Partida Rol por web

– ¿Estas seguro? –Tan nerviosa estaba Meredith que por un momento olvidó tratar a aquel hombre con la debida distancia–. Yo… Yo no he oído nada.

En aquel momento se alegró de haber cogido una pistola. El peso de esta en su mano derecha la daba cierta tranquilidad.

Michael apretó los dientes y se levantó dejando en el suelo ese extraño musgo que tanto le atraía.

—Sí estoy bien —dijo mientras se acercaba a donde estaban los mineros—. ¿De dónde ha venido ese sonido? Yo no he oído nada. Howard —gritó—, aquí han oído algo. Date prisa, no quiero que te quedes atrás.

Una vez al lado de los mineros, se hizo un gesto para que esperaran al resto y centró sus sentidos en las indicaciones de estos, intentando escuchar lo que ellos habían oído.

Howard le dio a probar la bebida.

El tipo abrió el gaznate y tragó todo lo que Howard le diera, sin hacer ningún asco o aspaviento.

- ¡ Joder ! Sabe a mierda - Dijo limpiándose las gotas que quedaron por las comisuras con el hombro.

No parecía que nada ocurriera, cuando sus pupilas comenzaron a dilatarse, su respiración se relajó y finalmente su cabeza cayó a peso muerto golpeando con un suave "clank" contra la vagoneta sobre la que quedó descanso. Todavía tenía pulso si se le tomaba, era lento, pero fuerte. El abogado se quedó mirando al tipo y la botella. Luego se volvió hacia su Norman:

—Vale... pues decía la verdad. No sabía nada de lo del chaval. Volvamos con los otros. Y sí: es buena idea que lleves ese arma cargada por si acaso nos encontramos con más turistas en los túneles.

No quería mostrar su desconcierto pero no comprendía que demonios pintaban unos traficantes de licor con lo que aparentaba ser una secta. Y lo peor estaba por venir porque no tenía buen feeling con respecto a la cueva recién descubierta.

No tenían nada más que hacer allí. Con suerte el tipo seguiría vivo cuando regresasen y Meredith podría atenderlo. Quizás eso fue lo que le dieron al chico para mantenerlo callado mientras realizaban el ritual. Intentó quitarse de la cabeza la imagen del niño pero no fue capaz. Quería llegar al fondo de todo aquello y encontrar a los culpables, y no se detendría ante nada para ello.

-Dulces sueños...-se limitó a decir Norman cuando el sujeto cayó en coma. 

Sin más que añadir, asintió a lo dicho por Howard y se llevó consigo el arma corta cargada, además del subfusil Thompson que ya portaba. Respiró hondo y siguió al abogado por la entrada hacia aquel extraño túnel.

Norman se hizo con la botella y la guardó con cuidado de que no se rompiera. Quedaban algunos pocos restos, nada más que gotas. Cuando llegaron al agujero vieron que Michael y Meredith habían avanzado un poco. Lo primero que les sorprendió es que no se encontraron ninguna cuerda... quizá la había recuperado al bajar.

Ataron a la mesa una de sus cuerdas y la arrojaron para bajar. Aunque con cierta incomodidad por el extraño tacto de la pared de aquella cueva lograron llegar hasta abajo. Allí se encontraron a los tres mineros, Meredith y Michael en silencio, con sus armas bien sujetas y mirando a ningún sitio en concreto.

Por mucho que se esforzaban no lograban escuchar nada, y Ramón estaba quieto, apuntando hacia la oscuridad^[1]

—¿Qué ocurre? —dijo Michael mientras caminaba lentamente en la dirección donde apuntaba Ramón—. Howard, protege a tu mujer, voy a echar un vistazo. Y tú, ven conmigo.

Michael había señalado a Ramón, que todavía sostenía el arma apuntando a ese lugar.

Ramón asintió tragando saliva y siguiendo a Michael de cerca. Su brazo temblaba, haciendo que su punto de luz se moviera con inquietantes y molestos giros.

