Partida Rol por web

Las crónicas de Hogwarts: No me olvides

Capítulo 1. Empieza la cuenta atrás

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09/12/2021, 21:53
Ivy Jade Connor

La idea de fingir que Nolan no era su hermano era una posibilidad que la joven barajaba, pero estaba segura de que a la mínima de cambio, su querido mellizo tiraría por tierra esa opción, todo con tal de hacerse notar y amargarle la existencia. A no ser de que le diera por molestar a otra persona, si era así, quizás dejase de darle guerra. Tenía que buscarle amigos o víctimas potenciales, cualquier cosa con tal de entretenerle.

Ver cómo su carta era maltratada, le dolía en el alma, pero todos los caminos para recuperarla eran malos y potenciales de acabar en la destrucción de tan insigne papel, en las dañinas pezuñas de su hermano. Callar, tener paciencia y esperar a que su momento se gestara, aunque las tripas se le revolvieran en el proceso y tuviese ganas de saltar sobre el tazón de cereales, coger la cabeza de Nolan y sumergirlo en la leche hasta que dejase de patalear. 

1, 2, 3, 4... Suspiro... 6, 7, 8... Suspiro....

El jarrón estaba de parte de Ivy, pero de poco valía si el billete era destruido. Y el malestar de no tener a buen recaudo la carta y su ticket para el Expresso, le provocaba un pellizco en la boca del estómago. Su hermano era muy valiente y tramposo, mentía abiertamente diciendo delante de su madre de que la carta era la suya, burlándose abiertamente de ella. De acuerdo, había abierto una puerta que le costaría cerrar, de alguna forma, Ivy comenzaba a tener ganas de venganza, y en algún momento, se la devolvería.

Durante el desayuno, otra conversación tenía lugar, la de las víctimas de aquel mago oscuro, personas que no se sabía quiénes eran, pero que allí estaban, de cuerpo presente y carentes de alma, como envoltorios vacíos de unos dulces, desechados y olvidados por el resto del mundo, mientras los aurores buscaban la manera de encontrar al culpable que tiró aquellos celofanes, quienes en un momento fueron magos y brujas llenos de vida, e incluso muggles.

- La escoba no tendría que soñarla si la haces realidad, mami - Dijo la pelirroja, haciendo una frase que ni el más oportuno de los Ravenclaw hubiera dicho, sintiéndose orgullosa por su alarde de ingenio.

Como siempre Nolan intervino pidiendo una escoba para los dos, y si eso sucedía, las peleas ya estarían aseguradas pues, bajo ningún concepto, iba a permitir que él la usara durante más tiempo que ella. Pero claro, aquello era discutir sin objetivo final, pues Tracy Anne Connor no tenía en su mente darle un capricho de ese calibre a sus hijos. Lo único bueno de todo era que su madre se había dado cuenta del abuso de Nolan con respecto su carta, la cual estaba muy doblada y maltratada, haciendo que la pelirroja contuviera unas lágrimas de rabia y frustración. A ella le gustaba conservar sus cosas intactas, y aquel gesto de su mellizo, solo podía sacarle mala fe.

Idiota...

No lo dijo en voz alta, pero lo deseaba. Sentía la sangre arder por dentro y se juró a sí misma, devolver el golpe. Ya era una cuenta pendiente entre ambos hermanos. Ahora eso sí, se contuvo, más que nada por la promesa que había en el aire sobre obtener ranas de chocolate. No era una escoba pero menos daba una piedra.

Tras diez minutos que Ivy aprovechó para arreglarse la túnica y los cabellos, la familia estaba delante de la chimenea, dispuesta a cruzar el linde con los polvos Flu. Ya lo había hecho otras veces, pero siempre le parecía genial aquel viaje donde sentía que un gancho invisible tiraba de su ombligo hacia otra parte, apareciendo por norma general, en el lugar pronunciado, sin más problemas al respecto.

- No te preocupes mami, lo haré bien - Dijo con seguridad Jade, mientras miraba a Nolan y rezó interiormente porque se equivocara de sitio. La escena de su madre dándole con una zapatilla se le hacía realmente divertida, y más después de lo que le había hecho. Se merecía una regañina ejemplar, y mejor si era delante de desconocidos, para que se avergonzara - Vaya parece ser que esta vez lo ha hecho bien... - ¿Decepción en la voz? Se le notaba molesta.Aún había que ver si había llegado.

Una vez que su hermano desapareció por la red Flu, le tocaba el turno a ella, la joven Conner cogió los polvos verdosos y dijo con claridad en su voz - Callejón Diagon - Soltó el contenido de su mano y se escuchó un "puff" que indicaba que todo iba a salir correctamente. Ivy mantuvo los codos pegados al cuerpo, tal y como le enseñaron, apareciendo de manera impoluta en la chimenea, que tenía como finalidad conectar la calle comercial con los hogares mágicos - ¿Te manchaste mucho de hollín, Nolan? - Preguntó Ivy mientras se miraba las ropas, muy orgullosa de sí misma, mientras su madre aparecía justo en ese momento - Vaya, cuánta gente hay en este lugar... - Y es que se estaban ultimando las compras. Había multitud de magos y brujas pululando por los comercios, pertrechando a sus hijos para el nuevo curso escolar.

Era el momento de decidir hacia dónde debían ir, haciendo la pelirroja una sugerencia - ¿Vamos a por las varitas?... ¡Estoy deseando ver cómo será la mía!... - Y es que en eso se parecía a su madre. Era práctica y astuta, podía pasar el curso sin túnicas, libros o pergaminos, pero sin varita canalizadora de magia, eso era impensable.

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10/12/2021, 00:50
Percyval Ignatius Wildsmith

Percy imaginaba constantemente y de distintas maneras como sería Hogwarts y sus compañeros del colegio. Por ahora ya había imaginado cuatro situaciones distintas a cada cual más improbable de que fuera real. Pero ahora mismo es lo que tenía. Sabía que tendría que sacar buenas notas para que sus padres no se opusieran a que siguiera yendo. Pero por lo que había podido entender, Hogwarts era el mejor colegio de magia y eso era algo que sus padres no desdeñarían así como así. 

Acariciaba a Horus con calma mientras este comía - ¿Cómo crees que será? - preguntaba a su mascota sin esperar una respuesta clara al respecto, pues por ahora, el gato parecía más preocupado por terminar la comida que por responder a la pregunta, aunque al menos tuvo la deferencia de levantar la cabeza y mirar al joven durante un par de segundos antes de devolver toda su atención al plato de comida - Seguro que allí se puede aprender mucha magia... He leído que nadie conoce todos los secretos que llega a albergar el castillo - comentaba manteniendo el tono bajo de voz para que nadie más le escuchara, mientras su contertulio prefería dedicar su atención a lo poco que quedaba ya de comer. 

De todos modos no era el momento de evadirse en algo para lo que podía quedar tanto tiempo, así que decidió centrarse en algo más cercano y pensar mejor en la cerveza de mantequilla y sobre todo en la varita. La varita era o que realmente permitía a los magos ser magos, era algo que acababa por convertirse en parte del propio mago, ya que al parecer no tenía nada que ver usar una varita con la que se había forjado el vínculo, como usar una diferente. Pasaba el rato también imaginando como se debía sentir un mago cuando consigue su varita por primera vez, y con la cabeza ausente es como llegó a la mesa donde sus padres estaban hablando de asuntos del trabajo de su padre, como era habitual. 

El pequeño Wildsmith observó a su madre con cariño y ternura ante su afirmación sobre lo orgullosa que estaba, y aceptó con seriedad el comentario de su padre. Lo mejor era mantenerse calmado, al menos por fuera, pues por dentro estaba emocionado con poder ir al Callejón Diagon, seguro que era un día emocionante y habría multitud de niños con sus padres haciendo las compras necesarias al igual que él. Obedeció de manera rápida y esperó a sus padres en la chimenea con Horus jugueteando con los cordones de sus zapatos, parecía que compartía las ganas de Percy. El joven no podía evitar mirarlo con una sonrisa en la cara. 

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10/12/2021, 11:57
Directora
Sólo para el director
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Notas de juego

Viaje de Nolan.

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10/12/2021, 18:14
Úrsula Galloway

-¿Comprarás una lechuza para que me lleguen las cartas?-le preguntó con avidez y una enorme sonrisa soñadora-¡Estoy segura de que a Ash y a Henry le encantará y esperarán las cartas todas las semanas nada más para ver cómo va y viene la lechuza! ¿Qué nombre le pondréis? ¿Macho o hembra? Pero…¿cómo va a saber a dónde tiene que ir a buscarme? Ni siquiera yo sé a dónde voy… Pero seguro que en esa tienda lo saben todo, ¿verdad? Seguro que le escribo, a ella, a todos, no me voy a olvidar de ellos solo porque vaya a ese colegio. ¡Prometido!

Aquello fue un aliciente para salir disparada a ducharse, tenía ganas de ir a esa tienda a comprar la lista de cosas que le habían dicho que necesitaba y también para comprar una lechuza. Esperaba que se llevase bien con Libra si al final no podía ir con ella y se quedaban las dos en casa.

Subió a ducharse junto con Ashley, como siempre, y allí pudieron hablar un rato solas. Al principio, Úrsula temía que algo más cambiara en su rutina de la mañana, pero poco a poco, aquel semblante serio de su hermana fue cambiando al de todos los días y la conversación fluyó normal como siempre.

-Pues no se si me parece, no creo que pueda tener otra mascota, solo he tenido a Libra. No sé cómo se cuida a un gato ni a una lechuza, ¡ni a una rana!-se encogió de hombros. Cada vez veía más claro que la enorme mastín no podría acompañarla y de que no podría tener un propia mascota en el nuevo colegio- Si se tiene que quedar, ¿me prometes escribirme sobre ella? -le pidió recordando la petición de Kate. Quizás así su hermana se animara también a escribirle a ella hasta que todo fuera más normal, si es que aquello pasaba algún día-Tienes que llevarla al veterinario el mes que viene, sabes que le toca la vacuna esa que le ponen todos los años y no le gusta el veterinario ese. Es un serio y no le da chuches porque dice que es muy grande.

Después de asearse bajaron ambas a desayunar, Úrsula con su estómago encogido, incapaz de probar bocado.

-Henry, ¿Cuántas veces te ha dicho Kate que no se habla con la boca llena? Te estoy viendo la campañilla y toda la tostada a medio masticar…. Se te acaba de caer un trozo al plato-le señaló el trocito de pan mordisqueado y húmedo ya de babas del pequeño-¡Qué asco!-se incorporó en la silla y se acercó a su hermano por encima de la mesa, cerrándole la boca con la mano-¡Un día te tragarás una mosca mientras comes y te revoloteará en el estómago!

Poco después los nervios no la dejaron estar allí más y se dirigió corriendo al vestíbulo para esperar a Kate. Tenía tantas cosas en la cabeza que saltaba de una a otra sin darse tiempo a pensar en cada una de ellas. Tener en sus manos un libro que hablaba de magia tenía que ser la leche. Pero no podía hablar con nadie de él salvo con Kate, ¿de qué iba a hablar con sus hermanos? Cuando vinieran de comprar le iban a preguntar sobre lo que había comprado, ¿y que iba a enseñarles o decirles? Todo era un problema, tendría que hablar con Kate. Kate siempre sabía cómo hacer las cosas.

