Partida Rol por web

Rong Wei soltó el amuleto que le acababa de salvar la vida y se palmo la túnica en busca del Libro Rojo. Estaba ahí.

Viendo como sus compañeras avivaban la antorcha dispuestas a salir corriendo, el sabio se levantó saliendo de su cobertura, y emprendió en silencio una larga carrera a toda velocidad intentando seguirles el paso. Si es la voluntad de Yaggita que lleguen a la biblioteca, llegarán…

Una vez terminado el combate Zelata se dirigió hacia el carro que iluminaba Talitha.
De allí cogió varias de sus pertenencias. Se colgó a la espalda su espadón y su bolsa de viaje,
en la que llevaba sus provisiones además de otros objetos útiles. En el lado izquierdo del cinto
portaba su daga, y se armó para ir en dirección al edificio con su martillo-pico de guerra en la diestra
disponiéndose a protegerse de las piedras con la ayuda de su broquel en la otra mano.
Tenía la intención de cubrir la marcha de sus compañeros yendo a paso ligero en última posición.

EEEEEEEEEH, Para el carro y nunca mejor dicho xD. si quieres coger algo del carro lo harás mientras tus compís ya se han puesto a correr, así que irás última. Por otro lado con la luz que os queda, no tienes tiempo de rebuscar todo tu equipo, te dejo llevar tus armas y como mucho coger mochila, como he dicho antes quedándote atrás. Y aún me debes hacer la tirada de fuerza+1d20 para correr. Si quieres ir a la par con tus compis, osease no tener un turno de retraso, debes salir ya solo con tus armas.

Los héroes echan a correr rápidamente hacia el antiguo edificio envueltos por un griterío ensordecedor. Zelata se acerca al carro y recopila lo que le queda ahí de equipo. Una lluvia de piedras y venablos cae sobre los héroes, como un furioso granizo. Iona y Talitha reciben sendos impactos que las golpean con fuerza, pero sus armaduras amortiguan los golpes, y en un abrir y cerrar de ojos llegan a las puertas y soportales donde están algo más resguardadas de sus enemigos, desde donde distinguen unas 30 figuras en la oscuridad. Ulfner, que sigue a las jóvenes, no se puede creer su suerte al no ser golpeado, y más cuando ve lo que le sucede al pobre Rong. El sabio es alcanzado por un proyectil de plomo que le abre una brecha aún mayor que la anterior en su cabeza. El golpe es tal, que el sabio cae desplomado mientras la vida se le escapa a pocos metros de las puertas del majestuoso edificio. 

Ulfner se lanza a la carrera lo más rápido que puede cubriéndose con su escudo la cabeza

-VAMOOOOOOS. NO PERDÁIS ALIENTO.

Rong corre como un alma maldita hacia el gran arco que marca la entrada de la biblioteca, el sonido de la muchedumbre, la escasa luz en el ambiente, y la majestuosa y arcaica arquitectura de las titánicas puertas, casi dejan al sabio sin aliento. Con un último esfuerzo, aprieta el paso para cruzar el umbral del portón, cuando de pronto, un contundente objeto vuelve a impactarlo, esta vez de forma fulminante.

Rong Wei cae de bruces en la escalinata, y con sus últimas fuerzas levanta el brazo y mira su codiciada meta llena de conocimientos antes de desplomarse en la dura piedra.

Con la ayuda de su broquel para esquivar los impactos de todo lo que les estaban lanzando,
a paso ligero, sin correr, para poder estar atenta a lo que le pudiera impactar, Zelata se dirigió
hacia donde había caído el sabio para recogerlo ella misma o cubrir con el broquel a quien lo hiciera.

El joven Vanir se giró y corrió hacia su sabio amigo para intentar levantarle. A pesar de la ayuda de Zelata, el peso muerto de Rong era demasiado para levantarle con un solo brazo y correr al mismo tiempo.

-UFFFFF, PESA MUCHO. 

Viendo que ayudando ligeramente a Ulfner no habían podido todavía recoger a Rong,
Zelata guardó su arma en el lado derecho del cinto y se colgó a la espalda su broquel
para con las dos manos libres y la ayuda de Ulfner poder recoger en mejores condiciones al sabio.

