Partida Rol por web

Nörsil no había dado gran importancia al encuentro con los dos mercenarios. Estaba bien contar con algo más de ayuda, aunque eso hacía disminuir el aprovechamiento de los recursos... el tiempo diría si aquella encrucijada fue signo de un destino propicio o fatal, ahora la encrucijada ponía al invidente frente a ellos.

- Sin duda este es un lugar muy apartado. ¿Descansáis de vuestro camino señor? - pregunta curioso ante el inesperado encuentro.

Al escuchar la protesta de Waldo. Nörsil esboza una sonrisa:

- Caramba, de una sola sentada te has metido con tres de tus acompañantes fortachón. Tranquilo, no pasará mucho tiempo antes de que tengamos que acampar.

Dirigiéndome a Yilda:

Aceptad estas 12 monedas de oro que os ofrezco, es un pago justo para la empresa en la que os habéis embarcado

Waldo, eres muy suspicaz pero nunca sabes como te vas a encontrar

Diciendo esto le ofrezco 3 monedas de oro al ciego.

Que amables son todos, y que facilidad para soltar monedas, no entiendo como hay pobres en el pueblo.

- No sabía que iba con un grupo de santos, seguro que convencéis al ogro con palabras bonitas y limosna, si alguno trabajara controlando a la escoria en la taberna, seguro que sospechabais un poco de la gente.

Ya sea guiado por el oído, el olfato o la mera intuición, Eleos se encara con Cataria casi como si pudiese verla. Sin llegar a levantarse, acepta gustoso la comida. — Pequeña, yo no llegué hasta aquí... Yo ya estaba, y los caminos se hicieron en mi honor... — Bromea sin malicia. — Hace décadas mis ojos vieron la luz del sol por última vez. Hice mal eligiendo a un mago como oponente y él hizo mal encaprichándose con la mujer que yo amaba. Él perdió la vida; yo perdí la vista. ¿Un intercambio justo? — Se detiene en los dolorosos recuerdos que recorren su mente. — No lo creo...

Escucha el consejo de Akka, a quien responde magnánimo. — Joven, si algo me ha enseñado la edad, es que no existe monstruo más vicioso y cruel que el hombre, sea de pueblo o de ciudad. Si por mi seguridad te preocupas, tendrás a bien dejarme al cuidado de las fieras salvajes y los designios de la naturaleza. 

El ciego comprende la desconfianza y las palabras de Waldo y solo puede asentir ante ellas. Queriendo evitar ser un estorbo se dispone a partir, no sin antes comentar las palabras de Nörsil. — Para un ciego no hay descanso, pues su pena nunca acaba. Para un mendigo no hay lugar cercano ni lejano, pues toda la tierra es su hogar... — Concluye, tomando con humildad las monedas de Sheldor y reanudando sus pasos, lentos pero seguros, hacia ninguna parte.

Al deseo de conversar y compartir historias se antepone la responsabilidad de cumplir con el deber. El ocaso es próximo y la cueva todavía lejana, no quedará otro remedio que forzar la marcha si el grupo pretende encontrar al ogro antes de que éste los encuentre a ellos. Temiendo un encuentro frontal a campo abierto, el grupo entero se esfuerza por avanzar veloz y sin más interrupción.

Después de una ardua caminata de tres horas, cae el anochecer y el rostro del Cerro del Altocráneo aparece a la vista. Se trata de una colina grande y erosionada, la parte superior de la cual tiene forma de cráneo humanoide, incluyendo dos oquedades para las cuencas de los ojos y una gruesa boca abierta. Un pequeño sendero se abre camino hacia la colina ominosa, bajo el vacío vigilante de las órbitas de piedra del cráneo.

El terreno está pisoteado con huellas de cascos y estéril de toda la vegetación. A la tenue luz de la luna, se puede ver dónde se encuentra la entrada de la caverna. Sin embargo, una gran roca ha sido empujada hasta la entrada, efectivamente sellándola a toda persona sin invitación.

El ritmo trepidante al que te ha sometido la ruta ha puesto a prueba tu resistencia. No obstante, la vida ya te ha enfrentado a retos similares, y éste lo afrontas con buen ánimo y forma física. Al detenerte sientes los músculos calentados; estás preparado para hacer frente a cualquier cosa.

El ritmo trepidante al que te ha sometido la ruta ha puesto a prueba tu resistencia. No obstante, la vida ya te ha enfrentado a retos similares, y éste lo afrontas con buen ánimo y forma física. Al detenerte sientes los músculos calentados; estás preparado para hacer frente a cualquier cosa.

El ritmo trepidante al que te ha sometido la ruta ha puesto a prueba tu resistencia. No obstante, la vida ya te ha enfrentado a retos similares, y éste lo afrontas con buen ánimo y forma física. Al detenerte sientes los músculos calentados; estás preparado para hacer frente a cualquier cosa.

