Partida Rol por web

La mañana y gran parte de la tarde se le había ido en visitar su antiguo hogar, con su consecuente y obligada comida con la sacerdotisa Rachel y la presentación de algunas caras nuevas e interesantes. Había sido agradable volver a ver a Miriam, pasear por los jardines del templo Huayan, ver cómo iban las cosas. Pero también agridulce. Todos sabían lo que se esperaba de ella, Phee incluída, y aunque ninguno lo hubiese mencionado explícitamente todos eran conscientes de que la pregunta seguía ahí, pendiente.

Por suerte Ray la había recogido después de encargarse de todos los víveres y cosas para la nave, pudiendo disfrutar de un viaje de vuelta al hangar en completo silencio. La falta de curiosidad por parte del brazo armado de la capitana resultaba tan conveniente como extraño, sobre todo cuando la nave solía estar llena de vida, riquezas y la gente importante que las acompañaba.

El resto del día había tenido mucho que mencionar. Antes de darse cuenta, la hora de comer había pasado de largo y sin la presencia de la Capitana y Adam, que se habían ido al banco a arreglar papeleo de la nave, ni la de Ray y Phee. La primera porque andaba aprovisionando la nave y la segunda porque estaba visitando su Templo, lo que le dio cierta nostalgia. Pero tenía cosas de las que encargarse, como actualizar su posición en la red de acompañantes y cotejar algunos clientes potenciales.

Además hubo una sorpresa: apenas tres horas más tarde, Abigail había enviado su petición para que Alma fuese su acompañante a nada menos que la fiesta de gala en el Palacio de Congresos a la que habían sido cordialmente invitados aquella mañana. Ahora tenía que elegir, trabajo o placer.

Tibor le había recogido poco después, y no había podido evitar preguntar por la bolsa y por el ligero mal humor que se percibía. Pero tampoco se inmiscuyó demasiado donde no le llamaban. Pero el asunto se quedó ahí, flotando en la mente de Samael. ¿A santo de qué le mandaba eso ahora? Y con el tipo aquel que ni siquiera se había presentado.

Pero por encima de todo aquello estaba Johan… Se había quedado sin licencia. ¿Y ahora qué iba a hacer? No era la clase de persona que se le daba bien estar desocupado. Ni siquiera se le daba bien estar ocupado; siempre terminaba en problemas. Pero al menos las leyes del Gremio lo habían mantenido en su sitio… Hasta ahora.

Al llegar a la nave tuvo tiempo de pensar, y también de no hacer nada. Hasek y Adam no estaban, Phee no había vuelto de su visita al Templo Huayan y Ray debía estar encargándose de provisiones. Pero había una cosa buena: les habían invitado a una fiesta de gala en el Palacio de Congresos, cortesía de la Sacerdotisa Rachel Lan (la mentora de Phee). Un evento social al que no tenía que ir por trabajo. Eso siempre era agradable.

Al final la visita al banco tampoco había ido tan bien como esperaba. No había ido mal, que también era un buen punto, pero como poco le quedaba otro año antes de decir ‘mía’. Y era un logro teniendo en cuenta lo que solía verse y la pésima gestión de otros capitanes. Aprender finanzas y hacerlas era un horror, y todavía había veces en las que se preguntaba cómo había conseguido encajar una tripulación tan poco corriente para montar un ‘burdel’ a bordo, rodeándose de lujos y una vida donde no se dejaba la piel para sacarse los cuartos.

Adam insistía en que si contrataban a un abogado todo iría mucho mejor. Adam también insistía en que en el hangar de la nave se podía montar una viñería aprovechando lo lista que era Phee. Ninguna de las dos ideas terminaba de cuajar en la cabeza de Hasek. Hasta la fecha había probado ser perfectamente capaz de manejar la situación por sí sola. No habían terminado en la bancarrota y hasta comían comida de verdad y no proteínas en barra. Algo tenía que estar haciendo bien.

Por eso, aunque no había ido del todo como esperaba, podía decir que estaba siendo un buen día. Incluso habían recibido invitaciones a una fiesta de gala, lo que si sabía aprovechar bien, podía darle la oportunidad de encontrar un buen trato para su siguiente viaje. Los ricos siempre tenían peticiones extravagantes en las que les encantaba derrochar su dinero.

