Partida Rol por web

Los jardines de Hogwarts eran con diferencia el mejor lugar para pasear, pero también el sitio en donde practicar el vuelo y jugar al Quidditch. Desde ellos se divisaba el espectacular campo en el que tendrían lugar las competiciones entre las distintas casas. Pero vosotros todavía teníais que desarrollar algunas habilidades más si queríais llegar a eso o al menos, aprobar la asignatura de Vuelo.

Cuando llegasteis al campo, la profesora Camellia Mistle estaba ya esperandoos con dos filas de escobas dispuestas enfrentadas, una para uno de vosotros, a un lado los alumnos de Hufflepuff y al otro los de Ravenclaw. Solo cuando os colocasteis en vuestro lugar y guardasteis silencio, la profesora comenzó a hablar.

-Buenos días, clase. Soy la profesora Camellia Mistle y me encargaré de que aprendáis los fundamentos del vuelo con escoba. Como podéis observar, hay una escoba para cada uno, barredoras, más específicamente, pero eso no es algo que os deba preocupar. La calidad de una escoba no es comparable a la habilidad de quien la monte, porque es su fortaleza mental, además de su destreza, las que se encargan de dominarla.

La profesora empezó a pasearse por detrás de cada una de las filas, con las manos a la espalda. Transmitía sensación de seguridad y de saber lo que se hacía.

-Tenéis que comprender que una escoba no es solo un palo que os permite elevaros en el aire, sino un ente vivo, que canaliza vuestra energía, convicción y determinación a la hora de elevaros, como un caballo salvaje al cual debéis domar y con el que tendréis que conectaros. Las escobas pueden percibir el miedo y la duda, y solo tienden a obedecer a aquellos que se muestran seguros a la hora de darles órdenes. Pero eso no tardaréis en comprobarlo. Ahora lo que quiero que hagáis es que les demostréis a estas escobas quién manda aquí, y para empezar, les ordenaréis que vayan hacia vosotros, con un simple "arriba", pero dicho con fuerza y seguridad. Si veis que no sube a vuestra mano, volved a intentarlo, hasta que logréis cogerla.

Tras decir esto, la profesora se detuvo al frente de ambas filas de alumnos, miró a todos durante unos segundos y después, se decidió a pediros lo que quería que hicierais.

-Así que venga, veamos de qué estáis hechos.

Nada más alejarse del aula de Transformaciones, Michael se pegó a James y Elektra para salir a buen paso hacia los terrenos de Hogwarts donde estaba ubicado el campo de entrenamiento. Tragó saliva, se le había olvidado que aquél día tocaba la primera clase de vuelo y estaba bastante nervioso. Había volado en escoba alguna vez, pero no se le daba nada bien. Desde luego, ni de lejos se le daba como a Keira, que era capaz de hacer mil piruetas y tirabuzones diferentes. Mamá siempre la aplaudía al verla volar (a ella también se le daba genial) pero papá la miraba encogido y con los dientes apretados, como si pensara que estaba a punto de matarse. Algo en aquél recuerdo le hizo sonreír un poco.

—Bueno, pues toca volar —les comentó a sus compañeros mientras salían fuera—. A tí seguro que se te dará muy bien, James. Con lo que te gustan los deportes, creo que podrías estar en el equipo de quidditch en cuanto le cojas un poco el truco. ¿Tú has volado alguna vez ya en escoba, Elektra?

Estaba más hablador que de costumbre, lo que evidenciaba sus nervios por la clase. Antes de lo que hubiera querido, llegaron al campo de entrenamiento donde todo estaba preparado ya para la lección. Los chicos y chicas de primer curso de Hufflepuff estaban también allí, y Michael les sonrió lo mejor que pudo al llegar.

La profesora Mistle tenía un aspecto imponente, igual que Persimom, Tauris y Partwulf. Menuda selección de magos y brujas para darles clase, como para no poner los cinco sentidos en atenderles... La profesora no perdió el tiempo y tras su presentación les explicó que lo más importante para volar en escobra era la fortaleza mental y la destreza de quien lo hacía. Michael tragó saliva.

Mientras Camellia se paseaba por detrás de ellos, el chico miró la escoba que esperaba en el suelo a su lado, muy quieta. La lección sonaba muy bien, pero Michael no pudo evitar imaginar que a aquella escoba no le gustaba que él la montara y empezaba a agitarse, tratando de tirarle al suelo desde una peligrosa altura. Empezó a notar la frente fría. De pronto, a su alrededor los demás alumnos y alumnas estiraron un brazo. ¿Eh? ¿Qué? Michael levantó el brazo también, por puro acto reflejo. ¿La lección había terminado ya? Había estado tan absorto en imaginar caídas desde el cielo, escobas que le mordían las manos y otras cosas terribles, que ni siquiera había escuchado lo que la profesora indicaba... Menos mal que sabía lo que tenía que hacer, porque había visto cientos de veces a Keira ordenar a su escoba que se alzase del suelo. Trató de recordar cómo lo hacía su hermana mayor.

—Arriba...

Era lo que había intentado decir, pero la voz no le había salido. Sólo emitió un suspiro raro. La escoba, evidentemente, se quedó en el suelo. Michael tragó saliva con fuerza e intentó concentrarse.

—A... arriba...

Nada, su voz seguía siendo tan débil que apenas hubiera podido oírle el cuello de su camisa. A su alrededor, la mayoría de compañeros ya tenían la escoba en sus manos y hablaban entre sí sonrientes. Michael cerró los ojos con fuerza. Por algún motivo, los rostros de sus amigos aparecieron frente a él en la oscuridad. Quería estar a la altura y que se sintieran orgullosos de él. Colton, Luna, Kyle, Úrsula y Ivy fueron apareciendo para darle ánimos. Al ver a su amiga de Slytherin, algo hizo que el miedo y los nervios se disiparan. Recordó lo valiente que había sido Ivy en la Sala de Trofeos al quedarse atrás para ayudar a Luna, aunque se arriesgaba a que Tauris la atrapase. ¿Iba a darle miedo a él un simple vuelo en escoba...?

—¡ARRIBA!

La escoba subió hasta su mano al instante. Michael abrió los ojos y descubrió que todos le miraban. ¿Tan alto lo había dicho...? Tenía el ceño fruncido, pero al ver al resto de compañeros y compañeras mirándole recuperó su expresión azorada y se puso muy rojo. Bajó la vista hacia la hierba del campo de entrenamiento. Qué vergüenza... pero al menos había logrado que la escoba le obedeciera.

