Partida Rol por web

Viendo que ganaron unos segundos, se prestó a realizar el segundo arco con el hacha, buscaba la cabeza de ese monstruo. Bien le gustaría vencerlos para obtener la del tiburón de tierra, un precioso especimen.

- Veréis lo que sucede cuando se intenta quitar el arma a un taldano.

Esperaba que esa bravuconería exagerada le diera el valor y de paso, la precisión que ahora necesitaban.

Tass tenía cierto parecido con las ratas, y compartía con ellas un vínculo que, tal vez, era difícil de apreciar, uno que los profanos podrían confundir con cobardía. No era tal, sino un sentimiento muy fuerte de preservación, de mantenerse con vida. Desarmado, frente a un grupo que les superaba casi tres a uno —sin contar esos caballos no-muertos ni refuerzos—, esa parte de él gritaba que se pusiera a salvo. Otra le impelía a intentar arrebatar su estoque al soldado que tenía delante, pero a esa la acalló rápidamente, antes de cometer una temeridad. No, en su lugar, levantó las manos y se alejó de ahí, apartándose hacia los árboles, sin resultar una amenaza.

Con una rabia inusitada y una cólera nunca vista, intento acabar definitivamente con el espadachín NoMuerto que ya habia conseguido herir primero

Aunque antes le pido ayuda a Erastil. Le imploro que me de fuerzas, la fuerza de una estampida (Conjuro con Fervor Fuerza de Toro. +2 a Dar y Daño) ¡Y esta vez funciona! ¡Menudo golpe!

"Who you gonna call?"
"Taldanos!"

"¡Y ahora muere, esqueleto! ¡Descansa y obten la paz!"

Sin poder soltarse el guerrero que pugnaba con el Páter vio como éste empujaba la lanza aún más atravesando ya totalmente su cuerpo, quedando inerte sobre ella antes de que con un fugaz movimiento quedase liberada y cayese al suelo. Una oscura sangre negra humeaba sobre la vegetación y el portador de la armadura ya no volvería a levantarse jamás.

El que estaba delante de Rigar consiguió esquivar el hacha y levantó su maza contra él, haciendo que parte de su armadura se astillase al ser golpeada y haciéndole sentir una punzada de dolor al penetrar la carne con una de sus púas. El cazador consiguió apartarse a tiempo de ver como otra acometida destinada a su cabeza machacaba el espacio que acababa de dejar con su movimiento.

Casi a la par, el jinete que los comandaba miró a Tass para acto seguido espolear su caballo y pasar delante de él dirigiéndose hacia el clérigo, contra el que propinó un duro tajo que hizo vibrar el metal que lo protegía absorbiendo el impacto.

Otra saeta chocó contra Rigar, esta vez rebotando y perdiéndose en la espesura, mientras su lanzador sacaba dos espadas cortas y comenzaba a correr hacia ellos.

Un largo susurro acabó en hechizo contra el sacerdote de guerra, que sintió como su mente se embotaba luchando por quitarse la pesada sensación antes de poder continuar.

Los tres jinetes que estaban controlando los deslizadores montaron de golpe para dirigirse al combate.

Con determinación, intento ensartar al jinete con mi lanza. Está claro que es o el o yo. Mientras tanto maniobro de tal manera que el mago no tenga linea de visión contra mi. Si intenta dispararme, tendrá que hacerlo por encima de su amo.

"Creo que no te has dado cuenta del asunto aun, Capitán. Estas RODEADO. Por nosotros"
"Vuelve a tu tierra, vuelve con tu tirano susurrante, o quedate y enfrentate al olvido"

"Vamos, quedate y conviertete en una marca más en mi lanza"

Tass se asombraba cada vez que veía a esos dos luchar, sorprendiéndole lo verdaderamente bestias que podían llegar a ser y lo mucho que se resistían a morir. Sin embargo, los otros contaban con un mago, siete guerreros (ahora seis y uno de ellos herido) y el capitán, que tenía la apariencia de ser alguien peligroso; las estadísticas no jugaban a su favor, aunque con el dragón tampoco y allí estaban. Puede que hubiera una oportunidad, quien sabía. Él, eso si, prefería observar desde las gradas y unirse al vencedor. Ya que estaban, esperaba que fueran sus compañeros, pero si no, bueno, siempre había oportunidades para quien sabía mirar más allá de la próxima pelea.

Miró de reojo al gnomo viendo que se desentendía de la lucha, vendría bien su apoyo, por otra parte, se podía continuar con el engaño si las cosas se torcían. El luchador querría descabezar a uno de los muertos, era la maniobra favorita con su arma favorita, mas por ahora no pudo más que rozar de nuevo la armadura del rival.

