Partida Rol por web

La Sociedad Fénix

La joya de la corona (Capítulo 5)

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06/06/2012, 20:58
Director

2 de septiembre de 1897

Las campanas tocaban en la catedral de Sarajevo, y la gente se agolpaba para ver el desfile. Una mujer vendía flores, y un hombre disfrazado compró unas cuantas. Llevaba unas gafas de sol negras, y miraba de reojo en busca de alguien, o algo. Entonces, vió al doctor Watson vigilando al otro lado del cordón policial, y como este le hizo una seña en sentido negativo. Sherlock Holmes comió una castaña caliente en un cucurucho de papel de periódico, caminando por la concurrida calle con aparente normalidad.

El automóvil negro se detuvo en una bocacalle aledaña, y Holmes se llegó la mano a la oreja, hablando por una copia del comunicador de la Orden de Thule.

-El pájaro está en el nido, doctor. Avise a la policía serbia.

Se acercó con un rítmico golpetear del bastón, al aire casual, cuando el coche le hizo una señal con las luces. Vestido como un pordiosero ciego, se acercó a la ventanilla del coche, y picó en ella.

-Una limosna, ¿Caballero?

La policía serbia ya estaba tomando posiciones.

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06/06/2012, 21:14
Profesor Moriarty

La ventanilla se bajó, y tras ella, estaba el hombre que esperaba. Ahora sin su inseparable perro fiel, el coronel Moran, que había sido detenido meses antes por Scotland Yard. Moriarty estaba vestido como para una fiesta. Le miró, con rostro sonriente.

-Admito que este es uno de sus mejores disfraces, señor Holmes. Aunque su gusto por lo obsceno y procaz siempre me ha hecho mucha gracia.

No había matones en el callejón, y eso sorprendió a Holmes. Dejarse ver así, a la descubierta... aquello olía mal. Moriarty abrió una caja, un tocadiscos portátil.

-¿Aprecia la música de Mozart? ¿Don Giovanni?

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06/06/2012, 21:21
Sherlock Holmes

Holmes se quitó las gafas de sol con una sonrisa. Moriarty iba poco escoltado. Aparte del conductor, solo llevaba un matón de confianza dentro del coche, que le miraba con cierto recelo. Escuchó su pregunta, y trató de averiguar que demonios estaba tramando. ¿Algún sistema de activación remota para una bomba? ¿O él era un simple señuelo?

-Es sorprendente lo que puede hacer un adolescente esclavizado por su padre, sí.

Tamborileó los dedos sobre la chapa del techo del coche.

-Profesor... que incauto. ¿Creía que no íbamos a encontrar la bomba en el coche del archiduque? Un intento algo burdo de provocar la guerra. Aunque admito que el mecanismo de la bomba era sofisticado: activación por hondas de radio. Pero una deflagración es... demasiado escandalosa para su estilo habitual.

La policía estaba preparada para caer sobre el callejón y apresarle. Moriarty se prendió entonces un cigarrillo, sonriente.

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06/06/2012, 21:26
Profesor Moriarty

El profesor dió una calada al cigarrillo, escuchando los compases de la ópera. Miró un momento por el retrovisor, como esperándose aquello.

-La guerra... -susurró- La guerra es un impulso natural en el ser humano, señor Holmes. ¿Ha leído los periódicos? Británicos, franceses y alemanes matándose en el desierto del Sudán. La guerra, mi querido enemigo, es inevitable.

Apuró el cigarrillo, mirando en dirección a la avenida. La gente ya vitoreaba el paso de los coraceros de la guardia imperial que escoltaban el automóvil del archiduque.

-¿No lo oye, señor Holmes? La ópera. Yo, al igual que usted, hoy solo soy un convidado de piedra.

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06/06/2012, 21:31
Director

Sherlock Holmes cayó entonces en la cuenta. El joven del café, en el que se había fijado antes. Leía un periódico de corte sindicalista. Rápidamente, avisó a la policía de que Moriarty solo era el señuelo, y corrió hasta el desfile. En ese mismo instante, el pueblo de sarajevo aclamaba al archiduque Francisco Fernando y su esposa, que viajaban en un coche al descubierto, en su visita a la capital serbia.

Los policías y la gente formaban un muro impenetrable, por el cual el detective inglés trató de colarse. Más fácil lo tuvo el joven anarquista, que sacó una pistola, y disparó sobre el policía que iba a detenerle.

-¡Viva Serbia libre! -exclamó al acercarse al automóvil- ¡Abajo el imperialismo austríaco!

Antes de que la policía o los guardias pudieran reaccionar, el joven se acercó a menos de dos metros del automóvil, y efectuó dos disparos. El primero, dió en la garganta del archiduque. El segundo, en el pecho de su esposa, que tiraba de él tratando de protegerlo.

Holmes se quedó petrificado, mientras el público huía de la escena, y la policía serbia arrestaba y desarmaba al asesino. La ventanilla del coche de Moriarty se cerró, y este reemprendió de nuevo la marcha. Alfil a torre cuatro. Jaque.

La guerra era ya inevitable. Una guerra mundial. El reloj del apocalipsis había adelantado varias horas sus manecillas.

