Partida Rol por web

Volver a nuestra historia... eso podría suponer dos cosas, que la cambiase, puesto que ya sabía que Simba había logrado huir de las estúpidas hienas, quienes me mantuvieron engañado durante años y que al final me traicionaron y me mataron o que aquel cuento no admitiese cambios y la historia se repitiese... y de ser así ¿para qué quería volver a un lugar donde iba a morir?

Pero aquello no me quitaba las ganas aún de matar a Andy. Ese cachorro de humano no debía seguir viviendo. No se lo merecía, puesto que me estaba haciendo sufrir ya solamente con haberme hecho adquirir la forma de un maldito humano y traerme a un lugar donde dependía de cualquiera para sobrevivir.

Yo, Scar. Rey de Reyes, dependiendo de humanos, de asesinos de animales para poder seguir respirando. ¿Cómo me cambiaría todo aquello? Quizás volviese a mi cuento y me tratasen como un loco y fuese expulsado por la manada antes incluso de matar a Mufasa... sí, mi mayor logro podría verse corrompido por lo que aquí ocurriese.

Al menos parecía que estaba ganándome la confianza de a quien más respetaban.

- No se para que les dices nada. - Respondí a Hada cuando llamó a aquellas dos. - Desde el inicio, Maléfica no solo ha estado llorando, sino que ha demostrado que no quiere estar con nadie, salvo ahora con esa hembra medio desnuda... quizás se estén divirtiendo allí solas las dos... A fin de cuentas ha tenido a un macho desnudo delante y no ha reaccionado ante él, pero con una hembra medio desnuda no ha tardado en llevársela y quedarse a solas con ella... - Dije insinuante. - Aunque la veo un poco vieja para ella... casi podría ser su madre, pero claro... tampoco es que entienda mucho de las edades de los humanos.

Luego miré al otro macho que aseguraba tener magia y le sonreí. - Veo que cambias la historia a voluntad. Solo es malo cuando acaba el cuento y muere. Pues Campanilla murió y ahí se acabó su cuento... por lo que... era mala según tu teoría inicial y ella... - Volví a señalar el charco de agua del suelo. - ... más de lo mismo. Es bueno saber que los demás somos buenos y que Maléfica, por mucho que se haga llamar ¿cómo era? ¿La señora de la maldad? Qué más dá... no es más que una perturbada mental... que disfruta de la compañía antinatural de otras mujeres prometiéndolas enseñarles ese poder por el que estuvo llorando que no tenía antes de salir al exterior y el cual asegura no poseer.*

Después de aquello me pegué como un buen chico a Hada. - Creo que iré más seguro de tu lado y casi que prefiero no preguntar demasiado... llamaría mucho la atención ahí fuera y me tomarían por tonto... - Y eso era lo último que era.

Sonreí cuando me definió como curiosa, no era la primera y dudaba que fuera la última en decirme que lo era. A veces esa curiosidad me llegó a poner en peligro. Justo en ese momento encontré lo único que me faltaba, un cinto para que no se me cayeran los pantalones que llevaba puesto y cuando me giré para enseñarle mi conjunto vi a Maléfica un tanto extraña e igualmente respondí a su pregunta.- Pues... de momento no...- dije casi dudando. 

Veía aquella mujer observando el espejo con total detenimiento como si allí se encontrara las respuestas a todas sus preguntas, casi dudaba si lo correcto era interrumpirla por lo que esperé. Estaba a punto de interrumpirla cuando habló, no entendía mucho a que se refería pero me di cuenta en breve que no se dirigía a mi. Intenté mirar sobre su hombro esperando ver en el espejo lo que ella estuviera viendo y poder entender que sucedía.

Al notar que Melody había encontrado todo lo que necesitaba para vestirse, y que esta deseaba mostrarle cómo le quedaba el conjunto en cuestión, la hechicera desvió la mirada del espejo a la joven, tan sólo para esbozar una amplia sonrisa. – Preciosa. – Dijo de manera simple, dedicándole una mirada intensa a la chica, mientras esperaba la respuesta del espejo. – Tanto que podría devoraros. – Dijo divertida, antes de reír con cierta picardía. - ¿Estáis segura de que no deseáis hacerme otra pregunta? No parecéis muy convencida de ello. – Afirmó con tranquilidad, mientras continuaba observándola detenidamente. – Ahora soy vuestra maestra. No me gustaría negaros del conocimiento que podríais desear, por más mundano que sea. – Aseguró con seriedad en su voz, a medida que guiaba su mano al mentón de la joven, esperando que se sacara toda duda que pudiera tener sobre ella, o cualquier otra cosa. Por otros, no habría ofrecido nada, pero se trataba de su aprendiz.