- ¡Pronto la tierra acogerá vuestros cuerpos!

Siguió con sus exclamaciones. 

Claudius tenía claro que había que ir a por el jefe, tras acercarse aprovechó para usar su lanza contra él lanzando una gran estocada que lo puso en dificultades para mantener la estabilidad sobre su montura. Los ojos furiosos se volvieron descargando la espada que provocó una fea herida en el clérigo.

Los embites de Rigar eran infructuosos, su rival aprovechó para golpear fuertemente con la maza volviendo a penetrar el cuerpo del cazador con las extensiones afiladas para hacerlo vomitar sangre debido al brutal impacto.

Un grito los alertó de que tenían ya encima al ballestero, ahora con dos espadas cortas, que arremetió contra el Páter para ayudar a su líder. El acero chocó contra la armadura pero fue un aviso de que no fallaría el siguiente golpe.

Podían ver cómo dos más seguían corriendo hacia ellos desde donde habían estado revisando el botín.

Pero lo más escalofriante es que a los susurros del mago, que había estado recitando unos versos con una voz apenas audible, el que estaba en el suelo se levantaba poco a poco para seguir haciéndoles frente.

Aquello no iba bien. Como se temía, esa comitiva no era una avanzadilla de exploradores cualquiera, eran guerreros de élite seleccionados específicamente, un batallón pensado para mantenerse en una zona de guerra entre dos bandos cuyos guerreros de élite iban y venían, sin dejar ninguna clase de rastro, lo que en aquél caso significaba erradicar a todos los vivos que se cruzaran por allí. Ellos habían tenido una oportunidad, una mínima oportunidad, y la estaban desaprovechando de la manera más estúpida posible.

—¡Maldita sea, rendiros de una vez! —gritó a sus compañeros.

Como otorgando una pequeña tregua, unos momentos de silencio siguieron a las palabras de Tass. La suave brisa crecía para convertirse de nuevo en un animado viento que hacía mover telas y cadenas.

El combate los estaba poniendo seriamente a prueba, era muy posible que no aguantasen más. Rigar sentía el sabor de su propia sangre tras los tremendos golpes que había recibido, su cuerpo se estaba acostumbrando a ser torturado de este modo estos últimos días.

Aunque no querían claudicar, sus enemigos no parecían querer ya dejarlos escapar... al menos con vida.

Sopesaban sus oportunidades antes de ver cómo de nuevo se lanzaban a la carga contra ellos. Los dos que venían de lejos se abalanzaron al combate mientras los que ya había enarbolaron sus armas en un extasis de acero y sangre.

Pero antes de que pudieran hacer nada, algo saltó desde la espesura, algo enorme, gigantesco, que pilló al Páter Claudius por sorpresa echándolo a tierra unos metros más allá, bajo su peso. El rugido resonó por toda la selva, y el clérigo reconoció la flecha clavada en el ojo de su adversario. La bestia que los había atacado, el ser que los emboscó para casi matarlos.

Estaba encima de él, enseñando los colmillos en señal de dominación mientras chorreaba sobre el humano la viscosa baba de su boca.

Casi a la vez, un gigantesco bulette irrumpía junto a él atacando a la montura del jefe y haciéndolo caer. Su dentadura destrozó la barda de metal arrancando parte de la carne del percherón y escupiéndola al suelo para recomponerse y gruñir repetidamente contra los guerreros que tenía delante, desafiándolos.

Decenas de goblins mono saltaron entonces desde las copas de los árboles para unirse a la batalla.

Las cosas cambiaron de golpe con la aparición de aquél enorme monstruo, su mascota y la horda de monos goblins. Tass no quería enfrentar a los no-muertos, pero tampoco iba a dejarse matar por aquellas criaturas sin sentido; corrió hasta sus cosas —antes de que se iniciaran las hostilidades apenas habían podido más que quitarle las armas y el broquel, aunque tampoco es que llevara nada más amenazador—, y con un rápido movimiento las recogió y se preparó para pelear. Esas cosas, posiblemente, no dudarían en lanzarse contra lo primero que pillaran.

Mientras tanto, comenzó a idear un arriesgado plan, algo en lo que había estado pensando, pero que no tenía muy claro que fuera a funcionar. Si lo hacía, sin embargo, tal vez lograran salir de allí con vida.

Empezaba a ver el combate cuesta arriba y sintió por ello la tentación de sucumbir al desánimo. Un poco más y la rendición habría llegado, pero lo que llegó fueron los refuerzos más inesperados que podían pasar por su cabeza. Iban a combatir, solo que quizás no hasta el final.