La clase de transformaciones había estado... guay. Aquel profesor sí que sabía montárselo bien y conseguir que la magia fuese genial. Otra cosa era que los demás pudiésemos imitarle. A mí la cosa me salió regular, pero bueno, eso era de esperar. Lo mejor fue que al menos me lo pasé bien mirando a Michael y a los demás, sobre todo a esa Luna a la que todo parecía salirle bien.

La chica era una bruja de verdad.

Cuando acabamos, nos fuimos a toda prisa a la siguiente clase que era la de vuelo. Sentaba bien salir del castillo pero Michael parecía más pálido que de costumbre.

-Jo, tío. ¿No me digas que estás nervioso? Si esto tiene que ser lo más chulo, volar en una escoba como dicen los míos que siempre hacían las brujas y sentir el viento golpeándote. No puedo esperar a a estar en el aire.

 Pero por algún motivo, a Michael eso no le gustaba nada nada nada.

-¿Qué se me dará bien? Bien no... geniaaaaal. He estado soñando con esto. 

Los de Hufflepuff estaban por allí también porque nos tocaba juntos, pero yo me coloqué al lado de Mickey y ni me fijé en ellos. Además, la profesora empezó a hablar en cuanto estuvimos listos por lo que no tuvimos mucho tiempo para decir nada. Se paseó por todas partes, como si estuviese examinándonos, y aunque era la única clase en la que no había que tomar apuntes... me sentía como desnudo sin ellos.

Era muy raro.

Finalmente, explicó lo que había que hacer. Ordenarle a la escoba que subiera. Vamos, demostrarle quién era el jefe. Eso iba a ser muy pero que muy sencillo.

Me enderecé al lado de la escoba y le di la orden a la escoba, con una voz fuerte y segura.

-¡ARRIBA! 

Y por supuesto, la escoba me hizo caso inmediatamente, cogiéndose a mi mano como si aquel fuese su destino.

-¡Guaaaaaaay!

Pero Mickey no estaba teniendo tanta suerte. Apenas oí su orden para que subiera, y tuvo que repetirla varias veces, hasta que por fin lo consiguió.

-¡Eso es, Mickey! ¡Demuéstrale quién manda! -le dije cuando por fin la tuvo en su mano.

Me di cuenta entonces de que todos nos miraban muy fijamente, aunque no sabía por qué. Despue´s de todo, no éramos los únicos que nos estábamos peleando con las escobas. Precisamente en esos momentos una salió volando por los aires, con uno de nuestros compañeros corriendo detrás de ella para atraparlas.

¿Quién es el jefe? Yo soy el jefe. Soy el puto amo de las escobas, me dije, sonriendo. Por fin algo que se me iba a dar bien.

El éxito de James imitó el de otros, pero muchos tuvieron dificultades para conseguir que su escoba subiese hasta su mano, en parte porque eran viejas y cascarrabias y no tenían muchas ganas de volar aquel día, pero también porque percibían que aquellos que las llamaban no tenían la suficiente personalidad y fortaleza de carácter como para dominarlas.

Las escobas eran así de temperamentales.

No obstante, aún con dificultades, al final todos lograsteis haceros con vuestra escoba.

La profesora Mistle ayudó a algunos diciéndole cómo tenían que llamarlas y recuperó la escoba que había huido subiéndose a una ella misma y realizando un vuelo ágil y veloz que la llevó a detenerla y traerla de regreso.

Cuando por fin todos teníais la escoba en vuestras manos, volvió a hablar.

-Bueno, creo que algunos de vosotros podéis mejorar bastante, pero como es la primera clase tendremos que conformarnos con eso. Recordad mostraros siempre seguros y confiados o de lo contrario vuestras escobas no os harán caso, y mucho más estas, que están acostumbradas a tratar con muchos alumnos y alumnas y no les apetece demasiado.

Después de esas palabras, os miró a todos con gesto serio. Estaba claro que a pesar de tratarse de una asignatura menor, la profesora era particularmente exigente.

-Seguidme -os dijo entonces, dándose la vuelta y caminando en dirección opuesta al castillo, alejandoos del campo en el que os encontrabais unos cuantos metros. Era una extraña procesión la que formasteis, mientras os preguntabais a dónde os llevaba, hasta que finalmente, se detuvo y giró hacia vosotros.

-Ahora, si miráis hacia arriba veréis como he dispuesto una serie de obstáculos para formar un pequeño circuito. Es evidente que lo primero que debéis conseguir hacer es elevaros, pero una vez arriba, tendréis que intentar dominar a vuestra escoba y convertirla en una parte más de vosotros, y cuanto más entrenéis, mucho mejor.

Al mirar hacia arriba, distinguisteis una especie de circuito aéreo, tal y como había dicho la profesora, formado por varios postes que levitaban en el aire y varios aros, todos a diferentes alturas y en distintas direcciones, para que tuvieseis que ascender, girar a un lado y a otro, y descender. Finalmente, a lo lejos, había otro aro, pero este parecía una especie de ventilador, pues tenía varias aspas que se movían, lentamente, dejando tres huecos lo suficientemente grandes para atravesarlos.

-Mediré vuestras reacciones y también los errores que cometáis. Tendréis que elevaros en vuestra escoba, dirigirla para pasar entre los postes, pasar por los aros y finalmente, si es que alguno consigue llegar hasta el final, atravesar las aspas. No importa que lo hagáis mal, pero sí que os rindáis. Aunque tardéis toda la hora, tendréis que hacer el circuito entero y yo lo registraré. Recordad siempre los cuatro consejos de todo buen mago o bruja que vuele en escoba: determinación, reflejos y atrevimiento, pero no estupidez. Preparos. Os iré nombrando uno por uno e iréis saliendo. 

Todos os mostrasteis nerviosos, algunos excitados ante la idea de intentar hacer el circuito lo más rápidamente posible mientras que otros... agobiados por la posibilidad, real, de fallar una y otra vez y quedar los últimos.

Como Michael esperaba, a James se le iba a dar genial volar. Mucho mejor que a él mismo, desde luego. Suspiró y se encogió de hombros, ya temía que aquello no iba a ser lo suyo. Esperaba al menos poder aprender lo suficiente para dar una vuelta con Keira de vez en cuando sin miedo a romperse la crisma. Pero incluso para eso tendría que practicar bastante.

La profesora les guió a un lugar un poco más apartado y les explicó en qué consistía el ejercicio que había preparado. Michael abrió mucho los ojos al contemplar aquellos postes y aros suspendidos en el aire.

—Será una broma... —murmuró, notando que se ponía un poco pálido.

