Partida Rol por web

Esma abandonó su puesto para escuchar las suposiciones de Hulfur. Ciertamente aquellos barrotes eran muy sospechosos. Aquellos clérigos no debían de tratar muy bien a los kobolds.

- Entonces... ¿podrían haber alertado a los clérigos de Orcus?-se rascó la nariz, pensativa- Debemos ser el doble de cautelosos.

Tras echar un vistazo a los descubrimientos, Esma esbozó media sonrisa, más bien socarrona ¡Vaya premio para todo lo que habían pasado! Ese dinero podrían gastárselo en unos buenos tragos del licor más fuerte.

-Ayudaré a maese Gvaldi- Esma enfundó su espada y preparó el arco. Si iban a embocar a alguien, mejor sería hacerlo a cierta distancia. La muchacha se internó sigilosamente en la Torre para averiguar qué se cocían los clérigos y así trazar un plan. Sin embargo, la suerte no parecía estar de su lado en esta ocasión.

Esma pronto se dio cuenta de que Gvaldi se hallaba de pie en el centro de la habitación con el arco en mano intentando buscar algo en la oscuridad. Parece que estaba solo al menos hasta que la joven ingresó en el sitio. El halfling miró por encima del hombro a Esma y levantó un dedo índice que se llevó a los labios pidiéndole que haga más silencio.

—Aquí no hay nada, pero creo que veo otra puerta al fondo... Tal vez deberías llamar, digo, llamar al colega enano.

Día 2 - Nidaros (La vieja torre)
14o día del 1er mes de Cosecha
Llovizna - Brisa Fuerte - Anocheciendo 

Gvaldi y Esma dieron con la trampilla por la que Timor había bajado al nivel inferior de la torre. La exploradora, presa de la inexperiencia, empezaba a sentir ciertas dudas de si misma. ¿Debía proteger a Caronte? ¿Ayudar Gvaldi? ¿Deberían regresar al pueblo y volver más adelante? Su cabeza era un hervidero de posibilidades cuyos finales siempre le llevaban a las mismas imágenes, Hulfur y Caronte moribundos en el suelo e, inevitablemente, el entierro de Vlad. No quería enterrar a más compañeros y, por descontado, tampoco quería ser ella la enterrada.

Mientras tanto, Hulfur y Caronte trataron de subir los barrotes que daban acceso a la habitación de los kobolds pero topó con un candado que no había visto antes.

- Maldición- gruñó, avisando a sus compañeros- esto está cerrado.

Esma escuchó las quejas del enano. Solo les quedaba probar la trampilla. Si eran capaces de sorprenderlos, tendrían una buena oportunidad. La muchacha pegó el oído a la húmeda y carcomida madera de la trampilla, intentando adivinar algún sonido tras ella. Voces, movimientos... lo que fuera que les ayudase a acabar de una vez por todas con aquella eterna misión.

-Creo... creo que escucho algo. No estoy segura-susurró la exploradora a Gvaldi, que se encontraba a su lado.

Las voces se escuchaban algo tenues pero aún así Esma fue capaz de lo que decían. De hecho, cada vez las escuchaba mucho más cercanas, síntoma inequívoco de que estaban acercándose a la trampilla.

- Te juro que había dejado la pócima allí mismo- se quejaba una voz humana- habrá sido uno de esos sucios kobolds.

- Tienen prohibido acceder al nivel inferior- aseguraba una segunda voz- si ha sido uno de ellos le cortaremos la garganta para que sirve como ejemplo a los demás.

Era evidente que aquellos hombres no habían sido conscientes del ataque en ningún momento. Parecía que Timor no les había traicionado y, escuchando la conversación, no era difícil saber por qué.

Gvaldi observaba expectante como los músculos del grupo intentaban abrir la trampilla al nivel inferior, pero por lo visto su esfuerzo no había dado frutos. ¡El villano de Timor se había llevado consigo la llave! Su conspiranoica mente se imaginaba que así como les habían negado el acceso podrían planear una emboscada a futuro, con más números y armas. Pero pronto fue interrumpido aquel pensamiento por las palabras de Esma quien tenía la oreja pegada a la trampilla. Pronto el halfling se apresuró a colocar la oreja también intentando escuchar algo del otro lado...

—Hay algo del otro lado... ¿Pero qué es?

Esma, aún con la oreja sobre la trampilla, exclamó en voz baja:

-¡Viene alguien! ¡Nos van a descubrir!- le advirtió a Gvaldi, que también tenía la oreja puesta sobre la madera. La chica se incorporó con apremio y buscó desesperadamente algo que le inspirase un plan de acción. No había nada para ocultarse y emboscar a los clérigos de Orcus, pero quizá la dirección de apertura de la trampilla jugara en su favor. Tendrían unos segundos de margen.