-Buenos días, señor Graham. Sí… bueno… no sé-arrugó la nariz-Nunca he ido al banco ni a esa tienda, ni sé si todo lo que compremos entrará en el baúl, pero… sí, tengo ganas de que llegue mañana… no… no sé… ehhhh

El señor Graham no lo tenía muy difícil para entender el estado de ánimo de la niña. Una veleta no lo explicaría mejor.

-Lo mismo las regalan, o están a dos por uno y te puedes quedar con una-bromeó con Kate antes de salir y montarse en el coche-¡Hasta luego señor Graham!

Úrsula se montó en el asiento de adelante ¡era la primera vez que lo hacía! Y también era la primera vez que salía sola con Kate de compras-¿A Charing Cross? Yo sí que no lo conozco, pero suena lejos-se volvió a buscar el cinturón de seguridad y tiró de él con curiosidad, poniéndolo en su sitio con mucho orgullo de acordarse como era aquello. Miró hacia adelante. Tenía que levantar un poco su barbilla para poder ver lo que había más allá del cristal pero le pareció muy buena señal. Recordaba que la última vez que se había montado en el coche, fue en la parte de atrás y casi no alcanzaba a mirar por la ventanilla-¿Tenemos que pasar por el río? Tengo ganas de verlo otra vez. Y a la noria, con sus luces azules. Pero ahora no las tendrá encendidas porque es de día y no se verán, pero me gustó mucho cuando la vi. Y la casa esa grande donde van a trabajar los políticos, donde toman las decisiones. Es bonita también. ¿El móvil? ¡Claro!

Ufff ya ni recordaba desde hacía cuanto no cogía el móvil de Kate. Era algo muy caro con lo que había que tener mucho cuidado porque  no se podía estar comprando un móvil todos los días si se caía al suelo y se rompía. Cogió el bolso con cuidado y rebuscó en su interior. El smartphone de Kate emergió en las manos de la pequeña quien lo encendió rápidamente y se quedó mirando la pantalla con curiosidad hasta que localizó el icono que Kate necesitaba-Guglemas, aquí esta… -se quedó mirando cómo se abría la aplicación y sonrió-¡Ya está funcionando! Lo has dejado ya funcionando, se mueve el circulito azul…-se hizo composición de lugar y asintió para ella-Creo que es todo recto por esta calle durante un buen rato…

Conforme empezaron a andar Úrsula dejó de prestar atención al móvil y prestó atención al exterior. Coches de todos colores y formas, esos enormes autobuses rojos de dos pisos, casas, tiendas, gente andando de un lado a otro, todos parecía que con prisas por como andaban-¿Por qué toda la gente va como corriendo? ¿Llegan tarde? Que lio, cuanta gente, ¿Dónde están los niños? No hay niños, ¿te has dado cuenta? -miró la hora en el salpicadero del coche- ¿Están en el colegio?

Todo era casi nuevo para ella. Todo parecía grande, enorme, complicadísimo para Úrsula. Y un nuevo miedo la invadió. ¿Sabría vivir alejada de Kate? Hasta ahora siempre que la había necesitado había estado allí para responderle sus dudas pero, ahora, ¿quién lo haría? ¿Aquella mujer del pelo verde? Ella no era como Kate, estaba segura.

-Aquí dice que hay que ir hacia allí-le indicó a Kate que tenían que torcer hacia la izquierda cuando se acordó que tenía el móvil entre las manos y Kate le había pedido ayuda-¿Podría llevar un móvil para llamarte si hay alguna urgencia? Como si me duele el estómago, si no puedo dormir por las noches o si alguien se mete conmigo… Porque te puedo escribir, pero no es lo mismo que hablar. ¿Y si no me gusta Kate? ¿Podré volver? Lo mismo la magia es aburrida y solo es divertida en los cuentos que nos lees. Pero bueno, si no tengo matemáticas estará bien. ¿Haremos juegos de cartas? Me aburren un poco, siempre son iguales… Lo mismo me enseñan a sacar conejos de una chistera, como aquella vez que lo vimos hacer en el circo ¿te acuerdas? Pero entonces, ¿me tendría que quedar con el conejo? Porque no quiero mascotas, solo sé cuidar de Libra. Ummm mira, eso es un banco…-le dijo, señalando a uno que dejaban atrás-¿Cómo se llama el que buscamos? Aquí pone que estamos llegando, así lo voy buscando fuera-miraba por la ventana buscando más letreros de bancos pero ¡había tantos letreros de tantas cosas tan diferentes!

Arrugó la nariz al caer en la cuenta de otra cosa-Kate, si no puedo decirles nada de todo esto a los demás... ¿los mayores sí podéis saber que la magia existe? Por que en el banco te tienen que dar dinero del que vale para comprar cosas mágicas y la tienda es una tienda como esa... -señaló una por la ventana-o como esa... -señaló otra que dejaban atrás-...así que los mayores sabéis que esas cosas existen. ¿Cómo se llama la tienda? "Tienda de Magia", "Cosas de Magia", "Magia para niños"... ¿algo así? Por que si no, ¿cómo va a saber la gente que en la tienda se venden cosas de magia?

Preguntas y más preguntas. Era pensar algo y se le ocurrían diez preguntas, y decir una en voz alta generaba tres más. Era una fuente inacabable de curiosidad. Y, era curioso. Una vez que había salido del orfanato había dejado de pensar tanto en él y en sus hermanos y se estaba enfocando en pensar más en su realidad más inmediata, en eso de la magia y el nuevo colegio. Ahora lo veía un paso más cerca todo aunque seguía teniendo sus dudas acerca de que fuera todo verdad. Si el banco era un banco normal, sin magia, si el dinero era como el que conocía, normal, y si al final le compraba un libro de matemáticas en esa tienda y no había varitas, ni capas, ni animales, quizás le dijera a Kate que se dieran media vuelta, que no se iría con aquella mujer del pelo verde. Por eso sus ojos buscaban el banco, porque esperaba ver algo especial y que le dijera que todo aquello de la magia era... verdad.

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10/12/2021, 20:17
Directora
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Notas de juego

Viaje de Percy con polvos Flu

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11/12/2021, 13:08
Luna Ferlet

Solo cuando estaba en casa me sentía segura y confiada de que podía conseguirlo todo; solo cuando Janice y Eloise me repetían que cuidarían de mí y que todo podía salir bien, creía que de verdad podía ser así. Pero me sentía como si volase en una escoba sin control y el suelo estuviese cada vez más cerca. Era tan difícil creer que de verdad podría hacer amigos, estudiar como cualquier otra niña, y sonreír como si nada me preocupase, que me tenía que esforzar en pensar de manera positiva.

Pero iba a intentarlo, así que me lo repetí mentalmente varias veces, intentando creérmelo completamente.

Todo va a ir bien, Luna. Tranquila, todo saldrá bien. Seguro que el colegio es estupendo y que vas a tener muchos amigos.

Y con ese ánimo para comenzar un día que iba a ser el principio de un cambio en mi vida, porque a partir del día siguiente tendría que aprender a valerme por mí misma, miré a mis madres y les sonreí. Entonces, vi el montoncito de polvos Flú que sostenían.

Odiaba viajar de aquella manera, aunque nunca se lo había dicho, porque a veces actuaban como si tuviesen vida propia y eso fue lo que me ocurrió en aquella ocasión. Pero seguro que todo iba bien, así que tomé aire, cogí un buen puñado de polvos, me situé en la chimenea y los lancé hacia el suelo, mientras pronunciaba el nombre de la calle... y tosía. porque al elevar la mano, unos cuantos salieron de entre mis dedos y me dieron en la cara.

-¡Calle... cof... cof.. Diag.. coff!

Es verdad que desaparecí, pero lo último que vi fue el gesto de susto de Janice y Eloise al hacerlo, lo que ya me indicaba que iba a salir mal. En esos momentos no pensé si iba a transportarme entera o no, o en dónde iba a aparecer, porque además continuaba tosiendo sin poder evitarlo.

Sentí que una nube verde me envolvía y algo tiraba de mí con fuerza como si quisiera partirme en varios trozos. Todo pareció dar vueltas y unos segundos más tarde, aterrizaba en un suelo duro y frío, con un golpe seco, como si me hubiese caído desde una altura de varios metros.

Al hacerlo, espiré todo el aire que tenía y un pinchazo me recorrió el cuerpo; miré a mi alrededor, todavía cubierta de humo verde y también hollín, y entendí que no había ido a donde debía.

Claro que al menos parecía que estaba entera; tenía mis brazos, mis piernas, y aunque estaba mareada, parecía que estaba de una sola pieza, así que me levanté, con trabajo, muy despacio para no volver a caerme, y empecé a sacudirme la ropa para quitarme la suciedad.

-¿D-dónde estoy? -pregunté, sin saber si había alguien para responderme o si incluso era mejor que no lo hiciera, porque lo mismo había aterrizado en el peor lugar del mundo mundial.

Y es que por mucho que me hubieran dicho que tuviese cuidado, no contaba con que los mismos polvos Flu no me dejasen pronunciar bien el nombre del callejón.

-Odio viajar con polvos Flú -añadí, sin dejar de intentar quitarme toda la suciedad que me había llevado de la chimenea.

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Notas de juego

Ya tenemos la primera perdida jajajajajaja

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11/12/2021, 14:41
Directora

Al decir lo de la lechuza, Mary vio como se te iluminaba la cara. Era una noticia estupenda, para todos, porque la lechuza sería además una mascota genial.

-Bueno, ya preguntaremos. Nos dijeron que era la forma habitual de transportar mensajes así que a lo mejor saben en dónde encontrarte, mágicamente. Pero cuando estemos en la tienda seguro que nos lo explica.

Y es que no necesitabas demasiado para elevar tu nivel de felicidad, solo algo de confianza, fé ciega y sobre todo, algún método para que mantener la comunicación fuese mucho más sencillo.

Ashley no estaba preocupada por ti realmente, sino por separaros, pero poco a poco intentaba hacerse a la idea y sacar lo mejor de aquello. Para empezar, por supuesto que iba a cuidar a Libra y por supuesto que iba a escribirte sobre ella.

-Prometido –te dijo, haciendo la señal de la promesa irrompible, una cruz en su corazón -. La llevareeeeeeé, tranquila. Sabes que la cuidaremos muy bien y cuando vuelvas en navidad, estará esperándote.

Una vez abajo, todo era diferente porque ya no podías hablar igual con Ashley y Henry. Había más chicos y preferías que nadie supiese demasiado. Por otro lado, Henry estaba demasiado ocupado comiendo y tirando la mitad de lo que entraba en su boca encima de la mesa, y sonriendo con una mueca a causa de todo lo que estaba masticando, y que parecía a punto de salir escupido a toda velocidad.

¡Ni una mosca cabría dentro de su boca en aquellos momentos!

El desayuno se desarrolló de manera extraña y cuando saliste corriendo de allí, sentiste como si decenas de ojos te siguiesen hasta que desapareciste por la puerta, aunque solo te preocupaba lo que pensaría Ashley, tu mejor amiga, tu amiga del alma.

En el vestíbulo, el señor Graham apareció acompañando a Mary y aunque estabas acostumbrada a hablar con él, te sentías nerviosa. Era como explicar a un pez de colores lo que se sentía al respirar agua… o algo por el estilo.