Pero no, no lo era. La profesora estaba más seria que un guardia del palacio de Buckingham, y efectivamente empezó enseguida a nombrar a los alumnos y alumnas de Ravenclaw y Hufflepuff para que fueran despegando e intentaran el ejercicio. Michael aferró el palo de su escoba con tanta fuerza que los nudillos se le pusieron blancos, mientras notaba cómo se le agarrotaba hasta el último músculo del cuerpo. Los nombres se iban sucediendo, y la C de Cramson se acercaba peligrosamente...

Cuando por fin la profesora Mistle dijo su nombre, Michael tragó saliva y se adelantó. Respiraba con dificultad y notaba un sudor frío. Miró hacia arriba, fijando su atención en los postes que flotaban en el aire. ¿Por qué había tan poco espacio entre ellos? El chico de Ravenclaw podía notar las miradas de sus compañeros fijas en él. Al menos estaba rodeado de gente que podría llevarle a la enfermería cuando se la pegara... Respiró hondo, volvió a pensar en que tenía que ser valiente y dio una fuerte patada en el suelo.

Se elevó bien en el aire. Tan bien, de hecho, que le pilló por sorpresa lo rápido que avanzaba hacia los postes y tuvo que frenar la escoba para no tragarse el de la derecha.

—¡Ey! —gritó, tirando hacia atrás del palo como si fueran las riendas de un caballo desbocado—. ¡Co... con cuidado!

Consiguió controlar el vuelo a duras penas, pero aquello no parecía haberle gustado a la escoba. A partir de aquél momento, se resistió bastante a sus torpes indicaciones, como si estuviera enfadada. Michael se esforzó por dominarla, y logró dirigirla hacia el espacio entre los postes para rebasarlos al segundo intento, en un zig-zag bastante poco estético. Suspiró con cierto alivio, aunque se dio cuenta de que se había quedado quieto en el aire. Miró hacia abajo... y fue un grave error. ¡Estaba altísimo! Se agarró con todas sus fuerzas a la escoba y cerró los ojos con fuerza.

—Me voy a matar...

Le vinieron a la memoria las piruetas que hacía Keira cuando montaba en escoba y casi se mareó al recordarlo. ¿Cómo podía hacer eso su hermana? Pero no podía quedarse ahí toda la mañana, tenía que terminar el ejercicio como fuera. Se meneó sobre la escoba para que esta volviera a ponerse en marcha, dirigiéndola como buenamente pudo hacia los aros. Una vez más salió a demasiada velocidad y falló los aros por mucho, pasando de largo y teniendo que dar la vuelta en una curva demasiado abierta. A la segunda, se acercó con más cuidado y pasó con dificultad por uno de los aros, no sin tener que agacharse para evitar llevarse un buen golpe en la frente. Pasó el siguiente un poco mejor, pero en el último notó cómo el aro rozaba el penacho de la escoba. 

—Jo... me estoy coronando...

Pero lo peor estaba por llegar. El "ventilador" que tenía delante era lo más aterrador que Michael había visto jamás. En ese momento, hubiera preferido enfrentarse a la profesora Tauris. O incluso a Shadefian. ¿Cómo demonios iba a conseguir pasar por ahí sin que las aspas le tirasen al suelo? Se acercó con cuidado... Imposible, a paso de caracol no le iba a dar tiempo a cruzar antes de que una de las aspas le golpease. Volvió atrás para volverlo a intentar. ¡Demasiado rápido! Giró la escoba justo a tiempo y se desvió a la derecha evitando chocar con el aro exterior.

—Esto es imposible...

El tercer intento no fue mejor, y tuvo que superar el aro por su parte superior. Michael empezaba a sentirse más frustrado que asustado. Frunció el ceño y se colocó con decisión delante del aro una vez más. Se obligó a concentrarse y a observar bien el movimiento de las aspas para calcular en qué momento lanzarse hacia delante.

—Venga, escoba —murmuró, aflojando un poco el agarre sobre el palo—. Confío en ti. Sé que podemos hacerlo...

Y tomando aire una vez más, volvió a lanzarse con decisión hacia las aspas que giraban. Aquella vez logró pasar incluso con bastante margen. Al mirar atrás y ver que había terminado, exhaló todo el aire de sus pulmones en un largo suspiro de alivio. Descendió con cuidado para tocar tierra del modo más suave posible. Después del papelón que había hecho, sólo faltaba que se la pegara en el aterrizaje...

Me había salido de muerte, pero a mi lado Michael sí que parecía haber muerto de verdad. Estaba claro que había cosas que se le daban bien, como estudiar y todo eso, pero cuando se trataba del baloncesto y las escobas... yo era el rey.

La profesora, eso sí, no parecía enfadarse con nadie. Solo dijo que había algunos que claramente tendrían que mejorar, aunque no fuese con esas palabras, y después que le siguiésemos. En ese momento me acerqué a Michael y pasé una mano por su hombro.

-Tranqui, Mickey. Ya le irás cogiendo el tranquillo. A mí es que se me dan bien estas cosas porque llevo toda la vida haciendo driblings y lanzando triples en posiciones imposibles, pero seguro que con algo de entrenamiento te irá mucho mejor -le expliqué, aunque me pareció que no había entendido la mitad de las cosas que había dicho, por sus gestos de extrañeza.

Después de andar un poco, la profesora se detuvo y nos hizo mirar hacia arriba. Había montado un circuito en el que demostrar nuestras habilidades. 

-Oooooh... está chulísimo. Esto va a molar más que hacer un gancho de espaldas.

Por desgracia, Michael no opinaba igual que yo y en cuanto dijeron su nombre, volvió a palidecer.

-Ánimo, Mickey. Apuesto por ti, ¿eh, tío? -le dije en voz baja.

Pero la verdad es que tuve que cerrar los ojos en alguna ocasión porque lo veía en el suelo. Aquella escoba parecía tener más carácter que él y tuvo que intentar lo de los postes varias veces... y unas pocas más el último de los obstáculos.

-Ufff... cuidado, tío, que te los pasas.... eso es, eso es... dale caña, tío -exclamaba, intentando animarle lo mejor que podía.

Pero lo cierto era que cuando por fin aterrizó, se sentía fatal y no había mucho que yo pudiera hacer para animarle.

-Esto... bueno, al menos no te has caído, ¿eh?

Cuando llegó mi turno, me elevé en el aire como si fuese mi medio natural y me dirigí con rapidez al círculo. Aquello estaba chupado. Giré hacia un lado y entonces pasé entre los dos primeros postes, aunque lo hice tan deprisa que me pasé de frenada y tuve que regresar para volar entre los dos postes siguientes, y finalmente, me enfrenté al terrible ventilador, que no era tan terrible porque vi un hueco y me metí a toda velocidad, sin perder tiempo.

Cuando aterricé, elevé un puño hacia arriba.

-Soy el mejor, yeaah. Venga, a ver si alguien supera eso -exclamé, satisfecho. 

