Partida Rol por web

El Tsathar sale de su aturdimiento mirando la flecha que asoma en su pecho, mira con rabia al arquero y gruñe de dolor, al perder parte de su asalto por el aturdimiento solo puede morder, pero el aquero está muy lejos de su alcance.

Sonrió como respuesta al vano mordisco, y acabó el trabajo. Avanzó hacia delante sobre el barro, afianzó los pies y disparó, haciendo que otra flecha sobresaliera del pecho de aquella criatura.

—La muerte nos llega a todos. —Mientras el tsathar caía a plomo en el fango, se crujió el cuello y se acercó a sus compañeros. Ambos habían hecho un gran trabajo. Ambos habían sibrevivido. Pero ambos estaban heridos y cansados, y en sus ojos veía la misma rabia que le crecía por dentro.

Habían estado a punto de morir. Habían tenido que hacer uso de gran parte de su poder para vencer. Y habían perdido la conexión con los templos y, por ende, con los dioses.

—¿Qué hacemos ahora?

En cuanto el clérigo enemigo cayó, el combate fue sentenciado. Gerald aún estaba herido, pero ese extraño poder del que Harold poco sabía parecía latir con fuerza en su interior, y su experiencia cercana a la muerte pareció revelar una parte del poder que había permanecido oculta incluso a él. De pronto, sus ojos brillaron más, y el poder psiónico que le envolvía se hizo palpable, al tiempo que sus heridas desaparecían, curadas por un poder muy distinto a la magia divina de Harold. 

Harold retrocedió hasta ponerse a su lado, y allí, hombro con hombro, nada podía pararles. Ambas espadas brillaban a la luz del guantelete, cayendo sin pausa sobre los enemigos, que no podían acercarse siquiera. Así era como los servidores de la Inquisición combatían, juntos, uno al lado del otro, enfrentándose a la oscuridad con las espadas alzadas. No había demonio del Averno capaz de romper una línea como esa, y mucho menos unos anfibios heridos y maltrechos. 

El ser que quedaba no tardó en caer bajo los golpes combinados de la espada gigantesca del psiónico y la espada helada del clérigo, y sus mascotas poco pudieron hacer a continuación. Tras un par de golpes, todo había acabado, y la sangre de los herejes manchaba el suelo, a la vez que Damrod, certero como siempre, atravesaba el pecho del último enemigo con sus flechas. 

Por desgracia, una sensación de dolor empañó la victoria, el picor en los tatuajes indicaba que los templos habían sido atacados y las velas eliminadas. Habían permitido la existencia de los inquisidores del mal demasiado tiempo, y ya era hora de purificarles. A todos, sin excepciones. En cuanto salieran de allí, les atacarían y les ejecutarían como mandaba la Inquisición, en nombre del Bien. No podían permitir su herejía más tiempo. 

Tras la batalla, Harold se alzó sobre los enemigos, con los ojos brillando de ira sacra. Limpió su espada de un par de sacudidas, y la envainó, comenzando a registrar las pertenencias del clérigo enemigo. 

-No temáis-dijo levantándose, en respuesta a Damrod-Aun sin el poder otorgado, seguimos teniendo el favor de nuestro patrón. Curemos nuestras heridas, y tratemos de descansar lo que podamos. Nos queda aún camino por delante. Hay mucha inmundicia que limpiar, tanto aquí como en la superficie. 

Suspiró. Aquello se iba a hacer largo y tedioso. Descansar tras cada combate no era una opción, pero menos lo era que cada lucha llegara a aquellos extremos. Si seguían así, morirían rápido.

Pero guardó aquellos pensamientos para sí mismo, y se dedicó a algo más productivo. Mientras Harold registraba los restos del sacerdote, él mismo se puso a buscar flechas que aún sirvieran de algo. Las iba a necesitar todas.

px repartidos

La batalla termina trayendo la calma a la fangosa gruta, solo vuestra respiración entrecortada tras la dura pelea y la sangre que lentamente corre por vuestro cuerpo ensangrentado da fe de la resistencia mostrada por el enemigo, esta vez los dioses del Caos protegen con fuerza a sus servidores.

