Partida Rol por web

- Pero tal vez esté en la mía. Si no me vas a dar el nombre del cliente descontento le preguntaré directamente a Johan, y eso sólo nos puede salir peor para todos. Él actuaría de forma impredecible e impulsiva, y dejaría en evidencia que lo ocurrido ha trascendido, dejandonos en mal lugar a toda la casa. O bien, puedes organizarme una cita con el cliente, o al menos darme sus datos y le sacaré una confesión sin que sepa que soy un acompañante.

Tendría que orquestar un encuentro para nada fortuito, pero podría sacarle la confesión. Interrogar a sus clientes sin que ellos supieran que estaban hablando de más era una de las especialidades de Samael. Sacaría a Johan del atolladero, siendo su salvador tal vez se establecieran las bases para un futuro diferente.

Hasek frunció el ceño. Le gustaba la gente que llegaba a las reuniones con los deberes hechos, pero no haciendo trampa. No era algo que ocultase ni que le diera vergüenza, pero no solía decir por ahí que aún estaba pagando la nave, aunque también era cierto que no debía ser complicado de averiguar.

La capitana apoyó el peso en el reposabrazos y les miró pensativa. Esperaba que también tuvieran bien estudiado el encargo.

—Si hay antecedentes de altercados no va a ser barato, y necesito veinticuatro horas para daros una respuesta, además de una nota con la cifra que estaríais dispuestos a pagar. Hoy tengo un compromiso y quiero asegurarme de que está todo en orden antes de nada.

Quería una vida tranquila, pero el dinero era tentador. Eso si, tenía claro que no iba a mover un dedo por una cifra que no fuera absurdamente alta.

Phee frunció el ceño brevemente pero no comentó al respecto, más allá de levantar una ceja en dirección al piloto. La tablet era de Tibor, y con quién se mandase mensajes o qué aplicaciones tuviera en ella no era asunto suyo si él no quería compartirlo.

-No necesitaba a nadie para venir en un MV Alexia 309. Con una persona basta para conducirlo. Me llama la atención que se traiga escolta a una reunión en Sihnon. Esto no son los planetas exteriores, y nosotros no somos rudos mercenarios que se diga. En fin -suspiró-, ahora está en manos de la capitana.

Alma, que había hecho un pequeño alto para escuchar la conversación sobre el potencial cliente, agarró un taco y se dispuso a jugar al billar con Adam (al parecer ignorando el hecho de que su partida ya estaba empezada).

-Y ya no solo que necesite escolta, sino que venga a vernos a nosotros, una nave recreativa.

Los ojos brillando en destellos de elucubración, sin duda imaginando las posibles historias que podrían haberles reunido con aquel hombre, a cada cual más descabellada.

-Un cerebrito, ingeniería robótica, discreción al reunirse...tal vez es como dice Phee y quiere que transportemos algo totalmente novedoso, espectacular y caro.

Se irguió después de tirar (y fallar) una bola y chascó la lengua.

-Mierda, ahora necesito saber qué hace aquí.

—Por supuesto, faltaría más —añadió de forma cantarina, sonriendo generosamente. Entonces, de forma lenta y evidente para no levantar ningún tipo de sospecha, se llevó la zurda a la manga opuesta, de donde extrajo un pequeño disco de datos que dejó sobre la mesa.— Imagino que querrá evaluar la ruta, la veracidad del trabajo, la suma que estamos dispuestos a pagar... Está todo ahí, incluidos los datos de los prototipos de los que ha hablado la señora Boudin, por su quiere cotejarlos. Es un gesto de buena fe. Es información clasificada que asumo valdrá su peso en oro en el mercado apropiado, pero quiero empezar con buen pie y un gesto por mi parte. Tiene esas 24 horas que nos ha pedido. Si decide aceptar, la información para contactarnos está ahí mismo. Si decide que no le conviene no hace falta que nos contacte, entenderé el mensaje. Aunque en ese caso, que espero que no ocurra, le pediría que se deshiciera de la información de forma permanente.

Dicho aquello, apuró el té dándole tiempo a replicar o añadir lo que considerase pertinente.

Cho inspiró profundamente dejando notar el malestar. Como si fuese tan fácil sacar una confesión, o como si eso fuese a hacerlo válido.

—Querido, sin una declaración oficial, pública y válida de que Johan no estuvo implicado... Lo que te diga en privado no vale para nada. Pero no seré yo quien se interponga. Anota: Erni Jensen. —Negó lentamente. Lo siguiente que dijo sonó preocupado, casi maternal; un gesto que hasta la fecha le era prácticamente desconocido en ella.— Ten cuidado, Samael. De verdad te lo pido. No hagas nada si no estás seguro de lo que haces.

Se escuchó un sonido de fondo y los ojos oscuros de la Sacerdotisa se desviaron más allá de la pantalla sosteniendo el índice en alto, pidiéndole que aguardase un momento. La vio asentir en silencio tras un murmullo lejano que no llegó a entender.

—Voy enseguida. Gracias, Luann. —Se frotó la frente brevemente, bajando la mirada. Sus rizos negros resbalaron con gracia cayendo hacia adelante.— Me tengo que ir, pero le diré a mi ayudante que te envíe luego cuanto tenemos de Jensen. Sólo... No hace falta que te lo diga. Bǎo zhòng*.

Erni Jensen, Samael paladeo el nombre intentando recordar quién era o por qué era conocido, o conocida. No era un nombre específico en la mente del acompañante.  Necesitaba preparar el escenario. Así que le mandó un mensaje a la Sacerdotisa Rachel Lan, como respuesta a su invitación. En él le agradecía profundamente que le invitase abriéndole puertas a un Acompañante tan novato, y por cuestiones de compatibilidad de intereses de clientes, le solicitaba la lista de confirmados para contrastar que no se encontrase en un brete.

¿Estaría su objetivo entre los invitados? Si quería jactarse de haber puesto al Gremio en una situación como esa, era una oportunidad maravillosa. Si era tan rico e influyente como se suponía, era probable que destruir la carrera de un Acompañante fuera un mero entretenimiento. La otra opción era que Johan realmente la hubiera liado, y era algo que Samael se negaba a aceptar.