Partida Rol por web

El hada malvada se detuvo un momento, en su camino a buscar algo con lo que Melody pudiera vestirse, para observar a la mujer que le había dedicado la palabra. Anastasia. No se había olvidado de ella, aunque ciertamente no había considerado la idea de convertirla en su aprendiz. En primer lugar, porque no parecía demostrar talento o conocimiento alguno en lo que respectaba a la magia. Sin embargo, al escucharla, y observar las joyas que esta había obtenido, que antes no poseía, se llevó la mano al mentón, considerando la idea. – Mm… Tal vez. – Dijo al final, de manera simple, antes de centrar su mirada en la mujer. No había duda de que poseía cierta utilidad. – Aunque primero debo hallar la fuente de poder que requiero. – Le explicó con paciencia, esperando que comprendiera su situación. – Informaros sobre dicha fuente, y os enseñaré los secretos de la magia. – Afirmó con tranquilidad, antes de volver a tirar con delicadeza de la mano de Melody, esperando que esta la acompañara a buscar alguna vestimenta para ella.

Maléfica puso los ojos en blanco en cuanto escuchó las palabras del Djinn (Genio), prefiriendo ignorarle por completo. No pensaba decirle lo que pensaba respecto a su versión de que los malos siempre perdían. Eso eran en los cuentos, y ella pensaba evitar que eso se repitiera. Si realmente iba a perder en aquel pequeño “juego” con Aurora, entonces se encargaría de aprovechar esa información para cambiar las reglas de dicho “juego”. – Decid lo que deseéis, iluso. – Dijo de manera simple, para luego centrar su atención en lo que sucedía a su alrededor, notando cómo evitaban que el supuesto león se comiera al hada. No pudo evitar chasquear la lengua, ya que, ciertamente, habría sido algo interesante de ver. - ¿Vais a dejar que os controlen de esa manera, “rey” de los leones? – Le preguntó al sujeto en cuestión, para luego esbozar una sonrisa divertida, saboreando el hecho de que ahora le tocaba a ella dedicarle un par de punzadas.

– Tantas palabras fueron las que antes me habéis dedicado, pero ahora veo que no sois otra cosa más que un pequeño gatito que se deja controlar por una mera anciana. – No tardó en reírse tras decir aquello, una risa encantadora, aunque ciertamente cruel. No obstante, al notar lo que le sucedió a la pelirroja, no tardó en fruncir el ceño, ciertamente preocupada ante aquello. – Mm… puede que no tengamos tanto tiempo aquí como pensamos. – Le dedicó aquellas palabras al resto, dejando en claro la gravedad de la situación en la que se encontraban. Si bien, al ver cómo Melody se acercaba a ella, asustada, el hada malvada esbozó una amplia sonrisa, encantadora, y aparentemente dulce, como si fuera la sonrisa de una madre a su hija. – No debéis preocuparos, mi querida aprendiz. Encontraremos la solución a nuestro dilema. Aunque, antes… - No se demoró en rodearla con sus brazos en un cálido abrazo, antes de separarse con brevedad y apoyar una de sus manos sobre su hombro, motivándola a seguirla. – Olvídate de eso. Busquemos algo con lo que puedas vestirte. Tiene que haber algo. – Afirmó, para luego guiarla hacia alguno de los cuartos de la casa, esperando encontrar lo que necesitaban.

_¡Espera, Sra. del Mal! -se apuró a hablarle a Maléfica, antes de que se retirara. Estaba claro que no era su primera opción como aprendiz, de hecho la niña tampoco había encontrado ninguna fuente de poder y la había acogido; sin embargo podía tolerar esa humillación con tal de conocer los secretos de las artes ocultas-. Dime cómo es dicha fuente, para conocer mejor qué es lo que busco, y la encontraré.

Maléfica se detuvo en sus pasos por un instante, al oír a Anastasia, quien parecía desear llamar su atención, a pesar de que debía de buscar algo para Melody. Al oírla, se llevó la mano derecha al rostro, para luego negar con la cabeza. - ¿Cómo es la fuerza de la vida misma? – Le hizo aquella pregunta a la fémina en cuestión, antes de suspirar. – Lo que sea que gobierna este lugar, está claro que posee un gran poder mágico. – Le explicó con total paciencia, para luego afilar la mirada. – Y mis sospechas yacen en el bosque al cual no he podido acceder. – Continuó con su explicación. – Debéis encontrar una manera de ingresar al bosque. Encargaos de eso, y podré romper lo que sea que nos ata a esta prisión. Necesito ese poder. – Aclaró, a medida que volvía a guiar con delicadeza a la otra chica hacia alguna habitación que tuviera las vestimentas que deseaban, a la vez que podría hablar en paz con ella para obtener algo más de información sobre lo que sea que había sucedido.

