Partida Rol por web

Falta Gerald resolver el asalto anterior.

Asalto 3

Damrod 20

Harold 13 ( sin poder atacar hasta asalto 4 )

Ranas asesinas 12

Gerald 3

3 ranas flotan en el agua panza arriba ensartadas por las flechas de Damrod, mientras que Harold esquivo los mordiscos de dos que le atacan mientras la sangre fluye sin contención por su brazo ensangrentado. Gerald sufre el doloroso mordisco de la tercera que sigue viva. El chapoteo y el movimiento en este lago semiprofundo hace que reverbere por toda la gruta el sonido de algo que se agita en el agua.

Pese a tener su armadura sintió como una de las ranas logró traspasarla hincando sus colmillos en su muslo haciendo que perdiera la poca estabilidad que tenía sobre el lecho del lago y como consecuencia su ataque pasó por arriba del batracio golpeando la superficie del agua.

El eco del chapoteo en el agua sonaba por toda la cueva revelando su ubicación, necesitaban matarlas lo más pronto posible.

Asalto 4

Damrod 20

Harold 13 

Ranas asesinas 12

Gerald 3

Adelanto post de ranas a la espera de lo que haga Damrod y tras él Gerald

las tres ranas fallan sus ataques, sus dientes no consiguen traspasar las armaduras de los inquisidores.

La rana ataca al semigigante logrando desestabilizarlo haciendo que falle su ataque, el sonido del chapuseo del combate se sigue extendiendo por la cueva y Gerald mandecia su suerte al fallar nuevamente su ataque.

Dio un nuevo paso hacia delante. Afianzó los pies entre el lechoso légamo de aquella charca. Midió con su ojo la distancia entre las ranas y él. Y sonrió.

Tres nuevas flechas volaron desde su arco hasta el batracio que mantenía a Gerald en el suelo. Las saetas, como pequeños arpones, atravesaron la carne de la criatura con un sonido de succión, dejando al animal, sin embargo, aún con vida.

Asalto 5

Damrod 20

Harold 13 

Ranas asesinas 12

Gerald 3

Un paso. Tres flechas. Otra muerta. La rana ya malherida flotó en el agua, sin vida, mientras una nueva se convirtió en el blanco de su ira.

Las ranas van cayendo, pero no así su voracidad, la sangre que han saboreado del clérigo parece haberlas puesto frenéticas, saltando de nuevo y una de ellas clavando sus afilados dientes en Harold.

Aunque Harold y Gerald asestaban golpes terribles que dejaban grandes heridas en las monstruosas ranas, parecían ser criaturas resistentes y no morían tan fácilmente. Sus colmillos como agujas se metían por las junturas de la armadura, y Harold incluso tuvo que detenerse a curar con la varita una herida muy preocupante del brazo, que dolía como si se lo hubieran atravesado con una lanza y no dejaba de sangrar. Sin embargo, como siempre, no estaban solos. Como si en vez de un arquero hubiera un regimiento entero tras ellos, las flechas volaron en un enjambre, en rápida sucesión, dando a las ranas el golpe de gracia que necesitaban para librarse de ellas. En un momento, la mayoría flotaban boca abajo en el agua como peces muertos. 

Harold retrocedió, cubriéndose ahora mejor de los mordiscos de las ranas, que rebotaron contra su escudo, sacó la varita con la mano del escudo, invocando de nuevo su poder. Sin embargo, estaba aún dolorido por las heridas, y la curación salió, débil, apenas cerrando alguno de los mordiscos. Quedaban aún dos ranas, pero lo preocupante era aquel sonido de chapoteos que estaba oyendo, pues parecía que algo mucho más grande y poderoso se estaba despertando e iba hacia allí. Harold esperó que no fuera ninguna de las abominaciones acuáticas llenas de tentáculos que los seguidores de Pyaray solían invocar. 