Hangar principal de Lu'Weng, Shinon

4:23pm

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Después de que Ray regresase con gran parte de las provisiones y Phee como añadido, la tripulación se fue congregando en la sala central, donde Alma preparaba un té de frambuesa cuyo delicioso olor bañaba la estancia, mezclándose con unas pastas de coco recién horneadas. Aquella reunión sin anunciar se había convertido en la rutina previa a la cena, y Hasek solía aprovechar aquel momento para anunciar los planes que tenía para los siguientes días o sencillamente charlar.

Eran una tripulación peculiar, y el que menos llevaba ya allí varios meses volando. La última travesía había sido particularmente larga, así que poder parar en Shinon durante unos días siempre estaba bien. Además, Rachel Lan, la sacerdotisa del templo donde Phee había sido instruida, les había invitado a asistir a una fiesta de gala en el Palacio de Congresos de Lu’Weng al día siguiente. Las invitaciones iban dirigidas a Samael, Alma, Carmina y, por supuesto, Phee, y todas daban pie a que cada cual trajese un acompañante. Nadie esperaba que Rayyan fuese a asistir a no ser que Carmina se lo pidiese expresamente como una orden. Adam y Tibor quedaban en el aire.

Adam, con las manos entrelazadas sobre la mesa ligeramente echado hacia adelante, seguía los movimientos de Alma por la cocina esperando el té. Ya había aprendido por las malas que las galletas no se tocaban hasta que todo el mundo estaba sentado con las tazas humeando delante, así que procuraba entretenerse en otras cosas.

—¿Qué se celebra para que os hayan invitado? ¿Te has animado a reincorporarte al Gremio, Phee? —preguntó arqueando las cejas con una sonrisa tontorrona.

Había vuelto hacía tiempo y retomado su rutina de ejercicio para mantener su tono muscular y yoga, para estar bien flexible. Después paso un buen rato eligiendo que ponerse, aunque lo más elegante era ir desnudo. Con su cuerpazo era una pena esconderlo con ropa, sin embargo no era esa clase de profesional.

Con una camisa entallada y unos pantalones negros, mantendría el porte que se esperaba de él y a la vez se mantendría dentro del ambiente relajado en el que la tripulación se relacionaba cuando no llevaban clientes.

- Para reincorporarse tendría que haber sido alguna vez parte de él. - Aunque Samael no lo decía con acritud, no entendía como Phee no se sentía en deuda con el Gremio o por qué había optado por una profesión con la que le saldrían callos y sometía la piel a un calor insano.

Phee estaba sentada en silencio, manoseando una cucharilla y frunciendo el ceño. Tan pronto Adam se dirigió a ella directamente dejó la cuchara y levantó la vista, asumiendo al instante una sonrisa neutra y tranquilizadora que solo tardó un instante en disolverse en otra sonrisa más relajada.

-Suenas un poco como la sacerdotisa Lan, Samael. Y no, Adam. Estas invitaciones son el intento de soborno que lo prueba. No tenéis por qué ir -dijo volviéndose hacia la capitana-, pero a mí no me queda más remedio. Y creo que es una buena oportunidad para hacer contactos y conseguir algún pasajero.

Tibor estaba sentado con su tablet entre las manos, en apariencia sin prestar mucha atención, entretenido en leer algo. La palabra pasajeros, sin embargo, hizo que levantase la mirada de inmediato.

—Ah, sí. De eso deberíamos conseguir un día de estos... Cuando sepamos a dónde vamos después, ¿hm? ¿Alguna idea sobre eso, Hasek?

Alma canturreaba para sí mientras preparaba todo lo necesario en esa suerte de merienda. Servir té era algo común en aquel trabajo así que la experiencia le había regalado una percepción muy precisa al respecto; el agua no debía llegar a hervir, pero si estar a punto, el infusionado no podía alargarse demasiado o amargaría y, antes de servirlo, debía reposar. Aquellas instrucciones básicas que había grabado a fuego cambiaban según la variedad y el tipo de té, pero la costumbre se había vuelto una poderosa aliada y apenas debía prestar atención a lo que hacía para hacerlo bien.

Cuando todo estuvo dispuesto colocó la bandeja en el centro de la mesa y comenzó a servir. Sólo pudo reprimir una sonrisa a medias mientras observaba a Riker y su particular lucha interna entre las galletas y el autocontrol. Una vez hubo terminado ella misma tomó asiento.

