Partida Rol por web

La última noche (Disney Edition)

0.Prólogo

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14/11/2020, 20:19
Hada Azul

 

 

 

 

en una casa de una familia homoparental, en España, los llamados ''Rodíguez Stuard'', de procedencia inglesa-española. Vivían en un pueblecito de Asturias.  El protagonista de este cuento,  nada y más y nada menos que Andy, un pequeño crío de 8 años de edad, quien estudiaba en cuarto de primaria en el colegio ''Fantasía''. Andy no era un niño muy social, si bien es verdad que su mejor amigo se trataba de  Miguel, un niño de complexión gruesa con gafas, no tenía más amigos. No es que los precisase, pues con Miguel vivía toda una aventura. Empero, sí que era cierto que cuando Miguel se pasaba los días con la cabeza en algún libro de lectura, Andy no sabía con quién irse, ni qué hacer. Y es que... Andy era enemigo de los cuentos. ¡Los odiaba! Él prefería jugar a las batallas, a la Play Station o a la Xbox. Las niñas de su clase solían hacerlo con los castillos, a los piratas y a encarnar algún personaje de una película... a él no le gustaba.

Pero un buen día, en el cumpleaños de su hermano mayor Luis Migue y su pandilla encerraron a su hermano en el cobertizo de la casa de su abuelo. Andy empezó a gritar y a llorar, sin resultado ninguno.

-Eh, enano, ¿ya te has cansado? -Escuchó decir de su hermano detrás de la puerta de madera. ¿Vas a volver a decir que mis amigos son unos frikis de la lectura?

Andy negó con la cabeza y entre sollozos espetó que jamás lo volvería a decir.

-Así me gusta, renacuajo. Ahora, puedes salir.

''Luismi'' le abrió la puerta a su hermano, lo cogió de la oreja y lo llevó al salón, donde el abuelo estaba mirando la chimenea. El abuelo era un hombre muy sabio de 70 años. Estaba curtido en mil y una batalla. Así pues, cuando sus dos nietos volvieron a irrumpir su amada y deseada mujer: la soledad, les regañó y les amenazó con llevarlos a la policía o con sus padres, o donde fuera que dejasen a los niños maleducados. ¿Qué sitio era aquel? Ah, sí, la isla de los juegos. 

-¿La isla de los juegos? -preguntó el pequeño cuando su hermano se había ido, secándose las lágrimas con la manga de la camiseta.

-Es el lugar donde los niños no buenos iban. 

-Pero...¿qué es?

El abuelo le ordenó a su nieto que se sentase en el sofá.

Andy obedeció y, atento, empezó a escuchar la historia de su abuelo.

-Verás, pequeño. Había una vez, en un lugar, un hombre carpintero que era padre de ... ¡un niño de madera! 

-¿Un niño de madera?

-¿Crees en la magia, Andy?

-La magia no existe.

-¡Oh!, ¡lo sabía! Intuía que eras de esos. Bueno, pues en esta historia la magia existe de verdad... Verás, en una noche, la Hada azul visitó a Pinocho, el muñeco de madera que había creado Gepetto, el carpintero y para acabar con la soledad y tristeza  del hombre... ¡Lo convirtió en madera!

-¡Pero eso como va a ser posible!

El abuelo ya molesto porque su nieto no dejase de contradecirle, le pidió que, por favor, sólo podía hablar cuando él acabase o... no podría contarle nunca más ninguna historia. Por lo que, el pequeño niño, aceptó.

-Como iba diciendo, Pinocho era un niño muy, muy malo, que deseaba ser un niño de verdad. ¡Pero, claro! No iba al colegio, no estudiaba, no hacía los deberes, obedecía a su padre y... no leía. Le gustaba jugar y jugar, por lo que un buen día, unos gatos o... zorros, no me acuerdo muy bien, le dijeron que si iba con ellos lo pasaría de miedo. Y así fue, pequeño, Pinocho no obedeció a su padre. Se fue con esos dos animales y... ¿sabes qué pasó?

Andy negó con la cabeza a la espera de que continuara la lección o la historia.

-¡Acabó en la isla de juegos! Pinocho bebía alcohol, fumaba y jugaba sin parar.

-¡Pero eso está mal!

-¡Y tanto! ¿Y sabes qué más? ¡Se convertía en burro!

-¡En burro!

-¡Sí, en burro! ¡Los niños se convertían en burros a los que luego los mataban y hacían abrigos con sus pieles!

-¡AAAAAAAAAAAAAAAH!

El abuelo sonrió victorioso.

-¿A qué da miedo?

-¡Da mucho miedo! -pausó- ¿Y eso me pasará a mí?

-Si no lees, te metes con los demás y no obedeces a tus padres... sí.

-¡Yo no quiero ser un burro!, ¡qué puedo hacer!

-Te contaré un secreto... -Se acercó a su nieto-, arriba en mi desván hay una caja de cuentos infantiles. Si vas y los lees todos... ¡Serás perdonado!

Interesado por los cuentos, aunque más bien por su reputación, Andy subió corriendo al desván. Efectivamente, allí se encontraba la caja llena de polvo.

El niño se los llevó todos los cuentos a su casa y, durante los días siguientes, estuvo sumergido en unas buenas lecturas de princesas, príncipes, héroes o villanos. 

Una buena noche de Navidad, el pueblo estaba iluminado por una inmensa luna llega. Andy se encontraba cansado. En sus manos descansaba el libro del Rey León. 

