Partida Rol por web

La sombra del Norte

Capítulo 3: Bree

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04/06/2017, 22:38
Director

Mientras hablaban, las campanas de la ciudad dejaron de sonar aunque los guardias más bien parecían extrañados por que lo hubieran estado haciendo. Sin embargo, nada comentaron sobre el tema, pues les preocupaba más resolver la escaramuza que se había producido en el camino. La lluvia continuaba cayendo con fuerza mientras hablaban, y las gotas repiqueteaban contra el metal de los yelmos de los guardias y sus armaduras. Habían reconocido a los soldados desertores y procedieron a su detención. Uno de los guardias apuntaba con su lanza a los soldados mientras otro retiraba sus armas y les ataba las manos a la espalda obligándoles a quedar tendidos bocabajo.

[color=#0000FF]¡Mamarrachos! ¡Cobardes!. [/color]- Les espetaba mientras ataba con fuerza sus manos con trozos de cuerda, a juzgar por la expresión dolorida de sus caras. [color=#0000FF]Sois una deshonra. [/color]

[color=#8300A8]Avisad a los curanderos.[/color]- Dijo en respuesta a la petición de Aeth el guardia que había hablado primero, quien por su indumentaria diferenciadora del resto parecía ser el jefe de aquel destacamento. [color=#8300A8]Uno de ellos también parece estar malherido, Will, comprime la herida de ese desertor antes de que se desangre y no puedan propinarle cien latigazos en la guarnición en la que debería estar.[/color]- Se giró hacía Melyanna y el resto del grupo y observó el cadáver de Mithdúlin, quien todavía yacía en el suelo con el horrible corte en la cabeza. [color=#8300A8]¿Ese es vuestro compañero? Lamento su muerte y las molestias que estos desgraciados os hayan causado. Pagaran por ello, podéis estar seguros. [/color]- Llevó su mano bajo la capa y sacó una bolsa de cuero que colgaba de su cinturón. [color=#8300A8]Aceptad esta pequeña compensación, sé que no os librará del dolor por vuestro compañero caído pero es en agradecimiento por detener a estos cobardes desertores.[/color] -Tendió en su mano diez piezas de oro para el grupo.

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07/06/2017, 13:57
Rossuon Pairaniar

- No me satisface... - Retuvo las palabras en su mente. Unas que no hubiera dudado en usar en su hogar para que su orden fuera cumplida. Aunque en ocasiones tuviera que recurrir a otros métodos. En este caso era complicado, en la guerra eran necesarios todos los hombres posibles.

- No merecéis más que la horca. -  espetó el noble a los desertores. 

Fue a enfundar la espada cuando recordó que no había traído la vaina consigo. Había salido corriendo de la cama cogiendo solo arma y escudo. Fue consciente del aspecto que presentaba y de la pesadez de sus prendas mojadas. La lluvia no dejaba de golpear su rostro. Encaró a los soldados apresados.

- Habéis huido de vuestro deber con cobardía para acabar luchando por vuestras vidas contra gente honrada. ¿Qué ha mejorado? - pasó la mirada por los ojos de cada uno de ellos antes de proseguir con tono solemne.- Enmendad vuestro error. Enmendad vuestras horribles acciones. Vuestra actitud. Vuestro nombre. Volved al frente y combatid hasta no poder levantar la espada. Salvad más vidas de las que habéis arrebatado. - observó el cuerpo del elfo caído. - Entonces podréis pedir perdón. - señaló con la punta de la espada el rostro de Mithdúlin. - Mithdúlin era un virtuoso bardo de gran corazón. Y nuestro compañero. - buscó la mirada de los desertores. - Su muerte pesará en vuestras conciencias hasta ganaros el perdón.

Rossuon se acercó al guardia que ofrecía el dinero y lo cogió sin decir palabra. No había discusión, no compensaba la perdida. Y no tenía nada más que añadir. 

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08/06/2017, 00:15
Aeth Umbradacil

Uno de ellos también parece estar malherido, Will, comprime la herida de ese desertor antes de que se desangre y no puedan propinarle cien latigazos en la guarnición en la que debería estar.