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06/06/2012, 23:01
Director

27 de agosto de 1897. Pirámides de Mëroe, Sudán

La batalla de las pirámides había dejado un paisaje apocalíptico. Un ejército entero, convertido en carbonilla, que ahora hacía a las nubes descargar una funesta lluvia negra. Cadáveres parcialmente quemados, tirados en la arena del desierto, con jirones de banderas, caballos desventrados... A esto se le sumaban los cuerpos de franceses, ingleses y alemanes tirados en los alrededores de la pirámide. Los soldados tenían un gran trabajo por delante, enterrando a sus camaradas.

Artemis recuperó el conocimiento casi enseguida, pero con Candance eso fue diferente. El somnífero que le habían administrado estaba pensado para actuar durante muchas horas, incluso días. Quizá la necesitaban viva, y por eso se habían cerciorado de que no causara problemas durante el traslado, a donde fuera que quisieran llevarla.

Kitchener les dijo que su botiquín de campaña era limitado. Lo mejor es que fueran hasta Port Sudan, escoltados por sus hombres. Él tenía todavía que ir hasta Fachoda, e informar al teniente Marchand y su columna de lo sucedido allí. El grueso de su ejército esperaba para asediar Jartúm, rota ya la resistencia mahdista en aquella batalla. Una escaramuza se había producido en Omdurmán, mientras combatían. La historia recordaría que él estuvo allí, cuando no fue así. Cuestión de apariencias.

Antes de marchar hasta el enlace ferroviario, donde tomarían un tren hasta Port Sudán, los 50 supervivientes de la columna del comandante Girard formaron en la explanada frente a la pirámide, aguardando a la salida del capitán Tupolev y los Rosseau. Cuando les vieron aparecer, presentaron armas. O'Keefe se acercó con paso disciplinado. Estaba cubierto de sudor, sangre y polvo.

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06/06/2012, 23:13
Sargento O'Keefe

El irlandés se detuvo delante del capitán, y miró a los Rosseau con una leve sonrisa. Aquel era todavía su "oficial", en palabras del difunto Girard. Así que la formalidad era necesaria.

-Mi capitán -le dijo- Yo y mis hombres queremos darle las gracias. A usted, y a sus compañeros. Y no por los muertos... sino por los vivos. Pocos somos, pero menos seríamos si ese ejército derviche nos hubiera pasado a cuchillo. El sacrificio es algo que llevamos en la sangre, y todo el que se alista sabe que, tarde o temprano, dará su vida, o algo más que su vida.

Parpadeó.

-Ahora debemos reunirnos con el teniente Marchand y su columna en Fachoda, y esperar nuevas órdenes. Primero enterreramos a nuestros muertos, claro...

Habían perdido a muchos buenos muchachos. Esperaba que por algo más que un mero topacio. Había visto a aquellos hombres hacer cosas increíbles. A ellos y a sus enemigos. No le cabía duda de que se habían sacrificado por algo más que por una piedra. Se cuadró, y le saludó.

-Ha sido un placer servir su mando. Mis hombres necesitan a un líder como usted.

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06/06/2012, 23:22
Mijail Tupolev

Tupolev escuchó sus palabras, y comprendió que tenían un largo camino por delante. Tenían que llegar a un lugar donde poder curar las heridas, y averiguar cual sería su próximo destino. Se sentía cansado por eso. Estaban jugando al gato y al ratón con los alemanes. Pero en vista de los cientos de muertos de aquel día, quizá el juego habría terminado. Europa buscaba un pretexto para la guerra, inconsciente y ensinismada en la imagen de su propio poderío. Pero una guerra contra aquel enemigo, podría resultar catastrófica.

-Sargento -comenzó a decir, quitándose el cinto con el sable que Adrienne había usado para matar a la wyverna. El sable del comandante Girard- Sus hombres tienen a un lider así. Le tienen a usted.

Le ofreció el sable, y luego respondió a su saludo. Miró en dirección al toldo en el que estaba cobijado el doctor, una Candance durmiente y una Artemis que se mojaba la frente con un paño. Entonces, vió llegar a alguien de lo más inesperado.

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06/06/2012, 23:32
Tariq

Tariq y su pequeño criado venían tirando de las riendas de unos bonitos caballos. Parecía feliz por aquello, y a pesar del dantesco espectáculo de muertos y heridos, se acercó al grupo con la jovialidad que solía tener cuando los planes marchaban bien.

-Bendito sea Allah misericordioso, que les ha guiado en esta batalla. Mis buenos y brillantes amigos, he conseguido unos buenos caballos y agua fresca. Soldados del mahdi huían como locos dejando muchas cosas atrás, cosas de valor.

Abrió su chaqueta, y del forro interior colgaban innumerables anillos y colgantes de oro. Sonrió, dejando ver sus empastes metálicos, que brillaron al sol. Después de todo, aquel hijo de perra sucio tenía un don: el de la oportunidad. Y no había don que por bien no viniera.

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06/06/2012, 23:44
Director

5 de septiembre de 1897. Port Sudán.