- Eh ! - Dijo Daniel que se había acercado curioso hacia los brillos que habían visto antes en el suelo. - Será mejor que no se alejen demasiado y vengan a ver esto - Apuntaba con su luz a Michael y Ramón, aunque enseguida apuntó también al otro grupo haciendo una señal de asentimiento. 

En el suelo había una docena de casquillos de bala, los duchos en la materia reconocerían sin duda el calibre .45. También hay bastantes restos de sangre, como si fueran manchas de arrastre que avanzan hacia la parte ancha del túnel^[1].

Will estaba mirando con la linterna también, apuntando a las balas, pero decidió adelantarse un poco. Dió un golpe en el brazo a su compañero al ver aquello.

- Allí - Dijo señalando con el haz de luz. Se veía el otro extremo de la cueva. A cuatro metros de altura más o menos, al igual que el agujero que abrieron los mineros había un nuevo agujero...

Howard se mantuvo cerca de Meredith lamentando no haber cogido él mismo un arma. Aunque sabiendo lo malo que era en el tiro al blanco igual había sido lo mejor para todos.

—¿Estás bien querida?— preguntó observando los casquillos y la sangre —¿Por qué quitasteis la cuerda? Es mejor tener una vía de retroceso preparada por si... pasa cualquier cosa.

Alumbraba con la linterna alrededor.

—¿Veis algún cuerpo?— le preguntó a los que estaban más adelantados.

Norman frunció el ceño malhumorado cuando observó la sangre y las balas. Aquello reafirmaba su idea de que no debería haber entrado allí. 

Se acercó a Howard y le tendió el arma corta, pues tenía también el Thompson, y sin duda es lo que usaría llegado el momento.

-No me gusta el panorama que tenemos aquí. Ojalá no tengamos que utilizarlas, aunque si se diera el caso, espero que tu puntería sea al menos la mitad de buena que tu labia.

Luego se aproximó a la otra salida recién descubierta para intentar observarla más de cerca.

-Creo que deberíamos echar un ojo a ese acceso.

A la pregunta de Howard Meredith se limitó a torcer el ceño y poner los brazos en jarras. Con ese gesto quería decirle “si eres tú tan listo, ¿por qué no has usado tú una?”, pero no era el mejor momento para iniciar una discusión familiar.

Lo que ahora mismo la interesaba de verdad, eran las huellas de sangre que Daniel había encontrado. Se acercó a ellas y las estudió con algo de detenimiento. Quizás fuera capaz de descubrir algo acerca de la herida, su posible tamaño teniendo en cuanta la cantidad de sangre. o si era más o menos reciente.

Michael cogió a Ramón del brazo.

—Céntrese —le dijo más de cerca—. ¿Por dónde ha escuchado ese sonido? ¡Maldita sea! Puede que sean los demás mineros.

Movió el brazo de Ramón para enfocar con la linterna alrededor, buscando el origen del sonido que había escuchado el minero.

Howard tomó el arma que le tendía Norman y se adelantó con él para cubrirle.

Como había escuchado alguna vez: mejor tener un arma y no necesitarla que necesitarla y no tenerla.

Norman y Howard miraron el otro agujero recién descubierto. Daniel estaba junto a ellos, también observando.

- Parece que el agujero fue hecho desde la parte interior - Dijo apuntando con la linterna a los bordes y luego al suelo, justo debajo del agujero. - Miren esos restos de... la pared. - Volvió a apuntar arriba, recorriendo lentamente los cuatro metros para finalmente juntar los haces de luz.

- Oye - Añadió Will - Parece que ahí arriba continúa la mina. Fíjate en los tablones - Efectivamente quien mirara pudo ver que desde allí abajo parecían verse unos tablones que sujetaban las paredes de un túnel. Muy parecido al que habíais visto durante el trayecto hasta allí. 

Daniel y Will se miraron, apuntaron al agujero que habían hecho y al nuevo asintiendo. 