Esma trasteó entre cascotes, maderos... y encontró telas desvaídas y harapientas. Quizás pudieran sorprenderles con ellas.

-¡maese Gvaldi!- susurró la chica e hizo un gesto con la mano para que se apartara de la trampilla. Ella se había posicionado en el lado opuesto, mirando hacia la salida de aquella estancia.

-Puede que con esto... ya sabe, maese, cuando salgan... fiuuuush- hizo un sonido sibilante y agitó la tela, que esperaba fuera lo suficientemente grande- sobre ellos e impidamos su visión. Luego, ¡zas! -lanzó un puñetazo al aire, como si sostuviera un mango entre sus dedos. 

Gvaldi y Esma se prepararon justo a tiempo para ver como la trampilla empezaba a abrirse delante de ellos. Por su posición, los dos hombres que charlaban tranquilos en la subida no podían ser conscientes de la posición de los dos compañeros, ubicados a su espalda.

- Esto está muy silencioso...- comentó el primero de los hombres mientras salía, con evidente desconfianza.

A lo lejos, solo el ruido que Caronte, Hulfur y Ulkhan hacían para intentar desbloquear la puerta, ajenos a la situación que se vivía en la habitación de al lado, rompía el silencio de la sala

Aún bastante dolorido, pero consciente y fuera de peligro, me entretuve registrando los arcones de los kobolds. Era extraño que hubiera una puerta de gruesos barrotes de hierro, cerrada a cal y canto. ¿Sería una celda donde estas criaturas encerrarían a sus prisioneros? Habría que investigar cómo abrirla. Quizá Hulfur sabría abrirla o Gvaldi, que tenía pinta de ser docto en abrir cosas.

El semiorco estaba al lado mía, mirando también los arcones.

-"Supongo que la llave la tendrá alguna de estas criaturas o un clérigo de Orcus. Podríamos intentar forzarla, pero tardaríamos mucho tiempo. Miremos por la sala, a ver si podemos ver algo de utilidad. Y las salas aledañas."

Esma se puso en posición de ataque con la tela en las manos. Esperó al otro lado de la trampilla, por donde creía que no iba a ser vista, y en cuanto saliera el clérigo lo iba a emboscar con aquella manta raída. Le hizo un gesto a Gvaldi para que se preparase y que, justo cuando su enemigo perdiera la visión, su compañero mediano le asestase un golpe mortal.

-A la de tres...-gesticuló Esma con la boca, sin pronunciar sonido alguno.

Miro a Caronte -probar...- simplemente dijo y con sus grandes manos hizo fuerza para tratar de abrir los barrote de la celda, aunque sin mucho éxito, aquellos barrotes se resistían a la fuerza el semiorco, alzo una ceja y finalmente desistió.

Continuo con Caronte mirando los arcones, por is encontraban algo de interés o incluso la dichosa llave, luego pregunto en voz baja a Caronte -¿estar bien?-

Gvaldi ya tenía la cuerda del arco tensada y con una flecha lista para disparar cuando Esma se había puesto en posición. Tenía un ojo cerrado y la boca cerrada, con la lengua asomada por un lado en una mueca maliciosa.

—¡...Tres! —Dijo el halfling sin advertencia alguna, soltando la cuerda y dejando ir la flecha sobre el desprevenido misterioso.

Sean quienes sean aquellos hombres, no tramaban nada bueno en una torre infestada de kobolds asesinos. Si ellos resultaban ser sus amos entonces harían un bien librando al mundo de aquellos sujetos.

Día 2 - Nidaros (La vieja torre)
14o día del 1er mes de Cosecha
Llovizna - Brisa Fuerte - Anocheciendo 

- Pero qué...

El pobre hombre, porque era humano, no pudo decir más. La flecha de Gvaldi le atravesó la garganta a la altura de la nuez. Esma trató de alcanzar al hombre con la manta que tenía preparada y llegó incluso a colocársela por encima de la cabeza pero, al ir a sujetarlo, se le escapó entre los dedos[1] y cayó, empujado por la fuerza del impacto, llevándose a su acompañante escaleras abajo y levantando, dicho sea de paso, un estruendo considerable[2].

Los compañeros miraron a través de la trampilla y observaron como un segundo hombre, confundido y magullado, trataba de quitarse de encima el cadáver de su compañero sin entender todavía qué había pasado.

Día 2 - Nidaros (La vieja torre)
14o día del 1er mes de Cosecha
Llovizna - Brisa Fuerte - Anocheciendo 

Pese a los intentos de Ulkhan, los barrotes continuaron sin ceder más allá de unos poco milímetros. Parecía que tendrían que encontrar la llave si querían ir más allá.

- Si está cerrada con llave algo valioso debe guardar dentro- rumió Hulfur. La codicia enana por los objetos extraños y valioso era bien conocida en todo Valion y, sin duda, el valeroso guerrero no era una excepción entre los de su especie.