-Ey, mi niño -Su padre había llamado a la puerta y entró dulcemente, observando a su hijo casi abrazado por Morfeo.- Hay que descansar, ya es muy tarde...  -Le otorgó un beso a hijo, lo arropó y apagó la luz.

Amaneciendo y dando un nuevo día al pueblo asturiano, Andy, confundido, se despertó creyendo que había que ir al colegio.

-Ay, unos cinco minutos más, papá...

Notaba como una mano le acariciaba la cara.

-''Oh, ¿no es muy dulce?'' -comentaba una voz anciana.

-¡No me gusta, es un demonio, seguro que tiene la rabia!'' -En este caso, la voz procedía de un hombre un poco malhumorado.

Confuso, Andy abrió los ojos y... la boca.

-Q-Qué... ¿¡Quiénes sois!?

Delante de él, había nada menos que ocho personas mirándolo.

 

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14/11/2020, 21:17
Scar

Hacía unos instantes que estaba con Simba, dispuesto a contarle donde se encontraba el Cementerio de Elefantes, donde mis "queridas" hienas, Shenzi, Banzai y Ed, se encargarían de él. En cambio, cuando me di la vuelta, me encontré en otro lugar... no sabía lo que era. Pero no era mi cueva. Olía raro, a humanos y no era para menos puesto que habían siete conmigo y uno más que parecía bastante despistado... como yo.

Cuando preguntó quiénes éramos, carraspeé un poco sin darme cuenta en ese momento que había entendido las palabras del humano y fue cuando me adelanté, con mi elegancia y pomposidad felina, cuando me di cuenta de que no caminaba sobre mis cuatro patas, sino que lo hacía sobre dos.

Con un leve y casi silencioso rugido, me miré a mi mismo. - ¿Pero qué...? - Fui a restregar mi pata a mis ojos al no creer lo que veía y vi esas manos, manos como la de los humanos, solo que con unas largas y afiladas uñas. Volví a mirarme. No era capaz de reconocerme. Ya no era un león, no tenía mi hermoso pelaje, más bien un cuerpo escaso de pelo.

Entre mis piernas sobresalía algo que... - No... no puede ser que eso sea eso... - Pensé para mí, viendo al menos que aquella zona y mis patas traseras si tenían más pelo que mi parte superior.

Mis manos palparon mi rostro. Ya no había hocico, pero mis colmillos seguían ahí y mi cicatriz, así como pelo en el rostro y cabeza. Estaba tan confuso que no sabía ni que hacer ni decir.

Seguía siendo yo, pero atrapado en el cuerpo de un humano. ¿Cómo había sido eso posible? ¿Qué clase de magia...? - ¡Rafiki! - Exclamé de golpe. - ¡Esto ha sido obra de ese mono de culo pelado y rojo! ¡Pienso destriparlo con mis garras cuando le encuentre! - Grité malhumorado.

Luego miré a todos los presentes. Todos humanos. El lugar me resultaba completamente extraño y busqué en sus manos aquello que más temíamos los animales: sus palos de fuego. Pero no parecía que ninguno tuviese uno. Aún así, con actitud agresiva y defensiva, retrocedí un par de pasos hacia atrás. Mi pose indicaba que estaba dispuesto a saltar a quien se acercase a mí. A fin de cuentas, no era más que un león acorralado...

- Scar. - Dije al fin, presentándome a los demás. - Hijo de reyes y heredero de "La Roca del Rey" y todas sus tierras... - Cuando acabe con Mufasa y el pequeño problema llamado Simba. - Añadí aún desorientado, pero con bastante orgullo y soberbia en mi voz y mis palabras, mientras mantenía mi estado de alerta frente a los humanos. Quizás me viesen como un semejante y no me hiciesen nada...

... o puede que una roca se desprendiese de mi cueva, me golpease en la cabeza y estuviese en el suelo soñando, con el estúpido de mi sobrino tratando de despertarme mientras su ridícula vocecita repetiría una y otra vez: te lo ordena tu futuro rey...

- Rey de los muertos...

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14/11/2020, 21:55
Mérida

Cubría mi cabeza con mis brazos intentando llegar a Elsa para que parase que estaba usando demasiado poder y de repente... -Do... Donde estoy? Que ha pasado? - pienso desconcertada observando a mi alrededor a los desconocidos que me rodean... 

Observo al hombre que está medio desnudo que se está presentando... -ugh.. Otro pretencioso, obsesionado con títulos y tronos... - observo uno por uno a todas las personas en la sala que parecen tan confusos como yo. 

Yo soy Merida - Digo acercándome al joven muchacho que ha hecho la pregunta - Que Reino es este

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14/11/2020, 23:04
Maléfica

No había duda, le había dado una buena lección a aquellos ilusos, o al menos eso era lo que Maléfica había pensado, luego de haber echado aquella maldición sobre la princesa Aurora. ¿Realmente había estado ofendida por el hecho de que no la hubieran invitado al bautismo? No, para nada. No era algo que a ella le hubiera importado en demasía. Sin embargo, había sido la excusa perfecta para actuar con crueldad, una excusa que no habría dejado pasar jamás.

