Estuviste corriendo un rato, sin ningún tipo de control. No sabías a dónde ibas, sólo sabías que tenías que huir.
Viste una puerta entreabierta y no dudaste en entrar. Era una clase, pero no sabías cuál. Cerraste con un poderoso golpe y te escondiste detrás de las mesas.
Te están buscando, saben que te escondes. ¡Y tú sigues quieta! Lo vas a perder todo, te expulsarán de la Universidad y perderás a Ricardo...
Acurrucada en el hueco de la escalera no dejabas de temblar y temblar. En tu cabeza seguías escuchando los pasos cada vez más fuertes. Se acercaban, se acercaban.
Seguro que es mi madre, seguro que le ha pasado algo... Malditas ondas, seguro que ha enfermado por las radiaciones de las antenas... ¡Los móviles son cancerígenos, joder!
Tu móvil no tenía ninguna llamada ni ningún mensaje. ¿Habría vibrado tu pierna sola? ¿O habría pasado algo y se había perdido?
no podías correr suficientemente rápido mientras mirabas el móvil. Te chocaste con una columna y te quedaste con el hombro dolorido.
Maldito Martin, no corre lo suficiente... ¡Me van a pillar! ¡No me voy a ir de la Universidad porque sea torpe!
Corriste sin preocuparte por Martin. Entre él y tu, mejor sería que cayera él solo. Corriste y, de un salto, saltaste a un contenedor de papel. Allí estarías a salvo de todo, no mirarían de ninguna manera...
Pero tu conciencia comenzó a trabajar. Habías dejado a Martin sólo, y seguramente estaría tirado en el suelo sin tu ayuda. Pero el miedo parecía retenerte. Aún escuchabas algo.
Mierda, mierda, mierda, mierda, soy una jodida asquerosa. Y tu te las das de que no dejas tirado a tus amigos ¿Qué te diferecia ahora de la foca de Ainoha?
Sabina comenzó a culparse una y otra vez hasta que no pudo más y, recordando la cerveza que llevaba en la mochila la sacó y se acercó corriendo a donde había dejado a su compañero. No la expulsarían si se había metido de fiesta por allí ¿No? Espera...lo mismo todo es parte del plan de las dos trepas para asustarnos. Que oyese el ruido justo al tiempo de haber recibido su mensaje...
¿Martin? Mierda...Martin lo siento—susurró con congoja en la voz mientras se acercaba
Mientras miraba el móvil, el cual no tenía nada de que hubiera llamado alguien, me golpeo con una columna, dejando el hombro y el brazo izquierdo dolorido.
Me tengo que sentar debido al dolor y lo agarro con mi brazo derecha, para ver si el calor hace que disminuya un poco el dolor del impacto. Echo un ojo a los alrededores para ver dónde me encuentro, ya que salí corriendo debido al miedo.
Padre Nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino... comenzó a recitar oraciones en su mente mientras poco a poco recobraba la compostura y el aliento. Tardó un minuto o dos en calmarse completamente y tomar conciencia de donde estaba.
Había cometido un error al separarse de sus compañeros...o tal vez no, ¿y si los habían pillado?¿Que iba a hacer?¿Seguirían intentando robar el exámen? Su cabeza era un hervidero de preguntas que se agolpaban unas sobre otrasy que no terminaban de encontrar respuesta.
Dedicó unos segundos a mirar a su alrededor, lo más importante ahora era saber donde estaba exactamente.
De repente Martin comenzo a temblar. Empezo a arrastrarse zafandose de Sabina (de manera violenta) y se arrastro murmurando cosas como.
-No podre jugar nunca mas... nunca mas... nunca mas...
Se arrastraba rápida pero silenciosamente hacia la clase mas cercana y se detuvo en la puerta forcejeando como pudo con el pomo. Solo queria huir...
