Partida Rol por web

| DESCRIPCIÓN DE PLENISFORD |

Aldea humilde donde todos son trabajadores y se ganan la comida del día a día. Las casas son sencillas y predomina normalmente los tonos marrones en sus tejados. Las paredes están todas hechas con piedras.
Las familias con más poder adquisitivo pueden permitirse el lujo de tener un hermoso césped o jardín alrededor de su hogar pero suelen ser excepciones. La aldea dispone de una pequeña muralla que la rodea y con dos portones, uno a cada extremo. Una calle principal cruza la aldea, mientras que otras calles secundarias y más estrechas atraviesan la principal.

| DESCRIPCIÓN DE LA CASA DE NAIDA Y LUNA |

La casa donde viven Naida y Luna, junto a los padres de la última, está entre las cinco más grandes de la aldea. Cada una de las jóvenes dispone de un aposento, aunque el de Luna supera con creces al de Naida. Ésta última dispone de una pequeña ventana, sin decoración y sin muñecos con los que haber jugado durante su infancia. Luna, sin embargo, lo tiene todo: un hermoso ventanal con preciosas cortinas a juego con las sábanas de su cama, muñecas y diferentes juguetes repartidos por toda la habitación, muestra de que es hija única.
También disponen de un establo con algunos caballos. Luna tiene el suyo propio, aunque Naida siempre sea la encargada de cuidarlo por órden estricta de Aurora, su madrastra.
Además tienen el horno a escasos centímetros, donde el padre de Luna hornea el pan con ayuda de Aurora para entregárselo después a Naida, que es la encargada de llevarlos hasta los hogares de los clientes.
Ésta casa se encuentra en el centro de la aldea, en una de las calles secundarias, apartadas del resto de las casas para tener tranquilidad e intimidad.

| DESCRIPCIÓN DEL NEGOCIO Y HOGAR DE JACK |

La joyería del viejo Jack también se encuentra en una calle secundaria, un poco alejada de la casa de los panaderos, hacia el norte. El local es un lugar siniestro que no incita a entrar en él. Tiene ventanales pero fueron apuntalados para evitar miradas de curiosos. Los expositores están llenos de polvo y con algunas telarañas por el techo.
La casa está al lado del negocio. No olía tanto a mugre como la casa que utilizaba para su comercio, pero tampoco es que oliera a flores, precisamente. Al entrar estaba el vestíbulo. Parecía bastante pequeño y confortable. No había nada colgado de la pared, ni retratos de su familia… Ni siquiera habían cuadros o plantas adornando la estancia, sólo un viejo sillón de madera en uno de los rincones. En el pasillo se extendía una alfombra marrón oscura y estaba llena de polvo. La segunda puerta del pasillo que quedaba al lado derecho de éste, estaba el salón donde tenía butacas, que eran acolchadas.
Aquella estancia era más alegre que las anteriores. Había dos cuadros; uno representaba el precioso paisaje de algún lugar. Nunca había salido de Plenisford, así que no podría reconocer el cuadro de ningún lugar, pero estaba repleto de casas blancas y árboles hermosos, con gran cantidad de hojas verdes. El segundo representaba a una mujer con el cabello rubio dorado y con los ojos azules. Era delgada y los rasgos de su cara estaban bastante marcados, aunque eso no le quitaba ni un poco de aquella belleza espectacular de la que gozaba. Estaba sentada sobre un tronco caído, en mitad del bosque, y llevaba puesto un vestido de seda blanco.

| JUGADA MASTER |
 

La ciudad de Plenisford había amanecido con un sol radiante poco habitual desde hacía años. La oscuridad había invadido la Tierra Media y hasta entonces pocos rayos de luz eran los que habían alumbrado alguna de las ciudades. Ese día, sin embargo, era diferente. Todos lo notaban, todos lo sentían, y el ambiente era mucho más agradable.
La actividad era la habitual de todas las mañanas, con la gente comprando en los puestos del mercado, otros limpiando los alrededores de la puerta de acceso de sus casas, otros arreglando desperfectos del tejado, etc. Todos estaban ocupados con sus tareas.
Jack se encontraba aún en su casa, preparando su desayuno antes de ir a abrir la joyería. Nunca iba nadie a comprarle pero no le importaba, él seguía abriendo su local como siempre hacía. En algún momento alguien querría una joya que el vendedor principal no tendría en su poder y entonces acudirían a él. Aunque, en realidad, no le preocupaba que no fueran a comprarle. Jack llevaba bastante tiempo sin enviarle cartas a su querido amigo Grey, alrededor de un mes. No había novedades de las que informar pero, ¿y si estaban preocupados?
Aurora, la madre de Luna, acababa de darle a Naida la lista con los clientes que habían solicitado sus preciados panes.
- Tienes el caballo y el carro listo en el establo. Allí tienes también los repartos así que no falles ni uno solo, ¿te queda claro?- le ordenó Aurora, que era claramente la madre de Luna. Ambas tenían exactamente el mismo físico, sólo les diferenciaba la edad.
Luna, mientras tanto, se encontraba en el establo. Solía acudir allí para despedir a Naida todas las mañanas y cepillar a su caballo antes de que se marchara. Aunque no fueran hermanas de sangre ellas se consideraban como tal. Estaban muy unidas y no podía haber nada que pudiera cambiarlo, ni siquiera Aurora, que en muchas ocasiones lo intentaba.

