Partida Rol por web

8 de la mañana bdel 16 de Enero de 1925.

El generalmente eficiente tren suburbano os conduce hasta la parte Sur de Manhattan, donde el detective Tyler tiene su oficina.

Una zona tranquila en el Suroeste de Manhattan alberga el cuartel general del siempre ocupado departamento de policía de Nueva York.

Un bello edificio de piedra blanca que parece fundirse en la espesa capa de nieve que se amontona a los lados de las aceras y que parecen brillar con las primeras luces del amanecer.

Un par de coches negros se hallan en la puerta donde un hombre uniformado monta guardia.

Pasen señores. Ya nos habían informado de su llegada
Una vez en el interior, y una vez identificados adecuadamente, os guían hasta la oficina del detective Beattie por una enmarañada planta repleta de escritorios, policías y oficinistas variados que inician ahora su jornada laboral y desentumecen sus dormidos dedos para hacer frente a los múltiples informes que habrán de redactar ante sus máquinas de escribir.

Una puerta de madera oscura con una cristalera semiopaca en la cual se hayan pegadas doradas letras que conforman el nombre y el cargo del policía Tyler.

El agente llama un par de veces antes de abrir la puerta para dar paso al grupo.

Una vez les permiten el paso Vinnacci saluda alegremente

Buenos dias señor Tyler

En resumen de lo que te cuenta Flanagham a primera hora de la mañana y última de la noche sobre las pesquisas policiales (no se rolea para no ralentizar al resto, ¿vale?. aunqe si quieres preguntar algo, adelante):

El botones no ha aparecido por su domicilio desde hace 2 noches. Terminó su jornada laboral el día 14 a las 23 horas y no llegó a casa según informa su hermano. No es la primera vez que no vuelve sin avisar así que no lo dio excesiva importancia.

En el reverso de la tarjeta de imortaciones Emerson, se puede leer, escrito con un lapiz fino y en letras pequeñas, el nombre Silas N´Kwane.

El vehículo que usaron para la huída es un Hudson mod. 1915 de color negro, con matrícula NYL7 y perteneciente a un tal Thomas Whiterspoon, quién había denunciado la sustracción de su vehículo la misma tarde del 15.

Bauberg viene descompuesto por el viaje en metro. La idea de trasladarse bajo tierra es simplemente diabólica, a juicio del anticuario. Además del calor excesivo y la falta de aire puro.

Entra en la comisaría buscando algún sitio donde sentarse, blanco y con la frente perlada de sudor, aunque frecuentemente usa un pañuelo de lino para secarse.

Hola, ¿podrían ofrecerme un té que me tonifique? el trayecto a sido horrible.

-Por supuesto -responde el detective-, Johnnie, por favor, ¿puedes traerle un té al señor Bauberg? Muchas gracias -añade con una sonrisa.

Robert se levantó de su asiento mientras ordenaba un poco los papeles que tenía encima de la mesa.

-Buenos días, señores. Espero que hayan podido descansar -dice con un profundo suspiro y unas considerables ojeras, consecuencias obvias del extenuante trabajo que el detective llevaba invertido en el caso-. Señor Bauberg, mientras llega su te, ¿podría decirme algo de una empresa llamada Importaciones Emerson, aquí en Nueva York? -acto seguido el joven se arrascó el cuello con un claro sentido de la vergüenza- Discúlpenme, estoy casi seguro de que cualquiera de ustedes puede conocerlo, es solo que el empleo del señor Bauberg puede casar más con ese tipo de empresa. ¿Y el nombre de... -dice mientras rebusca entre los papeles de su mesa hasta encontrar uno concreto- Silas N´Kwane?

No, en absoluto.
De hecho apenas conoces a nadie en Nueva York.

Tomas llama a la puerta y entra seguidamente. Lleva la misma ropa que el día anterior y en sus manos porta su inseparable carpeta. Unas notables ojeras en su rostro confirman que no ha pasado una buena noche. Se acerca a los asistentes y dice:

-Buenos días, si puedo hacer algo no duden en pedirlo.

La cara de Bauberg es de completa ignorancia.

Me temo que no he oído hablar de esa empresa ni del caballero que menciona, en mi vida.Mi ámbito de trabajo se reduce principalmente a Boston y sus alrededores, poco más. Lo siento.

Si, pero no hay mucho de interés.
El folio doblado tenía en su interior simplemente dos nombres escritos y unas direcciones en Boston y Arkham: la de Lindsey Marrow y la de Tomas Goldberg.

Y nada mas que reseñar de la caja de cerillas.

Contrastando, la cara de Lindsey es más bien de sueño, aunque el maquillaje consigue al menos darle algo de luminosidad.

Sentándose cruzada de piernas, la joven psicóloga se mantiene a la espera. Sin duda no reconoce ese nombre, pero con sueño aún menos. Decide callar y esperar a que le pregunten algo, para aportar lo posible.