La joven de poitain agarra al pobre Rong y con un fuerte tirón le eleva. Con la ayuda del vanir corren a toda velocidad hacia el edificio en el que les esperaban sus dos compañeras. Los rugidos de los seres siguen en su punto álgido ensordeciendo a todos nuestros saqueadores. Según corren ven como las paredes del edificio empieza a brillar con una tenue luz rojiza y por arte de magia los gritos acaban. Cuando franquean la puerta y la zamoria y la nómada cierran tras ellos, varios de los medio simios empiezan a abandonar el lugar corriendo con pavor. Las puertas se cierran pesadamente, desvelando una fría cámara iluminada por una leve luz azulada que parece flotar en el ambiente, y por fin pueden respirar... Pero lejos están de poder descansar. El sabio sigue inconsciente y perdiendo sangre a borbotones por la herida de la cabeza. Si no actúan rápido morirá sin duda.

-¿Alguno de vosotros puede realizar eficientemente unos primeros auxilios para detener la pérdida de sangre?
-preguntó Zelata a los demás mientras depositaba cuidadosamente a Rong en el frío suelo de la cámara.

Talitha corrió junto al cuerpo de Rong y se agachó junto a él para intentar estabilizarle. La muchacha sabía arreglarse con poca cosa (en mitad del desierto a veces había que ser muy imaginativo).

Con algunos jirones de ropa intentó cortar la hemorragia como pudo, y al parecer empezó a dejar de sangrar por el fuerte golpe de la cabeza.

Mientras le atendía, Talitha miraba el talismán que llevaba el sabio al cuello, sabía que seguramente tendría que utilizarlo, pero la jóven no sabía muy bien cómo...todo aquello le asustaba un poco...intentó concentrarse en lo que estaba haciendo, e intentó olvidar que ahora mismo estaban en una ciudad perdida, rodeados de enemigos y encerrados en un edificio con una luz que de alguna forma mágica se elevaba en el aire.

La muchacha dio algo de agua a Wei de las provisiones que habían podido salvar, e intentó desinfectar un poco la herida, haciendo uso de alguna planta que quedara entre sus ropajes y la vegetación que pudiera haber en el lugar...

Estaba retrasando todo lo posible usar el talismán, sobre todo por miedo a su poder mágico, pero si esto no era suficiente, tendría que usarlo.

Una burda bandana contenía la hemorragia y el cerebro de Rong empezó a activarse de nuevo. Con una ahogada tos, el sabio recobró de pronto la consciencia, escupiendo agua mezclada con la sangre acumulada en su garganta.

- ¿Qué? – Al mirar hacia arriba supo enseguida donde se encontraba, estaba tras las puertas de la biblioteca y estaba vivo. Sus heridas eran graves, pero la nómada había dado con la solución correcta. – Gracias… - Dijo débilmente.

Ayudándose de sus compañeros Rong Wei se puso en pie, contemplando la arcaica sala jamás vista por ojos mortales desde hacía eones. La luz azulada parecía emanar de una estatua gigantesca al fondo de la estancia. El kithano la contempló boquiabierto, mientras intentaba ubicarse y decidir cuál era la mejor forma de avanzar.

- Esto no me lo esperaba -

Tras cerrar los protones de la Biblioteca, la zamoria se relajó levemente al ver que las "defensas" de aquel lugar seguían activas y que sólo funcionaban con los merodeadores de las sombras. Pero la retirada para resguardarse había pasado factura. El sabio se llevó la peor parte y tras la petición de Zelata para atender al compañero caido, la ladrona respondió.

No tengo ni idea, sobre curas....no es mi terreno. 

Rápidamente Talitha atendió las heridas de Wrong y este parecía estar en buenas manos. Cosa que tranquilizó a la pícara.

Mientras Wrong es atendido, yo inspeccionaré la estancia. No nos podemos relajar, ya que hemos solventado un gran peligro fuera pero, no sabemos lo que nos espera aquí. Y creo, que por donde hemos llegado no parece el camino de vuelta más recomendable, .. 

Iona se escondió en las sombras muy sigilosamente y desde allí intentó observar cada detalle de aquella sala. Lo último que quería eran más invitados a la fiesta. Tampoco quería moverse mucho por aquel lugar, ya que los sentidos de la ladrona no eran muy perceptivos. Así que se apostó a escondidas, preparada para cualquier evento.

La nómada estaba sobre todo atenta a la recuperación de Rong Wei, pues este no quería perder un segundo de investigar las salas y apenas había descansado.

Talitha hizo inventario de las provisiones y útiles que tenían, y de vez en cuando miraba e intentaba escuchar algo...había que encontrar una salida.

El sepulcral silencio envuelve a todos. Los cuidados de la mujer del desierto sacan de su penosa situación al sabio, el cual nada más despertarse se levanta sorprendido a investigar la sala tal y como hace Talitha después de él. Iona da una vuelta por la sala y sale de la vista de sus compañeros tácticamente oculta esperando alguna trampa. La tenue luz ilumina todo débilmente con un inquietante resplandor.