Le diría a Tass que recogiera sus objetos pensando en que habría que retirarse, Rigar hubo de desistir de atacar de nuevo, retrocedió entonces para agarrar con una de sus manos su varita, activándola al instante notando ese alivio tan satisfactorio. Cuando miró la herida, se había cerrado un poco por lo que le tocaba confiar en la suerte, ya que por ahora parecía acompañarles. Observó al muerto que tenía delante, bien podía entretenerse con los goblins lo que le dejaría a él vía libre para continuar con sus curaciones.

- ¿Alguno de vosotros habla nuestro idioma, criaturas?

Dijo sin mucha confianza, en alguna parte creía que había alguien que los comandaba, una persona que se mantenía en la sombra.

"Quizá no nos entiendan, pero YO A ELLOS SI" pienso recordando que conjuré sobre mí un hechizo de Comprensión Idiomática de uno de los bastones, antes de separarnos de ellos. En principio fue por el tassholiano antiguo, pero ahora veo que puede ser mucho más útil.

Y viendo que ahora ya no estamos solos, y que puede que el combate sea más complicado de lo que parece, decido retirarme cautamente (Accion RETREAT) poniendo distancia primero con el jefe y luego con el otro enemigo.

"Erastil provee, desde luego"

Las situación se había complicado hasta un extremo que quizá aún no habían previsto. La enorme bestia tenía a Claudius contra el suelo y presa de la ira trató de destripar al clérigo entre rugidos ensordecedores, sus garras parecían hojas de acero y lograron atravesar la pesada armadura produciendo un corte profundo del que comenzó a chorrear sangre a borbotones.

El Páter trató de quitárselo de encima, y sin poder casi usar la lanza movió el asta para alcanzar la punta y con ella rasgar su carne. La hoja atravesó la dura piel y el dolor le hizo levantar la cabeza haciendo que el sacerdote se pusiese rápidamente de pie y se apartase unos pasos.

El bulette seguía gruñendo enfrentándose a los tres guerreros que momentos antes tenían rodeado al clérigo. Con celeridad se lanzó a por uno de ellos, destrozándole el brazo y revolviéndose para morder a otro que trataba de atacarle. El jefe lanzó su espada contra la mole haciendo un corte en las escamas que se hundió profundamente, cuando velozmente varios de los goblins se lanzaban a por ellos mordiendo y sajando con sus afiladas espadas. El caballo derribado intentaba levantarse incapaz de conseguirlo, mientras el resto se debatía entre huir y quedarse, desconcertados.

Delante de Rigar, su oponente hacía girar la maza para dar sobre él el golpe mortal consciente de su estado. En ese momento tres de las pequeñas criaturas lo abatieron al hacerle perder el equilibrio. El cazador recibió otro embite similar, dos de ellos fueron directamente a su cuello seccionando una de sus arterias, el golpe anterior lo había debilitado lo suficiente como para hacer las nuevas heridas mortales. Sin embargo no cayó, se mantenía erguido gracias a su resistencia sobrenatural pudiendo seguir con vida un tiempo más.

Tass parecía estar esquivando proyectiles en una fea batalla, con movimientos ágiles consiguió eludir a varios de los nuevos contendientes y acercarse donde estaba su compañero para recuperar sus armas. Vio volar su cuerpo hacia el suelo antes de sentir sobre él una dolorosa sensación punzante, otros dos goblins habían subido a su espalda y desde allí le provocaban tremendos tajos que pronto le harían correr la suerte de su compañero.

Había algo extraño en estos seres, su piel estaba escamoteada de manchas oscuras, solo visibles de cerca, y sus ojos casi carecían de iris con una enorme pupila, como bajo los efectos de algún tipo de sustancia o efecto mágico.

De fondo sonaban las palabras perdidas del mago, antes de ser ahogadas por un gran número de chillidos agudos.

La Bestia seguía empeñada en matar al Páter, su odio hacia él era mayor que cualquier otra sensación o coherencia. Volvió a lanzar sus garras contra el clérigo destrozando parte de su armadura sin llegar milagrosamente a rozar la carne. llegando a la carne. El brutal golpe lanzó parte de su propia sangre contra la cara nublando su vista de rojo, y haciendo que su cuerpo se desplomase sin vida.

A su lado escuchaba el ruido de la batalla, donde el bulette partía en dos a unos de los soldados antes de lanzarse a por el jefe mientras los goblins herían y caían muertos a partes iguales.

Los que estaban encima de Rigar seguían golpeando su cuerpo, presa de una especie de éxtasis y el guerrero cercano aplastaba el cráneo de uno de ellos lanzándolo cerca de donde estaba Tass, que se seguía debatiendo con los que tenía agarrados, sin recibir heridas gracias a la magia que lo envolvía.