Partida Rol por web

"Por supuesto, señor Dragón" le digo, reforzado en mi fé y devolviendo la pulla "Jamás ha tenido un esclavo así"

"Hemos de tomar la ruta e informar a La Reina, compañeros"

Aquél comentario le llamó la atención. ¿Qué quería decir? ¿Por qué no podía? ¿Y querría de poder? Si era así, tal vez había una manera. Siempre y cuando alguno de sus compañeros no se decidiera, como acostumbraban, a lanzarse a la carga sin pensar demasiado. De esa no iba a haber vuelta atrás.

—No caigas en provocaciones —susurró a Claudius—. Mantén la lengua quieta y las garras guardadas. Aún no hemos acabado. —Miró al dragón de nuevo—. Has dicho que no tienes opción... Voluntariamente. ¿A qué te refieres? Si tuvieras la oportunidad, ¿la aprovecharías? ¿Hay algo que podamos hacer?

Miró a la gran criatura, preguntándose qué demonios podrían hacer acabar con semejante monstruo. Allá donde estaban, en plena jungla y perseguidos por unos jinetes, no era muy sensato retirarse, pero el dragón seguía siendo y luchar contra él semejaba difícil cuanto menos.

- Taldor tiene mucho que ofrecer a la diosa, por eso hemos de verla. 

Trataba de explicar al monstruo para que les dieran paso, Calistria podía arrancarle el corazón si hacía falta, servirlo en bandeja a sus nuevos aliados.

El dragón les respondió.

- No lo habéis entendido, yo soy uno con la diosa. Su poder anida en mí. Vine aquí para guardar la joya y soy uno con su poder, si vuestro rey lo utilizase, ¿acaso yo no moriría? ¿Y ella no se debilitaría? Firmaría el fin de mi existencia si marchase con vosotros. Y ella su olvido.

- Este sitio guarda el poder de Calistria, su refugio, su hogar. Muchos han intentado obtenerlo y TODOS han muerto. Ella misma os lo dirá.

Señaló a lo alto de la bóveda estrellada, la figura de la divinidad seguía dibujándose como una enorme constelación. Los miraba.

Y cambiando su gesto benévolo pareció esbozar una mueca de ira... y desapareció.

El dragón tomó la palabra.

- Y parece que ha llegado el momento de que vosotros hagáis lo mismo.

Un gesto de anticipación los alertó, el humo se condensaba en su boca para salir instantes después despedido hacia el grupo. Un aliento mortal de ácido y fuego que casi no pudieron esquivar.

El fétido y despreciable aliento de la bestia me alcanza de lleno, totalmente desprevenido

"Si es que..." gruño en frustración, y conjuro sobre mi mismo a toda prisa un hechizo de Protection vs Evil, y un Bless al grupo,en tanto que saco la lanza encantada

"En fín... Encantado de haberos conocido, compañeros. Lucharemos hasta el final!"

Maldición, no entendía que el dragón no les hubiera dejado llegar hasta la diosa, por mucho que dijera que era ella. ¿Se iba a debilitar? ¿Su victoria implicaba el fin de Calistria? Eso tenía muchas repercusiones pero a ellos no les competía, tenían que cumplir la misión, a eso estaban llamados y la cumplirían salvo que todo acabara en su derrota.

Rigar pensaba moverse buscando un flanco del gran monstruo, mas el ácido le cayó encima entorpeciendo de paso sus reacciones al notar su piel ardiendo.

- Llama a tu dios, Claudius, si está cerca sería buen momento para que te escuchara.

Tener tan cerca a las deidades producía vértigo, mas podía ser que fueran parte de un juego de los dioses, nunca podía descargarse esa posibilidad.

Tass no preveía que ocurriera, pero no era tan ingenuo como para estar completamente desprevenido ante el dragón, sobre todo siendo consciente (y habiendo sido avisado) de la voluntad cambiante de la diosa. Cuando la sierpe lanzó aquél aliento mortal, logró esquivar gran parte de las consecuencias. Sin embargo, fue una mínima victoria sabiendo lo que se avecinaba.

Los dados estaban echados, el aliento pilló por sorpresa a varios de ellos dando una ventaja considerable a su adversario que desplegando las alas provocó una sonora onda expansiva que incluso pudieron ver. Sintieron un azote cuando llegó a ellos, dejándolos momentáneamente con los oídos taponados, y a medida que avanzaba iba devolviendo el aspecto a la inmensa caverna.

Claudius se había separado del grupo y el dragón comenzó a recitar un antiguo conjuro en voz baja, el sonido salía de él sin siquiera mover la mandíbula.

Poco podía hacer en aquél combate, excepto, tal vez, aguantar lo suficiente. Incluso se le pasó por la cabeza salir corriendo de allí: alguien tenía que contar lo que ocurría en ese lugar, o la reina seguiría enviando tropas sin saber a que se enfrentaban, y muchos acabarían muriendo. Sin embargo, rechazó aquella idea por el momento, pues sus compañeros estaban allí y, si caía, le parecía apropiado hacerlo junto al resto del grupo conocido como "Los Perros de Taldor"; por muy desencaminado que fuera realmente aquél sobrenombre, formaban casi una familia unida por muchas aventuras a sus espaldas. Si era esa la última, que así fuera.

—Cúbreme —pidió, aunque tampoco dio opción a otra cosa; se metió tras Rigar dando un corto paso a su espalda, sacó uno de los viales que llevaba en el cinturón, y se bebió su contenido de un trago.