Cogí mi escoba y me dirigí de nuevo hacia Mickey.

-No te preocupes, joven padawan. Yo seré tu maestro y dentro de nada, te habrás convertido en un auténtico Jedi -le dije, dándole una sonora palmada en la espalda.

James fue de los mejores de todo el grupo, lo que dejaba claro que cuando llegara el quidditch, él podía ser uno de los seccionados para participar. A pesar de tu pobre rendimiento, ni la profesora ni nadie más te miró mal, ni tampoco hizo gestos que te hicieran sentir incómodo, porque entre otras cosas, no eras el único a quien volar no se le daba nada bien.

Y es que una cosa era estudiar, mover la varita y lanzar hechizos, y otra muy distinta actuar como si llevases toda la vida sobre una escoba.

-Está bien, clase. Esta ha sido una pequeña introducción sobre las cosas que podemos hacer con una escoba, aparte de caernos, por supuesto. Sé que para algunos de vosotros ha sido la primera vez, pero no os preocupéis. Con el tiempo, conseguiréis al menos la mínima destreza como para poder utilizarlas sin peligro. Pero ahora mismo, tendréis que aprender las cosas que podéis hacer y las que no, y los nombres de los principales movimientos que se llevan a cabo con una escoba, así que para el próximo día, quiero que busquéis en la biblioteca algunos de estos movimientos, sus nombres y también cómo llevarlos a cabo. Los pondremos en práctica durante la próxima clase.

Al menos lo que era la teoría sí que se le daría bien a la mayoría, porque no había que volar, ni tampoco convencer a una escoba tonta para que os hiciese caso, sino solo buscar, copiar y entender lo que se decía.

Mientras os dirigíais a vuestra siguiente clase, que tendría lugar en los invernaderos, Elektra se unió a James y a ti. A Elektra tampoco le había salido muy mal del todo la clase, por lo que estaba visiblemente satisfecha.

Pero por supuesto, quien se había llevado el mayor mérito era James. Desde ese momento, se había convertido oficialmente en el "Águila de Ravenclaw", como él mismo se había autodenominado.

Los jardines de Hogwarts eran con diferencia el mejor lugar para pasear, pero también el sitio en donde practicar el vuelo y jugar al Quidditch. Desde ellos se divisaba el espectacular campo en el que tendrían lugar las competiciones entre las distintas casas. Pero vosotros todavía teníais que desarrollar algunas habilidades más si queríais llegar a eso o al menos, aprobar la asignatura de Vuelo.

Cuando llegasteis al campo, la profesora Camellia Mistle estaba ya esperandoos con dos filas de escobas dispuestas enfrentadas, una para uno de vosotros, a un lado los alumnos de Gryffindor y al otro los de Slytherin, conforme fuisteis llegando uno tras otro. Solo cuando os colocasteis en vuestro lugar y guardasteis silencio, la profesora comenzó a hablar.

-Buenos días, clase. Soy la profesora Camellia Mistle y me encargaré de que aprendáis los fundamentos del vuelo con escoba. Como podéis observar, hay una escoba para cada uno, barredoras, más específicamente, pero eso no es algo que os deba preocupar. La calidad de una escoba no es comparable a la habilidad de quien la monte, porque es su fortaleza mental, además de su destreza, las que se encargan de dominarla.

La profesora empezó a pasearse por detrás de cada una de las filas, con las manos a la espalda. Transmitía sensación de seguridad y de saber lo que se hacía.

-Tenéis que comprender que una escoba no es solo un palo que os permite elevaros en el aire, sino un ente vivo, que canaliza vuestra energía, convicción y determinación a la hora de elevaros, como un caballo salvaje al cual debéis domar y con el que tendréis que conectaros. Las escobas pueden percibir el miedo y la duda, y solo tienden a obedecer a aquellos que se muestran seguros a la hora de darles órdenes. Pero eso no tardaréis en comprobarlo. Ahora lo que quiero que hagáis es que les demostréis a estas escobas quién manda aquí, y para empezar, les ordenaréis que vayan hacia vosotros, con un simple "arriba", pero dicho con fuerza y seguridad. Si veis que no sube a vuestra mano, volved a intentarlo, hasta que logréis cogerla.

Tras decir esto, la profesora se detuvo al frente de ambas filas de alumnos, miró a todos durante unos segundos y después, se decidió a pediros lo que quería que hicierais.

-Así que venga, veamos de qué estáis hechos.

¡El mejor momento del día había llegado! Del día, de la semana, del año incluso. Montar en escoba era el sueño de Ivy desde que era una niña; de hecho, observaba a su hermano mayor, Donovan, practicando con aquel "juguete" peligroso que tanto su madre y abuela pretendían alejar de ella, bajo la premisa de que "una bruja bien educada no monta con vulgaridad sobre una escoba, o se "aparece" o usa la red Flu". Pero la joven pelirroja no estaba de acuerdo, así que tenía su guerra personal montada, pidiendo casi a diario que le comprasen una escoba, al igual que a su hermano mayor.

A Jade, además, le gustaba estar en espacios abiertos. Los jardines eran frescos, espaciosos, y el verdor del césped relajaba. No era el ambiente opresor de las mazmorras y eso era de agradecer.

La profesora de Vuelo era una mujer bastante joven que explicó en qué consistían los fundamentos del Vuelo. Las escobas, dispuestas en dos hileras, eran Barredoras. Ivy se posicionó al lado de la suya y miró al compañero Gryffindor que tenía frente a sí, sonriéndole emocionada*

La escoba es un ente vivo, como las plantas en Herbología...

La pelirroja iba autoconvenciéndose de cómo debía actuar con su instrumento volador, a pesar de que el símil del caballo salvaje de poco le servía, pocas mascotas había tenido hasta antes de llegar a Hogwarts, a su madre no le agradaban por su continua obsesión por la limpieza.

Y llegaba el momento de la práctica. Jade suspiró antes de dar la orden a la escoba, estaba nerviosa y su "Arriba" sonó tan débil que la escoba no se movió del sitio, no elevándose ni un ápice. Ahora eso sí, culeó un poco a los lados, señal de que la magia de Ivy existía, aunque débil.

- No sube... - Tragó saliva. ¿Y si no se le daba bien aquella asignatura que tanto le gustaba?

Miró a Kyle que estaba a su lado - No me esperaba que no me hiciera caso - Dijo con sinceridad pensando que quizás su tono de voz suave, el mismo usado para Testia, quizás no era el adecuado - Voy a intentarlo de nuevo... - Y es que en perseverante nadie le ganaba

- Arriba... - Puso un poco más de determinación y la escoba hizo un movimiento de elevación ascendente más marcado, aunque tampoco llegó a la mano de la joven. Estaba claro que el fallo de ella era en el ímpetu - ¡Arriba!... - Ordenó por tercera vez, con fuerza en su voz y un deseo interno marcado para que la escoba siguiera sus indicaciones, y fue en ese instante en el que el transporte mágico hizo lo que se le pedía, elevándose hasta su mano, siendo atrapada por Jade.

