Partida Rol por web

Sábado, 17 de Enero de 1925. 9:30

Nick aparcó el coche encima de la acera de la Avenida Lennox, a cien metros de Ransom Court, un callejón de la calle 137 al este de donde se habían detenido. El trayecto hasta ahí había sido relativamente rápido, debido en parte a que tanto Nick como Louis parecían poco habladores esa mañana. El ambiente era opresivo, el olor penetrante y los vecinos del barrio no tenían cara de buenos amigos.

Los dos investigadores se bajaron del vehículo e intercambiaron miradas.

Louis descendió del vehículo en cuanto este estuvo detenido completamente, observando con cuidado a su alrededor antes de cerrar la puerta, al tiempo que estiraba los músculos, que esta mañana se encontraban contraídos, quizá por culpa de la mala noche pasada.

Giró el rostro en una y otra dirección, buscando cualquier cosa que le diera la impresión de ser un peligro, pero realmente allí todo podía ser peligroso, así que se conformó simplemente con intentar grabar en su memoria todos los detalles posibles de aquella calle, y de la gente que en ella se encontraba.

¿Crees que es seguro dejar aquí el coche? - preguntó a Nick en voz baja cuando este salió finalmente del coche - No parece que aquí seamos bien recibidos.

Nick se bajó del coche, y miró a su alrededor. Cerró con llave, por supuesto, y se situó junto a Sheridan. Prefiero que estemos juntos a que uno se quede con el coche. No creo que nadie sea amigo nuestro por aquí. Entremos rápido. Quiero estar aquí lo menos posible. Le palmeó un poco la espalda, y se dirigieron a la tienda.

Los dos amigos avanzaron por la Avenida Lennox en dirección a la calle 137. A mano derecha Ransom Court se abría a un patio cuadrado de seis metros de lado. Dos puertas asoman en lados opuestos. Una de ellas, cerrada y cubierta con tablones de madera seca y vieja, parecía no haberse abierto en mucho tiempo. La otra era de vidrio y estaba junto a un escaparate con cortinas por el interior que impedían la ver lo que sucedía dentro.

El patio estaba rodeado de casas bastante dilapidadas y a él daban varias ventanas, la mayoría rotas o tapadas con maderas untadas en creosota. Alguien había volcado el único cubo de basura que se veía alrededor, desparramando el contenido por el suelo y mezclandolo con orines y excrementos humanos de gente seguramente aun por civilizar.

Aun cuando no había nadie a la vista, tanto Louis como Nick no pudieron dejar de sentirse observados.

Sheridan no pudo evitar arrugar levemente la nariz al caminar por aquella calle, al tiempo que intentaba no pisar algún deshecho de clara procedencia.
Estaba acostumbrado a los malos olores, pues El Cairo no destacaba especialmente por su pulcritud, pero dicho olores, normalmente provenían de lugares que habían estado cerrados demasiado tiempo, olor a viejo...olor a muerte.
Allí, sin embargo, lo que se olía era la vida, pero en la peor cara que podía mostrar.

Cuando se encontraban a punto de llegar hasta la puerta que tenía a su lado el escaparate, sintió como el vello de su nuca se encrespaba, y no sólo por la situación en la que se encontraban inmersos...ni siquiera por estar en un lugar que sabía peligroso.
No. Había algo más. Era la sensación que se siente cuando uno es observado.

Rápidamente alzó la mirada, buscando alguna ventana tras la que hubiera alguien, aunque fuese únicamente atisbarla tras algún resquicio dejado por la madera que tapiaba muchas de ellas.
¿O quizá la mirada procedía del interior de la tienda? Dirigió sus ojos hacia allí, pero la puerta estaba cerrada y el escaparate no permitía ver el interior, pues se habían encargado de cubrirlo con unos pesados cortinajes.

Instintivamente, su mano derecha viajó hacia la parte trasera de su espalda, para comprobar que la pistola seguía en su lugar.
Necesitaba sentir su presencia, saber que podía utilizarla en cualquier momento.

Hagamos lo que hemos venido a hacer y salgamos cuanto antes de aquí - indicó en un murmullo a su compañero - Esto no me gusta nada.

Nick se acercó a la puerta con decisión. Echó un último vistazo a su coche (era curioso el afecto que se le puede coger a un simple objeto, le habían dicho una vez en el Cairo. Estaba de acuerdo) y puso su mano en el picaporte. Veamos que sabe el famoso señor N'kawe Y con ello giró el pomo para entrar.

Nick empujó la puerta de la tienda y entró seguido por Louis. El interior era de reducidas dimensiones y estaba sucio y polvoriento. Montones de artefactos tribales africanos, máscaras demoníacas y animales disecados cubrían el lugar sin orden aparente, cosa que no ayudaba a evitar la sensación de ahogo que sentían los dos amigos.

De un vistazo Louis pudo ver que el material que había en la tienda era de hecho auténtico. No se trataba de falsificaciones o réplicas baratas y, mientras se acercaban lentamente al mostrador pudo identificar ciertas piezas usadas en rituales mágicos africanos.

La tienda estaba vacía a excepción del dependiente que aguardaba detrás del mugriento mostrador: un hombre de edad avanzada y piel oscura que sonrie a los recien llegados.

-Buenos días, ¿en que puedo ayudarles? -pregunta el hombre en voz baja.

Sheridan estuvo tentado a acercarse a alguno de los artículos que poblaban aquel lóbrego lugar, aunque supo guardar la compostura para mantener su posición junto a Nick. Lo cual no evitaba que sus ojos recorrieran despacio la superficie de determinadas piezas, casi como si las acariciara con los dedos.