De cualquier manera, no ignoró la atención que la joven le había dedicado al espejo, luego de la conversación que Maléfica había tenido con el mismo. Parecía que era incapaz de escucharlo, tal vez porque el espejo parecía encantado sólo con ella, y no con la joven. Era posible que el hada malvada tuviera cierta similitud a la mujer a la que le había jurado lealtad eterna. – No podéis escucharle, ¿verdad? – Le preguntó al final a Melody. – Normal. Parece tener cierto favoritismo hacia mí. – Le explicó en un tono neutral. – Aunque pienso compartir su poder con vos, mi querida aprendiz. No obstante, debéis de tener cuidado. Es un artefacto mágico con un espíritu encerrado en su interior. – Continuó explicándole, esperando que comprendiera la gravedad de aquello. – Parece que, después de todo, la fortuna me sonríe. Y también lo hará con vos, puesto que eres mi aprendiz. – Acarició su mejilla con delicadeza, como si estuviera acariciando algo realmente valioso para ella.

¡CHICAS, QUE NOS VAMOS!

Escucháis decir de abajo,por parte de la Hada Madrina. 

Scar no parecía estar de acuerdo en avisar a Maléfica y la joven que le acompañaba de que se iban, pero al Hada no parecía sentarle mal su negativa. -No quiero que se queden solas sin enterarse- menos aun que se quedasen solas en la casa de Andy... pero no podía obligar a nadie a moverse donde ella quisiera. -No conozco los gustos de Maléfica y, la verdad, tampoco es que sean de mi interés ese tipo de cosas- soltó una pequeña carcajada.

-Ginius, ¿has visitado la biblioteca?- abrió los ojos como platos. Ese hombre parecía saber muchas cosas y haber descubierto otras tantas en el tiempo que ellos se habían quedado en la casa.

Es una pequeña librería regentada por una adorable y bellísima mujer llamada Bella.

Al oír el cumplido que me había hecho Maléfica no pude evitar reírme a carcajadas.- Jajaja de verdad... tus mentiras son peores que las mías... jajaja.- desde que había aparecido en ese nuevo lugar, por primera vez me sentía más relajada y despreocupada. 

- Creo que si vamos a ayudarnos mutuamente tendremos tiempo de sobra para hacernos las preguntas que hagan falta, no creo que esto se deba convertir en un interrogatorio...- dije sonriéndola. Es verdad que me consideraba una persona curiosa y que me gustaba conocer el mundo a mi alrededor pero había aprendido que cada cosa tenía su tiempo y lugar.

Negué con la cabeza mientras miraba el espejo e intentaba concentrarme para ver si podía escuchar algo por más mínimo que fuera pero al parecer no tenía el mismo don que ella para detectar o utilizar magia, aquello me decepcionó aunque intenté no expresarlo.- Con fortuna... ¿se refiere a...? - no sabía si debía preguntar pero si íbamos a compartir un tiempo juntas como aprendiz y maestra no tenía que tener miedo a preguntar.- ¿Se refiere a que ese espejo puede recuperar su magia...? - por que si era así una de las razones por la cual sería su aprendiz era ayudarla a recuperar su magia.

Justo después de preguntarle se oyó la voz del hada madrina llamándonos para bajar.- ¿Vamos...? - pregunté a mi maestra.

Maléfica se quedó mirando en silencio al oír a Melody decir que era una mala mentirosa. – Querida… - Se interrumpió en sus palabras, tan sólo para continuar mirándola, como si estuviera evaluándola, antes de esbozar una amplia sonrisa. – No estaba mintiendo. Podría devoraros con lo preciosa que sois. – Afirmó con total seriedad en su voz, en el momento en el posaba su pulgar, con delicadeza, sobre los labios de la joven, dejando más que en claro que no hablaba de “devorar” en el verdadero sentido de la palabra. De cualquier manera, no tardó en dejar aquel tema a un lado, tan sólo para escuchar el llamado de atención del Hada Madrina, a lo que respondió con una ligera mueca de disgusto. Realmente no le agradaban las otras hadas. No eran más que campesinas en comparación a ella y su poder.

