Partida Rol por web

Cruzas el distrito comercial hasta llegar a una calle principal que por la derecha desemboca en otras puertas de la muralla. Ante ti se encuentra el Mazo, un amasijo de callejones retorcidos y casas ruinosas en las que presientes que puede estar pasando cualquier cosa.

Las callejuelas del Mazo están iluminadas con centenares de antorchas de luz titilante. Parece que los cofrades de los gremios de latrocinio han tomado los callejones y las plazuelas sin temor a que la guardia de la ciudad se presente por sorpresa para entrometerse en sus asuntos. Tu instinto te dice que no es casualidad que no haya vigilancia; seguro que unas cuantas monedas en los bolsillos adecuados han asegurado esta tranquilidad. Los juerguistas se tambalean por las callejuelas, cantando canciones obscenas y apoyándose unos con otros para no caer de bruces en la basura que se amontona en el suelo húmedo y sin pavimentar.

Esto es otra cosa. 

Y mi instinto me dice que es un lugar más peligroso que el anterior. Soy una lince. Vagabundo, con las manos en los bolsillos. Solo tres monedas.

De forma que decido entrar en esa casa de juego. Voy a probar suerte.

El local está lleno de parroquianos que beben sentados, apoyados en el mostrador y arremolinados alrededor de unas mesas de juego. El ambiente está cargado de humo y olores humanos. Por suerte, tu olfato enseguida se acostumbra. Las únicas puertas de la casa de juego son la de entrada y una que está detrás del mostrador, que da acceso a la trastienda.

Necesito dinero. Es mi prioridad junto con sanar mis heridas. Y descansar y dormir y comer y beber...

Necesito dineritos.

De manera que me acerco a una de las mesas de juego a probar mi fortuna. Que no está siendo mucha esta noche.

Vas de mesa en mesa observando los juegos. Todos se juegan con dados y son los siguientes:

• Dados vendhios: se tiene que sumar 10 con dos dados sin pasarse. Se puede ganar hasta el doble de lo apostado.
• Crom, Morrigan y Macha: se tiene que adivinar un resultado. Se puede ganar hasta el triple de lo apostado.
• La borracha: se tiran dos dados y según el resultado puedes ganar hasta cinco veces lo apostado.

Me siento tan mal como si estuviese borracha. Así que me decido por La Borracha

La borracha: apuesta la cantidad de monedas que quieras hasta el máximo de tu dinero.

Vale. Sencillo. Arriesgado. Basado en probabilidad, o eso creo, que no entiendo demasiado de dados. Pero conforme voy mirando a los que juegan , lo pillo, sí, ese 5 a 9 es lo más fácil que salga...

-Tres monedas.

Pillo los dados y lanzo. 

Algunas risas. Je. No tengo nada más. Me largo por donde he venido. No quiero ni pensar. 

El local está lleno de parroquianos que beben sentados, apoyados en el mostrador y arremolinados alrededor de unas mesas de juego. El ambiente está cargado de humo y olores humanos. Por suerte, tu olfato enseguida se acostumbra. Las únicas puertas de la casa de juego son la de entrada y una que está detrás del mostrador, que da acceso a la trastienda.

Ya estoy harta. El destino me empuja a robar alguna cosa. No tengo dinero ni armas, ¡al Arallu!

Te acercas con disimulo al mostrador y ves que hay una posibilidad de colarse en la trastienda agachándote y aprovechando alguno de los momentos en los que el mozo está hablando con los parroquianos de la barra.

No es lo mío pero...ciudad de ladrones, estoy pelada. Donde vayas haz lo que vieres o algún rollo de esos que decían lo viejos. Y a los viejos hay que escucharlos.

Menos a los que chochean con medio cabeza partida por el hacha.

Allá me me estiro como una serpiente. Deprisa como las ratas.

¡No te lo puedes creer! Uno de los clientes escupe la bebida y empieza a discutir con el mozo. Aprovechas para deslizarte detrás del mostrador y entrar en la trastienda.

Accedes a una estancia pequeña amueblada tan solo con dos sillas y una mesa sin cajones. Carece de ventanas y la única ventilación procede de unas rejillas dispuestas en la parte superior de una de las paredes. La única salida es una trampilla que hay en el suelo.

La trampilla no está cerrada y la abres sin esfuerzo. Te asomas a su interior y ves que da acceso a un subterráneo. En el fondo ves unos cuantos barriles tumbados por el suelo. Si quieres bajar, tendrás que saltar.

Te deslizas por la trampilla y te agarras a su borde. Ni estirando las puntas de los pies llegas a uno de los barriles. Tendrás que dejarte caer.

8. (el uno elimina al 6)

Lanzo con agilidad. Fuerza no es atributo. 

Te dejas caer soltando el borde de la trampilla. Cuando notas que tocas el suelo no tienes tiempo de flexionar las piernas y notas el pinchazo de dolor que te produce el impacto.