Claro, se retira con su preferida. Cuando yo era la preferida, antes que Cenicienta, el Hada Madrina fue a ayudarla. Si fuera tan buena como dice, ahora tendría que ayudarme a mí. Pero no, claro, deberé rebuscármelas yo sola. Al fin y al cabo, aparentemente aquí soy tan poderosa como ellas.

Preciosa Anastasia, te recomiendo que leas el cuento de Maléfica antes de decidir vender tu alma a la emperatriz del mal... Digo con cierta cara de pena. Ella no piensa en nadie más que en ella misma y eso, por suerte o por desgracia, nunca acaba bien.

Voy detrás de Maléfica y la tal Melody, todavía no había oído hablar a la chica y aquello me preocupaba. Señora emperatriz del mal, siento inmiscuirme en su trato con la chica semidesnuda pero teniendo en cuanta de que no ha dicho ni una palabra desde que la he conocido... Me gustaría que se pronunciara en ese sentido para saber si lo ha elegido por voluntad propia y sin condiciones o cláusulas abusivas o denigrantes.

La poderosa hechicera frunció el ceño al escuchar al Djinn pronunciar aquel consejo a la joven Anastasia, antes de dedicarle una mirada fría. – Si eso fuera verdad, Diablo no me sería tan leal como lo es. – Aclaró con tranquilidad, a medida que observaba de reojo a su cuervo, el cual se encontraba sobre uno de sus hombros, también observando al Djinn de una manera amenazadora. – Tan sólo elijo bien a quienes quiero a mi lado. – Se explicó con rapidez, para luego esbozar una sonrisa confiada. – Creo que… - Le dedicó una mirada a Anastasia. – Ella es más que capaz de pensar por sí misma y decidir si seguirme o no. Mi conocimiento de la magia no es una broma, y muchos desearían ser mis aprendices, si tuvieran la oportunidad. – Afirmó, seria, mientras le mantenía la mirada a Anastasia. – Podéis hacer lo que deseéis. Yo no os obligo a nada. – Se encogió levemente de hombros. Tras ello, volvió a suspirar al escuchar la petición del Djinn, a lo que respondió con una leve negación de cabeza, como si fuera un iluso por pronunciar semejantes palabras.

– Si eso es lo que deseáis, sois más que bienvenido a escuchar su opinión al respecto. – Declaró con tranquilidad, antes de desviar la mirada a la joven en cuestión. - ¿Os he obligado a algo, querida? ¿Os he extorsionado? – Le preguntó a Melody en un tono dulce, a la vez que levantaba su mano para acariciar el cabello de la chica. – Sólo le he prometido algo con que poder cubrir su cuerpo sin pasar vergüenza. Así como le he prometido que sería mi aprendiz y cumpliría su deseo. Una promesa que no pretendo negar, a pesar de vuestras acusaciones. – Se expresó con frialdad, a medida que volvía a concentrar su mirada en el Djinn. – Por otro lado, es curioso que deseéis detenerla en su camino a encontrar algo con que vestirse… ¿acaso sois un pervertido que desea observar a una joven desnuda? – Preguntó con picardía en su voz, si bien levantó la mano derecha como gesto para que no respondiera a su pregunta. – No me interesa. ¿Deseáis saber si la he obligado a algo? Pues bien, ella es más que capaz de responder. – Afirmó, antes de volver a mirar a Melody, esperando que esta se expresara.

Siempre es lo mismo, lo he visto centenares de veces, y llegados a este punto me da igual lo que hagáis en vuestro viaje señora emperatriz del mal, tu lo escribes y solamente tu serás responsable de lo que te pase. He vivido incontables vidas y he visto a muchos querer el poder para gobernarlos a todos o el mal para los demás... Nunca acaba bien.  Me giro hacia los demás.

Siempre que un hechicero o hechicera de tres al cuarto, como ella, ha intentado conseguir el poder, ha fracasado inevitablemente. No digo que no se hayan esforzado mucho en tener esos poderes mágicos, seguro que lo han hecho, y seguro que han sacrificado muchas cosas para tenerlos, pero aquí está, bajo el embrujo de otro hechicero, otro que seguramente igual que ella, quería poder, y que si derrotamos para volver a nuestros respectivos cuentos, será una afirmación de lo que estoy diciendo. Toso un par de veces antes de proseguir.

