Partida Rol por web

Katarzyna escuchó las palabras de Natuk, alegrándose de que al menos respondiera.  Había algo misterioso y sin resolver acerca de todo lo rodeaba a la última, pero el día comenzaba a agotarse, al igual que sus fuerzas ...

- Y aún hay mucho que hacer  -  dijo en voz alta a tenur de sus pensamientos.
- Luego me contáis si dice algo engmático o interesante ¿vale?.  -  comentó principalmente a Makoto.

Además, en presencia de Himiko su mente tan solo podía pensar en marcharse lo antes posible.  Era curioso porque no temía que le hiciera daño ni nada por el estilo.  Sin embargo, sentía un rechazo visceral hacia aquella criatura, cuyo aspecto aniñado apenas podía esconder la capacidad de crueldad que albergaba si así se le antojaba.

- Bueno, pues eso, voy a ver qué puedo hacer.

Sin más dilación, se dirigió hacia la puerta y salió.

Sus manos bajan a mis lumbares, haciéndome estremecer ligeramente al hacerlo. Me siento muy relajado, mucho, tanto que creo que podría dormirme en cualquier momento. Aunque no quiero hacerlo, quiero disfrutar cada instante que paso junto a Elizabeth.

Yo tampoco confío en todos... -Digo lentamente, somnoliento- Pero confío en que llegarás a ella... Tú eres sin duda quien puede hacerlo...

En parte, por eso quiero quitarme de en medio. No tiene ningún sentido estar yo ahí en medio tratando a esa mujer, cuando se que es Elizabeth quien debe hacerlo. Cuantos menos nos inmiscuyamos, mejor. Ojalá los demás también lo vieran tan claramente.

No importa, que pregunte, tampoco hay gran cosa que saber... -Digo abriendo los ojos y girándome un poco para ver el rostro de mi novia- Aunque casi mejor no le digo que soy un dragón, ¿no? Jaja... -Digo riendo, cuando me pregunta si quiero que siga- Prefiero que vengas aquí... -Le digo estirando el brazo, invitándola a tumbarse a mi lado- Q-quiero abrazarte...

Y dormir. No es algo que quiera, pero es algo que necesito si voy a vigilar durante la noche...

Me sonrojé ante la confianza que Benjamin demostraba en mí. Quería hacer aquello, encargarme de hablar con ella, sentía que podía hacerlo; pero en el fondo una parte de mí temía hacerlo mal. Sin embargo, aquellas palabras de Ben me ayudaron a tener un poco más de confianza.

Al hacer el comentario sobre Ashley se giró parcialmente, pudiendo verle la cara de nuevo. Esa preciosa cara…

-No, mejor omitamos el pequeño e insignificante detalle de que eres un hombre dragón. – reí, cesando al escucharle decir que me prefería a su lado y ver su brazo extenderse hacia mí.

Bajé su camiseta y me tumbé junto a él, a la vez que me decía que quería abrazarme.

Yo también quiero, es lo que más quiero ahora mismo.

Me hizo sitio y me acosté a su lado, acurrucándome contra él y rodeándole con mi brazo.

-¿Te he dicho alguna vez que te quiero? – le susurré, con los ojos ya cerrados, acomodada cerca de su pecho. – Me quedaba corta… - le apreté contra mí, esperando que el momento no terminara nunca.

Estoy despierto, pero no abro los ojos. Huelo, moviendo ligeramente la nariz, husmeando, y el aroma que inhalo me despierta el apetito. No tengo hambre, no de comida. Es... otra cosa.

Me agito un poco. Mi rostro roza con la piel suave de la frente de quien duerme a mi lado. Frente a mí, pegados uno al otro abrazados con fuerza. No quiero despertar, pero dormido no disfrutó de esta sensación. No era hambre, era apetito, deseo por ella. Por abrazarla, por tenerla entre mis brazos, por sentir su piel y su calor.

Aunque despertar me recuerda que no puedo disfrutar de esto mucho tiempo. Hay trabajo que hacer.

Hmmm... ¿L-Liz? ¿Estás despierta, mi amor?

Escuché su voz, despertándome, mientras me preguntaba si estaba despierta. Sonreí somnolienta, me había quedado dormida sin querer.

-Ahora sí… - dije separando mi rosto de su cuerpo, lo justo para mirarle. – Hay que ir movilizándose, ¿No? – pregunté mientras soltaba el abrazo para frotarme los ojos.

Tras ello me quedé mirándole, hasta conseguir ver su rostro con claridad.

-D-dame un beso. - le pedí de pronto - Antes de irte... B-bésame de verdad. - dije apartando la mirada algo avergonzada.

Se despereza poco a poco, sonriendo, frotándose los ojos como una niña pequeña, un simple gesto con el que despierta toda la ternura del mundo.

Tú puedes quedarte descansando, si quieres...

Entonces se queda mirándome, y yo a ella, y el mundo se detiene. Natuk, el destino, Maki, los soldados... Nada de eso importa, sólo ella y yo, aquí abrazados, uno frente al otro. Hasta que, repentinamente, me pide que la bese, que la bese de verdad.

¿Es que crees que alguna vez no te he besado de verdad? -Le respondo poniendo mi mano en su rostro, acariciando su mejilla y haciendo que me mire- Eres lo más auténtico que hay en mi vida, Liz...

Y tras decir esto, me acerco a ella y dejó que mis labios se fundan con los suyos, devorandonos mutuamente con cariño, con amor, con pasión. Con toda el alma.

Su pregunta vino acompañada de una caricia de su mano, que en seguida me hizo volver a mirarle, deseando explicarle a qué me refería.

-N-no era eso, yo sólo… - enmudecí, dejándome acariciar, y escuchando sus bonitas palabras.

