para que posteen.

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11/09/2012, 17:23
Doctor Irvin Ness

El caos se extendía por el puente de mando en forma de gritos de guerra lanzadas por docenas, quizá cientos de gargantas. Polenin yacía muerto, y a pocos pasos de él, docenas de soldados enemigos que habían sufrido la ira de Candy. Pero aun cuando Irving no entendiese realmente los poderes de su esposa, su estado era evidente para el. Debilitada por la utilización de esas capacidades, era cuestión de tiempo que el agotamiento le pasase factura.

No lo permitiría. La puerta estaba abierta, expuesta, mostrando las bayonetas que avanzaban hacia el interior como a cámara lenta. El doctor no era un guerrero, y el único invento que podría haberles salvado no funcionaba según había expresado Artemis. Lamentablemente no había tenido tiempo de probarlo personalmente antes de utilizarlo en un combate.

Su única arma, su cerebro, trabajaba a toda velocidad tratando de encontrar una forma de bloquear la puerta, alguna forma de evitar el acceso de aquellos enemigos, era cuestión de segundos que la marea humana les inundase, o peor aun, que otra granada entrase por la abertura costando la vida de quienes estaban en su interior.

Debía darle a Candy tiempo para reponerse, y la única opción era una acción desesperada.

Como golpes de martillo, los latidos de su corazón le inundaron los oídos, mientras sus piernas se lanzaban hacia la puerta, donde, sin apenas detenerse, agarro con fuerza una de las bayonetas de los soldados muertos, y con ella en ristre se lanzo contra el enemigo, confiando en que esa no fuese su última locura.

¡Glòire a cuideachd!* gritó

Notas de juego

* En Gaelico “Gloria a la sociedad

P.A.: Heroicidad, obtiene un 30 automatico en la tirada.

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11/09/2012, 18:12
Artemis Marie Sowreston
Sólo para el director

Mi corazòn latìa a mil por hora, habìamos estado a punto de... Y entonces me volvì a mirar a mis compañeros, tenìan miedo, podìa olerse casi y no le sorprendìa, si no fuera porque estaba casi acostumbrada a rozar la muerte, quizàs ella misma lo tendrìa. Si no salìa de aquello, no serìa dàndose por vencida, pelearìa hasta el ùltimo minuto.

Estaba resuelta a morir como las grandes, sòlo deseò poder haberse despedido de... Pensò en otra cosa, eso no iba ayudar. Respirò profundo y se volviò a los hombres.

-Escuchen, entiendo si no quieren pelear pero de todas maneras morir me parece que serà inevitable, yo voy a salir y terminar con un par de japoneses, ustedes pueden esperar allì.

Tomò su arma de dos cañones, respirò profundo y no esperò màs.

-Caballeros... Fue un placer.

Notas de juego

Màster, què hay si quiero usar Heroicidad y esfuerzo supremo???

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12/09/2012, 21:32
Adrienne Rosseau

El aire olía a ozono, a metal quemado y pólvora en un hedor que se sobreponía al de la sangre y los fluidos de los innumerables valientes y enemigos caídos en combate, del mismo modo que el crujido del metal y los secos estampidos taponaban los quejidos de los heridos. Adrienne sostenía ante sí su arma, aún humeante tras su último disparo, mientras con la mano izquierda se tapaba ligeramente la boca intentando contener una inoportuna náusea. Algo que la escena que se desarrollaba ante ella no ayudaba a mitigar. El poder que repetidamente mostraba Candence en ocasiones de peligro adquiría cada vez más un matiz sobrenatural y la visión de aquellos rostros desfigurados que supuraban su contenido visceral bajo forma de una viscosa y sanguinolienta pasta, daba a aquella extraordinaria mujer un trasfondo de letalidad que hacía que la francesa la mirara con una mezcla de admiración y temor.

Pero tras la masa de hombres desplomados, más gritos y formas se perfilaban como un río de enemigos prestos a traspasar los límites simplemente figurativos de aquella pequeña puerta. Por ello no descuidó la guardia y tragando una saliva ácida por la hiel, clavó su mirada en lo que estaba por llegar enfilando el ánima de sus armas hacia la amenaza, presta a disparar contra cualquiera que se atreviera a acceder a aquel pequeño santuario en el que a duras penas resistían.

- Tiradas (4)
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13/09/2012, 15:34
Director

El caos se había apoderado del Kniav Suvorov. Una marea de marineros e infantes de marina japoneses entraban por las escotillas, enzarzándose en combates personales con los marineros rusos, que se defendían como podían. El humo, los gritos, los disparos y el olor a la sangre lo impregnaban por doquier. Indefensos marineros pedían clemencia, y eran rematados a bayonetazos.

