Partida Rol por web

Las callejuelas del Mazo están iluminadas con centenares de antorchas de luz titilante. Parece que los cofrades de los gremios de latrocinio han tomado los callejones y las plazuelas sin temor a que la guardia de la ciudad se presente por sorpresa para entrometerse en sus asuntos. Tu instinto te dice que no es casualidad que no haya vigilancia; seguro que unas cuantas monedas en los bolsillos adecuados han asegurado esta tranquilidad. Los juerguistas se tambalean por las callejuelas, cantando canciones obscenas y apoyándose unos con otros para no caer de bruces en la basura que se amontona en el suelo húmedo y sin pavimentar.

Tras haber salido corriendo de aquella tasca amenazada por aquel corpulento hombre, Ingela llegó de nuevo al cruce. Desde ahí pudo ver el camino hacia el Distrito Norte. Se encaminaría hacia allí, haber si pudiera ver a algún primo que timar o algún despistado al que robar.

Caminas hacia el este recorriendo callejones y plazuelas hasta que llegas a un barrio ligeramente diferente a los otros. Sin ser tan lujoso como el Distrito Residencial, tampoco se asemeja al caos del Mazo o del Distrito Comercial. Sabes que estás en el Distrito Norte.

Ingela llegó por fin al Distrito Norte, y se dedicó a buscar haber si encontraba algo de interés o a algún primo al que timar. También estuvo atenta haber si pudiera encontrar alguna trampilla que la llevase a colarse a alguna casa y hacer algo de pillaje o colarse dentro de algún negocio.

Recorres las calles del Distrito Norte en busca de fortuna y gloria. No sabes si encontrarás tan magníficas cosas, pero lo que sí es seguro es que tendrás que sacar tu arma. ¡Una banda de canallas te cierra el paso delante y detrás de ti! Son mujeres y van armadas hasta los dientes... ¡doble peligro!

-¡Alto, cagalindes! Ya sabes lo que viene ahora... ¡La bolsa o la vida!

-¡La vida, por supuesto! Gritas al tiempo que esgrimes tu acero. ¡Vuestra vida, malandrinas!

Te preparas para atacar. Tienes una delante y otra detrás.

Ingela se lanza al ataque antes incluso de que acabasen la frase de la amenaza. Cuando fue a desenvainar la cimitarra, ésta se quedó trabada en el cinturón haciendo así una actuación lamentable.

Te lanzas al ataque, pero no logras atacar con fuerza. Logras esquivar dos de sus ataques, pero una te hiere en un costado.

Ingela encajó bastante bien el ataque, pero reaccionó tarde para devolver el ataque fallando.

Nuevamente fallaste tu ataque, que fue aprovechado por una de las mujeres para volverte a herir.

Ingela recibió otros tres ataques, pero por suerte solo uno de ellos la impactó. La herida fue leve, pero ya se la empezaban a acumular los tajos. 

Lanzó otro ataque, y por fin impactó levemente.

Esta vez lograste herir a una adversaria, pero también fuiste herida en un brazo.

Golpe por golpe. Ingela recibió otro impacto, y ya las heridas se la hacían visibles… y pintaba mal. A penas había herido a un enemigo y seguían siendo 3.

- Humpff - se quejó al atacar de nuevo y fallar.

Este asalto nadie hirió a nadie.

Ingela no se podía creer el haber esquivado aquellos ataques, pero al intentar atacar no pudo recomponer la posición del combate y solo se pudo preparar para recibir de nuevo unos cuantos golpes.

Fallaste de nuevo en tu ataque y no lograste defenderte de una de las bandidas.

Ingela lanzó un nuevo ataque. Ésta vez acertó al asaltante dañándole el hombro seriamente. La herida parecía profunda y pronto tenía la esperanza de que ese malnacido se desplomase en el suelo.

Este asalto fue dispar. Lograste herir a la tiparraca de antes, pero te hicieron un pequeño corte en la pierna.

Volvió a atacar otra vez con una energía casi renovada, pero volvió a fallar. Se podía ver que eran demasiados para Ingela y podría pagarlo caro.

La cosa se estaba poniendo bastante seria. Las fuerzas se agotaban y las heridas surtían tu maltrecho cuerpo cada vez más...