Partida Rol por web

 - Creo que esos 16 puntos nos señalan a nosotros quince, y a ella. - Disiento con Rina, y luego Ben me recuerda algo sobre Himiko. - Sí, dijo que ella era una vampiresa, a secas, sin magia como nosotros, así que Himiko no está representada. - 

 También me plantea una duda. Hasta ahora había pensado que esa esfera había sido tallada por ella, que sí era consciente de quienes éramos. Al fin y al cabo sólo era hielo, o eso creía. Pero ahora Ben me había hecho dudar de si era algo más que eso. - Esa cosa... - Apoyé la katana contra la pared y me acerqué al artefacto para rozar la esfera con la mano. - ¿Nos detecta? -  Pregunto confusa.

 - Como sea. Voy a avisar a Makoto de que estamos aquí. - Digo mientras me pongo mi abrigo, recordando la petición de Liz. - Ten cuidado, Ben - Digo preocupada al chico antes de que se marche. No me tranquiliza pensar que irá sólo, pero sintiéndolo mucho no seré yo quien la acompañe. 

 - Vuelvo enseguida - Aviso a las chicas antes de marcharme con prisas. 

Antes que Ben se vaya, lo tomó del brazo deteniéndolo.

- si algo hay... No vayas solo, iré contigo...  No te hagas cosas de valiente, que todos somos necesarios -soltó su brazo, y le dio una palmadita en su hombro, le agradeció que comprendiera su resquemor, con la ultima ahí, estarían en peligro. Volvió a atender a la chica con ayuda de Liz y. Vicky.

Entro

La Kitsune y Elizabeth atienden a la muchacha, sacándole la ropa mojada y controlando la fiebre con paños mojados en su frente y su estómago. La japonesa al ver entrar a Roxana, le sonríe - ¿sabes donde esta la señorita Katarzyna? - su atención vuelve donde la última, viendo lo delgada que estaba, había pasado mucho tiempo vagando. Si seguían descubriéndola, quizás verían las marcas que segura l le dejaron los militares, así que se detuvo, tampoco era necesario destaparla tanto, que podría ser peor.

- Pensé que vendría para acá... Ya no importa, - se sentó en el borde de la cama, con su mano pasándola por la frente de la chica que ahora estaba cubierta por las mantas- tantas... Preguntas...- murmuró, masajeando su entrecejo.

Natuk estaba visiblemente desnutrida, lo cual era muy preocupante, sobretodo dado su estado febril. Hacer que la fiebre bajara y que pudiera comer algo era prioritario. Ayudé a Rina a preparar a la chica, quitándole la ropa mojada y cubriéndola con el saco, mientras la japonesa trataba de rebajar la calentura con paños.

Rina y Ben hablaron sobre la esfera, y todo parecía indicar que esta señalaba la existencia de seres mágicos, a excepción de Himiko, que como Ben y Victoria señalaron ya no poseía poder mágico. Si esto era así significaba que…

Siguen vivos. Pero si no han ido en busca de Natuk… ¿Qué pretenden?

Agité mi cabeza, como si ello ayudara a olvidarme de los pensamientos que ahora no resultaban útiles y centrarme así mejor en lo importante. Ben me abrazó y besó, informándome de que haría guardia, a los que respondí asintiendo, sujetándole antes de que saliera por el brazo, dándole yo otro rápido beso en los labios.

-Ten cuidado. – le pedí, a sabiendas de que lo tendría, pero de alguna forma recordárselo me tranquilizaba.

Victoria hizo lo mismo, y se retiró a avisar a Makoto, mientras Rina y yo nos quedábamos al cargo de Natuk. Roxana no tardó en incorporarse, preguntándole Rina por Katarzyna, mientras yo miraba fijamente el rostro febril de Natuk.

-Tenemos que bajarle la fiebre como sea. Tiene que comer. – dije decidida, posando mi mano sobre una de las manos de la chica.

Me quedé pensativa, tenía que haber algo que pudiéramos hacer.