Lo más gracioso, para la poderosa hechicera, había sido que la reina había tenido la brillante idea de preguntarle sobre si se había ofendido por el hecho de que no fuera deseada en aquella celebración. Había sido una mala idea, sin duda, y algo así no hacía más que acrecentar lo placentero de la escena en cuestión, notando la expresión de horror de los presentes. Ni hablar de cómo había insultado a las hadas, haciéndolas ver como unas debiluchas que no tenían poder sobre ella, a pesar de lo mucho que se hubieran esforzado por proteger a la pequeña criatura.

No obstante, no había esperado que, mientras disfrutaba de su precioso acto de crueldad, un extraño fenómeno mágico se hiciera presente frente a ella, antes de arrastrarla hacia algo contra lo que no pudo combatir. ¿Qué clase de magia era capaz de someterla de esa manera? ¡A ella! ¡La Emperatriz del Mal! ¡Era rídiculo! Y, aún así, allí estaba, forzada fuera de su reino, en un lugar que desconocía por completo, junto a un montón de extraños, y lo que parecía ser… un niño. ¿Había sido él el responsable? No, eso era imposible. No conocía a ningún hechicero con esa clase de poder, ni tampoco uno que tuviera esa forma tan… peculiar.

La atención de la hechicera se concentró en el desnudo y ruidoso hombre. ¿Cómo no hacerlo? Estaba desnudo y hablaba como si fuera una especie de Rey, pesar de que no tenía la apariencia de uno, excepto tal vez por el ego. – Cubríos con algo, iluso. No tengo interés alguno por ver las “partes” de la plebe. – Indicó con frialdad, para luego suspirar, no pudiendo creer en la situación en la que se encontraba. – Esto es… desconcertante. No estoy en mi reino, y eso es un problema. – Continuó, ciertamente de mal humor, para luego concentrar su atención en la pelirroja, quien parecía haberle dado algo de importancia al niño en cuestión.

Maléfica alzó el mentón, como si estuviera en un sitio que ciertamente parecía carecer de la grandeza a la que ella estaba acostumbrada, para luego concentrar su fría mirada sobre el niño. - ¿Habéis sido vos? – Preguntó con aquel tono suave aunque frío. - ¿Cómo habeís hecho uso de esa clase de magia? Escapa a mi comprensión. – Afiló la mirada, dejando en claro que no dejaría que escapara a sus preguntas, y a la necesidad de respuestas. – Maléfica. Ese es mi nombre. Aunque no debería ser necesario. Todos conocen a la Emperatriz del Mal. – Afirmó con simpleza, a medida que daba unos pasos para acercarse al niño, antes de alargar su mano derecha para tocar, con delicadeza, el cabello de la pelirroja llamada Mérida. – Curioso. – Se expresó con tranquilidad, para luego volver a mirar al niño. – Responderéis a cada una de mis preguntas, pequeña criatura. Es una orden. – Dijo en un tono imperativo, a la vez que intentaba usar su hipnosis con sus palabras, de modo que pudiera obligar al niño a responder.

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15/11/2020, 13:53
Ginius

Por favor, Hinchas de lo malévolo... Queridos, tenemos un pequeño problema aquí delante y vosotros andáis más preocupados por riñas de quién es más pedante. Suspiro intrigado por el noveno elemento que tenemos delante.

Ainsss, con razón los malvados nunca ganan. Miro al tipo grande y desnudo.

Tu, scarface, ponte esto, que te cubra el... aparatito, vaya debe hacer aquí mucho frio para ti. Le lanzo una manta que hay al pie de la cama. 

Tu, siniestra emperatriz del mal, ¿Qué tal si dejas de dar mal rollo al pobre crio? Vamos a ver, ¿Dónde estamos? Me acerco a la ventana y miro hacia afuera viendo las construcciones, los coches, a la gente yendo y viniendo.

Vaya, estamos en un reino lejano, sin duda, pero no solamente en el espacio, también en el tiempo. Me quedo pensativo un momento antes de ver la portada del cuento que está leyendo el chico.

El rey león ¿Será una buena historia supongo? Me pregunto mirando al chico.

Mi nombre es Ginius. Hago una reverencia formal y considerada. Y tu chico ¿Cómo te llamas?

 

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15/11/2020, 14:32
Hada Madrina

Estaba tan tranquila, saboreando su taza de té, cuando de repente se vio en aquella minúscula habitación. ¿O es que habían demasiadas personas a su alrededor? Su apariencia, pese a no haber cambiado demasiado, tenía algo diferente.

Su atención se vio fijada en un primer momento en el niño que dormía plácidamente, ignorando todo el despliegue de personas que acababan de aparecer en su habitación. Porque parecía la habitación de un niño, ¿no? Sí, era el único que dormía en su camita mientras todos miraban desconcertados a su alrededor. 

-Oh, ¿no es muy dulce?- preguntó a nadie en particular. No podía evitar mirar con ternura a ese niño que parecía haberles transportado a ese lugar. Sin embargo, los demás no parecían tan tranquilos ni dispuestos a dejarle dormir. -Hola, pequeño. Yo soy el Hada Madrina- se presentó con amabilidad, esa que los compañeros allí presentes parecían haber olvidado.

-Tranquilidad- trataba de apaciguar el ánimo con sus palabras y gestos, pidiendo calma con las manos. -El niño parece tan desconcertado como nosotros- al menos no dejaba de mirarlos con los ojos como platos. -Dime, pequeño, ¿cómo te llamas? ¿Sabes cómo hemos aparecido en tu habitación?

