Partida Rol por web

Bajo una pulgada de fango hay un traje de armadura de placas y mallas de gran calidad y un yelmo, es este último el que brilla con fuerza.

Armadura de placas y mallas: esta armadura combina la cota de mallas con placas metálicas (coraza, hombreras, guardas de codal, guanteletes, escarcelas y grebas) que cubren las zonas vitales. Las correas y hebillas sujetan la armadura y hacen que el peso esté distribuido de forma equilibrada, sin embargo, la armadura de placas mixta sigue estando más suelta que la armadura completa. Incluye guanteletes. Armadura pesada: Precio: 600 po; Bonificador de armadura +7; Bonificador máximo de destreza +0; Penalizador de armadura -6; Fallo de conjuro arcano 50%; Velocidad (30/20 pies): 20/15 pies. Peso: 50 libras. Nota: Al correr con armadura pesada te desplazarás al triple de tu velocidad, no al cuádruple. 

Yelmo bajo medieval con celada.

Se llama yelmo, palabra de origen del común antiguo helm,​ al elemento de la armadura que protege la cabeza y el rostro del guerrero. La necesidad de proteger la cabeza es casi tan antigua como la propia guerra. Ya en bajo relieves encontrados en el continente aparecen soldados formados en falange protegidos con cascos.

En la Edad del antigua aparecen algunos de los mejores ejemplares de cascos, precursores del yelmo. Se han encontrado cascos con multitud de adornos como crines de caballo o forrados con dientes de jabalí; pero la inmensa mayoría, por no decir todos, dejaban el rostro al descubierto. Posteriormente apareció el yelmo tipo isleño con grandes carrilleras y protección nasal; fundido en una sola pieza.

Esta tendencia a la protección de la cara desaparece en parte con el casco de las falanges del continente norte que no tenía protección nasal, sí carrilleras, además de una protuberacia hacia el frente. Incluso en los distintos descendientes del casco de los soldados del continente norte empleados por las legiones romanas seguían mostrando grandes carrilleras, pero sin protección facial; aunque de mucha peor factura, al ser producidos en grandes cantidades y pagados por el estado, no por sus portadores como en el caso del continente sur.

Varias runas están grabadas en la superficie del casco denotando su gran calidad y su potencia mágica.

Tras recorrer unos 60 pies del lago, volvéis a pisar zona menos profunda, la fría agua vuelve a cubriros solo hasta los tobillos. A unos 15 pies acaba el pequeño lago cavernoso dando lugar a una caverna de cristal, este lugar tiene las paredes cubiertas de cristales muy reflectantes, los cuales amplifican la luz de Harold aumentando al doble la potencia de su luz. La caverna continúa hacia el norte y hacia el sur, es hacia este último lugar donde os indicó el sacerdote del Caos que os dirigieseis, allí deberá haber una escalera que descienda hacia el siguiente nivel.

Con la luz amplificada de Harold ves sin problemas  como una pequeñas huellas surgen del agua en la parte norte del final del lago con la caverna de cristal, señal de que algo ha salido del lago y se ha marchado hacia el norte de la gruta. Las huellas parecen pertenecer a algún tipo de batracio de tamaño pequeño. Las más recientes indican dos criaturas.

Tras darle la armadura a Gerald, Harold se puso el casco, pero o hacía falta una palabra de mando o sus poderes no eran obvios. Así que se lo quitó y se volvió a poner el suyo propio, que estaba seco. Guardó el casco al fondo de la mochila y avanzó hasta la caverna de cristal, donde se detuvo. 

-A partir de aquí comienza lo que nos dijo el hereje. Mejor curémonos primero. 

Empleando el don de los templos, dejó que la energía positiva le llenara, cerrando sus heridas lentamente. 

casi tres minutos después las heridas de Gerald y de Harold han sido cerradas por la voluntad de los dioses de la ley. Nada altera la tranquilidad del lugar.

DM: No ves nada, parece vacío.

—Espera, Harold. Es mejor no precipitarse —de manera sutil, señaló hacia el pasillo norte. Aunque su destino estaba hacia el sur, no podían ignorar los demás caminos si albergaban traicioneros enemigos. No era momento de dejar sus espaldas desprotegidas al Caos—. Debe de haber más ranas de esas por ahí —no le había costado nada encontrar el rastro con aquella radiante luz. Para él, era tan obvio como que necesitaban aire para respirar—. Deberíamos investigar antes de ir por dónde nos han dicho. No queremos que nos ataquen en cuanto nos demos la vuelta.

Eso último, en realidad, no era para sus compañeros. El ser invisible e incorpóreo que los seguía debía estar deseoso de ver un resquicio de traición para abalanzarse sobre ellos, cosa para la que, por mucho que le doliera, no estaban preparados aún. Si querían sobrevivir al inevitable encuentro que iban a tener, debían hacerlo cuando ellos decidieran y dónde tuvieran ventaja. Por desgracia, hasta entonces, iban a tener que dar explicaciones y mantenerse alerta con lo que decían y lo que hacían.

Si os internáis por el pasillo norte tirad avistar dif 18.

Una vez Harold comenzó a caminar, asintió y le siguió, con el arco preparado.

En la caverna de cristal la luz dobla su potencia dejando ver al final de la misma a los agudos ojos de Gerald a dos ranas más de afilados dientes, estas miran hacia vuestra luz reflejando sus grandes pupilas de vuelta la luz que porta Harold.

Las ranas percatadas con antelación de vuestra presencia debido a la luz, no os sorprenden gracias a la percepción del semigigante

Asalto 1

Damrod 25

Ranas asesinas 21

Gerald 16

Harold 3

Hincho los carrillos y resopló. Otra vez. Al menos, allí, no estaban metidos hasta las rodillas en el agua estancada. Y eso jugaba a su favor. O eso esperaba.

Se crujió el cuello, dio varios pasos hacia atrás y hacia los lados, atrayendo la atención de aquellas ranas, y a continuación regresó a su posición, disparando e intentando pillar por sorpresa al batracio.

La flecha surcó el aire y, directa, se clavó en la resbaladiza piel de la criatura, quedándose ahí clavada hasta el astil.

Habían decisiones que tomar, seguir por el camino indicado por sus captores o probar otras rutas, en cualquier de los dos casos debían hayar la formar de enfrentar y derrotar al espectro que los estaba siguiendo como perro pendiente de lo que hacían y dejaban de hacer.

Gerald no estaba del todo seguro que empezar a buscar por otros caminos fuera lo mejor ya que el camino que les indicaron era lo suficientemente largo como para encaminarse por la vasta red de rutas diferentes que podría existir en esa cueva.

Mientras caminada pensando en la forma de hacer visible a su perseguidor ve el reflejo de un par de ojos que los estaban siguiendo meticulosamente, les hace un ademán con el brazo para que se detuvieran y les señala a las ranas que esperaban por ellos, otro combate se les venía encima y él debía prepararse.

Una flecha casi atraviesa a una de las rana de lado a lado. Las dos ranas apoyándose en sus poderosas ancas saltan 20 pies cayendo contra el inquisidor Harold, el salto es perfecto, no así su mordisco, sus bocas no pueden atravesar esta vez la férrea armadura del clérigo.