– No tolero a esa mujer. – Declaró con cierta frialdad en su voz, antes de negar con la cabeza. No obstante, no tardó en concentrarse en lo que su aprendiz tenía para decir, a lo que respondió con una sonrisa divertida. – Muy bien. Aunque sois bienvenida a hacer las preguntas que deseéis, ¿comprendido? – Se expresó con sinceridad, a medida que posaba su mano sobre la cabeza de la joven, acariciando su cabello con delicadeza. – Aunque teneis razón, nos conoceremos con el tiempo, supongo. – Se encogió de hombros tras decir aquello, si bien esperaba que Melody se pronunciara cuando deseara saber algo de ella. De todos modos, al notar la decepción de la joven, no dudó en reírse levemente.

– No es vuestra culpa. No es falta de talento, sino la mera insistencia del espíritu. Tiene cierta predilección por mi persona. No debéis preocuparos por eso. – Afirmó con tranquilidad en su voz, esperando que eso la hiciera sentir un poco mejor. – Y sí, es posible que recupere mi poder, pero… tampoco debéis preocuparos. Ya os dije antes, no os elegí como mi aprendiz para recuperar mi poder, incluso si vuestra ayuda sería bien recibida. – Le dedicó una sonrisa encantadora. - ¿Eso es lo que deseáis? ¿Bajar con ellos? – Le preguntó a la chica en cuestión, curiosa, antes de asentir en silencio. – Primero quiero esperar la respuesta del espejo. Luego lo envolveré con unas sábanas y lo llevaré conmigo. Puede que los campesinos sean de utilidad, aunque mi única preocupación es Diablo, mi poder y vos. – Declaró en un tono dulce. Una vez que el espejo le otorgara lo que deseaba, lo envolvería y bajaría con su aprendiz.

Miré hacia un lado y luego hacia el otro. La curiosidad me podía. - ¿Qué es una bibli... blibli... blibi...oteca? - Pregunté mientras abrían lo que hacía poco había descubierto que era una puerta y la luz del sol me cegó uno instantes antes de salir de lo que llamaban "casa de Andy".

Una biblioteca, querido amigo, es dónde se guardan los libros, como ese en el que salía tu historia.

- Querrás decir cuentos entonces... porque... - ¿Y si un cuento era un libro solo que con otro nombre? Como cuando yo hablaba de Simba delante de su padre y luego delante de las hienas. Era el mismo pero con distintas palabras. - Espera... creo que ya comprendo... y viendo los dibujos de esos... libros, ¿aprenderemos algo útil? - Yo ya tenía lo que necesitaba saber. - Porque las otras marcas que tenían... yo no las entendía. Así que no se si seré útil en un sitio como ese...

» Y ya que estamos, ¿qué es eso de la magia y el poder que la dramática del cuervo no paraba de nombrar y llorar por ello? Ginius, dijiste que aún lo conservabas para defenderte... si te ataco, ¿podrás mostrarlo? - Le miré a los ojos, la pregunta iba en serio. Aún tenía que hacerme al cuerpo humano. Se veía que solo usaban los cuartos traseros para correr, saltar... y yo debía hacer lo mismo.

Di un par de pasos hacia atrás, mostré mi mirada más cruel y los colmillos al hombre de piel oscura, mis uñas brillaron cuando las coloqué al sol. Estaba listo para saltar sobre él. - Cuando me digas. Quiero ver esa magia de la que habláis.

Y dejé al Genio de la Lámpara que se preparase y me dijese cuando saltar, para evitar hacerle daño si no funcionaba su magia como decía y era todo una mentira. Aún así iría con toda la fiereza que el cuerpo en el que ahora habitaba me permitía.

Parecía ser, que la llamada de aviso de la Hada Madrina, hizo que las dos féminas se sumaran al grupo. Cuando estuvieron a vuestra altura, Scar sintió una extraña vibración por parte de Maléfica, había algo en ella extraño. ¿Sería que estaba risueña aquel día?