Pero lo importante era que os pusisteis en marcha. Tampoco es que hubieses viajado mucho ni a menudo, y mucho menos en coche, y a solas con Mary, por lo que de nuevo te sentías especial, como si todo aquello que te estaba sucediendo en realidad formase parte del mismo sueño. ¿Sería eso, un sueño, y en realidad nada de lo que estabas sintiendo era real? La verdad era que si alguien te aseguraba que así era, no dudarías en creértelo.

Sobre todo se debía a que no solo ser una bruja resultaba nuevo y diferente, sino también salir al exterior y ver la calle, oír las bocinas de los coches y ser testigo de la vida de la ciudad. En donde estaba el orfanato no había nada de todo aquello, todo era paz y bastante silencio, pero a medida que os acercabais a la ciudad todo se volvió ruido y movimiento. Había tantas cosas que ver… ¡qué no sabías hacia donde mirar!

Mary sonreía con cada uno de tus comentarios porque no todos los días podía viajar contigo y ver como disfrutabas hasta de las cosas más nimias, todo aquello que el resto de la gente daba por sentado y que ni siquiera consideraba como algo especial solo porque estaba acostumbrada.

Ella misma viajaba a la ciudad habitualmente y ahora, al verla a través de tus ojos, sentía que se había perdido más cosas de las que pensaba.

-¿Lo tienes? Estupendo –dijo Mary, haciendo referencia a su móvil -. Ahora ve a… eso es.

Mary echaba vistazos rápidos para ver lo que hacías, sin perder durante demasiado tiempo el frente.

-¿Todo recto? Pues vamos allá.

Mientras avanzabais por las calles, se hacía más complicado seguir las indicaciones porque había demasiado tráfico, el mismo que llamaba tu atención todo el tiempo. La gente caminaba deprisa, entraba y salía deprisa de los sitios, aparecía y desaparecía como por arte de magia… ¿serían también magos?

-La gente adulta siempre tiene prisa porque hay muchas cosas que hacer. Sí, claro. Están en el colegio, no el mismo al que vas a ir tú, por supuesto, sino uno normal.

Mary respondía a tus preguntas con naturalidad y calma, pero lo cierto era que resultaba difícil concentrarse en conducir y en ti. A pesar de todo, y de unos cuantos errores, guiaste bastante bien y Mary sabía seguir las indicaciones con rapidez, sin perder ningún cruce.

Giró hacia la izquierda y después continuó recto durante un buen tramo, mirando en todas direcciones por si veía algo importante.

-No creo que te ocurra nada de eso y si así fuese, tendrás que utilizar el método mágico y enviarme una lechuza –te dijo, sonriendo -. Dejemos el teléfono para cuando estés aquí nada más. Sé que no es lo mismo… pero te acostumbrarás, ya lo verás.

Y mientras conducía, volviste a dudar de todo, de si serías capaz de sobrellevarlo bien y salir adelante por ti misma.

Pero Mary estaba segura de que podrías con ello. Cuando te miraba, se veía a ella misma con tu edad y era consciente de lo mucho que había tenido que trabajar… y también su gran capacidad para superar los problemas. Sabía que tú eras exactamente igual a ella.

Tras echar un último vistazo al teléfono, Mary se fijó en que estabais cerca así que aparcó en cuanto halló un sitio.

-Venga, ya estamos cerca así que vayamos andando, ¿de acuerdo?

El sitio en el que estabais era un poco solitario. Había muchas calles pequeñas y ninguna tenía nombre, pero se podía seguir bien el mapa con ayuda del teléfono, lo que te permitió seguir sin problemas y continuar hablando.

-Ursula, ¿qué te he dicho de hacer muchas preguntas antes de tiempo? Que no tiene sentido. Es evidente que tenemos mucho que aprender pero todo eso lo sabremos cuando lleguemos. No te preocupes tanto, mi vida –te dijo, dándote la mano y sonriéndote.

 Finalmente, llegasteis a la calle en cuestión y en ella estaba ese local del que había hablado aquella mujer extraña: El caldero chorreante, que además de tener el nombre en un cartel también parecía dejar claro que era un lugar diferente, gracias a la figura metálica que había en la pared.

Era un sitio de aspecto regular, como si estuviese cerrado o a punto de cerrar. ¿Sería seguro entrar en él?

Mary pareció adivinar tus pensamientos y apretó tu mano.

-Tranquila, seguro que está mucho mejor por dentro.

Por dentro no estaba muy mal del todo, aunque era bastante oscuro y había gente muy extraña, algunos muy grandes, demasiaaaaado grandes, y otros pequeños. La barra estaba bastante desierta y al fondo había una especie de patio que terminaba en muro de ladrillos.

Al poco de entrar vosotros, lo hicieron una familia, un hombre y una mujer, con su hijo pequeño, el cual al veros, se dirigió a vosotras.

  

Os habló con educación pero como si os conociera de toda la vida y Mary pareció confundida ante lo que decía.

-Pues… mucho gusto, Colton. Yo soy Mary y esta es mi… hija, Ursula. Nosotros estamos buscando la entrada al ¿Callejón Diagon?

El hombre que había detrás de la barra os oyó y señaló hacia el muro de ladrillo, en donde ya se encontraban los padres de Colton.

-Tres arriba, dos horizontal –dijo el hombre.

Notas de juego

Sorry, empanada mental. Llevo todo el tiempo confundiendo el nombre de la actriz, Kate, con el del personaje, Mary jajajajajjajaa

A partir de ahora es Mary ;)

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11/12/2021, 14:51
Directora

Hacer la cama era algo indigno para alguien como tú, que aspiraba no solo a descubrir el chocogrial sino también a redescubrir la rueda dentro de la mesa redonda y a actuar como el mismísimo Sir Galahad, pero sabías que la zapatilla de tu madre tenía por el momento mucho más poder que cualquier cosa que pudieras decir para disculparte, así que ni siquiera lo dudaste un instante y corriste escaleras arriba para dejarlo todo, si no bien, al menos presentable, y que no pudieran decir que no te habías esforzado por cumplir con tus obligaciones.

Y con eso y un bizcocho, hasta mañana a las ocho o en tu caso, al callejón Diagon deprisa y corriendo.

Tu encuentro con la señora súpercotilla no hizo sino demostrar que tenías que mejorar tus dotes diplomáticas casi tanto como Supermán su resistencia a la Kriptonita, pero es que no podías ser pefecto en todo y estaba claro que alegrar la vida de quienes se dedicaban a curiosear en la vida de los demás no formaba parte de tus muchos superpoderes. Abrir camino a los demás, saltar y sobre todo, no tener vergüenza para hacer lo que otros ni siquiera se atrevían a pensar, sí que podían contarse entre lo que te permitía ser hasta miembro de los X-Men.

A pesar de todo, tu padre hablaba con tanta seriedad que no tenías más remedio que disculparte con él cuando se ponía de aquella manera. En realidad, tampoco es que exigiese mucho de ti, solo que te dieses cuenta de lo que habías hecho. Él no se molestaba realmente, pero le gustaba mantener las cosas en su lugar y a los vecinos metomentodos lejos de casa, como a la señora Gershon.

Claro que en cuanto te daban alas, o la oportunidad de que pensaras por ti mismo, enseguida se te ocurría algo que volvía a poner en entredicho que te lo permitieran.

Tu padre carraspeó ligeramente.

-No hay que decir nada más que vas a un colegio y que estás internado. Y no voy a decirle a nadie esa barbaridad. No es cierto que te portes mal; es solo que… eres más inquieto que el agua de una regadera con agujeros, eso es todo.

Y con aquello, quedó zanjada toda la conversación.

Tu madre te acarició el cabello y te tranquilizó diciéndote que no tenías que darle tantas vueltas a las cosas, que cuanto menos hablaran, mucho mejor, y que la gente lo que tenía que hace era meterse en sus cosas.

Cuando por fin llegasteis al Caldero Chorreante, le preguntaste muy seriamente si pensabais quererle siempre. Tu madre sonrió.

-Cariño, eres un mago y eso es un regalo. No nos importa lo que hagas mientras sea lo que tú quieres y no hagas daño a nadie. Nosotros también te vamos a echar de menos, tanto a ti como a tu parloteo continuo. La casa va a estar muy aburrida sin ti. Pero no te preocupes por nosotros. En vacaciones seguro que puedes venir a vernos, si es que no te has olvidado de nosotros.

Y es que tu madre, como todas las madres, también sabía que el miedo que había inicialmente desaparecía en un abrir y cerrar de ojos. Sabía que les querías, pero también que tu nueva vida sería fascinante y seguramente haría que te sintieras como en un sueño. Puede que regresaras en vacaciones y puede que no, pero siempre serías su pequeño.

El Caldero Chorreante era como uno de esos bares cutres salchicheros en los que uno espera que haya tráfico de drogas o cosas así, por lo que tus padres se miraron de reojo sin atreverse a entrar. Si aquel lugar era mágico, no lo parecía, sin duda. Pero una vez dentro, el ambiente cambió ligeramente.

Dentro había bastante oscuridad, con gente extraña sentada en ellas, conversando en voz baja como si no quisieran ser escuchados, y también algunos con vestimenta llamativa como la de aquella señora que había ido a tu casa.

Así que sí que debía ser el lugar, porque eso no se veía por ningún otro lado.

Y entonces viste alguien más que parecía estar perdido, una niña junto a su madre, que miraba en todas direcciones y parecía estar esperando a preguntarle al hombre que estaba detrás de la barra.

Tras presentarte, la mujer te imitó. Parecía educada pero más confundida que tus padres, lo cual ya era extraño. La niña, en cambio, sonreía mucho y parecía disfrutar de todo cuanto estaba viendo.

 

Tenían todo el aspecto de ser muggles como tú, aunque quizás no comprendiesen todavía el significado de ese término. Tú eras un adelantado.

-Pues… mucho gusto, Colton. Yo soy Mary y esta es mi… hija, Ursula. Nosotros estamos buscando la entrada al ¿Callejón Diagon?

El hombre que había detrás de la barra os oyó y señaló hacia el muro de ladrillo, en donde ya se encontraban tus padres.

-Tres arriba, dos horizontal –dijo el hombre.

Tus padres estaban intentando entrar pero estaba claro que tenías que ir tú a sacarles las castañas del fuego, como siempre, y no solo a ellos sino también a aquella chica y su madre, que por cierto era bastante joven, tanto que casi parecía su hermana mayor. ¿Sería su hermana y no su madre? Eso también tenías que preguntárselo.

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11/12/2021, 18:18
Directora

Tu madre te miró como si estuviese a punto de morderte. Las frases que soltabas podían ser tan ingeniosas como quisieras pero cuando decía que no, era que no y punto. Así que ni si quiera se molestó en responderte.

Vamos, que tenía todos los visos de que no tendrías una escoba aquel año, aunque cosas más increíbles se habían visto, como por ejemplo que tu hermano se portase bien. Una vez sucedió y casi te dio un patatús.