El ritmo trepidante al que te ha sometido la ruta ha puesto a prueba tu resistencia. Más acostumbrada al estudio de tomos arcanos que a las travesías, sientes una oleada de agujas clavarse por todos tus músculos. Hasta ahora no te habías percatado pero al detenerte, tus piernas, aunque jóvenes y fuertes, tiemblan y sufren un dolor punzante difícil de soportar. Sientes un pálpito en la cabeza mientras tu corazón bombea frenético la sangre necesaria para tus articulaciones. Luchas por mantenerte en pie.

El ritmo trepidante al que te ha sometido la ruta ha puesto a prueba tu resistencia. Más acostumbrado a las calles del pueblo que a semejantes travesías, sientes una oleada de agujas clavarse por todos tus músculos. Hasta ahora no te habías percatado pero al detenerte, tus piernas, aunque jóvenes y fuertes, tiemblan y sufren un dolor punzante difícil de soportar. Sientes un pálpito en la cabeza mientras tu corazón bombea frenético la sangre necesaria para tus articulaciones. Luchas por mantenerte en pie.

Sus piernas le temblaban, todos sus músculos estaban extenuados y caía la noche. Cataria no podía más, solía ejercitar enormemente la magia y la mente pero el resto de músculos los tenía muy relajados para estas enromes caminatas.

- Caballeros y señora, creo que es el momento perfecto para descansar y comer algo. Hemos llegado al destino pero seguir adelante en este estado de agotamiento solo hará mas sencillo matarnos para el ogro. - no esperó  ni respuesta, se hizo con media de las enormes raciones que el tabernero les había dado en, lo que ya parecía que hubiera sido hace días y se puso a comer apoyada en el primer sitio que vio lejos de la puerta.

Se quedó sentada descansando, comiendo y observando esa enorme roca que les separaba de poder entrar al horrible lugar. 

- Algo no va bien, ¿debería haber huellas también del ogro por la zona? ¿acaso no sale nunca? Si algunos necesitáis descanso a lo mejor otros podríamos rastrear los alrededores. No aconsejaría encender antorchas de momento - digo algo extrañado.

Un examen más cercano muestra que, bajo las pisadas de los cascos, sí pueden distinguirse algunas de las características huellas de un ogro. Éstas últimas son menos recientes que las primeras. No hay duda de que alguien más ha estado aquí, pero es imposible discernir su número y sus intenciones.

Waldo estaba contento, le había venido bien salir de la mohosa taberna y estirar las piernas, sentía su cuerpo con ganas de más, capaz de era de liarse a patadas con la piedra y sacar al puto ogro por el pescuezo.

- Parar ahora Caterina, eso es darle mas tiempo de vida a ese asqueroso ogro - luego escucho al elfo hablar sobre huellas - es verdad, puede que esa piedra sólo sea la despensa del bicho, dejemos que le pequeña coma algo y miremos - dicho eso se puso a mirar el suelo en busca de huellas.

Pero Waldo no era de campo, seguramente confundiría una huella con una boñiga de vaca. Por suerte el resto si se da cuenta de las huellas.

- ¿Quien ha venido más? Otros quieres hacerse los héroes...

Yilda se concentra en la pregunta de Waldo, mas no es capaz de sacarla del suspense:

— Podría ser cualquiera, guerrero. — Afirma frustrada. — Tu pregunta me es tan desconocida como el pasado de este lugar. — Siente un escalofrío y calla, insatisfecha de su infructuoso auspicio.

¿Alguien tiene un arma grande de sobra?, pregunto mientras me siento agotado al lado de la brujita sin poder andar. Podemos mover esa roca de la entrada si trabajamos en equipo. Tengo un plan, pero antes Yilda no se si podrá ayudarnos, ¿está el ogro cerca?.

Si algo bueno te enseña la experiencia de colarte donde no te invitan es que te agudiza el ingenio para buscar soluciones imaginativas a problemas complejos.

Bebiendo agua de la cantimplora:

Bueno, la verdad es que yo también me siento con ganas de darle su merecido a ese Ogro, lo único que me hace falta es beber un poco y estaré a punto

Sheldor se sentía como un toro en ese momento, se habría comido al Ogro y luego habría usado sus huesos como mondadientes.

- Bien bien, descansad un poco. Vigilaremos la puerta y los alrededores mientras - avisadnos cuando estéis listos.

Yilda reconcentra sus energías y las canaliza en un segundo intento, la consulta de Akka: sumida en profundo trance, su expresión muda en calma absoluta y mueve los labios con lentitud, pareciendo hablar por boca de un genio o una voluntad ajena.

— Si el enemigo es cercano, más cercanas son sus garras... La sombra de sus intenciones se proyecta más allá del horizonte de las posibilidades... — Profetiza solemne. — La distancia es algo relativo al ojo del espectador... Él no os conoce, pero os espera. Él os detesta, pero os necesita... — Con expresión asustada, la adivina abre y cierra los ojos repetidas veces, como queriendo despertar de un mal sueño.