Por otro lado, Lilo empezó a tener claros signos de estar enferma. Empezó a vomitar, sin que pudierais hacer nada por ayudarla. El olor era insufrible, os provocaba náuseas. Del mismo esfuerzo, empezó a llorar. Sin embargo, allí ocurrió algo que os motivó a salir de aquel hogar. Lilo empezó a vomitar sus órganos, de tal forma, que sólo quedó la piel de la niña.

Mientras veíais a aquellos hombres dialogar en el mostrador por alguna razones, poco convincentes, Anastasia empezó a sentirse mal, un poco angustiada. Así mismo, Andy seguía mirando los objetos, pues él sí sabía qué había allí. 

-Anastasia, ¿te encuentras bien? -Preguntó al ver como aquella joven empezaba a sudar.

Facilier intentaba negociar sin éxito con Maui, quien parecía poco convencido. Así mismo, la escena que ocurría detrás vuestra os sacó de la conversación. 

Anastasia, ¿te encuentras bien? -preguntaba Andy

Al echar un vistazo, observasteis que la joven hermanastra de Cenicienta se hallaba sudando. 

¡ Oh shit Motherfucker ! Digo mirando a la niña. 

Vale creo que es hora de que nos vayamos a cualquier otra parte.

Una sensación nueva invadía a Anastasia. Nueva para ella, claro. ¿Por qué se sentía así? Ni que estuviera muy encerrada en esa tienda desde hacía mucho, ni nada por el estilo. Pero por algún motivo se sentía mal y sudaba. Llegó a recordar que el tendero se hacía llamar Dr., pero dudó y finalmente decidió no solicitar sus servicios médicos.

_Vamos, Andy, estoy bien, pero creo que necesito tomar un poco de aire. Toma la lámpara, tu alfombra, y salgamos de aquí. Quizás sea que no comimos nada desde que llegamos.

No estaba del todo seguro de si es que Ginius era un mentiroso o un cobarde. Pero tras mi pequeña invitación a que mostrase que era su magia y como aún podía funcionar solamente cuando era atacado, no teniendo nadie más poder alguno y ver que no solo me ignoraba, sino que jugaba al despiste con la pequeña muerta, ignorando por completo la llegada de la "Malévola Llorona" y su aprendíz, comprendí que aquel tipo no valía mucho más que la "Poderosa Malvada" sin poderes: nada.

Miré a Maléfica a los ojos. No podía negar que sentía atracción animal hacia ella. Su mirada, tan cruel, despertaba mis más bajos instintos. Si fuese una leona sin duda me tendría a sus pies desde el primer momento que la vi. Pero ahora... ahora dudaba de lo que me hizo sentir al verla. Quizás no me equivocaba del todo y ambas hembras disfrutaron de lo suyo juntas... todo parecía indicar que a aquella hermosa hembra de ojos verdes le atraían más las otras hembras que los machos.

Pero no era asunto mío y tampoco es que me importase demasiado.

A lo que si le di importancia fue a la forma de morir de la cachorra humana. - ¿Nadie les enseña que las bolas de pelo se vomitan a solas? Es siempre tan asqueroso... - Me quejé dramatizando un poco hasta que comencé a ver como aquella cachorra comenzó a vomitar órganos por la boca. Enteros, sin digerir.

- ¿Y ahora es cuando debo creer que los humanos no comen carne cruda? - Pregunté a Hada, para ver como poco a poco la cachorra se iba desinflando y su piel quedaba a un lado y su cuerpo, desmontado y con un aroma especial, vertido justo donde estaban sus pies. Aquel olor a entrañas... me relamí.

- ¡Oh! ¡Sí! ¡Creo que mi comida está lista y calentita! - Exclamé entusiasmado al ver el festín que me esperaba, olvidando ya la proposición que le hice al cobarde del Genio. Sonreí y mis tripas resonaron con fuerza con aquel fuerte olor que parecía espantar al Ginius cobarde. - ¿Te vas? ¡Genial! Más para mí.

Y paso a paso, me fui acercando a los restos de la cachorra, con mis ojos fijos en ellos y mi boca salivando por el festín que me esperaba mientras que los demás iban a esa biblioteca a mirar cuentos sin sentido.