Y entonces el hombre les habló. Casi podría haberle confundido, en aquella semioscuridad, con alguna otra extraña figura...de hecho parecía tener edad para ser una reliquia...una reliquia que mostraba una sonrisa casi depredadora, en contraste con la piel de ébano. Por un momento a Louis se le pasó por la mente que aquella dentadura podría desgarrarle fácilmente si le daba la oportunidad.

Estooo...sí, hola - respondió finalmente, anticipándose al detective que se encontraba medio paso detrás suyo - buenos días. Buscábamos al señor N'kawe. ¿Es usted?

Mientras Louis se acercaba al tendero, Nick decidió ser esta vez el acompañante callado. Después de todo, su anterior intervención no había sido muy acertada. Era mejor dejar que Sheridan diese la cara, había algo en él que irradiaba sinceridad. Así que Nick se quedó atrás, con un ojo en la puerta y otro en el tendero.

Por si acaso.

-Silas N'Kwane -respondió el anciano asintiendo con naturalidad-. Yo mismo, si buscáis solución a vuestros problemas, este es el sitio ideal.

Sonreía con la boca bien abierta, mostrando las innumerables caries. Se inclinó por encima del mostrador y bajó la voz como si estuviera confesándoles algo secreto. Al murmurar de esta manera lo único que conseguía era echarle a Louis el fétido aliento.

-¡Tengo los espíritus más rápidos! Lo curan todo. ¿Cuál es su problema? ¿Amor? ¿Mal de ojo? Lo que sea, puedo deshacer cualquier hechizo.

No, no. No necesitamos nada de eso - respondió al tiempo que realizaba un movimiento instintivo para apartarse de aquel hombre y de su aliento, el cual ya comenzaba incluso a producirle un ligero mareo.

Ahora llegaba el momento crucial, pues un paso en falso y no conseguirían sacar de aquel hombre nada de información.
Por otro lado, tampoco podían utilizar la verdad, así que finalmente Louis decidió arriesgarse, confiando en que su intuición le sirviera en aquella ocasión.

Venimos de parte del señor Elías Jackson - nuevamente utilizaba prácticamente el mismo discurso que había realizado Nick con el hombre de las importaciones, pero quizá esta vez sirviera de algo - Nos ha mandado a recoger el artículo que le solicitó.

-¿Jackson Elias? ¡Hmmm! -el anciano se rascó la barbilla intentando recordar-. No recuerdo a ningún Jackson Elias. ¿Saben que es lo que quería? ¿Quizás un ungüento mágico? ¿Un afrodisíaco?

Iba sacando frasquitos mientras hablaba, con los ojos brillantes en la oscuridad como si estuviera deseando venderles alguna pomada de virtudes inimaginables.

O el hombre decía la verdad y no había visto nunca a Elías, o mentía descaradamente y se hacía el tonto para no soltar prenda. Fuese cual fuese la verdadera razón, ya no podía dejarlo ahí, pese a que tuviera que dar él cierta información para sacar otra a cambio...era arriesgado, muy arriesgado, pero no tenía otra opción.

¿Ungüento? Ni mucho menos - respondió, volviéndose a acercar al hombre aunque tuviera que soportar su aliento fétido de nuevo. Se sentía intranquilo, pero la presencia de Nick detrás de él conseguía que se sintiera algo más seguro. Y decidió arriesgarse por última vez antes de buscar alguna forma un poco más expeditiva - Era algo relacionado con la expedición...Carlyle. - observó al hombre detenidamente cuando pronunció esta última palabras, para así comprobar si había algún tipo de cambio en su expresión cuando la escuchase.

Estaba dando palos de ciego y lo sabía. Sin embargo, si aquel hombre no tenía nada que ver en lo ocurrido, tampoco tenían nada que temer.

Silas N'Kwane parpadeó un par de veces mirando a Louis con desconcierto.

-No conozco ninguna expedición -dijo al fin sacudiendo la cabeza-. ¡Mis artefactos son auténticos! No conozco a ningún Jackson Elias o Carlyle. Pero si me explicas el problema... ¡puedo ayudar a tu expedición! Cuéntame el problema, yo lo soluciono.

El viejo palmeaba excitado, miraba a Louis con ojillos astutos y respiraba por la boca, al parecer ignorante de su efecto sobre los dos investigadores.

Pero nosotros sabemos que le conocía, señor. Nick avanza y le muestra la tarjeta en la que aparece el nombre de Silas. El señor Jackson ha desaparecido y estamos buscándole. Hay quien dice que el señor Jackson pudo ser retenido por un culto pagano para ser sacrificado... Nick da un nuevo vistazo a la tienda, como si buscase algo. ¿Cree usted en esas cosas?

-¡Mucha gente me conoce! Mis espíritus son rápidos, eficaces.

Silas N'Kwane tomó la tarjeta que le alcanzó Nick y empezó a manosearla, dejando huellas negras en ella mientras leía uno y otro lado con curiosidad.

-Emerson... ¡hmmmm! Emerson trae ingredientes para magia, ¡buena persona! A veces le ayudo con sus problemas. Como esta loción, ¡muy buena!

El incansable anciando seguía obstinado en encolomarles alguno de sus productos. Le devolvió la tarjeta a Nick y empezó a sacar ingredientes de un cajón de la mesita.

-Yo puedo ayudar a encontrar a vuestro amigo, mi magia es más poderosa que la de ningún pagano. Por cinco dólares puedo prepararles un ungüento que les indicará la dirección en donde se encuentra la expedición que tiene a su amigo. ¡Nunca falla! ¿Cinco dólares? ¿Sí?