Partida Rol por web

Sí, sí, perdona, se me pasó describir la acción.

El combate continuaba y a pesar de las triquiñuelas de Malickud y de los constantes ataques, la criatura, presa de un odio que obviamente era enorme, continuaba luchando sin inmutarse. Los ataques de Gerald y de Sirenia, fallaron de nuevo. Al igual que el ataque del varag, que esta vez no pudo traspasar las defensas del clérigo.

Gerald alzo su espada en nombre de su dios, necesitaba todas las fuerzas que pudiera darle para derrotar a la vil criatura que no paraba de castigarle.

- ¡Por la Dama Roja!

Tras el fallido ataque, retrocedio un paso. Era posible que si aguantaba lo suficiente, de esta forma pudiera llevarlo a un terreno mejor adaptado para la lucha que la precaria situación en la que estaba.

Malickud, progresivamente fue incrementando el sonido del derrumbe y lo que al principio empezaron siendo piedrecitas sueltas, ahora empezaban a ser piedras de considerable tamaño las que se estrellaban contra el suelo o que pasaban entre Geral y el varag.

Tenso de nuevo la ballesta y apunto al Varag. Lamentablemente fallo de nuevo.

El combate se estaba alargando mucho más de lo que cualquiera de los bandos pudiera desear. Pero el varag no se iba a rendir tan fácilmente. Agarró su cimitarra con fuerza y descargó un nuevo golpe, aprovechando que el clérigo parecía ahora más derrotado, al menos anímicamente.

El golpe fue certero a su cabeza. Las cosas comenzaban a complicarse una vez más. El varag parecía sonreir.

Puede que fuera lo ultimo que Gerald hiciera, pero se llevaria a ese bicho por delante costara lo que costara.

Malickud aguardó mientras mantenía la concentración en la lluvia de piedras a que Gerald descargara su golpe, al ver que este erraba y antes de que atacara el Varag, dejó oir el fuerte ruido de un nuevo desprendimiento e hizo coincidir una enorme roca cayendo sobre el Varag, que sin lugar a dudas le aplastaría o le arrojaría al vacío. No le quedaba otra que apartarse precipitadamente o al menos esos esperaba el gnomo.

Otra de mis flechas se pierde en el horizonte como respuesta al ataque del Varag. A este paso voy a necesitar una nueva aljaba para poder acabar la misión...

La roca (imaginaria) cayó desde lo alto de la cueva. Pero la velocidad que tenía no era suficiente para el varag, que la evitó con mucha facilidad. El combate continuaba y los recursos empezaban a escasear. El varag cargó de nuevo contra el clérigo esperando que las heridas hicieran mella y asi poder asesinarle de una maldita vez.

El golpe impactó de nuevo, haciendo una nueva hendidura en la pierna del humano.

Cesado el ruido ya no tenía demasiado sentido seguir con la ilusión óptica, así que volvió a cargar su ballesta y a disparar, sin embargo, lo hizo casi con desgana a pesar de que se estuvieran jugando la vida, estando a punto de que la consecuencia del remedio fuera casi peor que la dificultad que ya se les presentaba.

Viendo que Gerald debe retroceder, retrocedo un paso y desenvaino mi daga buena. Con un poco de suerte será más efectiva que la ballesta.

Vaya decision, retroceder causando probablemente mas daños por parte del Varag, o continuar luchando hasta el ultimo aliento. ¿Por que no ambos? - Eso pensaba Gerald cuando descargo un golpe con su espada intentando inutilizar en todo lo que pudiera a su enemigo antes de comenzar a retroceder.
 

El varag estaba dispuesto a dar muerte al clérigo cuanto antes. Aprovechando la oportunidad que le daba el retroceso hacia atrás de Gerald, que miraba el suelo para evitar caerse, descargó un tremendo golpe vertical sobre su cuello. Sin embargo, la armadura consiguió desviar la hoja, que salió despedida hacia atrás en un movimiento que desequilibró por un segundo al varag. No obstante, no se iba a quedar ahi, lanzándose hacia adelante, volvió a descargar un nuevo golpe.
 

La armadura de nuevo, o quizás un poco de suerte, consiguieron evitar de nuevo que la hoja encontrara carne que desgarrar. Finalmente estaban en la batalla Sirenia y Gerald. Ahora tendrían la oportunidad de dañarle entre los dos. Malickud aun quedaba un poco más alejado.

Malickud cargó de nuevo la ballesta y disparó. Poco más podía aportar, así que decidió seguir disparando hasta que agotara los virotes que le quedaban.

Intento atacar al Varag con mi daga, sin embargo fallo estrepitosamente. 

Gerald necesitaba curacion urgente, por lo que canalizo el poder divino de la dama roja y transformo uno de sus conjuros preparados en el curar que tanto necesitaba.

La curación de Gerald se perdió ya que, debido a la presión del combate, no fue capaz de concentrarse en el mismo. Sin embargo, las tornas iban a cambiar para el grupo.

- Cuantos visitantes tengo estos dias - la voz parecía salir de la catarata misma, en un tono grave, barítono. Pero no, la voz pertenecía a un robusto y atractivo hombre que apareció en medio del camino desde las aguas de la cascada, envuelto con una brillante cota de mallas. Su pelo, de color plata, no parecía mojado, aunque la cascada había estado cayendo sobre sus hombros unos segundos antes. Una poblada barba cubria y rodeaba su rostro, enfatizada por un colgante, también de plata, que colgaba de su cuello. De este, colgaba un afilado pendiente que parecía una bellota. Portaba, en cada mano, hachas del mismo metal precioso. Sus ojos, intensos como profundas y pálidas piscinas azules y blancas. - Y algunos no me agradan.

Con un movimiento de la mano, conjuró un hechizo. Gerald, asustado, estuvo a punto de soltar un alarido. Sin embargo, el objetivo no era él, pese a que los ojos de aquel hombre estaban clavados en el clerigo. El varag cambió su gesto, estaba claramente asustado, y más aún, cuando el hechizo hizo efecto.