Entonces se acercó a mí y me besó. Nos besamos. De verdad, como siempre, pero con dedicación. No volcamos el uno en el otro, con amor y pasión, hasta que las obligaciones nos forzaron a detenernos.

-Será mejor que yo también me ponga en marcha… - dije acariciándole la cara, antes de bajar de la cama y acercarme a la silla para ponerme el suéter. – Iré a ver que tal esta Natuk, y en un rato te llevo algo para cenar. ¿Vale? – le comenté, poniéndome las botas, mientras él también se preparaba. – T-ten cuidado fuera, mi amor.

El placer y la felicidad que me reporta ese beso me recuerda por lo que estamos luchando. Todos los esfuerzos que hemos hecho, los que estamos haciendo, los que podamos tener que hacer, todo tiene un único objetivo en mi interior.

Preservar esto.

Asiento cuando Liz se baja de la cama, hablando de ponerse en marcha. De repente, regresa a mi mente ese pensamiento fortuito que me asaltó al revisar las murallas. La idea de que, si piensan asaltarnos, probablemente lo hagan de noche.

Lo tendré, no te preocupes. -Respondo a su petición, mirándola con confianza, y pensando en esa visita que me promete- Estaré la mayor parte del tiempo sobre la puerta de entrada, hay unas almenas desde las que se controla el bosque. De vez en cuando daré una vuelta por la muralla, pero las rondas las haré rápido, si no me encuentras en la puerta espera, volveré pronto.

Me pongo las botas y la ropa de abrigo, y miro a Liz sonriendo.

Todo saldrá bien, ya lo verás.

Terminé de prepararme y escuché con atención sus palabras. La seguridad con la que hablaba me tranquilizó, y es que no me gustaba nada la idea de que fuera el encargado de hacer guardia, pero era consciente de que era el más indicado para ello. Asentí cuando me pidió que le esperara en la puerta de no verle por allí.

Acabó de vestirse y me dedicó una sonrisa, diciéndome que todo saldría bien.

-Seguro que sí. – le respondí, devolviéndole la sonrisa, tratando de olvidarme de la preocupación.

Terminé de subirle la cremallera de la chamarra y le di un corto beso en los labios, dándole la mano tras ello.

-Te acompaño hasta la entrada. – le dije, y salimos de la habitación.

Esperaba que la chica hubiera podido descansar algo, y es que al entrar pude ver cómo había aún más gente de la que había antes.

-¿I-interrumpo? - pregunté entrando y cerrando la puerta tras de mí.

Observé como Natuk abrazaba la esfera, mientras todos observaban a Himiko. Me preguntaba qué les estaría contando, pero no estaba segura de si preguntar directamente a la vampiresa sería una buena idea.

Avancé hasta situarme junto a Makoto y le susurré.

-¿Cómo está todo por aquí? ¿Algo nuevo? - pregunté a mi amigo, esperando tener buenas noticias.

Aún me encontraba recostada en la cama cercana a la cual La Última se encontraba descansando. Observé de reojo a Himiko y a Katarzyna, y pude contemplar que le cedía la llave de la enfermería. Dejé por un instante mis pensamientos de lado y me centré en lo que en aquel momento importaba.

Tal vez Katarzyna necesitase ayuda para traer las herramientas necesarias para el suero, o simplemente le viniesen bien un par de manos que le ayudasen a buscar lo que necesitase.

Me incorporé, y me levanté de la cama dirigiéndome a la salida justo cuando la londinense entró a la habitación.

─Sigue... adormecida. Iré a ayudar a Katarzyna en la enfermería ─musité a Elizabeth al pasar por su lado, algo reservada, y con una discreta prisa─.

Sin más preámbulos retomé mi marcha y me dirigí a la puerta, eché un último vistazo atrás y continué mi camino hacia la enfermería. Con suerte aún llegaría a tiempo para hablar con la polaca.

Cuando Liz llega Himiko la mira y dice:

- Yo iré a prepararme para inspeccionar la zona por la noche... ahora es muy importante que no salgáis del castillo por la noche, puede ser peligroso

La vampiresa se gira y se dirige hacia la puerta y dice:

- Me alegra que estés a salvo, no te preocupes por esa esfera, nadie te la quitara y aquí estas a salvo, como puedes ver en la esfera son como tú y te protegerán, puedes fiarte de ellos

La vampiresa espera un poco por si alguien tiene algo más que decirle

La habitación iba vaciándose, lo cual estaba bien para que Natuk estuviera más tranquila; quizás cuando me enterara bien de como estaban las cosas debiera retirarme yo también. Himiko informó de sus intenciones y se dirigió a Natuk, tratando de que confiara en nosotros. Continuaba sin mostrar sentimientos en su rostro, pero al menos sus palabras decían algo más.

-Gracias, Himiko. – dije a nuestra anfitriona y guardiana – Ben también está vigilando fuera. – quise informarle, antes de que se lo encontrara en el exterior de improviso.

Volví a mirar a Makoto, esperando su respuesta.

Katarzyna entró junto a Rina en la habitación donde estaba Natuk.  Rina llevaba un par de platos de comida en la mano, mientras Kat llevaba unas agujas de enfermería y unas vías con un líquido dentro de ellas

- Bueno, pues vamos a ver que tal  -  dijo Kat, esgrimiendo el instrumental.
- También traemos comida para los que hagan guardia en primer lugar.
- Tranquilos, ha sido Rina quien ha hecho la comida  -  bromeó de forma incómoda.

Katarzyna sostuvo todo con una mano, cogiendo el trapo con agua y detergente que trajo con anterioridad a la habitación para lavar una zona en el brazo de la última.  Procedió entonces a clavar la aguja, anexionada a la vía, con cuidado para que no entrara aire.