En el cuerpo del sacerdote caído hay equipo interesante que parece de buena calidad, 1 armadura de cuero tachonado hecha con piel de ranas gigantes, escudo pequeño de madera forrado también con piel de rana, 1 lanza corta, 1 red, 1 kukri, el símbolo de Pyaray en el cuello del sacerdote ( un pulpo viscoso ), tres pociones, 1 rollo de pergamino.

Tras terminar el registro del clérigo enemigo, Harold cogió todo su equipo y se lo repartió con el semigigante, cuya fuerza era mayor. Les vendría bien una vez salieran de allí. 

-Vamos, compañeros, volamos arriba. Descansaremos en la sala de los cristales. Luego tendremos fuerzas para continuar la purga. 

Con sus compañeros, volvió a subir las escaleras, y se dirigió a la sala de los cristales, donde dejó la mochila que llevaba. 

-Trataré vuestras heridas antes de descansar. 

La batalla había terminado así como la luz que antes tenía en su guante y el poder curativo otorgado por los dioses cuando purificaron los templos gemelos, algo o más bien alguien había interrumpido el ritual de purificación y no podía sacarse de la cabeza que los culpables eran los otros tres mercenarios malditos mercenarios susurró para sí mismo.

Gerald se encontraba bien es más nunca se había sentido mejor sus reflejos, fuerza y vitalidad estaban a otro nivel se sentía imparable y deseaba continuar avanzando pero sus compañeros cubiertos de sangre, heridos y fatigados era otra historia así que por más que quisiera avanzar lo mejor que podía hacer en esas circunstancias era regresar a la sala de los cristales con sus compañeros y reponer energías.

Enfunda su espada para guardar las pertenencias que Harold le quitó al sacerdote tsathar caído y una vez aseguradas las cosas vuelve a sacar su espada y se coloca adelante de sus compañeros mientras regresan a esa sala.

Cuando comenzáis a subir las escaleras para salir del nivel y ascender a la gruta de los cristales, una mano aparece de la nada.

Enseguida cambia de posición....

Quedándose a 10 pies del que vaya primero. La mano parece semisólida, incorporal.

Saber arcano dif 12

Mientras subían escalón por escalón buscando llegar a la sala de los cristales sale de la nada un humo semisolido que empieza a condensarse hasta formar una... que es eso? Una mano? El sorprendido semigigante se frena en seco cuando esta cambia de posición indicando que se detengan, él no tenia la menor idea de que podía ser eso así que pone en guardia y le habla a su compañero.

Harold, tienes idea de que es eso señalando a la mano que levitaba en frente de él.

Lo único que se le venía a la cabeza era que hacía parte del espectro que lo custodiaba pero no estaba seguro de que fuera de él.

Dio un respingo al ver aquella mano y, rápidamente, echó mano al arco mientras observaba con ojos entrecerrados, convertidos en apenas dos rendijas, el espacio dónde había aparecido para a continuación evaporarse sin dejar rastro.

—Mmm.

No tenía ni idea de que podía ser aquello, pero estaba claro que, fuera lo que fuera, no era bueno. No para ellos. Con una flecha ya preparada en el arco, dejó pasar a Harold delante, en guardia, atento a lo que sucediera.

Cuando Harold se acerca a la mano, una voz que parece provenir de más arriba de las escaleras llega hasta vuestros oídos

- " Quieto mortal, un paso más y mi mano te atacará, tengo órdenes y estáis muy cerca de vuestro destino, vais a la zona prohibida, encontráis la llave y me la entregáis. Si retrocedéis os mato " -

La voz parece provenir de la oscuridad de la escalera, no veis a nadie, aunque reconocéis perfectamente la extraña voz.

Si decidís seguir escaleras arriba tirar iniciativas.

Su verdugo, ese espectro de figura amenazante que los había seguido desde que les regresaron las armas y armaduras por fin había aparecido o bueno al menos solo su mano, y los amenazaba con matarlos si seguían retrocediendo. Gerald no creía que estaba hablando por hablar si lo habían enviado solo a él para acabar con los tres inquisidores es porque el enemigo confiaba en la fuerza de aquel espectro y para empeorar las cosas ellos se encontraban heridos.