- Qué pérdida de tiempo. Ellos nos hubieran matado sin contemplaciones. - pensaba Aeth mientras veía al soldado desertor agarrarse la herida con ambas manos. Mientras tanto, se había sentado en el suelo, sin fuerzas para mantenerse en pie con una herida abierta. Por otro lado, los soldados se disculpaban en nombre de los desertores, pero las palabras sonaban vacías. Solo el oro ofrecía algún consuelo, aunque poco ante la perspectiva de haber podido acabar como Mithdúlin. Lo cierto era que no había llegado a conocer prácticamente nada de él. Se preguntó si cuando él acabase bajo tierra a alguien le importaría más que un puñado de monedas - solo era un elfo. - susurró más para si mismo que para los demás, como intentando convencerse de algo.

En poco tiempo comenzaron a llegar los más rezagados; cansados y con cara de perros. - Bien, bien, ya iba siendo hora. - casi gritó Aeth en un tono más ácido del habitual. - Ahora es cuando debería decir "buen trabajo", pero creo que esto no tiene casi nada de bueno. -

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08/06/2017, 16:06
Thund

Thud cambio el paso, de correr a andar, aquello había terminado, pero aun le quedaban metros y no se daría la vuelta, por lo que recorrió tranquilamente la distancia que le quedaba hasta el grupo mientras recuperaba el resuello.

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09/06/2017, 15:58
Hunkel Saeta de Hierro

Hunkel sentía muchas ganas de hacer honor a su nombre y cobrarse aquello vida por vida. -No pueden regresar a filas, son cobardes, traidores, ladrones y asesinos. No debe haber perdón para ellos, solo la muerte es un castigo digno- dijo levantándose ligeramente su ballesta en intensión de apuntar a la cabeza del que estaba herido y aun en el suelo. -Si me lo permiten, me encargaré de ponerle fin a sus miserables vidas-, exclamó el enano claramente muy enojado.

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11/06/2017, 20:38
Director

-¡No!. -Se interpuso el guardia entre Hunkel y el soldado desertor del ejército. El resto de guardias alzaron sus lanzas y se pusieron en guardia. -No más sangre en la ciudad. Bastante han sufrido las gentes de Bree, y más que sufrirán. Una guerra se acerca, no adelantemos la sangre. -Miró hacía el cuerpo del elfo que yacía en el suelo con la fatal herida en la cabeza y después hacía el soldado al que Eoden había deparado el mismo destino. -Lamento vuestra pérdida, pero quitar una vida por otra no arregla nada. Ya habéis matado a uno de ellos, deberíamos pediros responsabilidades por ello pero lo dejaremos correr. Estos soldados serán duramente castigados, pero lo hará quien debe hacerlo.

Entretanto el grupo se había vuelto a reunir. Los más rezagados llegaban al lugar para contemplar la escena con gesto de preocupación mientras la lluvia inclemente continuaba cayendo sobre ellos. En aquel lugar la pronunciada rampa de la calle se suavizaba ante la entrada a la Puerta Este de la ciudad, el agua fluía por un suelo como un río inundando los bordes de la calzada. Incluso Thund, quien más rezagado se encontraba, había logrado llegar para ver el momento de tensión que mantenían Hunkel y el jefe de los guardias de la ciudad.

De una calle que tenían a su derecha pudieron ver como se acercaban dos siluetas más hacía la calle principal. Ambas eran altas y estilizadas y se movían con la gracilidad de los eldar. En efecto se trataba de dos elfos silvanos que caminaban al encuentro del grupo, sin embargo, eran en apariencia bastante distintos a Mithdúlin. Ambos tenían el cabello dorado y vestían ropajes de tonos parduzcos y verdes, a diferencia de los grises de la indumentaria del bardo. Su aspecto distaba de los elfos del Bosque Verde y se asemejaban más a los que habitaban el remoto reino de Lorien. Uno de ellos era un fuerte guerrero que vestía una coraza y sujetaba su largo pelo en una intrincada trenza. La otra era una mujer, una elfa mucho más esbelta y ligera que su acompañante. Su mirada sin embargo era ruda, de ese tipo de miradas que han visto muchas batallas innecesarias, muchos más años de los que podría aparentar su aspecto. Sin embargo, también reflejaba cierta paciencia que la mirada de su compañero no mostraba. La elfa caminaba ayudada por un bastón, aunque era evidente que no lo necesitaba para andar. Al ver a su congénere fallecido, esos viejos ojos centellearon llenos de rabia, dolor y deseos de venganza.