Tras cuatro días de viaje y tres de descanso, las órdenes llegaron. Candance seguía sumida en un extraño y profundo sueño, del que Tupolev sabía que no despertaba, no porque no quisiese, sino porque no podía. Algo en su interior era diferente, pero no dijo nada a sus compañeros. Ness estaba día y noche a su lado, y solo convencido por Adrienne, descansó algunas noches en las que se turnaron en aquella eterna vigilia. Al cabo, ella despertó, y les contó algo maravilloso. Ahora era algo más que Candance. Era ella, y todas sus vidas anteriores. También le dijo al doctor Ness algo sorprendente, y es que en cada reencarnación, había estado "con un hombre como él". Le llamó "el señor del tiempo", delegado del dios Cronos en la tierra, con diferentes atribuciones según la época. Al parecer en este tiempo, el dios, o las fuerzas superiores que le habían señalado al nacer, parecía que habían depositado en el hombre el poder a través del conocimiento, en vez de las fuerzas místicas. Ness, aunque no terminaba de creerse aquello (lo atribuía a su elevada fiebre), pensaba que sería bueno, si terminaba con su eterna disputa acerca de la moralidad del uso de la tecnología para salvar el mundo. De todos modos, el resto del tiempo era ella, su Candy. Y para él, eso bastaba.

Fue ocasión de contactar con los Talbot, a través de sus comunicadores. Al parecer, las cosas en Europa se estaban precipitando. El archiduque de Austria, nación aliada de Alemania, había sido asesinado por serbios paneslavistas, por lo que Austria había declarado la guerra a Serbia, y Rusia a la primera. Ahora solo era cuestión de tiempo de que las guerras se fueran declarando en órden, según las alianzas que habían sido establecidas. Alemania sería la siguiente, y a ella se sumaría Francia, Inglaterra y otras potencias aliadas. Estaba claro que Turquía sería aliada de Alemania, por sus intereses comunes. Y sobre otras naciones, no se sabía por que lado se decantarían.

Estaban algo tristes, pues la guerra que habían intentado evitar, había sido provocada por sus mismas acciones. La batalla en el Sudán, aunque poco comentada por la prensa, había sido el auténtico detonante. Los alemanes no contaban con una confrontación abierta, o si se producía alguna escaramuza, que esta fuera solo entre ingleses y mahdistas, con ellos como meros espectadores. Pero ahora los rotativos de París hablaban de los héroes de la legión extranjera, y los periódicos berlineses calificaban de ultraje el ataque anglo-francés, situándolo con toda la intención en territorio del África Oriental Alemana, en vez del Sudán británico. Sin embargo, una fuente neutral como era el Herald Tribune estadounidense, manejado por el premio pullitzer Randolph Hearst, publicó fotos de la masacre en las pirámides. La polémica estaba, pues, servida.

El grupo seguía reunido en aquella sala, con el comunicador del capitán en el centro, y escuchaban el mensaje transmitido vía satélite por lord Talbot.

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07/06/2012, 00:02
Lord Talbot

Su voz sonaba algo distorsionada por la distancia, pero era bastante audible.

-En primer lugar, felicidades por haber conseguido el topacio de la reina Candace. Uno de nuestros agentes lo recogerá en Calcuta, para ponerlo a buen recaudo. Así es, su próximo y esperemos que último destino será la India. La joya de la corona de la reina Victoria. No se preocupen por la guerra, pues tarde o temprano iba a estallar. Preocupense por que no se inicie con el asesinato masivo de cientos de miles de personas inocentes, que es en lo que la Orden de Thule estará pensando. Creemos que tienen intención de usar la superarma en alguna ciudad clave para romper la resistencia de los aliados y ganar la guerra fácilmente. Quizá Londres, Moscú o París. Es algo que todavía estamos intentando averiguar, y créanme, tenemos a nuestros mejores hombres trabajando en ello.

Hizo una pequeña pausa, antes de seguir con la explicación.

-El topacio de la reina no es un objeto único en el mundo. Como ya sabrán, se trata de un condensador de energía, tanto mundana como mística. Los experimentos de los alemanes averiguaron que, combinando una acumulación masiva de energía en el topacio con la reacción en cadena de una fusión nuclear, se creaba una explosión apocalíptica, capaz de destruir una ciudad entera. Una ciudad del tamaño de Londres, para que se hagan una idea. Es por esto que les mandamos recuperar esta joya, y por lo que estamos poniendo a salvo otras parecidas en el mundo.

Hubo un poco de ruido blanco.

-Eso nos lleva a la India. Es el lugar donde se custodia un topacio de dimensiones parecidas al que acaban de "rescatar". Según los trabajos de nuestros arqueólogos, existe un templo en la frontera entre la India y el Nepal, el templo de Indra, que contiene una de estas piedras. Tranquilícense. En este caso, hemos obrado con astucia. Hemos mandado al lugar un batallón de gurkhas, para que custodien el templo hasta que lleguen ustedes, y averiguen como conseguir el topacio, y ponerlo a salvo, en un lugar que el enemigo no conozca. En este caso, el asunto será "como llegar hasta allí". Sospechamos que Japón entrará en la guerra aliándose con Alemania y Austria. Y los japoneses poseen una flota capaz de poner en jaque nuestras posesiones en la India, y hacerles pasar un mal día. Eso sin contar a los alemanes que están en Qingdao. Capitán. Rusia, al ser la primera nación en entrar en guerra, decidió ser precavida, y mandarle su acorazado desde Vladivostok, antes de la declaración de hostilidades, junto a una flotilla de dos fragatas y un dragaminas de apoyo. Las órdenes han sido cursadas, y los barcos se dirigen a Port Sudán a toda máquina desde hace cinco días. Calculamos que llegarán mañana o pasado. El gobierno británico les ha dado permiso para reabastecerse de carbón. E, imagino, que cuando lleguen a Calcuta Gran Bretaña habrá entrado en guerra, y no serán necesarios más permisos. Sean rápidos, y obtengan ese topacio antes que el enemigo. Si Dios quiere, no tendrán nada con que hacer estallar su bomba, y solo tendremos que preocuparnos de ganar una guerra convencional...