Escuché con atención las palabras de mi madrastra, aquella mujer que debería ser un modelo a seguir si no fuera por lo mal que se portaba conmigo. Aprovechaba cualquier oportunidad para humillarme, para maltratarme psicológicamente, y para hacerme daño físico de vez en cuando. No tenía más remedio que soportarlo pues ella me había acogido en su casa cuando nadie más había querido, ni siquiera mi propio padre. Mi madre había fallecido al dar a luz, eso era lo único que sabía de mi pasado... Eso y que ella me había dejado en herencia una pequeña joya en forma de lágrima blanca que siempre llevaba colgada al cuello, oculta entre las vestimentas.

Me encaminé hacia el establo con la lista de los repartos en la mano, admirando el cielo tan despejado que había ese día. Era estupendo que por una vez la luz pudiera alumbrar la ciudad. Los árboles verdes parecían aún más verdes con los rayos del sol. Todo era mucho más hermoso.

Caminando llegué al establo y allí estaba Luna.
- Hola, Luna- le dije, con una sonrisa.

Me encontraba cepillando los cabellos del caballo como ya era costumbre, la noche anterior fue bastante agradable, pero no perfecta, nunca mis noches pueden ser perfectas, no sabiendo el trato injusto que recibe mi hermana por parte de mi madre, doy un suspiro cuando la escucho mencionar mi nombre, en mi rostro se dibuja de manera instantánea una sonrisa, la mejor que pudiese ofrecerle a mi venerada hermana para que su día no comience del todo mal. Corro hacia ella y la abrazo, luego me separo un poco de ella y la miro fijamente.

-Hola Naida - Le digo armónicamente haciendo que mi voz suene un tanto musical para ella - ¿Has dormido bien? - Le pregunto preocupada por ella - Lamento que te toque hacer estás cosas... - Digo finalmente con un tono tristón en mi voz. 

Jack lleva un tiempo sin arreglarse la barba, ni cuidar su aspecto. Sinceramente a quién le importa, cuando no recuerda a nadie entrando en su tienda ni por equivocación. Suele desayunar una infusión que no tiene paciencia de esperar a que se enfríe y que muchas veces le ha provocado alguna que otra quemadura en la lengua. Sin embargo hoy mirando en primer lugar el sol que entra por la ventana y en segundo lugar el cuadro de la mujer vestida de blanco, se da un baño y se arregla la barba, después se pone ropa algo más pulcra y toma un buen desayuno sin prisas.

Una vez terminado recoge todo y sale hacia su tienda, tarareando una melodía que no recuerda dónde ha escuchado.

Mientras camina va pensando que va siendo hora de escribir una carta a Grey, aunque no sabe muy bien qué decir. Pues no tiene novedades que contarle.

| ESTABLO |

Naida sonrió a su querida hermana y amiga. Si no fuera por ella los días se le harían eternos, el trato recibido por Aurora sería mucho más doloroso si Luna no le dedicara una sonrisa todos los días. Estaba claro que su felicidad dependía de ella y no podrían separarse nunca.
- No te preocupes, al final he acabado acostumbrándome- comentó entre risas para que Luna no le diera tanta importancia. Por alguna extraña razón sintió que Aurora la vigilaba de modo que montó en el caballo impulsándose con los brazos-. Gracias por cepillarle. Seguro que te estará eternamente agradecido. ¿Nos vemos luego? Si no llevo a cabo los repartos tu madre me matará- añadió con una pequeña sonrisa dibujada en su rostro, evidentemente para que no se preocupara.

| JUGADA MASTER |

Aurora seguía en la puerta de la casa vigilando a Naida. Al ver que se retrasaba hablando con Luna decidió acercarse a toda prisa. Cuando la muchacha subió al caballo su madrastra aprovechó para azotar al caballo y enfadarlo, todo para que corriera lo más rapido posible. El animal así lo hizo y salió disparado, perdiéndose entre las casas.

- Te he dicho mil veces que no me gusta que distraigas a Naida de sus tareas, cariño- le dijo Aurora a su hija Luna con una agradable sonrisa.