- Creo que por ahí podremos llegar hasta donde están los elevadores de la mina. - Will asintió - Creo que Daniel tiene razón - Corroboró Will.

Mientras tanto Meredith se había detenido a examinar los restos de sangre. No le decían demasiado, aunque una cosa le quedaba clara. Allí había casquillos de bala, si, pero la cantidad de sangre en el lugar más la que se perdía arrastrada por el suelo hacia Michael y Ramón no podía ser de un balazo. Era sin duda demasiada sangre...

Por su parte estos dos seguían apuntando con sus linternas. Ramón se había calmado ayudado de Michael y apuntaba hacia donde creía que había escuchado un sonido que ahora no se percibía. Tan solo las palabras de sus compañeros atrás y la agitada respiración del minero llegaban a oídos del investigador.

- Le juró que escuché algo - Dijo en un surruro Ramón - Un... una especie de gruñido, o quizá una respiración fuerte. No, no sabría identificarlo mejor - 

Comentó con Howard su descubrimiento. No tenía muy claro que valor tenía esa información, pero tenía claro que su marido sabría interpretarlo mejor que ella.

Después escuchó a los mineros hablar de un nuevo túnel desde el que posiblemente podrían llegar hasta los hombres atrapados por el terremoto. Aún se sentía algo asustada en aquella extraña gruta y volver a la mina parecía una opción de lo más tranquilizadora.

– Entonces, ¿a qué esperamos? Sigamos hacía el túnel.

—Bueno... está claro que no nos queda más opción ¿no?

Se quedó mirando el agujero sin intención alguna de ir de primero.

-No se hable más. 

Norman ya estaba decidido a adentrarse por aquel nuevo acceso, así que se preparó para subir a él. Si no podía escalar de alguna manera, o alcanzar el borde de un salto, intentaría hacer uso de la cuerda si tenían un gancho, o en última instancia pediría la colaboración a alguien para que pusiese las manos y se impulsase en ellas.

Michael avanzó unos pasos más, internándose más en esa gigantesca y extraña gruta.

—Le creó —contestó a Ramón mientras avanzaba—. Avanzaré un poco más...

Daniel y Will ayudados a Norman, lograron apoyarse el uno en el otro para que uno de los mineros subiera hasta la parte superior del agujero.

- Teníamos razón, por aquí continúa la mina - Dijo Will desde arriba. Había logrado atar una de las cuerdas a algo y hacerse un nudo al rededor de su cintura. La cuerda cayó un minuto después. 

- Vamos, yo os ayudo - Dijo esperando que el resto fuera subiendo. Fue entonces cuando se percató de que su compañero Ramón y Michael parecían haberse adentrado en aquella gruta, siguiendo el rastro de sangre. 

- Un momento - Dijo apuntando hacia sus compañeros, cuyos cuerpos solo eran sombras difusas iluminada por la fluorescencia de aquel musgo y los débiles haces de las linternas. - ¿Que están haciendo? -

Ramón avanzaba detrás de Michael, ayudados por la iluminación de los hongos y las propias linternas lograron visualizar lo que parecía el final de la cueva. Aunque eso no fue lo que más le llamó la atención. Ya había dado con los rastros de sangre, que a esa altura eran ya más bien escasos. Unos cien metros más allá de sus compañeros encontraron una extraña protuberancia^[1] de unos dos metros de altura, con forma de monolito carmesí. Más que un monolito construido por alguien se asemeja más a algo que ha crecido en el interior de aquella cueva, aunque desde la distancia a la que se encontraban no permitía sacar muchas más conclusiones.

Howard siguió a los mineros y demás compañeros, trepando por la cuerda.

Una vez Howard había llegado al nuevo túnel que se habría sobre ellos, Meredith le siguió sin pararse a mirar atrás. En aquel momento lo último que la apetecía era seguir un segundo más en aquella caverna, cerca de esos extraños hongos iridiscentes.

Tan centrada estaba en salir de allí, que ni siquiera se había dado cuenta de que Michael se había alejado algo, internándose en la gruta.