De repente, un ruido ensordecedor llegó de la habitación en la que Esma y Gvaldi investigaban. Parecía como si algún objeto pesado estuviera rodando escaleras abajo.

Al no encontrar la llave por ningún lado, esperé a ver si alguno de mis compañeros era capaz de abrirla o forzarla, pero no fue así. Miré al semiorco y sonriéndole, le contesté.

-"Tranquilo, mi dios es fuerte y no dejará que me vaya de este mundo sin purificar la maldad que se esconde entre las paredes de este viejo torreón. Ni vosotros tampoco, por lo que he podido comprobar, jejejeje. Nuevamente, gracias por salvarme la vida."

Al oír las palabras del enano, me giré hacia él.

-"Pudiera ser, aunque creo que se trata más de una celda que de una cámara del tesoro."

Justo en ese momento escuchamos un estruendo. Algo no iba bien en la habitación de al lado. Seguramente Esma y Gvaldi estarían en problemas. Con una zancadas grandes y poderosas, salí corriendo hacia allí, con el escudo y la maza prestas para el combate. Nada más girar en el recodo e introducirme un par de pasos en la habitación, busqué a mis amigos y lo que quiera que hubiera hecho ese ruido por la habitación. Estaba claro que no debíamos de separarnos más...

Gvaldi sonrió por su buena puntería. Y se apresuró corriendo hacia la trampilla para sostenerse de las escaleras e inciar su descenso hasta el piso de abajo. No sin antes descolgar otra flecha y tensar la cuerda con ella por si era necesario realizar otro disparo. Se dejó deslizar por las escaleras para acabar con el par de hombres. Debía silenciar al segundo cuanto antes, pero les resultaba más vivo que muerto así que con el arco lo apuntó y se aproximó hacia él aprovechando su confusión.

Cerró un ojo y frunció el ceño. Su voz era un susurro entre la penumbra del piso inferior.

—No es recomendable que te pongas, digo, que empieces a gritar por ayuda. Compañero.

Esma observó estupefacta cómo el cuerpo caía inerte por la trampilla. Aún con los brazos estirados, en ademán de sostenerlo, se quedó en silencio unos segundos sin saber muy bien cómo proceder: ese no había sido el plan. Salió de su aturdimiento cuando Gvaldi se deslizó con determinación por las escaleras de la trampilla y, durante unos segundos, miró hacia abajo.

-Está bien, está bien-se dio ánimos- Quizás no salga tan mal ¡Ay, por qué tengo tan mala suerte!

La chica bajó lo más rápido que pudo y desenfundó la espada.

-No sé lo que ha dicho mi compañero, pero más te vale hacerle caso. Es pequeño, pero matón.

Día 2 - Nidaros (La vieja torre)
14o día del 1er mes de Cosecha
Llovizna - Brisa Fuerte - Anocheciendo 

El golpe pilló a Ulkhan, Caronte y Hulfur tratando de abrir el enrejado de metal. Con pocas soluciones entre manos, los tres salieron corriendo armas en ristre pensando que una nueva partida de vigilancia de la torre les estaría esperando. No obstante, lo que se encontraron al entrar en la habitación fue a Esma a punto de descender por las escaleras.

La exploradora se encogió de hombros y bajó a toda prisa mientras los tres compañeros se acercaban a la trampilla para entender qué demonios estaba sucediendo ahí abajo.

-No sé lo que ha dicho mi compañero, pero más te vale hacerle caso. Es pequeño, pero matón.

La exploradora apuntaba con su arma a la garganta de un humano atrapado bajo el cuerpo de su compañero. Gvaldi hacía lo propio con su arco corto. Desde su posición en la trampilla, Caronte pudo ver como el humano caído tenía una de las flechas del halfling atravesándole la garganta. Debían de haberles dado caza justo en el momento en el que accedían al piso superior. De ese modo, el primer humano se había visto sorprendido y sin posibilidad de reacción, cayendo a peso sobre el segundo que era el que ahora se debatía bajo su peso.

- No disparéis- pidió mientras levantaba las manos- ¿Quién demonios sois vosotros? ¿Qué habéis hecho con los kobolds?

Al llegar calibré rápidamente la situación. Parecía que estaban subiendo los clérigos de Orcus, pero mis dos compañeros se las apañaron bien sin nosotros. Me acerqué a la trampilla y le hablé al que estaba atrapado bajo el peso de su compañero muerto.

-"Bien, parece que estás en problemas. Aquí las preguntas las hacemos nosotros, aunque solo te diré que vuestros queridos kobolds han huido ante nuestra poderosa presencia. Pero dime, ¿cuántos sois ahí abajo? ¿Quiénes sois y qué hacéis aquí?"

Saqué una pequeña daga y se la puse al cuello, para intimidarle aún más.