Nada que reseñar en el plano del metro.

En la libreta tiene apuntadas la dirección del hotel chelsea, la de un tal Jonas Kensington, también en Manhattan, y un revoltijo de notas sueltas de libros y reflexiones propias sobre antropología y sociología. Apuntes para algún libro, posiblemente, pero al que te cuesta encontrar sentido si no está redactado por completo.

¡¡¡Perdón!!! un exceso de sionismo me ha llevado a confundir Tomas Bauberg con Tomas Goldberg. El nombre es pues el de Tomas Goldberg.

Robert mira con cierta preocupación a Tomas.

-Señor Goldberg, ¿está usted seguro de que no prefiere descansar un poco más? -pregunta sin acritud alguna- Seguramente un rato de sueño y una buena ducha hagan que pase mejor el trago.

Tras el consejo, volvió a mirar a todos, esta vez algo sorprendido al fijarse en Lindsey. Durante el restaurante no se había percatado de cuán hermosa era la mujer, quizá por los párpados hinchados y el amargo y doloroso trago que debió ser ver a su amigo muerto.

-Erm.. creo que todos tenemos algo de trabajo, entonces -dijo mirando a cualquier otro sitio-. Necesitamos acercarnos a la hemeroteca e informarnos más acerca del viaje de Carlyle -dijo mientras buscaba la nota donde había listado todo-, también hay que ponerse en contacto con el contrabandista de El Cairo, y pasarse por Importaciones Emerson... apuesto a que eso también tiene bastante que ver.

Antes de que nadie pudiera decidir ni tomar un camino, continuó.

-Creo que yo debería ir a ver el negocio, a fin de cuentas es lo único donde podría existir algún peligro cercano. Elijan una tarea y pongámonos en marcha... a menos que alguien tenga alguna proposición más.

¿Sabemos algo de la bibliotecaria de Harvard? ¿Puedo ponerme en contacto con ella?

Se lo encargaste anoche a Flanagham, creo.
Todavía no han tenido tiempo de contactar con ella, ya que aún es muy temprano por la mañana.

¿Lo de "elijan una tarea" significa que queréis separaros?

Permitidme unas reflexiones sobre esa idea, aunque tenéis libertad para hacer lo que queráis:

La idea de separarse no es mala en rol en mesa, donde puedes estar ausente apenas 10 minutos. En rol por web es muy problemático: si la escena donde estás es mas lenta que la de otros compañeros, puede suponer un mes entero sin jugar.

Una partida que estoy dirigiendo ahora mismo de Cthulhu tiene ese problema: todo el mundo se separa y hay tipos que llevan demasiado tiempo sin hablar. Y el resultado ha sido un fracaso absoluto.

Y para colmo, el personaje con unas habilidades o trasfondo muy válido para una escena se encuentra a kilómetros de allí, porque ningún investigador podía esperar que los acontecimientos fueran a desarrollarse así.

Y además, de toda la información que se recibe, el Personaje la filtra, dando importancia a ciertos detalles en detrimento de otros. Por lo tanto esa es la información que transmitirá al resto del grupo, que a su vez la reducirá aún más. Quizás alguna pista importante se pierda. En mi partida es ahora cuando vienen los reproches y cuando algunos jugadores descubren que no se han enterado de todo lo que podrían enterarse: "¿por qué no me dijísteis ese detalle?"

Y si en una escena insospechada se halla el horrible bicho del averno contra todo pronóstico (qué todo puede suceder), te encontrarás con que en vez de 5 tipos para poder combatirle, solo hay 2.

Lo de separarse puede ser interesante si estamos contra reloj, pero, ¿hay alguna prisa?

Bauberg parece reponerse con el té. Lamentablemente es Early Grey, una variedad muy apreciada por los anglosajones para almorzar, pero que el anticuario juzga amarga y demasiado fuerte de sabor. No obstante, agradece la infusión y parece más relajado.

Sr Tyler, creo que dispongo de bastante información de esa expedición, precisamente obtenida de los periódicos como para perder un tiempo valiosísimo en la hemeroteca. Si le parece bien, podemos tener esa documentación aquí en dos días por correo certificado. En cuanto a la visita del negocio de importaciones, creo que puedo ser de utilidad, pues conozco como funcionan esas empresas.

El anticuario espera a que le respondan, pero interrumpe de nuevo.

¿Y como tenía pensado contactar con el contrabandista de El Cairo?

-Perfecto. Ya tenemos la primera alegría del día -responde con una amplia sonrisa-, muchas gracias. Ahora, si lo desean, pueden acompañarme a Importaciones Nelson, que tenemos una pista en esa dirección... -Robert se apresuró a coger la chaqueta- Acompáñenme y les cuento en el coche.