- Por fin, por un momento pensé que no iba a conseguirlo... - Y aún así, no había perdido su buen humor. ¡Estaba en su primera clase de vuelo! Qué emoción...

La clase de vuelo se hacía obviamente en los jardines de la escuela. Una amplia zona en la que habían dos filas bien ordenadas. Al fondo, aquél enorme edificio que parecía una especie de estadio-coliseo con banderas de la escuela entre otras, se alzaba y notaba como algunos de mis compañeros lo miraban con admiración. 

Camellia Mistle parecía seria y firme, me recordaba al profesor Partwolf. Era como cuando hablan de una escuela de monjas cuyas profesoras son bastante rígidas y firmes. Pero con un toque de magia, y evidentemente mucho más carisma.

Imité a los demás, que se ponían junto a las escobas. Úrsula parecía tan nerviosa como lo emocionada que estaba Ivy, y sólo podía imaginarme la cara de Colton en estos momentos. Ya que sí, definitivamente íbamos a aprender... "los fundamentos del vuelo CON ESCOBA".

No entendí mucho de lo primero que dijo, sobre barrer y la calidad de la escoba. Aunque aquello de que la habilidad de montar la escoba dependía de la mente y la destreza, me recordé a mi mismo cayendo por las escaleras la noche anterior.

*Así que al escoba es ... como una varita-caballo enorme? pero con la sensibilidad de las plantas... que deben obedecernos. - no las tenía todas conmigo con esa explicación. Aunque lo que debíamos hacer no parecía tan complicado, sólo abrir la mano y decir "arriba". 

Ivy estaba hiper excitada, se sentía en cada uno de sus pelos al viento fresco del amplio patio. Antes de hacer nada, la observé. Dijo... "_arriba.." casi tan tímidamente que parecía que se había atragantado la palabra. Se me escapó una sonrisa cómplice, aunque luego me miró y dijo que lo intentaría de nuevo. Y entonces... su escoba se movió!! y no era la única, más de uno estaba haciendo mover su escoba con la mano, no todos llegaban a la primera, pero algunos las movían! con la mano abierta! 

Miré a Colton esperando que hiciese cualquier comentario sobre la FUERZA de la guerra de las galaxias, porque eso era lo que me parecía a mí en esos momentos. Estaba empezando a emocionarme. A la tercera fue la vencida y Ivy logró que su escoba llegase a su mano. -Es increíble! genial Ivy, lo has logrado!.

No tarde en mirar emocionado a la mía, el corazón me iba a 100. *USA LA FUERZA!!  - ARRIBA! - alcé la voz tanto que casi me asusto de mí mismo. La escoba se alzó hasta casi tocarme la mano y luego descendió en un golpe seco y ligeramente apuntando a otro lado. Me dio la extrañísima sensación de que se había... ofendido?... *no no no... me lo estoy imaginando. O no?...-  respiré un poco y esta vez simplemente me relajé. Sólo tenía que abrir la palma, y decirle que subiera a mi mano. Como darle una orden verbal a cualquier persona, personal de limpieza, o los Botones del hotel que llevan las maletas. Es decir, con firmeza, pero con respeto. 

- Arriba. - Y voilá. Arriba que fue. Simple, llana, y directamente. Hasta mi mano, que agarró la escoba con firmeza.

Las chispas de mis ojos, abiertos de la emoción, y la piel de gallina de mi espina dorsal, parecía que se me fuesen hasta a erizar los pelos de mi cabeza. Mi sonrisa era amplia y grande, sin mostrar los dientes. Estaba sumamente feliz de lo que acababa de ver y hacer.

Miré orgulloso a Ivy y a los demás.  *Es... - *mágico - emocionante. Verdad?

Después de varias clases en el interior, Colton agradeció salir al aire libre. Gimnasia, estaban en clase de gimnasia, pero en vez de volteretas les iban a enseñar a volar, como los pájaros, como los superhéroes.... como las chanclas de su madre. Hoy iba a ser un día glorioso para la Coltonidad, el primer día que volara, el día que le iban a llamar el F-21 de Hogwarts, con sus misiles, sus bombas, full-equiped.

La profe parecía maja, y tenía ya la equipación preparada y calentita. Hoy compartían clase con los de Slytherin, así que saludó calurosamente a Ivy mientras cogía su escoba...y a Kyle, bueno, hizo como si no lo viera, porque no podía ser amiguísimo de alguien que se había portado así con él, pero bueno, tampoco es que fuera Alondra, así que con solo fingir que no le había visto bastaba.   

- Buenos días, profe. - Dijo Colton con el resto de la clase mientras ponía máxima atención. Las escobas se llamaban trazadoras, la calidad de la escoba era incomparable, y quien la montara sería el rey de Inglaterra, como excalibur, algo así, no podía concentrarse en la teoría mientras estaba a punto de volar. Fortaleza, destreza, nalgas de acero.... Debían ser como los sillines de las bicis, así que más le valía que el callo del culo no se le hubiera quitado. La profe empezó a pasearse, mirando a todos y examinando que nadie hiciera el tonto, dando los últimos consejos porque la profe sabía 30 kilos por lo menos. La escoba no era un palo, estaba viva, y había que domarla, como un caballo salvaje... Vale, una vez se montó en el toro mecánico y aguantó 6 segundos, era todo un experto. A las escoba había que darles órdenes, así que, las chicas tenían ventaja. Sí, seguridad, de eso tenía mucha. Esperó un poco para ver como le iba a sus amigos y suspiró aliviado cuando vio que a Ivy no le salía, así que si a él no le salía no sería tan malo. Miró de reojo a Kyle, y él si que lo había conseguido. Miró a Ivy y le dijo

- Ánimo Ivy, hazlo como yo. Es muy sencillo - Se puso al lado de su escoba y le dijo - Te llamaré Vileda, vamos a ser muy amigos, así que mereces un buen nombre... Estás preparada? Sí? Pues venga, vamos a volar como los dragones.

Se puso con la escoba entre las piernas y dijo - ARRIBA! - y joder, vaya si subió. Se puso blanco, amarillo, azul, y se le escapó una lagrimilla. Se hubiera quedado paralizado, congelado, pero la escoba estaba salvaje. Vileda era como el Buick 8 de Stephen King, y mientras se estaba recuperando alzó el culo de la escoba con violencia y lo catapultó por el aire, su primer vuelo, sin motor, sin escoba... iba a doler el aterrizaje, no iba a tomar tierra, se iba a hartar.