El semigigante empuña su espadón esperando cualquier señal de parte de sus compañeros pero no se anima a atacar de primero porque desconocía completamente si su ataque pudiera hacerle daño, él prefería tener ese combate en un espacio más abierto y de ser posible con sus heridas curadas. Sin quitar la vista de aquella mano les dice 

Creo que es mejor seguir avanzando no le gustaba seguir órdenes de los seguidores del caos, su orgullo como guerrero y defensor de la ley y del bien estaba por el suelo pero en su obtusa mente no veía otro camino.

Era una tontería, pero el espectro no les dejaba regresar. Harold estuvo a punto de alzar la espada y decirle que pasarían, sí o sí, pero se lo pensó mejor. Estaban heridos y con los recursos muy mermados, no les convenía el enfrentamiento.
No entendía la actitud del espectro, si lo que querían era que cumplieran su misión un pequeño retraso no habría significado nada. ¿Qué cambiaba si descansaban arriba o abajo? Era lo mismo al fin y al cabo.
-Muy bien-le dijo a la mano- Volvamos, compañeros.
Bajaron de nuevo hasta el lugar de la batalla, y allí se detuvo.
-Descansaremos aquí entonces, a no ser que nuestro nuevo amigo tenga algo que objetar.

Le habría gustado responder con un fulgurante ataque, demostrar que no estaban bajo el yugo de aquél ser ni el de ninguna otra criatura del caos. Pero habría sido una tontería, y lo sabía.

A regañadientes, tras una última mirada al espectro, se giró hacia el barrizal dónde permanecían tendidos los cuerpos de sus enemigos muertos, y suspiró.

—No parece un buen lugar para descansar, y puede que si no tienen noticias de éstos, manden a otros. —Nego, abatido—. Será mejor que nos curemos un poco, reservando aún nuestras fuerzas, y sigamos avanzando.

Seguidos siempre de cerca por la mano incorporal, atravesáis la fangosa gruta hacia el este, hasta llegar a la pared que da finalización a la húmeda gruta. Al norte un olor fétido y desagradable llega hasta vuestras narices acompañado de una leve luminiscencia, al parecer más al norte hay algo que huele mal y despide una leve luz, pero desde vuestra posición no podéis ver que es, además adentraros en zona vigilada portando una luz no es lo más aconsejable para un grupo herido tanto físicamente como moralmente. Además si alguien pasa por la zona verá los cuerpos sin vida de los caídos en combate, lo cual hace que la situación sea lo más tensa posible.

Cuando llegáis a la pared este, tal y como os dijo el sacerdote del Caos Tavik hay una pequeña caverna lateral totalmente oscura.

Todo llegaría. La Ley era paciente, era observadora. Ahora el espectro les controlaba, pero llegaría un momento en el que le purgarían, como a todos los de su especie. Solo había que esperar. Cuando llegaron al pie de las escaleras, Harold vio que iba a ser difícil, si no imposible, descansar allí. 

Por ello, decidió quemar sus recursos, pues la situación lo requería. Sacó la varita de roble grabada con las runas de la curación, e invocó su magia. Inmediatamente las runas emitieron un brillo suave, como si se recubrieran de escarcha, y la energía positiva fluyó con la misma fuerza que impulsaba a los robles del Norte a crecer desafiando la nieve, el viento, la ventisca y la oscuridad del invierno. 

Comenzó por Damrod, que estaba muy desmejorado tras su combate con los anfibios, y una a una fue cerrando sus heridas, tocándole repetidamente con la varita. Luego, el semigigante, y por último, a sí mismo. Continuó, recitando palabras de poder y curación, canturreando en voz baja una letanía que parecía aliviar el dolor y calmar el espíritu. Cuando terminó, la tensión había desaparecido de sus músculos y de sus mentes, y se sentían nuevos y frescos. 

-Ahora, compañeros. Continuemos. 

Al ver el camino señalado por Tavik, Harold hizo un gesto hacia él, y susurró. 

-Evitemos más enfrentamientos. Vayamos a la zona sagrada.