-Y tú- sacó la varita de su manga, señalando con ella a Scar, -no puedes ir así por la vida, ¡cuida tus modales! Bibidi bobidi ¡bú!- hacía tiempo que no utilizaba estas palabras, lo cual hizo que despertara en ella un estado de ánimo. Con su magia, buscaba utilizar las sábanas como vestuario apropiado para el tipo, así como traer un cortauñas para esas "garras" que llevaba, ¡podía asustar al niño! Además, igual era algún indigente sin medios para tener un mínimo de ropa y le incomodaba esas uñas tan largas.

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15/11/2020, 15:14
Lilo Pelekai

Lilo estaba en su cocina con su hermana y Stitch, a punto de desayunar y de pronto se mareó. Trató de sobreponerse, tenía muchas ganas de ir a la playa a hacer castillos de arena, seguro que sería cosa del hambre, en cuanto desayunara se le pasaría. La mente de la pequeña niña estaba ocupada con esos pensamientos, y de pronto la situación se volvió extraña, como si fuera un sueño, Nani intentaba cogerla sin éxito y ella se sentía cada vez más lejos. Y entonces... 

¡PUF!

-¿NANI?¿STITCH?- fueron las primeras palabras que salieron de su boca en forma de grito.

Miró a su alrededor asustada. Aquella no era su casa. ¿Y quiénes eran aquellas personas? Algunos de ellos no parecían muy amables. ¿Serían secuaces de Hamsterviel? 

Sus ojos se detuvieron en el único otro niño que había allí. Parecía tener su edad, quizás fuera un poco más pequeño. Ladeó la cabeza con curiosidad, parecía igual de confuso que ella respecto a aquella situación. 

-Yo me llamo Lilo.- se presentó extendiendo una mano hacia él para presentarse.- ¿Cuál es tu nombre?

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15/11/2020, 17:19
Andy

El pobre Andy miraba desconcertado a las personas que allí se encontraban. Así que, justo al presentarse la niña, corrió escaleras abajo:

-¡Papá, papá! -exclamó llamando a su padre.

Sin embargo, Andy se topó con que no había nadie en la casa. Buscó y buscó y no encontró. Salió, en pijama, a la calle y... ¡todo había sido cambiado!

La tienda de sombreros del Sombrerero Loco, el restaurante de la abuelita, el taller de Gepetto, la compra venta de oro de la bestia... 

Había tiendas que antes no estaban, por no decir, que había personas totalmente desconocidas. 

Cerró la puerta, desconcertado y volvió a subir las escaleras ignorando a los presentes. Se echó inmediatamente en la cama y volvió a abrir los ojos.

-¡ES UNA PESADILLA, QUIERO DESPERTAR!

Para colmo, la viejecita intentaba hacer magia, pero allí no funcionaba.

Respiró un par de veces y miró a los presentes. ¿No eran personajes de cuentos?

-Pero... Scar muere en el cuento, al igual que Maléfica. ¿Qué hacéis vivos? -asumió,finalmente, que no podía escapar de aquel sueño. 

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15/11/2020, 18:56
Scar

- ¿Cubrirme? ¿Partes? ¿Plebe? - Pregunté a la mujer emplumada que decía llamarse Maléfica y que un poco cabrona si parecía. Sus gestos, su pose, su voz fría, su forma de moverse... era extraño pero... me atraía. ¿Cómo podía gustarle a un león una humana? Pero tenía algo especial en sus movientos en su voz. Sabía lo quera, sabía lo que quería y esa seguridad... ese carisma demoníaco. Sonreí de medio lado. - Sí, veo que soy un iluso... por no ver antes en ti lo que estoy viendo ahora. - Le dije a Maléfica.

- Pero tenéis que comprender que soy... o era un león... - Dije caminando hacia ellos con más seguridad y la cabeza altiva. - Vivo en la sahabana, libre... en mi propia cueva y aquí estoy completamente fuera de lugar. A penas reconozco lo que tengo entre mis piernas y empiezo a tener... frío. - Confesé. Era el mejor momento de ganármelos a todos o al menos de engañarlos.

- Vaya. Tú debes ser cazador. - Le dije con mirada altiva al que se había presentado como Ginius. - Los únicos a los que tememos cuando vienen con sus palos de fuego a matarnos en manadas. Cuanto odio, aún siendo ahora un humano como tú. - Le repliqué hasta divertido por mis palabras.

En ese momento el tipo me lanzó algo que me cubrió por la cabeza. Todo quedó a oscuras durante unos instantes hasta que me lo quité de encima. Pero durante el tiempo que lo tuve sobre mi cuerpo me dio calor. - ¿Qué es esto? He notado calor cuando me estoy enfriando. ¿Cómo se pone? - Pregunté antes de volver a colocarlo tal y como me lo lanzó Ginius. - Así no veo nada y tengo delicias para ver delante mía. - Añadí con cierta elegancia en mis palabras para volver a retirarme la manta.

Entonces la mujer del pelo blanco sacó un palo y me amenazó con él. Rompí a reír a carcajadas. - ¿Qué pretendes hacerme con eso? ¿Cosquillas? - Mostré mis uñas, las cuales brillaron con la luz que entraba por la ventana. - Podría romper tu palito con la más pequeña de ellas. - Me mofé divertido.

De entre todos apareció una simpática mocosa, que enseguida se acercó al chico y se presentó. Saqué la lengua en señal de asco pues en ese momento me recordaron ambos a Simba y la idiota de Nala. Pero el crío no tarda en ponerse histérico en salir corriendo del lugar. Me aparto de él no sea que me contagie algo. A saber que enfermedades tienen los humanos y en ese momento veo el objeto que tenía el chico en la cama. No podía ser. - Mufasa y Simba... - Susurré al verlo.