Se rió, como si eso tuviera mucha gracia. Luego resolvió sus dudas, y les deseó buena suerte. Las órdenes estaban, pues, muy claras, y eran harto sencillas. Ir hasta la India, conseguir esa piedra, ocultarla al enemigo y terminar de una vez con su trabajo. La guerra llamaría a cada uno a su casa. El deber, y todo eso.

Notas de juego

Para agilizar, si le hacéis alguna pregunta, madmadmela por privado en el primer post, y yo os respondo. Pero vamos, creo que está todo muy clarito.

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07/06/2012, 01:13
Director

Al día siguiente

El gobierno británico había respuesto sus heridas y habían atendido a sus solicitudes de armas y material en la medida de sus posibilidades. Lo que no consiguieran en Port Said, prometían tenerlo preparado a su llegada a la India. Al amanecer, puntual, la majestuosa armada rusa se recortó en el horizonte. Tupolev sonrió desde la habitación del hotel, y como un niño, miró a través de los prismáticos. Su barco tan lárgamente prometido estaba allí. Y era mucho mejor que un crucero. Un auténtico acorazado estilo "dreadnought", erizado de cañones. Una satisfacción casi infantil le hizo olvidar tanta sangre y muerte. Aunque como buen ruso, no pudo evitar pensar si aquella guerra no daría con aquella soberbia máquina de guerra a pique.

A mediodía, los barcos ya habían atracado, y estaban cargando carbón a destajo. Tupolev aguardó a que esta tarea terminara para solicitar permiso para embarcar. No quería interrumpir la carga de vituallas con una ceremonia. El tiempo lo pasaron de forma relajada, tomando el té en un local árabe al gusto europeo, en el que Candance aprovechó para reconciliarse con el yimik y el tabaco narguile.

Eran las seis de la tarde cuando el marinero indicó al capitán que tenía permiso para subir a bordo. Le trajo un uniforme nuevo, blanco, de gala. Tupolev creyó que se trataba de un error, porque aquel era un uniforme de contraalmirante, y además tenía una medalla que él no había ganado. Pero al final decidió que era mejor vestir incorrecto que presentarse en la cubierta del buque vistiendo de paisano. El joven Abdul cargó con algunas de sus maletas, despidiéndose de Tariq, que prefería quedarse en Sudán. En sus propias palabras, "un guía del desierto no haría sino estorbar en una jungla". Era una de las frases más sensatas que le habían oído decir. Se despidieron de él con poca efusividad, y caminaron hasta el cercano embarcadero, viendo la enorme mole del acorazado.

-Lo han llamado Knyaz Suvorov, en honor al almirante de las guerras napoleónicas -les informó el marinero.

Subieron entonces por la pasarela, y unos marineros se hicieron cargo de su equipaje por el camino, embarcándolo por una escotilla inferior. Ellos siguieron ascendiendo hasta la cubierta principal, donde los marineros aguardaban en perfecto órden de revista, vistiendo sus uniformes de gala. Era un espectáculo impresionante. Cientos de hombres uniformados, de diferentes rangos, formando hileras en la cubierta, sobre el puente y las plataformas de los cañones. Tupolev se envaró inmediatamente al ver aquello, y se acercó con sus compañeros hasta lo que parecía el comité de bienvenida: la plana mayor de la oficialidad, formada por algunos viejos conocidos.

El marinero indicó al resto de miembros de la sociedad que se detuvieran ahora, dejando unos metros entre Tupolev y ellos. Uno de los oficiales más veteranos se acercó, cuadrándose.

-Teniente Gogunov -dijo, reconociéndole- Aunque veo que ahora es usted capitán...

El hombre se cuadró, y le saludó militarmente. Luego le dió una carta. Órdenes firmadas por el zar.

-No soy yo el único que ha ascendido. Permítame ser el primero en felicitarle, contraalmirante.

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07/06/2012, 01:41
Mijail Tupolev

El capitán se separó unos pasos, leyendo el documento para si. Este era su contenido:

"A la atención del capitán de navío Mijail Tupolev.

Como sin duda ya sabrá, la guerra con Alemania ha estallado. Esperamos una declaración de guerra de los turcos, pero su fuerza no nos resulta preocupante. Nuestro mayor enemigo será Alemania, en el continente, y Japón, en el mar. Usted lo sabe bien, porque estuvo en Tsushima. Me temo que los japoneses llevarán ahora la guerra a aguas aliadas.

La reina Victoria me ha escrito personalmente, y me ruega encanecidamente que sus deberes para con la Sociedad Fénix vayan en primer lugar que el servicio al imperio. Me asegura que hay algo más en juego que el mero hecho de entrar en guerra, aunque se me antoja difícil algo peor para nuestro pueblo, cansado y explotado por la nobleza. He intentado hacer reformas, Dios lo sabe, pero los terratenientes me tienen atado de pies y manos. Algunos han lllegado a amenazar con separarse del imperio y hacer la guerra a Moscú si se sube el sueldo a los campesinos o los proletarios, o se reforman las leyes del trabajo y la sanidad. Los acontecimientos parecen precipitarse, y hay entre los comunistas un hombre que lanza discursos inflamados. Le llaman "Lenin". Parece un don nadie, pero puede volverse peligroso.