-Puede que… - murmuré levantándome y empecé a quitarle los calcetines a la chica.

Tras hacerlo me dirigí al baño, los mojé en el lavabo y tras escurrirlos regresé. Limpié sus pies con agua tibia, teniendo cuidado de no perturbarla demasiado, y después volví a ponerle los calcetines.

-M-mi abuela lo hacía… - expliqué a las chicas y me senté en la cama junto a Natuk, volviendo a posar mi mano sobre la suya, esperando que al menos mejorara lo suficiente como para poder comer algo.

Podían comprobar cómo la chica realmente estaba delgada y no tenia marcas de cicatrices en su cuerpo, lo cual era extraño ya que al menos por las operaciones que tuvo debería tener. Tras ponerle los calcetines la chica parecía que movía los ojos, termina abriéndolos y con la voz bastante cansada dice:

- Don...dónde estoy?...

Trata de incorporarse y mira extrañada a los allí presentes, durante unos segundos se queda mirando, realmente parecía extrañada, pero finalmente dice:

- Quienes... quienes sois?

Todos pueden ver un brillo extraño en sus ojos cuando les mira y dice mientras se tapa la boca:

- Sois.... sois ... como yo?

Recorro los pasillos a paso ligero, con prisa por ver cómo están las cosas aquí adentro. Llegó y golpeo la puerta, y antes de recibir una respuesta la abro y entró.

Ya estoy aqu... -Me detengo al ver a Natuk con los ojos abiertos, sorprendido- ¿H-ha despertado?

Cruzo una mirada cómplice con Elizabeth, sonriendo.

Tras un rato, en el que no dejé de tocar su mano, Natuk comenzó a abrir los ojos. Preguntó extrañada y con voz cansada donde se encontraba, tras lo que intentó incorporarse. Me apresuré a ayudarla, tratando de no agobiarla demasiado y cuando preguntó quienes éramos volvía sentarme en la cama, junto a ella.

En ese momento escuché la puerta, se trataba de Ben, que ya había regresado. Tras dedicarle a mi novio una sonrisa cómplice y llena de esperanza, volví a mirar a Natuk.

En sus ojos había un brillo especial y llevándose las manos a la boca preguntó incrédula si éramos como ella.

-Sí… Somos como tú. – dije a la chica con una sonrisa, contenta al verla por fin consciente. – Estás a salvo, no te preocupes. – añadí posando suavemente una mano sobre una de sus piernas.

 Entro a la habitación con prisas con una lata de comida con sus respectivos cubiertos y un vaso de agua.

 Iba a decir algo, pero cambio de opinión en cuanto miro a Natuk nada más entrar y veo que ha despertado.

 - Me alegro de que hayas despertado. Soy Victoria. - Me presento de nuevo -  Te he traído algo de comer. - Le digo mientras dejo la comida y el agua en la mesita a su lado, y luego me aparto un poco para no incomodarla ni interrumpir.

 Me quedo cerca de la pared, de brazos cruzados pero más aliviada al ver que ha despertado. 

Elizabeth habla con Natuk, mostrando como siempre una empatía especial. Al verla ahí a su lado, parece que haya una conexión especial. Por ese motivo, trato de no interrumpir y limitarme a acercarme a la cama cuando Victoria llega con algo de comida para ella. Al contrario que la latina, no me aparto, sino que llego hasta Elizabeth y le acaricio el pelo, antes de darle un tierno beso en la cabeza, dejando mi mano en su cuello con dulzura.

Yo soy Ben. -Me presento a Natuk sentándome tras mi novia- Todos nos alegramos mucho de haberte encontrado, y que estés bien.

Aún no puede ni hacerse una idea de hasta que punto eso es verdad. De hasta que extremo es importante para nosotros. Para el mundo entero.

¿Sabemos ya algo de Himiko? -Pregunto a las otras tres chicas, por si tienen nuevas de la vampiresa.