-¿Y perdernos toda la comida gratis?-Contestó a Phee-Soborno o no, es una oportunidad única para ponernos las botas y conocer a gente importante. ¡Y podemos hacerlo a la vez!

Atacó una galleta con pequeños mordiscos, animada.

-Además, si se vuelven especialmente insistentes con tu reincorporación podemos prender fuego a algo y salir de allí rápidamente. Sólo haznos una señal, como una peineta o un corte de mangas. Algo que no llame la atención, ya sabes.

—Espero que esa duda la resolvamos esta noche, Tibor. De todas formas si alguien tiene escondido algún mapa del tesoro o sabe dónde conseguir dinero fácil que no dude en llamar a mi puerta.

La capitana se repantingaba un poco apartada de la mesa en una de las sillas de metal. Tenía medio culo fuera y se apoyaba en los reposabrazos mientras se limaba las uñas. No parecía preocuparle mucho la ausencia de trabajo, es más, casi parecía complacida. 

—Podéis prender fuego a lo que queráis, no soy vuestra madre, pero si os cogen recordad que yo no os conozco. Tampoco os peguéis a mi culo. Aprovechad para relajaros un poquito, después de todo la única que va por obligación es Phee —apuntó guiñándole un ojo a la muchacha—. Eso si, no os olvidéis de tomar apuntes si veis que a alguien le sobra el dinero.

-Siempre hay que tener la vista puesta en el premio ¿No?- Comentó Samael mientras cogía un par de pastas. Siempre había sido goloso y le atraían bastante más que el agua infusionada.- ¿Conocemos a alguno del resto de los invitados?- Samael sacó su agenda de contactos, algunos eran clientes, otros gente que había ido presentando para generar nuevas oportunidades de darse a conocer. Repasando la lista de conocidos de la zona, intentaba vaticinar quién estaría presente.

Yo si-Comentó Alma, terminándose la galleta y arrugando la nariz con satisfacción-Una clienta, me ha enviado una petición y voy a aceptar. A parte de ella creo que no conozco a nadie más.

Agarró su taza con ambas manos y se dejó disfrutar con aquel calorcito tan agradable. Después, sopló y bebió despacio.

Adam, que había esperado los segundos justos para no parecer un animal hambriento antes de atacar las galletas, siguió la conversación saltando de uno a otro con la mirada hasta que escuchó el último comentario de Alma. Entonces dibujó una mueca exageradamente ofendida, llevándose la mano al pecho como si alguien acabara de apuñalarle y abriendo ligeramente la boca, donde le quedaba galleta a medio masticar.

—¿Nǐ kāi wán xiào ma?—dijo en tono agudo. —¿Vas a ir con una clienta en vez de conmigo? Pst. Si te viese tu madre... ¡Qué diría! 

Arqueando una ceja y levantándose para unirse a la mesa, el piloto respondió:

—Que menos mal que no se ha dedicado a rescatar monos como tú. Eso diría.

Le dirigió una sonrisa burlona antes de sentarse, dándole las gracias a Alma por el té.

—Tengo varias localizaciones que me gustaría que vieses —continuó dirigiéndose hacia Carmina, ignorando la respuesta que Adam estaba a punto de darle. —Me gustaría que las vieses más tarde. Pero supongo que siempre podemos esperar hasta mañana o pasado en función de cómo vaya la gala. A la qué, huelga decir, me encantaría asistir si Phee o Samael no tienen otro plan en mente.

Samael pensó en invitar a Natalie, sería una oportunidad muy buena para hacer nuevos contactos de negocios, pero dado que la cita era al día siguiente y Tibor estaba más emocionado al respecto que cualquiera de los acompañantes, decidió darle al chófer de ser durante unas horas parte de la élite social a la que jamás pertenecería. 

-¡Claro, puedes ser mi acompañante!- comentó jocoso.

Phee sonrió a Alma cuando se acercó para servir el té, y abandonó la cucharilla para pasar a trazar el asa de la taza con el dedo.

-En ese caso... No sé si vas a aceptar una cita para la gala, Alma, pero si no, preferiría que Adam fuese como invitado tuyo o de la capitana. Me imagino que van a asistir muchas de mis hermanas de Huayan, y no quiero dar la impresión de que voy... bueno, acompañada.