Partida Rol por web

Fionno parecía mejor conversador de lo que habían creído en un primer momento, sin mostrarse muy incisivo conseguía que el viaje no transcurriese en silencio y si veía que el grupo no tenía ganas de hablar se entretenía lanzando al aire una de sus historias sobre estos nuevos aparatos que se estaban usando en el reino.

- Creí que seríais duelistas de rodela, me sorprendió veros sin ella.- Hacía referencia a la técnica de combate que había hecho famoso al ejército de Taldor, soldados de falcata y pequeño escudo capaces de matarte con cualquiera de los dos.

El paisaje había ido cambiando constantemente desde que se alejaron de la ciudad y se iban internando en tierra firme dejando varias hileras de montañas a la izquierda, pero no habían cubierto siquiera una jornada cuando a lo lejos el piloto avisó de que en breve verían la jungla, y en ella su destino. Tendrían que acampar debido a la densidad del terreno que dejarían debajo, pero al día siguiente llegarían al asentamiento si seguían sus instrucciones cuando aterrizasen.

Al irrumpir sobre los primeros árboles la velocidad pareció decrecer, el gnomo les informó que debido a que la fuerza que hacía propulsar la nave dependía de la solidez del terreno sobre el que se asentaba. Al descender ya entrada la noche y montar el campamento les enseñó varios mapas con posibles claros donde esperarlos tras su partida, no sería difícil encontrarlo a la vuelta a partir de unas breves coordenadas con la ayuda de los instrumentos con los que contaba la expedición.

La noche fue agradable, solo cruzada por sonidos de animales que los hacían sentir casi como en casa en cada guardia.

Ya con todo recogido de nuevo volvieron a ponerse en marcha, habían determinado explorar varios puntos por orden para dejar el transporte en el primero de ellos que estuviera en condiciones. No les llevaría más que medio día encontrar el templo, menos estando adaptados a la selva como ellos estaban.

Sin embargo todo se truncó en segundos, un fuerte golpe escuchado a babor siguió al grito desesperado de su guía.- ¡No puedo controlarlo!- En unos instantes la nave comenzó a girar de un lado a otro perdiendo altura para chocar contra una de las copas más altas. El impacto les hizo dar vueltas sin control y salir despedidos de cubierta hacia la vegetación, sintiendo las laceraciones de las ramas hasta tocar el suelo. Más allá, restos de humo indicaban que la nave se había estrellado, y sin siquiera tiempo para pensar en nada más escucharon gritos guturales que se acercaban hacia ellos.

Por mi parte, soy más bien lacónico. Se que una palabra de más puede ser el camino inesperado a la desgracia, así que suelo ser parco en lo que digo y más ducho en lo que hago.

Aun así, no puedo sino arquear una ceja ante la sugerencia de que fuesemos practicantes del estilo de combate Taldoriano con rodela. "Tenemos talentos variados, mi señor. La presencia de un arma puede ser tan fatal para un heraldo,  como su falta lo es para un guerrero"

Prefiero callar respecto a los regalos de Erastil hacen que una espada, en mis manos, sea algo totalmente innecesario.

Es entonces cuando salgo volando de cubierta, y que nos emboscan. Así que decido prepararme para recibirles, con el arco presto y las garras bien afiladas

"Es hora de ganarnos el jornal, mis queridos compañeros"

Tass no era un duelista típico de Taldor, pero no se alejaba mucho de ese canon. De hecho, portaba una rodela, que usaba como defensa ligera, solo que su arma era un estoque, más típico de espadachines y esgrimistas, aunque no era un bravucón de los muchos que pululaban por las calles de casi todas las ciudades del Imperio, buscando gresca y cualquier excusa por la que batirse para, según ellos, resarcir algún agravio y mantener su honor. No se lo explicó a Fionno, porque no hacía falta, pero acarició de manera evidente su espada ropera cuando se mencionó el tema.

Después de eso se sucedieron las conversaciones, muchas de las cuales trataron sobre el funcionamiento de esos artilugios voladores. Él se mantuvo interesado en todo lo que contaba el navegante, fascinado, e hizo algunas preguntas al respecto, buscando aprender sobre el tema. El trayecto fue sin sobresaltos y poco a poco se relajó e, incluso, se mantenía en cubierta sin necesidad de agarrarse, temiendo caer. Por desgracia, no duró mucho más, pues lo que se temían, aunque fuera de manera inconsciente, sucedió de repente.