Pero... ¿qué era aquello? Me acerqué con cautela a verlo, medio colocándome aquello que me daba calor sobre el cuerpo, mientras que olisqueaba de lejos al padre y al hijo. - ¿Cómo habéis llegado aquí? - Les pregunté cuando estaba cerca de ellos. - ¿Por qué seguís siendo leones y yo no? - Pero no se movían. No me miraban y opté tocar aquel objeto con curiosidad. Mis manos lo abrieron con cuidado, al tiempo que lo visionaba.

Salía Mufasa y Rafiki y el nacimiento de Simba. También aquel pajarraco chivato de Mufasa... y Simba creciendo... y yo. Alcé aquella cosa y les mostré a todos mi imagen. - Scar, este soy yo. Con el pesado de mi sobrino Simba, quien no me deja echarme la siesta. Pero... ¿cómo es posible esto?

Junto con aquellas imágenes habían marcas que no entendía, pero identificaba perfectamente a todos los que iban saliendo en aquel extraño objeto. Entonces el niño subió y nos miró, sobre todo a Maléfica y a mí nos dedicó unas extrañas palabras. - ¿Muertos en un cuento? - Miré a la mujer cuyos ojos eran tan brillantes como los míos para luego mirar al chico. - ¿Estás diciendo que esto es un cuento y que yo, Scar, el futuro Rey de la Roca, moriré en él? - Dije sosteniendo el objeto y mostrándole la misma imagen que a los demás. - Pues creo que tu cuento ha cambiado... porque, chico... sigo vivo y ella también.

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15/11/2020, 19:45
Maléfica

La poderosa hechicera abrió los ojos de par en par, desconcertada, al notar que su hipnosis no tenía efecto alguno sobre el niño. ¿Acaso era resistente a la magia? No… eso era imposible. Algo estaba mal. - ¿Cómo es posible? – Preguntó, incrédula, no pudiendo imaginar que el niño fuera capaz de quitarle su poder. Tal vez, tras aquel poderoso hechizo que la había dejado en aquel extraño lugar… ¿había perdido su magia como una especie de efecto secundario? – No, no… ¡Yo soy Maléfica! ¡Soy la Emperatriz del Mal! – Exclamó iracunda, sintiendo la necesidad de atormentar a uno de sus esbirros, sólo para descubrir que no había ninguno presente, excepto por su cuervo, Diablo, quien se agitó nervioso en su hombro. Al menos no estaba sola entre tantos desconocidos. El problema era que no poseía su poder. Un gran problema. Tan sólo pudo quedarse mirando mientras el niño se retiraba corriendo, deseando llamar la atención de sus padres.

Las palabras de uno de los extraños, uno llamado… Ginius, llamó su atención, provocando un cambio de expresión por parte de la hechicera, quien frunció el ceño, ciertamente de mal humor. - ¿Cómo voy a dejar en paz al responsable de… esto? ¡No tengo mis poderes! – Exclamó nuevamente, sintiendo cómo la ira volvía a apoderarse de su mente. Tenía que hacer algo al respecto. No podía estar en esa situación tan desventajosa para ella. ¿Qué sucedería si uno de sus enemigos la encontraba en aquel momento de debilidad? Un verdadero problema. No obstante, lo que más llamó la atención de Maléfica… fueron las siguientes palabras del niño, en cuanto este regresó. - … ¿Qué? – Preguntó con renovado interés, olvidándose de la ausencia de sus poderes, de momento. - ¿Qué habéis querido decir con eso, niño? – Continuó realizándole preguntas al niño, dedicándole una mirada afilada de ojos entrecerrados.

- ¿Cómo es que muero? – No tenía idea cómo un niño podía saber algo así, pero dudaba mucho que mintiera, había cierta seguridad en las palabras de aquella pequeña criatura, como si fuera un hecho. No tardó en cambiar su expresión, a una más amable, dulce. – Es posible que me haya excedido en mi trato hacia vos, pequeño. – Afirmó, a medida que volvía a acercarse al niño, antes de intentar apoyar su mano sobre su cabeza con la intención de dedicarle un gesto cariñoso. – Me complacería mucho saber cómo es que… muero. – Era algo difícil de creer para ella. Nadie era tan poderoso como para matarle, o al menos no había encontrado jamás a nadie capaz de hacer algo semejante. Sin embargo, allí había un niño que afirmaba lo contrario. - ¿Qué cuento? – Aquel detalle era otra cosa que había llamado su atención. Ignorando por completo las palabras del supuesto león convertido a hombre, a la vez que ponía los ojos en blanco, la hechicera volvió a concentrarse en el niño. – ¿Me haríais el favor de prestarme el cuento del que habláis, querido? Tengo mucha curiosidad. – Afirmó con aquel mismo tono gentil, ahora mostrándose más amable con el niño en cuestión, al mismo tiempo que le dedicaba una sonrisa encantadora.

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15/11/2020, 20:46
Andy

Andy otorgó varios libros a los presentes:

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15/11/2020, 22:15
Ginius

Los malos nunca ganan en los cuentos preciosa emperatriz gótica del mal. Cojo mi cuento y lo ojeo por encima sin mucho interés puesto que ya sabía lo que había en él, Aladdin se había casado con Jazmin, habíamos derrotado a Jafar con la astucia del chico.