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11/06/2017, 21:16
Yulma Tarmaelen

La recién llegada se aproximó lentamente. Intentaba mantener la compostura, pero era evidente que hervía por dentro de ira y rencor. Al principio, no se molestó en dirigir la mirada a los mercenarios, sino que se limitó a mirar al bardo que yacía. Esa no era la forma en la que tenía que haber terminado sus días el ruiseñor gris, no señor. Bajo la lluvia, con una herida de espada como un vulgar buscavidas.

Ó, Mithdúlin— dijo, rompiendo súbitamente su silencio—, Cén fáth go raibh sé a bheith ar an cruach fuilteach a thug do tost? Níl sé cothrom, d'ERU, ag an Valar!

Habló en un sindarín cargado de tristeza y rabia. Al oír sus palabras, el semblante de su acompañante se ensombreció, pero no dijo nada.

No somos nadie para interferir en las leyes de los hombres— dijo, levantando finalmente su mirada hacia el grupo y los guardias —, pero no podrán escapar del castigo de los Valar. El destino que les está reservado a los cobardes y a los criminales— sentenció, mirando con desprecio a los desertores.

No parecía demasiado conforme con la decisión de los guardias, y de hecho parecía estar conteniéndose pese a su respuesta.

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11/06/2017, 21:35
Yulma Tarmaelen

Oh, Mithdúlin, ¿por qué tuvo que ser el maldito acero el que trajo tu silencio? ¡No es justo, por Eru, por los Valar!

Notas de juego

Traduzco para los que tienen Sindarín en grado 3 o superior.

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16/06/2017, 12:15
Rossuon Pairaniar

Rossuon torció el gesto ante las palabras del guardia. Le pareció que aquella mención a las responsabilidades que podían haberles exigido sobraba. Más cuando querían que pareciera que les estaban haciendo un favor. Si estuviera en casa...

Alzó una mano hacia Hunkel.

- Nosotros no somos asesinos. - Aunque no pensaba que aquellos desertores merecieran otra cosa que la muerte.

La intensidad de la batalla se había esfumado de su cuerpo y el noble empezó a sentir el cansancio por la carrera y el escaso descanso. Las ropas empapadas no ayudaban a su comodidad y cada ráfaga de viento estremecía su cuerpo.

- Carguemos con Mithdúlin para darle un descanso digno.- desvió la mirada hacia los dos elfos que habían aparecido en escena. - Si lo deseáis podéis acompañarnos. - Parecían conocer a su compañero caído y pensó que querrían presenciar la ceremonia.

Después caminó hacia Melyanna en lugar de acercarse al cuerpo del bardo. En su mente esperaba que lo llevaran sus compañeros, aunque si no se juntaban suficientes se acercaría para ayudar.

- ¿Estáis bien, mi señora? - Se preocupó por la protegida del grupo por si requería algo antes de regresar a la posada. Con su actitud frente a los secuestradores se había ganado cierto respeto por parte de Rossuon. 

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16/06/2017, 18:46
Thund

Thund se quito el casco con mala leche, sujetándolo con la mano derecha mientras se encaraba con el jefe de la guardia decía:- Señor!, esto no fue una refriega en medio de la noche de unos borrachos en los que un castigo ejemplar no serviría para nada por su estado ebrio. Esto fue un allanamiento de morada con nocturnidad y alevosía, para robar y secuestrar. Cuyo DESENLACE! fueron dos muertes, de la que una no me importa en absoluto y si por mi fuera y no hubieran llegado ahora estos estarían muertos y sus huesos machacados. Y siguió diciendo:- y creo que le dais mas importancia al hecho que son desertores que al simple hecho de haber robado, secuestrado y matado. y terminando diciendo:- interesante visión la vuestra.

Notas de juego

No me he podido resistir compañeros, jejejejejje, :)

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16/06/2017, 19:41
Hunkel Saeta de Hierro

El enano había bajado su ballesta y se había retirado unos pasos, no iba a derramar sangre innecesariamente, y menos la suya. No obstante, cuando Thund intervino, Hunkel se mantuvo firme a su lado, en señal de que estaba de acuerdo y de que aquello era un crimen que claramente las autoridades estaban defendiendo, lo cual para el, era muy sospechoso.