Con el asunto de la escoba aparcado como una de las tareas imposibles y casi inimaginables, el estado de tu carta una vez la recuperaste, pasó a ser todo lo que te preocupaba. La pobrecilla lo había pasado bastante mal y sufriste al ver en qué estado se encontraba. Tu hermano podía ser capaz de lo mejor y de lo peor, y también sacaba eso de ti, la parte más oscura, cuando eran tus cosas las que se veían envueltas en sus bromas pesadas o sus travesuras.

La vida de dos hermanos tan diferentes pero a la vez tan parecidos, pues teníais la misma edad, seguramente iríais a la misma casa, y ambos deseabas con todas vuestras fuerzas desarrollar vuestras habilidades mágicas, eran origen de numerosos conflictos. Vuestros padres intentaban que todas aquellas diferencias se quedasen en cuestiones anecdóticas, compartiendo momentos en familia y también conversaciones sobre vuestro origen y futuro, pero la verdad era que en aquel día tan especial y diferente, todo parecía separaros aún más.

Por una parte, tener a Nolan en la misma casa podía ser una bendición, pero verse menos tampoco estaría nada mal.

Pero bueno, ya se vería en lo que terminaba todo.

Dolan fue el último en llegar y  se colocó junto a su madre, a la espera de coger su parte de polvos Flu y marchar detrás de ti. Como Nolan era sencillamente inaguantable, en el sentido de que constituía una fuerza de la naturaleza a base de nervios y era mejor dejarle paso, fue el primero en viajar. Eso no aseguraba que apareciese donde debía. Estaba por ver si era así o si por el contrario aparecía en el otro lado de la ciudad.

Cuando desapareció, agarraste tu parte de polvos Flu, te situaste en la chimenea y los lanzaste contra el suelo mientras pronunciabas a la perfección el nombre de la calle. Al instante sentiste como tiraban de ti en todas direcciones, apareciendo de pie en una chimenea diferente, envuelta en una pequeña nube de hollín que sin embargo, no llegaba a ocultarte del todo ni tampoco a impedirte ver lo que tenías delante.

Nolan también estaba allí y había aparecido perfectamente… para tu desgracia.

-No. Lo he hecho perfectamente, como siempre –te dijo, sacándote la lengua como un crío de cinco años.

En cuanto te alejaste un poco, hizo su aparición tu hermano Dolan, que parecía estar hecho para viajar así. El hecho de ser el mayor de todos vosotros hacía mucho, por ejemplo, que actuara como si tuviese una escoba último modelo metida por ahí mismo. Miró a su alrededor y después a vosotros, para asegurarse. Estabais en el local del callejón Diagon que hacía las veces de entrada, registrado por la propia compañía Flu-Pow gracias a un acuerdo con el Ministerio de Magia.

Pero puesto que el local era siempre el primero al que llegaban los visitantes, era habitual que todos los comerciantes de la calle se anunciaran y colocaran algunos de sus productos en el interior.

Así que mientras llegaba vuestra madre, visteis anuncios e todas clases, carteles pegados en la pared y artículos moviéndose en todas direcciones.

Estaban los anuncios de las principales tiendas de la calle, como por ejemplo “Ollivander’s, su tienda de varitas desde 382 a.C., el mejor lugar para ser encontrado por su varita”, o “Madam Malkin, donde el traje hace al mago”.

Pero era fácil dejarse llevar por los anuncios de escobas voladoras “Pruebe la nueva Nimbus 2021 y olvídese de pisar tierra”, un anuncio que arrastraba una minúscula escoba que volaba en todas direcciones, o “Sortilegios Weasley, en donde hasta el mago más serio es capaz de reírse sin parar”, mostrando a un brujo comiendo una especie de golosina y explotando en múltiples trocitos con aspecto de lentejuela, volviendo a unirse segundos más tarde.

Nolan se quedó embobado mirando la escoaba y después, las lentejuelas, hasta que una bruja que iba con su hijo le empujó para poder seguir.

-Discúlpame, jovencito –dijo, tirando del chico, que debía tener vuestra misma edad.

Estabais en un sitio de paso y era difícil no chocar con nadie. Aquello era como estar dentro de una alacena llena de conservas, siendo vosotros una más de tantas.

Mientras mirabais embelesados todo aquello, vuestra madre apareció en la chimenea, buscando nerviosa a Nolan.

-Ah, menos mal, ya estamos todos. Nolan, querido, arréglate ese pantalón. Parece que hayas estado en la chimenea de cualquiera. Ivy, cariño. Tienes hollín en la punta de la nariz. Dolan… muy bien. Pues en ese caso, vámonos, ¿no? Recordad que después tendremos que ir a ver a la abuela.

La visita a la abuela y su tienda era algo obligado para todos. ¿Cómo ibais a estar por allí y no visitarla? Impensable, simplemente impensable.

Ahora solo quedaba cruzar el umbral y salir… al callejón Diagon.

Pero antes de lo que lo hicierais, apareció alguien más en la chimenea. Era un chico que aterrizó de bruces.

Tras ponerse en pie y apartarse de la chimenea, apareció una mujer, seguramente su madre, y después un hombre que fijo que era su padre.

  

La madre pareció preocuparse por su hijo y empezó a sacudir su ropa para quitarle el hollín.

-¿Estás bien, hijo? Tienes bastante hollín por todas partes.

Y acto seguido, su padre comentó algo sobre mejorar sus viajes.

-Creo que habrá que entrenar más tus viajes, Percyval. Hay que dar ejemplo.

No entendías por qué había que dar ejemplo, aunque era verdad que el chico no había aterrizado demasiado bien.

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11/12/2021, 18:22
Directora

El mejor colegio de magia….

Eso era lo que pensabas de Hogwarts, lo que todos pensaban, aunque era una obviedad, desde luego. Por otro lado, te sentías verdaderamente emocionado por ir allí, e iniciar una nueva andadura en la que tendrías que demostrar por fin si eras digno hijo de tus padres. Era mucha responsabilidad, pero al mismo tiempo, una gran oportunidad.

Horus te miraba con curiosidad mientras hablabas con él y le acariciabas. Estabas seguro de que te entendía perfectamente y sabía a lo que te referías cuando hablabas sobre el colegio, o fantaseabas con lo que podrías encontrar en él: amigos, nuevas aventuras, magia por fin, magia…

Quizás algunos de aquellos secretos estuviesen esperando a que tú llegaras para descubrirlos. Había que ser muy inteligente, y audaz, para conseguirlo, y tú disponías de condiciones para ello. Nunca hasta ese momento habías tenido la oportunidad de demostrarlo pero ahora sí que podrías conseguirlo.

Y solo tenías que esperar un día más.

Tu madre no dejaba de observarte, en silencio, un poco preocupada por la presión a la que estarías sometido, pero orgullosa de aquello en lo que te convertirías. Estaba segura de que su apellido estaba seguro contigo y cuando recibiesen las primeras notas, tendría la confirmación de que nunca había estado más en lo cierto.

Pero su parte más maternal también sufría por el espacio vacío que dejarías durante todos los meses en los que no estarías en casa. Durante once años habías formado parte de sus vidas durante cada día, pero de repente, mañana, ya no estarías allí.

Tu madre sabía que la noche siguiente lloraría como una magdalena.

A pesar de todo, no dijo nada. Prefería dejar ese momento para cuando llegase y centrarse en el día que les esperaba, un día especial y único, para comprar todo lo que necesitarías.

Cuando por fin estuvisteis listos, tus padres se reunieron contigo delante de la chimenea.

-Está bien, hijo. Toma un poco de polvos, pronuncia el nombre del callejón Diagon y lánzalos contra el suelo, ya lo sabes. Hazlo bien y espéranos al otro lado. Llegaremos enseguida.

Cogiste un poco de polvos, entraste en la chimenea y pronunciaste más o menos bien, pero con algo de nerviosismo, el nombre de tu destino. Al instante desapareciste en una nube de humo verde, sintiendo que tiraban de ti hacia arriba y volvían a soltarte como alguien hubiese probado un bocado de algo asqueroso y lo hubiera vomitado.

Caíste rápidamente sobre una superficie dura que inequívocamente era otra chimenea, tu destino.

Estabas lleno de hollín y algo dolorido, pero entero. Estaba claro que otras veces habías aterrizado mejor pero no siempre se podía tener suerte porque viajar de aquella manera era en ocasiones una especie de lotería y no sabías nunca si ibas a estornudar de repente y torcerlo todo. En una ocasión leíste precisamente que un mago estornudó justo cuando estaba a punto de lanzar los polvos, errando tanto en la pronunciación que nunca más se ha vuelto a saber de él.

Lo mismo había viajado al espacio.

Cuando te pusiste en pie, viste a una familia que parecía acabar de viajar igual que tú. Eran una niña pelirroja, otro niño muy parecido a ella y de edad similar, un chico mayor y una mujer, seguramente su madre.

    

Tras apartarte, aparecieron primero tu madre y después, tu padre.

-¿Estás bien, hijo? Tienes bastante hollín por todas partes –te dijo tu madre, sacudiéndote el traje.

-Creo que habrá que entrenar más tus viajes, Percyval. Hay que dar ejemplo –te dijo tu padre.

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11/12/2021, 18:22
Directora

El viaje no había ido precisamente bien. De repente estabas en la chimenea equivocada, en un lugar que todavía desconocías cuál era, por no decir que salvo dos o tres sitios muy concretos, nunca sabrías en dónde te encontrabas, y además, sola, sin tus madres, que podían tardar bastante tiempo en encontrarte.

La humareda que había a tu alrededor tampoco ayudaba a que fueses capaz de entender bien cómo era el sitio en el que estabas, hasta que por fin se disipó completamente y vistes que se trataba de un local repleto de objetos y antigüedades, totalmente fascinante y a la vez, inquietante.

Había multitud de estanterías, con figuras de porcelana y muñecas, pero también libros y extraños objetos retorcidos que no adivinabas lo que eran.

Algunos de ellos tenían su nombre en una tarjeta colocada al lado o debajo y te acercaste para ver lo que ponían, y que eran cosas como “El dedo acusador”, “La uña maldita” o “Tu amiga inseparable”, una muñeca que era casi tan grande como tú y que tenía un aspecto muy diferente al de otras muñecas que habías visto.

Sus ojos eran hipnóticos y resultaba casi imposible resistirse a ellos, por lo que antes de que te dieses cuenta estabas alargando los brazos para cogerla, y lo habrías hecho de no ser porque cuando ya te encontrabas apunto de hacerlo, una voz a tu espalda te sobresaltó.

-Yo no haría eso.

Al volverte, viste a un hombre aproximándose desde la oscuridad, con un rostro cubierto por una espesa barba, pero aspecto afable.

El hombre llegó hasta donde estabas y cogió la muñeca en sus manos, alzándola y mirándola atentamente durante unos segundos.

-Cuando dice que es tu amiga inseparable es justamente eso; por más que intentes deshacerte de ella o alejarte, nunca lo conseguirás. Desde el momento en el que sea tuya, creará un vínculo irrompible y siempre estará contigo, incluso en tus más terribles pesadillas.

El hombre volvió a dejar la muñeca en su lugar y te observó durante unos momentos, como si estuviese examinándote.

-¿Te encuentras bien? Parece que has tenido un viaje bastante movido –te dijo, retirándote algunas manchas negras que había en tus ropas -. La red Flú no funciona ya como antes así que es habitual que ocurran cosas como estas. Por cierto, no me he presentado. Mi nombre es George Essex y estoy a tu entera disposición.

