Partida Rol por web

Yari sonrió a Mól, y cuando hizo su comentario, asintió con una miradita un tanto pícara.

Sé... Y se le escapó una pequeña risita. Habían algunas personas que salieron a cotillear lo que pasaba, pero ya estaban volviendo a lo suyo.

A pesar de que el masaje la agradaba, iban escapándole algunos gestos de molestia o dolor hasta que finalmente le apartó las manos.

Con gestos y medias palabras se intentó hacer entender... pretendía pasar por la capilla de Helm a ver si le podían hacer un apaño.

Algo sorprendido porque respondiese con una mirada pícara en lugar de con un golpe, reanudé el masaje que le estaba dando antes de la interrupción, aunque mucho más suavemente e intentando evitar las zonas golpeadas… lo cual, dada la gran cantidad de golpes que había recibido, no es que fuese precisamente fácil. Al final, ni mi cuidado ni su empeño en parecer fuerte bastaron para seguir acallando el dolor.

Te dije que no era algo que se curase con un masaje- le dije con un tono de reproche traicionado por la sonrisa en mis labios.

Aunque costó un poco entender a qué se refería cuando empezó a  gesticular y a hablar como buenamente podía, pero cuando entendí a lo que se refería, asentí.

Será lo mejor, con tantos golpes podrías tener algo más que simples moratones- le dije -Y además, no me gustaría que este incidente nos estropease lo que queda de noche... - dije - ¿No piensa lo mismo, mi señora?- añadí bromeando -Sepa que será para mí un placer y un honor servirle de apoyo durante el trayecto- le dije ofreciéndole el brazo con una sonrisa, para que no lo tomase como que creía que no podría llegar por su cuenta. No es que lo creyese, claro, pero sí que pensaba que le sería más fácil de esa forma.

Osellë entusiasmada asiente al comentario mientras cierra los ojos con tal de corresponder aquel beso desde una intensidad palpable, impregnada por toda la dulzura que le genera Varken. Pero algo es lo que llama su atención al separar sus labios del soldado, era un sonido muy peculiar que para una elfa como ella, suele ser imposible de obviar. 

- Cariño... Ruido en las ramas, finge que no lo has escuchado y observa. -  susurra en el oído de quien ahora sería su pareja al rodear un poco más su cuello con los brazos mientras se coloca de puntillas. Sabía que con eso, el soldado estaría en alerta y podría ver ya que ella estaba de espalda, lo que sucedía en verdad. Podría ser un animal o algo peor, lo cual para Osellë era importante. 

No obstante, la elfa silbó de una forma especial para atraer a su lobo. Sul no tardaría mucho en llegar y le preocupaba que esté solo por allí. 

Sul tardó en aparecer un rato más de lo esperado, pero lo hizo, aunque un tanto tenso.

Varken se quedó quieto, tratando de aparentar que todo seguía igual, y también susurró.

No he oído nada... ¿Deberíamos marcharnos....? No conozco los peligros de este bosque... 

El ruido había cesado, pero no se le había oído alejarse. Fuera lo que fuera, estaba en alguna rama alta, a unos diez metros de altura y entre cinco y diez a la redonda.

Negando con la cabeza, Osellë permanece atenta a los movimientos que surgen en la copa de aquel árbol. Acostumbrada a vivir en los Bosques, sabía reconocer los sonidos que no eran propios de la misma naturaleza. - Mejor vayamos si. Al parecer, se quedó quieto pero no se ha ido. No me genera buena espina. - susurra al besar los labios de aquel soldado nuevamente y cuando se separa de Varken, percibe la tensión de Sul por sus reacciones. 

Al menos su lobo estaba con ella, ahora era cuestión de cuidar las espaldas. Lo bueno era que los tres sabían defenderse, quizás lo que allí escondido se encontraba podía ser un elfo o no. La duda le carcomía, pero no estaba dispuesta a arriesgarse por ello. 