Me quedo en una cama cercana, sentada, viendo a aquella extraña y esperando a que haga su aparición la vampiresa. Seguramente al enterarse de que la última está aquí aparecería lo antes posible. Y no estaba dispuesta a dejarla sola con ella. Algo me molestaba de la dueña del castillo, no podía saber que era, ni tenía pruebas como para comentarlo con mis compañeros. Pero es sabido que los vampiros son seres malignos, y si esta muchacha afiebrada era nuestra única opción de volver a casa, entonces debíamos cuidarla como nuestro tesoro más preciado e impedir que cualquier cosa intente terminar con su existencia.

Natuk estaba sentada en la cama, aun miraba con un poco de desconfianza a los alli presentes y dice:

- No... no podéis ser como yo

Les mira un poco extrañada y a continuación añade:

- Es... es peligroso estar conmigo...

Comienza a intentar levantarse, pero parece que no tiene bastantes fuerzas para ello y se tiene que apoyar con la mano aun así trata de nuevo de levantarse mientras dice:

- Gra...gracias por ayudarme, pero no puedo quedarme, tengo que irme

Miraba a Natuk mientras respondía, se la veía bastante confusa.

-No somos del todo como tú, pero también tenemos energía mágica. – aclaré.- Solo que tu… Tu eres más especial que nosotros.

Traté de ayudarla cuando intentó levantarse, procurando que no se desequilibrara y cayera.

-Sabemos de lo que eres capaz. Yo… Yo lo ví. Pero no vamos a hacerte nada, no hay nada que temer. Ni por tu parte ni por la nuestra. – le ayudé a sentarse nuevamente, al ver que se encontraba sin fuerzas. – Te encontramos en la aldea…  ¿Dónde tienes que ir? Necesitamos tu ayuda, deja que nos expliquemos, por favor… - dije en tono de súplica, mirando a la chica a los ojos.

Natuk...

Me incorporo, arrodillándome junto a la cama, a su lado, mirándola comprensivo. Ha pasado por un infierno, completamente sola. No cabía esperar que nos creyera a la primera, o que confiara ciegamente en nosotros.

Somos como tú. Todos diferentes, pero todos especiales. No somos simples humanos, no del todo... Voy a enseñarte algo para demostrártelo, pero debes prometerme que no vas a asustarte. -Cuando entiendo que acepta mi petición, me remango el jersey, mostrando mi brazo. La piel de mí mano se convierte a la altura de la muñeca en pequeñas escamas puntiagudas, que van aumentando de tamaño según ascienden hacia el codo. Escamas duras, resistentes, que se necen al movimiento de mí brazo adaptándose a cada postura. Se las nuestro a Natuk, permitiendo que las toque si eso la ayuda a aceptarlo- Escamas de dragón, soy un descendiente de Gaasyendietha, el dragón meteoro de Canadá que ilustró la mitología Séneca. -Me concentro un instante, haciendo que las escamas de mi cuerpo se replieguen y desaparezcan- Pero ante todo, Natuk, soy un hombre. Un chico, en realidad, que tiene miedo, como todos nosotros. Hemos venido de muy lejos, hemos dejado atrás nuestro hogar y nuestro tiempo, para corregir los errores del pasado que nos han traído a... todo esto. A lo que te hicieron, a lo que te ha tocado vivir. Pero no podemos hacerlo sólos... Necesitamos que nos ayudes, Natuk. Pidenos lo que quieras, lo que necesites, pero ayudanos, por favor...

La desesperación comienza a filtrarse en mi voz. Cuando me doy cuenta de ello, Guardo silencio, agachando la mirada, arrodillado junto a la cama.

Si se niega a ayudarnos, todo estará perdido.

Cuando se levanta la chica, la Kitsune intenta sostener los paños, para que no caigan en el regazo de la chica, y toma su chaqueta para ponerla en sus hombros, la japonesa se queda detrás de la joven Natuk, su despertar había impedido responder sobre Makoto, o cualquier otra cosa, mas ahora que ella quería irse. No podía dejar de sentir esa identificación con la ultima.