Es pronto para todas estas elucubraciones, y me gustaría felicitarle por su victoria reciente en Sudán. A usted a y sus compañeros, por supuesto. El gobierno francés habla maravillas de ustedes en el último cable diplomático que hemos recibido. Es por eso que le doy esta medalla. Asimismo, le mando lo que es suyo, y estaba prometido: su grupo de ataque, con su nuevo acorazado al frente. Una de las fragatas de escolta le sonará. Es su vieja "Alexander Nevsky". Como jefe de flotilla, me pareció indigno mantenerle en el rango de capitán de navío. Queda ascendido a todos los efectos al rango de contraalmirante.

Sus órdenes son viajar hasta la India, y ponerse nuevamente a la disposición de nuestros aliados británicos. Si lo ve necesario, deje la flotilla al mando del capitán Gugunov. Se que sirvió con él, y confía en su criterio. Su primera misión, como ya habrá intuído, es terminar su trabajo en la Sociedad Fénix, le lleve donde le lleve. Su segunda misión, una vez termine la primera, será ponerse al frente de su flotilla, y aguardar órdenes. Le ruego encanecidamente que actúe con rapidez. No sabemos cuanto tardarán nuestros enemigos en asestar el primer golpe.

Dios le guarde y asista en esta aciaga hora. Cuente con la bendición del patriarca de Moscú, y la mía.

Yo, el zar.

Nicolás II

"

El capitan cerró entonces el documento, y se acercó a la borda para tirarlo. No convenía dejar pistas que le vinculasen en un futuro con la sociedad Fénix. Prudencia de espía. Luego, miró a su tripulación, y se sintió obligado a dedicarles unas palabras.

-¡Tripulación del Suvorov! Muchos de ustedes me conocen, o han servido bajo mi mando. A los nuevos, he de advertirles, que no tolero la indisciplina, o la falta de fé. Exigiré el máximo de ustedes, por que yo daré el máximo. No les pediré que hagan nada que yo pueda hacer, ni algo que esté fuera de su deber. Deber, es la palabra más sublime de nuestra lengua. No pueden hacer más. No deben exigirse menos -miró a Gogunov- Capitán, ¿Ha terminado ya la maniobra de carga de víveres?

El marino dió un paso adelante, y respondió.

-¡Si mi almirante!
-Entonces ponga rumbo a la India. A toda máquina. Corneta, toque zafarrancho de combate. Desde este momento, estamos en guerra.

El joven corneta se cuadró, y comenzó a tocar. Los marineros corrieron a sus posiciones, y el capitán se giró a mirar a sus amigos y compañeros.

-Rosseau, hágase cargo de que nada falte al grupo. Me temo que mis nuevas obligaciones me van a impedir a ejercer de líder, al menos hasta que lleguemos a puerto.

Miró un momento a Artemis, con un apunte de sonrisa. Se alegraba de que estuviera bien tras su desmayo. A pesar del rechazo, seguía...

-¡Teniente Polenin!

El joven y apuesto marino se acercó, disciplinado.

-Enseñe sus camarotes a mis compañeros, y procure que nada les falte. Deles escolta si es necesario, pero asegúrese que sean tratados apropiadiamente por la marinería. Como si fueran oficiales.

El muchacho asintió, y les pidió que le acompañaran. No obstante, Tupolev requirió su atención nuevamente.

-Por cierto... Sería para mi un placer que cenaran esta noche conmigo, en el comedor de oficiales. Hay mucho que discutir, antes de llegar a Calcuta.

Luego se alejó hacia el puente de mando, con las manos a la espalda. Caminaba encorvado, como si las vidas de cientos de hombres que dependían de sus órdenes le sumara un nuevo peso a la espalda.

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07/06/2012, 02:25
Teniente Polenin

El joven pero sobradamente preparado oficial les acompañó hasta las entrañas del buque, bajando por las escalas. Caminaron por el comedor de la marinería, ahora desierto a excepción de los cocineros, y un grupo de suboficiales que tomaba café. Aquella nave era gigantesca, y en cada compartimento, cada celda, había algo, aunque solo fuera maquinaria funcionando, o almacenes.

Unos marineros con fusiles y la bayoneta calada, montaban guardia en la entrada del pasillo del ala de oficiales. A los marineros les estaba prohibido el paso sin permiso expreso de sus superiores. Cuando entraron allí, el ambiente cambió un poco. Aunque sin llegar a ser refinado, los pasillos estaban decorados de forma menos austera, y pudieron ver camarotes que, aunque pequeños y funcionales, parecían bastante cómodos.

-Tengo entendido que tenemos un matrimonio, y otro en ciernes -dijo- Ha sido difícil encontrar algo parecido a una cama para dos, pero hemos improvisado como mejor hemos podido.

Abrió sus habitaciones. Estaban unas frente a las otras. Las dos "de matrimonio", las formaban dos camas plegables que se unían en el centro de la habitación, con armario y escritorio. Otra habitación tenía el mismo mobiliario, pero era "individual". El escritorio constaba de silla, también plegable, secreter cerrado y lámpara.