Su actitud educada y sus formas sosegadas hicieron que te relajaras. Aunque el lugar era bastante tenebroso, con multitud de objetos como los que habías visto, el señor Essex se comportaba como un auténtico caballero y no parecía ser una amenaza.

-Supongo que en estos momentos habrá alguien buscándola, ¿me equivoco, señorita…? Quizás si me dijese a dónde se dirigía exactamente, podría ayudarla.

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12/12/2021, 19:03
Luna Ferlet

No me lo esperaba, la verdad.

Le había repetido muchas veces a Janice que no me gustaba viajar de aquella manera pero ella siempre insistía en que era la mejor manera de viajar, la más rápida y buena, pero yo había leído que en muchas ocasiones las cosas no salían bien, y que se producían desmembramientos y equivocaciones terribles en cuanto a los destinos escogidos.

Pero ella estaba tan convencida que claro, no podía decir que prefería buscar otra manera de ir, como por ejemplo, como hacían los muggles.

Cuando los polvos se metieron en la nariz, lo supe; supe que iba a salir mal, y al intentar pronunciar el nombre de la calle, cerré los ojos y empecé a pensar en el callejón Diagon para ver si de aquella manera tenía suerte y aparecía allí de todas maneras.

Pero no fue así.

Aterricé de mala manera, de rodillas, y en una chimenea que sabía no era en la que debía estar, envuelta en humo y tosiendo de la misma manera en la que había empezado el viaje.

Continué tosiendo un buen rato, antes de que por fin lograse respirar sin que me molestasen los polvos o el hollín, aunque la garganta me picaba. Aunque al menos, pude abrir los ojos y mirar el sitio en el que me encontraba, alguna tienda de objetos raros o algo así, tantos que no sabía hacia dónde mirar. Había además mucho silencio, del mismo tipo que había visto en el hospital en donde trabajaba mamá.

Daban ganas de hablar a susurros.

Empecé a mirar todos los objetos, hasta que me fijé en aquella muñeca tan grande, y que parecía mirarme con esos ojos enormes.

“Tu amiga inseparable”, decía la tarjeta. ¿Significaría eso que siempre estaría conmigo y me ayudaría cuando lo necesitaba? Desde luego, tenía que ser mágica, pero ¿en qué sentido? Sin darme cuenta, hice amago de cogerla, pero antes de poder hacerlo, una voz que provenía de detrás de mí hizo que me detuviera y girase muy deprisa.

-Yo… l-lo siento, no quería… -empecé a decir, avergonzada de haber intentado cogerla.

Era un hombre bastante mayor y no parecía molesto en absoluto. Él sí que se acercó para coger la muñeca y empezó a explicarme lo que significaba eso de “amiga inseparable”.

-P-pues la verdad es que no suena… tan bien como yo creía –le dije finalmente. Miré de nuevo a la muñeca y ya no la vi de la misma manera.

Ahora me parecía que era terrible.

Cuando la dejó, me preguntó sobre por qué estaba allí y se presentó.

-Ah-oh… mucho gusto. Y-yo soy… me llamo Luna Ferlet –le respondí, haciendo una pequeña reverencia. Mis madres me habían enseñado a ser educada siempre que podía y sobre todo, con desconocidos.

Me hizo ilusión que criticara la red Flú, y eso me dio un poco más de confianza para seguir hablando.

-Se suponía que tenía que ir a… al callejón Diagon, pero justo cuando estaba a punto de pronunciarlo me entraron polvos flú en la nariz y empecé a toser, dije mal el nombre… y aparecí aquí. Eh… supongo que es su tienda. Es muy… me gusta.

Y era cierto que me gustaba; no estaba acostumbrada a visitar lugares como esos, pues parecía una de esas tiendas oscuras que los adultos siempre nos recomiendan no pisar. No sabía si había viajado muy lejos del callejón, así que le pregunté.

-Dísculpeme, ¿estoy muy lejos del callejón Diagon?  -le pregunté a continuación, pensando que si no me había alejado demasiado, podría llegar sin muchos problemas, aunque la verdad, si fuera se parecía un poco al interior de la tienda, fascinante pero tenebrosa como una historia de miedo, no estaba segura de atreverme a ir sola.

No era tan valiente.

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12/12/2021, 22:37
Ivy Jade Connor

La lucha por conseguir una escoba voladora era algo que la joven Ivy tenía en mente, aunque la mirada asesina de su madre y su tajante negativa provocase que por un tiempecito, no quisiera sacar de nuevo el tema. Al fin y al cabo, ella no era tan Gryffindor como su hermano, y la valentía estaba muy bien, pero por supuesto, para los demás.

Tras hacer el viaje a través de la chimenea, Ivy no pudo evitar fijarse en que su hermano estaba allí, en el Callejón Diagon. No se había perdido como otras veces y, cual era su costumbre, comenzó a hacerle rabiar como si fuera un crío de cinco años, algo que le exasperaba - Sí, siempre tienes la habilidad de hacerlo todo genial. Qué bueno es que te lo creas - Suspiró conteniéndose, aunque en realidad lo que deseaba decirle era que le daba vergüenza ajena.

Ver a Donovan aparecer hizo que la pelirroja sonriera. Era increíble lo atractivo que se veía su hermano mayor, siempre tan apuesto y seguro de sí mismo. En otras ocasiones, la pequeña Jade había visto a chicas mayores que ella sonreír como tontas, cuando pasaba por su lado. La joven estaba segura de que siendo su hermana, y perteneciendo a la misma casa, pues Ivy no dudaba de que iba a ir a Slytherin, le abriría las puertas a llevarse bien con la mayor parte de sus compañeros de Casa. En la cabeza de la niña había una fantasía, donde ella misma se veía sentada sobre una butaca de terciopelo verde, haciendo unos comentarios a un grupo de alumnos mayores en edad y éstos aplaudían sus palabras, valorando lo que contaba.

Ivy dejó las ensoñaciones de lado para ponerse al lado de Donovan, con él sí quería que le relacionasen, con Nolan no - Tengo ganas de saber cómo será mi varita. Me encantaría que fuera caoba, como la de la abuela Candy. ¿Tú crees que nos la encontraremos de compras? - Era su única oportunidad de conseguir una escoba, que apareciese la madre de su padre, Candy Celestine siempre que podía, hacía regalos a sus nietos, muchos de ellos cuestionables. Motivo por el que, en ocasiones, discutía con su propio hijo y su nuera.

- ¡Oh mira qué preciosidad! - Dijo la pelirroja olvidando completamente sus modales, extasiada por la visión de la Nimbus 2021 - ¡Me encanta! - Y tanto le gustó la pequeña escobita que movía el anuncio que casi no se fijó en el cartel de al lado, el de Sortilegios Weasley - Vaya, ¿crees que a mamá se reirá si la llevamos allí? - Señaló el lugar para que su hermano mayor la sacase de dudas. Aunque era fácil intuir que en ese comercio su madre explosionaría.

Cuando Tracy llegó por la chimenea comenzó a impartir órdenes. Lo habitual. Nolan iba desastrado, Ivy tenía hollín en la nariz y Donovan... Él siempre hacía todo perfecto. La jovencita pelirroja se limpió el rostro con rapidez, sintiendo algo de pudor por conocer que tenía una mancha. A ella le gustaba estar impoluta y más en presencia de su madre, le encantaba que le diese su aprobación.

- Ya está, mami. ¿Mejor? - Dijo con su voz más dulce - ¿Has visto el cartel de la Nimbus 2021? Es fantástica... Con ella no se pisa el suelo. ¡Y mira que escobita más mona llevar el anuncio! - Era una actitud un poco Gryffindor, pero es que la joven no podía contener la emoción. El día era tan especial que no podía dejar de mirar fascinada a todas partes, siendo complicado serenarse.

- ¡Qué bien! ¡Vamos a ver a la abuela! - Ivy adoraba a sus abuelas, a Candy por lo diferente que era su método de crianza con respecto al que le daban en casa. Y a Joanna porque le encantaba observarla mientras añadía ingredientes a las pociones, aunque solía ser mucho más seria, estricta y seca - ¿Crees que podría darme una poción somnífera?... Por si Nolan da mucha guerra, para que descanse bien y así pueda estar atento a las clases por la mañana - Dijo en tono jocoso, ahora la que empezaba la guerra era ella.

Iba a salir la familia Connor hacia el Callejón Diagon, cuando apareció por la red Flu un chico que aterrizó literalmente en el suelo, llamando la atención de todos los presentes alrededor. Su madre llegó justo después de él y comenzó a limpiarle públicamente, algo que si le hubiera pasado a ella, se habría muerto de la vergüenza y más porque su padre, de alguna manera, le llamó la atención, indicándole que debía mejorar y dar ejemplo.

La pelirroja se acercó al muchacho y le susurró unas palabras, quizás para darle ánimo, pues muy posiblemente, su hermano buscase la manera de burlarse de él, sería muy propio de Nolan.

- No te preocupes, este sistema de transporte no es nada cómodo. Ya podían haber puesto trasladores conectando con el Callejón, son más rápidos, limpios y seguros. Quién necesita la Red Flu... - Sonrió al joven con simpatía - Por cierto, Soy Ivy Jade Connor y he venido con mi familia para comprar los materiales escolares. Este va a ser mi primer año en Hogwarts - Evidente orgullo - ¿Tú qué edad tienes? ¿Nueve? ¿Diez? - La pelirroja no sabía cuánto estaba metiendo la pata con esa conversación, de lo contrario, su rostro estaría aún más colorado que sus cabellos.

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12/12/2021, 23:17
Colton Derrick

Quería a sus padres, tanto que por ellos era capaz de... fuaaaaa... hasta estarse 10 minutos quieto y callado, hasta de comerse las verduras, hasta estudiar y todo, pero tenía que reconocerlo, imaginación, lo que se decía imaginación no tenían. Con la oportunidad que tenían de trolear a todos los metiches del barrio, metiches como la señora Gershon, ellos iban y decían que no, que solo iban a decir lo mínimo. No sabían divertirse, se ve que cuando crecías se te pasaban las ganas de divertirte y te hacías serio y responsable. Sonrió y dijo un sí papá, visiblemente satisfecho de que su padre no creyera que era malo. Podían ser aburridos pero le querían y con eso bastaba, ¿ o no?.

Colton quería a sus padres, pero tenía miedo, miedo de que ahora que era mago y ellos no dejaran de quererlo, y así se lo hizo saber. Afortunadamente su respuesta hizo quue Colton la abrazara como si se la fueran a quitar y le diera besos y besos y besos, por todos los que no les podría dar al llegar al colegio. Cuando se despegó de ella le dijo

- Mamá, yo no hago daño nunca a nadie... Lo de la señora Willismillis no fue culpa mía, yo comí de esos bombones y no me pasó nada en los dientes... Yo creo que la señora quería que le compraráis unos piños postizos nuevos y los rompió - Se quedó pensando - con un martillo, sí. - Abrazó brevemente a su padre y le dijo - No me pienso olvidar, ni aunque Hogwarts sea súper mágico y encuentre el chocogrial, nunca, nunca, jamás, y.. papá, cuando sea mágico inventaré algo para que el pan se amase solo, y así puedas descansar un poco y puedas ir a pescar conmigo, y que podamos jugar a fútbol e ir al cine... ¡te lo prometo!