La nave se escoró, perdiendo la estabilidad, primero hacia un lado, luego hacia el otro, de manera repetida, y empezó a girar sin control, acercándose cada vez más al suelo, hasta que estuvo claro que iban a estrellarse. El sonido de ramas partiéndose llenó el ambiente cuando atravesaron el techo de árboles, y ahí no pudieron mantenerse más sobre el inestable vehículo.

Pudo ser mucho peor de lo que fue. El pequeño cambiapieles cayó bien, rodó sobre si mismo y se puso en pie con un movimiento fluido. Apenas tenía unos cortes y algunas magulladuras, pero nada grave. Estaba en medio del bosque, cerca de la zona del accidente, a juzgar por el humo que se veía un poco más allá. Iba a sugerir ir hasta allí en busca de supervivientes y, sobre todo, las reservas de la bodega, pero unos gritos guturales le dieron a entender que estaban en peligro inminente.

Por supuesto, como no, pensó con acritud, desenvainando su acero y desenganchando su broquel, oteando alrededor y olfateando el aire, intentando discernir que se les acercaba y por donde, para avisar a sus compañeros.

—Vienen por todas partes —informó, aprovechando para pegarse a un grueso tronco que le protegería la espalda—. Salvajes, y bastante sucios. Peor que animales.

Aquello que había escuchado de que los transportes mágicos no eran muy de fiar acabó cumpliéndose, no llegó a entender si habían disparado a la nave pero cayeron en picado y se tuvo que lanzar contra las ramas esperando que amortiguaran su caída. Al llegar al suelo trató de rodar para minimizar más el golpe y al final no tuvo que lamentar ningún miembro roto.

Rigar se incorporó para escuchar esos sonidos, mas todavía estaba aturdido.

- Han tendido una trampa y les ha funcionado bien.

Para él había una correlación entre todos aquellos sucesos.

- Quizás pueda enredar a algunos con mi magia.

Pero seguía mareado y le hacían falta algunos segundos para ser capaz de conjurar. La mano le tembló en el primer intento y decidió esperar un poco.

Levantándoos del suelo con un rápido movimiento entrenado escucháis cómo las criaturas se acercan para rodearos, algunos vienen por tierra pero otros desde los árboles, cayendo rápidamente a vuestro lado. Podéis contar hasta siete y los sonidos que producen son ensordecedores por lo agudo de sus chillidos que han pasado de guturales a cuchillas para vuestros oídos. Pero más allá veis al menos otros cuatro, si no más, que en breve estarán también a vuestra altura.

Os rodean a pares y pese a que al principio parecían simios por sus movimientos ahora véis claramente que se trata de goblins, con colas prensiles y similitud con aquellos. Una mezcla extraña que además parecen mimetizarse con la selva que os rodea debido al tono y manchas de su piel. Portan pequeñas armas de hueso aunque algunos disponen de cuchillos de metal, sin duda robados a otros viajeros incautos.

Sus afilados colmillos también indican que se alimentan de carne y aunque os miran con ojos hieráticos entendéis perfectamente que no tienen miedo a morir y lanzarse sobre vosotros, pese a vuestras armaduras y superior armamento.

Lo último que se os pasa por la cabeza antes de comenzar el combate es que la suciedad de sus garras o la de sus propias armas podría actuar como veneno si llega a vuestra sangre por el estado en el que están.

"Eso son... ¿Goblins mutantes? ¿El hijo de un goblin y un mono?"

"Como sea, simplemente dejo a un lado mi arco y procedo a tratar de golpear a un mismo MonoGoblin con mis garras, mientras que doy un paso de 5 pies para no estar TAN rodeado por todos ellos.

Se encogió de hombros. Podría ser, pensó, pero no tenía tiempo de elucubrar demasiado. Dos de esas criaturas le habían rodeado, cayendo uno desde la copa del árbol que tenía encima y otro moviéndose tras el tronco para intentar pillarle con la guardia baja. No había funcionado, pero la posición en la que se encontraba no era del todo buena.

Tiró una estocada baja, intentando acertar a aquél escurridizo goblin de aspecto simiesco, pero aunque creía que iba bien dirigida, en el último momento le pareció que lo esquivaba con agilidad.

—¡Tsk! —chascó la lengua.

Las criaturas, fueran lo que fueran, esquivaban bien los ataques demostrando bastante agilidad. Sin embargo, pese a su superioridad numérica tampoco conseguían dañar vuestras armaduras, varias de las puntas de hueso se astillaron al chocar contra el metal.

