Partida Rol por web

Los héroes toman posiciones arriba del carro, salvo Ulfner. Todos otean con ansia el horizonte, esperando ver a su enemigo... el cual no aparece. El sol se va apagando, y salvo por la lucerna de Iona ninguna luz os ampara. 

Viendo que nadie se animaba a prender una hoguera. Iona se bajó del carro para prender una en el lado izquierdo de la carreta. compañeros, echarme una mano y prender un par de hogueras más delante de la carreta y en el lado derecho. La Zamoriana intentó aprovechar los últimos rayos sol para crear la fogata sin problemas.

Algo desconcertado por la absurda situación, Rong Wei se baja del carro empujado por la iniciativa de Iona.

... A ver como acaba esto ...

Empieza a encender una hoguera en la parte derecha de la carreta mientras escruta las ruinas de las que proceden los ruidos.

- ¿¡Hola!? - Grita en varios de los idiomas que conoce, incluido el Aqueronio y un burdo intento de imitar el dialecto que hablaba la tribu de los Halcónes.

Talitha contesta a Rong Wei:

- Puede funcionar, pero también puede que les asuste sea la y por eso no nos han atacado, ninguna hoguera está demás

Seguido a esto y viendo cómo los guerreros se preparan, Talitha comienza a encender una hoguera en el otro lado del carro.

El grupo se pone rápidamente en movimiento y cuando los últimos rayos de luz caen las dos hogueras están encendidas...aunque no duraran mucho, ya que la reseca madera que han podido encontrar, vestigio del pasado, arde con rapidez. La noche trae consigo frío... y más ruidos. Todos los aventureros oyen resoplidos, cuchicheos sibilinos, arrastrar de pies... De vez en cuando sombras aparecen entre la oscuridad, pero se desvanecen enseguida. Algo les observa en los margenes... pero no responde a las preguntas de Rong...

Talitha comienza a estar nerviosa, el fuego se acabaría tarde o temprano, y esos seres que se arrastraban podrían aprovechar el momento. La exploradora probó en varios de los idiomas que conocía las primeras palabras que se le ocurrieron:

- ¡Idos y dejadnos en paz o contestaremos con las armas! - Intentó sonar amenazante, pero dudaba de que la entendieran. 

Sin muchas más ideas empezó a preparar flechas para que fuera fácil utilizarlas si había problemas. No podía acertar mucho en la oscuridad, pero antes de que se apagara la hoguera esperaba encender alguna y dispararla hacia las sombras a ver si estas se asustaban y decidían huir.

El sabio camina en círculos alrededor de la hoguera, resignado después de intentar con todas sus ganas que sus observadores interactuaran de alguna manera. No sabía si entrar de noche era mejor que entrar de día, no sabía si las hogueras servían de algo contra ellos o hubieran hecho lo mismo si no las hubieran encendido, y tampoco sabía que les depararía la antigua ciudad entre sus ruinas. Sí que sabía una cosa, quería entrar en esa biblioteca y quería saber más de esa civilicacion y de su arcano conocimiento.

Frotándose las manos enérgicamente para combatir el frío, escucha de fondo el seseante murmullo en el límite en el que la luz de la hoguera baila con las sombras.

- Compañeros… no sé vosotros, pero dormir aquí es una locura. Quienquiera que esté ahí no se decide a mostrarse y la noche promete ser larga. Tenemos dos opciones: o esperamos a que se haga de día por si mejora la situación, o nos decidimos a, por lo menos, ver que es lo que nos está acechando y conocer un poco más a nuestro posible enemigo -

Iona se preocupó por la poca vida que tendrían aquellas hogueras. Compañeros, estoy preocupada porque el fuego no va durar mucho. Ya que la leña está muy seca. Yo diría que los que nos rodean, no se acercan debido a las hogueras Al no responder doy por sentado que sus intenciones no son muy amistosas.

Pues creo que nos quedan dos opciones. Con antorchas en mano nos adentramos en la ciudad y nos parapetamos en un edificio, como comentó Ulfner. O nos vamos de aquí a toda prisa adentrándonos en el desierto y volvemos de día. Creo que quedarnos aquí será peligroso, ya que me da la sensación que están esperando a que se extinga el fuego.

Yo opto por la primera opción,  aunque también podemos sacar algo de madera del carro si lo desmontamos. Pero dudo que aguantemos toda la noche con el fuego prendido. 

Mientras Iona, Rong y Talitha discutían la primera hoguera se apagó dejando que las sombras invadieran el improvisado campamento de nuestros héroes. Con la oscuridad llegaba el frío y las palabras que salían de la boca de los bravos mercenarios se convertían en vaho rápidamente. Zelata y Ulfner que aún no se habían pronunciado, seguían en alerta preparados para cualquier asalto. Pero el ataque no se producía, solo el terrible y enfermizo juego de vigilancia al que estaban siendo sometidos.