¡Qué asco! Gritó en élfico una voz desde las alturas. Vergüenza debería darte lamer a uno de esos simios. Menuda imagen das de los Tel Quessir*.

¿Tan rápido has olvidado la muerte, el fuego, las violaciones y la esclavitud a la que sometieron a nuestro Pueblo? ¿Qué clase de tel quessir eres tú?

Varken no se detuvo, pues la voz estaba más que airada y no entendía nada de lo que decía.

Una voz logra que el ceño de Osellë se frunza y surja una expresión de fastidio palpable, algo que le permitió darse vuelta en cuestión de segundos no sin antes aclarar a Varken lo que estaba sucediendo. - Hay un elfo que me está intimidando por haberte besado, habla de los Tel Quessir y me recalca mis acciones. Debo hablarle...-  explica a modo de traducción mientras avanza un paso buscando con la mirada hacia el lugar donde proviene la voz. 

- No soy de esta tierra por más que mi apariencia sea similar a la de ustedes, pertenezco a Aman y en ese lugar se permite que los elfos se relacionen con los humanos. No es algo muy común, menos para mis orígenes... Aunque tampoco me importa, ni lo que digas tu ni nada. -  afirma en un tono melodioso completamente en élfico, a sabiendas de que Varken no entendería nada pero si quien se estaba entrometiendo en sus asuntos. - Al menos si tienes voz para hablar mal de mi, deberás tener el ímpetu necesario para dar la cara y presentarte. - asevera mientras acaricia el lomo de Sul, intentando calmar la ira de su lobo. 

¡Entonces vuélvete a tu tierra donde el Pueblo fornica con animales! 

Al girarte y mirar a las copas, puedes ver a un elfo sobre una rama, con un arco cargado. Parece anciano, aunque a la manera en que envejecen los elfos.

Y no se te ocurra acercarte por los poblados. Si tanto te gustan los simios, quédate dentro de sus murallas de piedra y ceniza, y da a luz a muchas abominaciones con ellos, depravada!

A Varken no le parece que la conversación esté yendo por buen camino.
 No tenía yo oído que los elfos fueran hostiles por aquí... No entiendo qué mosca le ha picado, pero no tengo ni idea de dónde está, ni si está solo...

Sûl no entiende las palabras, pero le parece bastante evidente por el tono que quien habla no es un amigo, por lo que se mantiene tenso.

Osellë volvió a fruncir el ceño, ya cada vez más tensa. - Me está prácticamente echando, diciendo que fornico con animales y demás palabras aberrantes. No quiere que esté por los bosques, que regrese a mi tierra. - le explica a Varken que con tanto élfico no debía comprender absolutamente nada. 

Ya molesta por las palabras de aquel elfo, le dedicó una fría mirada que denota hostilidad. - Tú no me vas a decir lo que debo hacer, al menos ten la modestia de presentarte y dar la cara. Entre las ramas somos todos malos, pero en persona no tanto. -  asevera ya buscando la daga en su pantalón. No quería derramar más sangre de sus pares, demasiado dolor ocasionó aquello. 

Entonces, simplemente te da igual todo el dolor del Pueblo en este mismo bosque? Apenas han pasado doscientos años, ¿Y ya da igual? Parece ofendido, como si no pudiera creer que realmente ignorase o restase importancia a los agravios.

¡Entonces a lo mejor eres tan humana como él!

Dijo rabioso.

La expresión de Osellë se endurece un poco más ante el agravio, una cosa era gustarle un humano y otra era serlo o que la traten como tal. Por esa razón guardó la daga para sacar su arco de la espalda, a través de un halo que refleja enojo por donde la mires. Era una Noldor y esa raza no se caracterizaba por tener paciencia, buenos modales o algo similar. - No eres quien para juzgarme y no, no me da igual. No conozco el dolor de esta tierra, no tengo idea de como son las cosas aquí pero jamás intentaré ir contra mi raza. Ya no más. -  afirma sosteniendo el arco con fuerza, segura de lo que dice. 