Los gritos más distantes os recordaban que en breve llegarían más y quizá eso si que supusiese un serio problema.

Hubiera querido conseguir la ayuda de las plantas para entorpecer a estas criaturas mas al verlas con las colas prensiles le pareció que de poco habría servido. Enseguida le asaltaron buscando la primera sangre con unas armas sucias. Todo eso no importaba, había que ser rápido para sobrevivir.

- Goblins, espero que no aguanten mucho.

Quiso probar la resistencia de las horrendas criaturillas, Rigar había tomado su gran hacha y con ella propinó un tajo de arriba a abajo que debía de partir en dos a uno de ellos si eran como los goblins comunes.

- Ese navío ha sido doblemente traicionero, ¡cae y en medio de estos bichos!

Estaba claro que los goblins no lo habían dañado, había sigo algún fallo mecánico o mágico, ¿qué podía saber él sobre algo como eso?

"¡Magnifico golpe, amigo mio!" exclamo "Creo que lo has partido por la mitad. De esta no se levanta más!"

Para prolongar nuestra resistencia, alzo mi símbolo sagrado y dejo que la energia positiva fluya, curandonos en grupo. Es una canalizacón. La más pobre, patética y deprimente que hayais visto jamás, pero ¡Canalización!

Con un tremendo golpe, Rigar partió en dos a uno de los goblins y enterró su hacha en el árbol sobre el que había bajado la extraña criatura, para liberarla a continuación con un movimiento experto. La sangre corría por el mango y el cuerpo cayó en dos trozos sobre la maleza. Como si de una mente común se tratara el silencio cubrió durante un instante la selva.

Todos ellos miraron al unísono al Cazador, asombrados por la pérdida, y al instante dejaron a sus oponentes para lanzarse sobre él con renovados chillidos aún más potentes que los anteriores.

Viendo la situación, aprovecho y trato de hacerle un corte con mis garras a uno de los Mono-Goblins, antes de que pueda hacerle daño al compañero.

"Vaws-Hak!!" le grito, insultandole en Goblin. No, no conozco ese idioma, pero se que es una palabra que encuentran REALMENTE insultante.

"Vamos grupo ¡Acabemos con ellos!"

No hacía falta que se lo dijeran, el problema era que no era muy dado a esas luchas en el bosque, se había malacostumbrado a los salones y palacios, y a duelos medidos que nunca le habían supuesto un reto. Aquello era diferente y acusaba la falta de práctica y el deterioro de su entrenamiento.

Tass esquivó las sucias armas de los simiescos goblins, tuvo tiempo de echar un vistazo —junto a todos los presentes— al tremendo golpe de Rigar, y volvió a centrarse en acabar con al menos uno de sus asaltantes, aprovechando que estaban distraídos.

El estoque se coló bajo las defensas de uno de ellos, le entró a la altura de la clavícula y penetró un par de centímetros, antes de que el espadachín soltara el acero con un movimiento preciso que regó el suelo de sangre a la par que limpiaba la hoja. Estaba a punto de ponerse en guardia de nuevo cuando notó que había perdido la atención de las criaturas. Sorprendido y sin saber en un primer momento la razón, no fue lo suficientemente rápido para rematar al herido antes de que saliera corriendo contra su compañero.

—¡Cuidado! —alertó al cazador.

El impulsivo movimiento de los goblins mono permitió al Páter Claudius destripar a uno de ellos con un certero zarpazo en el costado, que cayó al suelo para no levantarse más sobre un charco de sangre y vísceras, mientras su compañero hundía el acero en la clavícula de otro haciendo que se desplomara para lanzar luego otra medida estocada al que escapaba.

Parecía que estaban equilibrando la balanza, pero no estaba dicha la última palabra.

Mientras luchaban, algo no parecía cuadrar, el comportamiento de los goblins no se parecía al que hubieran esperado de los de su raza o ni siquiera a los de los simios de los que algún modo procedían. Como una conciencia colectiva parecían responder más a señales de grupo que a su propia percepción demostrando una coordinación no propia del caos que demostraban sus hermanos cada vez que atacaban así.

Además hay un olor distinto en el aire, algo que no detectaste al principio y que parece llegarte ahora al acabar con el último goblin y tener un instante de tranquilidad... o igual porque no lleva ahí desde el principio y acaba de entrar en juego, pues parece venir de la espesura, fuera de tu alcance a tu izquierda, y aparentemente está quieto.