Scar, preciosa melenaza negra llevas en el cuento. ¿Y Cómo dices que mueres? Sería divertido que intentes cambiar lo que sucede y lo empeores... Aunque estando muerto quizás no puedas empeorarlo mucho. En fin... Suspiro.

¿Qué tal si decís cada uno lo que estabais haciendo en el justo momento en que os teletransportasteis a este reino?

Empiezo yo si queréis... Yo estaba hablando con Aladdin, mi amigo, estábamos hablando de que no veía hacía mucho tiempo a... Bueno, eso os da igual. También estaban allí Abú y la alfombra. Me toco con el índice el mentón unos segundos.

Jazmín estaba ocupada en la sala del trono haciendo sus funciones de Sultán y todo estaba más o menos como de costumbre.

Salgo bien en esta foto del cuento, aunque la verdad es que no me gusta como me queda el rojo, soy más de color azul. Sonrío.

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15/11/2020, 22:36
Hada Madrina

-Oh, querido- respondió a Scar con una adorable carcajada, sin verse alterada por sus palabras -te sorprendería lo que soy capaz de hacer.

El Hada Madrina sacudió la varita en el aire mientras volvía a repetir con mayor claridad: -Bibidi bobidi ¡bú!- pero nada, no ocurría nada. ¿Dónde estaban las chispitas luminosas, los objetos volando por doquier, las transformaciones estrafalarias? -¿Pero qué...?- miró su varita con extrañeza mientras la golpeaba en su otra mano. -Mmm estoy diciendo todo bien, pero no funciona...- al parecer, su magia no existía en aquel lugar. Se encogió levemente de hombros y volvió a guardar el artilugio mágico en su manga. Ya habría ocasión para indagar sobre el tema en cuestión.

Por su parte, el niño había salido corriendo de la casa, visiblemente asustado. Se dispuso a seguir sus pasos justo en el momento en el que volvió y se tapó con la sábana. -Me temo que no es ningún sueño ni pesadilla, pequeño... ¿cuál es tu nombre?- se dirigió al niño con dulzura y suavidad, esperando que sus nervios se tranquilizaran.

Todos allí parecían en cierta medida agobiados por la situación, pero el Hada no pensaba dejarse llevar por el pánico al saber que no podría utilizar magia... Pero alguien debía mantener la calma. -Tomaba un té con pastas- no creía que lo que estuvieran haciendo en el momento de transportarse fuera realmente relevante pero, si podía ayudar, no tenía nada que esconder.

Tomó el libro que le prestó el niño, mirando de soslayo los que tomaban los allí presentes. -Yo te veo azul- le confirmó al Genio después de mirar la portada de la historia a la que pertenecía. Después de darle un par de vueltas en sus manos y ojearlo, confirmando que se trataba de la historia de su dulce Cenicienta, se lo devolvió al niño con una afable sonrisa. -¿Queréis que prepare un té?- nada como algo calentito para levantar el ánimo. -Iré a echar un vistazo a la cocina- aunque el lugar parecía... diferente a lo que estaba acostumbrada, no sería para tanto, ¿verdad? Así pues, el Hada Madrina se dispuso a buscar la cocina de aquel hogar.

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15/11/2020, 22:48
Maui

Cuando la magia terminó de obrar, Maui se encontró transportado a un extraño lugar. Parecía una gran casa, y el semidiós se quedó absorto contemplando las extrañas paredes y mirando por la ventana. Había bastante gente que empezó a hablar entre sí, presentándose y preguntando qué es lo que estaba pasando. Maui estuvo a punto de presentarse a su vez pero entonces recordó: ¡el pez! Había llegado hasta aquí siguiendo a uno de los peces que había encontrado Moana, y no lo encontraba por ningún lado. ¡Y era importante! Parecía un pez muy especial, pero Maui dudaba que lo fuera tanto como para sobrevivir fuera del agua. Y no parecía haber agua por ningún lado en esta habitación.

Uno de los niños que estaban en la habitación salió corriendo fuera y volvió al rato, mientras Maui buscaba debajo de la cama algún rastro del pez que estaba buscando. Y mientras Maui miraba dentro de un extraño mueble de madera, que había descubierto que tenía una serie de compartimentos secretos (¡nada puede esconderse de la astucia de Maui!), el niño le puso en la mano un pequeño objeto. El semidios lo observó y se sorprendió mucho. 

- ¡Este es Maui! ¡Y también Moana! - Sí, sin duda lo eran, ¡no cabía duda! Eran como sus tatuajes, pero de muchos colores. Maui observó que el extraño artefacto se abría y que su interior tenía más tatuajes de colores, que contaban una historia, ¡la historia de Moana! Maui se rió a carcajadas al observar todo lo que estaba allí dibujado, ¡qué divertido! ¡Y hablaban de él, por supuesto! - ¡Pero...! ¡Qué hermosos tatuajes! ¡Así que conoces al Gran Maui! ¿Eh, pequeño? - Allí estaban Tamatoa y Te Fiti, y hasta el pollo de Moana, que debería haber sido su desayuno. Parecían como hojas de un árbol blanco, pegadas entre sí con algún tipo de resina y cubiertas con dos cortezas de árbol. Y todo con mucho color, ¡qué maravilla!