-Cuidado, compañeros. Viene algo bastante más grande. 

las palabras de Harold alertaron al semigigante agudizando sus sentidos y enfocándose mucho más en el combate, esto no podía continuar habían perdido mucho tiempo con esas simples ranas así que encontrando por fin acomodo en el irregular fondo mohoso del lago concentra con rapidez su poder pisonico en su espada y blandiéndola por encima de de su cabeza la descarga con tal rapidez que parte en dos a una de las ranas.

Con una sola rana viva se da el lujo de pasear su mirada por la superficie del agua deseando no encontrar lo que el clérigo había dicho y de ser así tenían que salir ya mismo del agua.

Solo una rana herida queda en la charca, cinco de ellas flotan panza arriba en el agua al igual que sus órganos internos, el agua antes fría y cristalina es ahora fangosa al levantar el fango del lecho con el movimiento y roja por la sangre vertida. Al estar combatiendo la luz que crea el guantelete hace que las sombras dancen al ritmo del movimiento del inquisidor, aunque observáis el fondo de la gruta nadie parece venir hacia vosotros.

Asalto 6

Damrod 20

Harold 13 

Ranas asesinas 12

Gerald 3

¿Algo más? Agudizó sus sentidos, decidido a encontrar la amenaza que iba hacia ellos antes de que la sorpresa les matara. Forzando su vista intentando desentrañar las sombras que danzaban a la luz del guante de Harold, pero no había nada pudiera descubrir entre aquellas sombras. Su fino oído, por el contrario, no se veía impedido por la falta de luz. La batalla, en cambio, si interfería con su habilidad. Los gritos, las maldiciones, el chapoteo del agua, eran por desgracia variables que le distraían. Si hubiera sido otro momento, habría incluso intentado usar sus otros sentidos para detectar la amenaza, pero no era tiempo para eso.

Mientras Gerald luchaba por mantenerse en pie, se movió sobre el agua como si no supusiera ningún esfuerzo para él, hasta dejar a la última rana frente a él. Tan solo fue necesaria una certeza flecha, que atravesó a la criatura cuando esta pretendía clavar sus colmillos en el gigante, para dejarla también flotando boca arriba, muerta.

Asintió.

—¿Estáis bien? —miró hacia el vacío que tenían frente a él, luego al objeto al que se habían dirigido desde un principio, y de nuevo al negro camino que tenían por delante—. Deberíais curaros cuanto antes para seguir rápido. Yo os cubro.

El silencio llega de golpe a la acuosa caverna, ahora los seis pequeños cuerpos de las ranas flotan en el agua, nada más parece interrumpir las ondas del agua en la distancia. La calma vuelve a vosotros, aunque siempre os rodea la sensación que desde la oscuridad las sombras os vigilan, además de la certeza de saber que invisible e incorpóreo un extraño ser del caos os observa en todo momento. 

Al norte la zona que se iluminó con el detectar magia de Harold, al este la escalera que desciende al nivel del otro culto a los dioses del Caos Pyaray

Finalmente la última rana cayó y quedó flotando en el agua. Inmediatamente, Harold comenzó a curarse con el poder de los templos las heridas que había recibido. Harold esperó que saliera eso otro que había oído, pero podía ser que solo fuese el propio chapoteo de las ranas y el combate que le hubiera confundido. Al fin y al cabo, Damrod tenía un oído mucho más fino que el suyo y no parecía oír nada. 

Mientras se curaba, avanzó hacia la zona menos profunda, allí donde había detectado la magia, por la que había atacado a las ranas. Envainó la espada, sacó el bastón de viaje que llevaba a la espalda, y con él tanteó la zona donde había percibido la señal, con cuidado de no pisarlo ni acercarse demasiado por si fuese una trampa. 

Estar en el agua le resultaba mucho más incómodo que el dolor de las heridas a si que se encaminó hasta la orilla apartando con sus manos los restos de las ranas que flotaban sobre el agua.

Vio cómo Harold se dirigía hacia eso que habían detectado pero Gerald no se esperó a ver qué pasaba, quería salir de allí lo más pronto posible.