Una sombra surgió de entre la niebla, empuñando su revólver. Artemis, tiznada de pólvora, sudada, con la blusa medio abierta, comenzó a abanicar su pistola, disparando. Los japoneses se pusieron a cubierto, y se prepararon para devolver los disparos. Heridos en su orgullo, los infantes de marina rusos avanzaron, surgiendo detrás de ella, disparando a todo lo que se movía. Un marinero se asomó luego por la escotilla, aquel que había vencido en un pulso a la keniata. Miró alrededor, y vió que la niebla iba disipándose. Entonces, se percató de lo que estaban custodiando los infantes de marina hasta hacía un momento: cajas llenas de armas, del pañol de armas cortas.

Se acercó sable en mano, y lo clavó en el primer japonés que trató de detenerle. Luego, llegó hasta las cajas, y silbó para atraer a sus compañeros escondidos. Su tatuaje, una sirena pin-up enmarcada entre dos cañones, se tensó junto a su músculo, cuando cogió una caja y la pasó a sus compañeros.

-Repartid esto por todo el buque, muchachos. Vamos a darles su merecido a esos comedores de sushi.

Él mismo abrió una caja, y comenzó a repartir armas a sus compañeros. Muchos estaban heridos, o tenían la ropa quemada por los impactos de artillería. Sin embargo, al empuñar pistolas, sables y fusiles, se sintieron eufóricos. El suboficial fue el último en tomar un arma, una escopeta de corredera modelo 1893, que amartilló con satisfacción, antes de sacar un cigarro-puro que reservaba en su pantalón.

-¡No dejéis ni a uno con vida! ¡Esos cabrones no conocen la piedad!

Entretanto, Artemis se subió a una plataforma, y comenzó a disparar a todo lo que veía, sin importarle la multitud de disparos que impactaban en la chapa del buque, muy cerca de ella. Cuando vió a la marea de marineros rusos atacando, desorientados y furiosos, les atrajo con un grito. Los rudos marineros miraron allí arriba, y la vieron. Parecía una heroína, uno de esos carteles de reclutamiento. La madre patria guiando al pueblo. Cogió un gallardete que estaba colgado allí, con los colores de la bandera rusa, y bajó de un salto a la cubierta principal.

-¡Seguidme!

En ese mismo momento, el doctor Ness cargaba bayoneta en mano, saliendo por la puerta destrozada del puente de mando. Lo clavó en el corazón de un japonés, y cayó abrazado a él a una cubierta inmediatamente inferior. Adrienne salió luego por la puerta, disparando con sus dos grandes a todo lo que se movía, a un lado y a otro, casi sin pararse a apuntar. Los japoneses seguían cargando de modo suicida, y el doctor se reunió con la francesa, con una bayoneta ensangrentada en la mano. Tupolev había salido del camarote, junto a Gogunov, y disparaba con su revólver. Pero ni todas las balas del mundo parecían poder frenar a aquella marea.

El capitán Gogunov ya empuñaba su sable, sin balas en la recámara, y miró a Tupolev con una postrer sonrisa.

-Ha sido un honor servir bajo su mando, señor.

Una katana brilló entre la niebla, y la marea humana, reorganizada, asaltó las escaleras del castillo de mesana, defendidas por algunos marineros, los oficiales del puente de mando, Adrienne e Irvin. Entonces, escucharon un clamor por detrás de los japoneses, un clamor en ruso.

-¡Matad a esos monos amarillos! ¡No tengáis piedad!

Pontoneros del Volga, bastardos del puerto de Murmansk, campesinos convertidos en marineros, rusos todos, con las caras desencajadas de ira, cargaron ciegamente contra los japoneses, disparando a ciegas, lanzando tremendos sablazos, luchando a puños y culatazos. Introdujeron a los japoneses en otra clase de crueldad: la suya. Fieles a su honor, los japoneses se defendieron hasta al final, y hasta el final fueron hechos pedazos.

El teniente Sato, que estaba intentando regresar al Kirishima con su prisionero, el señor Rosseau, vió como el piquete de infantes de marina que mandaba era atacado por todos los flancos. Sacó su revólver, e intentó ver de donde venían los disparos. Un segundo después, tenía el sable de Durand en la garganta. Cuando le miró, sin girar el rostro, vió que este sonreía.

-Ahora, señor, usted es mi prisionero.

Los supervivientes de la brutal carga rusa se retiraron al Kirishima, aunque fueron cazados conforme lo hacían, cambiando un abordaje por otro. Entretanto, la niebla fue disipándose, y un joven guardimarina, el último vigía vivo en la cofa, anunció con un grito.

-¡Señor, fragatas y un acorazado avanzando por la popa!

Todos se giraron para mirar en aquella dirección. Enzarzados en combates a quemarropa y abordajes, el resto de barcos de la escuadra rusa estaba indefenso ante aquella reorganización de los japoneses. Lanzaban un último ataque, con todo lo que tenían. Los dos submarinos alemanes que quedaban emergieron, avanzando hacia ellos a toda máquina. Tupolev bajó su sable lleno de sangre. Con toda la tripulación comprometida en el abordaje del Kirishima, nadie podría manejar los cañones. Estaban indefensos.