¿Martín? ¿Pero qué? Tranquilo La súbita aparición del chico le había asustado mucho, pero más la actitud que estaba teniendo en aquel momento, tan poco propia de él ¿Qué hacer? ¿Y si..?Pero se enfadaría...seguro que se enfadaría y se iría, y la dejaría sola en aquel horrible lugar. Aún así, había que arriesgarse. Sabina se adelantó hasta ponerse al frente de él. Lo siento. Cerrando los ojos y pálida como una muerta, Sabina pegó un fuerte bofetón en la mejilla del chico, esperando que eso lo hiciese entrar en razón Lo siento mucho. Después de el bofetón, la chica rompió a llorar en silencio mientras temblaba agarrando aún por el hombro al chicoy, finalmente, dejando car el brazo. Lo siento. Es culpa mía, joder...
No podía ni moverme del miedo. Así que decidí cerrar los ojos y esperar a que sucediera algo. Tenía la esperanza de que como mucho serían los profes que nos habían pillado, pero ¿Y si no era así? Y... ¿Dónde estaría Ricardo? Ojalá me hubiera quedado con él.
Te habías equivocado de aula, sin duda. Allí los biólogos se especializaban en una de sus ramas. La herpetología estudiaba todo tipo de... reptiles.
Y no, no estaban muertos. Todos ellos estaban en sus terrarios... ¿Todos?
Un terrario tenía la tapa levantada. Numerosos troncos estaban en su interior, como si el animal que viviera en su interior le gustase estar enredado en ellos...
En ese terrario había un cartel que decía el nombre del animal
Python Regius
Pitón Real
El silencio te rodea, o eso esperas. Pero notas algo a tu alrededor. Algo que se mueve, algo que te roza la piel, algo que te está tocando... ¿No estabas sóla? Los ojos cerrados no te van a proteger de aquello...
No te sonaba nada. Nunca habías estado en esa zona de la Universidad. ¿Hasta dónde habías corrido?
Estas en una especie de sala de espera. Hay algún que otro sillón y cuatro puertas. ¿Por cuál habías entrado? Todas parecían cerradas. Y ninguna de ellas tenía ningún picaporte. Todas tenían una especie de pantalla plana. ¿Habría que poner allí la palma?
Sabina te había abandonado, te había dejado caer. Te habías quedado solo en la Universidad, de noche y cojo.
Un soplo de esperanza pareció volver. Escuchaste la voz de Sabina. ¡Estaba volviendo! Pero, al girar la cabeza, no había nada ni nadie...
Hasta tu cerebro se reía de ti. Sólo y sin poder jugar más...
Entraste como pudiste en una clase, resoplando y sudando. Te pudiste poner de pie y mirar a tu alrededor. Podías haber entrado en cualquier clase, pero la mala suerte te había llevado a una en particular...
Lleva de insectos.
Muchos insectos estaban dentro de sus urnas. Avejas, avispas, mosquitos, escarabajos...
Al dar el sopapo a Martin, su imagen se desvaneció. Ya no pudiste ver al pobre y destrozado jugador, sólo había una columna, y tu mano dolorida por el golpe.
Tu mente te había hecho ver que seguías acompañada. Pero te habías quedado sola. Otra vez. Sola. Ricardo había preferido a Hellin. Habías abandonado a Martin y ya no estaba esperándote. ¿Y ahora?
Al notar que estaba tan cerca mía y que incluso me toca, me levanto sobresaltada, dándome un golpetazo fuerte en la cabeza con el techo de la escalera.
-¡AUUU!- Entonces, aun afectada por el dolor, me acuerdo del motivo por el cual me había levantado y salgo corriendo, echando un vistazo atrás para saber qué es lo que me había tocado.
No me lo podía creer, ¿tanto había corrido para llegar aun área que no me sonaba? Algo estaba pasando y no sabía el que. Abro la boca para ver si alguien me oye, pero sin levantar la voz, no me olvidaba de la misión que nos había traido hasta la universidad.
- ¿Hay alguien ahí? ¿Dónde estoy? Mientras decía estas palabras me acerque a la primera puerta que tuve de frente y puse la palma de mi mano encima de la superficie que tenía.