-Tienes razón, Iona.
Vamos decididos adelante con antorchas,
o empezamos a arrancar maderos del carro
para volver a encender la hoguera que se ha apagado.
-dijo Zelata, sin dejar de estar atenta a un ataque enemigo por sorpresa.

Pues no perdamos más tiempo. Iona con su lucerna encendida se sube al carro. Todos arriba y agarrad algún leño como antorcha. Nos vamos de aquí pitando o cuando se acabe la luz nuestras vidas correrán un grave peligro.

La intención de la ladrona era espolear los caballos con todos sus compañeros montados en la carreta. Y llegar al primer edificio que vieran a toda prisa. Para defender la posición con más opciones.

Zelata se subió a la parte de atrás del carro y rogó que le pasaran una antorcha de la hoguera que todavía ardía.
Ulfner se la pasó. Y ella aprovechó para invitarle a hacer lo mismo, que se colocara también en la parte de atrás
con una antorcha en una mano, para iluminar bien la retaguardia durante el trayecto.

- Yo tampoco creo que quedarse aquí sea buena idea... - Decía Talitha mientras subía al carro llevando uno de los maderos más grandes de la hoguera que aún ardía y tirando el arco y las flechas dentro del carro para no tardar demasiado.

La muchacha creía que era más acertado irse de allí, pero ya no quedaba luz apenas, y el desierto podía ser muy traicionero si no se sabía por dónde se estaba yendo.

La exploradora agarró su cuchillo con fuerza mientras un escalofrío le recorría la espalda...estaba preparada para lo peor.

Rong Wei asintió en silencio, taciturno. Coge uno de los maderos de la hoguera que aún ardía y sube de un salto en la parte de atrás de carro arrebujado en sus ropajes, preparado para el inminente ataque y ansioso por descubrir los secretos ocultos de la antediluviana ciudad.

El grupo entero se subió al carro La Zamoria arreó las mulas con todas sus fuerzas y entraron en la ciudad. La tenue luz de las improvisadas antorchas escasamente iluminaban el camino por el que avanzaban, por lo que Iona ve entorpecida su conducción. De la oscuridad surgen ahora sonidos inquietantes. Un clamor histérico os envuelve por todos lados dando a entender que estáis siendo rodeados por una masa enfurecida con vuestra presencia. De la noche surgen piedras que impactan contra la mujer del desierto y contra la ladrona. Ulfner y Rong llaman de improviso la atención del grupo sobre algo que ven en frente de ellos a unos 40 metros.

El khitano revisa sus notas rápidamente. Efectivamente, son las puertas que están buscando. Sin previo aviso, salidos de la nada, tres enormes seres mitad hombre mitad mono bloquean el paso del carro. Estos seres parecen ser alguna suerte de campeones dentro de su degenerada raza. Una suerte de adalides que deben proteger al grupo de los intrusos con sus bastos aceros en la mano... y eso es lo que van a hacer.

Respirando pausadamente, el sabio kithano mantiene una calma amortiguada y artificial, pero efectiva. Cuando ve las puertas erguirse ante ellos, escruta rápidamente sus anotaciones y un chorro de euforia invade su cuerpo al descubrir que han encontrado lo que buscaban, pero al alzar la vista de los papeles el rostro de Rong se torna blanco.

Unos monstruosos seres salidos de los más ancestrales y peligrosos sueños aparecen de repente, interceptando su marcha. Lo más siniestro de estos seres no es su tamaño, ni la abotargada y perezosa inteligencia que reflejan sus ojos, sino que el sabio, en lo más profundo de su ser, intuye que una vez estas criaturas fueron los antiguos habitantes de esta ciudad.

Sobresaltado, Rong guarda rápidamente los papeles en una bolsa del carromato y coge su bastón preparado para sobrevivir.

-¡Iona, Talitha, id disparando flechas desde el carro, que yo bajo por detrás a enfrentarme!
¡Ulfner, baja tú también, yo defiendo la parte izquierda del carro y tú la derecha!
¡Coge una antorcha, Ulfner, a ver si les asusta el fuego enfrente suyo!

Mientras decía esto, Zelata se preparaba para bajar del carro dispuesta para el combate,
confiará en la protección de su casco con el visor bajado y su armadura de coraza y cota de mallas,
y llevará en su mano izquierda una antorcha y en la derecha su espadón.

Iona no pudo conducir el carro más algo entorpeció su paso.  Maldito carro, esto no tira más pa lante. Amigos tendremos que seguir a pata.

Tras la aparición de los tres invitados Pero que son estos bichos, que feos!!. Muy bien Zelata dispararemos desde arriba el carro. Talitha apuntemos al mismo, hay que reducir el número de estos monos rapidamente. Que tal al de Ulfner,  haber si lo reducimos lo antes posible.