Entonces Maui miró al niño que le había dado esta hermosa (aunque algo frágil) colección de tatuajes coloridos y, acercándose a él, preguntó: - Escucha, pequeño, ¿has visto a dos pececitos por aquí? Uno era azul y estirado y el otro amarillo y regordete. Los reconocerás fácilmente porque... - Se acercó un poco más al niño y susurró: - pueden hablar.

Notas de juego

Perdón por no escribir antes. Los fines de semana son complicadillos en mi casa ;). 

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16/11/2020, 04:47
Anastasia Tremaine

Hay gente que considera que "lo que importa es lo de adentro". Eso podría ser un consuelo para la fealdad de Anastasia. Sin embargo, lo interior tampoco la hacía destacar demasiado. Estaba completamente desconcertada, y cada vez que iba a hacer o decir algo, otro se le adelantaba y ya cambiaba el tema. En cierto modo eso había sido una suerte, pues al ver a ese Maui y a Scar desnudos o semi, habría llamado inmediatamente a los guardias. Cosa de la que se habría arrepentido al enterarse que Scar era en realidad un príncipe, heredero de muchas tierras. Y cosa también de la que se habría desarrepentido al instante, al enterarse de que sus tierran eran sabanas y que su palacio era una cueva. También había alguien que aparentaba ser un esclavo. ¡Qué suerte que no le dio una orden! Ciertamente era raro verlo vestido como estaba, pero todo cobró sentido cuando se presentó como el genio de la lámpara. Si había colaborado para que una chica sin ningún mérito como Jasmín gobernara una nación, quizás podía ayudarla a ella. Otras cosas la sorprendieron, hasta que estalló al escuchar a la culpable de todo eso hacerse la distraída. No era una sorpresa. Aparentemente había perdido su magia, cosa que la convertía en una anciana indefensa. _¡YA CÁLLENSE TODOS! -rugió, aunque inmediatamente volteó a Maléfica-. Usted no, claro, su majestad. Lamento que se haya enterado así de su deceso. Lo cierto es que la mató el príncipe, el esposo de la Princesa Aurora. ¡Pero eso no es más que una muestra más de su inmenso poder! ¡Ha vencido a la muerte y está de vuelta! Debe estar agotada por el hechizo que la ha devuelto a la vida, pero no dudo que sus poderes regresarán en poco tiempo. Pero ella... ¡ELLA! -rugió de nuevo, señalando de pronto al hada, que estaba retirándose del lugar-. Ella es la responsable. No lo quiere reconocer, pero fue quien nos... -se miró de arriba abajo. Lo cierto era que no cambiaba mucho, pero tenía ganas de quejarse- quien nos hizo esto. Yo quería ser feliz, tener un príncipe que me ame, y estaba pensando en eso cuando escuché su voz diciendo "Tus deseos son órdenes". Al instante siguiente estoy aquí. Rodeada por esa anciana malvada, mujeres que no conozco y hombres sin ropa. ¿Ginius, tú tienes tus poderes? Porque si los tienes bien podrías darle algo de ropa a ese otro también -dijo señalando a Maui-, y de paso conseguirle un peluquero. ¡Y aclaro que no es un deseo! Solo una sugerencia. Por cierto, soy Anastasia Tremaine.

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16/11/2020, 07:56
Ginius

Anastasia Tremaine... Anastasia Tremaine... No me suena pero estoy encantado de conocerla señoritaTremaine.

¿Mis poderes? No suelen funcionar así querida. Antes se me ha de frotar la lámpara, y cuando esté bien limpia salgo a escena y hago mi magia. Cualquiera de aquí podría frotarla para conseguir lo que quisiera, un trono, poderes inimaginables, un príncipe... Pero primero, es indispensable frotar mi ejem ejem lámpara.

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16/11/2020, 08:15
Anastasia Tremaine

_Debes conocer entonces a mi... -Anastasia tragó saliva, le costó decirlo- hermana. Cenicienta, se acaba de casar con un príncipe. Su nivel de popularidad en estos momentos está al nivel del de Blancanieves, Rapunzel e incluso Jasmín, a quien entiendo que conoces. ¿De modo que hay que frotar tu lámpara? ¿Y dónde está esa lámpara?

Notas de juego

Que Jasmin también es de la franquicia "Princesas Disney".

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16/11/2020, 11:52
Lilo Pelekai

La pequeña Pelekai seguía muy confusa. El niño además no se había presentado y ella había dado un paso hacia atrás compungida. ¿Muertos? Miró a los señores a su alrededor, no sabía quién era quién aunque eso de "Maléfica" no le sonaba a buena persona. Uno de los señores parecía resultarle casi familiar, alto, con aquellos tatuajes y la falda de hula... ¿Sería hawaiiano como ella? 

El niño le dio un libro a ella y a los demás. Se quedó en shock con los ojos muy abiertos. En la portada estaban ella y Nani construyendo castillos de arena con Stitch. 

-Lilo y Stitch.- leyó en voz baja. 

Pasó las páginas con los ojos muy abiertos. En aquel libro contaban la primera aventura que había vivido juntos, cuando lo conoció y se salvaron e uno al otro. Era impresionante. ¿Tan lejos habían llegado sus aventuras? Además de la unión intergaláctica ¿El resto de planetas sabrían lo que ellos habían hecho? Sonrío satisfecha. Miró el libro y después miró alrededor. Todos parecían personas... había algo raro, algo que no acababa de cuadrarle, pero no parecían aliens. ¿Estarían en otro planeta que ella no conocía.