El Caldero Chorreante era un garito de esos en los que sus padres no le dejarían entrar nunca, de esos en los que esperarías que te sacaran una navaja y te atracaran, y eso, lejos de asustar a Colton lo excitaba. Nunca le habían atracado, era emocionante, porque cuando te atracaban venía spiderman y le zurraba a los malos, o venían los francotiradores de la policía, o un policía de paisano con pinta de señor Miyagi les daba una paliza, era emocionante, pero no, salvo que le miraban un poco raro, en plan los programas de esos de cámara oculta, no parecía que pasara nada, aunque era el bar más silencioso del mundo y jamás hubiera ido allí a ver al Chelsea, allí no se sentiría el ambiente. Dentro del bar habían una madre y una niña que parecían estar tan perdidos como ellos, así que debían ser muggles buscando el país de Oz, porque no podía ser que todos los magos del mundo vivieran en un callejón, en un callejón vivían los kinkis, los chungos, no los magos. Se dirigió hacia la madre y la niña mientras sus padres miraban a todos lados, buscando las cámaras del sorpresa sorpresa, y sonrió, y se presentó muy educado para que su madre no se tuviera que sacar la chancla en ese bar, que lo mínimo que la podía pasar es que le salieran champiñones en caso de que su pie tocara el suelo.

Sus padres estaban tocando la pared, así que aprovechó para seguir conociendo a las muggles porque, quien sabía, tal vez les gustaran las bromas y fueran una gran ayuda para la búsqueda del chocogrial, aunque fuera como catadora. Colton sonrió y le dijo

- Es un placer señorita Mary, oh perdón, señora Mary, si tiene una hija debe ser señora, perdóneme usted. - Sonrió a la niña y le dijo - Me puedes llamar Colt, todos mis amigos me lo llaman, porque soy el más rápido desenfundando en el área, pum y gol!.  ¿Entonces tú también eres una maga? Que guay, pensaba que iba a ser el único niño del colegio y me iba a aburrir.... - Sonrió y se rascó la cabeza - Perdóneme señora, a veces me acelero solo un poquito. Sí, mis papás están buscando la entrada al Callejón Diagon pero parece que no lo encuentran.

Entonces el señor de la barra que parecía un expresidiario les dijo a sus padres tres arriba y dos horizontal, pero no, ellos no sabían, así que Colton se crujió los nudillos y se fue para allá diciendo

- Paso que arraso!!!. - Se puso delante del muro y le dijo a su padre como si no se enterara - Pero papá, ¿Es que no te acuerdas?. Hay que darle al muro al ritmo de we will rock you!!!

Y así Colton se puso las manos en las rodillas y empezó a golpearlas

- Plas, plas, clap, plas, plas, clap, plas, plas, clap, plas, plas, clap. Dos horizontal, tres arriba, ábrete ya, que no puedo esperarrrr... Ca-lleeeee-joooooon Diagon, plas, plas, plas, clap, Caaaaa-lleeeeee-joooon Diagon!

No creía que pasara nada, pero fue darle donde le tenía que dar y la pared comenzó a abrirse mientras Colton daba saltitos.

- Wala, wala, wala, que fuerte, que fuerte!!! - Miró hacia atrás a la niña - Mira Úrsula, le he hecho un ábrete sésamo!!! Tú también vienes a comprar? A mi mis papás me van a comprar todo menos la escoba, que paso de barrer, que eso es esclavitud infantil y....

Su padre carraspeó. Vale, lo pillaba, que se estaba volviendo a acelerar. Así que se giró a su madre y le dijo

- Mamá, mamá, ¿Por qué no hacemos las compras juntos con la señora Mary y la señorita Úrsula?. Supongo que ella tendrá que comprar lo mismo que nosotros y si todo es como lo del muro.... Vamos a necesitar mucha ayuda.

 

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13/12/2021, 23:02
Úrsula Galloway

Se bajó del coche sin poder dejar de mirar la pared de enfrente-¿Has visto?¡Es un flamenco azul! Pensaba que solo eran rosas-miraba extasiada a la pintura mientras daba la vuelta al coche para acercarse a su madre-Sí, me parece bien. Me gusta andar por las calles. Llevo yo el teléfono, ¿te parece bien?

No esperó a que Mary respondiera, miró la pantalla y miró alrededor-Por allí, seguimos recto.

Siguieron andando haciéndole caso a Google Maps y Úrsula no perdía mientras tanto detalle de las calles por las que iban pasando mientras hablaba con Mary-Ya, pero las preguntas me salen. Porque lo mismo no pregunto y nadie me cuenta lo que quiero saber y después es tarde para preguntar-le tendió la mano y fueron caminando-y así nunca lo sabré. Pero, vale, me lo has dicho muchas veces. Intentaré no preguntar tanto...-su tono de voz decía que sí, que lo intentaría, pero ambas sabían que el intento le duraría tres coma uno-No me preocupo, solo es que... es por aquí a la derecha...-tiró de Mary metiéndose en una calleja que hizo que se detuviera tan solo dos pasos después-No me preocupo., pero no me gusta esta calle. Aquí no entraría sola, pero hoy voy contigo y el Guglemas dice que es por aquí.

Con paso dubitativo siguió andando hasta que vio el cartel colgado de la pared. Tiró de la mano de Mary y se lo señaló-Creo que es eso, ¿no? Creo que está cerrado-se aproximó a la puerta y se puso de puntillas para poder mirar por los cristales hacia el interior-¡Ah, no! está abierto pero está oscuro y los cristales muy sucios, se ve rara a la gente a través de ellos... ¿Nos hemos equivocado? No me gusta el sitio, no me parece mágico.

No le hacía gracia, pero Mary confirmó que aquel era el sitio al que iban, así que entró detrás de ella en aquel local. Una vez dentro miró extrañada a la gente que allí había. Se agarró con fuerza a la mano de Mary, no le gustaba el ambiente que había allí más aún después de ver que no era el cristal el que deformaba a la gente que estaba en el local, sino que había gente muy bajita, muy bajita, muy bajita y otros eran como gigantes. Algunos estaban sentados en mesas cuchicheando entre ellos, algunos las miraron al entrar. Úrsula estaba muy seria y no echaba a correr de allí porque estaba Mary con ella, que si no...

En aquel momento, sintió como se abrió la puerta. Se volvió a ver si entraba alguien bajito o alguien alto pero vio que se trataba de una familia de lo más normal y venía un niño con ellos, más o menos de su edad. Abrió los ojos como platos y le tiró de la manga a Mary-Mira, un niño. ¿Será como yo? ¿Vendrá también a comprar la lista de cosas para el colegio?-Como si el niño la hubiera escuchado, se acercó a ellas y se presentó. Era un manantial de palabras que hicieron que Úrsula se fuera olvidando del lugar oscuro en el que estaba y se centrara en él mientras su madre la presentaba.

-¿Colt?-preguntó extrañada, era un nombre raro. Dio un respingo cuando Colton soltó aquel  "pum y gol!"-Pues, tú me puedes llamar... Úrsula-le respondió a la sonrisa sin darse cuenta. ¿Podía hablar con él de eso de ser magos? Miró un instante a Mary y le preguntó con la mirada. El gesto que le devolvió era inconfundible. La conocía bien y no necesitaban palabras para saber lo que pensaban-Sí, por eso estoy aquí. No creo que seamos los únicos, ¿no? En los colegios suele haber muchos niños, a lo mejor es que hemos llegado los primeros o los últimos a este sitio.

Escuchó las indicaciones de un tipo que ahora estaba detrás de la barra y que les indicaba cómo llegar al callejón ese al que debían ir, cosa que Úrsula no entendía. Que tuvieran que buscar un callejón dentro de una tienda como aquella. Pero tenían que seguir las instrucciones recibidas. Miró en la dirección en la que aquel hombre señalaba y vio a los padres del niño que ya estaban frente a una pared de ladrillos y como Colt corría hacia ellos y se ponía a hacer palmas y a cantar-Yo pensaba que Harry era impaciente, pero Colt es... es... es peor que Harry... ¡GUAUUUU! -abrió la boca todo lo que pudo cuando vio como la pared se abría después de tocarla el niño. Levantó la mirada hacia Mary-¿Magia? Vayamos con ellos-tiró de su madre en dirección al muro de ladrillos-Sí, vengo a comprar. Tengo aquí la lista de cosas-señalo el bolsillo de su abrigo en donde estaba la carta a buen recaudo-¿Una escoba? En mi lista no tengo una escoba. Yo ya le he dicho a Mary que no quiero escobas tampoco, no me gustan las alturas y sé que las brujas vuelan en escobas. ¿Tu lista de cosas es diferente a la mía? -sacó su carta y se la enseñó a Colt- Quizás vamos a ir a clases diferentes y yo no la necesito. Tu has abierto la pared, quizás vas a un curso más adelantado y sí la necesitarás, ¿no?

Cayó en la cuenta entonces de que estaba junto a los padres del chaval y que no había sido educada-Buenos días, me llamo Úrsula y esta es Mary. Hemos venido a comprar también, vamos a ir al mismo colegio Colt y yo, pero no se si a la misma clase, pero si no, podremos saludarnos en los recreos-saludó a su forma-Colt, ¿sabes lo que es... -miró la carta de nuevo, releyendo las cosas a comprar-...una redoma? Mary, ¿podemos ir a comprar todos juntos?-inclinó la cabeza dando a entender que lo mismo era buena idea. Si aquel papá y aquella mamá habían llegado ellos solos delante del muro y Colt había movido la pared, quizás debían pegarse a ellos como lapas para las compras.

La pared. Úrsula se acordó de ella. La pared se había abierto después de que Colt golpeara los ladrillos. Devolvió la atención a dicha pared, asomándose para ver lo que había al otro lado...

Se había animado. Quizás, al fin y al cabo, no iba a ser mentira eso de la magia y aquella mujer extraña no había venido a adoptarla sino que lo de aquel colegio de magia era real. Por que sino, ¿por qué Colt y su familia estaban buscando lo mismo que ellas? Estaba segura de que a él no lo iban a adoptar. El ya tenía un padre y una madre que estaban allí con él, ¿para qué quería otros?.

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15/12/2021, 01:16
Percyval Ignatius Wildsmith

No era la primera vez que viajaba con Polvos Flu, sin embargo esta vez todo parecía embriagadoramente diferente. Un leve cosquilleo recorría sus dedos mientras cogía una pizca de polvos, lo suficiente para poder llegar al Callejón Diagon. Los nervios serían probablemente por lo que le esperaba al otro lado de esa chimenea. Un callejón repleto de magia y... sobre todo, de gente en un día como hoy. Era lo que le separaba de obtener por fin una varita y dar el primer paso que le convertiría en mago. 

Percy, cogió los polvos y los arrojó a la chimenea al tiempo que pronunciaba con claridad el destino, sin embargo, quizás por haber desayunado de más por los nervios, o simplemente por los nervios mismos, el aterrizaje fue bastante torpe. Lo cual venía empeorado por la presencia de una familia de magos al completo allí delante. Para colmo, los dos hijos más pequeños tenían edad para ser sus compañeros de curso o con un curso de diferencia, lo cual podía suponer que fueran posibles compañeros ante los que acababa de hacer el ridículo. Al poco apareció su madre, preocupándose por limpiarle el hollín y su padre, reprobándole el defectuoso aterrizaje que había realizado. - Si. Padre - dijo poniéndose colorado mientras miraba con una sonrisa a su madre. Sabía que los iba a echar mucho de menos cuando estuviera en Hogwarts, aunque les escribiría a menudo, contándoles todo lo que pasase en el castillo. 