-Como ven, en un barco de guerra las comodidades son limitadas. Hay un baño compartido al final del pasillo, grande. Lamento si resulta poco privado para las damas. Estamos en proceso de acondicionar otro compartimento como baño auxiliar, pero imagino que hasta mañana o pasado no estará operativo. Entretanto, las damas pueden acicalarse en las habitaciones. He dispuesto que traigan vacías y orinales, deberían estar dentro de los armarios...

Abrió uno, y vió que estaban allí. Sonrió.

-Si necesitan llenar o vaciar alguno de estos, llamen a los guardias. Hay un marinero que actuará de ordenanza para sus necesidades concretas, y les escoltará a donde necesiten. Para cualquier otro tipo de problema, o petición, no duden en mandar llamarme.

Salió de nuevo al pasillo, y estrechó la mano de Durand, y luego la de Ness.

-Espero verles esta noche en la cena, y que tengan un buen viaje. Les dejo, ya que imagino que estarán cansados, o tendrán asuntos que tratar. Buenas tardes.

Dicho lo cual, caminó de vuelta al final del pasillo, y cerró la escotilla al salir.

Notas de juego

  • Rellenáis automáticamente vuestros puntos de acción.
  • Recuperáis los puntos de heridas que hayáis podido sufrir.
  • Recuperáis armamento y munición según constaba en vuestras fichas. Asimismo, podéis comprar objetos con los puntos de experiencia que se os asignarán.
  • Podéis decirme si pedís con antelación algo a los Talbot, o les hacéis alguna pregunta (esto en mensaje con destinatario solo para mi).
  • Es la hora de rolear un poco de relaciones sociales, conversaciones, y ponerse al día. Procurad no mataros entre vosotros como la última vez que dejé a los jugadores relacionarse entre si fuera de la acción xD. Porfa.
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07/06/2012, 11:29
Innana

Abrió los ojos encontrándose terriblemente débil, le hormigueaba todo, y lo primero que pidió fue que le trajeran su cantimplora de Yimmik la vació hasta la última gota sin sufrir el más mínimo efecto salvo una cierta recuperación.
La sensación era extraña, lo equiparó a la “iluminación” budista, un estado de hiperconsciencia en el que percibía el funcionamiento total del universo y pese a ser dos en su cabeza la sensación de  equilibrio era indescriptible.
Aunque si hubo algo que la ayudó a recuperarse fueron los brazos del doctor. La atendía con suma delicadeza pero ella notó algo sombrío en él, algo que no tenía que ver con las múltiples heridas y magulladuras que sufría. Estaba claro que había apreciado los cambios físicos y algo intuía de los cambios en su interior, aunque al no haber “despertado a su naturaleza” lo percibía como algo preocupante

-Escuchame señor del tiempo
Le dijo en un momento de soledad. Sus ojos escarlata refulgieron y la voz se tornó algo más grave. Vio que le había asustado y empleó un tono igualmente señorial pero mucho mas dulce

-Candance no llegó a tiempo a la cita por mi causa, te pido disculpas por ello.

En un insólito gesto se arrodilló a la antigua usanza, clavando la frente y las palmas de las manos en el suelo para luego quedar sentada en “seiza” (sobre las rodillas a la japonesa)

-Doctor, si pudierais ver a través de mis ojos...  vuestro Dios tiene el don de enojarme, ha hecho esperar en demasía a mi hija llevandola al borde del quebranto y ni siquiera se os ha manifestado... su modo de actuar se me antoja cuanto menos irritante... Cuan sencillo os parecería todo si hubierais despertado.

Calló por un momento dandose cuenta de que solo estaba confundiendo mas al pobre escocés

-Olvidad lo que he dicho. Candance sigue aquí (dijo palmeando el corazón) esto es pasajero, nada en este mundo podría apartarla de ti, ni siquiera yo. El amor es la energía más poderosa del universo y el vuestro es puro e inquebrantable. Yo solo tomo el control de su cuerpo cuando es requerido, cuando todo esto acabe volveré a mi letargo y de nuevo será totalmente vuestra.
Eres un hombre bueno, el mejor, (le tomó la mano como una madre que ruega a su futuro yerno), amalá, cuidala, mímala, os quiere con tal devoción... ambos merecéis amaros y vivir una vida larga y plena, no seré yo quien se interponga entre vosotros. (le impuso las manos) Bendito seas Irving Urquart de Escocia

Dicho esto parpadeó, el rubor se apoderó de sus mejillas y la debilidad regresó a sus extremidades haciendola caer en el regazo de su prometido, Candy estaba de nuevo con él.

Notas de juego

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07/06/2012, 12:38
Doctor Irvin Ness

Era ella, pero a la vez no lo era. Sus palabras, su forma de dirigirse al doctor, incluso el mas pequeño de sus gestos estaba a un abismo de distancia de la mujer que el amaba.

Quizá la fiebre, quizá la droga.

Estos y otros muchos quizás ocupaban la mente de Irving mientras escuchaba las palabras de aquel ser al que no sabia como dirigirse. Sentía el impulso de preguntarle quien era, o de tratar de encontrar a Candance en el fondo de esos ojos azules, pero estos tenían un brillo distinto, desconcertante.

El doctor la escucho sin comprender. El solo quería recuperara a su prometida, estrecharla entre sus brazos, besarla. Pero aquel ser no era Candance, se parecía, en realidad era casi exacta exteriormente, pero no era ella.