Cuánto más lo pensaba más sentido tenía que aquello fuera otro planeta en el que estaban aprendiendo historia terrícola y sucesos interplanetarios. ¿Serían entonces aquellas otras personas más embajadores de otros planetas o antiguos luchadores de la Tierra?

Tendría que averiguarlo. 

Carraspeó un poco intentando hacerse oír por encima del barullo de voces y se dirigió al niño que parecía ser el portavoz de aquello. 

-Disculpa ¿Me podrías indicar qué planeta es este? -le preguntó con una sonrisas mientras mantenía el libro entre sus manitas. 

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17/11/2020, 18:57
Maléfica

Maléfica puso los ojos en blanco al oír a Ginius decir que los malos nunca ganaban en los cuentos. Ella jamás había pensado que era el personaje de un cuento. Aquello era… inquietante, así como ciertamente aterrador. No quería ser un maldito personaje que estaba condenado a morir y fracasar. – Cerrad vuestra boca, iluso. – Dijo con simpleza, a medida que seleccionaba, entre la amplia selección de cuentos, el suyo. No perdió demasiado tiempo en comenzar a leer y ver cada detalle de importancia del cuento en cuestión, sus ojos abriéndose cada vez más a medida que se acercaba al final, notando con rapidez que la maldición que le había echado a la princesa Aurora… había sido el detonante para lo que terminaría en la muerte de la poderosa hechicera. – No… - Un mero mortal la había asesinado, un idiota que aspiraba al trono con su tonta idea de amor. – ¡NO, NO, NO! – Exclamó guiada por la ira. Su crueldad, su sadismo, había sido el factor principal en su caída.

Tendría que haber acabado con la vida de aquel idiota en cuanto le había capturado. Ni hablar de terminar con la vida de esas hadas entrometidas. Había cometido muchos errores. Lo peor de todo era que ahora se encontraba en un sitio desconocido para ella… y sin su magia. – Creo que me duele la cabeza… - Comentó de mal humor, antes de masajearse la sien con sus dedos, esperando que aquello fuera una pesadilla o algo similar. No podía creer que un iluso hubiera acabado con su vida de esa manera. Era ridículo. Y aún así, había fracasado debido a su propio orgullo, costándole la vida. Ni hablar de la revelación de que era el producto de la mente de una persona, un mero personaje de un cuento… la villana. – ¡SOY LA EMPERATRIZ DEL MAL! – Exclamó nuevamente, no pudiendo reprimir su ira en el momento en el que intentaba arrancar cada una de las páginas del cuento. Sea lo que fuera, no tardó mucho en calmarse, mientras respiraba agitada, lo suficiente como para escuchar lo que Ginius había dicho.

– Yo… maldije a la princesa Aurora en su bautismo y luego… regresé a mi hogar. – Explicó con algo más de paciencia, para luego proceder a acariciar a su cuervo, el cual parecía igual de desconcertado que ella. Debía de ser difícil aceptar que no eras otra cosa más que un personaje de un cuento, cuya única validez a tu existencia radicaba en entretener a unos malditos mocosos. La mirada de la hechicera se concentró en la que se había presentado como Anastasia, la cual no hizo más que dedicarle cumplidos y decirle lo grande que era. Por un momento, tan sólo se la quedó mirando con los ojos entrecerrados, antes de asentir en silencio. – No cometeré el mismo error. – Aseguró con frialdad, considerando lo que le haría al Príncipe. O bien… podía hacer otra cosa. Su mirada recorrió el lugar en cuestión en el que se encontraba, observando ahora con mayor curiosidad los detalles que había ignorado. - ¿Dónde estamos? – Le preguntó al niño, curiosa, su mirada aún recorriendo cada detalle de aquel extraño sitio. Era ciertamente diferente a la clase de construcciones a las cuales estaba acostumbrada.

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17/11/2020, 21:50
Hada Madrina

Esa voz chillona que se había hecho escuchar por encima de las del resto la conocía perfectamente. El Hada Madrina se encontraba en el umbral de la puerta cuando la escuchó, parando en seco y girando sobre sí misma buscó a la muchacha con la mirada. -¡Anastasia!- exclamó con sorpresa. Le aliviaba ver una cara conocida, aunque fuese la suya. En realidad, era la única de las Tremaine que veía posible que tuviera un buen corazón en el fondo.

-Tranquila, sé que estás asustada- contestó con tranquilidad y amabilidad. No parecía haberle afectado las palabras de la joven. -Yo no he tenido nada que ver, ni siquiera conozco a los que están aquí con nosotras ni cuento con mi magia- esta última afirmación la mencionó con algo de tristeza y preocupación. Siempre se había valido de su magia para todo.

Hasta Maléfica parecía ahora frustrada y preocupada acerca de su destino en el cuento. El Hada carraspeó un poco y esbozó una afable sonrisa. -En vuestro cuento no aparece nada acerca del viaje a este lugar, ¿verdad?- se acercó para ojear el del Rey León, así como el de La Bella Durmiente. Cuando finalizó, se dirigió sobre todo a aquellos que parecían más preocupados por su final en la historia: una muerte inminente, al parecer. -Tal vez lo que nos está pasando cambie el final escrito- después de todo, la vida era un conjunto de azares.

-Y ahora, si me disculpáis, voy a ver qué puedo preparar- nada como tener el estómago lleno para ver las cosas de otro modo.