El golpe en el suelo fue duro. Le dolía la mano derecha, tenía el sabor a tierra y hierba en la boca, y no solo eso, la escoba había ido a rematarle, y le dio un par de escobazos antes de irse volando por su cuenta....

Solo miró a Ivy y le dijo

- No....no lo hagas como yo.....

Esperaba las risas, esperaba las mofas.... Era un desastre, un perdedor, una calamidad... No lo había hecho bien en ninguna clase. A este paso lo expulsaban por inútil....

Úrsula salió corriendo tras Colt, Luna y el resto de sus compañeros al patio. Iba a preguntar que clase venía ahora porque no había tenido tiempo de mirar el horario cuando se le iluminó la mente y se quedó de piedra sobre el césped del patio.

-¡Oh, oh!, no me digáis que ahora toca... ¿vuelo?

Después del día que llevaba enfrentarse a subir a las alturas sobre una escoba era algo preocupante. Por un momento deseó que la clase fuera de matemáticas. Pero no se iba a dejar achantar, tenía que irle bien en aquella, seguro, sí, iba a ir todo bien. ¿Qué podía salir mal?.

Por que las escobas seguro que saben lo que tienen que hacer y no nos tirarán al suelo. Es como cuando te llevan a montar en los ponis. Ellos saben que tienen que seguir al primero de la fila, sin salirse de ella y sin correr, todos al mismo paso y después del paseo a las cuadras a comer y a que los cepillemos. Son animales mansos y por eso nos dejan a los niños montar. Estas escobas serán igual...serán iguales que los ponis, ¿verdad?

Estuvo tentada de levantar la mano y preguntarle aquello a la señorita Mistle, pero se contuvo. No quería llamar a la mala suerte también en aquella clase, así que se centró en escucharla atentamente.

¿Escobas barredoras? ¿es que hay de más clases? Si las escobas sirven solo para barrer... ¡ah!, ¡no!,  ¡ya entiendo!, también están las escobas atrapa-arañas y las escobas alcanza-traseros-de-niños-desobedientes, ¡de esas también tenemos en mi antigua casa!. Todo cogió sentido para Úrsula que miraba con curiosidad la escoba que tenía delante. Hace falta fortaleza mental y destreza para dominarla, de eso tengo, he barrido mucho, sobre todo la cocina y el comedor después de los almuerzos, para ser exactos me tocaba los martes semana sí semana no. ¡Vale!, con esto puedo, parece fácil...

Miró sorprendida a la profesora -¿Vivas?, ¿las escobas?- ahora miró con suspicacia a la suya. Desde allí parecía una escoba de lo más normal, de las que están tras la puerta de la despensa todo el día más quietas que una grieta en la pared-¿En serio?-Vaya, aquello cobraba otra dimensión. Pero eso no la haría desistir, en aquella clase las cosas tenían que irle mejor.

Se puso más cerca de su escoba, se armó de valor y fuerza de voluntad y le espetó con voz decidida-¡ARRIBA!

La escoba no se movió, vamos, que ni empujada un milímetro por el aire.

-¡ARRIBA!-insistió Úrsula. Y la escoba insistió más aún en no moverse. 

Úrsula entrecerró los ojos, cogió aire y...-¡ARRIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIBA!

FIUSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS

Úrsula sintió como la escoba pasaba a escasos centímetros de su nariz y le alborotaba el pelo mientras subía a toda velocidad hacia lo alto del cielo. Lo sintió, porque todo fue tan rápido que sus ojos no alcanzaron a ver nada más que un borrón marrón pasar junto a ella. Cuando levantó la vista para buscarla entre las nubes, su escoba había desaparecido.

-¡Ay, madre!, la lie de nuevo....

Estuve a punto de atragantarme mientras terminaba de comer. ¡Tanta prisa no podía ser buena! Pero lo había conseguido; había acabado antes de que fuese la hora de marcharse.

Bueno, unos segundos antes nada más.

Así que rápidamente me puse en marcha, uniéndome a Ivy y a Kyle, y viendo de reojo a Alondra, que parecía estar hablando con sus amiguísimas.

Ivy parecía súper emocionada por la clase de vuelo, pero ya sabía que si bien las demás clases eran importantes para ella por su madre, por conseguir buenas notas, volar era su verdadera pasión. A mí no me hacía mucha gracia, pero bueno, si a ella sí… me alegraba un montón.

-Se nota que estabas deseando que llegase este día, ¿verdad? –le pregunté, mientras corríamos para ir a la clase -. La semana que viene empiezan las selecciones de quidditch. ¡Seguro que te escogen!

Si Pociones había sido una clase especial para mí, porque era en la que mejor me desenvolvía, Vuelo iba a constituir lo mejor de la semana para Ivy. Esperaba que nadie lo estropease y al pensar eso, me vino a la cabeza Alondra y sus tonterías. A veces parecía capaz de comportarse como una persona y otras, en cambio… era un demonio. Así que le pregunté.

-Oye, ¿cómo se está portando Alondra? Porque habéis tenido clase juntas, ¿verdad?

Cuando llegamos, la profesora nos esperaba con un montón de escobas que nos esperaban en el suelo, dispuestas en dos filas. Me coloqué enfrente de Ivy, mirando nerviosa a mi alrededor y buscando a los demás para ver en donde estaban. Y una vez estuvimos todos situados, la profesora se presentó y empezó a hablar de eso del vuelo y de las escobas. Yo no las había visto nunca como ella las describía, pero entendía que lo sintiese de aquella manera. Para mí una escoba era solo un palo con un montón de filamentos, pero por lo visto, su magia no era solo algo que cualquiera de nosotros podía invocar, sino que procedía de su interior, y claro, si no sabíamos llamarlas no nos harían caso.

Genial. Escobas cabezonas. Es lo único que me faltaba. Esta clase se me va a dar fatal seguro.

Resignada a que mi escoba no me hiciese caso, respiré profundamente unas cuantas veces mientras me preparaba para intentar que subiese a mi mano, viendo cómo lo hacían los demás. A Ivy le costó un poco que la suya subiese, abriendo el cajón de las dudas en mi amiga.

-Ánimo, vuelve a intentarlo que verás como te sale –le dije en voz baja y adelantándome un poco para que me oyese bien.

Tuvo que hacerlo dos veces más antes de conseguirlo, pero finalmente lo logró; logró que la escoba fuese directamente a su mano.

-¡Bien hecho! –la felicité, aplaudiendo un poco.