La chica pelirroja se acercó entonces y le trató de animar, con unas palabras susurradas que esperaba, su padre no hubiera oído, aunque dudaba que fuera a decirle nada a alguien que no conocía - Si bueno... aunque los trasladores son de un solo uso, por eso la Red Flu es más útil para eso - Al menos en esos temas era difícil que le pillaran, no le queda otro remedio con su padre - Gracias - Dijo con un tono bastante formal, al tiempo que le ofrecía la mano para estrecharla como le había enseñado su padre - Soy Percyval Wildsmith. Encantado - afirmó sonriendo, para tratar de quitar seriedad al saludo que había realizado - También es mi primer año en Hogwarts - Dijo más alto de lo que debería, embargado por la emoción, mientras sonreía con una sonrisa muy amplia - Lo que más ganas tengo es de tener la varita por fin - Dijo con tono confidencial, aunque no sería difícil escucharle. Al hablar de Hogwarts y saber que iban a ser compañeros, se le había olvidado por completo la situación actual y ni siquiera se acordaba de que esa chimenea era una salida de la Red Flu. 

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15/12/2021, 09:24
Directora

 

Aquel lugar era tenebroso hasta el infinito, un lugar que ni en sueños habríais imaginado visitar por vosotros mismo, solos o acompañados, daba igual.

El joven Colton, casi lamenta no estar de regreso en su escuela para poder decirle a todo el mundo lo que había visto y en donde había estado, y es que no hacía falta hablar de magia ni nada de eso porque aquello tenía que ver con demostrar que podía ir a cualquier lugar que quisiera, fuese o no peligroso.

Claro que allí no parecía que estuviese ocurriendo nada o si lo hacía, desde luego era en silencio y bajo las mesas, porque después de un rato allí aquello recordaba más a un cementerio. Además, teniendo en cuenta que Colton no podía estarse quieto ni debajo del agua, cualquier otra persona que hubiese allí parecía estar casi en coma, menos sus padres, claro, que estaban intentando atravesar la pared como si fuesen dos fantasmas.

Para Colton estaba muy claro que no sabían hacer nada sin él.

Y estaba a punto de acercarse a echarles una mano cuando se fijó en aquella pareja que parecía tan perdida como sus padres, por lo que seguro que eran muggles como ellos, aunque Colton opinaba que no lo seguiría siendo durante mucho tiempo. Dentro de poco nadie se atrevería a asegurar algo así porque se habrías convertido en todo un “wizard”, como el Dr. Strange ese, o Merlín, no como el de la tele que hacía trucos baratos.

Así que si tenía que hacer de guía de aquella madre y su pobre niña, también podía con ello. Él era Colton, el líder del grupo muggle.

La joven Úrsula, por su parte, había visto a Colton pero no estuvo completamente segura de que estuviese allí por el mismo motivo que ella hasta que no se acercó dando saltos y hablando más deprisa de lo que se movía.

Al responder a su presentación, la mujer, que era bastante joven, sonrió.

-No soy su madre de verdad, solo cuido de ella, y para mí es como si fuese mi hija. Mira Úrsula, es como tú. Es su primer año en Hogwarts, y por tu edad parece que también el tuyo, y viendo a tus padres, me parece que estás igual que nosotros, que somos… cómo se llaman… ¿muggles? Sí, eso es, muggles.

Por supuesto, el acelerado comportamiento de Colton no le pasó desapercibido a Mary.

-Oh, no te apures. He visto niños mucho peores que tú. Tratamos con ellos todos los días –le aseguró, quitándole hierro al asunto, aunque lo cierto era que no estaba acostumbrada a nada así, que niños con aquel nivel de actividad no eran tan habituales como había dejado entrever.

Cuando el hombre de la barra dio su particular consejo sobre como entrar en el callejón, Mary miró a Ursula y después a Colton.

-Bueno, pues parece que van a necesitar que le echemos una mano, ¿no? –te dijo, tirando ligeramente de Úrsula y marchando detrás de Colton hasta llegar al muro. No les dio tiempo a llegar antes de que la pared de ladrillos se abriese, lo que hizo que todos, Mary, Úrsula, y los padres de Colton, observasen sorprendidos como el muro se abría, dando paso a un lugar totalmente diferente.

Para cuando Mary y Úrsula llegaron, era difícil concentrarse en otra cosa que no fuese lo que estabais viendo, aunque aún tuvieron tiempo de presentarse. Mary se presentó después de su hija, y tus padres hicieron lo propio. Pero lo que tenían delante era suficiente como para hacer que cualquiera temblase, no de emoción como en el caso de Colton, sino de nerviosismo. Aquel era un mundo nuevo y no sabíais cómo moveros por él.

Ursula tampoco estaba nada segura acerca de todo cuanto debía comprar ni lo que era cada cosa. Ella estaba en un estado intermedio entre nerviosismo y temor. Así que la sugerencia de ir juntos de compras fue tomada con bastante alivio por parte de todos. El padre de Colton, que se veía sobrepasado por todo aquello, sonrió por primera vez desde que había salido de casa.

-Pues yo creo que deberíamos ir todos, claro que sí. Después de todo, ninguno sabemos muy bien cómo funciona.

La madre de Colton asintió con la cabeza, y también Mary. Parecía que finalmente, todos ibais a explorar juntos aquel lugar y buscar todo cuanto necesitabais.

Así que finalmente, el grupo atravesó aquel paso que el muro de ladrillos había creado, entrando de lleno en el Callejón Diagon.

Nada más entrar en la calle, una larga calle llena de tiendas para todos los magos y brujas que tengan que hacer sus compras, apareció delante. Estaba bastante llena, o mejor, abarrotada, algo que era lógico porque no solo era el centro neurálgico del comercio mágico en Londres, sino que todos los alumnos y las alumnas de Hogwarts tenían aquel último día para hacer sus compras... y casi todos lo dejaban para el final.

No sabíais si llamaba más la atención la gran cantidad de magos y brujas que había por las calles, las lechuzas volando, o los escaparates de todas las tiendas que había y que os rodeaban como si estuvieseis en mitad de un espeso bosque.

Había tantas cosas extrañas y fascinantes que resultaba todo un reto fijarse únicamente en una de ellas.

Entre los locales que había, se encontraban algunos que llamaban más la atención y en los que sin duda tendríais que entrar si queríais todo cuanto necesitabais para Hogwarts.

   

   

Tienda de varitas mágicas de Ollivander

Librería Flourish & Blotts

Madame Malkim. Uniformes y ropa para magos y brujas.

Tienda de calderos Potages

Tienda de animales mágicos Emporium

Artículos de Calidad para Quidditch

Sortilegios Weasley

Tienda de Pociones

Banco Mágico de Gringotts

 

Más allá del callejón Diagon había un desvío que parecía llevar a otro lugar, el callejón Knocturn, con un aspecto oscuro y bastante siniestro.

La madre de Colton, Mia, fue la primera en hablar.

-No puedo creerlo. Jamás me habría imaginado que existía un lugar así –dijo, sin poder cerrar la boca a causa de la sorpresa.

Mary opinaba exactamente lo mismo.

-Ni yo tampoco, Mia. Si hace dos meses me hubieran dicho que vería esto, habría dicho que estaba loco de atacar. Yo… no entiendo como la gente no ha descubierto todo esto todavía.

Y mientras tanto, os cruzabais con un montón de gente que hablaba de sus cosas, pero de una manera que no acertabais a entender, sobre todo porque únicamente pillabais comentarios y palabras sueltas.

 

-… así que el otro día le dije que yo no era su elfo doméstico y que si quería…

-… me parece que el ministerio de magia tiene que cambiar su actitud o de lo contrario…

-… pues Ellebora Magreñis, tía abuela de mi prima Aldebara Bitrica cree que no deberíamos ni salir de casa con ese mago tenebroso suelto por ahí. No sé a que espera el ministerio para…

-… como no te portes bien te mando directamente a San Mungo con tu hermano Filipo el deshuesado, así que tú verás lo que haces.

 

El padre de Colton tampoco parecía estar muy centrado en lo que debía hacer porque todo cuanto le rodeaba era… bueno, le hacía sentir como si hubiese entrado en un manicomio. Afortunadamente para todos, finalmente logró recuperar un poco la compostura.

-Esto… creo que lo primero que debemos hacer es ir al banco. ¿No dijo eso la señora extraña? –comentó.

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15/12/2021, 09:28
Directora

 

Nolan seguía siendo insoportable, y desde luego, en la escuela, seguro que mantenía el mismo estilo, claro que allí no solo sería Ivy quien se cansaría de sus gansadas sino que seguro que habría más niñas que no lo soportarían. Y es que estaba segura que con el tiempo, se haría con ese pequeño hueco que algunos consiguen para siempre, el de ser in-so-por-ta-bles.

Pero mientras tanto, tocaba aguantarse y procurar disfrutar de todo cuanto aquel día y los siguientes le proporcionaran. La emoción que sentía Ivy era demasiado intensa como para dejarla de lado por él, y para empezar, tenía a su hermano Donovan como auténtico guía, dado que él ya había pasado por todo aquello. ¿Se habría puesto tan nervioso como ella? Nunca habría pensado en él de la misma manera que en Nolan. ¿Cómo habría sido con su edad, cuando entró por primera vez en Hogwarts? Siempre lo había visto serio y solemne, menos cuando se paseaba cerca de las chicas, que se quedaban como atontadas. Para la joven Ivy era un ejemplo a seguir, el mejor al que podías acudir.

Por eso cuando le respondió acerca de la abuela, lo aceptó como si fuese una verdad sacramental.

-¿A la abuela? Claro, si a mamá se le ocurriera ir a otra tienda de compras le haría un maleficio o algo parecido. No dudes que iremos.

Ivy no veía a la abuela tanto como quería, en parte porque no terminaba de llevarse bien con su padre. ¿Siempre ocurría eso con los abuelos? El abuelo también era algo extraño y hacía mucho más tiempo desde la última vez que había hablado con él, pero es que además, olía raro, como a “persona mayor”. En fin, el caso era que no sabía si tendría tiempo para hacer todo lo que se le ocurría y que por eso era importante empezar cuanto antes.

-Tu varita será tuya y de nadie más, así que será muy especial. El señor Ollivander se encargará de eso, no te preocupes? –le dijo Donovan, en relación a la varita. Nadie podía saber cómo sería, puesto que era algo que solo en el momento de comprarla aparecía, como una especie de reflejo de uno mismo.

Pero por si aquello no fuese suficiente para estimular la imaginación de la pequeña de los Connor, allí estaba aquella diminuta escoba dando vueltas a su alrededor, haciendo cabriolas y moviéndose grácilmente por el aire. Era muy sencillo imaginarse a una misma montada en ella, surcando los cielos y sintiéndose con toda la libertad del mundo.

La Nimbus 2021 parecía estar hecha especialmente para ella.