- No soy humana, soy una elfa... -  expresa apretando los dientes, sin desmerecer a Varken con ello. Conteniéndose de no acribillar al elfo por tratarla así. - Pero sigue hablando solo, me retiro de aquí. -  termina por decir, ya renunciando a la discusión para no agravar más las cosas. Respetando en parte a su par, pero sin herir a Varken con las calumnias que decía. 

¡Lo haces! Respondió el desconocido, aparentemente dejándoles marchar. ¡Vas en contra de la raza, atentas contra el Pueblo! desvirtuándolo con este... emparejamiento repugnante.

¡Vergüenza debería darte!

Aunque siguió farfullando, al parecer permitió que se marcharan sin más problemas, saliendo del bosque a paso apresurado.

Varken salió suspirando del bosque, dejando que Osellë fuera delante

¿Qué mosca le había picado a ése? Parecía como si fuera a disparar de un momento a otro. Por un momento pensé que la teníamos liada.

Habían caminado unos veinte metros fuera del linde, los matorrales aún llegaban hasta las rodillas, cuando Osellë escuchó un familiar sonido entre los árboles, y luego un fuerte chasquido en carne y hueso que hizo que Varken se sacudiera. 

El guerrero gritó, pero no perdió el tiempo lamentándose. Le habían pillado sin armadura, pero no iba simplemente a ponerse a correr como un conejo. No serviría de mucho. Se giró hacia el bosque, cubriéndose con su escudo, y a Osellë con su cuerpo. Un asta de flecha sobresalía de la parte baja izquierda de la espalda.

¿Cómo...? Gruñó. ¿Cómo se dice "Cobarde hijo de puta" en élfico...?

El guerrero estaba realmente rabioso, pero ni siquiera era capaz de ver a su enemigo entre las ramas, y aunque así fuera tampoco tenía forma de devolver los disparos.

Osellë aún no había logrado verle.

- Simplemente no soporta que esté a los besos con un humano, no es más que eso. -  responde tras girar sobre si misma al escuchar el sonido de los árboles seguido del chasquido de la flecha perpetrar la carne. Momento en el cual Osellë furiosa le indica al soldado que se mantenga pegado al suelo debido a que los matorrales le garantizaban una protección momentánea. No era lo ideal al estar el elfo arriba del árbol, pero al menos podía detectarlo si continuaba mirando hacia las diferentes direcciones. 

-Shhh, eso te lo enseño cuando salgamos de aquí. Tiene la ventaja de la altura, un movimiento y puede matarnos. -  susurra mientras observa la herida de Varken. Esto la estaba sacando de quicio y hubiera deseado atravesarle una flecha en el ojo por desgraciado, pero había respetado a su misma raza. - Como era de esperar no hay códigos, siempre estará el elfo que rompa las reglas y lo joda todo. -  murmuró mentalmente afianzando su mano en el arco. 

Ahora acariciando el lomo de su lobo que estaba erizado, opta por la visión de su querido amigo para detectar al elfo y así devolverle el gesto. - Guíame Sul, muéstrame donde está. -  le ordena al lobo, que experto en camuflarse entre los matorrales le servirá a la elfa como guía para un contraataque. 

Sûl corre de vuelta al bosque, gruñendo rabioso, y Varken se agacha, obedeciendo.
Osellë es capaz de ver en uno de los árboles... algo. Siglos viviendo en la espesura y la afiladísima vista de su raza la han enseñado a identificar ciertos movimientos. Las ramas se mecen a causa del viento, pero una no lo hace, o lo hace en otra dirección. 

Fijándose en ese lugar, puede ver, perfectamente escondido entre las hojas, a un elfo, distinto al anterior (éste de cabello dorado) con el arco tenso de nuevo.