El ser, pues Irving no podía verlo de otro modo, se toco el pecho, sobre el corazón, y dijo que ella estaba allí. Él deseo creerle, y le escucho, dejando que cogiese sus manos e incluso que le bendijese, hasta que se desplomo en su regazo. Con el frágil cuerpo entre sus brazos Irving, por primera y única vez en su vida, pronuncio una plegaria.

Por favor, devuélvemela.

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07/06/2012, 13:02
Innana

Fue un sueño pesado y desagradable, sentía como un eco lejano lo que sucedía a su alrededor pero era incapaz de moverse, como si su cuerpo fuera de plomo. Le angustiaba sentir sufrir a Irving y no poder consolarle, además estaba muy confusa, tantas conciencias dentro de ella, tantos recuerdos, tantas memorias la abrumaban, afortunadamente el capitán se adentraba de vez en cuando en su mente abstrayendola de tanto ruido y haciendo un poco mas leve aquella cárcel. Agradeció enormemente la presencia de Adrienne, muy amable y cálida, la cual le puso al día de todo lo acontecido procurando enmascarar su preocupación, una verdadera amiga.

Aún así, aquel sueño forzado le sirvió para familiarizarse con su nueva situación, su autentica naturaleza y el universo. Todas las “Ashas”, los cuerpos que Innana habitaba, eran creados por ella misma, así pues Innana era su madre y todas las “ashas” hermanas, seres individuales y a las vez uno, como cabos de una trenza. Si en un humano se entrelazan cuerpo mente y espíritu, con principio y fin, en una “asha” se trenza un cuarto cabo, la diosa de los elementos, infinita en el tiempo.

Ver el mundo a través de los ojos de Innana era indescriptible, formaba parte de la armoniosa maquinaria de la creación, sentía cada una de las hojas de las palmeras agitadas por la brisa, los remolinos de agua en el mar profundo, los pájaros planeando en picado para cazar los peces de la superficie, la energía de los hombres trabajando... energía... justo lo que en ella menguaba con una velocidad asombrosa, el “despertar” de la diosa la consumía y necesitaba ingerir grandes cantidades de Yimmik, era prácticamente lo único que bebía. El efecto era vigorizante y ... afrodisíaco.
Se mostró extremadamente candorosa con el doctor, le curaba las heridas, lo mimaba, lo atendía, todo era poco para mendigar una mirada amorosa, estaba totalmente rendida a sus pies, sin embargo aunque correcto y amable de nuevo lo veía bloqueado. Habían vuelto al punto de partida.
Durante la noche jugueteaba con el anillo y lo miraba con tristeza, le observaba dormir “¿Es que no me ves mi amor? ¿No estoy aquí contigo? ¿Por que no me crees?”

Igual que sentía el fluir del universo también notaba la frecuencia baja y serpenteante del mal abriendose paso, la guerra... había visto muchas y todas eran iguales, horror, hambre, pérdida...
Lo primero en que pensó fue en Amina y la delicada posición en la que se encontraría, escribió un telegrama dándole instrucciones de que hacer (para empezar renunciar publicamente a la nacionalidad turca y liquidar el negocio) y posteriormente pidió a lord Talbot que ayudara a su joven pupila en caso de que la situación se complicara, solo a cambio de eso cedería (ojo que no dar, si no prestar) el cetro. Los ingleses se habían mostrado muy cobardes en la batalla pero muy prestos a colgarse las medallas, no le gustaban, eran demasiado propensos a creerse dueños de lo ajeno.

Lamentó no haber podido despedirse de O´Keefe y el resto de legionarios (vivos y muertos). Tomó la decisión de desmontar uno de sus aderezos de Cartier, el de diamantes azules y amarillos, con el valor de cada una de esas piedras crearía un fondo de pensiones para los que ella llamaba “Los héroes de Meroe”

El nombramiento de Tupolev fue emocionante, se lo merecía, y la flota era imponente, bellíssima, deseaba recorrer cada palmo de esos prodigios de la navegación, ver como funcionaban y observar a la marinería rusa en acción como una máquina perfectamente engrasada. El capitán haría grandes cosas . Entonces cayó en la cuenta de que tenían una conversación pendiente, ahora estaba totalmente segura de que ocultaba algo verdaderamente importante y pesaroso, lo supo durante sus visitas en el sueño ¿Pero el que? Esperaba que tuviera la... deferencia, la confianza suficiente para sincerarse, eran una familia y debían apoyarse entre ellos.

Fascinada como estaba admirando los detalles del Suvorov se dio de bruces con una cruda realidad cuando les mostraron sus camarotes, en otra situación habría sonreído con picardía cuestionando que ese remedo de cama de matrimonio pudiera soportar el uso pero no, lo que se planteaba era la idoneidad de aquella cama, ¿Debería dejar espacio a Irving? ¿Como? ¿Que era lo correcto?

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07/06/2012, 17:16
Artemis Marie Sowreston

Nunca en toda mi vida había estado más cansada que en ese momento, quizás por que había llegado el momento de relajarnos un poco mientras Tupolev nos llevaba a La India. Bueno, ya no era capitán, lo habían ascendido y de alguna manera me daba gusto por él; incluso me atreví a medio sonreírle antes de despacharnos hacia lo que serían nuestros dormitorios durante la travesía, luego tendría tiempo de felicitarle si se terciaba. En realidad no creo haber conseguido algo que se llamara totalmente sonrisa pero al menos no había sido una mueca burda como solía hacer y di media vuelta siguiendo al resto, a la reina, a los prometidos, la verdad, con la cabeza un poco en otro lado que poca atencipon prestaba a los detalles de los pasillos o a esas cosas que estaba nombrando el teniente Polenin.