Y por supuesto, los sortilegios Weasley, el mejor lugar del mundo para encontrar bromas para todos los gustos, pero sobre todo, el hogar natural para Nolan, que al verlo, no tuvo ninguna duda de a dónde quería ir en primer lugar.

-¡¡Oooooh!! Mamá, mamá. Tenemos que ir allí. Seguro que tienen un montón de cosas chulísimas. Tienes que llevarnos, por faaaaaaaa.

Su madre le miró con cierto hastío.

-Os llevaré si disponemos de tiempo libre después de comprar todo lo que necesitamos. Solo entonces.

Eso al menos era algo por lo que merecía portarse bien y no perder el tiempo y Nolan lo sabía, por lo que dio un salto y cogió la mano de su madre para tirar de ella.

-Entonces vámonos ya, ¿a qué esperamos? Vamos, vamos.

Tracy Ann Connor mantenía las formas todo lo que podía, y también entendía que era un día especial para los dos, por lo que además de concederle aquel atisbo de esperanza a Nolan, le confirmó a Ivy que irían a ver a la abuela, tal y como Donovan había predicho. Eso no estaba del todo mal, aunque ignorase su comentario sobre la escoba.

No parecía que pensara comprarles una, ni esa ni ninguna otra.

-Si la abuela me lo permitiese, haría ya mucho tiempo que le habría dado algo así en los desayunos a tu hermano –le reconoció a Ivy en voz baja su madre, sonriendo.

Su padre entonces carraspeó. No estaba muy de acuerdo con aquella manera de hablar, ni tampoco le apetecía ver a la abuela, pero sabía que tenía todas las de perder.

Y en ese momento, la chimenea empezó a expulsar a más gente, a un chico que no habíais visto nunca y que parecía estar muy serio, y a su familia, que todavía parecía más seria. A pesar de todo, estaba en la naturaleza de la joven Connor hacer amigos y mostrarse natural, por lo no tardó en acercarse y presentarse.

Sin embargo, a veces era demasiado sincera y cuando Ivy habló mal de la red Flu, el hombre, seguramente su padre, te lanzó una mirada recriminatoria.

-Jovencita, a la red Flu no le ocurre nada. Es solo la falta de entrenamiento de mi hijo, que ya cuidaré en mejorar cuando dispongamos de tiempo.

El joven Percy al menos no solo no se molestó, sino que incluyó una información que demostraba que todo lo que había estudiado no se había perdido. La red Flú era mucho más práctica.

De todas maneras, Robbert, el padre de Ivy, se acercó entonces para mediar.

-Disculpe a mi hija, caballero. Está demasiado emocionada. Es su primer año en Hogwarts. Me llamo Robbert Troy Connor; mi esposa, Tracy Anne Connor, y mis hijos Donovan, Ivy y Nolan –se presentó, dejando a Nolan el último de todos, lo que resultó bastante guay para Ivy.

-No se preocupe. Son solo niños. Yo soy Galahad Pellinore Wildsmith, ella es Guinevere Isabella Longbottom y aquí está nuestro hijo, Percyval Ignatius Wildsmith –respondió el hombre, remarcando con gran sobriedad sus apellidos.

Al oír el nombre, Robbert pareció ligeramente inquieto.

-Eh… pues mucho gusto –respondió, pensando que aquel apellido le sonaba demasiado y que ahora entendía el porqué de su aparente indignación respecto al comentario acerca de los polvos Flú. Si no se equivocaba, uno de sus familiares había inventado los polvos Flú.

La madre del joven, Guinevere, acarició el cabello de su hijo.

-Para él también es el primer año. Estamos convencidos de que hará grandes cosas. ¿Verdad, Percyval?

Percy se presentó con mucha educación y confirmó que era su primer año, lo que suponía que había mucho que hacer, mucho trabajo que preparar, pero también muchas cosas nuevas que descubrir, aunque era mejor que su padre no supiese lo emocionado que se sentía por ello.

Finalmente, con todo un mundo nuevo por descubrir, las dos familias salisteis del local en el que estabais y entrasteis de lleno en el mundo mágico, en el callejón Diagon.

Nada más entrar en la calle, una larga calle llena de tiendas para todos los magos y brujas que tengan que hacer sus compras, apareció delante. Estaba bastante llena, o mejor, abarrotada, algo que era lógico porque no solo era el centro neurálgico del comercio mágico en Londres, sino que todos los alumnos y las alumnas de Hogwarts tenían aquel último día para hacer sus compras... y casi todos lo dejaban para el final.

No sabíais si llamaba más la atención la gran cantidad de magos y brujas que había por las calles, las lechuzas volando, o los escaparates de todas las tiendas que había y que os rodeaban como si estuvieseis en mitad de un espeso bosque.

Había tantas cosas extrañas y fascinantes que resultaba todo un reto fijarse únicamente en una de ellas.

Entre los locales que había, se encontraban algunos que llamaban más la atención y en los que sin duda tendríais que entrar si queríais todo cuanto necesitabais para Hogwarts.

   

   

Tienda de varitas mágicas de Ollivander

Librería Flourish & Blotts

Madame Malkim. Uniformes y ropa para magos y brujas.

Tienda de calderos Potages

Tienda de animales mágicos Emporium

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Sortilegios Weasley

Tienda de Pociones

Banco Mágico de Gringotts

 

Más allá del callejón Diagon había un desvío que parecía llevar a otro lugar, el callejón Knocturn, con un aspecto oscuro y bastante siniestro.

Para ninguno de vosotros era una novedad, porque ya habíais estado antes en aquel lugar, pero ahora se trataba de un asunto diferente. Por primera vez, estabais allí por vosotros, y no por vuestros padres. 

Claro que para todos no resultaba igual de interesante.

El padre de Percy mostraba su desagrado ante la gran cantidad de gente, pero los demás parecían estar perfectamente cómodos rodeados de tantos magos y brujas.

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15/12/2021, 10:00
Directora

George te miró pensando que eras una joven que parecías resuelta y a la vez, temerosa. No te había dicho que la muñeca no solo era interesante de por sí, sino que además atraía a sus víctimas potenciales, a aquellas en las que detectaba miedo en su alma. Así que sabía muy bien que debías tener algo dentro que te hiciese especialmente interesante para la muñeca, una parte oscura que quizás ni tú misma conocerías o que todavía no habrías dispuesto de tiempo para explorar.

De repente, eras una joven que había despertado un gran interés en George.

Pero su sonrisa no cambió ni un ápice, y se acercó a ti  mostrándotela y apareciendo como tu salvador.

-Encantado, señorita Ferlet, y muchas gracias por sus palabras. No siempre encuentro a alguien que disfrute de mi tienda. A menudo pasan de largo o simplemente no se atreven a entrar. No ven más allá de la puerta, como decía mi padre, que en paz descanse.

Entonces le preguntaste por el callejón Diagon, a lo que George rápidamente reaccionó aumentando la intensidad de su sonrisa.

-La verdad es que no anda muy lejos. Estamos en el callejón Knockturn. El callejón Diagon no está lejos de aquí. Así que si me lo permite, seré su acompañante para guiarle a él –te dijo, ofreciéndote su brazo como si fueses su pareja de baile.

Era fácil dudar, sobre todo porque tus madres habían sido siempre muy claras al respecto de hablar y caminar con desconocidos, claro que si algo habías aprendido en los últimos años era que a veces las cosas malas no podían ser evitadas, sino aceptadas tal y como vinieran. Y por encima de todo estaba el hecho de que te encontrabas en un lugar extraño, completamente perdida, y que necesitabas regresar al callejón Diagon.

¿Qué motivos ocultos podría tener aquel hombre, que por otro lado, no parecía ser peligroso sino la amabilidad en persona?

Así que finalmente, aceptaste la invitación. Te agarraste del brazo y juntos os dirigisteis hacia la salida, hacia el oscuro callejón Knockturn.

El callejón era como poco, el lugar más tenebroso que en el que habías estado jamás, la oscuridad personificada, con una calle muy estrecha y gente extrañísima, oculta bajo túnicas negras, y que te miraban como si quisieran experimentar contigo alguna clase de hechizo horrible.

Pero George tiraba de ti con confianza, sin detenerse un instante, ni que tampoco hiciera falta que apartara a nadie pues todos parecían quitarse a medida que avanzabais. Era como si tuviese alguna clase de repelente para la gente.

Y finalmente, el callejón desapareció, dando paso a una calle mucho más ancha que ya conocías, porque habías venido alguna que otra vez con tus madres de compras.

El callejón Diagon.

No sabíais si llamaba más la atención la gran cantidad de magos y brujas que había por las calles, las lechuzas volando, o los escaparates de todas las tiendas que había y que os rodeaban como si estuvieseis en mitad de un espeso bosque.

Había tantas cosas extrañas y fascinantes que resultaba todo un reto fijarse únicamente en una de ellas.

Entre los locales que había, se encontraban algunos que llamaban más la atención y en los que sin duda tendríais que entrar si queríais todo cuanto necesitabais para Hogwarts.

   

   

 

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Tienda de calderos Potages

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Sortilegios Weasley

Tienda de Pociones

Banco Mágico de Gringotts

 

Más allá del callejón Diagon había un desvío que parecía llevar a otro lugar, el callejón Knocturn, con un aspecto oscuro y bastante siniestro.

Claro que no siempre lo habías visto tan repleto de gente. Quizás fuese porque era el último día para comprar las cosas del colegio, porque no cabía ni un gnomo.

-Bueno, señorita. Aquí está el callejón Diagon. Supongo que no tendría pensado venir sola. Ya ha visto lo sencillo que es perderse.

En ese momento aparecieron corriendo tus madres, provenientes de otros de los locales de entrada al callejón.  Eloise fue la primera en abrazarte, con tanta fuerza que por un momento te dejó sin respiración.

 

-¡Luna! ¡Ay, Luna, cariño! ¡Menos mal que estás bien! ¿Qué ha ocurrido? ¿Dónde has aparecido?

Janice llegó solo un par de segundos después, abrazándote y dándote un beso.

-Nos tenías muy preocupadas, Luna –te dijo, volviéndose hacia George -. Muchísimas gracias por cuidar de ella. Se transportó mal con los polvos Flú. ¿Dónde la encontró?

George se mantenía calmado y sonriente.

-En mi tienda. Apareció en la chimenea de repente. Es una señorita muy educada.

Eloise consiguió separarse de ti.

-Le estamos muy agradecidas. Yo soy Eloise Bludgerledge y ella es Janice Ferlet. Si hay algo que podamos hacer por…

George alzó una mano.

-Nada en absoluto. Ha sido un placer servirles de ayuda, al igual que conocer a esta jovencita. Es muy valiente.

Tú no te sentías tan valiente, pero la verdad es que lo único que importaba en esos momentos era que estabas bien y que por fin habías llegado a tu destino. Además, habías conocido a un hombre que era muy amable, lo cual te hizo sentir bastante bien, sobre todo teniendo en cuenta el miedo que tenías a lo que pudieras encontrar en Hogwarts.

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15/12/2021, 10:06
Directora

Notas de juego

Estáis todos a la vista. Lo digo por que Ivy y su familia puede ver a su abuelo.

Para entrar en una tienda, escribid e indicad en NOTAS que entráis en la tienda. Os moveré a los que entréis, solos a la tienda.