Si tengo la opción de hacerlo, desde detrás del dragón sostengo la lanza con ambas manos, la respiración contenida, y tanto las piernas y los brazos compretamente tensos

"Make my day" pienso "MakeMyDay MakeMyDay MakeMyDay...."

Y en cuanto note que va a terminar de lanzar su conjuro, le golpeo con la lanza

La onda les permitía ver el templo de nuevo, ahora entendía el porqué de las bóvedas tan altas, para permitir que semejante monstruo se desplazara a sus anchas trayendo terror, pues no había otro sentimiento posible ante un dragón de gran tamaño como aquél. Ni creía que hubieran dragones vivos tan inmensos.

- Yo te cubro, pero aléjate enseguida, es peligroso.

Aprovechó para colocarse en dirección contraria al sacerdote, rodeándolo para ganar ventaja. En su interior deseaba que algo ocurriera que les permitiera remontar, que Erastil auxiliara a su ferviente seguidor.

- ¡Cuando te venzamos nos convertiremos en leyendas, dragón!

Exclamó tratando de envalentonarse.

Mientras el dragón seguía recitando se separaron, querían llegar a él lo antes posible. Tass consiguió aprovechar la cobertura que le proporcionaba Claudius mientras éste lanzaba un conjuro de protección para todos pero Rigar se lanzó ya al ataque, distrayendo de su hechizo a la criatura de huesos, que con un bufido se lanzó con ira contra él.

Sus garras cortaban el metal como si fuera seda y el cazador no pudo soportar los embites, casi destrozado hincó la rodilla en el suelo, presa del dolor, para levantarse acto seguido como pudo frente a la enorme bestia.

Sus amigos lo veían sangrar a pocos metros de distancia.

Tass sabía que su pobre capacidad combativa iba a servir de poco frente a aquella bestia, pero confiaba en que su pequeño tamaño y destreza sirviera para evitar los golpes. Lo esperaba, al menos, y de haber seguido a algún dios, seguramente habría rezado por ello.

Se movió cuanto pudo, lo que le permitían sus cortas piernas, mientras desenvainaba el estoque. Luego, con él, apuñaló a la sierpe de hueso, aunque su pequeño y fino acero no debía de ser ni la picadura de un mosquito contra el dragón. Sin embargo, debía de intentar llamar la atención, apartar a Rigar del peligro; no se le ocurría otra cosa más que las palabras, y eso se le daba bien, incluso ser vulgar cuando se lo proponía.

—¡Eh, lagarto esmirriado! Te has metido con quien no debías. Serás astillas cuando esto acabe, comida para los perros, y la puta de tu diosa no podrá hacer nada para evitar que nos llevemos su preciado corazón. No te preocupes, me mearé en él para limpiarlo de cualquier rastro que hayan podido dejar las sucias manos de Calistra, que a saber donde se las ha metido y no me vaya a contagiar algo.

Tass tenía labia, quizás el dragón sintiéndose tan superior a ellos encontrara aquello insultante. Viéndose casi derrotado lo que debía hacer Rigar era darlo todo y eso hizo, la emprendió con un poderoso hachazo con el que quería partir una de las piernas. Su hacha mejorada con la magia de la naturaleza casi podría partir un pequeño árbol por la mitad con un solo golpe. 

- ¡Taldor volverá a refulgir!

Le gritó ya cual fanático, aunque el joven no lo era en absoluto pero ante un enemigo así había que perder parte de la propia cordura.

El dragón volvió a recibir un hachazo mientras se preguntaba por qué ese humano no había caído. Recibió una punzada del pequeño cambiaformas pero ignoró la muesca recién tallada para volver a centrarse en el más peligroso, con la intención de destrozarlo de una vez.

Con una de sus garras atravesó el acero que lo cubría, ensartándolo y haciéndole vomitar sangre antes de caer al suelo sin vida.

Sin siquiera celebrarlo, la bestia se giró hacia los otros dos.

"Rigar ¡Apartate y sánate! ¡Lo mantendremos mientras tanto!" exclamo

Con gran rabia, conjuro sobre mi un nuevo hechizo. Esta vez es algo de lo más potente que tengo. Es el Favor Divino. Y en mi caso, es doblemente efectivo

"Dragón, peude que hayas trascendido la necesidad de tener nombre, pero no has trascendido... ESTO!" Y le golpeo con la lanza, depositando toda mi fe en Erastil

El dragón pareció querer llamar a alguno de los sirvientes que momentos antes habían volado sobre ellos, pero antes de que pudiera reaccionar Claudius soltó la lanza contra su corazón, la gran gema carmesí que resplandecía en su pecho. Un estallido ensordecedor imperó en toda la cueva cuando la punta logró astillar el gigantesco rubí, haciéndo saltar un fragmento que se estrelló contra el suelo.

La criatura rugió, revolviéndose sobre sí misma, antes de que un brillo intenso proveniente del resto de la joya les hiciese cerrar los ojos y escuchasen después otro estrepitoso estruendo que dejó vacía la gruta de su presencia.

Tass comprobó que tampoco había ya ningún tipo de humo violáceo. Tan solo el centelleante trozo rojizo seguía tirado delante de ellos.

Más allá, Rigar seguía inerte sobre un enorme charco de sangre, escapándosele la vida.