-Gracias.

Dije mientras con un movimiento de cabeza me despedía de los demás, seguro que todo el mundo necesitaba su privacidad y yo, tenderme en esa cama. Peores cosas había pasado, así que digamos que todo aquello era como un pequeño lujo cuando se ha dormido en el desierto y a ras de suelo. Cerré la puerta tras de mí, eso de compartir el baño, bueno, tampoco era que me preocupara mucho. Me preocupaban más otras cosas, como las que había dicho Talbot. Tocaba encontrar otra piedra pero algo me decía que no sería sólo eso, demasiado poco para nosotros; estaba empezando a sentirme bien entre ellos y eso era por lo menos raro.

Me senté en la cama, me quité los zapatos y me tiré en la cama. No sabía cuánto tiempo nos tomaría llegar a La India pero si la guerra se había desatado, mejor que fuera antes y no después. Cerré los ojos unos instantes, estaba demasiado encerrada en mí misma y extrañaba un poco mi libertad pero mi padre ya me había advertido que las cosas serían así. Sentí deseos de caminar por la borda, sentir la brisa marina en el rostro pero me di cuenta que quizás no era buena idea, si Tupolev nos había enviado a los camarotes por algo sería.

-Bueno, pero tengo algo de aire por aquí cerca...

Dije sin pensar en los permisos o peligros, nunca me había importado. Sonreí y sin ponerme el calzado, con el cabello suelto, salí por el pasillo, hasta una parte por la que habíamos pasado con Polenin y que daba al mar, sin techo, algo bueno para mi salud, mental sobre todo. Pero poco me duró el gusto, necesitaba hacer algo más, algo que me llenara de energía, así que comencé a caminar por la baranda, mirando hacia abajo a veces, otras hacia el cielo y me llegaban claros y altos las voces, marinos seguramente parecían divertirse. Siguiendo el sonido de las voces llegué hasta lo que parecía ser una pequeña sala de descansos, los chicos jugaban pulsos, no eran muchos, los dos que jugaban y tres más que alentaban.

-Reto al que gane.

Las miradas se volvieron a mí que estaba parada en la puerta con los brazos cruzados, el pelo revuelto por la brisa marina y descalza, claro. Divisé unas sonrisillas displicentes que no hicieron mella en mí, los hombres están demasiado acostumbrados a que una mujer sea débil.

-¿Y bien? ¿O tienen miedo a una débil mujercita?

Más tardé en decir eso que en picar el orgullo varonil. Cuando el vencedor gritó su triunfo y los otros lo aplaudieron, se levantó y caballerosamente me invitó a ocupar el lugar de su oponente. Bueno, ahí vamos. Al menos iba a divertirme un rato y a descargar emociones.

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07/06/2012, 18:53
Doctor Irvin Ness

Irving se encontraba dividido. Por un lado estaba aquel ser, aquella… personalidad recién surgida en el cuerpo de su prometida. Sus palabras sus gestos, eran ajenos, extraños, y de pronto allí estaba ella de nuevo. Como si hubiese regresado de algún lugar en las profundidades.

Esos eran los buenos momentos, los momentos en los que veía el amor en sus ojos y sentía que estaba de nuevo con la mujer de la que se había enamorado.

En aquellos momentos dulces, Irving sabía que ella se desvivía por complacerle, por demostrarle su afecto, por borrar la presencia de ese otro ser, Innana, y todo volvía a ser como antes.

Si, te veo Respondía él embelesado cada vez que ella volvía.

Su corazón se desgarraba al percibir el sufrimiento de su prometida, y no dudaba en estrecharla entre sus brazos.

De pie frente al espejo, trato de ordenar sus ideas en uno de los pocos momentos en los que no estaba con ella. Abrió el grifo para refrescarse la frente y la nuca cuando su mente comenzó a divagar al ver el agua corriendo.

Agua. Dos moléculas de hidrogeno, una molécula de oxigeno, y la temperatura adecuada para convertir dos gases en un liquido. Pero tanto el hidrogeno como el oxigeno siguen existiendo, sencillamente transformados. Puede que las propiedades químicas y físicas del compuesto hayan cambiado, pero sus elementos originales no han desaparecido.

Irving salio del baño con un renovado brillo en sus ojos. Entro en el camarote de ella, y sin mediar palabra la beso.

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07/06/2012, 18:59
Durand Rosseau

Durand se encontraba algo abatido. Después de tantos esfuerzos por su grupo, la guerra iba a estallar en el continente. A pesar de que Lord Talbot ya les dijo que la guerra iba a estallar en cualquier momento, lo cierto era que el francés pensaba que quizás podían haber hecho algo para más para impedirla. Aunque, ya no se podía hacer nada más. Ahora solo quedaba por volver a lograr un nuevo éxito en la misión que les esperaba. 

Se encontraban en un pequeño camarote del barco, junto con su esposa. Por fin tenían un momento para ellos solos, en la intimidad que le daban su habitación. Se acerco hacia su mujer y le dio un ligero beso en la boca, mientras su mano se dirigía hacia su vientre. 

Mon amour, ¿que tal te encuentras hoy?- le pregunta con una sonrisa radiante en sus labios.