Deberíamos colaborar en buscar una solución entre todos, pero aquí se separan dos caminos claramente. Me giro de nuevo hacia la chica semidesnuda.

Chica, digo mirando a Melody. No te creas que los malvados hacen las cosas por que sí, sin esperar nada a cambio, no impido que te vistas, es más, te doy mi capa hasta que encuentres otra cosa. Le extiendo mi capa. Solo intento que comprendas en dónde te metes antes de que sea demasiado tarde. Espero la respuesta de la chica.

La Emperatriz del Mal puso los ojos en blanco al escuchar todo el discurso preparado del Djinn, aunque ciertamente frunció un poco el ceño al escucharle decir que ella era una hechicera de tres al cuarto. No sólo era una de las hechiceras más poderosas del lugar del que provenía, sino que también era un hada. ¿Diferente a las otras hadas que cuidaban de Aurora? Sí, pero sólo porque era más inteligente que ellas, y más bella sin duda, además de poderosa en comparación a esa plebe. De cualquier manera, no dijo nada, prefiriendo dejar que el Djinn continuara hablando para satisfacer su propio ego, a pesar de que era prisionero de un artefacto mágico, atado a la voluntad de aquellos que tuvieran en su posesión dicho artefacto. – Bonitas palabras viniendo de un prisionero, un esclavo. Decidlo de nuevo cuando uno de esos "malvados" tome posesión de tu pequeña prisión mágica. – Aclaró con tranquilidad, para luego esbozar una sonrisa divertida. – Y por supuesto que quiero algo de ella. Quiero que sea mi aprendiz. No la ayudaría sin algo que quisiera, y tampoco vos, Djinn. – Liberó una risilla de sus labios, prefiriendo dejar que Melody tomara su decisión. Había visto algo en la joven, algo que le había asegurado que podría ser una excelente aprendiz, si se concentraba lo suficiente, por lo que no pretendía engañarla… no como a otros.

Ignoro totalmente a Maléfica de manera totalmente evidente. Ya tenía suficiente del discursito más que manido de la malvada que es más inteligente y hermosa que las demás.

Viendo a aquel hombre y a Maléfica discutir constantemente por lo que parecía ser mi ''bien'' se podía considerar gracioso. Si me ocultaba detrás de Maléfica era principalmente por vergüenza de como iba vestida que por miedo. Acepté la capa del señor y me envolví en ella para poder pararme de frente y poder responder:

- Le agradezco la capa, señor... - digo cordialmente, aunque hubiera sido algo rebelde en mi infancia eso no quitaba que fui educada para ser una princesa.- pero creo que se equivoca en algo si me permite corregirle. No estoy ayudando a Maléfica en contra de mi voluntad, ni espero que me ayude sin dar nada a cambio si fuera así...- hice una pausa para dar cierta convicción en mis palabras.- ...entonces si que hubiera dudado de sus intenciones. Agradezco su preocupación igualmente pero le aseguro que se cuidarme sola.- digo segura y con una sonrisa en el rostro ya que no pretendía ser altanera ni mucho menos pero si que podía valerme por mí misma.

En esta ocasión me dirigí a Maléfica con una sonrisa irónica: Vaya... y yo pensando que me estabas utilizando para recuperar tu magia. - me dirijo de nuevo al genio.- Aquí tiene una prueba de ello, señor... Las apariencias no son tal ni como parecen...

Me dirigí hacia el interior de la vivienda esperando encontrar algo pronto con lo que vestirme, con suerte unos buenos pantalones de hombre me vendrían bien...

Miré a la criatura que sangraba y cuya sangre hacía que mi estómago rugiese con más fuerza que el propio rugido que quise soltar y escuché a Maléfica hablarme. Sonreí ante sus palabras y su tono. - Con buen gusto lo haría, pero me temo que la boca de los humanos no está preparada para comer a criaturas así... si no puedo rugir como debo, no podré arrancar la cabeza de un bocado a ese animal... - Quise salirme por la tangente. Veía claro el juego de aquella mujer. Era manipuladora e inteligente. Se ve que el paseo le hizo bien.