No era el único que estaba teniendo problemas. Kyle también felicitó a Ivy y cuando le tocó a él, necesitó de una segunda vez para conseguirlo.

-¡Es genial! –le respondí a Kyle, contenta por él.

-Ahora lo intentaré yo. Creo que se me va a dar bastante peor que a ti –le dije, temiéndome que simplemente se quedase allí parada como si fuese una roca. Volví a inspirar profundamente y finalmente, le di la orden -. ¡ARRIBA!

Debí hacerlo con mucha convicción porque la escoba ascendió rápidamente y llegó a mi mano a la primera, dejándome sin habla.

-¡No puedo creérmelo! ¡Lo he conseguido! ¡Lo he conseguido! –exclamé, sorprendida de que me hubiese hecho caso, sobre todo teniendo en cuenta que jamás había cogido una escoba, ni siquiera cuando era más pequeña.

Pero a Colton y Úrsula no les fue tan bien la cosa, así que no tardé en cambiar el gesto. Colton le dio la orden y se montó rápidamente, pero la escoba estaba como encolerizada y lo lanzó a tierra sin darle una sola oportunidad.

-¡Colt! ¿Estás bien, Colt? ¿Te has hecho daño? –le pregunté, mientras corría para ver si estaba de una pieza.

Sí, estaba bien… aunque fastidiado, claro.

Úrsula, que había estado muy concentrada durante las explicaciones de la profesora, tenía ya gesto medio de horror antes de intentarlo, aunque al menos su escoba no la lanzó por los aires. Lo que sí que hizo fue resistirse a subir y finalmente, marcharse volando a alguna parte, perdiéndose en el cielo.

-¡Ooops! –exclamé, al ver cómo desaparecía de la vista -. Estoooo… profesora, creo que necesitaremos otra escoba por aquí.

Tenía algo de miedo al ver que a Úrsula se le seguían atascando las clases, así que cogí su mano y la miré con una sonrisa.

No había mucho que pudiera hacer, salvo estar con ella cuando las cosas no salían como ella quería.

-No te preocupes, Úrsula. Solo tienes que volver a intentarlo y verás como te sale. Si yo lo he conseguido, cualquiera puede hacerlo y tú seguro que lo haces.

Anemone y Breeze estuvieron buena parte de la comida haciendo unos comentarios graciosísimos sobre esa Ivy y su nuevo mejor amigo, Cramson. Ambos parecían dos animalillos, lanzándose miraditas y sonrojándose continuamente, y aquel abrazo final... oh, qué escena más tierna. De repente todo era como un mundo de color de rosa para la Ivy y su "novio".

La verdad es que eso abría muchas posibilidades.

Cuando por fin llegó la hora de marcharse, al pasar cerca de Ivy la miré y sonreí.

-Vaya, ya veo que la mosquita muerta no pierde el tiempo. Ya tiene novio a la vista, y nada más y nada menos que el empollón de Ravenclaw. ¡Bien hecho, chica! -le dije, echándome a reír y uniéndome a Breezy, que llevaba riéndose medio almuerzo.

Finalmente llegamos a los jardines en donde tendríamos la clase de vuelo. Mis padres ya me habían hablado de esa Mistle, una jugadora de Quidditch fracasada que había decidido refugiarse en Hogwarts, como tantos otros. Yo no necesitaba clases de vuelo. Ya lo hacía desde pequeña y dudaba que fuese a enseñarme algo que no supiera. De hecho, me parecía una completa estupidez que siguiese siendo una asignatura. Era como dar una clase para aprender a agitar la varita.

Pero lo que fuera con tal de acabar rápido con aquello y además sacar buenas notas.

Me coloqué en la fila de Slytherin con los demás y aguanté las tonterías que dijo sobre que las escobas decidían con quien se iban y con quiénes no. Lo único que había que hacer era saber hablarles con un tono autoritario y ahí se acababa todo. Cuando terminó, ni siquiera perdí un segundo en pensármelo.

-¡ARRIBA! -exclamé con voz segura. La escoba subió a mi mano como un perrito fiel.

Miré entonces a los demás para ver cómo lo hacían. Solo esa Luna pareció controlar bien la situación porque los demás dieron auténtica pena. Ivy tuvo que intentarlo tres veces; Kyle, dos. Sus amiguitos de Gryffindor... ni siquiera se acercaron.

-Oh, por favor. Qué patéticos sois. Si no podéis convencer a una escoba para que vaya a vuestra mano será mejor que os vayáis de Hogwarts -les dije, negando con la cabeza, mirando entonces a Ivy y lanzando unos besitos al aire al recordar a Cramford. Puede que Ivy fuese buena con la escoba pero tenía la cabeza en otro lugar.

Desde luego, allí había que hacer una selección porque la mitad del grupo solo servía para dar de comer a un montón de centauros.

El éxito de Alondra y Luna, que parecían estar compitiendo clase tras clase, imitó el de otros, pero muchos tuvieron dificultades para conseguir que su escoba subiese hasta su mano, en parte porque eran viejas y cascarrabias y no tenían muchas ganas de volar aquel día, pero también porque percibían que aquellos que las llamaban no tenían la suficiente personalidad y fortaleza de carácter como para dominarlas.

Las escobas eran así de temperamentales.

No obstante, aún con dificultades, al final todos lograsteis haceros con vuestra escoba.

La profesora Mistle ayudó a algunos diciéndole cómo tenían que llamarlas y recuperó la escoba que había huido subiéndose a una ella misma y realizando un vuelo ágil y veloz que la llevó a detenerla y traerla de regreso.

Cuando por fin todos teníais la escoba en vuestras manos, volvió a hablar.

-Bueno, creo que algunos de vosotros podéis mejorar bastante, pero como es la primera clase tendremos que conformarnos con eso. Recordad mostraros siempre seguros y confiados o de lo contrario vuestras escobas no os harán caso, y mucho más estas, que están acostumbradas a tratar con muchos alumnos y alumnas y no les apetece demasiado.

Después de esas palabras, os miró a todos con gesto serio. Estaba claro que a pesar de tratarse de una asignatura menor, la profesora era particularmente exigente.

-Seguidme -os dijo entonces, dándose la vuelta y caminando en dirección opuesta al castillo, alejandoos del campo en el que os encontrabais unos cuantos metros. Era una extraña procesión la que formasteis, mientras os preguntabais a dónde os llevaba, hasta que finalmente, se detuvo y giró hacia vosotros.

-Ahora, si miráis hacia arriba veréis como he dispuesto una serie de obstáculos para formar un pequeño circuito. Es evidente que lo primero que debéis conseguir hacer es elevaros, pero una vez arriba, tendréis que intentar dominar a vuestra escoba y convertirla en una parte más de vosotros, y cuanto más entrenéis, mucho mejor.