Si tan solo Dimrod se encontrase allí con ellos, las cosas podrían ser un tanto distintas, pues el enano tenía esperanzas de que al menos el podría hacerse escuchar entre aquellos hombres. Y sin embargo, había poco que hacer, criminales o no, sus muertes no ayudarían en nada y había que continuar.

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17/06/2017, 22:01
Melyanna Forestel

Melyanna limpiaba la hoja de su daga ensangrentada en los pliegues de su camisón. El alborotado y rojizo pelo que lucía de normal había quedado empapado y se pegaba en finos mechones sobre su rostro también mojado, el color había adquirido una tonalidad más cobriza y oscura y sus ojos verdes y tiernos estaban encendidos con una llamarada iracunda de rabia hacía los soldados desertores que la habían secuestrado. Miró a Rossuon tras respirar intensamente y guardar de nuevo su puñal. Se había destapado como una dama menos cándida de lo que aparentaba ser, sin duda parecía saber apañárselas muy bien, y de haber conseguido los secuestradores su objetivo, hubieran tenido que lidiar con una mujer más peligrosa de la niña que veían en sus ojos.

-Estoy bien, gracias. -Se limitó a decir.

Los guardias de la ciudad trataban de contener la refriega que se habían encontrado en las calles de su ciudad. Como era de esperar, el grupo estaba muy alterado después de todo lo sucedido. El rapto de su protegida y la muerte de Mithdúlin, habían sido duros sobresaltos que afrontar en tan pocos minutos. Thund perdía los nervios encarándose a los guardias con buenos motivos para ellos y estos trataban de calmarle asegurando que los desertores serían castigados por todos los crímenes que habían cometido, siendo el intento de secuestro y el asesinato los dos cargos más graves, pero como soldados reales que eran. Serían los capitanes del ejército del Rey quien se encargarían de aplicarles justicia. Melyanna trató de mediar entre ambos grupos, pero dejo claro que estaba con su guardia y que sentía el mismo enfado que ellos.

-Nos retiraremos sin causar más problemas para la ciudad. Pero espero que estos hombres sean juzgados y condenados como se merecen. Podéis estar seguro de que comprobaré personalmente que así sea. -La dama habló con orgullo y solemnidad, demostrando su alcurnia y su estatus a pesar del estado en que se encontraba su imagen en esos momentos. Acto seguido hizo un gesto hacía los suyos para que se retiraran y les indicó que recuperaran el cuerpo de Mithdúlin de la forma más honrosa que pudieran, quería dedicarle un buen homenaje al bardo aún a pesar de que no había podido disfrutar de sus canciones tanto como hubiera querido. En ese momento se percató de la presencia de los dos elfos y se quedó algo dubitativa. Agachó la cabeza para expresar su pesar y les invitó a unirse a ellos.

Notas de juego

Salvar a Melyanna os reporta 250Px extra.

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18/06/2017, 23:57
Aeth Umbradacil

La discusión con los guardias no parecía calmarse por completo. Al contrario que a la mayoría, el destino de los hombres capturados le traía sin cuidado; fuesen ejecutados o castigados tenían la garantía de que sufrirían por lo que les habían hecho pasar, de modo que en lugar de echar más leña al fuego permaneció un tiempo en silencio, presionando su herida con fuerza para que dejase de sangrar.

Al fin la conversación terminó con la intervención de la dama, que por primera vez desde que podía recordar no se había comportado como una niña mimada. No albergaba muchas esperanzas de que se volviese menos irritante de repente, pero estaba claro que el intento de secuestro le había provocado un cambio para mejor.

Respecto a los elfos Aeth no sabía que pensar, bastante habían tenido ya antes con uno de ellos como compañía por capricho de la dama, pero no sería él quien les dijese que se volviesen por donde habían venido después del sacrificio de Mithdúlin, mientras llevaban su cadáver delante de sus camaradas. Sin embargo la llegada de esos elfos le inspiró a Aeth una pregunta que les planteó sin rodeos. - El rayo y la flecha. - Comenzó diciendo para atraer su atención - Poco antes de que esos desertores se decidieran a huir, algo les atacó por sorpresa en la distancia. ¿Fuisteis vosotros? -

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20/06/2017, 21:58
Yulma Tarmaelen

Yulma se había agachado para acariciar la mejilla inerte y pálida de su amigo. Una única lágrima llena de amargura recorrió su rostro hasta perderse en la lluvia nocturna. Se levantó con solemnidad, mientras escuchaba los reproches de aquellos mercenarios hacia los guardias. Indicó con un gesto a Rómendacil, su escolta, que ayudase a llevar el cuerpo del bardo.