- Sería una reina magnífica si fuese una leona... - Pensé para mí. - Pues su hermosura sin duda se reflejaría tambien en la gracia animal en la que se convertiría. - Pero sabía que eso no pasaría, así que... no tenía nada que hacer ahí. Además, me daba en el hocico que a aquella hembra le interesaban más las hembras que los machos. Clara prueba era querer llevarse a la joven medio desnuda con ella, cuando me tuvo a mí desnudo y despreció mi cuerpo... claro que salvo por sus ojos, yo la hubiera despreciado por su naturaleza humana. No estaba tan enfermo como para comerter un acto como ese...

- Dediqué mi atención a alguien que solo hacía que llorar y quejarse por perder su... ¿poder? Lo lamento, hay cosas que aún se me escapan de mi comprensión. Todos hemos perdido algo... yo mi hermosa forma animal, mi pelaje, mis zarpas con poderosas garras ahora son simples manos con unas garras que no se hasta que punto serán efectivas. Mis colmillos parecen de chiste y he perdido mi rugido... aunque he ganado en otro sitio, para que negarlo... - Sonreí con cierta picardía. La verdad era que tenía curiosidad por saber como era aquello en acción, pero prefería antes enterarme de todo lo posible. - Y la gran dama del mal solo era la gran llorona del grupo... quise ayudar, pero no tuviste suficiente inteligencia para verlo.

Entonces miré a la anciana, miré al bicho que lloraba de dolor y miré a Maléfica cuando dijo que era un gatito. - Mejor ser un gatito y poder aprender de quienes verdaderamente saben, a ser un león y acabar solo... sobre todo por hacer caso a las malas influencias. - Sonreí a Maléfica. - Y no creo que seas una buena influencia para nadie.

Quizás si no hubiese pregonado tanto que era y lo que quería, hubiese tirado hacia su lado, pero veía que su interés era otro distinto al mío y su juego no me interesaba tampoco. Además, tampoco entendía porque las hembras deseaban irse con ella. Sí, era cierto que era la más hermosa de todas, mil veces más que en su cuento... pero no tenía nada más, salvo un cuervo y sabía bien lo traicioneras que eran esas aves...

Y se inició una charla en la cual yo no tenía cabida, puesto que no entendía bien lo que hablaban. Miré mi mano y la cosa aquella fría se estaba convirtiendo en agua y goteando el suelo... la dejé caer, pues sentía los dedos entumecidos e incluso doloridos por una especie de quemazón que me había causado aquella cosa al sostenerla durante tanto tiempo.

Scar se había enfadado por el manotazo, y trató de gritarle, pero solo le salió un grito bastante poco intimidante. El león pareció confundido. - No te preocupes, Scar, cuesta acostumbrarse a un nuevo cuerpo - Él llevaba tanto tiempo usando su anzuelo mágico para cambiar de forma que ya ni pensaba en ello, pero sin duda al principio tuvo que ser confuso. Dejó de prestar atención al león; no le tenía miedo.

La señora mayor parecía realmente preocupada por la vida del Hada, pero Maui no tenía muy claro cómo podría ayudar. Se le ocurrió buscar algo por el lugar, hasta que encontró un trapo. - Hada, toma este paño. Puede que pare la hemorragia. - Observó a su alrededor con más atención. - ¿No puede ser que haya alguna medicina por aquí? - Miró a Andy. - Quizá tú sepas dónde guardan tus mayores los potingues curativos, ¿no? - El niño no parecía tenerle demasiado aprecio, pero Maiu pensó que querría ayudar a la pequeña criaturita.

La hechicera tan sólo permaneció en silencio en el momento en el que Melody aceptó la capa del Djinn, prefiriendo dejar que esta se hiciera cargo de aquello, ya que el ser mágico había pedido su opinión, y no la del hada. Sin embargo, al escuchar el comentario respecto a que habría desconfiado de ella si no hubiera deseado nada a cambio, no pudo evitar reírse levemente, considerando que la joven no era una ilusa, algo que ciertamente era un buen rasgo para alguien que sería su aprendiz. - ¿Lo veis, Djinn? Os preocupáis sin necesidad. – Volvió a reírse, para luego esbozar una amplia sonrisa. – No sois una ilusa. Eso es bueno. – Dijo divertida, antes de volver a callarse, esperando que la joven se deshiciera del esclavo mágico. Lo que menos quería, era tener que lidiar con un ser que pretendía ser bueno, cuando en realidad era capaz de hacer cosas horribles, dependiendo de quién tuviera su pequeña prisión en sus manos.