La flecha golpea en el escudo de Varken, cerca del borde. Un poco más y le habría dado en el muslo.
¡Será...!  Tomando aire, habla a Oselle, con el pecho y la cabeza cubiertos por el escudo Osellë, este tipo va a por mi. Corra, yo me iré andando hacia atrás hasta quedar fuera de su alcance...

Sûl parece sobre la pista, aunque aún no ha encontrado al elfo.

Harta de aquella actitud, Osellë frunce el ceño al notar que otra flecha ataca a Varken y al ver que lejos está de ceder el elfo con aquella actitud no le queda otra que observar los árboles para detectar algún cambio o movimiento peculiar. Poco es lo que tardó en encontrar lo que estaba buscando, momento en el cual tensa su arco lentamente hasta apuntar y disparar hacia el objetivo que había encontrado. A sabiendas de que no había necesidad de llegar a esto, se lo habían buscado. 

- Ve caminando hacia atrás, yo te cubro cariño. No puedes quedarte aquí, hazlo con el escudo siempre sobre ti porque son expertos y un hueco que encuentren allí dispararán. -  afirma al conocer como atacan a la perfección la gente de su raza, ella era igual y sabía que estos elfos no mermarían en sus intenciones. 

Y mientras espera que Varken vaya retrocediendo, observa los movimientos de Sul para ver si detecta al objetivo o en el caso contrario, esperará que regrese con su dueña. 

¡AGH!

El grito sonó extraño. El elfo que saltó de una rama a otra con una flecha en el costado no parecía tener ganas de vérselas con otra tiradora competente, o no tenía ganas de dispararle a Osellë. Si seguía recibiendo flechazos de Osellë podría matarle, y si no, la caída del árbol haría el resto.

Varken asiente y va echándose hacia atrás lentamente, pero dudó si seguir huyendo.

¡Diana! ¡Siga, que se le quiten las ganas!

El guerrero, a pesar de la 'orden' de Osellë, volvió a su posición delante de la elfa. Si el elfo tomaba represalias, ahora las tomaría contra ella, que no tenía ninguna protección.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Osellë al ver que le había dado en el blanco, pero aquella expresión se disipó al notar que Varken se ponía delante de ella. - Te quieren de objetivo, debes retirarte... A mi no me disparan. -  afirma entre susurros cuando prepara el arco para disparar en el caso de que abran fuego de nuevo. 

-Vamos hacia atrás, es momento de alejarnos. -  indica ya sobre el suelo, prácticamente arrastrada mientras observa que Sul se une a ellos. Osellë le regala una caricia y continúa retrocediendo, por momentos indicando al soldado que no baje el escudo y se mantenga atento a lo que pueda pasar.

Por si acaso cambian de objetivo Dijo, mientras él mismo también caminaba hacia atrás, muy prudente para no dejar huecos donde pudieran dispararles.

Al parecer, aquél elfo no tenía más ganas de batirse en duelo con Osellë, porque la pareja ya estaba bastante lejos, fuera del alcance y a cubierto tras un grueso roble solitario cuando por fin el guerrero se levantó y gruñó y se retorció al hacerlo. La herida sangraba mucho.

Maldición... Ésta duele. Varken miró a Osellë. Si me... haces el favor... podré presionar la herida y llegar a la ciudad.

La flecha tenía el penacho hecho de mimbre.

Por suerte se habían alejado bastante de aquellos elfos, pero Osellë continuaba atenta a lo que pasaba en el entorno hasta que Varken alzó la voz ante el dolor que le profiere de su herida. - Cariño, eso haré. -  responde al sostener el arco con una mano mientras abraza al soldado desde la cintura con tal de apretar la herida que había comenzado a sangrar con ganas. 

- Vamos, es momento de caminar rápido. Sul... guía nuestros pasos, a la ciudad. -  le indica a su lobo mientras avanza mirando hacia atrás, por si alguno de los elfos quería disparar a traición. Por su parte, el lobo blanco toma la delantera guiando a la pareja, el olfato de aquel animal ayudaba muchísimo a Osellë para orientarse.