El caballo de Naida era incontrolable en esos instantes. No podía dejar de correr. Al llegar a la calle principal de la ciudad se detuvo en seco, haciendo derrapar el carro. La consecuencia de ello fue que los panes que cargaba se cayeran al suelo. Algunos se partieron y otros quedaron rebozados en la tierra que se extendía bajo los cascos del caballo. La imagen era un desastre y la gente se quedó mirando con asombro. Los más pobres se apresuraron a coger algunos de los panes, sin importarles que estuvieran sucios. El hambre podía transformar a una persona hasta límites insospechados. Lo que estaba claro es que Aurora se iba a enfadar mucho cuando se enterase.

| ESTABLO - CALLE PRINCIPAL |

Estaba despidiéndose de Luna cuando de repente apareció Aurora, con esos aires de superioridad que tenía siempre. Azotó al caballo para enfadarlo y éste salió disparado hacia la calle principal sin darme la oportunidad de decir una palabra. Intenté controlar al animal pero no lo conseguí. Se detuvo cuando llegamos a la calle principal, donde la gente caminaba de un lado a otro. El carró derrapó en la tierra y los panes cayeron al suelo. Los más pobres empezaron a llevárselos a pesar de estar sucios, pero Naida no intentó detenerles. Los clientes de Aurora no iban a querer los panes y tampoco los querría su madrastra, así que valía la pena alimentar a los más pobres...
Me quedé pensativa unos segundos, temblando ante la imagen de Aurora enfadada cuando le dijera que no había podido repartir el pan.
Sacudí las riendas del caballo y empecé a alejarme de la calle principal, paseando. No podía parar de pensar en los azotes que Aurora me daría al llegar a pesar de que la culpa había sido realmente suya.

Ves que Aurora se acerca, azota al caballo y se aleja (el caballo, porque Aurora permanece a tu lado). Lo demás no consigues verlo pues Naida y el animal desaparecen de tu vista.

Calle Principal

Jack tras haber desayunado y haberse aseado se dirige a su taller cuando oye un estrepito en la calle. Se acerca a ver lo que ocurre y ve el desastre. Se acerca a ayudar a la joven Naida a recoger los panes caidos.

Que ha ocurrido?. La pregunta

Parece realmente preocupado.

Te encuentras bien?.

| CALLE PRINCIPAL |

Me había resignado a pasear por la ciudad hasta que anocheciera, pero antes de que eso pudiera suceder alguien se encontró conmigo. Se trataba de Jack, uno de los joyeros de la ciudad. No se dejaba ver relacionándose con gente de modo que me extrañó que me ayudara con los panes y me preguntara por mi estado. Sin embargo, era de agradecer. Que alguien se preocupara por mí, además de Luna, era confortable.
- Em... Nada, en realidad ha sido un accidente con el caballo- dije, agradeciéndole con una sonrisa que hubiera recogido los pocos panes que quedaban en el suelo-. Ya no podré realizar la entrega de los pedidos y Aurora... Bueno, digamos que cuando llegue a casa recibiré el castigo por todo ésto...- añadió, aunque no entendía por qué le contaba sus problemas a Jack, pues tampoco lo conocía lo suficiente. Sentía la necesidad de hablar con alguien y confesar sus temores-. Tengo miedo de llegar y estaba haciendo tiempo... No quiero que me golpee...-
Un nudo se formó en mi garganta y contuve las lágrimas que peleaban por salir de mis ojos. Empezaron a temblarme las manos, las piernas, los brazos... Hasta los cabellos me temblaban del miedo que le tenía a Aurora. Por mucho que lo intentara no encontraba la manera de evitar los azotes que me daría mi madrastra al llegar a casa.

Calle principal.

Jack pone cara de preocupacion, sorpresa y amabilidad hacia Naida.

-Vamos a hacer una cosa. Realiza la entrega de los panes que no se han caido y despues vienes a visitarme a la joyeria. Seguro que nadie nos molesta alli. Nadie visita mi tienda.-

Despues mira a Naida. Que pasara por su cabeza?.

-Espero que no tengas miedo de mi?. Se que mucha gente habla de mi tienda como un lugar siniestro...pero no debes temerme. Te ayudare.-

|Establo|

Quedo boquiabierta cuando veo a mi hermana salir despedida a toda velocidad con el caballo y los panes, aquello no podría terminar bien, trago saliva, tenía ganas de gritar que eso era injusto, pero... ella es mi madre ¿como podría hablar mal a mi madre? Me muerdo el labio. 

-¿Estará bien? - Digo preocupada por Naida - Madre, ¡eso no puede terminar bien! - Exclamo visiblemente alarmada - ¡Tenemos que ir a ver que no se haya hecho daño!