Sin embargo, al oír a la chica en cuestión, no dudó en dedicarle una sonrisa pícara, para luego negar con la cabeza. - ¿Oh? ¿Y piensas que podríais ayudarme a recuperar mi poder? No, querida, no tengo muchas esperanzas en eso con respecto a vos. – Afirmó con tranquilidad, estando casi segura que Melody no sabía mucho más que ella respecto a la situación en la que se encontraban. – Aunque bueno, si me ayudáis en ello, sería un agregado a lo que deseo, así que no pierdo nada. No, lo que deseo es convertiros en mi aprendiz, algo que ya habéis aceptado… a cambio de vuestro deseo, que aún no habéis mencionado. – Volvió a reírse, para luego dedicarle una sonrisa confiada al Djinn, antes de comenzar a seguir a la joven, deseando mantener una conversación más privada con ella, sobre algunas cuestiones en particular. – Dejadme ayudaros, querida. Tiene que haber algo en este detestable lugar… - Afirmó mientras la seguía, ignorando por completo las palabras del “león”. Si no pretendía saciar su apetito por crueldad y sadismo, no tenía ninguna utilidad para ella.

Una vez en el cuarto de los padres del niño, el hada observó a su alrededor con cierta curiosidad, no sabiendo muy bien lo que podrían encontrar en dicho lugar, si bien no tardó mucho en concentrar su atención en la joven Melody. - ¿Vais a decirme qué es lo que deseáis? No podré ayudaros mucho con vuestro deseo, si no sé lo que deseáis. – Esbozó una sonrisa divertida tras decir aquello. – Si deseo que seáis mi aprendiz, es necesario que, como vuestra maestra, os ofrezca algo de valor. – Afirmó con tranquilidad, a medida que le dedicaba una mirada calculadora a la chica en cuestión, no pudiendo evitar ampliar su sonrisa en el momento en el que se acercaba a alguno de los muebles de la habitación, con la intención de encontrar algo que la joven pudiera vestir. – Ah y… ¿no habéis sentido nada extraño mientras os encontrabais cerca del bosque? ¿Algo que podáis acotar de información? – Dudaba mucho que tuviera demasiado que ofrecer respecto a eso, pero no perdía nada con preguntar.

No pretendía decir que fueras una ilusa chica, todos los que estamos aquí podemos ser bastante ilusos en ciertos campos y maestros en otros. Simplemente te digo que las canas dan experiencia y por desgracia yo tengo mucha, y siempre intento aconsejar a los que parecen perdidos o desorientados, al igual que aconsejo a los que frotan mi lámpara que no pidan el poder para esclavizar a los demás, cosa que rara vez escuchan, y jamás sale como ellos quieren. 

Si lo que ansías es cumplir un deseo ¿Por qué no buscas mi lámpara? Tendrás tres deseos. La chica entra en la habitación seguida por Maléfica, sin duda aquella ladina hechicera querrá convencerla de que ser su sierva y aprendiz es el único camino, no me importaba, la chica debería escoger su camino de ahora en adelante.

Rey Scar, ¿Qué tal si vamos en busca de un restaurante en dónde saciar ese apetito voraz que tiene? Por supuesto los demás están más que invitados a venir con nosotros. Al hada la podemos llevar de camino a un hospital o a un veterinario, seguro que alguno hay por el pueblo.

Estiro la mano a modo de invitación para que Anastasia la coja y me acompañe, si no lo hace lo entenderé como una directa a que prefiere seguir con la emperatriz del mal. ¿Me haría el honor de acompañarme?

Para decepción del Hada Madrina, Anastasia parecía ser atraída irremediablemente por el lado oscuro del poder y la avaricia. Había creído ver algo en ella, la esperanza de que se convirtiera una buena persona, pero ahora veía que parecía querer seguir un camino todavía más oscuro y retorcido que el de su propia madre. -Cenicienta consiguió el amor y la felicidad gracias a tener un corazón bondadoso y no rendirse nunca, haciendo frente a la adversidad fuera cual fuese- sabía que mencionar a su hermanastra podría abrir unas heridas en la joven Anastasia que todavía no habían sanado, pero nunca lo haría si continuaba con esa actitud. Solo se envenenaría con sus malos deseos.

Y es que Maléfica era lo que podría considerarse el alter ego del Hada Madrina. Una la negra y oscura noche y la otra el claro y despejado día. Le sorprendió ver cómo la joven que le acompañaba parecía estar haciéndolo a conciencia, sin ningún tipo de reparo.