Miró con calma al joven Dúnadan que le había hablado. Parecía un muchacho de buenas maneras, probablemente criado muy lejos de allí y en un entorno mucho más cosmopolita que el que podían ofrecer las humildes casas de Bree. 
Se limitó a inclinar levemente la cabeza a modo de contestación.

Otro de los miembros de la compañía de Mithdúlin, mucho más impertinente, se dirigió a ella. Le recordaba vivamente a otros mercenarios con los que había trabajado antes, pues era la viva imagen de un hombre que ha visto muchas cosas y no tiene tiempo que perder en majaderías ni en protocolos.
De no haber sido por su intervención, la guardia de Bree tendría que devolver a la guarnición un montón de cenizas y osamenta chamuscada— respondió con frialdad, dirigiendo una intensa mirada a los desertores.

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21/06/2017, 12:06
Rossuon Pairaniar

Rossuon se hizo el remolón tras preocuparse por la protegida del grupo. No quería ser quien cargara el cuerpo del elfo caído. Estaba cansado, tenía frío y no se sentiría cómodo en contacto con el inerte cadáver. El noble solo podía pensar en regresar a la posada, librarse de la ropa mojada, meterse en la cama, acurrucarse y cubrirse hasta la barbilla. 

Las palabras de Aeth despertaron su curiosidad al recordarle el rayo de fuego. Se molestó en prestar atención a la respuesta de la elfa mientras dirigía sus pasos hacia la calle que acababan de cruzar a la carrera poco antes. Pensó que podrían hacer más preguntas en un lugar más cálido y con ropas secas. 

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22/06/2017, 10:57
Director

Turno 5

Finalmente los sanadores que habían solicitado los guardias de la ciudad llegaron al lugar y atendieron a los heridos, aplicaron algunas vendas compresivas para detener las hemorragias que algunos tenían y ayudaron a sanar otras heridas y contusiones que habían recibido. Entretanto los guardias se llevaban del lugar a los raptores de Melyanna, bajo promesa de que se encargarían de castigarles como se merecían. El hombre de mayor rango de la guardia ofreció a un par de sus hombres para cargar con el cuerpo de Mithdúlin hasta donde ellos quisieran. Además de encargarse del bardo, el grupo tuvo que recoger el baúl de Melyanna que los raptores habían pretendido robar, un baúl al parecer cargado de ropajes y otros efectos personales de la dama, y no el oro que los desertores creían que se llevaban. Eoden fue el primero en hacerse cargo del baúl pero necesitó de la ayuda de otro hombre para cargar con el pesado cofre cuesta arriba.

Ascendieron la penosa pendiente de la calle con el agua todavía diluviando sobre sus cabezas para regresar a la posada. Pocas palabras se pronunciaron en voz alta durante ese trayecto que fue más largo y costoso que el trepidante descenso, pero sin duda mucho más tranquilo y triste, pues ahora uno de ellos había muerto. Aquel infortunio hizo decaer los ánimos del grupo y les hacía sentir que la temperatura era mucho más fría y húmeda de lo que habían sentido hasta entonces.

En la posada todo estaba tranquilo. Dimrod y Gramj se habían encargado de atender a Matha, quien ya estaba recuperada aunque con la cabeza dolorida por el golpe que se había llevado y guardaba reposo en la cama. Melyanna, antes de regresar a la habitación para ver cómo se encontraba su amiga, abrazó a Dimrod entristecida y le narró lo sucedido, incluyendo la muerte del elfo. Dimrod lamentó profundamente la suerte del bardo y maldijo a los desertores deseando su desgracia.

Notas de juego

Quienes estéis heridos podéis tirar 1d10, el resultado multiplicado por 2 serán los puntos de vida recuperados.