Miro angustiada a Aurora, nunca antes la había visto de esa forma, pero tampoco antes había visto que un caballo saliese a esa velocidad, me preocupa que pueda sufrir algún daño... ¡o incluso morir volcada!

| JUGADA MASTER |

Aurora miró severamente a su única hija Luna. Era obvio que no le había gustado nada que ésta se preocupara por la que podía considerarse como su esclava, pues realmente así la trataba. Frunció el ceño, empezando a enfadarse y respiró hondo para relajarse.
- Pequeña, no te preocupes por ella... Estará bien, seguro- empezó a decir Aurora, intentando convencer a la niña. Aurora sabía lo tozuda que podía llegar a ser su hija, y más cuando se trataba de Naida. Tenían una relación que su madre no llegaba a entender y al mismo tiempo odiaba. No soportaba que quisiera pasar más tiempo con Naida que con ella, su propia madre, la mujer que la trajo al mundo-. Salió tan rápido porque no puede perder ni un segundo más. El tiempo es muy valioso en nuestro trabajo, querida. Los clientes necesitan sus panes para poder comer, ¿entiendes? Naida sólo hace su trabajo. ¿Quieres que vayamos a dar un paseo o juguemos con tus muñecas?- añadió Aurora con una sonrisa de oreja a oreja, deseando que se olvidara del asunto.

Mientras tanto, Jack intentaba ayudar a Naida. Casi todos los panes habían sido robados y sólo unos pocos se habían salvado de caer al suelo. El joyero le había ofrecido la posibilidad de acudir a su tienda. Mientras ellos conversaban unos niños con vestimentas rotas y sucias observaban con deseo los panes que habían sobrevivido al saqueo. Tenían la mirada triste y miraban apenados a Naida.

| CALLE PRINCIPAL |

Sonreí levemente a Jack, agradeciéndole así el apoyo que me estaba mostrando a pesar de no conocerme demasiado. Sentí que nos observaban y me di cuenta de que unos niños hambrientos miraban ansiosos los panes que habían quedado. Me encogí de hombros y me acerqué a ellos.
- Administrarlo bien y no os dejéis apoderar por el hambre. Racionarlo y os sentará mejor- les dije con una sonrisa de oreja a oreja. Después me alejé y volví junto a Jack, haciéndole un gesto para comenzar el camino hacia su joyería-. Si voy a recibir una paliza al menos que sea por un buen motivo... Aunque hubiera repartido ese pan, Aurora me hubiera azotado igual, así que prefiero hacer felices a los más necesitados... Puede que así me duelan menos los latigazos- comenté mientras mis pies se ponían ya en marcha.

Joyería de Jack

El camino a la joyería transcurre bastante en silencio. Jack deja que sea Naida la que lleve las riendas del caballo. No quiere hablar del asunto por la calle para que los oídos indiscretos escuchen.
El camino a la joyería no es muy largo, así que la situación no llega a ser muy incomoda.
Según llegan a la puerta Jack anuncia.
- Esta es mi tienda. Con la fama de siniestra que tiene, seguro que esta noche todos tus amigos querrán que les cuentes como es y como soy yo.-
Sonríe afablemente.
- Pasa, no tengas miedo. Estoy seguro que mas de un curioso ha visto que venias conmigo...si eso es lo que te preocupa.-
Se encoge de hombros.
- Puedes curiosear todo lo que quieras mientras te preparo algo para calmar los nervios. Después me gustaría que me contases sobre lo sucedido y el trato de tu madrastra. Y por si acaso no estaría mal una lista de los clientes de la panadería. Deberían saber que no recibirán pan. Aunque es probable que se haya corrido ya la voz.-

| JOYERÍA DE JACK |

El paseo fue agradable si no fuera por el increíble silencio que había reinado entre ellos. Pude pensar en mis cosas gracias a ello y llegué a la conclusión de que no quería recibir más palizas. Las había soportado durante mucho tiempo y no quería seguir siendo la esclava de la mujer que me había acogido a pesar de no haberme querido nunca. Era doloroso, no sólo físicamente, sino psicológicamente. Que alguien estuviera rechazándote una y otra vez... No tenía palabras para describirlo y tampoco podría hacerlo con Jack.
Observé con atención la joyería donde me encontraba y entendí por qué todos la consideraban demasiado siniestra para entrar. Las vitrinas estaban llenas de polvo y en los rincones del techo había telarañas. En el suelo también podía verse la suciedad acumulada de mucho tiempo, pero a mí no me importaba. Aquel hombre se había ofrecido a escucharme y eso lo valoraba mucho más, pues la única persona que hasta ese momento se había preocupado de mí había sido Luna.
- Jack... No quiero volver con Aurora, no quiero volver a ser su esclava...- empecé a decir, sin dejar de mirar las vitrinas. De repente me detuve, cogí con una mano la lágrima blanca que colgaba de mi cuello oculta entre mis ropajes y entendí que lo tenía todo muy claro-. Me iré de Plenisford, Jack... Robaré, me alimentaré de plantas, venderé la joya que me regaló mi madre... Haré lo que haga falta para salir de aquí-.