No puso mayor interés a la conversación que intercambiaron Maléfica y el Genio, pues parecía más una competición por ver quién tenía razón sobre el otro. Sin embargo, llamó su atención que la joven morena que acompañaba a la oscura hada admitiera que el motivo por el que acompañaba a la propia Maléfica era para ayudarle a recuperar su magia, aunque la propia reina del mal negó este hecho poco después.

Sacudió la cabeza, estaba desconcentrándose de su cometido y eso no podía ser.

-Gracias- tomó el trapo que le facilitó Maui, presionando con él la diminuta espalda del hada. Todos los que parecían querer ayudar no parecían saber muy bien la forma de hacerlo. Si la hemorragia no cesaba tendría que probar otra cosa. -Es posible...- aunque no era algo que le gustara pensar ni tenía los conocimientos necesarios, se había encargado más de una vez de los remiendos de la ropa... -Andy, ¿tu madre tenía costura? Necesito que traigas lo que tengas- sonó apremiante, aunque no perdió la dulzura de su tono.

Estaba claro que prefería esperar a que la hemorragia remitiera sola, cerrándose la herida, pero si no era así debía proceder a coserla para evitar que la pequeña hada se desangrara. -Y cosas para limpiar heridas, lo que usaran para curarte cuando te caías o te hacías alguna pupa- añadió, antes de que Andy se marchara a buscar lo primero que le había pedido.

-No creo que haya tiempo para buscar un hospital- le indicó al Genio, su preocupación era evidente.

Cita:

Ay, cómo si él tuviera alguna...

El genio hablaba demasiado, al igual que Scar. Pero lo cierto es que quedarse allí no tenía ningún sentido. Menos con ese Hada odiosa allí. Cuando mencionó a Cenicienta volvió a hacer los bucles con el índice frente a su boca, sin responderle. Porque claro, todo lo conseguido por Cenicienta tenía que ver con su gran corazón y bondad. ¡¿Y esa vieja no había tenido nada que ver, acaso?! La había ayudado a Cenicienta, no a ella. Que no se hiciera la inocente.

_Bueno, iré, pero tú invitas -aceptó, pero sin entregarle la mano-. Y si invitamos también a ella -se giró hacia Úrsula-. ¿Vienes con nosotros?

El comportamiento de Anastasia para con ella, como si fuera una cría de cinco años con una rabieta, hizo que el Hada decidiese que sería una tontería tratar de razonar, por lo que simplemente la ignoró.

Centrándose en ese momento en la reacción de Scar con el hielo, el hada tomó un trozo de lo que debía ser uno de los rizos de Mérida y lo envolvió en el paño para luego seguir presionando con él la herida del hadita. -Puedes frotarte una mano con la otra, volverán a entrar en calor- le indicó la mujer al que fue un león.

Ciertamente, era muy inteligente por parte de la joven ayudar a recuperar su poder a la llorona de Maléfica. Si eso era lo que realmente hacía que fuese tan poderosa, los demás estaríamos bastante... apurados. Aquella mujer no es que fuese solamente malvada, es que lo pregonaba y supuraba egoísmo por cada poro de su piel. Aunque sus intentos de manipulación fracasaron conmigo y eso tuvo que dolerle... y es que no se puede manipular a quien lleva toda su vida haciéndolo.

La hembra de pelo blanco me indicó como hacer que mi mano entrase en calor y a cambio de su conocimiento yo le ofrecí el mío. - Cuando nos hacemos una herida, nos lamemos hasta que deja de sangrar. Si no llegamos, otro miembro de la manada nos la cura con lametones... entiendo que para vosotros sea algo asqueroso, pero... para mí no lo es. - Indiqué a la mujer. - Si eso conlleva prometer que no me la comeré así será... pero por probar...

Y miré al hombre aquel que quería llevarme a no se donde a comer. - Creo que eso puede esperar. Si Maléfica quiere a esta criatura muerta, es que tiene que vivir. - Y yo no voy a separarme del mocoso... y en cuanto esté a solas... será mi menú. Veremos si así volvemos a casa o no. - No me voy a morir por no comer en un rato más...

Debía hacerles creer que no era el malo del cuento y que bueno, simplemente podía ser una historia inventada donde me pusieron de malo por envidia, puesto que mis ojos y mi porte eran difíciles de encontrar en la sabana. Iba a ser complicado engañar a todos, pero si me hacía con la hembra vieja... los demás irían detrás.