Levanta su mano, le estaban pidiendo cosas y apenas la conocían, aunque el tiempo apremiaba, podía significar que esos intentos por ayudarla fueran vistos solo como un interés, y nada mas. Su espíritu había planteado una duda clara, ¿y si no quería?¿y si retrocedíamos, ella dejaría de existir? Mas bien, nunca habría existido ¿o si?.

- yo también soy distinta, ahora no quedan tantos como yo, soy una Kitsune de tres colas, ya he asumido lo que soy  - su humanidad, era parte de su personalidad, pero se sabía mucho mas una Kitsune que una humana, además esos humanos eran los que precisamente tanto daño le han hecho. Pone su mano en su hombro, sentía su clavícula, necesitaba comer, descansar- todos sabemos cuanto has padecido, y yo sobre todo sé sobre la soledad que se siente cuando... no se sabe que sucede con uno misma... lo que pasó en la aldea, también lo padecí antes... y las consecuencias fueron las mismas, pero no te temo, ninguno de ellos lo hace,  Natuk-san... déjanos cuidarte, protegerte... déjame hacerlo - se sienta y queda mirándola a los ojos.

- es verdad, solo tú nos puedes ayudar, pero solo si quieres, ya te han obligado a muchas cosas, y seria muy injusto que nosotros lo hagamos también, pero ante todo, debemos lograr que te recuperes, estas muy delgada, ¿has vagado mucho, no?- le sonríe y toma su mano, entre las de ella, sonríe, dulce y acogedoramente, seguramente no había visto ese gesto hace tiempo.

- la señorita victoria le ha traído comida y algo para beber... intenta alcanzar la comida para ponerla junto a la chica debe comer de a poco y beba primero el agua - pasa su mano por su frente, aun febril.

No quise hablar demasiado, ya que creía que no era conveniente saturar a Natuk, así que decidí esperar a que esta nos concediera la palabra. Sin embargo, Ben vio la necesidad de mostrarle a la chica que sí éramos como ella, y que como ella teníamos miedo y necesitábamos ayuda. Apreté los labios al escucharle pedir ayuda, suplicante, no podíamos permitirnos agobiarla.

Por suerte, mi novio pareció darse cuenta de ello a tiempo y no tardó en guardar silencio. Se encontraba arrodillado en el suelo, junto a mí, que estaba sentada en la cama, y deslicé  uno de mis brazos por encima de sus hombros, tratando de arroparlo mientras esperaba las palabras de Natuk.

Entonces Rina intervino, repitiendo nuevamente cosas que ya habíamos dicho a la chica. Esta se encontraba débil, enferma, ¿De verdad era necesario repetirle las mismas cosas? Además, ¿Qué era tanto “yo”? Volví a apretar los labios, implorando que Natuk no se viera superada por todo esto, a la vez que luchaba conmigo misma para no ser yo quien se viera superada por el sentimiento de soledad que la chica emanaba.

Una vez la japonesa hubo terminado, y dejó a Natuk recomponerse, le hice un gesto para poder hablar con ella a parte; sin que la última nos escuchara.

- Rina, no deberíamos atosigarla... N-no se si te has dado cuenta, pero no te despegas de ella. No eres como ella, ninguno lo somos... Se que lo que te pasó es duro, pero no es comparable a su sufrimiento. Créeme que no lo es... – me estremecí, agarrándome los brazos, sintiendo lo que Natuk padecía. – Además, creo que no deberías asustarla con cosas como que eres una Kitsune… Seguramente no sepa lo que es eso, y en realidad no eres una Kitsune, también eres humana. No eres como Beni, ni como Natuk, tienes que ser tu misma… - dije con tristeza y vergüenza, temiendo estar sobrepasándome, pero la veía demasiado perdida; y aún me importaba.

Volví a la cama, sentándome cerca de Ben, pero dejando espacio a Natuk, dando lugar a que se abriera cuando considerara.