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22/06/2017, 11:08
Dimrod

El eriadoriano se dirigió hacía Yulma y Rómendacil, después de que Melyanna le hubiera relatado lo sucedido. A pesar de que conocía a Mithdúlin desde hacía pocos días, había interaccionado bastante con él y le caía en gracia. Sin duda el grupo echaría de menos su alegría y sensatez, y la música de su arpa.

-Soy Dimrod, hijo de Dimdreth. -Se presentó a los elfos. -Dirijo la escolta de la dama Melyanna, a quien ya conocéis. Lamento mucho la suerte de Mithdúlin, era un valeroso miembro de este grupo. ¿Eráis amigos suyos?

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22/06/2017, 20:36
Thund

Thund subió otra vez la cuesta acompañando el cuerpo del Bardo, pues aunque era elfo, era un miembro de la compañía, cuando llegaron se fue la barra a pesar de las horas que eran y cogió una de las mejores cervezas*. Se sentó en una mesa y bebió tranquilo rememorando los momentos que había pasado con el Bardo, que aunque no eran muchos, si eran recientes y fueron sus últimos días de vida. Cualquier compañero merecía que se bebiera una buena cerveza para el viaje a donde quiera que fueran los elfos.
Brindo en silencio levantando la jarra y bebiendo lentamente, como apurando cada recuerdo en cada sorbo.

Notas de juego

* Si no hay nadie para atenderme la cojo, y si hay alguien la pido y la pago.

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22/06/2017, 20:53
Yulma Tarmaelen

Cuando se hubieron asegurado de que el cuerpo de su amigo reposaba adecuadamente, Rómendacil y Yulma se acercaron para ver a la joven dama y al que parecía ser su protector. La oscura sorpresa de encontrar así al bardo enturbiaban la mente de la hechicera. No sabía qué hacer, sentía que en cualquier momento podría despertarse como de un mal sueño. Cuando el hombre que se presentó como Dimrod les habló, no pudo más que contestar empleando todo el protocolo que recordaba. Necesitaba serenarse y aceptar la situación.

Saludos, señor Dimrod, hijo de Dimdreth. Yo soy Yulma Tarmaelen, hija de Lambënáre[1]; y me acompaña Rómendacil, hijo de Rómenlúrë[2]— respondió, lo más cortésmente que pudo. Ambos inclinaron ligeramente la cabeza a modo de saludo —. Sí, éramos buenos amigos del Ruiseñor gris. 

La mirada de Yulma se ensombreció. Para ella, Mithdúlin era más que un amigo. En los bosques de Lórien, el bardo y ella habían llegado a ser como hermanos. Deseaba poder verle al fin, después de tantos años, y compartir historias de sus respectivos viajes; que todo volviese a ser como en los viejos tiempos.
Pero parecía que el destino tenía otros planes.

Me reconforta saber— dijo de pronto, rompiendo su silencio —que Mithdúlin era tan estimado. Los rumores del camino me trajeron hasta aquí, pero lamento haber llegado tan tarde. Oí hablar de un músico elfo que formaba parte de una escolta que se dirigía hacia Bree— comentó con amargura, mirando a Dimrod y a la joven dama[3] —. Me temo que tendremos que regresar a Lórien, portadores de malas noticias ¿Podría indicarme dónde se encuentra su lira y sus textos? No puedo permitir que se pierdan. Deben regresar a su tierra, con su gente.

 

Notas de juego

[1]Lambënáre: "lengua del fuego" (en el sentido de lenguaje).

[2]Rómendacil: "tiempos oscuros en el este".

[3]: no se ha presentado, así que lo justo es que todavía no mencione su nombre (al menos, a mi me parece más verídico así).

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23/06/2017, 10:01
Gramj Haïa

El ex-soldado estaba anonadado con todo aquello que contaban.

Estaba tan sorprendido que se abstenía de hablar, pero su barba se movía incansable y se atusaba los bigotes con ansiedad. Aún seguía preocupado, pero estaban empezando a llegar los compañeros, pero ... parecía ... que habían tenidos bajas, y máxime, le preocupaba el futuro de la misión. - ¿Habrá sido un ataque premeditado, que puede dar lugar a más ... o sería algo fortuito de un grupo desesperado?

Sin comentar nada, y solo con el ruido de su bello facial en movimiento, seguía el curso de los acontecimientos. Quería información, y le preocupaba esta y como llegase.