Al mirar hacia arriba, distinguisteis una especie de circuito aéreo, tal y como había dicho la profesora, formado por varios postes que levitaban en el aire y varios aros, todos a diferentes alturas y en distintas direcciones, para que tuvieseis que ascender, girar a un lado y a otro, y descender. Finalmente, a lo lejos, había otro aro, pero este parecía una especie de ventilador, pues tenía varias aspas que se movían, lentamente, dejando tres huecos lo suficientemente grandes para atravesarlos.

-Mediré vuestras reacciones y también los errores que cometáis. Tendréis que elevaros en vuestra escoba, dirigirla para pasar entre los postes, pasar por los aros y finalmente, si es que alguno consigue llegar hasta el final, atravesar las aspas. No importa que lo hagáis mal, pero sí que os rindáis. Aunque tardéis toda la hora, tendréis que hacer el circuito entero y yo lo registraré. Recordad siempre los cuatro consejos de todo buen mago o bruja que vuele en escoba: determinación, reflejos y atrevimiento, pero no estupidez. Preparos. Os iré nombrando uno por uno e iréis saliendo. 

Todos os mostrasteis nerviosos, algunos excitados ante la idea de intentar hacer el circuito lo más rápidamente posible mientras que otros... agobiados por la posibilidad, real, de fallar una y otra vez y quedar los últimos.

Era la segunda vez que compartíamos clase con los Gryffindor. Un escalofrío me recorrió la columna cuando recordé las ansias de venganza que tenían todos los Slytherin anoche en nuestra sala del dormitorio. Pero traté de no pensar en ello mientras veía como a unos le salía y a otros no.

Colton parecía hipermotivado por volar. Casi tanto como Ivy, pero no le salió muy bien lo de llamar a su escoba. No entendí porqué se puso la escoba entre las piernas si lo que hacían todos era literalmente cogerla con la mano!! La escena fue tan ridícula como dantesca, y una risita mía sumó a los del resto que debieron reírse por la caída tonta que tuvo Colton. Eso me quitó un peso de encima, había visto caerse al vendedor de varitas desde bien alto, y no quería que me pasase lo mismo.

Una caída tonta no haría daño a nadie... no? Los golpes que le dió la escoba justo después a Colton, fueron difíciles de ver. *uH, eso ha tenido que doler... - tras lo cual volví a sentirme igual de nervioso que al principio. En seguida Úrsula distrajo a todos de la caída de Colton haciendo volar su escoba hacia la nada. Aún con mi escoba agarrada en la mano la miré con los ojos abiertos *eso podría haberle golpeado fuerte en la cara! - pensando que por suerte no fue a más.

Luna había preguntado a Ivy sobre cómo se había estado comportando Alondra. Puse una mirada de circunstancias e intenté no decir nada al respecto. Mejor no echar más sal en la herida, bastante caliente estaba la mañana ya, sin contar con el primer comentario que hizo sobre Michael y Ivy, la cuestión para Alondra era pillarla por donde fuese, era más que evidente.

Después de que Luna nos estuvo animando a todos, demostró que era un verdadero prodigio de la magia. Sonreí ante su éxito, realmente se la veía tan contenta que era hasta contagioso. Pero obviamente no todos iban a disfrutar del éxito de Luna... y sí, no tardó en dar su opinión. 

Lamentablemente se le dio realmente bien. No quería tener ese sentimiento, pero no disfruté tanto de los éxitos de Alondra porque se regodeaba demasiado. Aún así tampoco me veía con corazón para desearle que le fuese mal. Todos aquí estábamos para aprender, que para algo estábamos en una escuela.

De un modo magistral que nunca había visto antes, la profesora Camellia se subió a su escoba y ... flotó! grácilmente, en búsqueda de la escoba perdida. Era la primera vez que realmente veía a alguien volar en una escoba, y fue magnifico. Cuanta gracilidad! -Profesora, es posible que incluso los adultos tengan dificultades para controlar una escoba? ... - le dije cuando hubo un momento de pausa, mientras nos llevaba hacia aquél extraño circuito aéreo. Obviamente tenía en mente la escena de la tienda de Ollivanders, y definitivamente no quería caerme desde ahí arriba. 

Después de entender que todo era cuestión de entrenar y dominar la escoba, me pregunté hasta que punto podríamos hacer algo como eso sin hacernos daño. La preocupación de todo lo que podría salir mal estaba ahí, en mi subconsciente. *Estamos siendo controlados por la profesora. -Todo irá bien. - dije tanto para mí mismo como par el resto que estábamos haciendo la cola. 

Y al fin, fue mi turno... *respira... tu puedes... a ver... como...?... - volar. Volar. -*VOY A VOLAR!??. - la sola realización de ése hecho, fue suficiente para ponerme nervioso. Imité al que se puso delante mío. Me subí a la escoba igual que él, y... de repente...FLUSH, floté!! - oh oh..oooh..- tanteé, se movía como levitando y iba ganando altura. Estaba agarrado tan fuerte al palo de la escoba que mis manos estaban más blancas de lo normal. 

Era como una montaña rusa. Y mi escoba apuntaba hacia los postes! y iba a ir entre ellos. Era super emocionante!! tanto que noté como la escoba aceleraba y pasaba por donde tenía que ir, gracias a mí control! yo estaba dirigiendo esa escoba! Sonreí. Sonreí mucho *ESTOY VOLANDO!!!! -no podía creerlo. Miré hacia abajo para ver a los demás como me miraban y la profesora como me controlaba con la mirada.

Gran error. Lo vi en sus caras... como se me ocurría apartar la vista de lo que estaba haciendo?. Sentí una sacudida y PAM, di un giro al estamparme contra el lado de uno de los aros. -AHUCH! - me alejé más rojo que un tomate flotando lentamente, y luego miré de nuevo a los aros. Con una fijación potente, aceleré y pasé... perfectamente a través de los aros! En mi segundo intento! fue genial. 

Pero la última parte parecía la peor. Las aspas móviles. Frené mi escoba, quedándome en el aire quieto. Miré abajo rápidamente para ver a los demás... bueno, la profesora dijo que no nos rindiésemos... así que... aceleré y... fue bastante desastroso.

Primero las aspas casi me dan, asi que tuve que retroceder. Luego literalmente me dieron y casi me hacen caer. Pero al final, lo conseguí, y pasé. Me costó lo mío, y empezaba a temblar dudando que fuese a mantenerme en el aire por más tiempo. 

Cuando llegué al suelo mis piernas temblaban y tenía las manos agarrotadas.

-UF... uf... - me había costado lo mío. Era una clase mucho más física de lo que me esperaba.